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Sociedad

Empezaron un doctorado y se quedaron a mitad de camino porque en el Conicet no hay más vacantes

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Son 57 becarios que no podrán terminar sus investigaciones para obtener el título por una decisión del Gobierno.

El motivo no es por su rendimiento sino por el recorte de las vacantes para las becas de finalización.

“El panorama no es tan malo. Desde el día cero hubo un mensaje alarmista que ha sido difícil combatir. Mientras uno pueda demostrar con hechos… por supuesto lleva un tiempo ejecutar. Se están dando más becas que en el momento crítico en que recibimos la economía, cuando todas las variables eran muy negativas. Por suerte pudimos revertirlo”. Algunos quizás acuerden, pero muchos científicos seguramente cuestionen esto que el director del Conicet, Daniel Salamone.

Entre los últimos seguramente estén 57 becarios, o más bien, ex becarios, que acaban de recibir el cachetazo de quedarse a mitad de camino del doctorado, luego de que el Conicet no les otorgara la llamada beca de finalización que habían solicitado. No por bajo rendimiento sino porque las vacantes no alcanzan.

Tienen tres caminos a la vista. 1) Convencer a las autoridades con las que hicieron la primera parte de su doctorado de que intenten sortear las trabas legales que les impiden dejarlos trabajar ad honorem (por el temor a un juicio laboral o porque no tendrían ART). 2) Intentar terminar el doctorado afuera. O sea, irse del país. 3) Dedicarse a otra cosa.

Más tarde se ampliaron (por dos mecanismos distintos) a 950, pero entonces cayó la noticia de que, en lugar de empezar a pagarse en abril, como se había dicho, los estipendios (de entre $ 600.000 y $ 746.000 mensuales) se empezarán a depositar en agosto. Por estas horas, esos doctorandos, muchos de los cuales están yendo a trabajar gratis, tejen y destejen esperando su primera mensualidad.

Pero el puñado de personas en los que se centra esta nota refleja un problema pariente: el caso de 70 doctorandos que, luego de terminar su carrera universitaria, pidieron beca doctoral a organismos que no son el Conicet y que tienen una duración menor. Entre otros, la UBA o la Agencia de Promoción Científica y Tecnológica, que dan unas becas doctorales cortas.

Hasta junio de este año, Pablo Barrios, licenciado en Genética, era becario doctoral del INTA.Hasta junio de este año, Pablo Barrios, licenciado en Genética, era becario doctoral del INTA.

Históricamente, quienes aplicaban a esas vacantes descontaban que, cumplidos los tres años y siempre que hubieran tenido un buen desempeño, empalmarían sin problema con el mecanismo que el propio Conicet ofrece para estos casos: las llamadas becas de finalización de doctorado, que por supuesto duran dos años, y así se completan los cinco.

Según explicó Jorge Aliaga, físico y, desde noviembre, miembro del directorio del Conicet en representación del Consejo de las universidades, “en 2014 fue la primera asignación de las becas de finalización, creadas justamente como un puente, porque tanto las becas de Agencia, que están asociadas a un proyecto de investigación, como las becas de la UBA, eran más cortas”.

“Efectivamente, en los años que tengo registro, es la primera vez que hay más postulantes que cupo asignado. Siempre la cantidad de postulantes fue inferior al cupo. Si el año pasado hubiera sido ‘normal’, seguramente se habría ampliado el cupo”, estimó.

Al comienzo se dijo que el conflicto era para 57 personas. Inicialmente eran 70 los “colgados” a mitad del doctorado, pero de las 300 becas de finalización otorgadas por el Conicet, 13 personas decidieron bajarse y esos cupos se reasignaron. Quedaron en situación de conflicto 57.

Hay 57 becarios que se quedaron sin la posibilidad de terminar su doctorado en el Conicet.Hay 57 becarios que se quedaron sin la posibilidad de terminar su doctorado en el Conicet.

“Los que se bajaron, quizás tenían otros planes”, estimó Salamone en alusión a que podrían haber decidido irse a terminar el doctorado a otro país o, directamente, renunciar a ese título.

Enfatizó la flexibilidad que, según él, viene teniendo el Conicet: inicialmente habían advertido que no reasignarían vacantes no utilizadas (es decir que aprovecharían el abandono para achicar el número de becarios que en el futuro terminarán siendo aspirantes a la carrera del Investigador, que también busca achicarse todo lo posible), pero esa decisión, quizás por las quejas que hubo en el sector, se revirtió.

