Salud
COVID-19 y viruela del mono: cuáles son las 5 diferencias entre las dos emergencias sanitarias que enfrenta el mundo
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La viruela fue descripta en humanos en 1970. En cambio, el SARS-CoV-2 se notificó por primera vez en 2019. Cómo se controló de la propagación de ambas infecciones
Hoy, la humanidad está enfrentando dos emergencias de salud pública de importancia internacional de manera simultánea. Por un lado, la pandemia por la enfermedad COVID-19, y por otro la propagación del virus de la viruela símica o viruela del mono. La primera, desde diciembre de 2019 hasta la actualidad, ya afectó a más de 566 millones de personas, e incluso algunas se reinfectaron varias veces. Por otro lado, la viruela símica ya fue diagnosticada, desde mayo este año, en 17.155 personas de más de 75 países y con 5 muertes. Un brote que nunca antes se había registrado en el mundo por ese virus que ya se conocía desde 1958.
El sábado pasado, el Director General de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Tedros Adhanom Ghebreyesus, declaró a la viruela símica como “emergencia de salud pública de interés internacional”. Aclaró que el riesgo de propagación global es moderado, pero en la región de Europa es alto. Las dos enfermedades son diferentes y eso hace que los expertos consideren que la propagación de la viruela podría contenerse mejor que el COVID-19.
La decisiones de la OMS están basada en los criterios que especifica el Reglamento Sanitario Internacional, que se creó en 2005. Sirve para prevenir y responder ante riesgos de salud pública que se pueden propagar globalmente. En el marco de ese reglamento, ya se habían declarado otras cuatro emergencias: la gripe A H1N1, el ébola en dos períodos temporales distintos y el virus del Zika.
Aquí van las principales diferencias de hoy entre el COVID-19 y la viruela símica:

1- Los síntomas son más detectables en la viruela
Los síntomas de la viruela se pueden parecer a los síntomas de una gripe, por ejemplo con fiebre, dolor de cabeza, dolores musculares, dolor de garganta, tos, escalofríos y agotamiento, según los Centros para el Control y la Prevención de las Enfermedades (CDC).
Además, por la viruela, las personas afectadas pueden desarrollar inflamación de los ganglios linfáticos y una erupción que puede tener aspectos de granos o ampollas. Esas lesiones pueden aparecer en varias partes de la cara y el cuerpo, incluida la zona genital.
En el caso del COVID-19, los síntomas fueron cambiando desde el inicio de la pandemia. Consultada por Infobae, la médica Leda Guzzi, de la comisión de Comunicación de la Sociedad Argentina de Infectología, afirmó: “Hubo un viraje en cuanto a los síntomas a medida que la pandemia fue evolucionando. Al comienzo prevalecían la tos, la fiebre, la falta de aire y la pérdida del olfato y del gusto. Un 20% de los pacientes presentaba compromiso pulmonar grave con neumonía, que requería hospitalización en diferentes niveles, sala común o terapia intensiva según la magnitud”.
A medida la propagación del coronavirus continuaba en diferentes ola, “comenzaron a prevalecer síntomas gastrointestinales y la cefalea”, señaló Guzzi. Pero hubo cambios tras la inmunización contra el COVID-19, que redujo el número de pacientes con complicaciones por la infección y salvó millones de vidas. “Con la evolución de la vacunación que previene las formas graves y con el advenimiento de Ómicron -que tiene menos afinidad por las células pulmonares y más por las bronquiales-, se hicieron más presentes los síntomas de vía aérea superior”, agregó la experta. De esa manera, señaló que “es más frecuente que las personas con COVID-19 tengan síntomas más similares a los del resfrío, con rinorrea o goteo nasal, congestión. A veces los pacientes tienen lagrimeo, a veces disfonía. También tos, cefalea y malestar”.

