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Salud

Demencia: advierten por “factores ocultos” que inciden en su aparición

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Un artículo publicado en The Lancet Healthy Longevity analiza el peso de las desigualdades de género y socioeconómicas.

Conocer los factores de riesgo de una enfermedad es fundamental para poder prevenirla. ¿Qué ocurre cuando hay variables que inciden en su aparición, pero las desconocemos? Precisamente este eje, en vinculación con la demencia, es abordado en un artículo publicado recientemente en la revista The Lancet Healthy Longevity.

Si tenemos en cuenta que la enfermedad de Alzheimer preocupa a nivel global, y se estima que un tercio de los pacientes tienen factores de riesgo modificables -como el cigarrillo, el sedentarismo, la obesidad, el colesterol, la diabetes y la hipertensión-, este tipo de publicaciones adquiere mayor relevancia.

Precisamente porque no son los únicos: otras cuestiones también pueden tener una incidencia en su aparición.

Cómo prevenir demencias a lo largo de la vida

Lucía Crivelli, jefa de Neuropsicología de Fleni y una de las autoras del artículo, menciona que son 12 los factores conocidos para prevenir cualquier demencia, no solo la enfermedad de Alzheimer: algunos en la edad temprana, otros en la edad media, otros en la edad adulta.

“De modificarse, podrían prevenir o retrasar la enfermedad en alrededor de 40% de los casos en todo el mundo. En los primeros años de vida, el principal factor es la educación; durante la mediana edad los riesgos son pérdida de audición, lesión cerebral traumática, hipertensión, abuso de alcohol y obesidad”, enumera.

Mujeres cuidando mujeres: proponen revisar el rol que se les asigna a ellas. Foto Shutterstock.Mujeres cuidando mujeres: proponen revisar el rol que se les asigna a ellas. Foto Shutterstock.

“En etapas posteriores de la vida, los factores de riesgo son el tabaquismo, depresión, aislamiento social, inactividad física, diabetes y contaminación atmosférica. Sin embargo, no son totalmente representativas de la realidad de los países de América Latina y el Caribe”, advierte.

Preocupada precisamente por indagar cuáles son las cuestiones propias de estas latitudes que pueden incidir en la prevalencia de esta enfermedad, Crivelli repasa junto a las coautoras Fabiana Ribeiro y Anja Leist (de la Universidad de Luxemburgo) estudios anteriores en relación a factores de riesgo socioeconómicos modificables para la demencia, a partir de lo que postulan otros factores perjudiciales, usualmente ocultos.

Causas orgánicas vs causas socio-culturales

Uno de los disparadores del artículo está vinculado a la relación entre el género y la enfermedad de Alzheimer: se sabe que es una patología más prevalente en ellas. De hecho, 2 de cada 3 pacientes son mujeres.

Clarín le consultó a Crivelli respecto a las causas que hasta ahora se tomaban como válidas para explicar la alta prevalencia de la demencia en mujeres. Si bien en un primer momento se atribuyó al hecho de que ellas viven más tiempo, luego surgieron otras hipótesis.

“Algunas tienen que ver con el sistema inmune: la amiloide, que es la proteína del Alzheimer, se acumula más en las mujeres  debido a que tienen un sistema inmune más fuerte porque están preparadas para tener hijos. Esta hipótesis no está descartada pero tampoco está comprobada”, sostiene.

Lucía Crivelli, jefa de Neuropsicología de Fleni y una de las autoras del estudio. Foto gentileza.Lucía Crivelli, jefa de Neuropsicología de Fleni y una de las autoras del estudio. Foto gentileza.

Por otro lado, menciona la explicación que lo vincula a lo hormonal: “El momento de la caída de los estrógenos en la menopausia podría vincularse al Alzheimer, pero tampoco está probado: no hay nada que nos diga que a nivel genético, inmunológico u hormonal el Alzheimer tenga más justificación en las mujeres que en los hombres”, admite.

Por eso, explica que investigaron la dimensión socioeconómica y cultural: “Lo más consistente es la desigualdad que hay respecto al cuidado de nuestra salud y en el acceso a los servicios si se compara con el que tienen los hombres”, analiza.

