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Una sencilla aplicación con reconocimiento facial es preocupantemente precisa
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Una búsqueda toma tan solo unos segundos. Con apenas subir una fotografía de una cara y seleccionar una casilla para aceptar los términos de servicio, la app presenta una cuadrícula de fotografías de rostros que considera similares, con vínculos de dónde aparecieron en internet
Por 29,99 dólares al mes, un sitio web llamado PimEyes ofrece un superpoder potencialmente peligroso proveniente del mundo de la ciencia ficción: la capacidad de buscar un rostro, con lo que se podrían descubrir fotografías ocultas que de otra manera habrían estado tan seguras como la famosa aguja en el vasto pajar digital que es el internet.
Una búsqueda toma tan solo unos segundos. Subes una fotografía de una cara, seleccionas una casilla para aceptar los términos de servicio y, entonces, te presenta una cuadrícula de fotografías de rostros que considera similares, con vínculos a donde aparecieron en internet. The New York Times usó PimEyes con los rostros de una docena de periodistas del diario, con su consentimiento, para probar su poder.
PimEyes encontró fotografías de cada una de las personas, algunas que los periodistas nunca habían visto, incluso cuando en la imagen utilizada para realizar la búsqueda usaban gafas de sol o cubrebocas o no veían de frente a la cámara.
PimEyes halló a una reportera bailando en un evento de un museo de arte hace una década y llorando después de que le propusieron matrimonio, una fotografía que no era de verdad de su agrado, pero que el fotógrafo decidió emplear para promover su negocio en Yelp. Se detectó a la versión más joven de una reportera de tecnología en una incómoda multitud de admiradores de una banda en el festival musical de Coachella en 2011. Una corresponsal apareció en incontables fotografías de bodas, en las que de manera evidente se ve que es el alma de la fiesta, y en el fondo borroso de una imagen tomada a alguien más en un aeropuerto griego en 2019. También se desenterró la vida previa de un periodista en una banda de rock y el campamento de verano preferido de otro.

A diferencia de Clearview AI, una herramienta similar de reconocimiento facial disponible solo para las fuerzas del orden, PimEyes no incluye resultados de las redes sociales. Las imágenes, en ocasiones sorprendentes, que PimEyes desenterró provenían más bien de artículos periodísticos, páginas de fotografía de bodas, páginas de reseñas, blogs y sitios pornográficos. La mayoría de las coincidencias con los rostros de la docena de periodistas del Times fueron correctas. En el caso de las mujeres, las imágenes incorrectas con frecuencia provenían de sitios pornográficos, por lo que era perturbadora la mera posibilidad de que pudieran ser ellas. (Que quede claro: no eran ellas).
El nuevo propietario de PimEyes es Giorgi Gobronidze, un académico de 34 años que afirma que su interés en la tecnología avanzada comenzó debido a los ciberataques rusos a su país natal, Georgia.
Gobronidze aseguró que piensa que PimEyes puede ser una herramienta para algo positivo, para ayudar a la gente a monitorear su reputación en línea. Por ejemplo, la periodista a la que no le gustó la imagen que el fotógrafo estaba usando, ahora podría pedirle que la retire de su página en Yelp.

Se supone que los usuarios de PimEyes solo deben buscar sus rostros o las caras de las personas que han dado su consentimiento, mencionó Gobronidze. Sin embargo, señaló que dependía de que la gente actuara “de manera ética”, lo que ofrece poca protección contra la erosión tecnológica de la capacidad de mantenerse anónimos entre la multitud. PimEyes no tiene controles para evitar que los usuarios busquen un rostro que no sea el propio y le indica al usuario que pague una suma importante para impedir que las fotografías dañinas generadas por las malas decisiones de una noche lo persigan para siempre.
“Lo pensaron como un software espía, no importa lo que digan”, comentó Ella Jakubowska, consejera de políticas en European Digital Rights, un grupo de defensoría de privacidad.
Con un nuevo propietario
Gobronidze se crio en la sombra de un conflicto militar. Su jardín de niños fue bombardeado durante la guerra civil que comenzó cuando Georgia declaró su independencia de la Unión Soviética en 1991. El país se vio aislado de manera efectiva del mundo en 2008, cuando Rusia lo invadió y el internet se desconectó. Esas experiencias lo inspiraron a estudiar el papel del dominio tecnológico en la seguridad nacional.
Después de breves periodos trabajando como abogado y sirviendo en el ejército georgiano, Gobronidze obtuvo la maestría en relaciones internacionales. Comenzó su carrera como profesor en 2014 y , a la larga, llegó a la Universidad Europea en Tiflis, Georgia, donde todavía da clases.

