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Sociedad

Tuvo cáncer, su hijo mayor murió intoxicado y cuando pensó en terminar con su vida, el amor más fuerte la iluminó

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Laura Padula tiene 51 años. A los 35 sufrió un cáncer de mama que la hizo temer por el futuro de sus hijos sin ella. Pero fue Santiago el que tuvo que despedir por un accidente doméstico cuando apenas tenía ocho años. Cómo dejaron atrás los pensamientos más ominosos junto a su esposo y el regalo que la vida le tenía reservado

“El que se va primero espera al otro”. Eso le dijo Laura Padula a su hijo Santiago cuando pensó que podía morir de cáncer de mama. Hoy, el que espera a su mamá es Santiago, que murió a los ocho años en un terrible accidente doméstico.

”Hubo un hecho importantísimo en mi adolescencia: a los 15 años conocí a mi esposo, Rodrigo. Fue muy gracioso. Un señor mayor abrió un almacén en la esquina de casa. Para las fiestas un sobrino llegó para ayudarlo. Fui con una amiga y le comenté ‘me encanta ese chico de ojos verdes’. Lo cómico es que Rodrigo no tiene ojos verdes. Pero empezamos a hablar y nos pusimos de novios. La anécdota es que el almacén duró tres meses y nosotros seguimos juntos”.

Laura y Rodrigo estuvieron nueve años de novios. Se casaron a los 24 años, el 8 de marzo de 1997. “No suele ocurrir esto de enamorarse a los 15 años y saber que esa persona va a ser el padre de tus hijos. Nosotros funcionamos desde el amor. Todo fue siempre muy armonioso. ¡Y mirá que nos pasó de todo!”.

Laura y Rodrigo, el día de su boda

Cuando cumplieron seis años de casados decidieron tener hijos. El 14 de septiembre de 2002 nació Santiago, a quien apodaron “Tato”. “Fue fantástico. Un hijo hermoso. El sábado pasado debería haber cumplido 22 años. La idea de familia se forjaba, todo se encaminaba bellamente”.Cuatro años más tarde, en mayo de 2006, nació su segundo hijo, Joaquín. “La idea de ser cuatro nos completó como familia. Era una misión cumplida”, subraya Laura. Sin embargo, el destino le guardaba la primera zancadilla.

El enemigo silencioso

Cuando Joaquín tenía dos años, a Laura le diagnosticaron cáncer de mama. Para ella fue un impacto. “Nadie espera tener ese diagnóstico a los 35 años. Mi vieja había tenido cáncer, entonces a la médica le pareció oportuno hacer un control. Y en el estudio me lo detectaron”, recuerda.

Rápidamente, le practicaron una mastectomía. En el lapso de seis meses, comenzó con quimioterapia. “Fue la primera vez que en la familia se habló del tema de la muerte. Para mí no es un dato menor, Joaco era muy chiquito, pero pude hablarlo con Santi, que tenía cinco años en el momento del diagnóstico. Hubo conversaciones muy hermosas. No quería decirle ‘mamá se muere’, entonces se me ocurrió decírselo de un modo tierno, como hacemos las mamás con los hijos, cuidándolos. Le dije ‘el primero que se va espera al otro’. Y es una frase muy importante en nuestras vidas, por todo lo que ocurrió después”.

Durante el tratamiento, Laura puso lo mejor de sí. “Soy una persona con mucho humor, muy graciosa. Y mis hijos igual. Santi me decía ‘hola mi cancherita’. Y como usaba peluca, cuando venían sus amigos me pedía: ‘mamá, sacate el pelo falso y mostralés cómo tenés’. Y le respondía ‘no hijo, que después van a soñar’. Todo era muy natural. A mí me gusta ser concreta: cuando tuve cáncer la palabra fue cáncer. El tratamiento era quimioterapia. Les dije que se me iba a caer el pelo e iba a estar frágil. Tampoco hoy me gusta pensar que Santi me mira desde una estrellita…”.

Laura junto a su familia en unas viejas vacaciones: su esposo Rodrigo y sus hijos Santiago y JoaquínLaura junto a su familia en unas viejas vacaciones: su esposo Rodrigo y sus hijos Santiago y Joaquín

El tratamiento duró seis meses. Luego de ese período, Laura estaba “operativa”, como señala. “De todas formas, entendí que faltaban las operaciones de reconstrucción, que eran parte de mi belleza, del crecimiento del pelo, empezar a verme más linda. Puedo decir que mi cáncer duró seis meses”.