La demencia en Latinoamérica

En este escenario, las autoras subrayan la necesidad de incluir la perspectiva de género a la hora de evaluar los factores de riesgo de demencia en países de América Latina y el Caribe, donde existen algunas de las tasas más altas del mundo de diferencias estructurales persistentes entre grupos socioeconómicos, denominadas desigualdades verticales, y entre hombres y mujeres, llamadas desigualdades horizontales.

“La demencia, que es un síndrome que se caracteriza por disfunción cognitiva que suele empezar por la memoria en muchos casos, y termina con la pérdida de autonomía de la persona; puede tener muchas causas. La más frecuente es la demencia de tipo Alzheimer”, introduce Crivelli.

El 60% de los casos de Alzheimer están en países de Latinoamérica y el Caribe. Foto Shutterstock.El 60% de los casos de Alzheimer están en países de Latinoamérica y el Caribe. Foto Shutterstock.

Y añade: “En las demencias, dos tercios de la población son mujeres. Y el 60% de las personas con demencias viven en países de medianos y bajos ingresos. Por eso es que es tan pertinente evaluar y ver qué está pasando con la demencia con las mujeres y con Latinoamérica”.

Teniendo en cuenta entonces que esta enfermedad afecta más a las mujeres, en el artículo se analiza qué es lo que podría influir en la prevalencia e inicio de la demencia en ellas.

“Es necesario incorporar los factores de riesgo ocultos en las investigaciones, con el fin de lograr información de alta calidad que pueda alentar políticas públicas para mejorar la salud de las mujeres”, enfatiza.

“Las desigualdades de género y socioeconómicas en la región impactan en la prevalencia de la demencia en mujeres”, alertan las autoras y explican que los roles de género tienen efectos -directos e indirectos- en la demencia y su impacto desproporcionado en las mujeres.

Factores de riesgo en las mujeres

“Sabemos que las mujeres tienen mayores factores de riesgo en algunas áreas, por ejemplo un artículo publicado en 2022 en Alzheimer and Demencia: Diagnosis, Assessment & Disease Monitoring (DADM) se comparan factores de riesgo para demencia en Chile, y muestra que mientras en hombres rondaba el 40%, en mujeres superaba el 50%. Las mujeres presentaban un riesgo aumentado de tener demencia”, asegura.

Ahora bien, ¿en qué sentido y por qué están ellas más expuestas a la demencia? Son varias las cuestiones que inciden: “Desde el acceso a la educación y oportunidades profesionales, embarazo adolescente, la malnutrición, la violencia de género, el tabaquismo y el consumo de alcohol; como también los efectos directos e indirectos de estos roles de género impactan en el riesgo de demencia”.

El embarazo adolescente tiene muchas implicancias en la salud física y mental de las mujeres, así como en su fututo. Foto Shutterstock.El embarazo adolescente tiene muchas implicancias en la salud física y mental de las mujeres, así como en su fututo. Foto Shutterstock.

En el caso de la violencia de género, indica “Nosotras planteamos en este artículo que hay factores inexplorados, factores ocultos, desconocidos, que tenemos que empezar a estudiar. Y tienen que ver por ejemplo con la violencia familiar: las mujeres están mucho más expuestas a traumatismos de cráneo por episodios de violencia y generalmente esto no está reportado ni tiene atención médica”.

En cuanto al embarazo adolescente, advierte: “Otra cosa muy importante que planteamos en la nota, que a mí me parece central e innovador, es que en Argentina el 19% de los embarazos se da en mujeres entre 15 y 19 años, e incluso en algunas provincias más pobres, hasta el 25% de los embarazos son embarazos adolescentes”.

Y ejemplifica: “Eso significa que esas mujeres dejan de estudiar, dejan el secundario, empiezan a cuidar a su hijo, generalmente incurren en conductas de mala nutrición que se perpetúan en el hijo que van a tener, y además después empiezan a asumir el rol de cuidadoras y también cuidan a la madre que tiene Alzheimer en la casa”.

“Se genera un círculo de pobreza, mala nutrición, poco apoyo social y muchas veces termina en consumo problemático de sustancias, entonces todas las intervenciones que se puedan hacer en las madres jóvenes son muy importantes”, subraya.