En 2017, Gobronidze afirma que estaba en un programa de intercambio impartiendo una materia en Polonia cuando uno de sus estudiantes le presentó a dos hackers (Lucasz Kowalczyk y Denis Tatina) que trabajaban en un motor de búsqueda facial. Gobronidze relató que eran “mentes brillantes”, pero “introvertidos por completo” y que no estaban interesados en la atención pública.
Gobrodidze mencionó que aceptaron hablar con él sobre su creación, que a la larga se convirtió en PimEyes, para su investigación académica. Contó que le explicaron cómo su motor de búsqueda empleaba tecnología de redes neuronales para mapear los rasgos de un rostro con el fin de compararlo en busca de una coincidencia con caras con medidas similares, y que el programa era capaz de aprender con el tiempo a determinar con mayor precisión una coincidencia.
“Me sentí como un cavernícola cuando los conocí. Como si estuviera escuchando cosas de ciencia ficción”, comentó Gobronidze.
En diciembre, Gobronidze creó una corporación, EMEARobotics, para que adquiriera PimEyes, y la registró en Dubái debido a la baja tasa de impuestos en los Emiratos Árabes Unidos. Indicó que conservó a la mayoría del pequeño equipo de tecnología y soporte del sitio y contrató a una firma de consultoría en Belice para manejar las solicitudes y las cuestiones regulatorias.
Gobronidze ha rentado oficinas en una torre en el centro de Tiflis. Todavía está en remodelación; los cables para las lámparas cuelgan del techo.
Tatia Dolidze, una colega de Gobronidze en la Universidad Europea, lo describió como “curioso” y “obstinado” y afirmó que se sorprendió cuando le mencionó que iba a comprar un motor de búsqueda facial.
“Fue difícil imaginar a Giorgi como empresario”, escribió Dolidze en un correo electrónico.
Ahora, es un empresario que es dueño de una compañía sumida en la controversia, en gran parte respecto a si tenemos algún derecho especial de control sobre las imágenes de nosotros que nunca esperamos descubrir de esta forma. Gobronidze señaló que la tecnología de reconocimiento facial podría ser usada para controlar a las personas si los gobiernos y las grandes corporaciones tuvieran el único acceso a ella.
Él imagina un mundo en el que el reconocimiento facial es accesible para cualquier persona.
‘En esencia, extorsión’
Hace algunos meses, Cher Scarlett, una ingeniera en informática, probó PimEyes y se topó con un episodio de su vida que había intentado olvidar con mucho esfuerzo.
En 2005, cuando Scarlett tenía 19 años y estaba en bancarrota, consideró trabajar en pornografía. Viajó a la ciudad de Nueva York para una audición, la cual resultó ser tan humillante y abusiva que decidió no proseguir.
PimEyes logró desenterrar el trauma de hace varias décadas a través de vínculos al lugar preciso en el que las fotografías podían encontrarse en la web. Estaban esparcidas entre retratos más recientes de Scarlett, quien trabaja en derechos laborales y ha estado sujeta a una cobertura mediática por una revuelta laboral de alto perfil en Apple.
“No tenía idea hasta ese momento de que esas imágenes estaban en internet”, precisó.
Preocupada por cómo reaccionarían las personas a las imágenes, Scarlett indagó de inmediato cómo retirarlas, una experiencia que describió en una publicación en Medium y a CNN. Cuando dio clic en una de las fotos de desnudo en PimEyes, se desplegó un menú que ofrecía un vínculo a la imagen, un enlace al sitio web donde apareció y una opción para “excluirla de los resultados públicos” en PimEyes.
No obstante, Scarlett descubrió enseguida que la exclusión solo estaba disponible para los suscriptores que pagaban los “planes de PROtección”, cuyo costo oscila entre los 89,99 y los 299,99 dólares al mes. “Es, en esencia, extorsión”, opinó Scarlett, quien al final se inscribió al plan más caro.
Gobronidze no estuvo de acuerdo con esa interpretación. Indicó que existe una herramienta gratuita para eliminar resultados del índice de PimEyes que no se publicita de manera prominente en el sitio. También proporcionó un recibo que muestra que PimEyes le reembolsó a Scarlett los 299,99 del plan del mes pasado.

PimEyes tiene decenas de miles de suscriptores, puntualizó Gobronidze, y la mayoría de los visitantes provienen de Estados Unidos y Europa. Genera la mayor parte de su dinero mediante los suscriptores de su servicio de PROtección, que incluye ayuda del personal de soporte de PimEyes para retirar fotografías de sitios externos.