Luego de superar la enfermedad, Laura era una mujer que se comía la vida. “Me sentía todopoderosa. Que lo peor ya me había pasado”. Otra vez estaba en el centro de una familia fuerte, la que siempre había soñado. “Mis hijos vieron cómo con semejante dolor físico se podía continuar. Rodri siempre me acompañó. Tuvimos las conversaciones más tremendas que te puedas imaginar. Yo nunca había entrado a un quirófano, excepto para una cesárea. El día que entré le dije ‘Rodri, sos joven, enamorate de una buena mujer, que sea hermosa mamá para nuestros hijos. Tenés mi ok’. Él me abrazó y me dijo ‘Laura, estoy con vos’. A mí nunca me gustó la frase ‘todo va a estar bien’. Con que me acompañen en lo que venga, es suficiente. Y Rodri me demostró el tamaño de hombre que tengo a mi lado. Yo sabía que estaba destrozado, pero fue un pilar”.

Al volver a la vida, Laura priorizó la relación con su familia por sobre lo laboral. “Habíamos logrado pasar lo peor, era todo felicidad”.

Hoy no recuerda todo el proceso de su cáncer como algo traumático. Quizás por todo lo que debió atravesar después.

Santiago murió a los 8 añosSantiago murió a los 8 años

El accidente

El 7 de agosto de 2011, Santiago tenía 8 años. Era fin de semana y Esteban, su padrino, el mejor amigo de la familia, los invitó a cenar a su departamento de Ciudad Jardín. Esteban no tenía hijos y ese era su nuevo hogar. Ni Laura ni Rodrigo lo conocían. “Comimos, nos reímos, charlamos. Pusimos a Sabina en la tele. Bailé con Santi, bailé con Joaco. Cuando fue la hora de pegar la vuelta, Tato me dijo que se quería quedar a dormir. Le dije que tenía un cumple al otro día, que no le había llevado el cepillo de dientes. Lo miré a Rodri y me hizo un gesto como ‘qué rompebolas’. Y dejé que se quedara. Esteban también me pidió ‘dejalo al Chino’, por Joaquín. Pero estaba dormido y le dije que no”.

Cuando se iban, Santiago le gritó desde la puerta: “¡Ma, ¿me das otro beso?!”. Laura volvió y le estampó un beso en la mejilla. “Guau, qué despedida —recuerda hoy—. Fue como besar una nube”.

A la mañana siguiente, Laura llamó a Esteban. Habían quedado en ir a un asado en el club SITAS. No le respondía. Se alarmó. “No era una situación normal. Rodri me dijo ‘se debe haber quedado sin batería’ y le pedí ir al departamento”. Fueron, tocaron timbre, y nada… “‘Seguro que no tenían leche y fueron a desayunar a un bar, o capaz ya se fueron al club’, me tranquilizó Rodri”. Pasaron por los lugares donde podían estar, y ni noticias. Llegaron al club, donde estaban sus amigos, Viviana y Luciano. Pero nadie había visto a Esteban ni a Santiago. Se puso muy nerviosa. Llamó a la madre de Esteban, que tenía llaves del departamento, pero no la atendió. “Ahí le dije a Rodri si no habría pasado algo con las estufas. Él cambió de tono y me dijo que iba para allá. Me quedé con el Chino y Vivi, y Lu acompañó a Rodrigo”.

Se quedó con el teléfono en la mano. A los pocos minutos, Rodrigo la llamó. “Atendí y me dijo: ‘Los dos están muertos’”.

Laura entró en shock. Comenzó a correr hacia la entrada del club, donde Luciano la pasaría a buscar. “Le grité a Vivi que no viniera, que me cuidara al Chino y me fui”.

Mientras iba al departamento de Esteban, para ver lo que jamás hubiera querido ver, Laura golpeaba el auto. Cuando arribaron había policías y mucha gente. Vio a Rodrigo en el suelo, llorando en un ataque de nervios. La policía no la dejó entrar. “Entonces me trepé al techo del patrullero y empecé a saltar. Alguien me agarró del pantalón y me dijo ‘baje, va a entrar’. Lo hice con Rodri. Encontramos a mi amigo y a mi hijo abrazados, tirados en la bañera. Los policías me contaron que fue una pérdida de monóxido, que Santi se había intoxicado primero y vomitó. Y Esteban, que dormía, lo escuchó y lo llevó al baño para mojarlo y animarlo. Y ahí cayó él también, intoxicado…”

SantiagoSantiago

Lo que ocurrió dentro de Laura, el desastre que sucedió en su interior, es intransferible, excepto para quien haya vivido el espanto de perder a un hijo: “Se me derrumbó la vida. Yo tenía un hijo sano y feliz. Y de pronto no lo tenía más. Sentí que no había más familia. No tenía idea de cómo mierda continuar. Y después fue el dolor de no poder despedirme, de no poder correr a un médico. Hubiera hecho cualquier cosa por Santi, y no tuve ni esa posibilidad”.

Luego, lo siguiente que recuerda Laura, es que su casa se llenó de gente. Ella sólo pensó en Joaquín, y en cómo le daría la noticia. “Supe que sería un antes y un después en su vida. Nos juntamos con Rodri y le hablamos: ‘Santi se murió y no lo vamos a ver más’. Nos abrazamos y no supimos qué hacer”.

