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“Roberto había sido el hombre de mi vida y yo estaba ciego”: de los años de juventud jugando al fútbol a una gran revelación

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Juan y Roberto se conocieron en un potrero de Villa Modelo en la década del 70. El primero, el goleador del equipo, era un buen compañero y el “fachero” que salía con cuanta mujer se le cruzara. Roberto, el arquero, lo amó en secreto toda su vida, luego de un acercamiento fallido. El desenlace inesperado en la madurez y las ganas de recuperar el tiempo perdido

“Viví sintiendo que había algo mal en mí. Me convencí de que estaba fallado, que lo que sentía por ‘Don’ no podía ser amor. Entonces durante 50 años me anulé, callé e hice todo lo que ‘había que hacer’”, se despacha Roberto para introducir la historia que tuvo guardada durante casi toda su vida. “¡Pará Roberta! No empieces con sentimentalismos… Lo importante es todo lo que nos queda por vivir juntos”, dice Juan, alias “Don” como lo apodaron en la adolescencia por su fama de Don Juan y como lo llamaremos a partir de ahora.

En el invierno del 74, la platea albiceleste estaba caldeada: el fixture de la Copa Mundial que se disputó en Alemania no favoreció al conjunto dirigido por Vladislao Cap y, tras superar la fase de grupos, Argentina fue acribillada por la mítica “Naranja Mecánica” de Johan Cruyff, por 4-0… el resto es historia. Sumado a que justo cinco días después de la derrota futbolística, el 1 de julio, fallecía el General Juan Domingo Perón y el país estaba de luto. Ese domingo mientras disputaban la final del campeonato de clubes, un delantero del equipo contrario se rió de Roberto luego de marcarle el quinto gol: “¿Qué sos Clemente? El arquero sin manos”, dijo el de Barracas, y absolutamente todo el plantel, hasta el banco suplente, estalló a carcajadas. Pero hubo un sólo valiente que defendió a Roberto: “¿Qué te pasa cabeza de termo? ¿Querés pelear?”, se abalanzó Don con los tapones de punta. Acto seguido, se desató una batalla campal en el rústico estadio de zona sur.

Amores Reales, Juan y Roberto (Imagen Ilustrativa Infobae)Amores Reales, Juan y Roberto (Imagen Ilustrativa Infobae)

El equipo de Avellaneda perdió pero, a pesar de los cinco tantos en contra que le metieron, Roberto salió triunfante al escuchar las palabras que Don le susurró al oído: “Hay cosas más importantes que ganar… cosas como no dañar o no avergonzar a otros”, lo sorprendió dándole una palmada en el hombro, con la camiseta todavía embarrada y la cara hinchada de los golpes que se había comido por defenderlo. “Nunca me voy a olvidar de ese gesto. Imaginate lo que es tener todo un estadio de pibes riéndose de vos, hasta tus propios compañeros embroncados por ‘hacerlos perder’. Y de repente, el más querido por todos, sacando el pecho por mí”, dice Roberto abrazando al hombre que tiene al lado, y luego de un suspiro agrega: “Ahí me enamoré profundamente de Don. ¡Él se puso la 10 por mí! Ya sentía cosas y me las autocensuraba. Pero vino toda esa demostración, ¡y en público!”, señala haciendo montoncito. Esa noche, y todas las que vinieron hasta el jueves siguiente, Roberto no pudo dormir.

Luego de transpirar la camiseta, venía la rutina de siempre: “a las duchas para salir con los muchachos a morfar algo”, dicen a dúo. Esa noche de agosto el vestuario estaba impregnado con el olor a sudor, a esfuerzo y a humedad, mientras las luces fluorescentes titilaban sobre las cabezas de los jugadores. El eco de las voces y los golpes de las duchas caían como una cortina sonora que cubría el ambiente; Roberto sólo oía el eco alentador de su voz interior: “Es ahora, es ahora”. Algunos jugadores ya se habían sacado sus camisetas, dejando a la vista los músculos tensos y las marcas de un entrenamiento exigente, como Don, que fue el primero en meterse debajo del chorro caliente. El arquero se coló en la ducha de al lado y sosteniendo el jabón le hizo una seña a su mejor amigo y le dijo: “¿Te lo paso?” El delantero con su mejor gambeta esquivó la propuesta, con delicadeza, sin exponer ni ofender a Roberto le respondió: “No, no, gracias Robert… a esta espalda sólo la tocan minas”. El arquero entendió el mensaje y la escena terminó en silencio.

