Se trata de Tova, ubicada a 50 kilómetros mar adentro de Camarones, Chubut. Un grupo de voluntarios la limpiaron hace un año. Pero el barco que debería llegar a llevarse la basura nunca llegó
Los ambientalistas suelen decirlo en sus discursos y muchas veces aparece en pancartas durante las marchas: “No hay un plan B”. La Tierra no tiene reemplazo. El plástico que consume el ser humano invade todos los ambientes de animales. Queda ahí, entre las plantas y la biodegradación lo convierte en micropartes que la fauna confunde con alimento. Es el caso de la solitaria Isla de Tova, que queda a 50 kilómetros mar adentro frente a las costas de Camarones en la provincia de Chubut.
En esos 15 kilómetros cuadrados de extensión siempre reinaron los pingüinos, lobos marinos, gaviotas y cormoranes que conviven en armonía. Sus arenas son vírgenes. No existe rastro de la presencia de construcciones del ser humano, ni huellas de pisadas en sus playas solitarias. Pero la mano del hombre se siente igual, llega hasta estos confines. Hay miles de cajones, restos de redes de pesca y hasta anzuelos desperdigados entre las rocas frías de la isla Tova.
Limpiar la playa
Hasta la isla llegó el año pasado un grupo de voluntarios que limpiaron la zona más contaminada de la costa. Entre los limpiadores, estaba Lucas Beltramino, coordinador del proyecto Patagonia Azul de la fundación Rewilnding. “La primera vez que pisé Tova me dio mucha tristeza lo que me encontré -empezó su relato el ecologista en diálogo con Infobae-. Pensaba ver un sitio paradisíaco y solitario en el que solo se escucharan los animales. En cambio me encontré con pingüinos anidando en cajones de pesca y lobos marinos que se mueven entre la basura y quedan atrapados en restos de redes o pinchados por anzuelos”.
El 30 de agosto del 2021 pasado se hizo la jornada de acopio de basura (Nicolás Mortarini)
Lucas respira Patagonia por todos sus poros. Es licenciado en Ciencias Biológicas, buzo profesional y navegante. Su tesis de licenciatura doctorado se basó en el estudio comportamental y bionergético del mero patagónico. Participó en el Programa de Monitoreo Sanitario de la Ballena Franca Austral durante 6 años. Durante ese tiempo, se desempeñó también como instructor de navegación a vela. Con toda su experiencia a cuesta, Beltramino se enoja frente a la situación que halló en la isla. “Tenemos que tomar conciencia que estamos destruyendo los recursos. No hay otro planeta que habitar, ni otros alimentos que comer que no sean los que estamos contaminando con plástico en forma brutal. Ya sea los animales, como también los vegetales”.
El barco que falta
El 30 de agosto del 2021 se hizo la jornada de acopio de basura. Participaron desde la administración de Parques Nacionales, fundaciones locales, globales y hastas tuvieron la ayuda de la Prefectura Naval.
En una sola jornada se limpió la playa entera que está orientada al sudoeste en la cuál se estiman aproximadamente 5 toneladas de basura, principalmente de origen pesquero. Beltramino estimó que un 90% de la basura eran cajones de pescado de los cientos de barcos que recorren el mar argentino en busca del calamar o langostino patagónico. También se ven muchas botellas, redes, cabos y bolsas.
Pese a los obstáculos, los voluntarios apilaron la basura en pequeñas montañas en zonas en las que iban a desembarcar con gomones para llevar desde allí las 5 toneladas hasta un barco más grande (Nicolás Mortarini)
Para ese momento, ya pasó más de un año, la secretaría de pesca de Chubut se había comprometido a poner un barco. “La idea era que en la misma jornada cargábamos la basura en el barco. Como no llegaba acopiamos igual”, relató Beltramino.