2- La viruela sería menos contagiosa que la infección por el coronavirus
La tasa de transmisión del virus de la viruela del mono es muchísimo menor que la del coronavirus o que la del virus de la gripe. Según los CDC, “la viruela del mono se propaga a través del contacto directo con fluidos corporales o llagas en el cuerpo de alguien que tiene viruela del mono, o con el contacto directo con materiales que han estado en contacto con fluidos corporales o llagas, como ropa o sábanas. También puede propagarse a través de las secreciones respiratorias cuando las personas tienen un contacto estrecho cara a cara”.
Sin embargo, en su mensaje al declarar la emergencia, el director general de la OMS, Tedros Adhanom, dijo que que el brote se ha propagado por el mundo rápidamente “a través de nuevos modos de transmisión sobre los que entendemos muy poco”. Una de las grandes preguntas es por qué el brote que se está observando en los países de Europa y América es inusual y diferente del patrón que se observó y observa en África.
Días atrás, en un conversatorio sobre viruela símica, Pilar Ramón-Pardo, coordinadora del Programa Especial sobre la Resistencia a los Antimicrobianos en la Organización Panamericana de la Salud (OPS), contó que se sospecha que “la globalización, los viajes, los encuentros multitudinarios que han ocurrido” cuando se liberaron las restricciones por la pandemia por el coronavirus, y ciertos cambios genéticos en el virus de la viruela símica podrían ser algunos de los factores que hayan contribuido a que la enfermedad este año esté afectando a personas de la Argentina y otros 74 países.

3- El coronavirus es una infección emergente y la viruela no
Con respecto a la viruela símica, el primer caso reportado en humanos data de 1970 en la República Democrática del Congo y desde entonces se han informado casos de manera sistemática. Aunque nunca antes se produjo un brote en múltiples países como el actual. Como se conocía, ya existen vacunas disponibles para hacer frente a este virus. Además, hay vacunas contra la viruela que se erradicó hace más de 40 años cuya composición también es efectiva. En cambio, en el caso del COVID-19, hubo diferentes institutos y empresas que se pusieron a desarrollar las vacunas, ya que se trataba de un virus desconocido y no había inmunización disponible en enero de 2020.
En los Estados Unidos, está aprobada específicamente la vacuna Jynneos contra la viruela del mono y también la ACAM2000 contra la viruela. Los CDC afirman que es recomendable para quienes hayan estado expuestos o corran un riesgo alto de exposición al virus. Sostienen que, en el primer caso, puede traer beneficios si se la ponen en un período de cuatro a 14 días después de esa exposición.
Que existan vacunas no quiere decir que haya una disponibilidad amplia a nivel mundial. En América Latina, por ejemplo, aún no hay acceso a las vacunas contra la viruela del mono. Sin embargo, los expertos estiman que ya haya vacunas efectivas desarrolladas es un punto de partida significativamente mejor al del COVID-19 en 2020.

4- Tienen diferente período de incubación
Según el Ministerio de Salud de la Nación de Argentina, el período de incubación de la viruela del simio suele ser de 6 a 13 días, pero puede oscilar entre 5 y 21 días. “La enfermedad a menudo es autolimitada y los síntomas generalmente se resuelven espontáneamente dentro de los 14 a 21 días”, afirmaron en la cartera de Salud, a cargo de Carla Vizzotti. Ante la aparición de síntomas es necesario aislarse para evitar el contacto con otras personas, y realizar una consulta médica rápida. En cambio, el “período de incubación” del COVID-19 oscila entre 1 y 14 días, y en promedio alrededor de 6 días.

5- Los virus evolucionan a diferente velocidad
Los virus también evolucionan a medida que circulan entre las personas que se contagian. En el caso del coronavirus, ha sufrido mutaciones y ha dado lugar a diferentes variantes de preocupación. La última es Ómicron, con sus sublinajes, que han demostrado ser más transmisibles las variantes anteriores.
De acuerdo con el doctor Richard Kennedy, profesor de Medicina y codirector del Grupo de investigación en vacunas de la Clínica Mayo, el virus de la viruela del mono, como todos los de la familia “ortohopox”, “es un virus de ADN y muta más lentamente que los virus de ARN como el coronavirus SARS-CoV-2″. Existe mayor probabilidad de que el virus mute cuanto más personas se infecten, ya que los virus solo pueden mutar cuando se encuentran en una célula infectada.