Justamente el hecho de que sean ellas las que adquieran el rol de cuidadoras, de los hijos o de las personas enfermas o mayores de la familia, es una de las cuestiones a tener en cuenta. “Mientras dos de cada tres personas con Alzheimer son mujeres, dos de cada tres cuidadores de personas con Alzheimer son mujeres”, plantea.

“No me da la matemática: somos mujeres cuidando mujeres”, ironiza. “Somos las enfermas y las cuidadoras que después van a ser las enfermas: estamos en el centro de la enfermedad desde la perspectiva del cuidador y del paciente.”

“Según el sitio Women and Alzheimer, es más probable que una mujer de 60 años tenga Alzheimer, a que que tenga cáncer de mama, y están todos haciéndose el estudio de cáncer de mama, y no pruebas de memoria”, reflexiona Crivelli.

La reserva cognitiva

A pesar de que el factor de género es central, no puede desconocerse otro, asociado a la clase social.

“La desigualdad socioeconómica exacerba las diferencias de género: las mujeres que pertenecen a estratos socioeconómicos más bajos, generalmente tienen menor nivel educativo que los hombres de ese mismo nivel socioeconómico y también asumen roles que tienen más que ver con el cuidado de los hijos y de los adultos mayores”, destaca.

Y añade: “En cambio, en los niveles socioeconómicos más altos, la mujer tiene ayuda para suplir esas tareas de cuidado y accede a un nivel educativo más alto. Sabemos que el nivel educativo es una de las bases más fuertes de la reserva cognitiva, que es esta capacidad que tenemos de protegernos frente a los síntomas neurológicos a raíz de una fortaleza de las conexiones cerebrales”, explica.

“Si bien se nutre de varias cosas, una muy importante es el nivel educativo”, enfatiza.

Según Crivelli, el artículo busca fomentar la investigación para que se incorporen y discutan factores específicos de género como también políticas públicas que desarrollen una capacidad diferenciada y efectiva para la prevención de la demencia que sea sensible a las diferencias de género.

El trabajo como factor protector

El punto anterior se relaciona con otro: el laboral. Tanto las desigualdades en el plano económico que hacen que ellas ganen menos, como el rol de cuidadoras, derivan en que por lo general sean ellas quienes posterguen sus carreras, oficios o tareas laborales ante escenarios como la maternidad.

El Alzheimer es el tipo más común de demencia, y por lo general se empieza a manifestar con pequeños olvidos. Foto Shutterstock.El Alzheimer es el tipo más común de demencia, y por lo general se empieza a manifestar con pequeños olvidos. Foto Shutterstock.

“Hay otro estudio, de 2019, que es interesante porque comprueba que las mujeres que trabajan fuera de casa por un sueldo tienen menor declive de la memoria que aquellas que tienen el trabajo no remunerado”, es decir, el vinculado a las tareas de cuidado y del hogar.

En este sentido, Crivelli apunta que “a nivel de protección y de la salud cerebral” no tiene el mismo efecto estar en casa que trabajar por un sueldo, “es mucho más nutritivo para tu cerebro tener un trabajo formal, con un sueldo, con interacción social, con exigencias de formación (incluso de un oficio), que trabajar en tu casa cuidando a los chicos o cuidando a tu mamá con Alzheimer”.

Medidas de prevención

Ahora bien ¿Qué se podría hacer para que en las mujeres disminuya este factor de riesgo, siendo una problemática tan amplia que abarca tantas cuestiones?

“Para empezar, cualquier programa de prevención debería tener un foco en el reclutamiento y la convocatoria hacia mujeres, en Fleni tenemos uno que se llama LatAm Fingers, que actúa sobre 5 factores de riesgo: sobre la estimulación cognitiva, el ejercicio físico, el control de los factores de riesgo cardiovasculares, la nutrición y la socialización”, precisa.

El programa replica el estudio Fingers, que en Finlandia logró prevenir el Alzheimer un 30%, “y es más eficaz que cualquier droga que haya hoy en el mercado”.

Para empezar a cambiar las cosas, según Crivelli, es clave que “estos programas de prevención estén dirigidos a las mujeres y empezar a trabajar sobre el rol que socialmente le asignamos a las mujeres en nuestro país: el rol de cuidadoras, de personas que sacrifican su propia educación para tener hijos”.