“El 13 de septiembre 2021 el Secretario Gabriel Aguila de pesca Chubut dijo que el BP Anave (MN 2701) con una dotación de 5 personas iba a estar saliendo del astillero para participar retirando la basura de la isla. Nunca llegó, con lo cuál la basura sigue ahí. No hay forma de sacarla con las embarcaciones que tenemos”, explicó el coordinador de la Fundación Rewilding.
“La isla de Tova, en Chubut, repleta de plástico es un problema para los animales”
Pese a los obstáculos, los voluntarios apilaron la basura en pequeñas montañas en zonas en las que iban a desembarcar con gomones para llevar desde allí las 5 toneladas hasta un barco más grande que pueda navegar hasta el puerto de Camarones. Pero esa embarcación nunca llegó y las montañas de basura esperan en la isla patagónica custodiada por los animales.
El futuro de la isla
Las islas forman parte del Parque Interjurisdiccional Marino Costero Patagonia Austral, creado en el 2009. Cuenta con unas 104.000 hectáreas, de las cuales 74.000 son marinas y 30.000 terrestres. Por su posición geográfica y el arrastre de las corrientes provenientes del golfo, algunas de las costas de la isla funcionan como una red en la que se acumula basura de los barcos pesqueros.
Una vez que se logre la limpieza, la Fudación Rewilding cree en el potencial turístico de la zona (Maike Friedrich)
Una vez que se logre la limpieza, la Fudación Rewilding cree en el potencial turístico de la zona. “Trabajamos en el incentivo y ayuda a emprendedores locales -explicó Beltramino-. Ahora, existe un único prestador que puede organizar paseos embarcados. Pero hay un proyecto de otro interesado en hacer paseos en velero para esta isla”.
Limpia de plástico, Tova volvería a ser el paraíso de fauna patagónica. “Conviven colonias de pingüinos cormorán, lobos marinos y hasta nidos de gaviotas – se entusiasmó Beltramino en diálogo con Infobae-. Me imagino al velero que se aproxima en silencio, navegando a vela, y toda la fauna de Tova los reciben en armonía. Puede ser una experiencia única para los turistas”.
El drama de los microplásticos
El problema más grave con los plásticos es que se convierten en fragmentos más pequeños y los animales los confunden con alimentos. Todos esos cajones y baldes de los barcos que llegan a la isla, se van convirtiendo en microplásticos con el paso del tiempo e invaden los organismos de los animales.
Los fragmentos plásticos menores a 5 milímetros son considerados microplásticos y representan el problema principal. También porque su diminuto tamaño hace que sea muy difícil poder detectarlos en el momento de la limpieza. De hecho la revista científica Environmental Pollution indicó que el Mar Argentino es de los más contaminados con con este tipo de material a nivel mundial.
Los fragmentos plásticos menores a 5 milímetros son considerados microplásticos y representan el problema principal (Nicolás Montarini)
Camila Tavano Formigo nació en Lomas de Zamora, pero siempre soñó con vivir cerca del mar y estudiar la contaminación en animales como ballenas y lobos marinos. La joven se mudó a Madryn y allí estudió Ciencias Biológicas. Mientras espera para entrar al Conicet, desarrolló un estudio sobre microplásticos en delfines muertos en la zona de Península de Valdés.
La científica estudio las vísceras de los delfines y en la autopsia descubrió hasta 100 fibras de microplástico en cada mamífero estudiado. “Son fáciles de distinguir porque tienen color homogéneo y brilloso, diferente a los restos de comida”, explicó Tavano Formigo en diálogo con Infobae.
La joven también analizó el zooplancton, principal alimento de las ballenas que llegan al sur argentino. Allí también encontró restos de plástico. “Hay estudios que indican que los microplásticos pasan del estómago a la sangre de los animales -resaltó la científica-. De esa manera, pueden llegar a afectar el hígado, los riñones y hasta el corazón”.
Así, las colonias de animales que eligieron la isla de Tova para vivir siguen a la espera que llegue ese barco que los librará de la basura que se apila en montañas de plástico que le arruinan la vida.
