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Cada vez más jóvenes trabajan en apps de viajes y delivery: hasta cuánto se puede ganar

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Según los datos de distintas aplicaciones, hay entre un 20% y un 40% más de conductores y repartidores que hace un año. La mayoría tiene menos de 35 años.

Algunos eligen esta actividad como un complemento a su ingreso principal, mientras que en otros se vuelcan a tiempo completo.

Tiempo de crisis y resiliencia. En un contexto económico recesivo y desafiante, las plataformas tecnológicas de delivery y movilidad se perfilan como nuevas oportunidades de trabajo. Cada vez son más las personas que prestan servicios como repartidores o conductores a través de estas aplicaciones para encontrar una salida laboral inmediata o generar ingresos que les permitan mejorar la calidad de vida.

Así lo pudo comprobar Clarín con las fuentes consultadas. Desde Cabify, una app de viajes, señalan que más de 10 mil personas se anotan todos los meses para empezar a manejar y marcan que el número llegó a duplicarse a principios de este año. En DiDi, indican que la cantidad de conductores registrados en 2023 superó el 40%.

Asimsimo, PedidosYa, del rubro del delivery, asegura que cuenta con más de 45.000 repartidores lo que implica un crecimiento aproximado del 20% con respecto al año pasado. Y Rappi sostiene que en marzo de 2023 hubo alrededor de 30.000 mil repartidores activos mientras que en el mismo mes de 2024 la cifra alcanzó los 36.000.

¿Qué historias hay detrás de estas cifras? A Gastón Fazekas, un joven de 33 años, lo despidieron de su trabajo en 2019, sin haberle pagado la indemnización ni el sueldo correspondiente. Un día, mientras caminaba por la calle, descubrió que Rappi había llegado a Córdoba. Sin dudarlo, se registró y empezó a entregar pedidos con su moto.

Gastón Fazekas (33) perdió su trabajo en 2019, pero encontró una salida laboral inmediata y accesible en la aplicación de delivery.  Crédito RappiGastón Fazekas (33) perdió su trabajo en 2019, pero encontró una salida laboral inmediata y accesible en la aplicación de delivery. Crédito Rappi

“Desde ese momento hasta el día de hoy, se convirtió en mi principal fuente de ingresos. Incluso, me permitió ahorrar para comprarme una impresora 3D. Después de unos años, realicé un curso de programación. Ahora, combino ambas actividades por la flexibilidad horaria que permite la aplicación”, comparte con este medio.

David Suárez tiene 29 y vivió durante 2 años en una residencia universitaria. “En agosto del año pasado, empecé a trabajar como repartidor en Rappi y en junio de este año por fin pude mudarme. Alquilé un departamento en el barrio de Caballito. Lo que más valoro de este empleo, aparte de haberme podido mudar, es la libertad de tiempo que uno puede aprovechar para organizarse”, comenta.

El perfil de los trabajadores en Apps

La edad promedio de los choferes de apps en Argentina es de 34 años. Según la base de datos de Cabify, menciona Manuel Machado, jefe de crecimiento de la app, el 65% tiene entre 25 y 44 años, el 47% cuenta con estudios secundarios completos, el 72% trabaja como conductor a tiempo completo, el 75% son argentinos nativos, el 60% se mueve en Buenos Aires y el Gran Buenos Aires y un dato alarmante: la mayoría, el 85%, no tiene otro empleo formal.

David Suárez (29) consiguió mudarse gracias a los ingresos que le genera la aplicación. Crédito RappiDavid Suárez (29) consiguió mudarse gracias a los ingresos que le genera la aplicación. Crédito Rappi

La flexibilidad horaria (52%), la independencia (38%) y la posibilidad de generar ingresos adicionales (10%) rankean entre los principales motivos que priorizan los usuarios a la hora de elegir esta modalidad de empleo.

Son varios los ejemplos de conductores que optan por trabajar con la aplicación de una manera complementaria o temporal. Por ejemplo, muchos las eligen durante el proceso de búsqueda laboral. “Detectamos que el 74% prefiere manejar en sus tiempos libres para complementar con otras actividades”, puntualiza Delfina Orlando, Gerente Senior de Comunicaciones para DiDi Cono Sur.

PedidosYa menciona que el 70% de sus repartidores prestan servicios en un promedio de 3 horas al día, acomodando sus tiempos y necesidades, y que el 10% se conecta la cantidad de horas equivalentes a un trabajo de jornada completa. “El 80% tiene menos de 36 años. En los últimos años, notamos que muchos jóvenes con dificultad para conseguir trabajo encuentran en esta modalidad una alternativa para generar ingresos”, refiere la plataforma.

