Salud
¿Está aumentando el cáncer en adultos jóvenes?
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Es lo que sugieren varios estudios internacionales de los últimos años, pero en el país no hay datos para asegurarlo y los especialistas no se ponen de acuerdo
Tanto para los sanitaristas como para los legos, el cáncer siempre fue una enfermedad asociada con la vejez. Se ve con claridad en los cuadros estadísticos: la línea de incidencia (nuevos casos) acompaña de cerca el aumento de edad. Y es lógico, porque a más años, más probabilidades de que se produzcan errores en las sucesivas generaciones de células de nuestros tejidos y de que fallen los mecanismos de control inmunológico. Pero diversos estudios científicos internacionales alertan desde hace años sobre un posible aumento de tumores en personas menores de 50; en particular, los de mama y colon. Un estudio publicado en 2023 en la revista BMJ Oncology (https://bmjoncology.bmj.com/content/2/1/e000049) encontró una notoria tendencia al aumento en esa franja de edad en las últimas tres décadas. Otra investigación, esta vez dada a conocer en Jama Network Open (https://jamanetwork.com/journals/jamanetworkopen/fullarticle/2808381) encontró mayor incidencia de tumores en edades tempranas entre 2010 y 2019. Y un tercero publicado en Science (https://www.science.org/doi/10.1126/science.ade7114) encuentra esta tendencia en cáncer de colon. Un artículo del 13 de marzo de este año publicado por Nature (https://www.nature.com/articles/d41586-024-00720-6) y firmado por Heidi Ledford se pregunta “¿Por qué tanta gente joven está desarrollando cáncer?”. Y un informe publicado este miércoles por la Asociación de Investigación del Cáncer de los Estados Unidos (https://cancerprogressreport.aacr.org/progress/) afirma que cada vez más adultos menores de 50 vienen desarrollando cáncer de mama y de colon en las últimas décadas. Y menciona que el consumo elevado de alcohol podría ser uno de los factores que aumenta el riesgo.
Los casos de celebridades, como Kate Middleton, la princesa de Gales, de 42 años, que acaba de finalizar su tratamiento con quimioterapia por un tumor abdominal, volvieron a poner el tema bajo el foco de la opinión pública, pero cuando se buscan respuestas a la pregunta del título en nuestra población no es fácil dar con respuestas contundentes.

Para Ernesto Gil Deza, director de investigación del Instituto Oncológico Henry Moore, que recientemente dio a conocer un estudio de su programa de registro electrónico de historias clínicas, iniciado en 2000 y que lleva relevados más de 53000 pacientes, todo parecería indicar que esto es así. “Nosotros vemos unos 2500 nuevos pacientes por año que son afiliados de la seguridad social –comenta–. Atendemos fundamentalmente a Osecac, Gastronómicos, Osde, un número grande que va de los 18 años en adelante. Es como si uno tuviera una fotografía de la clase media argentina que tiene trabajo y acceso a la salud, la inmensa mayoría de ellos con secundaria completa, pero que no incluye a pacientes de capas más vulnerables de la sociedad ni de otros lugares del país. Entonces, lo que hicimos este año fue hacer públicos los resultados de esta población, que incluye a 26.500 pacientes de los que tenemos 256 datos de las enfermedades previas o concomitantes al momento de la consulta. De estos últimos, yo puedo decir cuántos pacientes tuvieron enfermedades de la infancia, problemas de alergia, respiratorios, cardíacos, digestivos, urinarios, cuántos tienen trastornos neurológicos, intentos de suicidio, hermanos, padres, madres, abuelos o tíos con cáncer, qué medicamentos toman… Y de este registro surge que en 2000, nosotros veíamos aproximadamente 15 pacientes nuevos con cáncer menores de 50 por mes y hoy estamos viendo 50. Es decir, que ha aumentado y ha aumentado a expensas de dos grandes grupos: cáncer de mama en mujeres de 40 a 50 años, que uno podría atribuir a mejor detección, y cáncer de colon, en especial en varones de 18 a 40. Lamentablemente, los cánceres de colon en jóvenes se diagnostican en más de un 70% de los casos en etapas avanzadas”.
Por supuesto, esta “instantánea” está sujeta a varios sesgos y no todos están de acuerdo con las conclusiones. “El Instituto Nacional del Cáncer (INC) creó un Registro Institucional de Tumores de la Argentina (RITA) que contabiliza los pacientes que se atienden en las instituciones, pero a partir de eso no podemos estimar la incidencia en todo el país –explica Gisel Fattore, coordinadora del Sistema de Vigilancia Epidemiológica y Reporte del Cáncer–. Con los datos que nosotros tenemos, longitudinales, no hemos visto que haya habido cambios en términos de edad. Por otro lado, a partir de estimaciones que hace la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer (IARC, según sus siglas en inglés) para el país, tampoco detectamos variaciones”.