Nuestro satélite natural brindará un espectáculo único. Además, será la fase llena más baja en el horizonte en 18 años. Cómo observarla en su plenitud.
Observar laLunapuede parecer un ejercicio rutinario, un pequeño ritual de curiosidad repetido millones de veces a lo largo de la historia de la humanidad. Sin embargo, cada tanto, nuestro satélite se muestra de una forma tan particular que despierta análisis científicos profundos, impulsa leyendas antiguas y deja a miles de personas en todo el mundo pendientes del cielo.
En ese sentido, desde anoche se desarrolla un evento astronómico destacado: la Luna llena de junio, también llamadaLuna de Fresa.
Se podrá apreciar el habitual espectáculo de la fase llena y habrá condiciones especialmente singulares en los cielos del hemisferio norte y sur. Desde la perspectiva técnica, la plenitud lunar de este mes debe su particularidad a una combinación de ritmos astronómicos precisos y a la herencia de relatos y nombres que atraviesan comunidades distintas.
En el hemisferio sur la Luna de Fresa de 2025 se elevará inusualmente alta ofreciendo una vista única para observadores y astrónomos (Europa Press)
“La Luna llena del 11 de junio será particularmente especial, ya que presentará la plenitud de su luz más cerca del horizonte, un fenómeno poco común en el hemisferio norte, mientras que en el sur se elevará inusualmente alta”, describen desde la NASA.
Detrás de lo que parece una simple coincidencia estética –una Luna que se muestra un poco más baja o más alta de lo habitual según el lugar del planeta en el que uno mire– existe una coreografía determinada por inclinaciones orbitales y efectos gravitacionales de enorme escala.
¿Por qué la Luna se verá tan baja en el horizonte?
La mecánica celeste, a menudo invisible para el ojo no entrenado, se revela en noches como la del 11 de junio, cuando la Luna llena ocupará la posición más baja en casi dos décadas, un fenómeno que se manifestará de forma contraria en el hemisferio Sur, donde el satélite se elevará inusualmente alto.
La Luna recorre su órbita alrededor de la Tierra con una inclinación de 5,15 grados influyendo en sus posiciones extremas cada 18,6 años (NASA)
La explicación comienza por el sencillo hecho de que la Luna recorre su órbita alrededor de la Tierra con una inclinación de 5,15 grados respecto a la eclíptica, es decir, en relación al plano de la órbita terrestre alrededor del Sol. Esta inclinación fue relevante durante miles de años para todo tipo de observadores porque, lejos de ser una rareza matemática, permite que la Luna alterne sus posiciones aparentes, evitando eclipses constantes y regalando movimientos notables de norte a sur de un mes al otro.
El fenómeno adquiere otra dimensión cada 18,6 años, cuando el sistema Tierra-Luna atraviesa lo que se denomina la precesión nodal. Se trata de un lento cambio en la orientación de la órbita lunar, dictado por la influencia gravitacional del Sol, que modifica la máxima declinación posible del satélite observado desde nuestro planeta.
Este ciclo genera las llamadas grandes paradas lunares, momentos en que la Luna se presenta en sus posiciones más extremas en el cielo.
La última gran parada tuvo lugar en 2006, mientras que la próxima está proyectada para 2025. Así, la Luna llena de junio de 2025 se presenta como una manifestación anticipada de este proceso, vinculando la mecánica celeste con la experiencia cotidiana del cielo nocturno.
El fenómeno de la gran parada lunar ocurre cada dieciocho años cuando la Luna alcanza sus posiciones más extremas en el firmamento
La posición baja de la Luna llena resulta más evidente para el hemisferio norte debido a la coincidencia con el solsticio de junio, cuando el Sol alcanza su máxima altura mientras la Luna llena, al encontrarse en oposición solar, permanece cerca del horizonte. El fenómeno no solo modifica la altura a la que percibimos a este satélite natural sino que también le otorga, en algunos casos, un tono rojizo evidente.