Entonces, Laura y Rodrigo tocaron fondo. Ese lugar oscuro y horrible donde sólo quedan dos opciones: permanecer ahí o tomar impulso para salir.”Estábamos en el garaje de casa y le dije a Ro: ‘Nos vamos a matar los tres. Es así, no hay vuelta. Vamos a ver cómo, pero lo vamos a hacer’. Él me miró y sin decir palabras sentí que coincidía conmigo en que la muerte de Santi era insoportable. Y en esa microescena que te cuento, apareció el Chino caminando en cuatro patas. Me di cuenta que aunque mi casa estaba llena de gente, nadie le estaba dando bola y ahí me iluminé: ‘Le estoy cagando la vida’. ¿Cómo podía decidir por la vida de él? Y así, en un segundo, hicimos un pacto: ‘Vamos con todo por la felicidad del Chino’. Y lo que en un primer momento fue eso, me di cuenta que era el instinto de supervivencia que tenemos y nos permite continuar y, de algún modo, avanzar”.

Los tres comenzaron, por separado, a hacer terapia. Encontraron que morir en vida por la pérdida de Santiago sería olvidar que tenían otro hijo por quien luchar. “Nuestro foco estuvo en que Joaco no fuera la sombra de su hermano muerto. La decisión fue tener un hijo feliz. En casa se lloró y se llora cada vez que hay que hacerlo. Y nos reímos también. Entendimos que ser felices no es para cualquiera”.

Rodrigo y Laura: después de pensar en terminar todo, el renacimientoRodrigo y Laura: después de pensar en terminar todo, el renacimiento

La nueva vida

Cuando Laura cumplió 40 años, sintió unas ganas fuertes de volver a ser mamá. “No me hallaba con un solo hijo. Yo hablaba en plural de ellos. Pero tenía uno. Así que fui a mi oncólogo, como cada seis meses, y le dije ‘no me hagas las recetas porque voy a abandonar el tratamiento porque quiero ser mamá de nuevo’. Me habló de estadísticas, del riesgo, que no me lo aconsejaba. Desde mi lado le expliqué que en mi vida las estadísticas no corrían. Que no conocía a nadie que hubiera tenido cáncer y que se le había muerto un hijo”.

Laura entendió que el riesgo era volver a tener cáncer. Morir en lugar de generar una nueva vida. Y dejar a su esposo y su hijo solos. Más solos. “Cuando salí de esa consulta charlé con Rodrigo sobre ser papás de nuevo. Le dije ‘vamos con todo, aunque haya riesgos’. Y me respondió ‘te sigo a donde vayas’. Volví al oncólogo y me dio seis meses para intentarlo”.

Con Rodrigo fueron a un centro de fertilidad, que Laura rebautizó como “Centro de Felicidad”, y hablaron con el director. Por las circunstancias que rodeaban su vida, lo que en otras pacientes tardan dos años, a ella se lo hicieron en seis meses. Al final, fueron dos años de intentarlo. Pero nada sucedió.

Laura con Manuel, su tercer hijo, nacido luego de pensar que nunca volvería a ser madreLaura con Manuel, su tercer hijo, nacido luego de pensar que nunca volvería a ser madre

”No tuve éxito. Todo fue súper invasivo. Mi oncólogo me pedía que volviera. Y mi médico de fertilidad me dijo que la única opción era la ovodonación, que alguien me donara óvulos y se armara el embrión con Rodri. Logramos tres embriones. Era diciembre y mi médico, por mi fecha de ovulación, debía cerrar el quirófano por un protocolo de desinfección. Quedamos en que al regresar de las vacaciones, en marzo, me los implantaba”.

Laura, Rodrigo y Joaquín se fueron a Bariloche. Durante el viaje, su hijo le lanzó: “¿Mamá, vos tenés un bebé en la panza, no?”. Llegaron y cuatro días más tarde, Laura fue a una farmacia. Compró un test de embarazo. Y el resultado fue positivo. Había quedado embarazada de forma natural, sin necesidad de los embriones. Llamó al médico y viajó urgente para hacerse una ecografía. “Yo estaba convencida de que todo saldría mal. Pensé que me iba a morir. Y a todo esto, ya tenía 42 años, una quimio y la tristeza…”.

Nada de eso lo impidió. La nueva vida amaneció luego de 9 meses. Y el amor fue más fuerte que el temor. “Me costó amarlo en la panza. Me di cuenta, después, de por qué no quedaba embarazada. Y era por miedo de volver a amar a un hijo y que se muera. Tan simple como eso. Cuando alguien donó los óvulos, mi cuerpo se relajó. Y lo logré. Me hicieron todos los estudios que te imagines. Costó confiar en la vida de nuevo. Y decidimos contarle al Chino que tendría un hermano”.