Su colega, Raúl Matano, coordinador del Programa Nacional de Prevención y Detección Temprana del Cáncer Colorrectal, coincide, pero además destaca que los datos de los Estados Unidos no pueden extrapolarse a otros sistemas de salud. “[Allí] la salud no es pública y su programa de prevención de cáncer colorrectal es oportunista [es decir, registra a los individuos que solicitan los estudios o tienen síntomas]. No va en sintonía con lo que se ve en países europeos, como España, que vienen trabajando desde hace años con programas organizados [que llegan a toda la población considerada ‘grupo promedio’. ¿Creemos que puede haber una mayor incidencia en jóvenes? Bueno, es probable, pero también hay mayor incidencia en la población de riesgo, de 50 a 75 años. Las estimaciones de incidencia dependen en gran medida de las políticas de los países. Es cierto que en los Estados Unidos se está viendo en el último tiempo un incremento. De hecho, el último reporte muestra que hay un incremento de casi un 70% de cáncer colorrectal en menores de 50. Parece un salto gigantesco, pero cuando se lo analiza en términos absolutos, uno ve que pasó de casi ocho casos a 13 por cada 100.000 habitantes, cuando en los individuos por encima de los 50 está rondando entre los 100 y los 300 casos por 100.000 habitantes”.
El especialista destaca que las recomendaciones de tamizaje [prueba o testeo en población asintomática] para prevención deben orientarse hacia lo que se denomina “grupo promedio”, los individuos de 50 a 75 años sin síntomas, que son parte de la población general, y carecen de antecedentes familiares y de enfermedades predictoras.
“Las guías norteamericanas recomiendan la videocolonoscopía o el test de sangre oculta en materia fecal desde los 45 o 50 años –detalla Karina Yonamine, integrante del Programa de Colon del INC–. Pero hay excepciones. A los que tienen antecedentes familiares de primer grado que tuvieron cáncer de colon antes de los 60 años, por ejemplo, se les recomienda una colonoscopía a partir de los 40. Inclusive, hasta un 30% de los menores de 50 con cáncer de colon van a tener un familiar de primer grado asociado. Por lo tanto, la entrevista con esa persona va permitir que podamos proteger mejor a sus familiares. Y hasta un 25% tienen algún gen heredado; ellos no ingresan dentro del tamizaje habitual, porque son individuos con riesgo aumentado”.
Con respecto a los tumores de mama, Alejandro Di Sibio, coordinador del Programa Nacional de Control del Cáncer de Mama del INC, concede que desde hace 30 o 40 años se registra un aumento de la incidencia en las jóvenes… pero también en todo el resto de las edades. “Es decir, que aumenta en menores, pero también en adultos mayores. Eso no debería llevarnos a la conclusión de que hay que hacer más estudios en menores, más detección en menores, porque en realidad las que tienen mayor riesgo son las mayores”, subraya.