El color no surge de una transformación física, sino de la refracción que provoca la atmósfera terrestre al obligar al haz de luz lunar a atravesar una mayor porción de aire, dispersando las longitudes de onda azul y dejando que predominen los matices rojizos y anaranjados.
Luna de Fresa y el contexto cultural
Pero la Luna de Fresa no se trata sólo de posiciones aparentes y cálculos orbitales. El fenómeno cobra una dimensión mucho más próxima a la cultura al recibir ese nombre que evoca a los relatos indígenas y campesinos. El término “Luna de Fresa” nació como una forma de señalizar el inicio de la cosecha de fresas silvestres en diversas comunidades del norte de América, un momento de máxima abundancia que marcaba no solo el calendario agrícola sino también otros ciclos biológicos y sociales.
Cráteres lunares en la Cuenca de Nectaris. Imagen captada por el Orbitador de Reconocimiento Lunar. (NASA)
“Contrario a lo que muchos creen, la Luna de Fresa no adquiere un tono rojizo ni rosado. Su nombre proviene de las antiguas tribus algonquinas del norte de América, quienes la bautizaron así porque coincidía con la temporada de cosecha de fresas silvestres”, explican desde la NASA.
La difusión de este nombre en el resto del mundo comenzó en la década de 1930, cuando el Maine Farmer’s Almanac, una publicación agrícola de Estados Unidos, empezó a reunir y difundir los nombres que las comunidades indígenas asignaban a cada plenilunio. De esta manera, la tradición oral encontró un eco en los registros impresos y, más recientemente, en los portales de divulgación científica más consultados.
El simbolismo de la Luna de Fresa no es exclusivo de América del Norte. En Europa, la luna llena de junio recibe nombres como “luna de hidromiel”, asociada a la producción de esta bebida tradicional; “luna rosa”, por la presencia de ciertas flores; o “luna de flores” y “luna de plantación”, en otras regiones de Estados Unidos, referencias que ponen en primer plano la relación entre las fases lunares y el tiempo de la siembra, la floración o la recolección. Estos apelativos refuerzan la idea de que la Luna funciona desde siempre como calendario natural y fuente de orientación productiva en cada sociedad.
Las dos caras de la Luna (NASA)
“El nombre de cada luna llena refuerza la conexión poética entre el cielo y la tierra, perpetuando la memoria de los vínculos entre los astros y las actividades humanas”, sintetizan los especialistas. Así, niños, astrónomos y agricultores encuentran en el cielo nocturno las marcas de un tiempo cíclico, donde la modernidad y la tradición se entrelazan en la contemplación de una misma luna.
Las fases de la Luna en junio
Más allá de la noche del 11 de junio, la Luna hará su recorrido habitual por el calendario, atravesando el cuarto menguante el 18 de junio y llegando a la luna nueva el 25 de ese mes. Desde la perspectiva de los observadores y los aficionados a la astronomía, cada fase representa una oportunidad singular. El cuarto creciente y la luna llena favorecen la iluminación de la superficie lunar, perfectas para tomar fotografías y realizar estudios sin requerir instrumentos avanzados. El cuarto menguante y la luna nueva, en cambio, convierten al cielo en un escenario especialmente oscuro, ideal para distinguir estrellas, planetas y objetos de cielo profundo.
La Luna de Fresa de 2025 marca el inicio del verano en el hemisferio norte guiando a comunidades en cosechas y tareas tradicionales (NASA)
Como recuerdan desde la NASA, el ángulo y la apariencia de la Luna varían notablemente según el hemisferio, una advertencia útil para quienes planean sus actividades astronómicas o simplemente disfrutan del placer de contemplar el firmamento. Las recomendaciones van más allá de lo estético: muchas culturas vinculan la observación lunar con tradiciones de jardinería y agricultura, organizando siembras y cosechas de acuerdo con las fases de la Luna. Según la experiencia de los expertos, el cuarto creciente es ideal para comenzar nuevos proyectos, en consonancia con la idea de crecimiento y renovación.