El 9 de octubre de 2014 nació Manuel. “Fue un parto bello”, cuenta Laura.

Laura, Manuel, Joaquín y RodrigoLaura, Manuel, Joaquín y Rodrigo

La señales

Hoy son cuatro: Rodrigo, Laura, Joaquín y Manuel. “Renovamos el amor a nuestro hijo y a nuestra familia. Y ahora a la vida me la morfo, me la vivo entera. Soy re plena, muy feliz. Sé que es extraño que alguien a quien se le muere un hijo diga que es feliz, pero no lo puedo ocultar”.

Sin embargo, Santiago no desapareció de la vida de Laura. Está, y muy presente. “Cuando vos tenés un hijo, no sabés lo que puede ocurrir. Lo importante es que nació y tuvimos la oportunidad de conocernos y vivir juntos. ¿Cuánto? El tiempo que tenía que ser. Aprendí que la vida es hoy y no es una frase. Lo más importante que te puede pasar en la vida es amar sin importar. Puedo bancarme que mi hijo no esté al lado mío porque lo amo. Creo en un amor libre y enorme. Santi está haciendo de las suyas. No sé bien dónde, porque también creo que la muerte es un paso. Lo que sí te puedo decir es que me da señales.”.

Hoy, en Instagram, Laura revive a Santiago a través de la cuenta @amaramares.oficial. La imagen principal es la torre Eiffel. Y esa es una de las señales de las que habla: “Nunca entendimos por qué era un apasionado de París. Nosotros nunca viajamos, Europa era un imposible. Pero Santi reconocía lugares como los canales de Venecia o la torre Eiffel. En su cuarto tenía un planisferio donde recortábamos monumentos y él los pegaba. Cada vez que hablábamos de vacaciones, decía ‘a París’. Y nosotros era ‘no, hijo, a Miramar’. Cuando Santi murió, esta pasión era tan evidente que la gente comenzó a regalarme torres. Alguien, nunca supe quién, hasta hizo un montaje con una foto suya en la torre Eiffel y me la envió. Fue una bomba. Nunca supe que tanta gente me quería”.

Pero la primera señal fue apenas dos meses después de la muerte de Santiago. Y el primer Día de la Madre sin él. “Vino mi familia y la de Rodri a comer. Era una tristeza total. Como una pata de elefante pisándonos el pecho. A las cuatro o cinco de la tarde, Joaco nos pide ‘¿vamos a andar en bici’?. Fuimos. Él en la bici y atrás nosotros dos como almas en pena por las calles de Haedo. De repente pisó algo. Rodri se acercó, lo agarró y era una torre Eiffel chiquita. Y ahí me cayó la ficha de las señales…”. En 2023, los cuatro viajaron a París. Y cumplieron el sueño de Santiago.

La familia en la torre Eiffel, el monumento parisino que amaba SantiagoLa familia en la torre Eiffel, el monumento parisino que amaba Santiago

El 14 de septiembre —cuatro días atrás—, Santiago hubiera celebrado sus 22 años. Laura nunca más volvió a festejar ese día. Hasta el último sábado, cuando Manuel tomó la comunión. “Las señales sólo son señales para quien las siente como tales. Todo puede tener una lógica: esa Torre Eiffel que encontramos se le cayó a una señora. Pero yo sentí que me cayó a mí. Y que la comunión de Manu sea el mismo día del cumpleaños de Tato significa mucho para nosotros. ¿Qué pienso yo? Que Tato quiere que festejemos. Y que está contento con cómo llevamos nuestra vida”.

La conclusión de la psicóloga Valeria Schwalb

La vida sin duda puede presentarnos dificultades. Sabemos que todos las atravesaremos en mayor o menor medida. No podemos decidir qué es lo que nos ocurrirá, pero sí podemos elegir cómo transitarlo. El cómo iremos a vivirlo es subjetivo y personal.

El modo en el que nos paramos ante cada circunstancia modifica ampliamente cómo esta impactará en nuestras vidas. Laura es una mujer con un enorme sentido del humor, con una inmensa capacidad creativa y un amor inconmensurable.

Estas son características que despliegan las personas resilientes. Seres que son capaces de salir adelante de situaciones adversas fortalecidos y con mucho para poder ofrecer a los demás.

Laura pudo seguir adelante en su vida, trabajar sus duelos, sumergirse en cada proceso. Hoy es una esposa enamorada, una mujer emprendedora, alegre y resiliente. Transmite su experiencia para ayudar a otros. Es un ejemplo de lucha y motivación.