Para saber si aumentó la incidencia en menores de 50, es indispensable conocer cómo era ese indicador hace 10, 15 o 20 años. “Contamos con series [de datos] como la de Canadá, que tiene 20 años, y la de Francia, también de dos décadas, que muestran que en las menores de 50 la velocidad de aumento es un poco mayor –agrega Di Sibio–. Las hipótesis para explicarlo son varias. Los principales factores de riesgo para cáncer de mama son la edad y el sexo biológico femenino. Sin embargo, hay otros que tienen cada uno un peso muy pequeño, pero al estar presentes en una de cada diez personas son muy relevantes y con el tiempo han ido aumentando su importancia. De hecho, hay estudios de la IARC que muestran que casi siete u ocho por ciento de los cánceres están vinculados con la obesidad, que en nuestro país está en aumento. Otro factor de riesgo que condiciona el crecimiento de cáncer de mama es la cantidad de hijos y la edad del primer parto. En los últimos 20 años, en la Argentina la tasa de natalidad pasó de 3,5 a 2 hijos por mujer. Todo eso genera un aumento de la incidencia. Pero obviamente que ésta depende de la detección. Cuanta más detección hay a edades más tempranas, más se va a modificar el patrón de aquella”.
Según explica Gil Deza, como probables promotores de un aumento del cáncer a edades más tempranas se postularon 12 factores: tabaquismo, alcohol, obesidad, sedentarismo, consumo de bebidas dulces y de carnes rojas, diabetes juvenil, menarquia [primera menstruación] precoz, menos horas de sueño, mayor uso de antibióticos, cambio en la microbiota intestinal, incremento de la estatura (un equivalente de obesidad, ya que si uno es más alto, tiene más células), y factores genéticos y epigenéticos.
En cuanto a los sistemas de tamizaje poblacional, que en los cánceres mencionados son la mamografía, y el test de sangre oculta en materia fecal o la videocolonoscopía, exigen un cuidadoso análisis de costo-beneficio para elegir los grupos en los que deberían aplicarse.
“En cáncer colorrectal, la detección temprana ofrece un gran beneficio –comenta Matano–. En gran parte, los tumores se desarrollan a partir de un pólipo. El 90% de los detectados precozmente van a tener una sobrevida de por lo menos cinco años o más”.
Y agrega Yonamine: “Probablemente uno de los factores por los cuales en los menores de 50 en general se detecta ya avanzado el cáncer de colon es que muchas veces tienen síntomas, como el sangrado por cola, y ni los pacientes ni los médicos lo identifican como un factor de riesgo. Y otro tema importante es que el 30% o 35% tienen antecedentes familiares, por lo que también podríamos detectar a esa población antes de que desarrollen la enfermedad”.
La historia natural del cáncer colorrectal hace que sea uno de los tumores más prevenibles, ya que tiene una lesión precursora: el pólipo, que es de lento crecimiento, y que puede detectarse y extirparse, pero en la Argentina reclama las vidas de unas 7000 personas por año. La videocolonoscopía identifica pólipos precancerosos que pueden ser removidos antes de que se malignicen. Junto con los análisis de sangre oculta en materia fecal y cambios en los estilos de vida, esos números podrían descender. Sin embargo, la penetración del tamizaje en el país es baja, ronda el 27%. Además de la consulta con el médico, evitar la obesidad y el sedentarismo, así como el abuso de bebidas alcohólicas y el tabaquismo puede ser una buena forma de comenzar a cuidarse.
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Salud
Un cardiólogo que estudia a los “superancianos” identifica el único hábito que garantiza vivir muchos años y con buena salud: “Es lo único que reduce nuestro reloj biológico”
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6 días atráson
4 junio, 2025Por
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Tras analizar los factores que comparten los “superancianos”, el reconocido cardiólogo Eric Topol concluye que la longevidad depende, sobre todo, de una costumbre cotidiana
El doctor Eric Topol, cardiólogo y genetista estadounidense, lleva décadas investigando los secretos de la longevidad. Su reciente libro, Super Agers: An Evidence-based Approach to Longevity (Superancianos: una aproximación a la longevidad basada en pruebas), recopila los resultados de años de análisis sobre personas que superan los 80 años manteniendo la salud y la vitalidad. La publicación aún no ha salido en español, pero ya ha generado debate en foros especializados y en medios de comunicación de todo el mundo.
Pocas son las personas que consiguen cruzar la barrera de los 90 manteniéndose activos y en buena forma. Lejos de secretos inalcanzables o fórmulas mágicas, Topol defiende que la clave se encuentra “más cerca de lo que creemos” y apuesta por rutinas sencillas. En su recorrido profesional – es reconocido como uno de los diez principales expertos mundiales en longevidad -, el médico afirma que pequeños cambios diarios pueden prevenir enfermedades que encabezan la mortalidad global: cáncer, cardiopatías y trastornos neurodegenerativos.