En julio de 2025, la agenda de fenómenos celestes estará marcada por una nueva luna llena, la “Luna del Ciervo”. Este nombre, heredado también de las observaciones indígenas norteamericanas, alude al ciclo natural de los ciervos, que desarrollan nuevas astas durante el verano boreal. De esa manera, los nombres y relatos asociados a cada plenilunio invitan no sólo a mirar el cielo, sino a comprender cómo los movimientos de la Luna se integran en la vida cotidiana de las personas.
Se trata de una investigación internacional publicada en la revista Nature. Una científica argentina que participó, contó a Infobae cómo hay actividades humanas que generan pérdidas invisibles. Cuáles son sus recomendaciones y qué es el concepto de “diversidad oscura”
Las poblaciones del árbol del caldén se usaron en el siglo pasado para la elaboración desde adoquines hasta leña. También fueron afectadas por los incendios, las especies invasoras y la expansión de la frontera agropecuaria, entre otras razones.
Todo hizo que el caldén, un vegetal nativo de la Argentina, ya casi no esté en muchos lugares aunque la especie persista regionalmente.
Es parte de la llamada “diversidad oscura”, el conjunto de especies que podrían estar presentes en un determinado sitio pero que, por algún motivo, no lo están.
El caldén, un árbol nativo de Argentina, ha sido afectado por incendios y actividades humanas. Anibal Prina /ArgentiNat FVSA
Hoy es el Día Internacional de la Diversidad Biológica, una fecha designada por las Naciones Unidas para fomentar la conciencia y el conocimiento sobre la importancia de la biodiversidad.
Este año se resaltó el lema de que los humanos vivan en “armonía con la naturaleza y el desarrollo sostenible”, y más de doscientos científicos de diferentes países han publicado recientemente resultados que consideran “alarmantes”.
Demostraron que las perturbaciones por las actividades humanas ejercen un impacto mucho mayor de lo que se pensaba inicialmente. Incluso llegan a zonas protegidas alejadas de la fuente del impacto de las personas.
La ‘diversidad oscura’ se refiere a especies potenciales ausentes pese a condiciones favorables para estar en determinados sitios (Imagen Ilustrativa Infobae)
La contaminación, la deforestación, el sobrepastoreo y los incendios pueden afectar a las especies vegetales en sus hábitats naturales e impiden su recolonización, expresaron a través de un estudio publicado en la revista Nature.
En diálogo con Infobae, una de las autoras, Melisa Giorgis, del Instituto Multidisciplinario de Biología Vegetal (IMBIV), que depende del Conicet y la Universidad Nacional de Córdoba, explicó cómo hicieron la investigación y cuáles son las implicancias de los resultados.
El sitio de Córdoba (Chaco Serrano) que formó parte del estudio internacional (Lucas Enrico)
Los investigadores pertenecen a la red de colaboración DarkDivNet y registraron las plantas presentes en alrededor de 5.500 sitios, repartidos en 119 regiones de todo el mundo. Consiguieron identificar la diversidad oscura en cada uno de ellos.
La Argentina estuvo representada en la muestra con dos sitios, localizados en las provincias de Córdoba y Santa Cruz.
La científica Melisa Giorgis durante la investigación en Córdoba (Lucas Enrico)
Además de la bióloga Giorgis, también colaboraron Lucas Enrico, del IMBIV, y Pablo Peri del Centro de Investigación y Transferencia de Santa Cruz, que depende del Conicet, la Universidad Nacional de la Patagonia Austral y la Universidad Tecnológica Nacional.
La metodología permitió estimar la diversidad vegetal potencial en cada lugar de estudio y compararla con las plantas realmente presentes.
¿Por qué la “diversidad oscura” es clave?
