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Midieron la infelicidad argentina durante la pandemia y después: cuándo fue mayor

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Un estudio de la UCA hace foco en el impacto de la crisis del Covid. También analiza esa curva desde 2010 y evalúa la percepción sobre la democracia y las instituciones..

La resaca suele ser más pesada que el exceso. Un poco de eso puede explicar los resultados de una investigación que por primera vez mide cómo quedaron los argentinos después de la crisis inédita del Covid. Los coletazos no sólo se extienden en el tiempo, sino que los sentimientos de infelicidad y depresión ​se volvieron más profundos tras la pandemia que mientras ésta duró.

El año 2022 fue el primero luego de la crisis sanitaria en el que la gente empezó a recuperar más o menos su vida “normal” y a recoger los pedazos que habían quedado desperdigados en la batalla, un trauma social y económico de los más grandes que se tengan recuerdo. A priori podría pensarse que nada podría superar el sufrimiento de atravesar ese infierno. Pero los argentinos, según una encuesta de la Universidad Católica Argentina (UCA), refutan ese prejuicio.

Ese año de corte (2022) fue elegido por la UCA para medir una serie de variables de la vida de los argentinos que dan cuenta del deterioro experimentado. Los autores del trabajo fueron Carolina Garófalo, Solange Rodríguez Espínola, María Paternó Malavella, Nazarena Bauso y Francisco Laferriere.

El informe se titula “Desigualdades y retrocesos en el desarrollo humano y social 2010-2022. El deterioro del bienestar de los ciudadanos en la pospandemia por Covid-19”. Si bien la pandemia fue una hecatombe global, las estrategias para enfrentarla -mejores o peores- fueron propiedad de cada país y gobierno. Y ese cóctel de decisiones gubernamentales fue en definitiva lo que terminó arrojando el saldo final de la pesadilla.

La investigación de la UCA analiza, en el período mencionado, varios aspectos de la vida de los argentinos: el sentimiento de infelicidad, el malestar psicológico, el déficit del estado de salud percibido, no haber realizado una consulta médica pese a esa percepción y el crecimiento del uso de la salud pública. También evalúa la disconformidad con el funcionamiento de la democracia y la desconfianza en las instituciones.

Negocios cerrados en la peatonal Florida en plena cuarentena por el Covid, el 22 de junio de 2020. Foto: Germán García AdrastiNegocios cerrados en la peatonal Florida en plena cuarentena por el Covid, el 22 de junio de 2020. Foto: Germán García Adrasti

La investigación dice que “2022 estuvo marcado por un contexto internacional adverso, sobre un escenario local recesivo, con alta inflación y desfavorable en materia de empleo que produjo la pérdida de ingresos y menor consumo de los hogares. Además, la poca mejoría respecto al año 2021 en el ámbito del empleo se debió al incremento de trabajos informales, a un subempleo inestable que empeora las condiciones del bienestar, de la salud, de los proyectos personales, desmejorando la mirada a las instituciones democráticas”.

Agrega que “desde 2010, las desigualdades sociales, económicas y laborales sitúan a las personas con mayor vulnerabilidad en franco deterioro de su bienestar. Así, en un panorama empobrecido, las personas continúan padeciendo carencias no sólo materiales, sino también en aquellas cuestiones subjetivas que hacen a las expectativas de un logro en mejoras de sus derechos a la salud plena, a la igualdad social y a un desarrollo humano que derrame por sus capacidades y habilidades”.

El malestar psicológico evalúa la sintomatología ansiosa y depresiva sin indicar patología o trastorno. Durante el periodo 2010-2022 observaron una tendencia relativamente constante de alrededor del 20%, con valores que fluctúan entre el 18,4 por ciento (2010) y 25,4% (2022).

“La última medición refleja el valor más elevado en la serie, incluso superando a lo reportado en 2020, año de mayores condicionantes negativos por el impacto de la pandemia por Covid”, dicen los investigadores. Explican que “el malestar psicológico aumenta a mayor vulnerabilidad socio-ocupacional: es mayor en el bajo marginal, y alcanza a alrededor de 4 de cada 10 adultos”.

El sentimiento de infelicidad implica sentirse poco o nada feliz, alcanza en promedio a 1 de cada 10 personas de zonas urbanas de Argentina y varía según la clase social. Es mayor en las clases bajas marginales (23,1%) y bajas integradas (14,9%). En este último estrato aumentó con respecto a 2021, al igual que en el sector medio profesional, donde el mismo sentimiento trepó del 7,7 al 11,3 por ciento.

