Allí, conoció a muchas personas y dio con una organización que se define como “un grupo de personas que ama Bariloche activamente”: Somos B. Es uno de los cuatro miembros originales de la comunidad y cuenta: “Cuando me mudé a Bariloche, por curiosidad de conocer lo lindo y lo feo, fui a ver el basural a cielo abierto, y esa primera imagen prendió la chispita de querer hacer algo al respecto. Ahí empezamos a investigar, estuvimos meses leyendo sobre el tema, conversando sobre las personas involucradas, porque entendíamos que si íbamos a comunicar había una responsabilidad y debíamos aportar datos ciertos, para no generar más confusión de la que ya hay. En el camino se fueron sumando diferentes personas que sumaron sus perspectivas”.
De esta manera la agrupación barilochense se propuso filmar un documental como proyecto para concientizar sobre su vertedero, que encabeza el top 50 de los basurales a cielo abierto más contaminantes del mundo según la Asociación Internacional de Residuos Sólidos, que recomienda su clausura inmediata. Pero profundizando en la idea, desde Somos B comprendieron: “Al documental lo vería la persona que ya está convencida de que tiene que hacer algo, el que no está en tema no le dedicaría 45 minutos”.
Así, durante una típica tarde entre mates compartidos, surgió la necesaria reinvención de quienes buscaban un resultado distinto al status quo: “Che, esto hay que esquiarlo”. Se pusieron en contacto con Esteban y le preguntaron si conocía a alguien que tuviera las ganas y valentía de subir una montaña de residuos para deslizarse con su tabla, y no dudó: “Yo, vamos”. Las emociones oscilaban entre la ansiedad de surfear una montaña de residuos, y racionalizar que lo que tenían enfrente era lo que la sociedad “oculta bajo la alfombra”. Pero Esteban y Somos B tenían muy en claro su objetivo: “La concientización, porque implica un cambio mental y de hábito sobre el consumo, y a partir de ahí se empiezan a prender alarmas de cuestionar por qué hacemos lo que hacemos, por qué consumimos lo que consumimos, qué pasa con lo que tiro en mi casa… un montón de preguntas que van llevando a un cambio necesario. Es como un barco que se hunde, primero tenemos que hacer que no se hunda, y después lo llevamos a la costa a repararlo”.

“El municipio es tan responsable como el vecino, este es un problema de toda la gente de Bariloche”, dicen desde el organismo ambiental de la ciudad
Bariloche y el vertedero
La montaña de basura está ubicada a la vera de la ruta 40, poco después del “el Alto” de la ciudad en la dirección hacia El Bolsón, y sólo acopia los residuos de Bariloche. Entre el Cerro Ventana y el comienzo del Lago Gutiérrez, una columna de árboles logra tapar un cúmulo de efectos nocivos para el ambiente y las personas: “La gente que va a Bariloche no sabe dónde está, muchas veces ni siquiera quienes viven en Bariloche lo saben. Lo más loco es que está escondido al aire libre, es un juego óptico”. Desde Somos B agregaron: “Hay que recuperar la tierra de ese vertedero, hoy no hay relleno sanitario y eso implica hacer una remediación de la zona, impermeabilizar para que los lixiviados no filtren, solucionar el tema de los gases, cubrir con tierra y pedirle a la naturaleza que remedie la cagada que nos mandamos. Son todos trenes que tienen que abordarse al mismo tiempo”.
Los basurales a cielo abierto, por el propio efecto de la descomposición de millones de toneladas de residuos no controlados, provocan la emisión de líquidos tóxicos, gases inflamables que provocan incendios, y la contaminación de suelo, aire y agua. Además de la situación de vulnerabilidad ambiental que provoca este vertedero, hay una íntima conexión con lo social: personas marginadas del sistema cuyo contexto socioeconómico las lleva a buscar comida o residuos recuperables para luego venderlos, sin ningún tipo de protección, visibilidad o asistencia social.