La mayoría de las mutaciones son perjudiciales para el virus o no tienen ningún efecto sobre él. De vez en cuando se produce una mutación que es beneficiosa para el virus. “Cuando esto ocurre, el virus mutado sigue necesitando ser transmitido a más personas para propagarse. Esto es fácil para los virus altamente infecciosos. Será más difícil para el virus de la viruela del mono”, explicó el doctor Kennedy.
A diferencia del COVID, la viruela del mono ya era conocida por los investigadores antes del brote actual. “Creo absolutamente que se puede contener. Pero que lo sea depende de los recursos que se dediquen a ello y de la rapidez con la que podamos actuar”, dijo Anne Rimoin, epidemióloga de la Universidad de California en Los Ángeles. “Realmente será necesario un gran esfuerzo concertado a nivel local, nacional y mundial”, afirmó en diálogo con NPR.
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Salud
Un cardiólogo que estudia a los “superancianos” identifica el único hábito que garantiza vivir muchos años y con buena salud: “Es lo único que reduce nuestro reloj biológico”
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5 días atráson
4 junio, 2025Por
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Tras analizar los factores que comparten los “superancianos”, el reconocido cardiólogo Eric Topol concluye que la longevidad depende, sobre todo, de una costumbre cotidiana
El doctor Eric Topol, cardiólogo y genetista estadounidense, lleva décadas investigando los secretos de la longevidad. Su reciente libro, Super Agers: An Evidence-based Approach to Longevity (Superancianos: una aproximación a la longevidad basada en pruebas), recopila los resultados de años de análisis sobre personas que superan los 80 años manteniendo la salud y la vitalidad. La publicación aún no ha salido en español, pero ya ha generado debate en foros especializados y en medios de comunicación de todo el mundo.
Pocas son las personas que consiguen cruzar la barrera de los 90 manteniéndose activos y en buena forma. Lejos de secretos inalcanzables o fórmulas mágicas, Topol defiende que la clave se encuentra “más cerca de lo que creemos” y apuesta por rutinas sencillas. En su recorrido profesional – es reconocido como uno de los diez principales expertos mundiales en longevidad -, el médico afirma que pequeños cambios diarios pueden prevenir enfermedades que encabezan la mortalidad global: cáncer, cardiopatías y trastornos neurodegenerativos.

El deporte es “lo único que sabemos que reduce nuestro reloj biológico”
“Sabemos que estas enfermedades tardan al menos 20 años en desarrollarse, así que estamos en condiciones de prevenirlas, sobre todo en personas con mayor riesgo”, afirma. “Tenemos una oportunidad de evitar esas patologías que surgen con la edad”. Para el especialista, modificar ciertos hábitos no supone un esfuerzo desmedido: “No se trata de pastillas ni de trucos mágicos. Podemos trabajar con lo que ya está en nuestras manos”.
El ejercicio – según Topol – destaca por encima del resto de recomendaciones. Basta con observar cómo se estructura la rutina diaria y plantear cambios sencillos en movimiento, dieta y ocio para encarrilar la salud a largo plazo. El cardiólogo recomienda especialmente aquellas actividades dirigidas a trabajar la musculatura en resistencia y los ejercicios de fuerza de prensión (la capacidad que tiene una persona para apretar o suspender objetos en el aire con las manos), dos prácticas que han mostrado una eficacia notable frente al deterioro físico vinculado al paso de los años.
“Resulta que el ejercicio es lo único que sabemos que reduce nuestro reloj biológico. El espacio entre tu verdadera edad y la edad biológica puede ampliarse”, destaca Topol. La recomendación estándar es realizar 30 minutos de ejercicio, cinco días a la semana, aunque el propio cardiólogo reconoce que incluso con dos sesiones semanales ya se obtienen beneficios. “No es sobre volverte más fuerte, es también sobre mejorar tu equilibrio”, insiste. “Nada de lo que podamos hablar supera al ejercicio si hablamos de reducir nuestro proceso de envejecimiento. No lo sabríamos si no hubiese toda esa ciencia detrás”.
Topol subraya que el ejercicio se ha revelado como el hábito más eficaz para mejorar la salud y prolongar la vida. Para quienes buscan una clave en la longevidad de los llamados “superancianos”, el mensaje queda claro: moverse no solo alarga los años, sino que también los llena de salud y vitalidad.
Salud
Qué es el síndrome del “hombro congelado”, la dolencia que afecta principalmente a las mujeres mayores de 40
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6 días atráson
3 junio, 2025Por
Admin
Durante la mediana edad, esta condición asociada a cambios hormonales interfiere con rutinas básicas y deteriora el bienestar general, advierten desde National Geographic. Cuáles son los síntomas y por qué es esencial el diagnóstico oportuno
Alcanzar el estante de la cocina, atarse el pelo o solo levantar los brazos pueden ser acciones que, aunque simples, se vuelven un desafío inesperado para muchas mujeres en la mediana edad, especialmente después de los 40 años.
Actualmente, esta condición ganó relevancia debido a su impacto prolongado y a la necesidad de repensar su diagnóstico y tratamiento desde una perspectiva informada y equitativa. Es que el dolor persistente y la rigidez en el hombro afectan de manera desproporcionada a mujeres de mediana edad, con una alta prevalencia e impacto en la calidad de vida.