"A esta espalda solo la tocan las minas", le dijo Don a Roberto en el vestuario (Imagen Ilustrativa Infobae)“A esta espalda solo la tocan las minas”, le dijo Don a Roberto en el vestuario (Imagen Ilustrativa Infobae)

Un par de jugadores se relajaba contra los bancos de madera, charlando sobre las jugadas clave del entrenamiento. Reían, se tomaban el pelo entre ellos, burlándose de un pase fallido o de una jugada que no salió como esperaban. Mientras, en un rincón, Don y Roberto se cambiaban mudos, con las miradas perdidas, aún procesando la intensidad de lo ocurrido hacía instantes. Un golpe seco contra un armario rompió la monotonía: alguien lanzó con frustración una camiseta arrugada, y otro a la voz de “¡calmate!” indicó que la seguían en la cena.

En el bodegón de la Av. Debenedetti, mientras los compañeros de equipo conversaban sobre tácticas para el próximo partido, la atmósfera era relajada pero cargada de camaradería, menos Roberto y Don que ya no se podían sostener la mirada. “Sentí que lo había arruinado todo y no podía ni mirarlo”, dice el arquero, y el otro agrega: “No entendía si yo le gustaba o habían sido mis fantasmas, pero mi estrategia a partir de ahí fue hacer como si nada. Hay cosas de las que es mejor no hablar”, decreta Don. La energía del equipo, aunque algo apagada por el cansancio, seguía siendo palpable: la cena post entrenamiento es un lugar donde los esfuerzos compartidos se sienten, donde las rivalidades y las bromas se mezclan con un respeto mutuo, como si cada uno fuera consciente de que el trabajo en equipo es lo que los hace avanzar. Esa misma energía que ayudó a los amigos confundidos a continuar, “como si aquí no hubiera pasado nada”.

Pero a Roberto entrenar ya le dolía, y no era una molestia física, sino la tortura de no poder abrazar o mirar a Don como antes del “incidente” en el vestuario. Seguían siendo los mejores amigos pero ambos sabían que “algo” había cambiado y la incomodidad era insoportable. Así fue que al año siguiente, cuando volvieron los entrenamientos, Roberto se puso a tono con la represión del país y tomó una decisión drástica: “Me dejé de joder, colgué los botines y con ellos mis verdaderos deseos. Me puse de novio con Lucía que era la mujer ideal para ‘hacer todo lo que había que hacer’ y andaba loca por mí desde primer grado”, es su forma de explicar que no sólo dejó el fútbol para siempre, sino que abandonó sus ilusiones para tomar por prestadas “las de la gente normal”.

Dicho y hecho, al año Roberto se casó con Lucía y tuvo muchos momentos de felicidad: “Sobre todo cuando nacieron nuestros hijos que son la luz de mis ojos”, dice emocionado y con algo de culpa en la comisura de sus labios. Durante años, se construyó la fachada del hombre perfecto para esos tiempos: un marido devoto, un padre ejemplar, un empresario exitoso y un amigo leal. “Me volví un pecho frío, bah…”, dice por lo bajo. Cada mañana, se despertaba con la convicción de que debía cumplir con las expectativas que la sociedad y él mismo le habían impuesto. En su hogar, era el pilar de estabilidad, siempre dispuesto en la crianza de los niños, a complacer los deseos de su esposa y a mantener la armonía. En su trabajo, era el líder admirado por su visión estratégica y su capacidad para resolver problemas con calma. Con sus amigos, era el compañero fiel, el que nunca fallaba, el que siempre tenía una sonrisa y una palabra de aliento. La perfección era su traje diario, un rol que desempeñaba tan bien que, con el tiempo, incluso él mismo comenzó a creer que era la única versión de sí mismo. Y Don siempre seguía presente en todos los acontecimientos más importantes de su vida.

