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Ultimátum, los creadores del hit “Eduardo, vení a buscar a Juan Cruz”: vivir a la gorra y el primer tema de su autoría

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Pablo Krauss, Pablo García, Harry Barcia y Daniel German empezaron a tocar juntos hace un año en la Plaza Dorrego de San Telmo. Allí, el último sábado contribuyeron con su música a que un hijo perdido se reencontrara con su padre. La historia del estribillo que prometen convertir en canción y la trayectoria de cuatro músicos que viven al día

Eduardo y Juan Cruz son padre e hijo. También son un estribillo magnético, una canción a estrenar, un fenómeno social, un video viral, el festejo de un gol, una tendencia en redes y un tuit que publicó @madrazzzo la tarde del domingo 21 de agosto. El documento, editado, dura 1:20, tiene por título “Ayer en San Telmo se perdió Juan Cruz y entonces pasó ésto” y recorrió medio mundo: la historia de un nene, subido a los hombres de un hombre adulto, que llora y está perdido entre una multitud que aplaude y entona la melodía pegadiza que un grupo de rock improvisa en una plaza porteña bajo un sol confortable un día antes de la celebración del Día de las Infancias.

El video tiene drama, angustia, incertidumbre, solidaridad, comunión, esperanza y un final feliz. El nene, mientras llora, es contenido por un grupo de gente que interrumpe su voluntad de disfrutar la sobremesa del almuerzo del sábado charlando y escuchando rock para comprometerse en una causa justa: encontrar a los responsables de cuidar a Juan Cruz.

Uno de los protagonistas del rescate es Rubén, el hombre de pantalón blanco y remera azul del PSG con la 30 de Messi que cargó en los hombros al nene perdido. Rubén tiene 68 años y trabaja en la plaza haciendo changas. Una mujer le contó que había un niño que no encontraba a su papá y él, que conoce la dinámica de ese lugar que hizo suyo, se comprometió a ayudarlo. Lo que nadie sabía cuando el video se difundió con virulencia es que Rubén también tenía una historia para contar: personificó a “El caballero rojo” en Titanes en el Ring, había sido uno de los tres actores que interpretaron al luchador en el programa de Martín Karadagian.

Ultimátum de izquierda a derecha: Harry Barcia, guitarra y voz de 65 años, Pablo García, batería de 60 años, y Pablo Krauss, cantante y bajo de 55 años. Falta Daniel German, guitarrista de 60 años Ultimátum de izquierda a derecha: Harry Barcia, guitarra y voz de 65 años, Pablo García, batería de 60 años, y Pablo Krauss, cantante y bajo de 55 años. Falta Daniel German, guitarrista de 60 años

Rubén fue quien activó a los otros protagonistas de esta historia: Ultimátum, la banda de rock callejero de cuatro integrantes que daba su show en la plaza Dorrego -en la intersección de las calles Defensa y Humberto 1°, polo gastronómico de San Telmo- interrumpió su pieza musical para contribuir a la gesta. La gente simuló estar en una playa y empezó a aplaudir. Rubén, que seguía con Juan Cruz a cuestas, le pidió a los músicos de la banda que usaran sus micrófonos para convocar al padre del niño perdido.

“Reitero, Juan Cruz está acá, en el centro de la plaza, donde están los músicos tocando. Eduardo, por favor, el padre, que se apersone”, decía Pablo Krauss, cantante y bajo de 55 años, mientras no dejaban de hacer sonar su música. Los espectadores se sumaron a la moción: gritaban por el padre y aplaudían. A su lado, Harry Barcia, guitarra y voz de 65 años, no podía aplaudir pero sí suplicar: gritaba Eduardo con muchas “a”. Ese tono desesperado, ese clamor rítmico, le inspiró al cantante a ponerle arte a la urgencia. “Eduaaaardo, ¿dónde estás Eduardo?”, entonó, primero, para darle paso al estribillo definitivo: “Eduardo, vení a buscar a Juan Cruz”.