La comunión de Manuel, el tercer hijo de Laura y Rodrigo, fue el 14 de septiembre, el mismo día que el cumpleaños de su hermano Santiago, a quien no conocióLa comunión de Manuel, el tercer hijo de Laura y Rodrigo, fue el 14 de septiembre, el mismo día que el cumpleaños de su hermano Santiago, a quien no conoció

¿Cómo se sigue viviendo luego de pasar situaciones que nunca pensamos llegar a vivir?¿Cómo no perder los sueños y las metas a pesar de las piedras en el camino? ¿Cómo volver a vivir, sonreír y agradecer todo lo que sí es posible aún cuando los golpes fueron tan grandes?

Es tanto lo que puede aprenderse de quienes sufrieron como ella, porque al mismo tiempo que nos acercamos a historias de dolor, nos enriquecen con herramientas para poder inspirarnos a desplegar nuevos recursos frente a aquellas situaciones para las que poco se nos enseña en esta vida.

Una experiencia dolorosa también puede ser un motor para el desarrollo espiritual y el crecimiento personal.

Las historias resilientes aportan luz para que uno pueda identificarse y entender que de todo podemos salir adelante si aprendemos a amarnos y a amar con el alma, si dejamos de luchar con el cruel camino de los por qué, si comprendemos que el amor no tiene muerte y que el deseo de vivir puede ser más fuerte que cualquier temor.

La Lic. Valeria Schwalb es psicóloga especialista en duelo y resiliencia. MN 358 67 @resilienciaenred

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Qué son los exosomas y por qué podrían ser claves en la lucha contra el Alzheimer

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Un reciente avance científico señala que la función de estas diminutas estructuras celulares resulta decisiva para el intercambio de señales entre neuronas y ofrece nuevas perspectivas para comprender y abordar enfermedades neurodegenerativas hereditarias

Un equipo de la Universidad de Aarhus realizó un hallazgo importante para entender el Alzheimer familiar, una forma hereditaria de esta enfermedad que afecta la memoria y capacidades cognitivas.

El papel de SORL1 y los mensajes celulares

El estudio, dirigido por Kristian Juul-Madsen y Thomas E. Willnow, en colaboración con el Max-Delbrueck-Center for Molecular Medicine de Alemania, se centró en la variante N1358S del gen SORL1. Esta mutación se encontró en casos de Alzheimer de inicio temprano.

La salud cerebral depende en gran medida de la comunicación eficiente entre neuronas y células de soporte, que permite procesar información, almacenar recuerdos y coordinar funciones vitales (Freepik)

El gen SORL1 es responsable de fabricar una proteína llamada SORLA, que tiene la tarea de organizar el transporte de sustancias dentro de las células cerebrales. Hasta ahora se sabía que SORLA ayudaba a evitar la formación de depósitos dañinos relacionados con el Alzheimer, pero los científicos quisieron saber si su función iba más allá de este proceso.

Uno de los grandes descubrimientos es que, aunque la mutación N1358S no cambia la interacción de SORLA con la sustancia relacionada con la formación de placas en el Alzheimer, sí altera el grupo de proteínas con las que suele trabajar.

La proteína SORLA, producida aLa proteína SORLA, producida a partir del gen SORL1, interviene en mecanismos que van más allá de la prevención de sustancias dañinas, facilitando que las células cerebrales gestionen y transmitan señales de forma adecuada (Imagen Ilustrativa Infobae)

El análisis detallado reveló que los cambios afectan principalmente a la producción y liberación de exosomas. Estas son pequeñas vesículas que las células utilizan para enviarse mensajes e instrucciones entre sí.

Cuando los científicos compararon células con y sin la mutación, vieron una clara disminución en la cantidad de exosomas liberados por células que tenían la variante N1358S o que carecían del gen SORLA.

Además, los exosomas de estas células eran algo más pequeños y presentaban una consecuencia aún más importante: perdían su capacidad para ayudar en el crecimiento y desarrollo de otras neuronas. En las pruebas, exosomas normales aplicados a neuronas jóvenes estimulaban su maduración, mientras que los provenientes de células con la mutación ya no ofrecían ese beneficio.

Las vesículas conocidas como exosomasLas vesículas conocidas como exosomas transportan instrucciones y materiales entre las células; los cambios en su cantidad y contenido pueden afectar el desarrollo y la protección de las neuronas (Imagen Ilustrativa Infobae)

El contenido de los exosomas también se vio afectado. Los exosomas de las células modificadas llevaban menos microARNes que apoyan el desarrollo neuronal, y más microARNes con efectos opuestos. Este desequilibrio se asoció con la incapacidad de los exosomas alterados para apoyar la maduración de otras neuronas.

Nuevas pistas para el entendimiento y tratamiento

El descubrimiento llevó a los autores a concluir que SORLA regula la cantidad y la calidad de los exosomas que las células liberan, y que cuando esto falla, la comunicación entre las células se ve interrumpida. Este defecto en el envío de mensajes entre las células cerebrales, y no solo la acumulación de sustancias dañinas, podría estar en el origen del Alzheimer familiar.