El año de menor infelicidad en la clase media profesional fue 2017, cuando apenas el 3,9 por ciento se sentía de esa manera. De hecho, en esa época fue el sector más feliz de toda la población analizada en la serie 2010-2022.

En cuanto al déficit de proyectos personales, éste se manifiesta en 2 de cada 10 personas en la serie temporal medida. En 2022 arroja un 14,8% y representa un leve descenso respecto de 2021, año de salida de la pandemia. El déficit se acentúa en las clases bajas. En 2022, la falta de proyectos personales fue mayor en el estrato bajo marginal (23,5%).

Otro aspecto clave de la investigación es el estado de salud y los hábitos preventivos. El primero es el estado de salud percibido e identifica personas con problemas de salud y enfermedades crónicas o graves. Paradójicamente, durante los dos años más duros de la pandemia, el indicador alcanzó sus valores más bajos (13% aproximadamente en 2020 y 2021).

“Dicha situación podría explicarse por la prioridad conferida al Covid-19 en ese tiempo y por la baja en la prevalencia de enfermedades asociadas al contacto a partir de las medidas preventivas, entre otras posibles causas”, dicen los autores. En 2022 subió el porcentaje de personas con problemas de salud y enfermedades crónicas a un 14,7%.

Hay dos datos que sobresalen al analizar por grupos etarios el déficit del estado de salud percibido. A partir de los 60 años en adelante hubo un notorio incremento del porcentaje en 2022 con respecto a 2010. Entre los 60 y 75 años, el universo que manifiesta esa percepción negativa pasó del 15,2 al 30,9%. Y entre los mayores de 75 pasó del 10,9 al 36,5%.

En promedio, en 2010 uno de cada diez encuestados indicó no haber realizado una consulta médica a pesar de tener problemas de salud o enfermedades. En los últimos tres años fue un indicador sensible al contexto de la pandemia. En 2020, evidentemente producto de la cuarentena, el 39,9% de esa población no fue al médico y luego ese índice mejoró: alcanzó al 32,9% de los adultos en 2021 y al 17,1% en 2022. Sin embargo, el déficit no ha logrado llegar al valor prepandémico de 2019, cuando fue del 12,6%.

En el rubro que analiza la utilización del sistema público de salud, el indicador presentó su valor más bajo (25,8%) en 2020 y el más alto de la serie en 2022 (32,7%). Las clases bajas y marginales fueron los que más lo demandaron.

Menos del 10% de las personas de clase media profesional, en tanto, dijeron haber realizado la consulta médica en este subsector sanitario a lo largo de toda la serie. Sin embargo, hubo un incremento de la concurrencia entre 2021 y 2022 tanto en la clase media profesional como no profesional.

Democracia, Gobierno y Justicia

Por último, se analiza la percepción sobre el funcionamiento de la democracia y las instituciones. Ahí se observa un fuerte salto en la disconformidad con la democracia entre 2020 y 2022. En 2020, cuando la grieta se achicó por los tiempos más duros de la pandemia, ese sentimiento abarcaba al 32,2% de la clase baja y en 2022 pasó al 52,2%. Y en la clase media no profesional pasó del 37,2 al 48,3% por ciento. Los autores vinculan ese malestar a “la continuidad de las medidas de restricción a la circulación por la pandemia de Covid”.

En cuanto al déficit en la consideración del voto como factor de cambio, aproximadamente un tercio de la población dijo que el voto no funciona como una herramienta para cambiar la realidad social. Y los estratos más bajos reportan los niveles de rechazo más altos.

Con respecto a la confianza en el gobierno nacional, alcanzó su máximo histórico en 2020 con el 49,5% (con un pico de 62,2% en la clase baja), pero para 2022 sufrió una drástica caída en el nivel de apoyo por parte de la población, posicionándose en el segundo valor más bajo de la serie de 12 años (19,7%).

Alberto Fernández y Carla Vizzotti, en el acto en el CCK a tres años del primer caso de Covid en el país. Foto: TélamAlberto Fernández y Carla Vizzotti, en el acto en el CCK a tres años del primer caso de Covid en el país. Foto: Télam

En cuanto a la confianza en la Justicia, la misma fue variando con el paso de los años: en 2018, se registró el valor más bajo de la serie con solo el 7% de la población conforme; y en 2021 el valor más alto con el 25,8%. “Igualmente, el nivel de apoyo que recibe es bastante bajo, en 2010 dos de cada diez personas tenían confianza en la Justicia y para 2022, sólo una de cada diez (21,4% y 18,6% respectivamente)”, consideran los autores.