PimEyes también cuenta con un servicio gratuito de “exclusión” para personas que deciden quitar datos de ellos mismos del sitio, incluidas las imágenes de búsqueda de sus rostros. Para salirse, Scarlett proporcionó una fotografía de cuando era joven y un escaneo de su identificación emitida por el gobierno. A principios de abril, recibió una confirmación de que su solicitud de exclusión había sido aceptada.
“Los resultados potenciales que contienen tu rostro se han eliminado de nuestro sistema”, se leía en el correo electrónico de PimEyes.
No obstante, cuando el Times realizó una búsqueda en PimEyes de la cara de Scarlett con su permiso un mes después, había más de cien resultados, incluyendo los desnudos.
Gobronidze expresó que esta era una “historia triste” y que salirse no evita que el rostro de una persona pueda buscarse. En cambio, bloquea en los resultados de búsqueda de PimEyes cualquier fotografía de caras “con un alto nivel de similaridad” en el momento de la exclusión, lo que significa que las personas necesitan optar por la exclusión con regularidad, con múltiples fotos de ellas, si desean quedar fuera de las búsquedas de PimEyes.
Gobronidze aseguró que quería un “uso ético” de PimEyes, es decir, que la gente realice búsquedas solo de su propio rostro y no de los de extraños.
Sin embargo, PimEyes se esfuerza poco para hacer cumplir esta meta: solo coloca una casilla a la que un usuario de búsqueda debe darle clic para confirmar que el rostro que está subiendo es el suyo. Helen Nissenbaum, una profesora de la Universidad Cornell que estudia la privacidad, calificó esto de “absurdo”, a menos que el sitio exija al usuario presentar una identificación de gobierno para realizar búsquedas, como Scarlett tuvo que hacerlo cuando optó por la exclusión.
“Si hacer eso es útil, ver dónde está nuestra cara, tenemos que imaginar que una compañía que ofrece solo ese servicio va a ser transparente y auditada”, opinó Nissenbaum.
PimEyes no hace tales auditorías, aunque Gobronidze dijo que el sitio bloquea a los usuarios con actividad de búsqueda “que salga de los parámetros lógicos”, y dio como ejemplo a un usuario con más de mil búsquedas en un día. Confía en que los usuarios hagan lo correcto y mencionó que cualquiera que busque el rostro de otra persona sin permiso cometería una violación de la ley de privacidad europea.
“Sería responsabilidad de la persona que lo usa. Solo somos proveedores de una herramienta”, explicó.
Excepciones a la regla
A pesar de decir que PimEyes debe usarse solo para autobúsquedas, Gobronidze está abierto a otros usos siempre que sean “éticos”. Dijo que aprobaba a los periodistas de investigación y el papel que jugó PimEyes en la identificación de los estadounidenses que irrumpieron en el Capitolio de EEUU el 6 de enero de 2021.

The Times permite a sus periodistas utilizar motores de búsqueda de reconocimiento facial para informar, pero tiene reglas internas sobre la práctica. “Cada solicitud de uso de una herramienta de reconocimiento facial para fines informativos requiere una revisión y aprobación previas por parte de un miembro senior de la cabecera y de nuestro departamento legal para garantizar que el uso cumpla con nuestros estándares y la ley aplicable”, dijo una portavoz del Times, Danielle Rhoades Ha.
Hay usuarios que Gobronidze no quiere. Recientemente bloqueó a personas en Rusia del sitio, en solidaridad con Ucrania. Mencionó que PimEyes estaba dispuesto, al igual que Clearview AI, a ofrecer su servicio de forma gratuita a organizaciones ucranianas o a la Cruz Roja, si podía ayudar en la búsqueda de personas desaparecidas.
La IA Clearview más conocida se ha enfrentado a serios obstáculos en Europa y en todo el mundo. Los reguladores de privacidad en Canadá, Australia y partes de Europa han declarado ilegal la base de datos de Clearview de 20 mil millones de imágenes de rostros y han ordenado a Clearview que elimine las fotos de sus ciudadanos. Italia y Gran Bretaña emitieron multas multimillonarias.
Una agencia alemana de protección de datos anunció una investigación sobre PimEyes el año pasado por posibles violaciones de la ley de privacidad de Europa, el Reglamento General de Protección de Datos, que incluye reglas estrictas sobre el uso de datos biométricos. Esa investigación continúa.
Gobronidze dijo que no había tenido noticias de ninguna autoridad alemana. “Estoy ansioso por responder todas las preguntas que puedan tener”, dijo.
No le preocupan los reguladores de privacidad, dijo, porque PimEyes opera de manera diferente. Lo describió como casi como un catálogo de tarjetas digitales, diciendo que la compañía no almacena fotos o plantillas de caras individuales, sino direcciones URL para imágenes individuales asociadas con las características faciales que contienen. Todo es público, dijo, y PimEyes instruye a los usuarios a buscar solo sus propios rostros. Aún no se ha determinado si esa diferencia arquitectónica es importante para los reguladores.