Ultimatum hizo levantar a los comensales de sus mesas. La canción generó masividad: no hubo pogo pero casi. Pocos minutos después, apareció el Eduardo en cuestión para abrazar a Juan Cruz y calmar su llanto. Todos ovacionaron el reencuentro. La historia viral terminó. El show siguió, pero para la banda ya nada fue lo mismo. “Esta es nuestra oportunidad. Yo se lo pedía a Dios, yo quería triunfar con la música”, dice Pablo. “Yo se lo había dejado de pedir”, interrumpe Harry. “Es la síntesis de la lucha que tenemos hace muchos años”, concluye el cantante de Ultimátum.

Un nene se perdió e inventaron una canción para que su papá lo encontrara

Pablo y Harry se conocieron hace veinte años de tocar en el Parque Centenario. En las calles y plazas de San Telmo trabajan hace siete años. En ese barrio porteño nació Daniel German, guitarrista, hace sesenta años. El único integrante de la banda repatriado del conurbano es Pablo García, baterista oriundo de Haedo, también de seis décadas de vida. Todos fundaron Ultimatum hace un año. Y todos viven de tocar música a la gorra. “El 100% de nuestros ingresos es a la gorra. Vivimos al día”. Una vez, el cantante le preguntó al guitarrista por qué no había comido, por qué tenía hambre si ayer habían cobrado por un show. “Tuve que comprar cuerdas nuevas”, le respondió.

La pandemia los había dejado en la lona: sin shows y sin ingresos. Por eso agradecen con efusividad la ayuda que recibieron en el Café del Árbol, donde actúan cuando no tocan en la plaza, una cafetería que les dio abrigo, un depósito para guardar sus materiales y los enchufes para tirar los cables. Desde hace un tiempo tocan ahí con presencia esporádica, sin ensayos, sin temas propios: mezclan canciones de Creedence, Sumo, Michael Jackson con ritmos bluseros.

Cada sábado se mudan al corazón de la Plaza Dorrego para amenizar el almuerzo de los clientes. Este sábado 27 de agosto a las 13 horas prometen lanzar su primera canción: el hit completo de “Eduardo, vení a buscar a Juan Cruz”, una letra que contará la historia completa del reencuentro emotivo entre un niño perdido y su padre. “Cuando escuché que pedían al papá que vaya a buscar a Juan Cruz, lo achiqué para meterlo en la canción. Y lo hice con una potencia que era perfecta. Si tuviera que pensar la letra, no lo podría haber hecho”, dice Pablo Krauss.

"No sabíamos que se podía viralizar tanto, no le dábamos bola a las redes sociales, nos llaman de todos lados, nos explota el celular. De veinte seguidores pasamos a tener miles. La gente baila con la canción", dicen sorprendidos“No sabíamos que se podía viralizar tanto, no le dábamos bola a las redes sociales, nos llaman de todos lados, nos explota el celular. De veinte seguidores pasamos a tener miles. La gente baila con la canción”, dicen sorprendidos

Pasaron cinco días de la difusión del video y todavía no pueden creer la repercusión. Vieron a personalidades famosas replicando su creación, escucharon covers en versión salsa, cuarteto, cumbia, remixado y heavy metal. La canción, por las dudas, ya está registrada. Reciben llamados, invitaciones, propuestas que no alcanzan a contestar. “No sabemos cuánto nos cambió la vida, pero seguramente será tremendo -agrega-. No sabíamos que se podía viralizar tanto, ahora nos llaman de todos lados, nos explota el celular. De veinte seguidores pasamos a tener miles”. Pablo, el cantante, bajista y padre de dos hijos, dice sorprendido que hasta lo llamó su ex mujer para felicitarlo. Dice también haber tenido suerte de la corta desgracia que padecieron Eduardo y Juan Cruz: si el padre y el hijo se llamaban de otra manera, no hubiesen entrado sus nombres en la métrica de la canción.

Pararon su show porque esa urgencia dominaba el clima. Conocen lo que es trabajar tocando música en la calle. Saben que es un lugar abierto a experiencias complicadas y sorprendentes, siempre intensas: tuvieron peleas, tuvieron amistades, aprendieron a hacerse amigos de los desahuciados y fueron testigos de un momento que dicen será irrepetible. La energía de la gente que cantaba a coro su estribillo para juntar a Juan Cruz con Eduardo. Ese estribillo que será canción y que ahora bailan y cantan en todo el país.

