Ni la campaña electoral llega por estos lugares. La Ciudad de Buenos Aires no solo concentra el presupuesto económico más exuberante del país, también un holgado y variopinto abanico de situaciones complejas que denotan las grandes diferencias sociales que existen en este pequeño terruño.
“Acá no le conocemos la cara ni a la ministra de Educación ni al jefe de Gobierno”, exclama Gerardo, papá de una estudiante que asiste al comercial 35 DE 21 Leopoldo Marechal. El edificio escolar se encuentra en la esquina de Larrazábal y Av. Roca, al lado del parque de las Victorias, una de las zonas más postergadas por la administración macrista. La escuela, poseedora de un gran espacio abierto, recibe a diario a más de mil estudiantes en los diferentes turnos. Funciona desde las 8 de la mañana hasta pasadas las 22.

A poco más de un mes de haber iniciado el ciclo lectivo, ya llevan varios días sin clases por falta de agua. Además, padres, madres y docentes denuncian que los chicos corren riesgo en un edificio que se encuentra en pésimas condiciones de infraestructura, con residuos acumulados en los alrededores y olores nauseabundos en todo el lugar.
“Al lado del laboratorio, que es donde yo trabajo, están esos tanques que se ven en el video que son los tanques que acumulan el agua para las mangueras de incendio. Estos suelen rebalsarse y se genera ahí como un enchastre bastante inseguro en términos de dengue y suben las napas con un olor bastante nauseabundo”, describe en diálogo con Tiempo Patricia Nazar, docente del Comercial 35.

En ese espacio, que cada tanto se inunda, se encuentra la caja eléctrica, donde está conectada la bomba que llena el tanque de agua para la escuela. Antes del inicio de clases esa bomba se quemó
“El primer día que regresamos a clase, que tenemos que tomar posesión del cargo y que se tienen que presentar los estudiantes para hacer el período de acompañamiento de febrero, llegamos y no había agua. Por entonces hacía 40 grados de térmica y ni siquiera se podían utilizar los baños. Toda la primera semana estuvimos así”, agregó la docente.
El Comercial 35 es un edificio de grandes dimensiones. Tiene tres turnos con aproximadamente mil estudiantes y 130 profesores. La empresa tercerizada que trabaja para el GCBA, y que se encarga del mantenimiento escolar de toda la zona, se llama “Mejores Hospitales».
La empresa se acercó al establecimiento educativo que estuvo sin clases toda la semana. Los chicos tenían que estar atentos a sus redes sociales donde las autoridades informaban si tenían que venir a cursar o no. La solución que encontró la empresa encargada para “reparar el desperfecto de la bomba”, fue instalar un peligroso sistema de cableado eléctrico, con varios enchufes alrededor, apoyados en el piso, donde cada tanto el agua rebalsa (ver video).
“Así está esto desde el 13 de febrero. La pared del laboratorio el año pasado estuvo con problemas eléctricos, saltaba la térmica y era una línea de electricidad que no podíamos usar. Son enchufes de pared de un laboratorio escolar, o sea, no tienen ni las medidas de seguridad ni el voltaje para alimentar una bomba que permita llenar el tanque y proveer de agua potable a todo un establecimiento educativo de estas dimensiones”, termina la docente.
Las familias en alerta
Ante la ausencia total del Estado porteño, las familias de los más de mil estudiantes que asisten al Comercial 35, comenzaron a hacerse oír.
“Yo quiero que venga a poner la cara el señor Jefe de gobierno”, señaló a este medio Raúl, papá de un joven estudiante que asiste al Comercial. “Me parece una falta de respeto que nos discriminen de esta forma porque somos pobres. Nosotros vamos a seguir defendiendo a la educación pública”, resalta.
Desde la escuela realizaron todos los reclamos correspondientes. Elevaron las solicitudes a la supervisión y ésta al ministerio de Educación de la Ciudad.
“Ante cada reclamo, el único que venía a nuestra escuela era el encargado de la cuadrilla de la empresa Mejores Hospitales, un hombre que entiende mucho menos que yo de electricidad, algo que salta a simple vista porque los comentarios que hacía dejaban mucho que desear”, agregó la docente Nazar.
El laboratorio donde trabajan los chicos, hace más de un año y medio que se encuentra con las baldosas rotas, que se inunda cada vez que llueve. Ni el gobierno ni la empresa tercerizada brindan una solución definitiva.