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Tecnología
Sam Altman advierte sobre la transformación en el empleo tras el avance de la inteligencia artificial
Publicado
4 meses atráson
19 junio, 2025Por
Admin
El CEO de OpenAI señaló que la llegada de sistemas superinteligentes cambiará la naturaleza de muchos empleos, aunque confía en la capacidad de adaptación de la sociedad ante estos cambios
Sam Altman, director ejecutivo de OpenAI, aseguró durante una conversación con su hermano Jack Altman, en el pódcast “Uncapped” que “la IA descubrirá nueva ciencia. Y esto es una afirmación loca, pero creo que es verdad”. Con esta frase, Altman anticipó el potencial transformador de la inteligencia artificial en los próximos años, delineando los retos y oportunidades que marcarán el rumbo de la sociedad y la economía global. Según detalló en el diálogo recogido en “Uncapped”, la IA está a punto de dar un salto cualitativo que podría revolucionar la ciencia, el empleo y la vida cotidiana, planteando interrogantes sobre la integración de sistemas superinteligentes y la competencia entre gigantes tecnológicos como OpenAI y Meta.
El potencial de la IA para descubrir nueva ciencia
Durante la entrevista, Sam Altman subrayó que la capacidad de razonamiento de los modelos de IA ha avanzado a un ritmo inesperadamente rápido. “Hemos resuelto el razonamiento en los modelos. Nos queda mucho camino por recorrer, pero creo que sabemos qué hacer”, afirmó el CEO de OpenAI, según recogió el pódcast.
El directivo sostuvo que, aunque la IA todavía actúa como copiloto en la investigación científica, su impacto ya se percibe en la productividad de los científicos. “Ya hay científicos que dicen que son tres veces más productivos usando O3”, relató Altman a “Uncapped”. A medida que los modelos evolucionen, anticipa que la IA podrá realizar descubrimientos autónomos, especialmente en campos con grandes volúmenes de datos, como la astrofísica. “He escuchado que la primera área donde la IA hará descubrimientos autónomos será la astrofísica, porque hay montañas de datos y no suficientes doctorados para analizarlos”, explicó.
A su juicio, la física representa un problema “más limpio” para la IA que la economía, por la naturaleza de los datos y la posibilidad de experimentación controlada.
Impacto en el empleo, la economía y la vida cotidiana
El avance de la inteligencia artificial no solo promete acelerar el progreso científico, sino que también tendrá efectos profundos en el mercado laboral y la economía. “Muchos trabajos desaparecerán. Muchos trabajos cambiarán drásticamente”, advirtió Altman en el pódcast. No obstante, el CEO de OpenAI se mostró optimista sobre la capacidad de la sociedad para adaptarse a estos cambios. “Siempre hemos sido muy buenos encontrando nuevas cosas que hacer y formas de ser útiles unos a otros”, reflexionó.
Altman reconoció que la transición podría resultar extraña desde la perspectiva actual, pero consideró que la humanidad ha atravesado transformaciones similares en el pasado. “A nosotros, nuestros trabajos nos parecen importantes y satisfactorios, pero si en el futuro todos estamos creando mejor entretenimiento para los demás, quizá eso sea lo que uno de nosotros ya está haciendo ahora”, comentó, en referencia al propio formato del pódcast.
En cuanto a la vida cotidiana, el ejecutivo prevé que los consumidores demandarán asistentes personales de IA, capaces de conocer sus objetivos y ayudarlos a través de múltiples dispositivos y plataformas. “Lo que los consumidores quieren de nosotros es, eventualmente, un compañero de IA, por falta de una mejor palabra, que viva en el éter y les ayude en todas estas formas”, describió.

Riesgos y desafíos de la superinteligencia y la integración física
El desarrollo de sistemas superinteligentes y su integración en el mundo físico representan, para Altman, uno de los mayores retos de la próxima década. El CEO de OpenAI reconoció que, aunque el software ha avanzado rápidamente, la robótica y la interacción física aún presentan desafíos significativos. “Estamos atrasados, pero creo que llegaremos. Por ejemplo, tenemos tecnología nueva que podría hacer conducción autónoma mucho mejor que cualquier enfoque actual”, señaló.
El empresario tecnológico se mostró convencido de que en cinco a diez años existirán robots humanoides avanzados, capaces de realizar tareas cotidianas en entornos urbanos. “Tendremos robots humanoides increíbles. Caminarán por la calle, haciendo cosas”, anticipó. Sin embargo, advirtió que la presencia masiva de robots en la vida diaria podría resultar desconcertante al principio. “Acostumbrarse a que la mitad de quienes caminan por la calle sean robots será una diferencia importante”, reflexionó.