El deporte es “lo único que sabemos que reduce nuestro reloj biológico”
“Sabemos que estas enfermedades tardan al menos 20 años en desarrollarse, así que estamos en condiciones de prevenirlas, sobre todo en personas con mayor riesgo”, afirma. “Tenemos una oportunidad de evitar esas patologías que surgen con la edad”. Para el especialista, modificar ciertos hábitos no supone un esfuerzo desmedido: “No se trata de pastillas ni de trucos mágicos. Podemos trabajar con lo que ya está en nuestras manos”.
El ejercicio – según Topol – destaca por encima del resto de recomendaciones. Basta con observar cómo se estructura la rutina diaria y plantear cambios sencillos en movimiento, dieta y ocio para encarrilar la salud a largo plazo. El cardiólogo recomienda especialmente aquellas actividades dirigidas a trabajar la musculatura en resistencia y los ejercicios de fuerza de prensión (la capacidad que tiene una persona para apretar o suspender objetos en el aire con las manos), dos prácticas que han mostrado una eficacia notable frente al deterioro físico vinculado al paso de los años.
“Resulta que el ejercicio es lo único que sabemos que reduce nuestro reloj biológico. El espacio entre tu verdadera edad y la edad biológica puede ampliarse”, destaca Topol. La recomendación estándar es realizar 30 minutos de ejercicio, cinco días a la semana, aunque el propio cardiólogo reconoce que incluso con dos sesiones semanales ya se obtienen beneficios. “No es sobre volverte más fuerte, es también sobre mejorar tu equilibrio”, insiste. “Nada de lo que podamos hablar supera al ejercicio si hablamos de reducir nuestro proceso de envejecimiento. No lo sabríamos si no hubiese toda esa ciencia detrás”.
Topol subraya que el ejercicio se ha revelado como el hábito más eficaz para mejorar la salud y prolongar la vida. Para quienes buscan una clave en la longevidad de los llamados “superancianos”, el mensaje queda claro: moverse no solo alarga los años, sino que también los llena de salud y vitalidad.
Salud
Qué es el síndrome del “hombro congelado”, la dolencia que afecta principalmente a las mujeres mayores de 40
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7 días atráson
3 junio, 2025Por
Admin
Durante la mediana edad, esta condición asociada a cambios hormonales interfiere con rutinas básicas y deteriora el bienestar general, advierten desde National Geographic. Cuáles son los síntomas y por qué es esencial el diagnóstico oportuno
Alcanzar el estante de la cocina, atarse el pelo o solo levantar los brazos pueden ser acciones que, aunque simples, se vuelven un desafío inesperado para muchas mujeres en la mediana edad, especialmente después de los 40 años.
Actualmente, esta condición ganó relevancia debido a su impacto prolongado y a la necesidad de repensar su diagnóstico y tratamiento desde una perspectiva informada y equitativa. Es que el dolor persistente y la rigidez en el hombro afectan de manera desproporcionada a mujeres de mediana edad, con una alta prevalencia e impacto en la calidad de vida.