La investigación también observó que el papel de SORLA en la fabricación de exosomas existe tanto en neuronas como en microglía, lo que sugiere que su función es amplia dentro del cerebro.

Los investigadores concluyen afirmando que este avance ofrece la posibilidad de desarrollar nuevas estrategias para diagnosticar y tratar la enfermedad, dirigidas a restaurar la comunicación entre las células cerebrales y mejorar la calidad de vida de los pacientes con Alzheimer familiar.

 

 

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Así luce Britney Spears hoy, a los 44 años

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La artista transita una etapa de cambios profundos, con reconciliaciones familiares, vida más reservada en México y nuevos desafíos en torno a su bienestar y privacidad

El 2 de diciembre, Britney Spears celebra su cumpleaños número 44 en medio de una etapa marcada por la transformación y la búsqueda de equilibrio personal. La referente indiscutida del pop desde finales de los 90 festeja un nuevo año de vida tras superar retos personales y familiares, y al iniciar su residencia en México, donde procura mayor tranquilidad y privacidad.

Desde el final de su tutela en 2021, retomó el contacto con sus hijos, Sean Preston y Jayden James, intentando fortalecer los lazos con su familia. Su reciente aparición junto a Kim y Khloé Kardashian en Hidden Hills, California, evidenció su nuevo impulso social y su apertura a vínculos públicos.

Britney Spears se aleja deBritney Spears se aleja de los paparazzi y opta por una vida más reservada, compartiendo momentos cotidianos en redes sociales (REUTERS/Mario Anzuoni/File Photo)

En 2025, protagonizó un episodio mediático durante un vuelo privado al encender un cigarrillo y consumir alcohol, lo que provocó una amonestación de las autoridades a su llegada a Los Ángeles. A pesar de estos contratiempos, la cantante asegura estar enfocada en su recuperación y aprendizaje, priorizando su privacidad y salud mental. La búsqueda de autonomía y protección familiar es uno de los pilares en este nuevo capítulo.

Cómo fue la carrera de Britney Spears

Su imagen evolucionó paralelamente a los cambios en la industria y desafíos personales. Spears enfrentó la presión extrema de los medios, factores que propiciaron la tutela legal en 2008. Sin embargo, continuó lanzando música y colaborando con grandes figuras, manteniendo su popularidad y relevancia.

La carrera de Britney SpearsLa carrera de Britney Spears revolucionó la música pop con éxitos como ‘…Baby One More Time’ y una residencia histórica en Las Vegas (Foto AP/Chiang Ying-ying)

En Las Vegas marcó un precedente al inaugurar una residencia exitosa que inspiró a otros artistas. Talento escénico y espíritu de reinvención permitieron que su figura permaneciera activa durante más de dos décadas en el panorama musical internacional.

Qué le pasó a Britney Spears

En 2008, Britney Spears fue sometida a una tutela que la privó del control sobre sus finanzas y muchas decisiones personales, con el argumento de proteger su salud mental y seguridad. Jamie Spears, su padre, fue nombrado tutor principal, lo que deterioró el vínculo entre ambos.

El arduo proceso legal para terminar la tutela se extendió hasta 2021, convirtiéndose en un caso emblemático de debate público y de movimientos de apoyo. Una vez recuperada su libertad, Spears confesó haber sufrido “daño cerebral” por experiencias traumáticas del régimen legal y expresó sentirse afortunada de “estar viva” tras superar ese periodo adverso. El lanzamiento del libro de Kevin Federline, su exmarido, con nuevas acusaciones sobre la vida familiar, volvió a encender la discusión pública.

Britney Spears mantiene su vidaBritney Spears mantiene su vida amorosa en reserva tras la separación de Sam Asghari, priorizando la independencia emocional y el entorno familiar

Pese a los desafíos prioriza recuperar los vínculos con sus hijos y hermanos, y busca el equilibrio en su salud mental. Después de publicar sus memorias y superar distintas controversias, la artista decidió enfocarse en proyectos personales y mantener distancia de los escenarios por el momento.

Qué se sabe de la vida amorosa de Britney Spears en la actualidad

Tras su separación de Sam Asghari en 2024, Britney Spears optó por la reserva en su vida sentimental. Las noticias actuales no la vinculan con una pareja estable y la cantante protege la intimidad sobre sus relaciones.

Spears privilegia su bienestar y la reconstrucción de su entorno familiar. Eventos sociales como su encuentro con las Kardashian generaron especulaciones en redes, pero la artista evita confirmar novedades amorosas y elige centrarse en su independencia emocional y personal. Su entorno más cercano destaca que respeta su propio tiempo y espacio en esta etapa.