Por último, el estudio refleja un alto nivel de desconfianza de la gente en los partidos políticos. En 2022, sólo el 8,2% confiaba. Para finalizar, los investigadores reflexionan: “Desde la pospandemia, y bajo las constantes grietas coyunturales que preceden y se agudizan en los últimos años, se necesita un esfuerzo estratégico entre actores políticos y la población en su conjunto a los fines de construir una población con mayor capacidad de desarrollo”.

La muestra incluyó 5.760 casos por año en conglomerados de más de 80 mil habitantes, que incluyeron la Ciudad, el AMBA, Gran Rosario, Gran Córdoba, San Miguel de Tucumán, Tafí Viejo, Gran Mendoza; Mar del Plata, Gran Salta, Gran Paraná, Gran Resistencia, Gran San Juan, Neuquén-Plottier-Cipolletti, Zárate, La Rioja, Goya, San Rafael, Comodoro Rivadavia y Ushuaia-Río Grande.

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¿La búsqueda de la felicidad es una trampa? La historia de una mujer que enloqueció a dos hombres

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En una visita a un hospital psiquiátrico, un médico notó que dos pacientes gritaban tristes por la memoria María. Ambos estaban enamorados, pero uno había sido su pareja y el otro no. El espejismo de vivir una buena vida cuando se alcanza un objetivo

El médico sanitarista estaba supervisando distintos establecimientos asistenciales. Un día le tocó el turno a un hospital psiquiátrico. Conversó un rato con el director y salieron juntos a recorrer la institución.

Pasaron por distintos lugares hasta que llegaron a un lugar en donde estaban los pacientes más enfermos. Cada uno se encontraba solo en un cuarto, el cual tenía las paredes acolchadas por si se querían golpear o autolesionar. Varios, adicionalmente, tenían un chaleco de fuerza, el cual restringía mucho los movimientos, especialmente los brazos, con el mismo fin de intentar protegerlos de sí mismos. Tanto el director como el supervisor observaban por la pequeña ventana que tenía cada habitación para poder ver a los pacientes.

-¡María! ¡María! ¡Maríaaaa!

Ambos médicos observaron al paciente por la ventanilla, y cuando siguieron caminando, el supervisor le preguntó al director:

-¿Qué le pasó a este paciente?

Se enamoró de María, pero lamentablemente fue un amor no correspondido. Y quedó totalmente trastornado, fuera de sí.

El supervisor escuchó y los dos siguieron visitando a otros pacientes.

Más adelante, nuevamente se fueron escuchando otros gritos. En la medida que se acercaron, pudieron entender qué decían:

-¡María! ¡María! ¡Maríaaaa!

Al llegar frente a la habitación acolchada, y ver al paciente con chaleco de fuerza, como todos los de ese sector, el supervisor miró al director, buscando un diagnóstico.

-¿Este también fue un amor no correspondido?, preguntó entre risas.

-No. Este hombre también se enamoró de María, solo que en este caso, ella se enamoró de él, así que fue un amor correspondido. Y así quedó…

Dos problemas tiene la vida: no conseguir lo que queremos y conseguir lo que queremos.

Nos pasamos la vida persiguiendo objetivos. Convencidos de que si los logramos, nuestra vida cambiará para siempre. De una vez por todas será buena, como nosotros nos merecemos.

Sin embargo, la realidad nos enseña que al igual que estos dos pacientes, esa mirada es una trampa. Pensar que la vida será buena cuando logremos tal o cual cosa es solo un espejismo.

Si no logramos nuestro objetivo, nos sentimos frustrados. Y si lo logramos, descubrimos que no ofrece la plenitud y felicidad que buscábamos.

¿Entonces? ¿Para qué seguir persiguiendo la línea del horizonte, que se mueve cada vez que nos acercamos?

En EE. UU. habían estudiado cuál era el sueldo que hacía más felices a las personas. Eran 4.200 dólares. O sea que solo servía para satisfacer las necesidades básicas de tener casa, comida, un seguro de salud, una educación. No es poco.

Lo curioso es que de todas las variables que analizaban para medir la felicidad de esas personas (centralmente qué tan tranquilos y contentos vivían), cuanto más ganaban, peor era. O sea que una persona que ganaba 6.000 dólares vivía peor que la que tenía ingresos por 4.000. Y si ganaba 10.000, peor aún.