Roberto se casó con Lucía, la mujer ideal "para hacer todo lo que debía hacer" (Imagen Ilustrativa Infobae)Roberto se casó con Lucía, la mujer ideal “para hacer todo lo que debía hacer” (Imagen Ilustrativa Infobae)

Sin embargo, debajo de esa máscara cuidadosamente construida, Roberto se sentía cada vez más vacío. Sus emociones y deseos reales estaban reprimidos, ahogados por la constante necesidad de cumplir con todas esas expectativas ajenas. En su interior, luchaba con un torbellino de inseguridades, miedos y frustraciones que no se atrevía a compartir. La presión de mantener la perfección lo había aislado de sus propias pasiones y sueños –como el fútbol y Don–, y comenzó a sentir que su vida se había convertido en una rutina sin alma.

Cada vez que estaba solo, el reflejo en el espejo le devolvía la imagen de un hombre que no reconocía, alguien que había perdido su autenticidad en el proceso de agradar a los demás. Ya no recordaba la última vez que se permitió sentir realmente: reír sin preocuparse por la apariencia, o llorar sin temor a ser juzgado. O mejor dicho, sabía bien que su último instante de autenticidad había sido la noche del vestuario de 1974, y que el previo episodio en el accidentado partido que Don lo protegió había sido su oportunidad final de amar realmente. Pero también, cada noche, se consolaba con el gran trabajo que había logrado para arrancar “los malos pensamientos” de su mente y mantener a su amigo en su vida.

Roberto ya no reconocía la imagen que le devolvía el espejo (Imagen Ilustrativa Infobae)Roberto ya no reconocía la imagen que le devolvía el espejo (Imagen Ilustrativa Infobae)

La historia de Don, previsible, había seguido por un carril muy diferente. Era el prototipo del soltero empedernido, aquel que causaba suspiros en cada lugar en el que entraba. Con su aspecto impecable, una mezcla de carisma y seguridad, aún pasaban los años y seguía siendo la envidia de sus amigos. Se entregaba a la vida nocturna con desenfreno, disfrutando de cada conquista sin ningún compromiso, cambiando de pareja con la misma facilidad con la que cambiaba de medias. Para él, las relaciones eran fugaces, como un juego sin reglas ni consecuencias, y no veía sentido en formar una familia. Nunca se había siquiera planteado la paternidad. “Al menos que yo sepa, hijos no tengo”, hace el chiste fácil propio de los hombres. Prefería la libertad de la soltería, la adrenalina de la seducción y el reconocimiento que le brindaban esas historias efímeras, pero vacías. “Sí, vacías”, dice por primera vez con tristeza. Aunque sus amigos lo admiraban y su vida parecía una fiesta de placeres, en su interior había algo que faltaba: un deseo de conexión genuina que nunca se atrevió a explorar.

Don llevó una vida nocturna entregada a los placeres efímeros (Imagen Ilustrativa Infobae)Don llevó una vida nocturna entregada a los placeres efímeros (Imagen Ilustrativa Infobae)

Pero luego de la Copa América 2024, cincuenta años después, Don despertó. “Es muy loco, lo sé”, se ataja para relatar su repentino momento de iluminación: “La noche que estaba viendo la transmisión de la Copa, en la entrega de premios, cuando le estaban dedicando el Guante de Oro al Dibu Martínez, se me cayeron todos los jugadores juntos”, dice mientras empuja con su índice un dominó imaginario. “Quería estar con Roberto. Se me vino todo junto a la cabeza: el día de la goleada, la noche del vestuario y cómo extrañaba al otro Roberto… al que me miraba antes de que le sacara la roja”, relata emocionado sin poder dejar de recurrir a los términos futboleros, y poniéndose más romántico y reflexivo confiesa: “De repente entendí por qué entre tanto baile recorrido no existía en el mundo la mujer de mi vida, claro, es que no había lugar para eso porque Roberto había sido el hombre de mi vida y yo estaba ciego”.