Por otro lado, Rappi observa que desde hace varios meses aumentó el número de argentinos en la flota de sus repartidores. Y describen que el 80% tiene entre 18 y 39 años, que el 87% está integrado por hombres y que más del 50% se conecta alrededor de 20 horas por semana.

“Notamos que el ciclo de vida promedio en la plataforma es de 3 meses y que algunos trabajadores deciden utilizar 2 aplicaciones en simultáneo. Además, 2 de cada 3 repartidores combinan Rappi con otro tipo de actividad”, aporta Franco Lena, Gerente General de Rappi para Argentina y Uruguay.

Mercado laboral digital

El mundo de los riders también cobra vida en la comedia negra del dramaturgo Iñigo Guardamino quien escribió un relato ficticio sobre estos trabajadores basado en su vivencia durante la pandemia. “Amarte es un trabajo sucio”, que se estrenará el 3 de agosto en el teatro El Extranjero, alude a un joven abogado que tiene mala suerte en las entrevistas laborales y por amor propio accede a sumarse a la flota del delivery.

Para Llovet, que también es CEO de Nawaiam, estas oportunidades laborales representan una respuesta pragmática a las dificultades económicas que enfrenta la población. Incluso, considera que la necesidad de empleo durante la pandemia logró que las personas se acercaran más a la tecnología, usando aplicaciones amigables y recibiendo ayuda de sus hijos para entenderlas.

“Estas plataformas crearon nuevas fuentes de empleo que antes no existían lo que nos traslada a un nuevo debate: el panorama tradicional del trabajo se está redefiniendo a partir del avance tecnológico y, principalmente, de la inteligencia artificial”, subraya Llovet.

Layla Scheli es ingeniera experta en datos e IA (inteligencia artificial). Le explica a Clarín que si bien las aplicaciones de delivery y movilidad ofrecen una salida económica inmediata durante tiempos difíciles, sin la necesidad de una inversión inicial significativa en infraestructura o capacitación especializada, también exponen fluctuaciones económicas y decisiones corporativas.

“Es clave abordar las preocupaciones sobre las condiciones laborales y promover políticas que protejan los derechos y el bienestar de los trabajadores en esta “economía emergente y digitalizada”, analiza.

Ganancias e impacto inflacionario

La composición del ingreso de los repartidores depende de diversos factores como el día, horario, factores climáticos y recorrido en los que prestan el servicio. A modo de referencia, en valores de julio, el ingreso promedio ronda entre los $ 4.400 y $ 6.000 por hora, a lo que hay que sumarle las propinas, de las que el repartidor percibe el 100%.

“Los repartidores pueden generar ganancias de hasta 3 veces el salario mínimo vital y móvil. Las tarifas se actualizan para que no pierdan poder adquisitivo. Cuando se generan ocasiones de consumo especiales, otorgamos incentivos que los ayudan a maximizar sus ingresos”, enfatizan desde Rappi. Además, los PedidosYa Markets –supermercados propios 100% online– crecieron un 37% en el primer semestre del año.

Los conductores son monotributistas prestadores de servicios que les facturan a las aplicaciones. Perciben ganancias netas. El monto varía y depende de cuánto tiempo estén conectados en la plataforma. “La empresa ofrece la posibilidad de ganar hasta $ 400.000 por semana trabajando 8 horas diarias. Existen diferentes rangos de antigüedad para los conductores y cada uno percibe comisiones diferenciadas”, suman desde Cabify.

En DiDi mencionan que desde que la plataforma desembarcó en Buenos Aires, en noviembre de 2020, produjo un impacto económico de 723 millones de dólares. “Integra las ganancias netas que generaron los conductores que se conectaron a través de la app, es decir, que pudieron aportar en su economía familiar, sumado al dinero que ahorraron los pasajeros al acceder a descuentos de viajes”, explican.

Una conductora experimentada

Carolina Roldán (43) trabaja desde hace 6 años con la aplicación de Cabify. Calificada con 5 estrellas, el volante a través de la plataforma representa hoy su única fuente de ingresos. Hace un año y medio logró comprar su propio auto cero kilómetro mediante un crédito UVA. Como las 48 cuotas le resultan muy elevadas, se ve forzada a trabajar 12 horas por día, de lunes a lunes.

