Aun con una gran propaganda en contra, el consumidor del mundo desarrollado continúa dando señales de su preferencia por los productos naturales frente a sucedáneos multiprocesados
Los alimentos de origen animal han venido sufriendo toda clase de embates en el mundo desarrollado. Desde el ataque de grupos ambientalistas atribuyéndole responsabilidades en el cambio climático hasta las constantes recomendaciones de reducir su ingesta por cuestiones de salud. Ha habido incluso sugerencias al respecto en ámbitos oficiales de Estados Unidos y algunos países de la Unión Europea.
La realidad, la que se palpa a nivel del consumidor, parece ir en sentido contrario, y debería ser un aliciente para los ganaderos de todo el planeta. El español Juan Pascual, autor de “Razones para ser omnívoro”, dice que lo mejor para nuestra salud es tener una dieta variada y que contenga productos de origen animal. Y asegura que no hay señales de que los habitantes del mundo desarrollado estén pensando en abandonar la proteína que aporta la carne vacuna.
Su enumeración recuerda que muchos medios -algunos aún lo hacen- se animaban a titular con letras de molde: “El futuro será plant-based.Carne, leche y huevos terminarán arrinconados por sus sustitutos vegetales”. Pascual propone comprobar formalmente cómo “la realidad del consumo ha dejado esas predicciones en lo que eran: ciencia ficción”.
Tampoco han tenido mayor difusión los sustitutos lácteos multiprocesados. El consumidor prefiere los quesos originales (AP)
Las estadísticas demuestran que en Inglaterra en los últimos 10 años se ha reducido el consumo de cereales y se aumentó el de proteína animal en el desayuno. Como resultado, el negocio de cereales para la primera comida de la mañana (el del Reino Unido es el mayor de Europa) está al borde del colapso. “Por caso, un fabricante se prepara para recortar 300 empleos, mientras que otro ha presentado propuestas para cerrar una importante planta en Merseyside. También anunció que dejará de producir cereales de marca propia para supermercados. En conjunto, las 10 principales marcas de cereales del Reino Unido vendieron 10,1 millones de kilos menos durante el año pasado hasta septiembre”.
En el mismo camino, Pascual explica que las ventas de sustitutos de queso en Estados Unidos han caído a tan solo 8 millones de dólares al mes, con un volumen que baja un 4,4 % mensual. En cambio, las ventas de queso natural ascienden a 1200 millones de dólares al mes, con un crecimiento del 3,5 % mensual. “Al parecer, preferimos comida real a sustitutos lácteos ultraprocesados sin valor nutricional. ¡Quién lo hubiera dicho!”, ironiza el escritor.
Por lo demás, un grupo de especialistas encontró que en promedio, los sustitutos analizados contenían 60 veces menos proteínas, 8 veces menos calcio y un 50 % más de sal por cada 100 g de producto. La composición de ácidos grasos fue menos favorable en comparación con un queso semiduro convencional: un 50 % más de ácidos grasos saturados, casi cinco veces menos ácidos grasos monoinsaturados y solo un tercio de los ácidos grasos. poliinsaturados por cada 100 g de producto, respectivamente, pero sin ácidos grasos trans.
. Después de un primer momento de furor, el valor de las compañías que producen sucedáneos de la carne ha retrocedido fuertemente (AP)
Paralelamente, las valoraciones en Bolsa de las empresas que generan los productos vegetales que imitan lácteos están mostrando resultados desastrosos. No les está yendo mucho mejor a las empresas que elaboran alternativas vegetales a la carne: cierres, despidos, desinversión. “Es una pena para las personas involucradas. El producto simplemente no se vende”, resume Pascual.
La primera compañía en experimentar con sucedáneos de la carne en Estados Unidos se ha visto en la necesidad de recortar nuevamente su personal. La demanda no tiene nada que ver con la de la carne real, incluso en circunstancias extremas como la proximidad de un huracán. Pascual hace referencia a una famosa foto de una góndola en un supermercado en la Florida. La gente barrió con la carne vacuna ante la proximidad de un severo fenómeno climático, pero casi no tocó los sucedáneos elaborados a partir de vegetales.
La misma suerte -desinversión- está corriendo la carne cultivada. Aún no comercializada entre el gran público, sigue siendo una quimera y los inversores cada vez apuestan menos por ella. Incluso no pasa mucho tiempo hasta que es alcanzada por la prohibición en un nuevo estado de la Unión; entre los últimos están Wyoming y Montana.