"Ojalá me hubiera dado cuenta hace 50 años pero, bueno, nunca es tarde para el amor verdadero”, le dijo por Whatsapp Juan a Roberto  (Imagen Ilustrativa Infobae)“Ojalá me hubiera dado cuenta hace 50 años pero, bueno, nunca es tarde para el amor verdadero”, le dijo por Whatsapp Juan a Roberto (Imagen Ilustrativa Infobae)

“Vos te merecés esos y todos los guantes de oro del mundo”, lo whatsappeó Don a su amigo. “Él me la había dejado picando hacía 50 años pero yo estaba en otra, por eso ahora quería ir cortita y al pie”, continúa con su vocabulario del hincha nato. Había algo dentro suyo desenfrenado y necesitaba sacarlo: “Mis guantes de oro son para vos, sin duda. Ojalá me hubiera dado cuenta hace 50 años pero, bueno, nunca es tarde para el amor verdadero”, agregó con un emoji de corazón, dato que no sería relevante si no fuera porque Don jamás solía enviar este tipo de mensajes, ni en broma, mucho menos mandar corazoncitos y, “¿entre tipos?”, dice escandaloso simulando a un juez de antaño. Súbitamente había descubierto que jamás se había sentido más feliz que con Roberto y, como un trailer de Hollywood, una mini película se proyectó mostrándole cada una de las mejores anécdotas compartidas entre los dos. Siempre había un denominador común: la felicidad. Atónito, Roberto se cercioró que el que escribía fuera realmente su amigo. “Salté de la cama. Y sí, para mi alegría, era Don”, recuerda todavía con la emoción intacta. No fue fácil: sin develar que lo suyo era un amor pendiente desde la adolescencia. “¿Para qué? La sinceridad sin empatía es crueldad y, a pesar de mis instintos naturales, amo a mi familia”.

Amores Reales, Juan y Roberto - VisualesIA (Imagen Ilustrativa Infobae)Amores Reales, Juan y Roberto – VisualesIA (Imagen Ilustrativa Infobae)

Roberto tuvo que explicarle a su mujer e hijos, ya grandes e independientes, lo que le estaba pasando. Las palabras que emanan del corazón entran en el corazón, entonces los suyos supieron entender.

“Hoy estamos más cerca del cajón que de la tribuna”, bromean entre ellos con su eterno espíritu futbolero. Tienen cerca de 70 años pero también tienen salud y, aunque todavía con algo de pudor, por fin dicen: “Qué vamos a seguir esperando”. Roberto y Don entendieron que “los de afuera son de palo”, y hace unos meses caminan de la mano. “Si alguno dice algo, citamos al gran prócer: ‘¿Qué mirá bobo?’”, se divierten coreando. Y por si quedan dudas, rematan: “Estamos decididos a vivir juntos todo nuestro amor y esas aventuras que jamás nos permitimos”.

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Qué son los exosomas y por qué podrían ser claves en la lucha contra el Alzheimer

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Un reciente avance científico señala que la función de estas diminutas estructuras celulares resulta decisiva para el intercambio de señales entre neuronas y ofrece nuevas perspectivas para comprender y abordar enfermedades neurodegenerativas hereditarias

Un equipo de la Universidad de Aarhus realizó un hallazgo importante para entender el Alzheimer familiar, una forma hereditaria de esta enfermedad que afecta la memoria y capacidades cognitivas.

El papel de SORL1 y los mensajes celulares

El estudio, dirigido por Kristian Juul-Madsen y Thomas E. Willnow, en colaboración con el Max-Delbrueck-Center for Molecular Medicine de Alemania, se centró en la variante N1358S del gen SORL1. Esta mutación se encontró en casos de Alzheimer de inicio temprano.

La salud cerebral depende en gran medida de la comunicación eficiente entre neuronas y células de soporte, que permite procesar información, almacenar recuerdos y coordinar funciones vitales (Freepik)

El gen SORL1 es responsable de fabricar una proteína llamada SORLA, que tiene la tarea de organizar el transporte de sustancias dentro de las células cerebrales. Hasta ahora se sabía que SORLA ayudaba a evitar la formación de depósitos dañinos relacionados con el Alzheimer, pero los científicos quisieron saber si su función iba más allá de este proceso.

Uno de los grandes descubrimientos es que, aunque la mutación N1358S no cambia la interacción de SORLA con la sustancia relacionada con la formación de placas en el Alzheimer, sí altera el grupo de proteínas con las que suele trabajar.