Sobre los riesgos asociados a la superinteligencia, Altman consideró que el peligro no reside únicamente en la capacidad física de los robots, sino también en el potencial de la IA para causar daños a través de medios digitales, como la creación de armas biológicas o el sabotaje de infraestructuras críticas. “Se pueden hacer cosas muy dañinas sin necesidad de lo físico”, puntualizó.
OpenAI: cultura de innovación y competencia con Meta
La transformación de OpenAI de un laboratorio de investigación a una empresa de productos ha sido, en palabras de Altman, un proceso acelerado y desafiante. “Hace dos años y medio solo éramos un laboratorio de investigación. Tuvimos que construir toda una gran empresa”, recordó. El lanzamiento de ChatGPT en noviembre de 2022 marcó un punto de inflexión, consolidando a OpenAI como un actor central en el desarrollo de aplicaciones de IA para consumidores y empresas.
Respecto a la competencia, Altman reveló que Meta considera a OpenAI como su principal rival en el sector. “He escuchado que Meta nos ve como su mayor competidor”, afirmó al pódcast “Uncapped”. Según el CEO, la estrategia de Meta ha consistido en ofrecer grandes incentivos económicos para atraer talento de OpenAI, aunque hasta ahora sin éxito entre los principales investigadores de la compañía. “Han hecho ofertas de hasta 100 millones de dólares en bonos de firma, más de eso en compensación anual”, detalló.
Altman defendió la cultura de innovación de OpenAI como un factor diferenciador frente a otras grandes tecnológicas. “Creo que hemos construido una cultura realmente especial para la innovación. Entendemos cosas que otros no sobre lo que se necesita para tener éxito en eso”, sostuvo. A su juicio, la clave está en alinear los incentivos económicos con la misión de la empresa, priorizando el impacto y la excelencia en la investigación.
Reflexiones personales sobre el rol de la IA y la experiencia en OpenAI
A lo largo de la conversación, Sam Altman compartió impresiones personales sobre el impacto de la IA en la sociedad y su experiencia al frente de OpenAI. El directivo reconoció que, pese a los avances técnicos, la transformación social no ha sido tan radical como anticipaba. “Me siento muy confiado, más que nunca, en que sabemos qué hacer para lograr sistemas de IA increíbles y supercapaces. Pero me siento totalmente confundido sobre cómo será la sociedad si eso ocurre”, admitió.
El CEO de OpenAI sugirió que la adaptación social a la superinteligencia podría ser lenta, incluso si la tecnología alcanza niveles de capacidad extraordinarios. “Es posible que tengamos una superinteligencia de 400 de coeficiente intelectual y que la vida siga igual. Si se está descubriendo nueva ciencia para nosotros, eventualmente la sociedad sabrá cómo lidiar con eso, pero puede ser muy lento”, reflexionó.
En el plano personal, Altman describió su trabajo como una mezcla de responsabilidad y satisfacción. “Desde la perspectiva del impacto social, es el trabajo más importante que jamás tocaré. Pero en el día a día, se siente más como un rompecabezas interesante que como un trabajo importante”, confesó a “Uncapped”. También destacó la importancia de la cultura interna y el disfrute de trabajar con su equipo, a pesar de la presión y la exposición pública que conlleva liderar una empresa como OpenAI.

Consumo energético, futuro de la computación y expansión hacia el espacio
El crecimiento de la inteligencia artificial plantea desafíos en materia de consumo energético y desarrollo de infraestructuras. El CEO de OpenAI consideró fundamental que la sociedad piense en toda la cadena de valor, “desde el electrón hasta la consulta en ChatGPT”.
En su opinión, el aumento del consumo energético es un indicador positivo de progreso. “Lo que más se ha correlacionado con la mejora de la calidad de vida a lo largo de la historia es la abundancia de energía”, afirmó.
El CEO de OpenAI se mostró optimista sobre la llegada de nuevas fuentes energéticas, como la fusión y la fisión avanzadas, así como el aprovechamiento de la energía solar. “Estoy bastante confiado en que la fusión ocurrirá”, aseguró. Altman incluso planteó la posibilidad de que, en el futuro, la humanidad consuma más energía de la que puede generar la Tierra, lo que haría necesaria la expansión hacia el espacio. “Tenemos un gran sistema solar ahí fuera”, apuntó.
En cuanto al futuro de la computación, sugirió que la integración de la IA en nuevos dispositivos y plataformas permitirá experiencias más cercanas a la ciencia ficción, con asistentes inteligentes presentes en todos los aspectos de la vida diaria.