La carne cultivada en laboratorio tampoco estaría en condiciones de desplazar a la carne vacuna de las preferencias del consumidor(Reuters 163)
Pascual destaca que, por el contrario, el consumo de carne aumenta en España en más de un 6% y los huevos casi un 8% en el último año. En países que tradicionalmente parecen más inclinados a reducir la imgesta de carne, lejos de ser así, este se incrementa. “La demanda varía con el tiempo, pero es evidente que las alternativas a la carne no han funcionado, el mercado las rechaza y son ya unas cuantas las empresas que cierran o quedan al borde del quebranto en la Bolsa”.
No es una cuestión de oferta insuficiente. Los productos alimenticios vegetales sustitutos de la carne son cada vez más comunes en supermercados y restaurantes. En 2019, Gallup descubrió que la mitad de los estadounidenses conocían estos productos y cuatro de cada 10 los habían probado. Quienes reportaron una reducción en su consumo de carne generalmente citaron razones de salud y ambientales para hacerlo. Sin embargo, estos cambios no se han traducido en un aumento en la adopción de dietas vegetarianas o veganas, ya que es bajo el porcentaje de los adultos estadounidenses que siguen cualquiera de estas dos opciones.
El especialista español insiste en dejar de lado discursos ideologizados y ceñirse a la ciencia y los datos disponibles. “Que cada uno coma lo que le apetezca, pero la densidad nutricional de carne, leche, huevos y pescado es única. Contienen nutrientes exclusivos y parece que la gran mayoría del público los prefiere.
Una investigación de la Universidad de California reveló que dormir menos de lo recomendado aumenta las posibilidades de contraer enfermedades comunes
Un estudiodirigido por el doctor Aric Prather, investigador de la Universidad de California en San Francisco, reveló que las personas que duermen menos de seis horas por noche tienen más del doble de probabilidades de resfriarse que aquellas que duermen más de siete.
Si bien el sueño se asocia habitualmente con la sensación de cansancio, su influencia abarca todos los sistemas corporales, desde la inmunidad hasta la piel. El cuerpo no solo se restaura al dormir, también se protege, se equilibra y se prepara para funcionar.
Según diferentes estudios de Verywell Health, existen al menos 15 manifestaciones concretas, algunas sutiles y otras más visibles, que pueden advertir que el cuerpo está operando con un déficit de descanso.
1- Dolores musculares sin causa aparente
Dormir menos de seis horas afecta la recuperación de los tejidos musculares y agrava estados inflamatorios (Imagen ilustrativa, no real, realizada por IA)
Durante el sueño se lleva a cabo la reparación de tejidos musculares. La interrupción de este proceso impide la regeneración celular y fomenta estados inflamatorios.
Además, según la fuente, la privación de sueño no solo deteriora la recuperación física sino que también amplifica la percepción del dolor y eleva el riesgo de cronificación.
2- Fatiga persistente
Sentirse somnoliento no es lo mismo que experimentar fatiga. Esta última se manifiesta como una caída pronunciada de la energía vital, incluso después de haber dormido una cierta cantidad de horas. Si el cuerpo no consigue reponerse durante la noche, puede quedar en un estado de debilidad general que impide sostener la rutina diaria.
3- Ojeras y deterioro de la piel alrededor de los ojos
La zona ocular suele ser el primer lugar en mostrar señales. La piel que rodea los ojos, al ser la más fina del cuerpo, acusa inmediatamente la falta de regeneración celular provocada por el mal descanso. Esto genera acumulación de sangre por mala circulación y deriva en ojeras.
También puede notarse flacidez o palidez, y en casos prolongados, el desarrollo de arrugas prematuras como las llamadas “patas de gallo”.
Ojeras y arrugas prematuras son señales visibles de que el cuerpo no está descansando lo suficiente (Imagen ilustrativa, no real, realizada por IA)
4- Dificultades para conciliar el sueño
Un exceso de actividad física, mental o emocional puede desencadenar un estado de sobreestimulación que impide que el cuerpo se relaje para dormir, incluso si se siente agotado. Esta contradicción, señalada por un estudio, es habitual en personas que atraviesan episodios de estrés intenso o que entrenan en exceso.
5- Bajo rendimiento cognitivo y funcional
Solo una o dos horas menos de sueño por noche pueden afectar la capacidad para ejecutar tareas cotidianas. Las consecuencias incluyen mayor número de errores, tiempos de reacción más lentos y menor concentración. En actividades como manejar un vehículo o estudiar, estos efectos pueden ser particularmente graves.
6- Pérdida de motivación
La privación de sueño altera la evaluación del esfuerzo. El cerebro comienza a valorar menos la recompensa que se obtiene a cambio del trabajo realizado, lo que puede generar una sensación de apatía y falta de iniciativa, aun ante tareas habituales.