El hombro congelado se caracteriza por una restricción progresiva y dolorosa del movimiento en la articulación, tanto en acciones activas como pasivas.
- Congelación: dolor y rigidez aumentan de forma progresiva.
- Congelada: disminuye el dolor, pero persiste la rigidez, lo que dificulta las actividades cotidianas.
- Descongelación: el rango de movimiento mejora de manera gradual.
Este proceso puede extenderse entre uno y tres años. En algunos casos, la recuperación total no se alcanza.
Vale destacar que, en la fase inicial, el dolor suele ser intenso por la noche y la movilidad del hombro se reduce. En la etapa intermedia, la rigidez se acentúa y puede producirse atrofia muscular. Finalmente, durante la recuperación, disminuye el dolor y mejora la movilidad, aunque no siempre se restablece por completo.
Desde Mayo Clinic advierten que, aunque en la mayoría de los casos se resuelven con el tiempo, la afección puede resultar incapacitante durante su evolución.
Cuáles son los factores de riesgo

Diversos reportes indican que entre el 2% y el 5% de la población desarrolla capsulitis adhesiva. Su frecuencia aumenta significativamente en mujeres de entre 40 y 60 años, especialmente en la transición menopáusica, profundiza National Geographic.
El mismo medio señala que cerca del 75% de los casos se presentan en mujeres, y más del 70% de quienes atraviesan la menopausia padecen síntomas musculoesqueléticos. Es más, una de cada cuatro desarrolla alguna forma de discapacidad funcional.
Aunque sus causas exactas no están completamente establecidas, se estima que el hombro congelado se origina por un proceso inflamatorio que provoca el engrosamiento y la contracción de la cápsula articular. Sobre este punto, el estudio de Climacteric vincula este mecanismo con la disminución de estrógenos durante la menopausia, lo que contribuye a la aparición de síntomas musculoesqueléticos como el dolor articular y la rigidez.
En cuanto a los factores de riesgo, Mayo Clinic identifica a los antecedentes de diabetes, trastornos tiroideos, enfermedades neurológicas o cardiovasculares, así como la inmovilización prolongada del hombro.
Vale destacar que la afección presenta mayor prevalencia entre personas de origen asiático, donde se la conoce como “hombro de los cincuenta años”, según relata National Geographic.

Por otro lado, un estudio publicado en Climacteric propuso el término “síndrome musculoesquelético de la menopausia” para describir síntomas asociados al descenso de estrógenos, como capsulitis adhesiva, artralgia y pérdida de masa muscular.
Al tiempo que una investigación publicada en Journal of Clinical Medicine documentó la alta frecuencia de dolor de hombro en mujeres menopáusicas y las barreras diagnósticas que enfrentan.
Contexto histórico y falta de investigación
Durante décadas, el hombro congelado fue una enfermedad poco comprendida y subestimada por la comunidad médica. National Geographic destaca que hasta hace poco existían escasos estudios sobre sus causas y tratamientos, en parte por un sesgo de género en la investigación.
La cirujana ortopédica Jocelyn Wittstein, citada por el medio, afirmó que “el solo hecho de ser mujer es un factor de riesgo para el hombro congelado” y señaló que la mayoría de los cirujanos ortopédicos no experimentan la menopausia, lo que contribuye a la falta de urgencia en el abordaje de esta afección.

En 2024, Wittstein y su equipo introdujeron el concepto de síndrome musculoesquelético de la menopausia, para describir síntomas como dolor articular, pérdida de masa muscular, disminución de densidad ósea y progresión de la osteoartritis. La revista Climacteric, en ese tono, subrayó la relevancia de esta terminología para aumentar la conciencia médica y social sobre los efectos musculoesqueléticos del climaterio.
Diagnóstico: criterios y relevancia de la detección temprana
Durante años, el hombro congelado fue poco atendido en la práctica clínica. National Geographic vincula esta omisión con un sesgo de género. En ese marco, Jocelyn Wittstein insistió en que el factor de riesgo de ser mujer fue históricamente desestimado y atribuyó esa omisión al desconocimiento clínico de la experiencia menopáusica.
Estas afirmaciones sobre el síndrome musculoesquelético en la menopausia adquirieron respaldo desde la revista Climacteric, ya que se documentó la frecuencia y el impacto de estos síntomas en mujeres en transición hormonal.
El estudio en Journal of Clinical Medicine reforzó esta perspectiva al mostrar la elevada prevalencia de dolor de hombro y la falta de estrategias diagnósticas eficaces, lo que prolonga el sufrimiento y retrasa el tratamiento adecuado.