Una visión de adaptación y valor social
Sam Altman concluyó que el reto principal no reside solo en desarrollar sistemas de IA cada vez más potentes, sino en asegurar que la sociedad obtenga valor de estos avances.
“Quizá más personas deberían hablar sobre cómo asegurarnos de que la sociedad obtenga el valor de esto. Esas preguntas se han vuelto más difíciles y menos claras”, reflexionó. Altman expresó su confianza en la capacidad de adaptación de la humanidad, anticipando que las nuevas generaciones crecerán en un mundo donde la inteligencia artificial será una herramienta cotidiana y fundamental para el progreso.
Tecnología
Elon Musk anunció que los robotaxis de Tesla estarán en las calles de Austin el 22 de junio
Publicado
4 meses atráson
11 junio, 2025Por
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El CEO de la empresa dijo que esa fecha era tentativa. El servicio de vehículos de transporte autónomos operará en Texas.
Elon Musk afirmó que el servicio de robotaxis de Tesla está “tentativamente” programado para comenzar a operar en Austin, Texas, el 22 de junio.
En una publicación en su red social X, Musk escribió que la fecha podría cambiar porque Tesla está “siendo súper paranoico con la seguridad”.
El mes pasado, Musk dijo a CNBC que los taxis serán monitoreados de forma remota al principio y “geolocalizados” a ciertas áreas de la ciudad consideradas las más seguras para navegar. Expresó que esperaba operar inicialmente unos 10 taxis, aumentar ese número rápidamente y comenzar a ofrecer el servicio en Los Ángeles, San Antonio, San Francisco y otras ciudades.
Musk ha estado prometiendo vehículos totalmente autónomos y autoconducidos para “el próximo año” durante una década, pero ahora la presión está presente ya que Tesla realmente comienza a operar un servicio de taxi autónomo. Las ventas de vehículos eléctricos de Tesla han disminuido debido a la creciente competencia, la reestructuración de su vehículo más popular, el Model Y, y las repercusiones del giro de Musk hacia la política.

Tesla ha estado probando sus vehículos autónomos en las calles públicas de Austin, según declaró Musk el mes pasado. El martes, Musk volvió a publicar un vídeo en X en el que se veía un Model Y girando en un cruce de Austin sin conductor humano y con la palabra «Robotaxi» escrita en él, seguido de cerca por otro Model Y.
Los vehículos utilizaban una nueva versión del avanzado software de asistencia al conductor de Tesla, denominado Full Self-Driving (FSD), según indicó Musk en otra publicación en X.
Poco más se sabe sobre el servicio de robotaxis de Tesla, incluyendo dónde operará, el alcance de la supervisión remota y cómo podrá utilizarlo el público.
El lanzamiento en Austin también se produce después de que Musk tuviera un enfrentamiento público con el presidente Donald Trump por el proyecto de ley fiscal del gobierno estadounidense. Algunos analistas han expresado su preocupación de que Trump podría tomar represalias alentando a los reguladores federales de seguridad a intervenir ante cualquier señal de problema para los robotaxis.
Lamento de Musk
Musk declaró este miércoles que lamenta algunas de sus recientes críticas al presidente de Estados Unidos,Donald Trump, tras la pelea pública entre ambos la semana pasada.
“Lamento algunas de mis publicaciones sobre el presidente @realDonaldTrump la semana pasada. Fueron demasiado lejos”, escribió Musk en su red social X.
La relación entre Trump y Musk se tensó tras una serie de intercambios públicos que expusieron diferencias políticas y personales. Musk, director ejecutivo de Tesla y SpaceX, criticó duramente el proyecto de ley de gastos impulsado por el Partido Republicano y respaldado por el presidente, el cual podría sumar 2,4 billones de dólares a la deuda nacional en los próximos diez años.
Sociedad
Montaron una empresa en la que todos los empleados son IA y los resultados fueron desconcertantes
Publicado
5 meses atráson
19 mayo, 2025Por
Admin
Una universidad estadounidense hizo el experimento para medir cuán eficiente es la inteligencia artificial sin supervisión humana. ¿Qué tareas lograron resolver y en cuáles fracasaron? En diálogo con Infobae, los investigadores analizaron los límites en la autonomía de las máquinas.
Durante algunas semanas, nadie tomó un café en la oficina, no hubo almuerzos compartidos, no hubo charlas cara a cara, mucho menos festejos de cumpleaños ni momentos recreativos. Sin embargo, la empresa funcionó. O al menos lo intentó.