El bajo rendimiento cognitivo está relacionado con la falta de sueño, dificultando tareas cotidianas y aumentando errores (Imagen ilustrativa, no real, realizada por IA)
7- Problemas en la visión
Los ojos también necesitan descanso. Dormir poco reduce la lubricación ocular, lo que se traduce en sequedad, picazón y enrojecimiento. También pueden aparecer espasmos (tics oculares), sensibilidad a la luz y visión borrosa, debido a que los músculos oculares no logran adaptarse con normalidad.
8- Irritabilidad y mal humor
Dormir mal reduce la capacidad de regulación emocional. Las personas cansadas tienden a reaccionar con mayor intensidad ante estímulos negativos, a tener menos tolerancia al estrés y a percibir las situaciones cotidianas como más adversas de lo que son.
9- Aumento de peso
La falta de sueño altera las hormonas que regulan el hambre y se incrementa la grelina (que estimula el apetito) y disminuye la leptina (que produce saciedad). Este desequilibrio favorece la ingesta excesiva, especialmente de alimentos poco nutritivos, como respuesta al agotamientomal interpretado por el cuerpo como necesidad de energía inmediata.
La relación entre sueño y hormonas afecta el hambre, aumentando el riesgo de aumento de peso (Imagen ilustrativa, no real, realizada por IA)
10- Lapsos de memoria y microsueños
Durante el sueño, el cerebro organiza y archiva información. Sin ese proceso, los recuerdos se desorganizan y la capacidad de retención disminuye. A esto se suma el fenómeno del microsueño, que son momentos breves en que una persona se queda dormida por unos segundos sin darse cuenta, lo que puede derivar en pérdida de información importante.
11- Mayor propensión a la ansiedad y la depresión
El insomnio crónico (no dormir bien al menos tres noches por semana durante tres meses o más) eleva el riesgo de trastornos del estado de ánimo. Esta relación es bidireccional: la ansiedad y la depresión también pueden interferir con el sueño, creando un ciclo perjudicial difícil de romper.
12- Mayor frecuencia de enfermedades
El sistema inmunológico depende del sueño para producir anticuerpos y proteínas esenciales. Cuando el cuerpo no descansa, se vuelve más susceptible a infecciones.
Un estudio citado en el artículo indica que dormir menos de siete horas triplica el riesgo de contraer un resfriado. A largo plazo, este déficit puede contribuir al desarrollo de enfermedades crónicas como hipertensión, obesidad o enfermedades cardíacas.
Problemas cutáneos como acné o resequedad empeoran con la falta de descanso reparador (Imagen ilustrativa, no real, realizada por IA)
13- Frecuencia cardíaca en reposo más alta
Un aumento en los niveles de cortisol, la hormona del estrés, producto del mal descanso, puede elevar la frecuencia cardíaca. Esta señal es especialmente relevante en atletas, ya que puede indicar sobre entrenamiento o recuperación incompleta. También se vinculó con el desarrollo de ansiedad.
14- Brotes en la piel y deterioro cutáneo
Al dormir, se incrementa el flujo sanguíneo a la piel y se favorece la producción de colágeno y elastina. Dormir poco interrumpe estos procesos, debilita la flora bacteriana protectora (como el Staphylococcus epidermidis) y agrava condiciones como el acné, la resequedad o la sensibilidad cutánea.
15- Descenso del deseo sexual
El agotamiento físico y mental puede disminuir la libido. En el plano hormonal, la falta de descanso reduce los niveles de testosterona, con impacto directo en el deseo sexualde personas de cualquier sexo. Un estudio citado por Verywell Health indica que una hora más de sueño aumentó la actividad sexual en mujeres en un 14 % al día siguiente.
Investigaciones recientes proponen cambios en la prevención médica tras episodios relacionados con coágulos cerebrales
(HealthDay News) – El riesgo de un ACV(accidente cerebrovascular) seguirá siendo alto durante al menos una década después de que una persona tenga un roce leve con un ACV, en forma de un ataque isquémico transitorio o un ACV menor, señala un estudio reciente.
Estos pacientes tienen un riesgo casi un 13 por ciento más de ACV en cinco años, y un aumento del 20 por ciento en el riesgo de una década, reportaron los investigadores en la edición del 26 de marzo de la revista Journal of the American Medical Association.
“Lo que nos sorprendió es en realidad la magnitud de ese riesgo más allá de los 90 días”, dijo el investigador Faizan Khan, becario postdoctoral de la Universidad de Calgary, a tctMD, un servicio de noticias de la Fundación de Investigación Cardiovascular.