Los becarios que no podrán terminar el doctorado en el Conicet

“Nos arremangaremos”, se resignó Pablo Barrios. Tiene 35 años, dos hijos (uno de 11 y otra de 6) y desde el lunes 1 de julio no tiene sueldo. Cobraba $ 795.000. Salvo que ocurra un milagro, no podrá terminar el doctorado. Es de Misiones, pero nunca se quedó en el molde. Cree que superará esta situación, aunque, claro, se lo nota enojado.

Estudió la licenciatura en Genética de la Universidad Nacional de Misiones (UNAM), pero se mudó a Jujuy, donde consiguió entrar al Instituto de Biología de Altura y terminar su tesina de grado. Tras vivir un tiempo ahí con su esposa y su primer hijo, finalmente obtuvo una beca doctoral en Mendoza.

Hasta julio de 2024, Pablo Barrios, licenciado en Genética y experto en virus del Malbec y el Torrontés, era becario doctoral del INTA. Hasta julio de 2024, Pablo Barrios, licenciado en Genética y experto en virus del Malbec y el Torrontés, era becario doctoral del INTA.

La particularidad de las becas de la Agencia de Promoción Científica y Tecnológica es que funcionan más bien como una bolsa de trabajo. Se abren convocatorias para cubrir distintos puestos, cuyo estipendio está ligado a proyectos de investigación específicos que distintos investigadores obtuvieron con determinado objetivo. Como esos proyectos duran tres años, la beca también. Es distinto de cómo funciona el Conicet, en donde el aspirante debe tener él mismo un proyecto sobre el cual trabajar.

“En este caso, la institución beneficiaria era el INTA, el estipendio venía de la Agencia y el área era fitovirología. Básicamente, hace tres años viré mi especialidad y me empecé a dedicar a las plantas. Estudio la detección de virus en la vid, particularmente en las cepas Malbec y Torrontés”, contó Barrios.

Becas de finalización de doctorado no otorgadas

Aliaga es de los que observan el problema “sistémico”, podría decirse, de que el Conicet tome becarios que fueron evaluados por otra institución. Es un tema a considerar, pero excede los casos de conflicto comentados en estas líneas.

Porque, si la comisión evaluadora del Conicet juzga que el becario que viene de otra institución –y quiere terminar el doctorado con ellos– no califica, puede simplemente bocharlo. El resultado de la solicitud dirá beca “denegada”.

Si bien todos los años hay casos de becas denegadas (o sea que la persona no fue bien calificada por el Conicet), hasta donde se pudo averiguar, no hay antecedentes de becas de finalización “no otorgadas”, la calificación usada en estos 70 casos, ahora reducidos a 57.

Carlos Piña, director del Centro Científico-Tecnológico de Rosario (que depende del Conicet Santa Fe) se lamentó por los cinco casos en esta situación dentro de su entorno: “Son casos muy particulares, en los que la evaluación de la comisión fue favorable porque la persona está en condiciones de terminar el doctorado. Y, sin embargo, la beca no se les otorga. Yo no he visto anteriormente que pase una cosa así”.

En realidad, eran seis los casos, pero Florencia Cardenal, licenciada en Biodiversidad, tuvo suerte. Trabaja en el Instituto de Agrobiotecnología del Litoral. Cuando Clarín la contactó, el día anterior le habían informado que le dieron una de las 13 vacantes para beca de finalización liberadas a último momento.

Hasta ese día, su angustia era total: “Uno arranca con beca de Agencia y el empalme es automático siempre. Presentás informes anuales diciendo qué hiciste, qué publicaste, mandás un plan… uno arranca el doctorado descontando ese empalme”.

El incierto futuro del becario sin beca

Cardenal contó que alquila y que vive con un amigo. Su beca había terminado en abril y hasta esta semana, cuando supo que logró obtener esa vacante remanente, pensaba buscar otro trabajo: “Tengo un cargo simple en la universidad y con eso no pago el alquiler. Hubiera tenido que buscar otro trabajo porque subsistir es muy difícil”.