Lo cierto es que el diagnóstico del hombro congelado es clínico. Se basa en la historia de dolor y rigidez progresiva, y en la limitación del rango de movimiento activo y pasivo. La Cleveland Clinic explica que el examen físico incluye la evaluación comparativa con el otro hombro.
Las radiografías permiten descartar patologías como artritis o lesiones óseas, y técnicas como la resonancia magnética o la ecografía ayudan a confirmar el diagnóstico.
Su identificación oportuna es clave. Intervenir en las primeras fases mejora el pronóstico y acorta la duración de los síntomas. Sobre este punto, y a modo de ejemplo, el estudio publicado en Journal of Ultrasound demostró que la hidrodilatación guiada por ecografía, combinada con fisioterapia, resulta más eficaz si se aplica antes de alcanzar la rigidez completa.
Tratamientos actuales y evidencia disponible
El tratamiento del hombro congelado evolucionó, aunque aún no hay un protocolo unificado. Las estrategias incluyen fisioterapia, analgésicos, antiinflamatorios no esteroideos, corticoides (orales o inyectables), hidrodilatación y, en casos refractarios (resistes a los tratamientos tradicionales), cirugía.
La fisioterapia es el pilar del abordaje conservador. Mayo Clinic y Cleveland Clinic coinciden en que los ejercicios de amplitud de movimiento, acompañados de un compromiso sostenido con la rehabilitación, son fundamentales para la recuperación.
Las infiltraciones con corticoides alivian los síntomas en las etapas iniciales, aunque su efecto es transitorio. La hidrodilatación —inyección intraarticular de solución salina y corticoides guiada por ecografía— mostró buenos resultados, especialmente al combinarse con fisioterapia personalizada.

El trabajo publicado en Climacteric cita estudios clínicos que muestran que estos tratamientos logran buenos resultados si se inician a tiempo, reduciendo la necesidad de intervenciones más invasivas.
Respecto a la terapia hormonal, National Geographic y la revista Climacteric señalaron que la terapia de reemplazo hormonal (TRH) podría prevenir o aliviar los síntomas musculoesqueléticos, incluido el hombro congelado.
La Dra. Kathleen Jordan, directora médica de Midi Health, afirmó a National Geographic que la TRH es una de las intervenciones más eficaces para el dolor articular vinculado al hipoestrogenismo, aunque debe evaluarse caso por caso.
Las opciones quirúrgicas quedan reservadas, entonces, a cuadros en los que el tratamiento conservador falla. El estudio de Journal of Clinical Medicine advirtió que muchas mujeres menopáusicas no acceden de forma temprana a tratamientos adecuados debido a la subestimación de su dolor, lo que retrasa intervenciones efectivas.

El reconocimiento del hombro congelado como parte del síndrome musculoesquelético amplió la investigación clínica y mejoró el enfoque terapéutico. National Geographic destacó, en ese sentido, que una nueva generación de especialistas en salud femenina favoreció el acceso a tratamientos basados en evidencia.
En paralelo, Climacteric resaltó el rol de intervenciones complementarias como el ejercicio de resistencia y la suplementación con vitamina D, magnesio y vitamina K2 para preservar la masa ósea y muscular en mujeres posmenopáusicas. La hidrodilatación guiada y la fisioterapia personalizada continúan como intervenciones de primera línea, sobre todo si se aplican en fases tempranas.
Salud
Andar en bicicleta o caminar, ¿qué es mejor para la salud cardiovascular?
Publicado
7 días atráson
3 junio, 2025Por
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Ambas prácticas tienen múltiples beneficios para el organismo. En el Día Mundial de la Bicicleta, un repaso por sus efectos en la prevención de enfermedades cardíacas, control metabólico y fortalecimiento muscular
Cada 3 de junio se conmemora el Día Mundial de la Bicicleta, una iniciativa de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) que busca fomentar su uso por sus múltiples beneficios sociales, ambientales y de salud.
En 2025, la Organización Mundial de la Salud (OMS) publicó un análisis al respecto de su director general, Tedros Adhanom Ghebreyesus, quien apuntó: “Caminar y andar en bicicleta mejora la salud y hace que las ciudades sean más sostenibles. Cada paso que damos y cada paseo ayudan a reducir la congestión, la contaminación atmosférica y las enfermedades. No obstante, debemos hacer que los desplazamientos a pie y en bicicleta sean seguros, para que más personas opten por estas opciones más saludables y ecológicas”.