”Dado que la mayoría de las clínicas de prevención secundaria solo hacen un seguimiento de sus pacientes durante los primeros 90 días, esperamos que nuestros hallazgos… aumentar la atención sobre este riesgo persistentemente alto”, dijo.
La detección temprana mejora las probabilidades de recuperación tras un ACV (Imagen Ilustrativa Infobae)
Un ataque isquémico transitorio es un bloqueo temporal del flujo sanguíneo al cerebro, según la Asociación Americana del Accidente Cerebrovascular (American Stroke Association).
El coágulo que causa el bloqueo generalmente se disuelve por sí solo o se desplaza, y los síntomas generalmente duran menos de cinco minutos.
Un accidente isquémico transitorio no causa daños permanentes, pero se considera un “accidente cerebrovascular de advertencia” que muestra que un accidente cerebrovascular en toda regla podría estar a la vista, dice la ASA. Los síntomas de un accidente isquémico transitorio incluyen debilidad, dificultad para hablar o entender, y mareos intensos sin razón aparente.
La práctica clínica actualmente se enfoca en el riesgo de ACV dentro de los primeros 90 días tras un AIT o un ACV menor, basándose en investigaciones que muestran que el riesgo de un ACV subsiguiente es alto durante ese periodo, señalaron los investigadores en las notas de respaldo. Sin embargo, los estudios no han evaluado de manera concluyente el riesgo a largo plazo que estos cuasi accidentes con ACV plantean para el cerebro de una persona, apuntaron los investigadores.
Para evaluar ese riesgo, los investigadores agruparon datos de 38 estudios previos en los que participaron más de 171,000 pacientes que sufrieron un AIT o un accidente cerebrovascular menor y cuya salud fue objeto de seguimiento durante al menos un año.Los resultados muestran que el riesgo de un accidente cerebrovascular es aproximadamente un 6% más en un año, pero aumenta al 13% a los cinco años y al 20% a los 10 años.
Nuevos estudios sugieren un mayor riesgo a largo plazo tras incidentes menores de bloqueo de flujo sanguíneo en el cerebro (Pixabay)
El riesgo de accidente cerebrovascular mortal dentro de una década alcanza hasta un alarmante 3%. El riesgo a 10 años de un paciente de sufrir un accidente cerebrovascular provocado por un coágulo es alrededor de un 18 por ciento más alto, y tiene alrededor de un 3 por ciento más de probabilidades de sufrir un accidente cerebrovascular mortal en una década, muestran los resultados.
Estos resultados indican que los médicos deben considerar un AIT o un accidente cerebrovascular menor como una advertencia de luz roja intermitente de que un accidente cerebrovascular más grave podría estar en camino, dijo a tctMD el investigador principal, el Dr. Michael Hill, profesor de medicina de la Universidad de Calgary.”Este es el momento de prestar atención y arreglarlo, y arreglarlo para siempre”, dijo Hill.
* La Asociación Americana de Accidentes Cerebrovasculares (American Stroke Association) ofrece más información sobre los ataques isquémicos transitorios. FUENTES: Revista de la Asociación Médica Americana, 26 de marzo de 2025; tctMD, 26 de marzo de 2025
El organismo humano cambia con los años y sus necesidades nutricionales también. Cuáles son las claves para sostener la energía, cuidar los huesos y fortalecer las defensas
Las vitaminas son compuestos orgánicos esenciales que el organismo necesita en pequeñas cantidades para funcionar correctamente.
Estas sustancias participan en procesos vitales como el metabolismo energético, la función inmunológica y la formación de tejidos. A lo largo de la vida, los requerimientos vitamínicos varíandebido a cambios en el crecimiento, el desarrollo y el envejecimiento.
Durante la infancia, por ejemplo, el cuerpo demanda nutrientes que favorezcan el crecimiento y el desarrollo cognitivo. En la adultez, las necesidades se enfocan en mantener la energía y prevenir enfermedades. En la vejez, es fundamental preservar la salud ósea y la función cognitiva.
Una alimentación equilibrada y adaptada a cada etapa de la vida es clave para satisfacer estos requerimientos. Es importante obtener las vitaminas a través de una dieta variada que incluya frutas, verduras, cereales integrales, proteínas magras y grasas saludables.
Las vitaminas mantienen la salud ósea y cognitiva en las personas mayores (Imagen Ilustrativa Infobae)
En algunos casos, cuando la dieta no cubre las necesidades, puede ser necesario recurrir a suplementos bajo supervisión médica. Sin embargo, la prioridad debe ser siempre la obtención de nutrientes mediante fuentes naturales.