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¿La búsqueda de la felicidad es una trampa? La historia de una mujer que enloqueció a dos hombres

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En una visita a un hospital psiquiátrico, un médico notó que dos pacientes gritaban tristes por la memoria María. Ambos estaban enamorados, pero uno había sido su pareja y el otro no. El espejismo de vivir una buena vida cuando se alcanza un objetivo

El médico sanitarista estaba supervisando distintos establecimientos asistenciales. Un día le tocó el turno a un hospital psiquiátrico. Conversó un rato con el director y salieron juntos a recorrer la institución.

Pasaron por distintos lugares hasta que llegaron a un lugar en donde estaban los pacientes más enfermos. Cada uno se encontraba solo en un cuarto, el cual tenía las paredes acolchadas por si se querían golpear o autolesionar. Varios, adicionalmente, tenían un chaleco de fuerza, el cual restringía mucho los movimientos, especialmente los brazos, con el mismo fin de intentar protegerlos de sí mismos. Tanto el director como el supervisor observaban por la pequeña ventana que tenía cada habitación para poder ver a los pacientes.

-¡María! ¡María! ¡Maríaaaa!

Ambos médicos observaron al paciente por la ventanilla, y cuando siguieron caminando, el supervisor le preguntó al director:

-¿Qué le pasó a este paciente?

Se enamoró de María, pero lamentablemente fue un amor no correspondido. Y quedó totalmente trastornado, fuera de sí.

El supervisor escuchó y los dos siguieron visitando a otros pacientes.

Más adelante, nuevamente se fueron escuchando otros gritos. En la medida que se acercaron, pudieron entender qué decían:

-¡María! ¡María! ¡Maríaaaa!

Al llegar frente a la habitación acolchada, y ver al paciente con chaleco de fuerza, como todos los de ese sector, el supervisor miró al director, buscando un diagnóstico.

-¿Este también fue un amor no correspondido?, preguntó entre risas.

-No. Este hombre también se enamoró de María, solo que en este caso, ella se enamoró de él, así que fue un amor correspondido. Y así quedó…

Dos problemas tiene la vida: no conseguir lo que queremos y conseguir lo que queremos.

Nos pasamos la vida persiguiendo objetivos. Convencidos de que si los logramos, nuestra vida cambiará para siempre. De una vez por todas será buena, como nosotros nos merecemos.

Sin embargo, la realidad nos enseña que al igual que estos dos pacientes, esa mirada es una trampa. Pensar que la vida será buena cuando logremos tal o cual cosa es solo un espejismo.

Si no logramos nuestro objetivo, nos sentimos frustrados. Y si lo logramos, descubrimos que no ofrece la plenitud y felicidad que buscábamos.

¿Entonces? ¿Para qué seguir persiguiendo la línea del horizonte, que se mueve cada vez que nos acercamos?

En EE. UU. habían estudiado cuál era el sueldo que hacía más felices a las personas. Eran 4.200 dólares. O sea que solo servía para satisfacer las necesidades básicas de tener casa, comida, un seguro de salud, una educación. No es poco.

Lo curioso es que de todas las variables que analizaban para medir la felicidad de esas personas (centralmente qué tan tranquilos y contentos vivían), cuanto más ganaban, peor era. O sea que una persona que ganaba 6.000 dólares vivía peor que la que tenía ingresos por 4.000. Y si ganaba 10.000, peor aún.

Pensar que cuando pase este problema o logremos aquel objetivo, finalmente seremos felices, nunca resulta. O somos capaces de ser felices con nuestra vida tal como es, o no lo seremos nunca.

¿Y vos? ¿Cuál es esa trampa inaccesible que te impide ser feliz?