Investigadores del País Vasco también participaron en el estudio de 5.500 sitios en 119 regiones del mundo. (UPV/EHU)
El concepto de “diversidad oscura” se refiere a las especies vegetales que, aunque son ecológicamente adecuadas para ciertos ecosistemas, están ausentes a nivel local por factores como la fragmentación del hábitat o la actividad humana.
Los resultados del estudio global mostraron que en áreas con bajo impacto humano aproximadamente el 35% de las especies potenciales sí están presentes en un sitio determinado.
Sin embargo, en regiones con alta actividad humana, este porcentaje desciende a menos del 20%.
El Índice de Huella Humana evalúa cómo disturbios humanos afectan diversidad vegetal local (Imagen Ilustrativa Infobae)
Según los investigadores, la diversidad oscura aporta una medida crítica que se conoce como “completitud comunitaria”, que evalúa qué tan cerca está un ecosistema de albergar todas las especies potenciales que debería tener.
Esta métrica es crucial porque permite revelar impactos ocultos en la biodiversidad, incluso cuando otros indicadores estándar, como el número de especies presentes, no muestran cambios significativos.
El equipo utilizó el índice de la “huella humana”, que incluye la densidad de población, el uso de suelos agrícolas y la infraestructura y contaminación, entre otros factores.
Este índice fue aplicado en radios de hasta 400 kilómetros alrededor de cada sitio de estudio, y la correlación fue clara: a mayor huella humana, menor es la oportunidad de que especies vegetales adecuadas ocupen su hábitat natural.
Ecosistemas globales muestran pérdida de diversidad proporcional al impacto de actividades humanas. (Imagen Ilustrativa Infobae)
La idea del estudio fue de Meelis Pärtel, investigador de la Universidad de Tartu, Estonia, quien fue el primer autor.
“Habíamos introducido la teoría de la diversidad oscura y desarrollado métodos para estudiarla, pero para realizar comparaciones globales necesitábamos un muestreo consistente en muchas regiones. Parecía una misión imposible, pero muchos colegas de diferentes continentes se unieron a nosotros”, comentó Pärtel en un comunicado.
Finalmente la investigación se puso en marcha en 2018. Duró cinco años y los investigadores tuvieron que lidiar con las limitaciones impuestas por la emergencia sanitaria causada por la pandemia del coronavirus.
El empobrecimiento de la diversidad ocurre cuando la influencia de las actividades de los seres humanos, como la fragmentación de hábitats, la pérdida de conectividad, la contaminación, entre otros factores, reduce la capacidad de un sitio de albergar las especies potencialmente adecuadas.
Disturbios humanos como tala, basura y urbanización dificultan recolonización de plantas/ REUTERS/Todd Korol
La descentralización del estudio, que incluyó datos de ecosistemas en Europa, Asia, África, América y Oceanía, posibilitó detectar que el empobrecimiento es un fenómeno global y no solo un problema localizado.
Por ejemplo, regiones con alta “completitud comunitaria” incluyen hábitats semi-naturales como pastizales moderadamente manejados. Estos ecosistemas, donde prácticas humanas históricas como el pastoreo y la quema controlada han coexistido de manera equilibrada, parecen resistir mejor al impacto negativo.
Sin embargo, el panorama general deja mucho por reflexionar: incluso regiones dentro de áreas protegidas muestran pérdidas significativas de biodiversidad oculta, lo que implica que las estrategias de conservación actuales pueden estar pasando por alto este problema.
Qué aconsejaron
Restaurar ecosistemas puede implicar reconectar vegetaciones naturales y reducir contaminación y fragmentación. REUTERS/Yves Herman
En diciembre de 2022, el mundo había acordado el Marco Mundial Kumming-Montreal, (también conocido como El Plan de Biodiversidad), con 23 metas para 2030 y 4 objetivos mundiales para 2050 con el fin de detener y revertir la pérdida de la naturaleza en 25 años.
Se propuso restaurar el 30% de los ecosistemas, reducir a la mitad los desechos de alimentos e invertir al menos 200.000 millones anuales en estrategias que beneficien a la biodiversidad.