La proteína SORLA, producida aLa proteína SORLA, producida a partir del gen SORL1, interviene en mecanismos que van más allá de la prevención de sustancias dañinas, facilitando que las células cerebrales gestionen y transmitan señales de forma adecuada (Imagen Ilustrativa Infobae)

El análisis detallado reveló que los cambios afectan principalmente a la producción y liberación de exosomas. Estas son pequeñas vesículas que las células utilizan para enviarse mensajes e instrucciones entre sí.

Cuando los científicos compararon células con y sin la mutación, vieron una clara disminución en la cantidad de exosomas liberados por células que tenían la variante N1358S o que carecían del gen SORLA.

Además, los exosomas de estas células eran algo más pequeños y presentaban una consecuencia aún más importante: perdían su capacidad para ayudar en el crecimiento y desarrollo de otras neuronas. En las pruebas, exosomas normales aplicados a neuronas jóvenes estimulaban su maduración, mientras que los provenientes de células con la mutación ya no ofrecían ese beneficio.

Las vesículas conocidas como exosomasLas vesículas conocidas como exosomas transportan instrucciones y materiales entre las células; los cambios en su cantidad y contenido pueden afectar el desarrollo y la protección de las neuronas (Imagen Ilustrativa Infobae)

El contenido de los exosomas también se vio afectado. Los exosomas de las células modificadas llevaban menos microARNes que apoyan el desarrollo neuronal, y más microARNes con efectos opuestos. Este desequilibrio se asoció con la incapacidad de los exosomas alterados para apoyar la maduración de otras neuronas.

Nuevas pistas para el entendimiento y tratamiento

El descubrimiento llevó a los autores a concluir que SORLA regula la cantidad y la calidad de los exosomas que las células liberan, y que cuando esto falla, la comunicación entre las células se ve interrumpida. Este defecto en el envío de mensajes entre las células cerebrales, y no solo la acumulación de sustancias dañinas, podría estar en el origen del Alzheimer familiar.

La investigación también observó que el papel de SORLA en la fabricación de exosomas existe tanto en neuronas como en microglía, lo que sugiere que su función es amplia dentro del cerebro.

Los investigadores concluyen afirmando que este avance ofrece la posibilidad de desarrollar nuevas estrategias para diagnosticar y tratar la enfermedad, dirigidas a restaurar la comunicación entre las células cerebrales y mejorar la calidad de vida de los pacientes con Alzheimer familiar.

 

 

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Así luce Britney Spears hoy, a los 44 años

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La artista transita una etapa de cambios profundos, con reconciliaciones familiares, vida más reservada en México y nuevos desafíos en torno a su bienestar y privacidad

El 2 de diciembre, Britney Spears celebra su cumpleaños número 44 en medio de una etapa marcada por la transformación y la búsqueda de equilibrio personal. La referente indiscutida del pop desde finales de los 90 festeja un nuevo año de vida tras superar retos personales y familiares, y al iniciar su residencia en México, donde procura mayor tranquilidad y privacidad.

Desde el final de su tutela en 2021, retomó el contacto con sus hijos, Sean Preston y Jayden James, intentando fortalecer los lazos con su familia. Su reciente aparición junto a Kim y Khloé Kardashian en Hidden Hills, California, evidenció su nuevo impulso social y su apertura a vínculos públicos.

Britney Spears se aleja deBritney Spears se aleja de los paparazzi y opta por una vida más reservada, compartiendo momentos cotidianos en redes sociales (REUTERS/Mario Anzuoni/File Photo)

En 2025, protagonizó un episodio mediático durante un vuelo privado al encender un cigarrillo y consumir alcohol, lo que provocó una amonestación de las autoridades a su llegada a Los Ángeles. A pesar de estos contratiempos, la cantante asegura estar enfocada en su recuperación y aprendizaje, priorizando su privacidad y salud mental. La búsqueda de autonomía y protección familiar es uno de los pilares en este nuevo capítulo.