“Los gastos del auto están a cargo del propietario en función de su ingreso. Por eso, de la ganancia neta, un 60% aproximadamente se lo lleva la manutención del vehículo para garantizar un funcionamiento óptimo y un servicio adecuado. Cuento con un equipo de gas para ahorrar en combustible. Así, invierto un promedio de $ 11.000 diarios y recargo $ 20.000 mensuales, lo cual equivale a medio tanque de nafta. Asimismo, las app cobra una comisión directa”, describe.

Carolina Roldán empezó a trabajar en Cabify en 2018 y la plataforma representa hoy su principal fuente de trabajo. Crédito Carolina RoldánCarolina Roldán empezó a trabajar en Cabify en 2018 y la plataforma representa hoy su principal fuente de trabajo. Crédito Carolina Roldán

Su organización financiera y la vasta experiencia en la plataforma le permiten obtener mayores ganancias con una buena tasa de aceptación por parte de los usuarios. De hecho, confiesa que le gustaría postularse como mentora de otros conductores que estén interesados en aprender.

Carolina inició este trabajo en 2018 porque necesitaba tener un ingreso inmediato, pero proyecta desarrollarse en su profesión, en el área comunicacional como conferencista. “En tiempos de crisis, una historia de superación alimenta la esperanza y ayuda a salir adelante”, resume.

MG

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¿La búsqueda de la felicidad es una trampa? La historia de una mujer que enloqueció a dos hombres

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En una visita a un hospital psiquiátrico, un médico notó que dos pacientes gritaban tristes por la memoria María. Ambos estaban enamorados, pero uno había sido su pareja y el otro no. El espejismo de vivir una buena vida cuando se alcanza un objetivo

El médico sanitarista estaba supervisando distintos establecimientos asistenciales. Un día le tocó el turno a un hospital psiquiátrico. Conversó un rato con el director y salieron juntos a recorrer la institución.

Pasaron por distintos lugares hasta que llegaron a un lugar en donde estaban los pacientes más enfermos. Cada uno se encontraba solo en un cuarto, el cual tenía las paredes acolchadas por si se querían golpear o autolesionar. Varios, adicionalmente, tenían un chaleco de fuerza, el cual restringía mucho los movimientos, especialmente los brazos, con el mismo fin de intentar protegerlos de sí mismos. Tanto el director como el supervisor observaban por la pequeña ventana que tenía cada habitación para poder ver a los pacientes.

-¡María! ¡María! ¡Maríaaaa!

Ambos médicos observaron al paciente por la ventanilla, y cuando siguieron caminando, el supervisor le preguntó al director:

-¿Qué le pasó a este paciente?

Se enamoró de María, pero lamentablemente fue un amor no correspondido. Y quedó totalmente trastornado, fuera de sí.

El supervisor escuchó y los dos siguieron visitando a otros pacientes.

Más adelante, nuevamente se fueron escuchando otros gritos. En la medida que se acercaron, pudieron entender qué decían:

-¡María! ¡María! ¡Maríaaaa!

Al llegar frente a la habitación acolchada, y ver al paciente con chaleco de fuerza, como todos los de ese sector, el supervisor miró al director, buscando un diagnóstico.

-¿Este también fue un amor no correspondido?, preguntó entre risas.

-No. Este hombre también se enamoró de María, solo que en este caso, ella se enamoró de él, así que fue un amor correspondido. Y así quedó…

Dos problemas tiene la vida: no conseguir lo que queremos y conseguir lo que queremos.

Nos pasamos la vida persiguiendo objetivos. Convencidos de que si los logramos, nuestra vida cambiará para siempre. De una vez por todas será buena, como nosotros nos merecemos.

Sin embargo, la realidad nos enseña que al igual que estos dos pacientes, esa mirada es una trampa. Pensar que la vida será buena cuando logremos tal o cual cosa es solo un espejismo.

Si no logramos nuestro objetivo, nos sentimos frustrados. Y si lo logramos, descubrimos que no ofrece la plenitud y felicidad que buscábamos.

¿Entonces? ¿Para qué seguir persiguiendo la línea del horizonte, que se mueve cada vez que nos acercamos?

En EE. UU. habían estudiado cuál era el sueldo que hacía más felices a las personas. Eran 4.200 dólares. O sea que solo servía para satisfacer las necesidades básicas de tener casa, comida, un seguro de salud, una educación. No es poco.