El hombro congelado se caracteriza por una restricción progresiva y dolorosa del movimiento en la articulación, tanto en acciones activas como pasivas.
- Congelación: dolor y rigidez aumentan de forma progresiva.
- Congelada: disminuye el dolor, pero persiste la rigidez, lo que dificulta las actividades cotidianas.
- Descongelación: el rango de movimiento mejora de manera gradual.
Este proceso puede extenderse entre uno y tres años. En algunos casos, la recuperación total no se alcanza.
Vale destacar que, en la fase inicial, el dolor suele ser intenso por la noche y la movilidad del hombro se reduce. En la etapa intermedia, la rigidez se acentúa y puede producirse atrofia muscular. Finalmente, durante la recuperación, disminuye el dolor y mejora la movilidad, aunque no siempre se restablece por completo.
Desde Mayo Clinic advierten que, aunque en la mayoría de los casos se resuelven con el tiempo, la afección puede resultar incapacitante durante su evolución.
Cuáles son los factores de riesgo

Diversos reportes indican que entre el 2% y el 5% de la población desarrolla capsulitis adhesiva. Su frecuencia aumenta significativamente en mujeres de entre 40 y 60 años, especialmente en la transición menopáusica, profundiza National Geographic.
El mismo medio señala que cerca del 75% de los casos se presentan en mujeres, y más del 70% de quienes atraviesan la menopausia padecen síntomas musculoesqueléticos. Es más, una de cada cuatro desarrolla alguna forma de discapacidad funcional.
Aunque sus causas exactas no están completamente establecidas, se estima que el hombro congelado se origina por un proceso inflamatorio que provoca el engrosamiento y la contracción de la cápsula articular. Sobre este punto, el estudio de Climacteric vincula este mecanismo con la disminución de estrógenos durante la menopausia, lo que contribuye a la aparición de síntomas musculoesqueléticos como el dolor articular y la rigidez.
En cuanto a los factores de riesgo, Mayo Clinic identifica a los antecedentes de diabetes, trastornos tiroideos, enfermedades neurológicas o cardiovasculares, así como la inmovilización prolongada del hombro.
Vale destacar que la afección presenta mayor prevalencia entre personas de origen asiático, donde se la conoce como “hombro de los cincuenta años”, según relata National Geographic.

Por otro lado, un estudio publicado en Climacteric propuso el término “síndrome musculoesquelético de la menopausia” para describir síntomas asociados al descenso de estrógenos, como capsulitis adhesiva, artralgia y pérdida de masa muscular.
Al tiempo que una investigación publicada en Journal of Clinical Medicine documentó la alta frecuencia de dolor de hombro en mujeres menopáusicas y las barreras diagnósticas que enfrentan.
Contexto histórico y falta de investigación
Durante décadas, el hombro congelado fue una enfermedad poco comprendida y subestimada por la comunidad médica. National Geographic destaca que hasta hace poco existían escasos estudios sobre sus causas y tratamientos, en parte por un sesgo de género en la investigación.
La cirujana ortopédica Jocelyn Wittstein, citada por el medio, afirmó que “el solo hecho de ser mujer es un factor de riesgo para el hombro congelado” y señaló que la mayoría de los cirujanos ortopédicos no experimentan la menopausia, lo que contribuye a la falta de urgencia en el abordaje de esta afección.