Salud

Cómo influye la cocción del huevo en su valor nutricional

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Optar por técnicas suaves y evitar aceites facilita la digestión, promueve el adecuado uso de micronutrientes y contribuye a una alimentación enfocada en el bienestar general

La capacidad del huevo para adaptarse a distintas formas de preparación lo convirtió en uno de los pilares de la alimentación mundial. No obstante, el modo en que se cocina puede modificar de manera significativa el aporte de proteínasvitaminas y minerales. Desde la seguridad alimentaria hasta el impacto en la biodisponibilidad de nutrientes esenciales, el proceso de cocción va mucho más allá del simple cambio de textura y sabor.

Cuál es la forma más saludable de comer huevo

Expertos recomiendan consumir uno oExpertos recomiendan consumir uno o dos huevos al día dentro de una dieta equilibrada para adultos sanos (Imagen Ilustrativa Infobae)

No obstante, exponer el huevo a temperaturas excesivas puede reducir la presencia de antioxidantes como la luteína y la zeaxantina, dos compuestos esenciales para la salud ocular y especialmente sensibles al calor. Por ello, los métodos como hervir los huevos o cocinarlos al vapor son los más recomendados por los especialistas.

Estas técnicas no solo preservan la mayoría de los nutrientes, sino que también disminuyen el riesgo de infecciones alimentarias, ya que eliminan la posible presencia de patógenos en el alimento. Además, evitan la incorporación de aceites o grasas adicionales, haciéndolos aptos para personas que buscan una dieta baja en grasas o controlar su consumo calórico.

El consumo regular de huevo se asocia con la mejora del perfil lipídico y el aumento del colesterol bueno (Imagen Ilustrativa Infobae)

Como recalca el estudio citado, la clara contiene el 60% de la proteína total del huevo, mientras que la yema aporta la mayoría de las vitaminas y minerales, así como la colina, fundamental para el desarrollo cerebral, especialmente en mujeres embarazadas y niños en crecimiento. Por estas razones, la elección de un método de cocción adecuado resulta determinante para aprovechar las virtudes nutricionales del huevo.

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Cómo afecta la forma de cocinar el huevo en su valor nutricional

El impacto del tipo de cocción va mucho más allá del simple contenido calórico. Freír los huevos, según un análisis en Science Direct, puede llevar a que absorban entre el 64% y el 88% del aceite o manteca utilizada, multiplicando fácilmente la cantidad de grasa presente en la ingesta final.

Aunque los ácidos grasos originales del huevo permanecen estables, la fritura expone el alimento a compuestos oxidativos y, si el aceite es reutilizado o calentado durante largos periodos, pueden generarse sustancias potencialmente nocivas para el organismo.

Freír el huevo incrementa laFreír el huevo incrementa la absorción de grasas y puede generar compuestos nocivos si se reutiliza el aceite (Imagen Ilustrativa Infobae)

Por el contrario, hervir o cocinar al vapor contribuye a conservar los micronutrientes esenciales, como proteínas, colina, vitamina D y folato, fundamentales para diversas funciones fisiológicas, desde la regulación del metabolismo hasta el mantenimiento de los huesos. Además, estos métodos evitan que se añadan calorías indeseadas y ayudan a promover la saciedad, característica ampliamente valorada en regímenes de control de peso.

Para quienes deben disminuir la ingesta de colesterol, se recomienda optar por la clara, que contiene una menor concentración de esta sustancia, mientras aporta una parte importante de las proteínas totales del huevo. Conforme destacan entidades como Mayo Clinic, es clave evitar añadir ingredientes ricos en grasas como manteca, panceta o queso, para no aumentar el perfil calórico del plato. De esta manera, es posible disfrutar de todo el potencial nutricional del huevo con un mínimo de riesgo para la salud cardiovascular.

El huevo cocido ofrece unaEl huevo cocido ofrece una digestibilidad del 90,9%, frente al 51,3% del huevo crudo, según estudios científicos (Imagen Ilustrativa Infobae)

Cuántos huevos se pueden comer por día

Durante años el consumo de huevo estuvo inmerso en la polémica, principalmente por su presunta relación directa con el aumento del colesterol en sangre. Sin embargo, investigaciones recientes han desmentido este mito. Según la Comisión Internacional del Huevo (IEC) y estudios de la Universidad de Castilla, el huevo, sobre todo la yema, contiene colesterol dietético, pero su impacto en el colesterol sanguíneo resulta ser mucho menor de lo que tradicionalmente se pensaba.