Pensar que cuando pase este problema o logremos aquel objetivo, finalmente seremos felices, nunca resulta. O somos capaces de ser felices con nuestra vida tal como es, o no lo seremos nunca.

¿Y vos? ¿Cuál es esa trampa inaccesible que te impide ser feliz?

* Juan Tonelli es speaker y escritor. El texto es parte del libro “Un elefante en el living, historias sobre lo que sentimos y no nos animamos a hablar”. www.youtube.com/juantonelli

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Es abogada y la inundación destruyó su estudio en Bahía Blanca: “Los expedientes y mi escritorio con 10 mil dólares se fueron flotando”

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La madrugada del temporal, la casa y el lugar de trabajo de Evangelina Benítez quedaron bajo casi dos metros de agua. Su hijo menor, que estaba solo en la vivienda, logró salvarse trepando a la terraza con su gato en brazos

La noche del jueves 6 de marzo, Evangelina Benítez cenó con sus dos hijos en su casa de Bahía Blanca. Antes de despedirse, le propuso al menor, Luca, que se quedara a dormir, pero él prefirió volver a su hogar, ubicado en la calle Sarmiento 824, donde vive junto a su padre, Luis Alberto “Titi” Chiaradía, y su hermano mayor, Marco. “Sabíamos que iba a llover porque estaba pronosticado, pero estábamos más pendientes de la posibilidad de que cayera granizo, como había pasado a principios de febrero”, cuenta Evangelina a Infobae.

Horas después, la peor tormenta en la historia de la ciudad dejó la casa familiar, donde también funcionaba su estudio jurídico, sumergida bajo 1,85 metros de agua. “Perdí todo. Desde la terraza, mi hijo vio cómo los expedientes y mis libros flotaban junto a un escritorio donde tenía 10 mil dólares guardados bajo llave en un cajón”, detalla, a una semana del temporal que dejó un saldo de 16 fallecidos y 200 evacuados, según el último parte que emitió el Municipio.

Adelante de la casa funcionabaAdelante de la casa funcionaba el estudio jurídico de Evangelina, que es abogada y escribana (Foto/Gustavo Gavotti)

“Mamá, entró agua a casa”

Evangelina tiene 54 años, dos hijos de 19 y 25, y es abogada y escribana. Según recuerda, el viernes pasado se despertó a las 4 de la madrugada con el sonido de la lluvia. Dos horas después, su teléfono sonó. Era Luca. “Mamá, entró agua a casa y ya me llega a los tobillos. ¿Qué hago?”, le dijo el joven, que estaba solo en el domicilio. Desde su casa, en una zona alta de la ciudad, ella intentó tranquilizarlo. “Subí lo que puedas a la mesa, poné todo a resguardo”, le dijo.

Hasta ese momento, lo que más le preocupaba a Luca era su auto: un Ford fiesta azul que había dejado estacionado enfrente de su casa. “Tengo que correrlo porque me lo va a llevar el agua”, pensó. Cuando quiso salir, se dio cuenta de que si abría la puerta el agua entraría de golpe. “Lo que hice fue abrir la ventana del estudio de mi vieja, que daba a la calle, y salí por ahí”, le cuenta Luca a este medio.

Al auto entró por el baúl. Descalzo y en cuero lo llevó hasta una estación de servicio cercana y volvió corriendo. Al regresar, el agua ya le llegaba a las rodillas. “Agarré un balde y empecé a sacar, pero por cada uno que llenaba, entraban cinco más”, detalla. “El agua entraba por todos lados, de a chorros”, dice, todavía incrédulo.

Antes del temporal, Evangelina conAntes del temporal, Evangelina con sus dos hijos: Luca (19) y Marco (25) (Foto/Gentileza de la entrevistada)

Desde su domicilio, a unas 25 cuadras, Evangelina intentaba comunicarse con su hijo, pero Luca no contestaba. “Me desesperé: llamaba al padre, que estaba en Monte Hermoso; a mi otro hijo, que estaba en la casa de su novia”, recuerda.

“No le contestaba el teléfono porque estaba hablando con mi viejo”, explica ahora Luca. Según cuenta, su papá intentó calmarlo y le indicó que subiera a la terraza. Cuando se dispuso a hacerlo, el vidrio de la puerta de entrada se rompió y el agua ingresó a la casa con la misma fuerza que cuando se abre una compuerta. “Perdimos todo, perdimos todo”, alcanzó a decirle antes de que la llamada se cortara.