Con más de veinte añosCon más de veinte años de trayectoria, Spears suma premios Grammy, MTV y el lanzamiento de su línea de joyería B Tiny en 2025 (Grosby)

Los premios que recibió Britney Spears a lo largo de su carrera

En más de 20 años de trayectoria, Britney Spears ha sido reconocida con numerosos galardones internacionales. Recibió un Premio Grammy, varios MTV Video Music Awards, y premios en diferentes ceremonias internacionales. Sus discos han alcanzado múltiples certificaciones de platino y oro, consolidando su lugar en la historia musical.

Además de los premios estrictamente musicales, Spears ha sido homenajeada por su impacto en la cultura pop y su influencia en la industria del entretenimiento. Su residencia en Las Vegas revitalizó el formato y sus coreografías y videoclips han dejado huella en varias generaciones. En 2025, sorprendió con el anuncio de su línea de joyería, B Tiny, mostrando una faceta emprendedora y creativa.

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Las confesiones de la mujer que fue obligada a casarse a los 3 años con el líder de los “Niños de Dios”: “Mi mamá me entregó”

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Serena Kelley contó todo lo que vivió en la secta. “Era apenas una ficha dentro de un orden sagrado que solo admitía obediencia”, afirma. Los rastros de la organización de David Berg en Argentina

El tiempo parece no haber pasado en la memoria de Serena Kelley. Al cerrar los ojos, reconoce los pasillos de paredes descascaradas, el olor persistente de sopa recalentada en las cocinas colectivas, las colchas remendadas y los rezos monótonos que llenaban el aire. Pero nada pesa tanto como el día en que, a los tres años, fue obligada por los líderes de la secta Niños de Dios a casarse con su fundador, un hombre de sesenta y siete años llamado David Berg. Aquel “matrimonio” fue una ceremonia fría: nadie lloró, todos aplaudieron, y una multitud de adultos —hombres y mujeres sedientos de redención— entonaron himnos bajo una luz mortecina.

La secta Niños de Dios, nacida en Estados Unidos a finales de los años 60, creció bajo la voluntad absoluta de David Berg, quien exigía la sumisión más extrema y disfrazaba sus violencias con palabras de amor y promesas de salvación. Para los niños, la vida bajo su credo fue una condena: no les fue permitido jugar, dudar, ni siquiera crecer en paz.

David Berg, el líder de la secta “Niños de Dios”

Himnos y rutina: el instante donde murió la niñez

La ceremonia sucedió en una sala común, adornada con flores plásticas y mantas mal dobladas. Alguien, con voz solemne, murmuró junto al oído de Serena Kelley:—Sonríe, pequeña. Es un honor. Eres la elegida del profeta.

El trauma de ese instante quedaría suspendido para siempre. “Nunca tuve la sensación de ser una persona. Me percibía como un objeto, un bien que podía cambiar de manos según la decisión de los mayores”, contó Serena más de treinta años después.

La ceremonia no fue el fin, ni el peor de los males. Solo marcó el principio de una vida tejida en abusos, secretos y silencios impuestos por quienes juraban protegerla. Estados UnidosAmérica Latina y Europa. La secta dispersó a sus fieles en comunidades cerradas donde la infancia era solo un rastro difuso, rápidamente asfixiado.

La doctrina del abuso

David Berg, quien se hacía llamar “Moisés modernizado”, construyó una estructura cerrada e implacable. Sus seguidores —la familia espiritual— se regían por normas estrictas: rezos al despuntar el alba, trabajo doméstico, evangelización y absoluta devoción al profeta. Fueron miles los niños criados en este régimen. Él grababa cassettes y enviaba largas cartas manuscritas que todos debían memorizar.

La secta de David BergLa secta de David Berg tuvo seguidores en varias partes del mundo

Un día, en una de estas grabaciones, Berg insistió: “El Señor exige entrega sin peros. Los niños son del rebaño, y nosotros solo guiamos sus pasos hacia Su gracia”.

Cualquier duda, cualquier resistencia, era castigada con dureza. Temían más el rechazo de la comunidad que el afuera desconocido. Por las noches, mientras la oscuridad envolvía las casas comunes, la madre de Serena le susurraba:“Nada temas, hija. Todo ocurre porque Él lo dispone”.

Los juegos, cuando existían, eran premios fugaces por la obediencia, o máscaras detrás de las cuales se ocultaban castigos y pruebas de disciplina.

Serena Kelley con su familiaSerena Kelley con su familia cuando era parte de la secta “Niños de Dios”

El despojo gradual: madre, niña y el silencio

Serena tenía prohibido preguntar por qué ya no dormía con otros niños; por qué la llamaban “esposa pequeña” en voz baja y “elegida” en público. Las respuestas nunca llegaban. Solo quedaba el miedo de los pasillos, el frío de las miradas y la certeza de que su madre ya no podía protegerla. “Iba perdiendo mi voz. Me reconocía cada vez menos cuando me miraba a los espejos polvorientos del lugar”, recuerda.