* Juan Tonelli es speaker y escritor. El texto es parte del libro “Un elefante en el living, historias sobre lo que sentimos y no nos animamos a hablar”. www.youtube.com/juantonelli

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Es abogada y la inundación destruyó su estudio en Bahía Blanca: “Los expedientes y mi escritorio con 10 mil dólares se fueron flotando”

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La madrugada del temporal, la casa y el lugar de trabajo de Evangelina Benítez quedaron bajo casi dos metros de agua. Su hijo menor, que estaba solo en la vivienda, logró salvarse trepando a la terraza con su gato en brazos

La noche del jueves 6 de marzo, Evangelina Benítez cenó con sus dos hijos en su casa de Bahía Blanca. Antes de despedirse, le propuso al menor, Luca, que se quedara a dormir, pero él prefirió volver a su hogar, ubicado en la calle Sarmiento 824, donde vive junto a su padre, Luis Alberto “Titi” Chiaradía, y su hermano mayor, Marco. “Sabíamos que iba a llover porque estaba pronosticado, pero estábamos más pendientes de la posibilidad de que cayera granizo, como había pasado a principios de febrero”, cuenta Evangelina a Infobae.

Horas después, la peor tormenta en la historia de la ciudad dejó la casa familiar, donde también funcionaba su estudio jurídico, sumergida bajo 1,85 metros de agua. “Perdí todo. Desde la terraza, mi hijo vio cómo los expedientes y mis libros flotaban junto a un escritorio donde tenía 10 mil dólares guardados bajo llave en un cajón”, detalla, a una semana del temporal que dejó un saldo de 16 fallecidos y 200 evacuados, según el último parte que emitió el Municipio.

Adelante de la casa funcionabaAdelante de la casa funcionaba el estudio jurídico de Evangelina, que es abogada y escribana (Foto/Gustavo Gavotti)

“Mamá, entró agua a casa”

Evangelina tiene 54 años, dos hijos de 19 y 25, y es abogada y escribana. Según recuerda, el viernes pasado se despertó a las 4 de la madrugada con el sonido de la lluvia. Dos horas después, su teléfono sonó. Era Luca. “Mamá, entró agua a casa y ya me llega a los tobillos. ¿Qué hago?”, le dijo el joven, que estaba solo en el domicilio. Desde su casa, en una zona alta de la ciudad, ella intentó tranquilizarlo. “Subí lo que puedas a la mesa, poné todo a resguardo”, le dijo.

Hasta ese momento, lo que más le preocupaba a Luca era su auto: un Ford fiesta azul que había dejado estacionado enfrente de su casa. “Tengo que correrlo porque me lo va a llevar el agua”, pensó. Cuando quiso salir, se dio cuenta de que si abría la puerta el agua entraría de golpe. “Lo que hice fue abrir la ventana del estudio de mi vieja, que daba a la calle, y salí por ahí”, le cuenta Luca a este medio.

Al auto entró por el baúl. Descalzo y en cuero lo llevó hasta una estación de servicio cercana y volvió corriendo. Al regresar, el agua ya le llegaba a las rodillas. “Agarré un balde y empecé a sacar, pero por cada uno que llenaba, entraban cinco más”, detalla. “El agua entraba por todos lados, de a chorros”, dice, todavía incrédulo.

Antes del temporal, Evangelina conAntes del temporal, Evangelina con sus dos hijos: Luca (19) y Marco (25) (Foto/Gentileza de la entrevistada)

Desde su domicilio, a unas 25 cuadras, Evangelina intentaba comunicarse con su hijo, pero Luca no contestaba. “Me desesperé: llamaba al padre, que estaba en Monte Hermoso; a mi otro hijo, que estaba en la casa de su novia”, recuerda.

“No le contestaba el teléfono porque estaba hablando con mi viejo”, explica ahora Luca. Según cuenta, su papá intentó calmarlo y le indicó que subiera a la terraza. Cuando se dispuso a hacerlo, el vidrio de la puerta de entrada se rompió y el agua ingresó a la casa con la misma fuerza que cuando se abre una compuerta. “Perdimos todo, perdimos todo”, alcanzó a decirle antes de que la llamada se cortara.

Desesperado y con el agua a la cintura, Luca siguió el consejo de su padre e intentó subir a la terraza. “En el camino me chocaba con la mesa, las sillas, los colchones, todo…”, cuenta. Cuando finalmente llegó a la ventana de la cocina, trató de abrirla, pero estaba trabada. “Ya está, me muero acá”, dice que pensó. Después de forcejear un rato, logró destrabarla, trepó al techo y se metió debajo del tanque de agua. Desde ahí, dice, vio a sus vecinos con sus perros y entonces recordó a su gato, Rocky. Sin pensarlo, volvió a bajar.