“El municipio es tan responsable como el vecino, este es un problema de toda la gente de Bariloche”, respondió Esteban sobre el criterio de responsabilidad. “Ojalá lo podamos solucionar -expresaron desde la comunidad Somos B-. Es ridículo hacer lo mismo y esperar un resultado diferente. Ponerse solamente a reclamar al Municipio de que haga algo es ridículo, no hay fondos, por algo se repite en la mayoría de la Argentina. Impacta acá porque es Bariloche, es un Parque Nacional, pero es algo a nivel nacional en todos los municipios. Salir a apuntar el dedo es un poco hipócrita porque el cambio es muchísimo más holístico, integral”. En la actualidad, se estima que alrededor del 40% del presupuesto municipal se deriva a la gestión de los residuos generados por la ciudadanía. Asimismo, esbozaron un punto potenciador de la problemática barilochense: “Todo lo que está creciendo Bariloche en infraestructura, cloacas… Se sabe que se tiran aguas cloacales negras al lago que, además, es Parque Nacional. ¿Dónde está el reclamo de la gente? Es nuestra caca, es nuestro lago, no es una película de ciencia ficción, no está pasando en otra ciudad, está pasando en nuestro lugar, nuestro hogar”.

Según la organización ambientalista ISWA (International Solid Waste Association, por sus siglas en inglés), el basural de Bariloche está entre los 50 más contaminantes del mundo
La basura
Según informes publicados por el Banco Mundial, alrededor del 40% de los residuos generados en cada hogar son reciclables, otro 40% sería orgánico y compostable, por lo que podría reducirse en un 80% el total generado en cada casa. Esto implicaría no sólo reducir las 250 toneladas de residuos generadas por día -en promedio- en Bariloche, sino también ventajas hogareñas, como cuenta Esteban: “Saco un bolsa de basura por temporada. Hago compost, ecoladrillos, y separo residuos. Cuando vienen amigos y familia a visitar, trato de concientizar y que se reduzca la cantidad de basura que generamos”.
Somos B y Esteban hacen un constante énfasis en la responsabilidad ciudadana y la importancia de acercar la información y educación para transformar los malos hábitos. Tal es así que, sin desmerecer el país donde vive, Esteban hizo una comparación con algunas conductas que observó en sus más de diez años esquiando en el exterior: “Allá, por ejemplo, el CEO camina por la plaza del centro de esquí y si ve basura la levanta, ve una bandeja sucia y la lleva al restaurante. Por más que tenga el puesto más importante sigue siendo uno más, no pasa por encima a nadie. Es educación. Esos contrastes son fuertes”.
En este sentido, no dudaron en exigir campañas de concientización que requieren poco esfuerzo y pueden tener un alto impacto, especialmente aprovechando el caudaloso volumen de turistas que viajan al Cerro Catedral cada invierno: “Tenes pantallas gigantes LED en las sillas, y te promocionan marcas y empresas, pero no hay una que diga ‘llevate tus residuos’, al contrario de los senderos de trekking que hay en verano, donde por lo menos un cartel por sendero hay”. Y agregó otro grave problema respecto de los residuos en la montaña: “Los tachos de separación de residuos no tienen ni bolsa, están abandonados. Te das cuenta por día la cantidad de bolsas de basura, las bajan por aerosillas, de todos los restaurantes y bares que hay. El otro día había una bolsa toda desparramada por la nieve porque se había caído de la silla”.
Esteban relató qué vio mientras derrapaba sobre su tabla de snowboard sobre la montaña de basura: “Se me atravesaron emociones como el miedo. Iba subiendo, caminando, trepando, y me hundía y no sabía hasta dónde llegaba el pozo de basura, veía vidrios, fierros plásticos, hornos. Y decía ‘¿yo me voy a tirar por acá?’. Llegué abajo y dije ‘voy de vuelta’. Leí mucho de Osho y decía que siempre hay que buscarle el lado irónico a la vida, encontrarle ese aspecto, para levantarlo, disfrutarlo y buscarle una perspectiva que te cause alegría”. Tanto Esteban como Somos B esperan que este activismo sirva como algo más que una anécdota, para que sus conciudadanos se interpelen y ayuden como comunidad a darle una solución a un basural oculto en un paisaje que es hogar de humanos y cóndores.