Desesperado y con el agua a la cintura, Luca siguió el consejo de su padre e intentó subir a la terraza. “En el camino me chocaba con la mesa, las sillas, los colchones, todo…”, cuenta. Cuando finalmente llegó a la ventana de la cocina, trató de abrirla, pero estaba trabada. “Ya está, me muero acá”, dice que pensó. Después de forcejear un rato, logró destrabarla, trepó al techo y se metió debajo del tanque de agua. Desde ahí, dice, vio a sus vecinos con sus perros y entonces recordó a su gato, Rocky. Sin pensarlo, volvió a bajar.

“El agua seguía entrando de a chorros”, cuenta. Llegó hasta la cocina y lo vio: estaba subido a la heladera, que flotaba a pocos centímetros del techo. Trató de agarrarlo, pero el animal, aterrorizado, se resistió. Tomó una canasta de mimbre, lo metió adentro y volvió a subir.

Rocky, el gato de LucaRocky, el gato de Luca (Foto/Gentileza de la entrevistada)

“Volver a casa fue horroroso”

Mientras Luca estaba en el techo con Rocky, su hermano mayor, Marco, logró contactarse con unos vecinos, que juegan con ellos al rugby en el Club Sportiva Bahía Blanca, para que rescataran al joven. “Cuando me enteré de que estaba a salvo, me calmé un poco, pero hasta que no lo vi con mis propios ojos no estuve tranquila”, cuenta Evangelina.

Acerca del reencuentro con el menor de sus hijos, describe: “Pude reunirme con él cerca de las 17 horas. Yo estaba esperándolo mientras colaboraba con los vecinos que rescataban gente con la moto de agua. Estuve con ellos hasta las 20″.

Al día siguiente, cuando el agua bajó, regresó a la casa. “La sensación fue espantosa. Horrorosa. Estaba todo destruido. De los 16 muertos que reportaron, diez fueron de esa zona. Es que estamos a 40 metros del arroyo Napostá“, indica.

Lo primero hizo apenas ingresó fue sacar sus títulos universitarios y algunos cerificados que se salvaron porque estaban colgados bien altos. “De las carpetas con los expedientes no quedó nada”, lamenta.

“La respuesta de los amigos“La respuesta de los amigos de mis hijos me emocionó”, aseguró Evangelina (Foto/Gustavo Gavotti)
Así quedó el auto deAsí quedó el auto de Luca (Foto/Gentileza de la entrevistada)

Todos somos uno

Además de perder la casa familiar y su estudio jurídico, también se esfumó el dinero que guardaba en su escritorio: 10.000 dólares. “Yo los tenía bajo llave en un cajón y el mueble se fue flotando. Lo peor fue que en el momento que mi hijo me llamó, cuando recién arrancó la tormenta, no se lo comenté porque no se me cruzó por la cabeza. Jamás imaginé que podía pasar algo así. Creo que nadie en Bahía Blanca lo pensó”, dice.

Y sigue: “Es como que uno no termina de caer. El lunes recién me aflojé y me vine a llorar a mi casa para que no me vieran mis hijos. Igual lo mío son todas cosas materiales. El resto, mientras tengamos salud, de alguna manera lo vamos a solucionar”.

Al día siguiente, los amigosAl día siguiente, los amigos de Luca y Marco, del Club Sportiva de Bahía Blanca, fueron a ayudar a limpiar la casa (Foto/Gustavo Gavotti)
Al día siguiente, Evangelina regresóAl día siguiente, Evangelina regresó a la casa. Las marcas del agua se ven en la pared y en la tulipa de vidrio de la lámpara (Foto/Gentileza de la entrevistada)

Entre la angustia por pérdida material, Evangelina dice que sintió una sensación “plancentera y feliz” al saber que sus hijos eran queridos. “La respuesta de sus amigos me emocionó. Al día siguiente, cuando íbamos a empezar a limpiar, comenzaron a llegar de a poco. Eran como 20. En un momento me quedé parada mirando cómo entraban y salían, sacaban, ponían. Me dejó una sensación tan linda”, cuenta y comparte un video de ese día.

En la secuencia, que figura a continuación, se ve cómo los jóvenes acomodan muebles en la vereda, sacan barro con el secador y basura.

