Sociedad
Quiénes son las mujeres que denuncian a Pedro Brieger por acoso sexual
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Algunas de las mujeres son las periodistas Cecilia Guardati, Gisela Busaniche, Leticia Martínez, Agustina Kampfer y Julia Kolodny.
También lo acusó Marcela Perelman, directora del CELS; una secretaria de la UB y hasta una vecina.
Pero Brieger dice que nunca las acosó.
Las periodistas Cecilia Guardati y Leticia Martínez acusaron a su colega Pedro Brieger de acoso sexual en su ámbito de trabajo. Pese a que no realizaron la denuncia judicial, las dos periodistas hablaron a lo largo de los últimos meses y este martes participaron de la denuncia que presentó la organización Periodistas Argentinas en el Senado.
La excorresponsal en España de la agencia de noticias Télam, Cecilia Guardati, acusó a Brieger de citarla a su habitación para llevarle un audio de Cristina Kirchner, cuando el periodista fue enviado a Túnez por la TV Pública a cubrir el viaje de la entonces Presidenta, y “al entrar a su habitación estaba desnudo en su cama masturbándose”.
Leticia Martínez contó que lo fue a entrevistar a la radio AM750 y que, luego de realizada la nota, Brieger “se masturbó” delante de ella, “pese a los pedidos para que no lo hiciera”.
Y hubo una situación más reciente, cuando en 2019 la columnista de género en su programa de Radio 10, Julia Kolodny, renunció porque atravesó “varias situaciones muy incómodas, que ahora se podrían calificar de acoso, con el conductor del programa, que era su jefe”, por su “insistencia en comentarios y actitudes fuera de lugar, donde el límite estaba un poco borroso y ella terminó renunciando”, contaron personas que conocieron de cerca el caso.
Julia Kolodny también participó este martes en la presentación que hizo Periodistas Argentinas en el Senado.
Lo mismo que la periodista Agustina Kampfer, quien en 2010 contó públicamente y a su círculo más cercano que en el Taller Escuela Agencia (TEA), donde estudió hace muchos años, Brieger era docente y la acosaba a ella. De hecho, Kampfer fue la primera en hablar este martes durante la presentación en el Senado, luego de la presidenta de Periodistas Argentinas, Nancy Pazos.

Cuando este cronista recopiló esos primeros cinco casos, en marzo pasado, consultó a Brieger sobre esas situaciones. Pero él en ese entonces negó que hayan ocurrido todos los hechos. Planteó que buscan “desviar la información hacia cualquier barbaridad para tapar la inseguridad y la economía del gobierno”. Y aseguró que “de persistir en la difamación tendré que recurrir a un abogado para denunciar a tus fuentes, a vos y al diario y reclamarle me indemnicen los perjuicios que me generen por difundir acusaciones falsas de semejante gravedad”, dijo Brieger,en ese entonces.
Pero todo cambió luego de que este cronista revelara en la red social X (exTwitter) esos primeros cinco casos y la respuesta de Brieger. A partir de allí, varias periodistas sumaron sus testimonios, se organizaron y Periodistas Argentinas logró reunirlas y recopilar en 10 días 19 casos que se presentaron este martes en el Senado, en un informe titulado La cultura del acoso: punto y aparte.
La renuncia en la Universidad de Belgrano
El primer testimonio que figura en el informe de Periodistas Argentinas es el de una secretaria de la Universidad de Belgrano, cuyo caso fue relevado en exclusiva por Clarín. De hecho, esa secretaria se enteró este martes de la presentación en el Senado cuando leyó la cobertura del evento que hiceron los medios de comunicación.
Dos fuentes contaron a Clarín que Brieger “tuvo que renunciar a su cargo docente, entre 1994 y 1995, cuando se conoció que acosó sexualmente a una secretaria de la Carrera de Periodismo, dentro de la Facultad de Derecho. La víctima, por temor, tampoco quiso judicializar la agresión, pero “cuando trascendió internamente el tema, Brieger decidio renunciar”.
Según pudo reconstruir Clarín (y figura en el informe de Periodistas Argentinas), Brieger llamó a la Universidad de Belgrano, preguntando por una de las autoridades de la Facultad. Y como no estaba, le dijo a la secretaria: “Estoy en casa, en short, ojotas, en un sillón muy cómodo y con mi (…) muy duro”. Y luego le dijo una serie de “groserías”, coincidieron en contar dos fuentes cercanas a la secretaria, quien pidió mantener su anonimato.
La secretaria le cortó la llamada, pero el docente volvió a llamar varias veces durante ese mismo día. Luego intervinieron las autoridades de la UB, que le plantearon la situación a Brieger, quien por esa situación tuvo que renunciar a su cargo docente.