Caminar o andar en bici: sus beneficios para la salud cardiovascular
Tras analizar a 82.297 personas durante 18 años, el trabajo concluyó que “en comparación con los desplazamientos no activos, el uso de la bicicleta se asoció con un menor riesgo de mortalidad por todas las causas, un riesgo un 24% menor de hospitalización por enfermedades cardiovasculares, prescripción de medicación cardiovascular y prescripción por problemas de salud mental”. En cuanto a la caminata, el mismo estudio señaló que las personas “que caminaban al trabajo tenían un riesgo 10% menor de hospitalización por enfermedad cardiovascular y de recibir medicación para tratarla”.
Sin embargo, el trabajo también advirtió sobre un riesgo mayor de lesiones entre ciclistas: “Quienes se desplazaban en bicicleta tenían casi el doble de riesgo de hospitalización por colisiones de tráfico en comparación con los no activos, aunque este fue un evento relativamente infrecuente (83 hospitalizaciones en 18 años)”. Estos eventos reflejan la necesidad de infraestructuras seguras para garantizar los beneficios del ciclismo sin aumentar riesgos viales.

En 2022, la OMS publicó un informe en el que apuntó: “Andar en bicicleta y caminar puede ayudar a combatir el sobrepeso y reducir la inactividad física. Los desplazamientos activos se asocian con una disminución de aproximadamente el 10% del riesgo de enfermedad cardiovascular y una disminución del 30% del riesgo de diabetes tipo 2″.
Fortalecimiento muscular, según la intensidad que se busca
Tanto caminar como andar en bicicleta activan los músculos de las piernas. Según una revisión de Public Health England, “el ciclismo se asocia con mejoras en la composición corporal” y permite reducir el porcentaje de grasa corporal cuando se lo realiza con frecuencia.
El mismo informe destacó que andar en bicicleta “beneficia la capacidad cardiorrespiratoria en adultos”, lo que implica también un refuerzo de la musculatura involucrada en la resistencia aeróbica. Por su parte, caminar actúa sobre músculos estabilizadores, fortalece los tobillos y las caderas, y mejora el equilibrio, especialmente en personas mayores o con movilidad reducida. Además, se asocia con mejoras en la salud musculoesquelética de mujeres posmenopáusicas y personas con dolor lumbar crónico, según precisó el análisis.
Si bien el ciclismo podría promover un fortalecimiento más marcado debido a la carga mecánica del pedaleo, caminar también ofrece beneficios relevantes, particularmente en términos de mantenimiento de la masa muscular con bajo impacto en las articulaciones, de acuerdo a los expertos.
Bajar de peso: ambas son buenas alternativas
Ambas actividades son aliadas eficaces en estrategias de control del peso. La OMS ha indicado que caminar “durante 30 minutos o andar en bicicleta durante 20 minutos la mayoría de los días reduce el riesgo de mortalidad en al menos un 10%”.

En el informe de Public Health England detallaron que caminar con regularidad genera descensos en el índice de masa corporal, el perímetro de cintura y el peso, particularmente en personas inactivas o con sobrepeso. El ciclismo, por su parte, está significativamente asociado con una menor grasa corporal en estudios de cohorte y ensayos clínicos, lo que lo posiciona como una herramienta útil para reducir el exceso de peso.


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