“El agua seguía entrando de a chorros”, cuenta. Llegó hasta la cocina y lo vio: estaba subido a la heladera, que flotaba a pocos centímetros del techo. Trató de agarrarlo, pero el animal, aterrorizado, se resistió. Tomó una canasta de mimbre, lo metió adentro y volvió a subir.

Rocky, el gato de LucaRocky, el gato de Luca (Foto/Gentileza de la entrevistada)

“Volver a casa fue horroroso”

Mientras Luca estaba en el techo con Rocky, su hermano mayor, Marco, logró contactarse con unos vecinos, que juegan con ellos al rugby en el Club Sportiva Bahía Blanca, para que rescataran al joven. “Cuando me enteré de que estaba a salvo, me calmé un poco, pero hasta que no lo vi con mis propios ojos no estuve tranquila”, cuenta Evangelina.

Acerca del reencuentro con el menor de sus hijos, describe: “Pude reunirme con él cerca de las 17 horas. Yo estaba esperándolo mientras colaboraba con los vecinos que rescataban gente con la moto de agua. Estuve con ellos hasta las 20″.

Al día siguiente, cuando el agua bajó, regresó a la casa. “La sensación fue espantosa. Horrorosa. Estaba todo destruido. De los 16 muertos que reportaron, diez fueron de esa zona. Es que estamos a 40 metros del arroyo Napostá“, indica.

Lo primero hizo apenas ingresó fue sacar sus títulos universitarios y algunos cerificados que se salvaron porque estaban colgados bien altos. “De las carpetas con los expedientes no quedó nada”, lamenta.

“La respuesta de los amigos“La respuesta de los amigos de mis hijos me emocionó”, aseguró Evangelina (Foto/Gustavo Gavotti)
Así quedó el auto deAsí quedó el auto de Luca (Foto/Gentileza de la entrevistada)

Todos somos uno

Además de perder la casa familiar y su estudio jurídico, también se esfumó el dinero que guardaba en su escritorio: 10.000 dólares. “Yo los tenía bajo llave en un cajón y el mueble se fue flotando. Lo peor fue que en el momento que mi hijo me llamó, cuando recién arrancó la tormenta, no se lo comenté porque no se me cruzó por la cabeza. Jamás imaginé que podía pasar algo así. Creo que nadie en Bahía Blanca lo pensó”, dice.

Y sigue: “Es como que uno no termina de caer. El lunes recién me aflojé y me vine a llorar a mi casa para que no me vieran mis hijos. Igual lo mío son todas cosas materiales. El resto, mientras tengamos salud, de alguna manera lo vamos a solucionar”.

Al día siguiente, los amigosAl día siguiente, los amigos de Luca y Marco, del Club Sportiva de Bahía Blanca, fueron a ayudar a limpiar la casa (Foto/Gustavo Gavotti)
Al día siguiente, Evangelina regresóAl día siguiente, Evangelina regresó a la casa. Las marcas del agua se ven en la pared y en la tulipa de vidrio de la lámpara (Foto/Gentileza de la entrevistada)

Entre la angustia por pérdida material, Evangelina dice que sintió una sensación “plancentera y feliz” al saber que sus hijos eran queridos. “La respuesta de sus amigos me emocionó. Al día siguiente, cuando íbamos a empezar a limpiar, comenzaron a llegar de a poco. Eran como 20. En un momento me quedé parada mirando cómo entraban y salían, sacaban, ponían. Me dejó una sensación tan linda”, cuenta y comparte un video de ese día.

En la secuencia, que figura a continuación, se ve cómo los jóvenes acomodan muebles en la vereda, sacan barro con el secador y basura.

“Yo les decía a Luca y Marco: ‘A pesar de todo, ustedes hoy tienen dónde dormir o dónde darse una ducha de agua caliente; pero hay gente a la que no le quedó nada’. Lo importante es poder brindar ayuda a esas personas a las que no les quedó nada”, se despide.

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Video del día después de la inundación

¿Cómo ayudar?