Cómo fue la carrera de Britney Spears

Su imagen evolucionó paralelamente a los cambios en la industria y desafíos personales. Spears enfrentó la presión extrema de los medios, factores que propiciaron la tutela legal en 2008. Sin embargo, continuó lanzando música y colaborando con grandes figuras, manteniendo su popularidad y relevancia.

La carrera de Britney SpearsLa carrera de Britney Spears revolucionó la música pop con éxitos como ‘…Baby One More Time’ y una residencia histórica en Las Vegas (Foto AP/Chiang Ying-ying)

En Las Vegas marcó un precedente al inaugurar una residencia exitosa que inspiró a otros artistas. Talento escénico y espíritu de reinvención permitieron que su figura permaneciera activa durante más de dos décadas en el panorama musical internacional.

Qué le pasó a Britney Spears

En 2008, Britney Spears fue sometida a una tutela que la privó del control sobre sus finanzas y muchas decisiones personales, con el argumento de proteger su salud mental y seguridad. Jamie Spears, su padre, fue nombrado tutor principal, lo que deterioró el vínculo entre ambos.

El arduo proceso legal para terminar la tutela se extendió hasta 2021, convirtiéndose en un caso emblemático de debate público y de movimientos de apoyo. Una vez recuperada su libertad, Spears confesó haber sufrido “daño cerebral” por experiencias traumáticas del régimen legal y expresó sentirse afortunada de “estar viva” tras superar ese periodo adverso. El lanzamiento del libro de Kevin Federline, su exmarido, con nuevas acusaciones sobre la vida familiar, volvió a encender la discusión pública.

Britney Spears mantiene su vidaBritney Spears mantiene su vida amorosa en reserva tras la separación de Sam Asghari, priorizando la independencia emocional y el entorno familiar

Pese a los desafíos prioriza recuperar los vínculos con sus hijos y hermanos, y busca el equilibrio en su salud mental. Después de publicar sus memorias y superar distintas controversias, la artista decidió enfocarse en proyectos personales y mantener distancia de los escenarios por el momento.

Qué se sabe de la vida amorosa de Britney Spears en la actualidad

Tras su separación de Sam Asghari en 2024, Britney Spears optó por la reserva en su vida sentimental. Las noticias actuales no la vinculan con una pareja estable y la cantante protege la intimidad sobre sus relaciones.

Spears privilegia su bienestar y la reconstrucción de su entorno familiar. Eventos sociales como su encuentro con las Kardashian generaron especulaciones en redes, pero la artista evita confirmar novedades amorosas y elige centrarse en su independencia emocional y personal. Su entorno más cercano destaca que respeta su propio tiempo y espacio en esta etapa.

Con más de veinte añosCon más de veinte años de trayectoria, Spears suma premios Grammy, MTV y el lanzamiento de su línea de joyería B Tiny en 2025 (Grosby)

Los premios que recibió Britney Spears a lo largo de su carrera

En más de 20 años de trayectoria, Britney Spears ha sido reconocida con numerosos galardones internacionales. Recibió un Premio Grammy, varios MTV Video Music Awards, y premios en diferentes ceremonias internacionales. Sus discos han alcanzado múltiples certificaciones de platino y oro, consolidando su lugar en la historia musical.

Además de los premios estrictamente musicales, Spears ha sido homenajeada por su impacto en la cultura pop y su influencia en la industria del entretenimiento. Su residencia en Las Vegas revitalizó el formato y sus coreografías y videoclips han dejado huella en varias generaciones. En 2025, sorprendió con el anuncio de su línea de joyería, B Tiny, mostrando una faceta emprendedora y creativa.

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Las confesiones de la mujer que fue obligada a casarse a los 3 años con el líder de los “Niños de Dios”: “Mi mamá me entregó”

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Serena Kelley contó todo lo que vivió en la secta. “Era apenas una ficha dentro de un orden sagrado que solo admitía obediencia”, afirma. Los rastros de la organización de David Berg en Argentina

El tiempo parece no haber pasado en la memoria de Serena Kelley. Al cerrar los ojos, reconoce los pasillos de paredes descascaradas, el olor persistente de sopa recalentada en las cocinas colectivas, las colchas remendadas y los rezos monótonos que llenaban el aire. Pero nada pesa tanto como el día en que, a los tres años, fue obligada por los líderes de la secta Niños de Dios a casarse con su fundador, un hombre de sesenta y siete años llamado David Berg. Aquel “matrimonio” fue una ceremonia fría: nadie lloró, todos aplaudieron, y una multitud de adultos —hombres y mujeres sedientos de redención— entonaron himnos bajo una luz mortecina.