Lo curioso es que de todas las variables que analizaban para medir la felicidad de esas personas (centralmente qué tan tranquilos y contentos vivían), cuanto más ganaban, peor era. O sea que una persona que ganaba 6.000 dólares vivía peor que la que tenía ingresos por 4.000. Y si ganaba 10.000, peor aún.

Pensar que cuando pase este problema o logremos aquel objetivo, finalmente seremos felices, nunca resulta. O somos capaces de ser felices con nuestra vida tal como es, o no lo seremos nunca.

¿Y vos? ¿Cuál es esa trampa inaccesible que te impide ser feliz?

* Juan Tonelli es speaker y escritor. El texto es parte del libro “Un elefante en el living, historias sobre lo que sentimos y no nos animamos a hablar”. www.youtube.com/juantonelli

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Es abogada y la inundación destruyó su estudio en Bahía Blanca: “Los expedientes y mi escritorio con 10 mil dólares se fueron flotando”

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La madrugada del temporal, la casa y el lugar de trabajo de Evangelina Benítez quedaron bajo casi dos metros de agua. Su hijo menor, que estaba solo en la vivienda, logró salvarse trepando a la terraza con su gato en brazos

La noche del jueves 6 de marzo, Evangelina Benítez cenó con sus dos hijos en su casa de Bahía Blanca. Antes de despedirse, le propuso al menor, Luca, que se quedara a dormir, pero él prefirió volver a su hogar, ubicado en la calle Sarmiento 824, donde vive junto a su padre, Luis Alberto “Titi” Chiaradía, y su hermano mayor, Marco. “Sabíamos que iba a llover porque estaba pronosticado, pero estábamos más pendientes de la posibilidad de que cayera granizo, como había pasado a principios de febrero”, cuenta Evangelina a Infobae.

Horas después, la peor tormenta en la historia de la ciudad dejó la casa familiar, donde también funcionaba su estudio jurídico, sumergida bajo 1,85 metros de agua. “Perdí todo. Desde la terraza, mi hijo vio cómo los expedientes y mis libros flotaban junto a un escritorio donde tenía 10 mil dólares guardados bajo llave en un cajón”, detalla, a una semana del temporal que dejó un saldo de 16 fallecidos y 200 evacuados, según el último parte que emitió el Municipio.

Adelante de la casa funcionabaAdelante de la casa funcionaba el estudio jurídico de Evangelina, que es abogada y escribana (Foto/Gustavo Gavotti)

“Mamá, entró agua a casa”

Evangelina tiene 54 años, dos hijos de 19 y 25, y es abogada y escribana. Según recuerda, el viernes pasado se despertó a las 4 de la madrugada con el sonido de la lluvia. Dos horas después, su teléfono sonó. Era Luca. “Mamá, entró agua a casa y ya me llega a los tobillos. ¿Qué hago?”, le dijo el joven, que estaba solo en el domicilio. Desde su casa, en una zona alta de la ciudad, ella intentó tranquilizarlo. “Subí lo que puedas a la mesa, poné todo a resguardo”, le dijo.

Hasta ese momento, lo que más le preocupaba a Luca era su auto: un Ford fiesta azul que había dejado estacionado enfrente de su casa. “Tengo que correrlo porque me lo va a llevar el agua”, pensó. Cuando quiso salir, se dio cuenta de que si abría la puerta el agua entraría de golpe. “Lo que hice fue abrir la ventana del estudio de mi vieja, que daba a la calle, y salí por ahí”, le cuenta Luca a este medio.

Al auto entró por el baúl. Descalzo y en cuero lo llevó hasta una estación de servicio cercana y volvió corriendo. Al regresar, el agua ya le llegaba a las rodillas. “Agarré un balde y empecé a sacar, pero por cada uno que llenaba, entraban cinco más”, detalla. “El agua entraba por todos lados, de a chorros”, dice, todavía incrédulo.

Antes del temporal, Evangelina conAntes del temporal, Evangelina con sus dos hijos: Luca (19) y Marco (25) (Foto/Gentileza de la entrevistada)

Desde su domicilio, a unas 25 cuadras, Evangelina intentaba comunicarse con su hijo, pero Luca no contestaba. “Me desesperé: llamaba al padre, que estaba en Monte Hermoso; a mi otro hijo, que estaba en la casa de su novia”, recuerda.

“No le contestaba el teléfono porque estaba hablando con mi viejo”, explica ahora Luca. Según cuenta, su papá intentó calmarlo y le indicó que subiera a la terraza. Cuando se dispuso a hacerlo, el vidrio de la puerta de entrada se rompió y el agua ingresó a la casa con la misma fuerza que cuando se abre una compuerta. “Perdimos todo, perdimos todo”, alcanzó a decirle antes de que la llamada se cortara.