“No puedo ser una carga para mi familia a los 30 años. Uno trata de ser independiente y no es fácil, en este contexto en que tanta gente busca trabajo y al mismo tiempo echan personas de todos lados”, se lamentó.

“¿Qué voy a hacer? Por ahora pedí una prórroga a la Agencia”, contó y, optimista, agregó: “Veremos si me la dan. Si me la dan, quizás pueda presentarme nuevamente a la beca de finalización del Conicet el 22 de julio. Arrancaría recién en abril de 2025. Quizás intente dar clases. O tendré que hacer otra cosa”.

MG

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¿La búsqueda de la felicidad es una trampa? La historia de una mujer que enloqueció a dos hombres

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En una visita a un hospital psiquiátrico, un médico notó que dos pacientes gritaban tristes por la memoria María. Ambos estaban enamorados, pero uno había sido su pareja y el otro no. El espejismo de vivir una buena vida cuando se alcanza un objetivo

El médico sanitarista estaba supervisando distintos establecimientos asistenciales. Un día le tocó el turno a un hospital psiquiátrico. Conversó un rato con el director y salieron juntos a recorrer la institución.

Pasaron por distintos lugares hasta que llegaron a un lugar en donde estaban los pacientes más enfermos. Cada uno se encontraba solo en un cuarto, el cual tenía las paredes acolchadas por si se querían golpear o autolesionar. Varios, adicionalmente, tenían un chaleco de fuerza, el cual restringía mucho los movimientos, especialmente los brazos, con el mismo fin de intentar protegerlos de sí mismos. Tanto el director como el supervisor observaban por la pequeña ventana que tenía cada habitación para poder ver a los pacientes.

-¡María! ¡María! ¡Maríaaaa!

Ambos médicos observaron al paciente por la ventanilla, y cuando siguieron caminando, el supervisor le preguntó al director:

-¿Qué le pasó a este paciente?

Se enamoró de María, pero lamentablemente fue un amor no correspondido. Y quedó totalmente trastornado, fuera de sí.

El supervisor escuchó y los dos siguieron visitando a otros pacientes.

Más adelante, nuevamente se fueron escuchando otros gritos. En la medida que se acercaron, pudieron entender qué decían:

-¡María! ¡María! ¡Maríaaaa!

Al llegar frente a la habitación acolchada, y ver al paciente con chaleco de fuerza, como todos los de ese sector, el supervisor miró al director, buscando un diagnóstico.

-¿Este también fue un amor no correspondido?, preguntó entre risas.

-No. Este hombre también se enamoró de María, solo que en este caso, ella se enamoró de él, así que fue un amor correspondido. Y así quedó…

Dos problemas tiene la vida: no conseguir lo que queremos y conseguir lo que queremos.

Nos pasamos la vida persiguiendo objetivos. Convencidos de que si los logramos, nuestra vida cambiará para siempre. De una vez por todas será buena, como nosotros nos merecemos.

Sin embargo, la realidad nos enseña que al igual que estos dos pacientes, esa mirada es una trampa. Pensar que la vida será buena cuando logremos tal o cual cosa es solo un espejismo.

Si no logramos nuestro objetivo, nos sentimos frustrados. Y si lo logramos, descubrimos que no ofrece la plenitud y felicidad que buscábamos.

¿Entonces? ¿Para qué seguir persiguiendo la línea del horizonte, que se mueve cada vez que nos acercamos?

En EE. UU. habían estudiado cuál era el sueldo que hacía más felices a las personas. Eran 4.200 dólares. O sea que solo servía para satisfacer las necesidades básicas de tener casa, comida, un seguro de salud, una educación. No es poco.

Lo curioso es que de todas las variables que analizaban para medir la felicidad de esas personas (centralmente qué tan tranquilos y contentos vivían), cuanto más ganaban, peor era. O sea que una persona que ganaba 6.000 dólares vivía peor que la que tenía ingresos por 4.000. Y si ganaba 10.000, peor aún.

Pensar que cuando pase este problema o logremos aquel objetivo, finalmente seremos felices, nunca resulta. O somos capaces de ser felices con nuestra vida tal como es, o no lo seremos nunca.

¿Y vos? ¿Cuál es esa trampa inaccesible que te impide ser feliz?