La escena pareciera salida de una novela de ciencia ficción: una compañía de software donde todos los empleados, desde los programadores hasta los responsables de recursos humanos, son agentes de inteligencia artificial. Una empresa sin personas. La idea no surgió en Silicon Valley, sino que nació como un experimento académico en la Carnegie Mellon University (CMU), una de las universidades más prestigiosas del mundo en ciencia y tecnología.
El equipo de investigadores creó The Agent Company, una empresa simulada con tareas inspiradas en el trabajo del mundo real: desarrollo de software, análisis de datos, gestión de proyectos, administración y finanzas. Cada rol fue ocupado por un agente de IA distinto. El objetivo era claro: evaluar si la IA, operando en conjunto, puede realizar el trabajo de una empresa real. Más bien, si los humanos ya somos reemplazables en su totalidad. Un informe de Goldman Sachs de 2023 ya había indicado que la IA podría sustituir el equivalente a 300 millones de empleos a tiempo completo. Quedaba demostrarlo.
“Mucho se habla sobre si los agentes de IA reemplazarán tareas humanas, pero no existía un entorno que simulara realmente el día a día de una oficina”, explicó el investigador Yufan Song, uno de los autores del estudio, en diálogo con Infobae. Por eso, decidieron crear una empresa ficticia desde cero. Armaron equipos, asignaron proyectos, integraron herramientas reales —como navegadores web y software de documentación— y hasta simularon conversaciones entre compañeros.
Las tareas fueron diversas. Algunas, simples para un humano como completar un documento, buscar información en un sitio web, escribir un archivo en formato Word. Otras, más complejas: resolver bugs en Python, gestionar bases de datos, mantener coherencia en una cadena de decisiones. Para ejecutarlas, usaron un sistema llamado OpenHands, respaldado por modelos avanzados como Claude Sonnet 3.5, Gemini 2.0 y GPT-4o.
Los resultados fueron una mezcla de asombro y frustración. El mejor agente, impulsado por Claude 3.5 Sonnet, logró completar apenas el 24% de las tareas. Y no porque fuera perezoso o poco sofisticado. Simplemente, hay instrucciones que aún no entiende.
Por ejemplo, una de las tareas requería guardar un archivo como answer.docx. Cualquier persona sabe que eso implica abrir Word o usar una herramienta compatible. Pero la IA lo interpretó como texto plano. Pequeños detalles que revelan que la IA todavía no tiene sentido común, falla en cuestiones muy simples.
“Los modelos de lenguaje fallan en cosas que para nosotros son naturales, como interpretar instrucciones implícitas o detectar convenciones culturales”, apuntó el investigador Boxuan Li, otro de los encargados del experimento. “Y a veces directamente hacen trampa”, remarcó. En una tarea, un agente debía contactar a un empleado. Como no lo encontraba en el sitio interno, optó por cambiar el nombre de un compañero cualquiera por el del objetivo para que el sistema le permitiera avanzar.
También hubo fallas más técnicas. Los agentes tuvieron problemas para leer correctamente páginas web, una tarea que requiere interpretar estructuras visuales o acceder al contenido a través del “árbol de accesibilidad” que usan los navegadores. OpenHands solo admite este método, más económico pero limitado. El reconocimiento de imágenes —más parecido a cómo lo haría un humano— aún está fuera de su alcance.
Y, sin embargo, hubo momentos brillantes. El mismo sistema, con respaldo de Gemini 2.5 Pro, completó uno de los proyectos más complejos del curso de base de datos de la universidad: navegar por un sitio privado, configurar un entorno local, modificar múltiples archivos fuente, compilar y testear. Lo hizo en 8 minutos y por apenas 2,41 dólares.
“Como era de esperar, los agentes de vanguardia actuales no resuelven la mayoría de las tareas, lo que sugiere que hay una gran brecha para que realicen de forma autónoma lo que haría un trabajador humano en un día laboral, incluso en un entorno de evaluación comparativa relativamente simplificado como el que aplicamos”, explicó Li.
La paradoja es evidente. Los agentes de IA pueden resolver tareas difíciles, pero fracasan en otras que un pasante resolvería en dos clics. Y aunque el 25% de efectividad pueda sonar bajo, marca un hito: nunca antes se había probado la IA en condiciones tan cercanas al trabajo real.
¿En qué tareas fallan?
El mayor valor del experimento, según los investigadores, no está en los éxitos, sino en los fracasos. “Queríamos entender por qué no pueden completar ciertas tareas. Eso es más útil que celebrar lo que ya hacen bien”, explicó Song.
Una de las principales conclusiones fue que los agentes de IA aún tienen serias limitaciones en tareas con alta carga social, como colaborar, escalar problemas o simplemente esperar una respuesta. En una tarea específica, se indicaba que si un compañero no respondía en 10 minutos, había que escalar al director de tecnología (CTO). Ningún agente lo hizo bien. Uno de ellos “supuso” que habían pasado los 10 minutos y actuó en consecuencia sin motivo aparente.