Salían poco a la calle. Cuando lo hacían, era custodiadas por adultos devotos —llamados “tíos” y “tías”—, que evitaban cualquier contacto con el mundo exterior, temerosos de agentes del demonio, curiosos, periodistas o policías. “Aquí afuera está el infierno. Solo la familia es segura, solo nuestro pastor sabe lo que te conviene”, sentenció un día la madre de Serena ante la menor duda.

La expansión de los Niños de Dios: redes de fe y dolor

La secta Niños de Dios nació en California a finales de los años 60, con David Berg a la cabeza. Pronto, su mensaje —una mezcla de carisma, radicalismo y devoción bíblica— logró arrastrar a decenas y luego miles. Prometía una familia extensa, una comunidad capaz de proteger a sus miembros del veneno del mundo.

La realidad era otra. El “amor libre” y la obediencia estricta camuflaban abusos y sometimiento. Cambiaban de ciudad a menudo, mudándose incluso de país, huyendo de las autoridades y de cualquier rumor peligroso para la organización.

La secta se expandió a América Latina y EuropaEl horror se replicaba sin distinción geográfica: todos los niños, todas las niñas eran vulnerables. Nadie escapaba al mandato del profeta.

Serena fue obligada a casarseSerena fue obligada a casarse con el líder de la secta cuando tenía apenas 3 años

’}En 1993, la Policía Federal argentina realizó siete allanamientos en distintos puntos del país, ordenados por el juez Roberto Marquevich. La denuncia era de corrupción de menores y llegaba impulsada por el consulado estadounidense que buscaba a cuatro chicos secuestrados por la secta los Niños de Dios.

La Justicia rescató 268 menores que habían sido cooptados por los Niños de Dios, la secta liderada por Berg. Así lo contó la periodista Emilse Pizarro en una nota publicada en 2019 en Infobae.

La vida de una niña rota: años de miedo continuo

A los seis años, Serena Kelley ya no tenía recuerdos de antes de la secta. Cada cumpleaños era solo una fecha en el almanaque; un día igual a todos, con nuevas obligaciones y promesas de mayor entrega. La infancia, para ella y los demás, era solo una palabra.

—Pronto, el profeta te confiará una misión inmensa —le advirtió una vez una tía, con una sonrisa ahogada.

En la comunidad, la obediencia era condición para la supervivencia. El silencio, una manera de sobrevivir. Llorar o rebelarse traía castigos que iban desde la humillación pública hasta la segregación en habitaciones oscuras.

David Berg gobernaba con mano firme. Los niños eran herramientas, símbolos de pureza y objetos de propiedad espiritual y carnal.

Serena Kelley intenta rehacer suSerena Kelley intenta rehacer su vida tras el trauma que vivió en su niñez

La toma de conciencia fue lenta. Adolescente, Serena Kelley comenzó a escribir pequeños relatos y a leer libros clandestinos que circulaban entre los jóvenes rebeldes de la secta. Descubrió que el mundo exterior no era un abismo, sino una opción.

La huida no fue gloriosa. Llevó tiempo, dudas, amenazas de ostracismo y un trabajo minucioso para frenar el adoctrinamiento instalado desde la cuna. “La libertad aterra al principio. Te sientes incompleta, culpable, deseando volver solo para no tener que decidir sola,” cuenta Serena.

Tras su salida, las pesadillas fueron constantes. Los recuerdos volvían con frecuencia. La voz grave de Berg, las miradas de los fieles, las frases envenenadas por la devoción. Nadie la persiguió, pero la vergüenza y la sospecha nunca la abandonaron.

El testimonio y la recuperación

Solo al contar su historia, primero en círculos privados, después en reportajes y foros internacionales de víctimas de sectas, Serena Kelley halló un propósito difícil: luchar por la memoria colectiva y el reconocimiento de los horrores sufridos por los hijos de la secta Niños de Dios.

Serena a los 3 añosSerena a los 3 años cuando fue obligada a casarse con el líder de los “Niños de Dios”

No pido piedad ni ira. Solo exijo memoria y verdad, para que ninguna niña tenga que vivir en carne propia lo que a mí me arrebataron”, reclama Serena cada vez que toma un micrófono.

Decenas de personas contaron historias similares. Los patrones se repiten: control total, aislamiento, abuso físico y psicológico. Las estructuras legales no siempre llegaron a tiempo. La secta —dispersa y debilitada tras la muerte de Berg en 1994— sobrevivió en pequeñas células, amparada muchas veces por la inacción judicial y el olvido social.

En una carta pública leída en una conferencia para sobrevivientes de sectas en Los ÁngelesSerena Kelley resumió el sentido de su lucha:

“A quienes me piden que olvide, les digo: sigo siendo una niña de tres años, con un vestido viejo y la promesa del profeta clavada en el pecho. No dejaré que esto se olvide. Hablo por todas las que no pudieron, las que aún callan, las que murieron esperando otra oportunidad de ser libres”.

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