En 2024, Wittstein y su equipo introdujeron el concepto de síndrome musculoesquelético de la menopausia, para describir síntomas como dolor articular, pérdida de masa muscular, disminución de densidad ósea y progresión de la osteoartritis. La revista Climacteric, en ese tono, subrayó la relevancia de esta terminología para aumentar la conciencia médica y social sobre los efectos musculoesqueléticos del climaterio.
Diagnóstico: criterios y relevancia de la detección temprana
Durante años, el hombro congelado fue poco atendido en la práctica clínica. National Geographic vincula esta omisión con un sesgo de género. En ese marco, Jocelyn Wittstein insistió en que el factor de riesgo de ser mujer fue históricamente desestimado y atribuyó esa omisión al desconocimiento clínico de la experiencia menopáusica.
Estas afirmaciones sobre el síndrome musculoesquelético en la menopausia adquirieron respaldo desde la revista Climacteric, ya que se documentó la frecuencia y el impacto de estos síntomas en mujeres en transición hormonal.
El estudio en Journal of Clinical Medicine reforzó esta perspectiva al mostrar la elevada prevalencia de dolor de hombro y la falta de estrategias diagnósticas eficaces, lo que prolonga el sufrimiento y retrasa el tratamiento adecuado.

Lo cierto es que el diagnóstico del hombro congelado es clínico. Se basa en la historia de dolor y rigidez progresiva, y en la limitación del rango de movimiento activo y pasivo. La Cleveland Clinic explica que el examen físico incluye la evaluación comparativa con el otro hombro.
Las radiografías permiten descartar patologías como artritis o lesiones óseas, y técnicas como la resonancia magnética o la ecografía ayudan a confirmar el diagnóstico.
Su identificación oportuna es clave. Intervenir en las primeras fases mejora el pronóstico y acorta la duración de los síntomas. Sobre este punto, y a modo de ejemplo, el estudio publicado en Journal of Ultrasound demostró que la hidrodilatación guiada por ecografía, combinada con fisioterapia, resulta más eficaz si se aplica antes de alcanzar la rigidez completa.
Tratamientos actuales y evidencia disponible
El tratamiento del hombro congelado evolucionó, aunque aún no hay un protocolo unificado. Las estrategias incluyen fisioterapia, analgésicos, antiinflamatorios no esteroideos, corticoides (orales o inyectables), hidrodilatación y, en casos refractarios (resistes a los tratamientos tradicionales), cirugía.
La fisioterapia es el pilar del abordaje conservador. Mayo Clinic y Cleveland Clinic coinciden en que los ejercicios de amplitud de movimiento, acompañados de un compromiso sostenido con la rehabilitación, son fundamentales para la recuperación.
Las infiltraciones con corticoides alivian los síntomas en las etapas iniciales, aunque su efecto es transitorio. La hidrodilatación —inyección intraarticular de solución salina y corticoides guiada por ecografía— mostró buenos resultados, especialmente al combinarse con fisioterapia personalizada.

El trabajo publicado en Climacteric cita estudios clínicos que muestran que estos tratamientos logran buenos resultados si se inician a tiempo, reduciendo la necesidad de intervenciones más invasivas.
Respecto a la terapia hormonal, National Geographic y la revista Climacteric señalaron que la terapia de reemplazo hormonal (TRH) podría prevenir o aliviar los síntomas musculoesqueléticos, incluido el hombro congelado.
La Dra. Kathleen Jordan, directora médica de Midi Health, afirmó a National Geographic que la TRH es una de las intervenciones más eficaces para el dolor articular vinculado al hipoestrogenismo, aunque debe evaluarse caso por caso.
Las opciones quirúrgicas quedan reservadas, entonces, a cuadros en los que el tratamiento conservador falla. El estudio de Journal of Clinical Medicine advirtió que muchas mujeres menopáusicas no acceden de forma temprana a tratamientos adecuados debido a la subestimación de su dolor, lo que retrasa intervenciones efectivas.