Desesperado y con el agua a la cintura, Luca siguió el consejo de su padre e intentó subir a la terraza. “En el camino me chocaba con la mesa, las sillas, los colchones, todo…”, cuenta. Cuando finalmente llegó a la ventana de la cocina, trató de abrirla, pero estaba trabada. “Ya está, me muero acá”, dice que pensó. Después de forcejear un rato, logró destrabarla, trepó al techo y se metió debajo del tanque de agua. Desde ahí, dice, vio a sus vecinos con sus perros y entonces recordó a su gato, Rocky. Sin pensarlo, volvió a bajar.

“El agua seguía entrando de a chorros”, cuenta. Llegó hasta la cocina y lo vio: estaba subido a la heladera, que flotaba a pocos centímetros del techo. Trató de agarrarlo, pero el animal, aterrorizado, se resistió. Tomó una canasta de mimbre, lo metió adentro y volvió a subir.

Rocky, el gato de LucaRocky, el gato de Luca (Foto/Gentileza de la entrevistada)

“Volver a casa fue horroroso”

Mientras Luca estaba en el techo con Rocky, su hermano mayor, Marco, logró contactarse con unos vecinos, que juegan con ellos al rugby en el Club Sportiva Bahía Blanca, para que rescataran al joven. “Cuando me enteré de que estaba a salvo, me calmé un poco, pero hasta que no lo vi con mis propios ojos no estuve tranquila”, cuenta Evangelina.

Acerca del reencuentro con el menor de sus hijos, describe: “Pude reunirme con él cerca de las 17 horas. Yo estaba esperándolo mientras colaboraba con los vecinos que rescataban gente con la moto de agua. Estuve con ellos hasta las 20″.

Al día siguiente, cuando el agua bajó, regresó a la casa. “La sensación fue espantosa. Horrorosa. Estaba todo destruido. De los 16 muertos que reportaron, diez fueron de esa zona. Es que estamos a 40 metros del arroyo Napostá“, indica.

Lo primero hizo apenas ingresó fue sacar sus títulos universitarios y algunos cerificados que se salvaron porque estaban colgados bien altos. “De las carpetas con los expedientes no quedó nada”, lamenta.

“La respuesta de los amigos“La respuesta de los amigos de mis hijos me emocionó”, aseguró Evangelina (Foto/Gustavo Gavotti)
Así quedó el auto deAsí quedó el auto de Luca (Foto/Gentileza de la entrevistada)

Todos somos uno

Además de perder la casa familiar y su estudio jurídico, también se esfumó el dinero que guardaba en su escritorio: 10.000 dólares. “Yo los tenía bajo llave en un cajón y el mueble se fue flotando. Lo peor fue que en el momento que mi hijo me llamó, cuando recién arrancó la tormenta, no se lo comenté porque no se me cruzó por la cabeza. Jamás imaginé que podía pasar algo así. Creo que nadie en Bahía Blanca lo pensó”, dice.

Y sigue: “Es como que uno no termina de caer. El lunes recién me aflojé y me vine a llorar a mi casa para que no me vieran mis hijos. Igual lo mío son todas cosas materiales. El resto, mientras tengamos salud, de alguna manera lo vamos a solucionar”.

Al día siguiente, los amigosAl día siguiente, los amigos de Luca y Marco, del Club Sportiva de Bahía Blanca, fueron a ayudar a limpiar la casa (Foto/Gustavo Gavotti)
Al día siguiente, Evangelina regresóAl día siguiente, Evangelina regresó a la casa. Las marcas del agua se ven en la pared y en la tulipa de vidrio de la lámpara (Foto/Gentileza de la entrevistada)

Entre la angustia por pérdida material, Evangelina dice que sintió una sensación “plancentera y feliz” al saber que sus hijos eran queridos. “La respuesta de sus amigos me emocionó. Al día siguiente, cuando íbamos a empezar a limpiar, comenzaron a llegar de a poco. Eran como 20. En un momento me quedé parada mirando cómo entraban y salían, sacaban, ponían. Me dejó una sensación tan linda”, cuenta y comparte un video de ese día.

En la secuencia, que figura a continuación, se ve cómo los jóvenes acomodan muebles en la vereda, sacan barro con el secador y basura.