Además, existe evidencia científica que asocia un consumo regular de huevos con la mejora del perfil lipídico, en particular con el aumento de la lipoproteína Apolipoproteína A1, conocida como “colesterol bueno”, lo que contribuye a la protección frente a enfermedades cardiovasculares.

La clara del huevo aportaLa clara del huevo aporta el 60% de la proteína total, mientras que la yema concentra vitaminas, minerales y colina (Imagen ilustrativa Infobae)

Para la mayoría de las personas sanas, la ingestión de un huevo diario se considera segura y beneficiosa, pues aporta alrededor de seis gramos de proteína de alta calidad, todos los aminoácidos esenciales y nutrientes clave para la salud muscular y metabólica.

Asimismo, expertos de la Universidad de Castilla sostienen que consumir uno o hasta dos huevos al día dentro de una dieta equilibrada no implica riesgos significativos en adultos sin contraindicaciones médicas específicas. Se recomienda adaptar la cantidad conforme a las particularidades individuales, como el estado de salud, la actividad física y el consumo total de grasas saturadas y calorías en la dieta diaria.

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Salud

Tos convulsa en Argentina: confirmaron la muerte de siete niños y remarcaron la importancia de la vacunación

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El último Boletín Epidemiológico del Ministerio de Salud detalló las cifras y la situación a nivel nacional de los casos de coqueluche. Cuáles son las regiones más comprometidas

El incremento de casos de coqueluche, también conocida como tos convulsa, preocupa a las autoridades sanitarias: hay notificaciones en 20 jurisdicciones y una marcada concentración en las regiones Centro y Sur, especialmente en la Provincia de Buenos Aires y en relación con el brote de Tierra del Fuego, según datos del Ministerio de Salud.

Entre las semanas uno y 47 de 2025 -mediados de noviembre-, se reportaron 5.110 casos sospechosos, de los cuales 688 fueron confirmados, lo que representa una incidencia acumulada de 1,45 casos por cada 100.000 habitantes. Este aumento supera las cifras registradas en el mismo período desde 2020 y se sitúa por encima de los registros de 2023, año en el que la provincia de Salta notificó el mayor número de casos.

“Existen vacunas seguras y efectivas para prevenir la infección por Bordetella pertussis. Sin embargo, se registra a nivel mundial, regional y nacional un descenso progresivo de las coberturas que redunda en una acumulación de personas susceptibles a contraer la enfermedad”, repasaron en el documento.

Para el año 2025, el 69 por ciento de los casos sospechosos de coqueluche notificados en Argentina recibió confirmación de laboratorio (Imagen Ilustrativa Infobae)

“A partir de la semana 27 de 2025 -principios de julio- se registra un nuevo ascenso, inicialmente asociado al brote en Ushuaia (Tierra del Fuego) y al aumento de casos confirmados en la Región Centro, especialmente en la provincia de Buenos Aires. En las últimas semanas el crecimiento continúa en curso, con notificaciones provenientes de múltiples jurisdicciones del país, predominando en las regiones Centro y Sur (particularmente casos relacionados con el brote en Río Grande, Tierra del Fuego)“, escribieron en el Boletín.

La coqueluche, también conocida como tos convulsa o tos ferina, es una enfermedad respiratoria aguda prevenible mediante vacunación, que puede afectar a personas de todas las edades.

Sin embargo, los lactantes y niños pequeños presentan las tasas más elevadas de morbilidad y mortalidad. Los adolescentes y adultos jóvenes pueden cursar la enfermedad de manera leve o atípica, aunque también pueden presentar las manifestaciones clásicas, constituyéndose en una fuente relevante de transmisión hacia los más pequeños.

La importancia de la vacunación

La vacunación se mantiene como la principal herramienta de prevención y protección frente a la coqueluche. El Ministerio de Salud subraya la necesidad de mejorar las coberturas y reducir las desigualdades entre jurisdicciones. Provincias como Tierra del Fuego, La Pampa, Jujuy, Neuquén, Mendoza y San Juan exhiben altas tasas de vacunación, con buen inicio de esquemas y refuerzos sostenidos, lo que se traduce en una menor acumulación de personas susceptibles.