El reconocimiento del hombro congelado como parte del síndrome musculoesquelético amplió la investigación clínica y mejoró el enfoque terapéutico. National Geographic destacó, en ese sentido, que una nueva generación de especialistas en salud femenina favoreció el acceso a tratamientos basados en evidencia.
En paralelo, Climacteric resaltó el rol de intervenciones complementarias como el ejercicio de resistencia y la suplementación con vitamina D, magnesio y vitamina K2 para preservar la masa ósea y muscular en mujeres posmenopáusicas. La hidrodilatación guiada y la fisioterapia personalizada continúan como intervenciones de primera línea, sobre todo si se aplican en fases tempranas.
Salud
Andar en bicicleta o caminar, ¿qué es mejor para la salud cardiovascular?
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6 días atráson
3 junio, 2025Por
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Ambas prácticas tienen múltiples beneficios para el organismo. En el Día Mundial de la Bicicleta, un repaso por sus efectos en la prevención de enfermedades cardíacas, control metabólico y fortalecimiento muscular
Cada 3 de junio se conmemora el Día Mundial de la Bicicleta, una iniciativa de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) que busca fomentar su uso por sus múltiples beneficios sociales, ambientales y de salud.
En 2025, la Organización Mundial de la Salud (OMS) publicó un análisis al respecto de su director general, Tedros Adhanom Ghebreyesus, quien apuntó: “Caminar y andar en bicicleta mejora la salud y hace que las ciudades sean más sostenibles. Cada paso que damos y cada paseo ayudan a reducir la congestión, la contaminación atmosférica y las enfermedades. No obstante, debemos hacer que los desplazamientos a pie y en bicicleta sean seguros, para que más personas opten por estas opciones más saludables y ecológicas”.

Caminar o andar en bici: sus beneficios para la salud cardiovascular
Tras analizar a 82.297 personas durante 18 años, el trabajo concluyó que “en comparación con los desplazamientos no activos, el uso de la bicicleta se asoció con un menor riesgo de mortalidad por todas las causas, un riesgo un 24% menor de hospitalización por enfermedades cardiovasculares, prescripción de medicación cardiovascular y prescripción por problemas de salud mental”. En cuanto a la caminata, el mismo estudio señaló que las personas “que caminaban al trabajo tenían un riesgo 10% menor de hospitalización por enfermedad cardiovascular y de recibir medicación para tratarla”.
Sin embargo, el trabajo también advirtió sobre un riesgo mayor de lesiones entre ciclistas: “Quienes se desplazaban en bicicleta tenían casi el doble de riesgo de hospitalización por colisiones de tráfico en comparación con los no activos, aunque este fue un evento relativamente infrecuente (83 hospitalizaciones en 18 años)”. Estos eventos reflejan la necesidad de infraestructuras seguras para garantizar los beneficios del ciclismo sin aumentar riesgos viales.

En 2022, la OMS publicó un informe en el que apuntó: “Andar en bicicleta y caminar puede ayudar a combatir el sobrepeso y reducir la inactividad física. Los desplazamientos activos se asocian con una disminución de aproximadamente el 10% del riesgo de enfermedad cardiovascular y una disminución del 30% del riesgo de diabetes tipo 2″.
Fortalecimiento muscular, según la intensidad que se busca
Tanto caminar como andar en bicicleta activan los músculos de las piernas. Según una revisión de Public Health England, “el ciclismo se asocia con mejoras en la composición corporal” y permite reducir el porcentaje de grasa corporal cuando se lo realiza con frecuencia.
El mismo informe destacó que andar en bicicleta “beneficia la capacidad cardiorrespiratoria en adultos”, lo que implica también un refuerzo de la musculatura involucrada en la resistencia aeróbica. Por su parte, caminar actúa sobre músculos estabilizadores, fortalece los tobillos y las caderas, y mejora el equilibrio, especialmente en personas mayores o con movilidad reducida. Además, se asocia con mejoras en la salud musculoesquelética de mujeres posmenopáusicas y personas con dolor lumbar crónico, según precisó el análisis.
Si bien el ciclismo podría promover un fortalecimiento más marcado debido a la carga mecánica del pedaleo, caminar también ofrece beneficios relevantes, particularmente en términos de mantenimiento de la masa muscular con bajo impacto en las articulaciones, de acuerdo a los expertos.
Bajar de peso: ambas son buenas alternativas
Ambas actividades son aliadas eficaces en estrategias de control del peso. La OMS ha indicado que caminar “durante 30 minutos o andar en bicicleta durante 20 minutos la mayoría de los días reduce el riesgo de mortalidad en al menos un 10%”.

En el informe de Public Health England detallaron que caminar con regularidad genera descensos en el índice de masa corporal, el perímetro de cintura y el peso, particularmente en personas inactivas o con sobrepeso. El ciclismo, por su parte, está significativamente asociado con una menor grasa corporal en estudios de cohorte y ensayos clínicos, lo que lo posiciona como una herramienta útil para reducir el exceso de peso.


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