“El cuerpo probablemente no está funcionando de la misma manera a los 40 años que a los 20. Pero con una alimentación equilibrada se puede obtener los nutrientes esenciales y llevar una vida plena”, explicó a Infobae el doctor Ramiro Heredia, especialista en medicina interna del Hospital de Clínicas José de San Martín de la Universidad de Buenos Aires.
“Los adultos sanos no necesitan tomar suplementos según la última evidencia científica. En cambio, hay grupos que pueden ser más vulnerables y requiere la consulta con un profesional de la salud”, aclaró.
¿Qué vitaminas necesitan los niños?
Durante la infancia, las vitaminas A, D, C, hierro y calcio son esenciales (freepik)
Durante la infancia, el crecimiento acelerado y el desarrollo del sistema inmunológico requieren una ingesta adecuada de vitaminas.
La vitamina A es esencial para la visión y el sistema inmunológico; se encuentra en alimentos como zanahorias, espinacas y batatas. La vitamina D, necesaria para la formación ósea, se obtiene a través de la exposición solar y alimentos como pescados grasos y huevos.
Durante la infancia, las vitaminas A, D, C, hierro y calcio son esenciales (Imagen Ilustrativa Infobae)
La vitamina C contribuye al crecimiento y reparación de tejidos y fortalece el sistema inmunológico; cítricos, fresas y kiwis son buenas fuentes.
El hierro es vital para la producción de hemoglobina y el desarrollo cerebral; se halla en carnes magras, legumbres y cereales fortificados.
El calcio, fundamental para huesos y dientes, abunda en productos lácteos, tofu y vegetales de hoja verde.
¿Qué vitaminas se requieren entre los 20 y los 40 años?
Una alimentación balanceada con frutas, verduras, cereales integrales, proteínas magras y grasas saludables es fundamental para obtener las vitaminas necesarias (Imagen Ilustrativa Infobae)
Entre los 20 y los 40 años, mantener la energía y prevenir enfermedades es prioritario. Las vitaminas del complejo B, como B6 y B12, son cruciales para el metabolismo energético y la función cerebral; se encuentran en carnes, huevos y productos lácteos.
La vitamina C sigue siendo importante para el sistema inmunológico y la síntesis de colágeno; frutas cítricas y pimientos son excelentes fuentes.
El ácido fólico es relevante para mujeres en edad fértil, ya que previene defectos del tubo neural en el feto; se obtiene de vegetales de hoja verde, legumbres y cereales fortificados.
El hierro continúa siendo esencial, especialmente para mujeres con menstruaciones abundantes, y puede obtenerse de carnes rojas, espinacas y lentejas.
¿Qué vitaminas necesitamos entre los 40 y los 60 años?
Los frutos secos contienen vitaminas B, E, ácido fólico y vitamina D. (Imagen Ilustrativa Infobae)
A partir de los 40 años, el metabolismo se ralentiza y aumenta el riesgo de enfermedades crónicas. La vitamina D y el calcio son fundamentales para mantener la salud ósea y prevenir la osteoporosis; se encuentran en productos lácteos, pescados grasos y se sintetizan con la exposición solar.
El magnesio ayuda a regular la presión arterial y favorece la función muscular; se halla en frutos secos, legumbres y cereales integrales.
Los ácidos grasos omega-3 contribuyen a la salud cardiovascular y cognitiva; pescados como el salmón y las semillas de lino son buenas fuentes. La vitamina B12, cuya absorción puede disminuir con la edad, es esencial para la función nerviosa y se obtiene de alimentos de origen animal.
¿Qué vitaminas necesitamos después de los 60 años?
Después de los 60 años, las prioridades vitamínicas incluyen la vitamina D, calcio, vitamina B12, omega-3 y vitamina E (Imagen Ilustrativa Infobae)
En la tercera edad, mantener la salud ósea, cognitiva y cardiovascular es esencial. La vitamina D y el calcio siguen siendo prioritarios para prevenir la osteoporosis.
La vitamina B12 es crucial para la función cognitiva y puede requerir suplementos si hay dificultades de absorción. Los ácidos grasos omega-3 apoyan la salud del corazón y el cerebro.
Además, la vitamina E actúa como antioxidante, protegiendo las células del daño; se encuentra en aceites vegetales, frutos secos y semillas. Mantener una dieta variada y equilibrada, adaptada a las necesidades cambiantes del organismo, es clave para un envejecimiento saludable.