“Yo les decía a Luca y Marco: ‘A pesar de todo, ustedes hoy tienen dónde dormir o dónde darse una ducha de agua caliente; pero hay gente a la que no le quedó nada’. Lo importante es poder brindar ayuda a esas personas a las que no les quedó nada”, se despide.

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Video del día después de la inundación

¿Cómo ayudar?

En medio de la emergencia, las campañas solidarias se extendieron a nivel nacional para asistir a las miles de familias que han perdido sus pertenencias, enfrentando ahora condiciones de extrema vulnerabilidad.

  • Para sumarse como voluntario y colaborar con limpieza, logística (vehículo), salud o clasificación de recursos, carga y descarga hacer click en este link.
  • Para enviar de dinero, tanto desde Argentina como el exterior del país, siguen habilitados los alias BAHIAXBAHIA y BAHIAXBAHIA.USD. También se habilitó una caja de ahorro en dólares CA U$D 6229-516687/0 CBU: 0140305104622951668702
  • Más información, acá.

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Un turista de 21 años se metió al Río Paraná para buscar una pelota y murió ahogado

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Ocurrió en el balneario municipal de Santa Elena. El joven habría cruzado la zona habilitada, que estaba delimitada por boyas

Un joven de 21 años murió ahogado este martes por la tarde tras adentrarse en las aguas profundas del río Paraná para recuperar una pelota. El trágico accidente ocurrió en el balneario Santa Elena, situado en la ciudad homónima, en Entre Ríos.

El cuerpo no ha sidoEl cuerpo no ha sido encontrado y la búsqueda continúa.

Si bien un compañero intentó ayudarlo, tuvo que soltarlo debido a que la víctima comenzó a arrastrarlo mientras se ahogaba. El joven fue identificado como Logan Daniel Videla, oriundo de La Matanza, provincia de Buenos Aires. En el caso intervinieron agentes de la Comisaría de Santa Elena, del Departamento La Paz, junto con personal de Prefectura Naval.

El trágico accidente ocurrió enEl trágico accidente ocurrió en Río Ceballos (Foto: Prensa Policía)

Alarmante cifra de ahogamientos durante el verano

Según se pudo reconstruir, al notar que no podía mantenerse a flote, comenzó a pedir auxilio. A pesar de los esfuerzos de una persona que logró sacarlo del agua, ya no presentaba signos vitales, según informó El Doce TV.

En lo que va del verano, las víctimas fatales sufrieron accidentes en las localidades cordobesas de La Calera (Sierras Chicas), Nono (Traslasierra), Villa Rumipal (Valle de Calamuchita), Villa Carlos Paz (Valle de Punilla), el dique Piedras Moras (Calamuchita), Mina Clavero (Traslasierra) y Río Tercero (Tercero Arriba).

Las autoridades locales y los organismos de emergencia suelen emitir recomendaciones para evitar accidentes en los cursos de agua. Entre las medidas más comunes se encuentran evitar ingresar a zonas profundas, prestar atención a las corrientes y no nadar en áreas no habilitadas. Sin embargo, los incidentes registrados este verano reflejan que, en muchos casos, estas advertencias no son suficientes para prevenir tragedias.
Un turista de 65 añosUn turista de 65 años falleció en La Toma.

Solo dos días antes de la muerte de Lucas Iván Paz, falleció otro hombre identificado como Horacio Quiroga en la ciudad de Río Tercero. La víctima, de 37 años, disfrutaba de una jornada familiar cerca del balneario municipal; cuando ingresó al agua en la zona del predio del Centro Tradicionalista alrededor de las 19 horas. Testigos relataron que, tras lanzarse al río, Quiroga no volvió a salir a la superficie, lo que generó alarma entre los presentes.

Ante la emergencia, las autoridades locales y los Bomberos Voluntarios acudieron rápidamente al lugar. Según detalló Telefe Córdoba, lograron rescatar al hombre y trasladarlo de inmediato al hospital de la localidad. Sin embargo, pese a los esfuerzos médicos, se confirmó su fallecimiento horas después. Habría sufrido un paro cardiorrespiratorio tras ingresar al agua.

Días atrás, un hombre de 65 años, identificado como Norberto Jorge Amadeo, falleció en el balneario La Toma, ubicado en la localidad de Mina Clavero. El turista, oriundo de la provincia de Buenos Aires, resbaló mientras intentaba cruzar el río a nado, golpeó su cabeza contra una piedra y fue arrastrado por la corriente, lo que resultó en su trágico deceso.

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