* Juan Tonelli es speaker y escritor. El texto es parte del libro “Un elefante en el living, historias sobre lo que sentimos y no nos animamos a hablar”. www.youtube.com/juantonelli

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Es abogada y la inundación destruyó su estudio en Bahía Blanca: “Los expedientes y mi escritorio con 10 mil dólares se fueron flotando”

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La madrugada del temporal, la casa y el lugar de trabajo de Evangelina Benítez quedaron bajo casi dos metros de agua. Su hijo menor, que estaba solo en la vivienda, logró salvarse trepando a la terraza con su gato en brazos

La noche del jueves 6 de marzo, Evangelina Benítez cenó con sus dos hijos en su casa de Bahía Blanca. Antes de despedirse, le propuso al menor, Luca, que se quedara a dormir, pero él prefirió volver a su hogar, ubicado en la calle Sarmiento 824, donde vive junto a su padre, Luis Alberto “Titi” Chiaradía, y su hermano mayor, Marco. “Sabíamos que iba a llover porque estaba pronosticado, pero estábamos más pendientes de la posibilidad de que cayera granizo, como había pasado a principios de febrero”, cuenta Evangelina a Infobae.

Horas después, la peor tormenta en la historia de la ciudad dejó la casa familiar, donde también funcionaba su estudio jurídico, sumergida bajo 1,85 metros de agua. “Perdí todo. Desde la terraza, mi hijo vio cómo los expedientes y mis libros flotaban junto a un escritorio donde tenía 10 mil dólares guardados bajo llave en un cajón”, detalla, a una semana del temporal que dejó un saldo de 16 fallecidos y 200 evacuados, según el último parte que emitió el Municipio.

Adelante de la casa funcionabaAdelante de la casa funcionaba el estudio jurídico de Evangelina, que es abogada y escribana (Foto/Gustavo Gavotti)

“Mamá, entró agua a casa”

Evangelina tiene 54 años, dos hijos de 19 y 25, y es abogada y escribana. Según recuerda, el viernes pasado se despertó a las 4 de la madrugada con el sonido de la lluvia. Dos horas después, su teléfono sonó. Era Luca. “Mamá, entró agua a casa y ya me llega a los tobillos. ¿Qué hago?”, le dijo el joven, que estaba solo en el domicilio. Desde su casa, en una zona alta de la ciudad, ella intentó tranquilizarlo. “Subí lo que puedas a la mesa, poné todo a resguardo”, le dijo.

Hasta ese momento, lo que más le preocupaba a Luca era su auto: un Ford fiesta azul que había dejado estacionado enfrente de su casa. “Tengo que correrlo porque me lo va a llevar el agua”, pensó. Cuando quiso salir, se dio cuenta de que si abría la puerta el agua entraría de golpe. “Lo que hice fue abrir la ventana del estudio de mi vieja, que daba a la calle, y salí por ahí”, le cuenta Luca a este medio.

Al auto entró por el baúl. Descalzo y en cuero lo llevó hasta una estación de servicio cercana y volvió corriendo. Al regresar, el agua ya le llegaba a las rodillas. “Agarré un balde y empecé a sacar, pero por cada uno que llenaba, entraban cinco más”, detalla. “El agua entraba por todos lados, de a chorros”, dice, todavía incrédulo.

Antes del temporal, Evangelina conAntes del temporal, Evangelina con sus dos hijos: Luca (19) y Marco (25) (Foto/Gentileza de la entrevistada)

Desde su domicilio, a unas 25 cuadras, Evangelina intentaba comunicarse con su hijo, pero Luca no contestaba. “Me desesperé: llamaba al padre, que estaba en Monte Hermoso; a mi otro hijo, que estaba en la casa de su novia”, recuerda.

“No le contestaba el teléfono porque estaba hablando con mi viejo”, explica ahora Luca. Según cuenta, su papá intentó calmarlo y le indicó que subiera a la terraza. Cuando se dispuso a hacerlo, el vidrio de la puerta de entrada se rompió y el agua ingresó a la casa con la misma fuerza que cuando se abre una compuerta. “Perdimos todo, perdimos todo”, alcanzó a decirle antes de que la llamada se cortara.