La secretaria contó a sus íntimos que tuvo “mucho miedo” en ese entonces, porque temía “alguna represalia por parte de él”, cosa que no ocurrió. “Pero su miedo le duró mucho tiempo, al punto de cambiar el recorrido para ir a la Facultad, porque fue la primera y única vez que le pasó algo así”, contó una fuente cercana a la secretaria de la UB. Y agregó que ella no hizo la denuncia judicial porque “con que se fuera de la UB fue suficiente, ni se le ocurrió, ni la asesoraron tampoco para que lo hicera”.
La vecina de Brieger
El segundo caso que destaca el informe de Periodistas Argentinas es el de una vecina del mismo edificio donde vivía Brieger, que estuvo en la presentación en el Senado, pero pidió mantener su anonimato.
“Vivíamos en el mismo edificio, en Belgrano. Yo en la planta baja; él, unos pisos más arriba. Cada vez que nos cruzábamos él me miraba libidinosamente. Un día subí por el ascensor hasta la terraza para colgar la ropa. Él justo había entrado al edificio y subió conmigo. Enseguida me expresó que cada vez que me veía salir con mi bicicleta, le calentaba mi culo subiéndose al asiento. Luego, él se abrió la bragueta del pantalón y sacó su pene”, contó la vecina.
Y siguió: “Volví a mi casa asustada y helada. Dejé el canasto y subí a la casa de unos vecinos a contarles lo que me había pasado. Ellos tocaron la puerta, pero él no respondió. Mis vecinos me sugirieron que hiciera la denuncia. Cuando salí camino a la comisaría, me crucé con un policía de la calle y le pedí ayuda: ‘Es la palabra tuya contra la de él, ni te molestes’, me dijo. Mirar para todos los costados cada vez que tenía que entrar o salir del edificio me estaba volviendo loca. Pedí dinero prestado porque no tenía un mango (criaba sola a dos criaturas) y apenas pude, me mudé”, concluyó la vecina de Brieger, cuyo caso fue leído en la presentación del informe por la periodista Cecilia Guardati.
Cecilia Guardati en Túnez
“Estaba en Túnez. Nos avisaron de Presidencia que iba a hablar Cristina Kirchner, después de la cena. Brieger me dijo que no podía ir y me pidió que le pase el audio cuando volviera de ese encuentro. Como colega, yo no tenía ningún problema”, dijo Guardati a Clarín.
“Así que al volver de la conferencia con Cristina Kirchner, recibo otro mensaje de Brieger, pidiéndome si podía llevarle el audio a su habitación y contarle qué había dicho Cristina en esa reunión. En este tipo de viajes, la habitación se transforma en una oficina, así que jamás me imaginé lo que iba a pasar después ahí“, continuó la periodista que en ese momento trabajaba en Télam.
Y agregó: “Al llegar a su habitación, veo que tenía la puerta entreabierta. Entonces, ingresé y me lo encuentro a Brieger desnudo, recostado sobre el respaldo de la cama, hablándome y tapándose con una sábana, masturbándose mientras me hablaba. No recuerdo cuanto tiempo me quedé ahí ni lo que me dijo. Yo me fui inmediatamente y nunca más le volví a hablar”.
En el informe de Periodistas Argentinas su caso es el número 14. Allí Guardati contó que, “en ese momento no le dije nada a mi jefe, no era un contexto cómo para hablar algo así. El 99 por ciento de la delegación eran hombres. Seguí trabajando como mecanismo de defensa. Lo bloqueé, lo negué. Pasó el tiempo y él aparecía en todos lados. Yo veía que ganaba premios y que cada vez tenía más visiilidad y más poder. Me daba miedo dar la cara y exponerme”, contó su caso Guardati en el informe, que fue leído por otra periodista en el evento realizado en el Senado.
Guardati trabajó 20 años en Télam, pero fue despedida en 2020 durante la gestión de Bernarda Llorente, por colaborar también en otros medios, como TN, según explicaron las autoridades de la agencia en esa ocasión, lo que motivó un paro de 24 horas de sus empleados por la injusta situación, ya que ni siquiera fue indemnizada hasta la fecha.
De hecho, Guardati destacó que Brieger iba a participar de una charla en Télam, “pero su invitación fue cancelada” cuando sus colegas tomaron conocimiento del acoso al que habría sometido a la periodista en su cobertura periodística en Túnez.
El caso de Guardati con Brieger surgió luego de que publicara en octubre del año pasado que el periodista especializado en temas internacionales ganó un juicio laboral contra la empresa estatal Radio y Televisión Argentina, que debería pagarle $224 millones como indemnización por 10 años de trabajo en la TV Pública y Radio Nacional, según la sentencia de la Cámara del Trabajo; aunque los abogados de los medios públicos apelaron ante la Corte Suprema para que le apliquen menos intereses y poder bajar esa cifra millonaria, que consideraban “exorbitante y desproporcionada”.