La secta Niños de Dios, nacida en Estados Unidos a finales de los años 60, creció bajo la voluntad absoluta de David Berg, quien exigía la sumisión más extrema y disfrazaba sus violencias con palabras de amor y promesas de salvación. Para los niños, la vida bajo su credo fue una condena: no les fue permitido jugar, dudar, ni siquiera crecer en paz.

David Berg, el líder de la secta “Niños de Dios”

Himnos y rutina: el instante donde murió la niñez

La ceremonia sucedió en una sala común, adornada con flores plásticas y mantas mal dobladas. Alguien, con voz solemne, murmuró junto al oído de Serena Kelley:—Sonríe, pequeña. Es un honor. Eres la elegida del profeta.

El trauma de ese instante quedaría suspendido para siempre. “Nunca tuve la sensación de ser una persona. Me percibía como un objeto, un bien que podía cambiar de manos según la decisión de los mayores”, contó Serena más de treinta años después.

La ceremonia no fue el fin, ni el peor de los males. Solo marcó el principio de una vida tejida en abusos, secretos y silencios impuestos por quienes juraban protegerla. Estados UnidosAmérica Latina y Europa. La secta dispersó a sus fieles en comunidades cerradas donde la infancia era solo un rastro difuso, rápidamente asfixiado.

La doctrina del abuso

David Berg, quien se hacía llamar “Moisés modernizado”, construyó una estructura cerrada e implacable. Sus seguidores —la familia espiritual— se regían por normas estrictas: rezos al despuntar el alba, trabajo doméstico, evangelización y absoluta devoción al profeta. Fueron miles los niños criados en este régimen. Él grababa cassettes y enviaba largas cartas manuscritas que todos debían memorizar.

La secta de David BergLa secta de David Berg tuvo seguidores en varias partes del mundo

Un día, en una de estas grabaciones, Berg insistió: “El Señor exige entrega sin peros. Los niños son del rebaño, y nosotros solo guiamos sus pasos hacia Su gracia”.

Cualquier duda, cualquier resistencia, era castigada con dureza. Temían más el rechazo de la comunidad que el afuera desconocido. Por las noches, mientras la oscuridad envolvía las casas comunes, la madre de Serena le susurraba:“Nada temas, hija. Todo ocurre porque Él lo dispone”.

Los juegos, cuando existían, eran premios fugaces por la obediencia, o máscaras detrás de las cuales se ocultaban castigos y pruebas de disciplina.

Serena Kelley con su familiaSerena Kelley con su familia cuando era parte de la secta “Niños de Dios”

El despojo gradual: madre, niña y el silencio

Serena tenía prohibido preguntar por qué ya no dormía con otros niños; por qué la llamaban “esposa pequeña” en voz baja y “elegida” en público. Las respuestas nunca llegaban. Solo quedaba el miedo de los pasillos, el frío de las miradas y la certeza de que su madre ya no podía protegerla. “Iba perdiendo mi voz. Me reconocía cada vez menos cuando me miraba a los espejos polvorientos del lugar”, recuerda.

Salían poco a la calle. Cuando lo hacían, era custodiadas por adultos devotos —llamados “tíos” y “tías”—, que evitaban cualquier contacto con el mundo exterior, temerosos de agentes del demonio, curiosos, periodistas o policías. “Aquí afuera está el infierno. Solo la familia es segura, solo nuestro pastor sabe lo que te conviene”, sentenció un día la madre de Serena ante la menor duda.

La expansión de los Niños de Dios: redes de fe y dolor

La secta Niños de Dios nació en California a finales de los años 60, con David Berg a la cabeza. Pronto, su mensaje —una mezcla de carisma, radicalismo y devoción bíblica— logró arrastrar a decenas y luego miles. Prometía una familia extensa, una comunidad capaz de proteger a sus miembros del veneno del mundo.