Desesperado y con el agua a la cintura, Luca siguió el consejo de su padre e intentó subir a la terraza. “En el camino me chocaba con la mesa, las sillas, los colchones, todo…”, cuenta. Cuando finalmente llegó a la ventana de la cocina, trató de abrirla, pero estaba trabada. “Ya está, me muero acá”, dice que pensó. Después de forcejear un rato, logró destrabarla, trepó al techo y se metió debajo del tanque de agua. Desde ahí, dice, vio a sus vecinos con sus perros y entonces recordó a su gato, Rocky. Sin pensarlo, volvió a bajar.

“El agua seguía entrando de a chorros”, cuenta. Llegó hasta la cocina y lo vio: estaba subido a la heladera, que flotaba a pocos centímetros del techo. Trató de agarrarlo, pero el animal, aterrorizado, se resistió. Tomó una canasta de mimbre, lo metió adentro y volvió a subir.

Rocky, el gato de LucaRocky, el gato de Luca (Foto/Gentileza de la entrevistada)

“Volver a casa fue horroroso”

Mientras Luca estaba en el techo con Rocky, su hermano mayor, Marco, logró contactarse con unos vecinos, que juegan con ellos al rugby en el Club Sportiva Bahía Blanca, para que rescataran al joven. “Cuando me enteré de que estaba a salvo, me calmé un poco, pero hasta que no lo vi con mis propios ojos no estuve tranquila”, cuenta Evangelina.

Acerca del reencuentro con el menor de sus hijos, describe: “Pude reunirme con él cerca de las 17 horas. Yo estaba esperándolo mientras colaboraba con los vecinos que rescataban gente con la moto de agua. Estuve con ellos hasta las 20″.

Al día siguiente, cuando el agua bajó, regresó a la casa. “La sensación fue espantosa. Horrorosa. Estaba todo destruido. De los 16 muertos que reportaron, diez fueron de esa zona. Es que estamos a 40 metros del arroyo Napostá“, indica.

Lo primero hizo apenas ingresó fue sacar sus títulos universitarios y algunos cerificados que se salvaron porque estaban colgados bien altos. “De las carpetas con los expedientes no quedó nada”, lamenta.

“La respuesta de los amigos“La respuesta de los amigos de mis hijos me emocionó”, aseguró Evangelina (Foto/Gustavo Gavotti)
Así quedó el auto deAsí quedó el auto de Luca (Foto/Gentileza de la entrevistada)

Todos somos uno

Además de perder la casa familiar y su estudio jurídico, también se esfumó el dinero que guardaba en su escritorio: 10.000 dólares. “Yo los tenía bajo llave en un cajón y el mueble se fue flotando. Lo peor fue que en el momento que mi hijo me llamó, cuando recién arrancó la tormenta, no se lo comenté porque no se me cruzó por la cabeza. Jamás imaginé que podía pasar algo así. Creo que nadie en Bahía Blanca lo pensó”, dice.

Y sigue: “Es como que uno no termina de caer. El lunes recién me aflojé y me vine a llorar a mi casa para que no me vieran mis hijos. Igual lo mío son todas cosas materiales. El resto, mientras tengamos salud, de alguna manera lo vamos a solucionar”.

Al día siguiente, los amigosAl día siguiente, los amigos de Luca y Marco, del Club Sportiva de Bahía Blanca, fueron a ayudar a limpiar la casa (Foto/Gustavo Gavotti)
Al día siguiente, Evangelina regresóAl día siguiente, Evangelina regresó a la casa. Las marcas del agua se ven en la pared y en la tulipa de vidrio de la lámpara (Foto/Gentileza de la entrevistada)

Entre la angustia por pérdida material, Evangelina dice que sintió una sensación “plancentera y feliz” al saber que sus hijos eran queridos. “La respuesta de sus amigos me emocionó. Al día siguiente, cuando íbamos a empezar a limpiar, comenzaron a llegar de a poco. Eran como 20. En un momento me quedé parada mirando cómo entraban y salían, sacaban, ponían. Me dejó una sensación tan linda”, cuenta y comparte un video de ese día.

En la secuencia, que figura a continuación, se ve cómo los jóvenes acomodan muebles en la vereda, sacan barro con el secador y basura.

“Yo les decía a Luca y Marco: ‘A pesar de todo, ustedes hoy tienen dónde dormir o dónde darse una ducha de agua caliente; pero hay gente a la que no le quedó nada’. Lo importante es poder brindar ayuda a esas personas a las que no les quedó nada”, se despide.