Según Li, este tipo de errores revela una fragilidad de fondo: “Los agentes todavía no son buenos en tareas a largo plazo, ni en seguir instrucciones condicionales con contexto temporal. Eso los hace poco confiables para delegar procesos completos sin supervisión humana”, expresó.
Otra gran debilidad es la interacción con interfaces diseñadas para personas. Muchos programas empresariales, sitios de gestión interna o formularios tienen reglas no escritas, flujos lógicos implícitos y estructuras visuales complejas. Todo eso sigue siendo un obstáculo para los modelos actuales. Sin acceso a imágenes o simulaciones realistas, su desempeño se frena.

También fallan en razonamiento matemático y cálculo avanzado, algo que limita su uso en áreas como finanzas, ingeniería o logística. Incluso cuando parecen entender, muchas veces improvisan respuestas para “salir del paso”, lo cual puede resultar peligrosamente persuasivo. “Los humanos, al enfrentarnos a problemas que no podemos resolver, podemos admitir honestamente nuestro fracaso. Sin embargo, los agentes pueden usar métodos torpes para fingir que lo resolvieron y luego dar el resultado con confianza”, remarcó Song.
Y esto no es solo un problema técnico. En un mundo donde la IA toma decisiones con impacto real —recomendaciones financieras, diagnósticos médicos, estrategias empresariales—, una respuesta errónea dicha con confianza puede ser mucho peor que un simple “no lo sé”.
“No creo que reemplacen puestos de trabajo en su totalidad, pero sin duda transformarán nuestra forma de trabajar. Son potentes y los seres humanos podemos aprovecharlos para aumentar la productividad, pero, al menos por ahora, no pueden reemplazar ningún puesto de trabajo por completo”, aseguró Li.
A la luz de los resultados, los investigadores insisten en que no estamos ni cerca de reemplazar trabajos completos. Lo que sí vislumbran es un futuro cercano de colaboración forzada, donde los humanos actúan como jefes, auditores o socios estratégicos de los agentes.
El futuro del trabajo (y los nuevos jefes de la IA)

La pregunta inevitable es: ¿y ahora qué? ¿Qué rol tendrán estos agentes en el trabajo del futuro?
Según Song, la clave estará en quién sepa usarlos mejor. “El poder de la IA está directamente relacionado con el nivel del usuario. Alguien que entienda bien la herramienta, que sepa cómo descomponer una tarea en partes, podrá aprovecharla al máximo”, sostuvo. En ese escenario, los trabajadores se convierten en diseñadores de procesos, y los agentes en ejecutores rápidos, precisos y escalables.
El nuevo panorama puede caer bien entre quienes ya están formados, pero implica un dilema para los que recién empiezan a interactuar con la inteligencia artificial. Un agente hoy es más barato que un junior, y comete errores diferentes, pero no necesariamente peores. Eso puede acelerar la automatización de tareas simples y empujar a los trabajadores humanos hacia funciones más abstractas o creativas.
Según Song, los trabajos que implican interactuar con el mundo físico son los más “resistentes” hoy. “Por muy potentes que sean los modelos a gran escala, al menos ahora no pueden interactuar adecuadamente con el mundo real”, explicó.
Para roles como programadores, redactores, asistentes, diseñadores y atención al cliente, existen muchas startups centradas en mejorar su productividad. Sin embargo, cree, no significa que sean vulnerables. “En estas profesiones la IA puede acelerar significativamente la producción, pero de la mano con ese aumento, pueden surgir nuevas demandas ocultas”.
La colaboración humano-IA no será simétrica. Las personas marcarán el rumbo, pero dependerán de su capacidad para coordinar inteligencias artificiales de forma efectiva. La habilidad ya no será solo saber hacer algo, sino saber cómo enseñárselo y cómo indicárselo 一el nuevo arte de promptear一 a la máquina.
A mediano plazo, el equipo de Carnegie Mellon University no espera una revolución, sino una transición gradual. Los agentes, poco a poco, ocuparán nichos específicos: análisis de datos, redacción de reportes, documentación técnica. Tareas monótonas, repetitivas, estructuradas, pero no tomarán decisiones ni liderarán equipos.
Los agentes de IA avanzan a toda velocidad, pero aún enfrentan límites cuando se trata de adaptarse al mundo real. No pueden improvisar, colaborar ni tomar decisiones con verdadero criterio humano. En los próximos meses, The Agent Company 一y otros experimentos que puedan surgir一 harán más pruebas. Es que ahora al futuro, antes de alcanzarlo, se lo simula.


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