En medio de la emergencia, las campañas solidarias se extendieron a nivel nacional para asistir a las miles de familias que han perdido sus pertenencias, enfrentando ahora condiciones de extrema vulnerabilidad.

  • Para sumarse como voluntario y colaborar con limpieza, logística (vehículo), salud o clasificación de recursos, carga y descarga hacer click en este link.
  • Para enviar de dinero, tanto desde Argentina como el exterior del país, siguen habilitados los alias BAHIAXBAHIA y BAHIAXBAHIA.USD. También se habilitó una caja de ahorro en dólares CA U$D 6229-516687/0 CBU: 0140305104622951668702
  • Más información, acá.

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Un turista de 21 años se metió al Río Paraná para buscar una pelota y murió ahogado

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Ocurrió en el balneario municipal de Santa Elena. El joven habría cruzado la zona habilitada, que estaba delimitada por boyas

Un joven de 21 años murió ahogado este martes por la tarde tras adentrarse en las aguas profundas del río Paraná para recuperar una pelota. El trágico accidente ocurrió en el balneario Santa Elena, situado en la ciudad homónima, en Entre Ríos.

El cuerpo no ha sidoEl cuerpo no ha sido encontrado y la búsqueda continúa.

Si bien un compañero intentó ayudarlo, tuvo que soltarlo debido a que la víctima comenzó a arrastrarlo mientras se ahogaba. El joven fue identificado como Logan Daniel Videla, oriundo de La Matanza, provincia de Buenos Aires. En el caso intervinieron agentes de la Comisaría de Santa Elena, del Departamento La Paz, junto con personal de Prefectura Naval.

El trágico accidente ocurrió enEl trágico accidente ocurrió en Río Ceballos (Foto: Prensa Policía)

Alarmante cifra de ahogamientos durante el verano

Según se pudo reconstruir, al notar que no podía mantenerse a flote, comenzó a pedir auxilio. A pesar de los esfuerzos de una persona que logró sacarlo del agua, ya no presentaba signos vitales, según informó El Doce TV.

En lo que va del verano, las víctimas fatales sufrieron accidentes en las localidades cordobesas de La Calera (Sierras Chicas), Nono (Traslasierra), Villa Rumipal (Valle de Calamuchita), Villa Carlos Paz (Valle de Punilla), el dique Piedras Moras (Calamuchita), Mina Clavero (Traslasierra) y Río Tercero (Tercero Arriba).

Las autoridades locales y los organismos de emergencia suelen emitir recomendaciones para evitar accidentes en los cursos de agua. Entre las medidas más comunes se encuentran evitar ingresar a zonas profundas, prestar atención a las corrientes y no nadar en áreas no habilitadas. Sin embargo, los incidentes registrados este verano reflejan que, en muchos casos, estas advertencias no son suficientes para prevenir tragedias.
Un turista de 65 añosUn turista de 65 años falleció en La Toma.

Solo dos días antes de la muerte de Lucas Iván Paz, falleció otro hombre identificado como Horacio Quiroga en la ciudad de Río Tercero. La víctima, de 37 años, disfrutaba de una jornada familiar cerca del balneario municipal; cuando ingresó al agua en la zona del predio del Centro Tradicionalista alrededor de las 19 horas. Testigos relataron que, tras lanzarse al río, Quiroga no volvió a salir a la superficie, lo que generó alarma entre los presentes.

Ante la emergencia, las autoridades locales y los Bomberos Voluntarios acudieron rápidamente al lugar. Según detalló Telefe Córdoba, lograron rescatar al hombre y trasladarlo de inmediato al hospital de la localidad. Sin embargo, pese a los esfuerzos médicos, se confirmó su fallecimiento horas después. Habría sufrido un paro cardiorrespiratorio tras ingresar al agua.

Días atrás, un hombre de 65 años, identificado como Norberto Jorge Amadeo, falleció en el balneario La Toma, ubicado en la localidad de Mina Clavero. El turista, oriundo de la provincia de Buenos Aires, resbaló mientras intentaba cruzar el río a nado, golpeó su cabeza contra una piedra y fue arrastrado por la corriente, lo que resultó en su trágico deceso.

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