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Video del día después de la inundación

¿Cómo ayudar?

En medio de la emergencia, las campañas solidarias se extendieron a nivel nacional para asistir a las miles de familias que han perdido sus pertenencias, enfrentando ahora condiciones de extrema vulnerabilidad.

  • Para sumarse como voluntario y colaborar con limpieza, logística (vehículo), salud o clasificación de recursos, carga y descarga hacer click en este link.
  • Para enviar de dinero, tanto desde Argentina como el exterior del país, siguen habilitados los alias BAHIAXBAHIA y BAHIAXBAHIA.USD. También se habilitó una caja de ahorro en dólares CA U$D 6229-516687/0 CBU: 0140305104622951668702
  • Más información, acá.

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Un turista de 21 años se metió al Río Paraná para buscar una pelota y murió ahogado

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Ocurrió en el balneario municipal de Santa Elena. El joven habría cruzado la zona habilitada, que estaba delimitada por boyas

Un joven de 21 años murió ahogado este martes por la tarde tras adentrarse en las aguas profundas del río Paraná para recuperar una pelota. El trágico accidente ocurrió en el balneario Santa Elena, situado en la ciudad homónima, en Entre Ríos.

El cuerpo no ha sidoEl cuerpo no ha sido encontrado y la búsqueda continúa.

Si bien un compañero intentó ayudarlo, tuvo que soltarlo debido a que la víctima comenzó a arrastrarlo mientras se ahogaba. El joven fue identificado como Logan Daniel Videla, oriundo de La Matanza, provincia de Buenos Aires. En el caso intervinieron agentes de la Comisaría de Santa Elena, del Departamento La Paz, junto con personal de Prefectura Naval.

El trágico accidente ocurrió enEl trágico accidente ocurrió en Río Ceballos (Foto: Prensa Policía)

Alarmante cifra de ahogamientos durante el verano

Según se pudo reconstruir, al notar que no podía mantenerse a flote, comenzó a pedir auxilio. A pesar de los esfuerzos de una persona que logró sacarlo del agua, ya no presentaba signos vitales, según informó El Doce TV.

En lo que va del verano, las víctimas fatales sufrieron accidentes en las localidades cordobesas de La Calera (Sierras Chicas), Nono (Traslasierra), Villa Rumipal (Valle de Calamuchita), Villa Carlos Paz (Valle de Punilla), el dique Piedras Moras (Calamuchita), Mina Clavero (Traslasierra) y Río Tercero (Tercero Arriba).

Las autoridades locales y los organismos de emergencia suelen emitir recomendaciones para evitar accidentes en los cursos de agua. Entre las medidas más comunes se encuentran evitar ingresar a zonas profundas, prestar atención a las corrientes y no nadar en áreas no habilitadas. Sin embargo, los incidentes registrados este verano reflejan que, en muchos casos, estas advertencias no son suficientes para prevenir tragedias.
Un turista de 65 añosUn turista de 65 años falleció en La Toma.

Solo dos días antes de la muerte de Lucas Iván Paz, falleció otro hombre identificado como Horacio Quiroga en la ciudad de Río Tercero. La víctima, de 37 años, disfrutaba de una jornada familiar cerca del balneario municipal; cuando ingresó al agua en la zona del predio del Centro Tradicionalista alrededor de las 19 horas. Testigos relataron que, tras lanzarse al río, Quiroga no volvió a salir a la superficie, lo que generó alarma entre los presentes.

Ante la emergencia, las autoridades locales y los Bomberos Voluntarios acudieron rápidamente al lugar. Según detalló Telefe Córdoba, lograron rescatar al hombre y trasladarlo de inmediato al hospital de la localidad. Sin embargo, pese a los esfuerzos médicos, se confirmó su fallecimiento horas después. Habría sufrido un paro cardiorrespiratorio tras ingresar al agua.

Días atrás, un hombre de 65 años, identificado como Norberto Jorge Amadeo, falleció en el balneario La Toma, ubicado en la localidad de Mina Clavero. El turista, oriundo de la provincia de Buenos Aires, resbaló mientras intentaba cruzar el río a nado, golpeó su cabeza contra una piedra y fue arrastrado por la corriente, lo que resultó en su trágico deceso.

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