En contraste, Buenos Aires, Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Formosa, Santa Fe, Corrientes y Misiones presentan coberturas intermedias o bajas, especialmente en los refuerzos administrados a los cinco y once años, donde se observan los valores más críticos. En el caso de las embarazadas, la cobertura también varía considerablemente entre provincias, con algunas alcanzando niveles óptimos y otras manteniéndose en rangos subóptimos.

En Argentina, el esquema de vacunación contempla la administración de la vacuna con componente pertussis a los dos, cuatro, seis, quince a dieciocho meses y a los cinco años. Desde 2009, se incorporó la dosis a los once años para reducir los reservorios en adolescentes. En 2012, se recomendó la vacunación contra la tos convulsa para todas las personas gestantes a partir de la semana veinte de gestación, y en 2013 esta indicación se integró al Calendario Nacional de Vacunación.

El Boletín Epidemiológico Nacional subrayaEl Boletín Epidemiológico Nacional subraya que, aunque la introducción de la vacuna redujo la incidencia global de tos convulsa, la enfermedad persiste especialmente en no vacunados y en quienes no completaron el esquema (Imagen Ilustrativa Infobae)

El objetivo es lograr el pasaje transplacentario de anticuerpos y proteger al lactante durante los primeros meses de vida, disminuyendo así la morbi-mortalidad en este grupo. Las recomendaciones actuales establecen la aplicación de la vacuna dTpa (triple bacteriana acelular) después de la semana veinte de gestación, en cada embarazo, sin importar la edad, antecedentes de vacunación ni el tiempo transcurrido desde el embarazo anterior.

La introducción de las vacunas antipertussis ha permitido reducir la incidencia global de la enfermedad. En este contexto, la vigilancia epidemiológica resulta esencial para evaluar el impacto de la vacunación, monitorear tendencias nacionales, identificar poblaciones en riesgo y orientar estrategias de prevención y control. La coqueluche presenta un patrón cíclico, con picos epidémicos cada tres a cinco años, y su desarrollo clínico se divide en tres fases: catarral, paroxística y de convalecencia. Las formas clínicas pueden variar desde leves hasta graves, especialmente en lactantes menores de seis meses.

Según Mayo Clinic, la tos ferina es una infección de las vías respiratorias altamente contagiosa. En muchas personas, se manifiesta como una tos seca intensa seguida de un sonido agudo al inhalar, similar a un chillido. Antes de la introducción de la vacuna, la tos ferina era considerada una enfermedad propia de la infancia, pero actualmente afecta principalmente a niños que no han completado el esquema de vacunación y a adolescentes y adultos que han perdido la inmunidad.

La consulta médica oportuna esLa consulta médica oportuna es fundamental para abordar el cuadro (Imagen Ilustrativa Infobae)

Las muertes asociadas a la tos ferina son poco frecuentes, aunque ocurren con mayor frecuencia en bebés. Por este motivo Mayo Clinic enfatiza la importancia de que las mujeres embarazadas y quienes estarán en contacto directo con el bebé reciban la vacuna contra la tos ferina. Una vez que se produce el contagio, los signos y síntomas suelen aparecer entre siete y diez días después, aunque en ocasiones pueden demorar más. Inicialmente, los síntomas son leves y se asemejan a los de un resfriado común: moqueo, congestión nasal, ojos enrojecidos y llorosos, fiebre y tos.

Después de una o dos semanas, los síntomas se agravan debido a la acumulación de mucosidad espesa en las vías respiratorias, lo que provoca una tos incontrolable. Los ataques graves y prolongados de tos pueden inducir vómitos, enrojecimiento o coloración azulada del rostro, fatiga extrema y, en ocasiones, terminan con un sonido silbante y chillón al inhalar aire. No obstante, muchas personas no presentan este sonido característico, y en adolescentes o adultos, una tos seca persistente puede ser el único indicio de la enfermedad. En los bebés, la tos puede estar ausente, pero pueden experimentar dificultades respiratorias o incluso pausas temporales en la respiración.

Mayo Clinic recomienda consultar al médico si una persona o su hijo presentan ataques de tos prolongados que provoquen vómitos, cambios de coloración en la piel, dificultad para respirar, pausas notables en la respiración o inhalaciones acompañadas de un sonido chillón.

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