“Yo les decía a Luca y Marco: ‘A pesar de todo, ustedes hoy tienen dónde dormir o dónde darse una ducha de agua caliente; pero hay gente a la que no le quedó nada’. Lo importante es poder brindar ayuda a esas personas a las que no les quedó nada”, se despide.

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Video del día después de la inundación

¿Cómo ayudar?

En medio de la emergencia, las campañas solidarias se extendieron a nivel nacional para asistir a las miles de familias que han perdido sus pertenencias, enfrentando ahora condiciones de extrema vulnerabilidad.

  • Para sumarse como voluntario y colaborar con limpieza, logística (vehículo), salud o clasificación de recursos, carga y descarga hacer click en este link.
  • Para enviar de dinero, tanto desde Argentina como el exterior del país, siguen habilitados los alias BAHIAXBAHIA y BAHIAXBAHIA.USD. También se habilitó una caja de ahorro en dólares CA U$D 6229-516687/0 CBU: 0140305104622951668702
  • Más información, acá.

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Un turista de 21 años se metió al Río Paraná para buscar una pelota y murió ahogado

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Ocurrió en el balneario municipal de Santa Elena. El joven habría cruzado la zona habilitada, que estaba delimitada por boyas

Un joven de 21 años murió ahogado este martes por la tarde tras adentrarse en las aguas profundas del río Paraná para recuperar una pelota. El trágico accidente ocurrió en el balneario Santa Elena, situado en la ciudad homónima, en Entre Ríos.

El cuerpo no ha sidoEl cuerpo no ha sido encontrado y la búsqueda continúa.

Si bien un compañero intentó ayudarlo, tuvo que soltarlo debido a que la víctima comenzó a arrastrarlo mientras se ahogaba. El joven fue identificado como Logan Daniel Videla, oriundo de La Matanza, provincia de Buenos Aires. En el caso intervinieron agentes de la Comisaría de Santa Elena, del Departamento La Paz, junto con personal de Prefectura Naval.

El trágico accidente ocurrió enEl trágico accidente ocurrió en Río Ceballos (Foto: Prensa Policía)

Alarmante cifra de ahogamientos durante el verano

Según se pudo reconstruir, al notar que no podía mantenerse a flote, comenzó a pedir auxilio. A pesar de los esfuerzos de una persona que logró sacarlo del agua, ya no presentaba signos vitales, según informó El Doce TV.

En lo que va del verano, las víctimas fatales sufrieron accidentes en las localidades cordobesas de La Calera (Sierras Chicas), Nono (Traslasierra), Villa Rumipal (Valle de Calamuchita), Villa Carlos Paz (Valle de Punilla), el dique Piedras Moras (Calamuchita), Mina Clavero (Traslasierra) y Río Tercero (Tercero Arriba).

Las autoridades locales y los organismos de emergencia suelen emitir recomendaciones para evitar accidentes en los cursos de agua. Entre las medidas más comunes se encuentran evitar ingresar a zonas profundas, prestar atención a las corrientes y no nadar en áreas no habilitadas. Sin embargo, los incidentes registrados este verano reflejan que, en muchos casos, estas advertencias no son suficientes para prevenir tragedias.
Un turista de 65 añosUn turista de 65 años falleció en La Toma.

Solo dos días antes de la muerte de Lucas Iván Paz, falleció otro hombre identificado como Horacio Quiroga en la ciudad de Río Tercero. La víctima, de 37 años, disfrutaba de una jornada familiar cerca del balneario municipal; cuando ingresó al agua en la zona del predio del Centro Tradicionalista alrededor de las 19 horas. Testigos relataron que, tras lanzarse al río, Quiroga no volvió a salir a la superficie, lo que generó alarma entre los presentes.

Ante la emergencia, las autoridades locales y los Bomberos Voluntarios acudieron rápidamente al lugar. Según detalló Telefe Córdoba, lograron rescatar al hombre y trasladarlo de inmediato al hospital de la localidad. Sin embargo, pese a los esfuerzos médicos, se confirmó su fallecimiento horas después. Habría sufrido un paro cardiorrespiratorio tras ingresar al agua.

Días atrás, un hombre de 65 años, identificado como Norberto Jorge Amadeo, falleció en el balneario La Toma, ubicado en la localidad de Mina Clavero. El turista, oriundo de la provincia de Buenos Aires, resbaló mientras intentaba cruzar el río a nado, golpeó su cabeza contra una piedra y fue arrastrado por la corriente, lo que resultó en su trágico deceso.

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