La realidad era otra. El “amor libre” y la obediencia estricta camuflaban abusos y sometimiento. Cambiaban de ciudad a menudo, mudándose incluso de país, huyendo de las autoridades y de cualquier rumor peligroso para la organización.

La secta se expandió a América Latina y EuropaEl horror se replicaba sin distinción geográfica: todos los niños, todas las niñas eran vulnerables. Nadie escapaba al mandato del profeta.

Serena fue obligada a casarseSerena fue obligada a casarse con el líder de la secta cuando tenía apenas 3 años

’}En 1993, la Policía Federal argentina realizó siete allanamientos en distintos puntos del país, ordenados por el juez Roberto Marquevich. La denuncia era de corrupción de menores y llegaba impulsada por el consulado estadounidense que buscaba a cuatro chicos secuestrados por la secta los Niños de Dios.

La Justicia rescató 268 menores que habían sido cooptados por los Niños de Dios, la secta liderada por Berg. Así lo contó la periodista Emilse Pizarro en una nota publicada en 2019 en Infobae.

La vida de una niña rota: años de miedo continuo

A los seis años, Serena Kelley ya no tenía recuerdos de antes de la secta. Cada cumpleaños era solo una fecha en el almanaque; un día igual a todos, con nuevas obligaciones y promesas de mayor entrega. La infancia, para ella y los demás, era solo una palabra.

—Pronto, el profeta te confiará una misión inmensa —le advirtió una vez una tía, con una sonrisa ahogada.

En la comunidad, la obediencia era condición para la supervivencia. El silencio, una manera de sobrevivir. Llorar o rebelarse traía castigos que iban desde la humillación pública hasta la segregación en habitaciones oscuras.

David Berg gobernaba con mano firme. Los niños eran herramientas, símbolos de pureza y objetos de propiedad espiritual y carnal.

Serena Kelley intenta rehacer suSerena Kelley intenta rehacer su vida tras el trauma que vivió en su niñez

La toma de conciencia fue lenta. Adolescente, Serena Kelley comenzó a escribir pequeños relatos y a leer libros clandestinos que circulaban entre los jóvenes rebeldes de la secta. Descubrió que el mundo exterior no era un abismo, sino una opción.

La huida no fue gloriosa. Llevó tiempo, dudas, amenazas de ostracismo y un trabajo minucioso para frenar el adoctrinamiento instalado desde la cuna. “La libertad aterra al principio. Te sientes incompleta, culpable, deseando volver solo para no tener que decidir sola,” cuenta Serena.

Tras su salida, las pesadillas fueron constantes. Los recuerdos volvían con frecuencia. La voz grave de Berg, las miradas de los fieles, las frases envenenadas por la devoción. Nadie la persiguió, pero la vergüenza y la sospecha nunca la abandonaron.

El testimonio y la recuperación

Solo al contar su historia, primero en círculos privados, después en reportajes y foros internacionales de víctimas de sectas, Serena Kelley halló un propósito difícil: luchar por la memoria colectiva y el reconocimiento de los horrores sufridos por los hijos de la secta Niños de Dios.

Serena a los 3 añosSerena a los 3 años cuando fue obligada a casarse con el líder de los “Niños de Dios”

No pido piedad ni ira. Solo exijo memoria y verdad, para que ninguna niña tenga que vivir en carne propia lo que a mí me arrebataron”, reclama Serena cada vez que toma un micrófono.

Decenas de personas contaron historias similares. Los patrones se repiten: control total, aislamiento, abuso físico y psicológico. Las estructuras legales no siempre llegaron a tiempo. La secta —dispersa y debilitada tras la muerte de Berg en 1994— sobrevivió en pequeñas células, amparada muchas veces por la inacción judicial y el olvido social.

En una carta pública leída en una conferencia para sobrevivientes de sectas en Los ÁngelesSerena Kelley resumió el sentido de su lucha:

“A quienes me piden que olvide, les digo: sigo siendo una niña de tres años, con un vestido viejo y la promesa del profeta clavada en el pecho. No dejaré que esto se olvide. Hablo por todas las que no pudieron, las que aún callan, las que murieron esperando otra oportunidad de ser libres”.

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