Los investigadores del estudio publicado en Nature alertaron que “proteger un 30% del territorio global, como lo propone la Convención sobre la Diversidad Biológica, “podría ser insuficiente si no se considera la preservación de especies ausentes que aún están presentes en la región”.
Cómo se podrían usar los resultados del estudio
Proteger el 30% del planeta debería incluir conservar la diversidad oscura. REUTERS/Gustavo Graf/
Uno de los mensajes más importantes del estudio es que el concepto de “diversidad oscura”. “No solo es una herramienta para evaluar el daño, sino también una oportunidad para la restauración”, consideró el doctor Enrico al ser entrevistado por Infobae.
Las poblaciones de especies ausentes en los ecosistemas locales aún podrían recolonizar sus hábitats si se implementan medidas como reconectar fragmentos de vegetación natural y reducir presiones como la contaminación y la pérdida de conectividad en los ecosistemas.
“Nuestra investigación sobre la diversidad oscura establece una base sólida para debates sobre políticas públicas ambientales y brinda una nueva manera de medir los impactos humanos que son invisibles a simple vista”, comentó.
Tal vez en esa “oscuridad” se encuentren claves para proteger el futuro de los ecosistemas.
El humo de los incendios en el Parque Nacional Nahuel Huapi, que comenzaron hace dos meses, llegó a la ciudad de Bariloche y los vecinos informaron a la Agencia Noticias Argentinas que también hay “fuerte olor”.
En medio de un clima de incertidumbre por la falta de recursos en medio de la exhaustiva labor de bomberos y brigadistas, los residentes y turistas de Bariloche se despertaron este miércoles con el humo de los incendios.
“Hay mucho humo y olor. Se deberían ver las montañas, pero hoy no existen”, expresó con dolor un vecino a la agencia NA.
Los expertos informaron que la densa masa de humo continuará durante toda la jornada por la dirección del viento del oeste.
El Comité de Emergencia comunicó que sigue activo el incendio en Los Manzanos, sobre todo en dos sectores, uno es Lago Roca – Hess y El Manso.
A su vez, quienes están en plena labor manifiestan que los focos están en zonas poca accesibles, así como tampoco tienen los para combatir las llamas.
Aunque no se esperan días con calor extremo, con temperaturas máximas de tan solo 23 grados, las lluvias aisladas recién llegarían en la tarde-noche del sábado.
Accidente de trabajadores
Una camioneta que transportaba trabajadores del Ministerio de Seguridad de Neuquén que iban a combatir el incendio en el Parque Nacional Lanín volcó y el conductor está internado en grave estado.
El siniestro sucedió en la noche del lunes cuando cuatro empleados estatales se dirigían a continuar con los trabajos para mitigar las llamas y en la Ruta Provincial 23, a unos 30 kilómetros de Junín de los Andes, volcaron en una curva peligrosa.
Por el accidente, dos de los ocupantes resultaron heridos y horas después comunicaron que el conductor fue derivado a terapia intensiva tras sufrir un trauma cerebral.
Tras las primeras pericias se determinó que el conductor, de 44 años, perdió el control del vehículo en una curva pronunciada y el rodado quedó dado vuelta.
Los trabajadores de la Secretaría de Emergencia y Gestión del Riesgo tenían como destino el sector de la Cuesta del Rahue donde hay un campamento de brigadistas donde se asiste a las tareas para combatir el incendio forestal.
A fines de enero comenzó el fuego arrasador y en pocas semanas ya consumió más de 22 mil hectáreas.
En los trabajos de combate trabajan en conjunto equipos del Parque Nacional Lanín, el Sistema Provincial y Nacional de Manejo del Fuego, y bomberos voluntarios de distintas provincias.
Como ocurre en gran parte de la Patagonia, el factor climático más grave es el viento. Para los próximos días se esperan ráfagas de entre 50 y 70 kilómetros por hora.