En ese entonces, Guardati se comunicó con Clarín y dijo que Brieger la acosó en ese viaje a Túnez, lo que dio inicio a esta investigación periodística que se extendió a lo largo de estos ocho meses.
Otra periodista en AM750
Hay otra periodista que también acusó a Brieger de acosarla sexualmente y si bien contó su historia a Clarín, en un primer momento pidió mantener su anonimato para evitar exponerse nuevamente a una situación traumática, aunque luego aceptó que la mencionen por su nombre. Su caso es el número 18 en el informe de Periodistas Argentinas.
“A mí me pasó algo bastante similar a Cecilia (Guardati), aunque un poco después, en 2010. Yo tenía 25 años, lo conocía, porque fui su alumna en las clases que daba de Sociología de Medio Oriente, él era bastante más grande que yo y era un referente en temas internacionales”, contó a Clarín.
Y añadió: “Entonces, nosotros hablábamos, yo le pasaba cosas que me pedía y un día fui a hacerle una entrevista para un portal digital en el que trabajaba. Me citó en el centro cultural Caras y Caretas, donde hacía su programa de radio, en la AM750. Fuimos a un hall, lo entrevisté y después se masturbó ahí mismo, delante mío, mientras yo le pedía por favor que no lo hiciera… Pero no le importaba nada. Había gente cerca, que quizás podía pasar por ahí, pero no le importaba. Me llevó años entender que no había tenido la culpa”, recordó Leticia Martínez.
“Ya me había hecho previamente comentarios muy desubicados. Pero jamás pensé que se iba a masturbar ahí, mientras yo lo entrevistaba. Después de eso no volví a hablar con él; aunque cuando lo comenté después, con otros colegas, quienes lo conocían y decían que tenía fama de ‘pajero’, pero no a este nivel, de masturbarse cuando una lo iba a entrevistar en una radio”, agregó.
La columnista de Radio 10
El último caso mencionado en el informe de Periodistas Argentinas es el de Julia Kolodny, la columnista de género de su programa en Radio 10, “Demoliendo Fronteras”, que tuvo que renunciar en 2019 a trabajar con Brieger.
“Conseguí trabajar en el programa de radio donde él estaba. Era la columnista de género. No cobraba, pero recién empezaba mi carrera y me parecía importante tener esa experiencia. Comencé a recibir sus comentarios desubicados y traté de soportarlos, pero eran constantes. Hasta que comenzó a enviarme mensajes a mi celular. Y yo, que supuestamente tenía que darles herramientas a los oyentes sobre estos temas, no sabía cómo responderle sin poner en riesgo mi trabajo. Decidí renunciar. Para explicar por qué me iba, le mostré las capturas de pantalla al productor”, contó Kolodny, cuyo testimonio es el 19 en el informe de Periodistas Argentinas.
“Ella tuvo varias situaciones de mucha incomodidad en el programa de Brieger. Imaginate que la columnista iba en 2019 a hablar de género y feminismo, pero él la acosaba todo el tiempo, le decía ‘qué linda que sos’ y más cosas, le mandaba mensajes de Whatsapp totalmente desubicados, donde el límite estaba totalmente borroso. Al aire él era un conductor deconstruido, que la trataba con mucho respeto. Pero cuando el programa no estaba al aire era un personaje acosador, que todo el tiempo tenía actitudes fuera de lugar con su colega, pese a que ella no le daba pie para que él insistiera”, contó a Clarín una persona muy cercana a Kolodny.
Agustina Kampfer, en TEA
La periodista Agustina Kämpfer fue la primera en denunciarlo públicamente. Ella contó, en el año 2010, que sufrió situaciones de acoso cuando estudiaba en TEA (Taller Escuela Agencia), en la sede porteña de Lavalle y Junín, donde se recibió. Lo reveló en el programa de TV en el que en ese momento trabajaba como panelista, a propósito del premio Martín Fierro que le dieron a Brieger, por su trabajo en el noticiero Visión 7, de la TV Pública.
“La primera vez que hablé públicamente del acoso de Pedro Brieger fue hace 14 años, en 2010. Lo hice espontáneamente, porque ni siquiera estaba al tanto de que en el programa en el que trabajaba, iban a compartir un informe que lo incluía. Él había ganado un Martín Fierro y, cuando volvimos al piso, sentí el instinto de avisar: ¡oigan todos, este tipo no puede ser premiado, acosa alumnas! Lamentablemente, no era un momento en el que estas cuestiones tuvieran resonancia, y pensé que no había servido de nada. Pero me equivoqué. Muchas mujeres a las que les había pasado algo similar, que nunca habían hablado del tema por temor a la segregación, estaban mirando y supieron que no habían sido las únicas que habían vivido situaciones horribles con él”, dijo Kampfer.
Y agregó: “Hoy, a través del trabajo invaluable de recolección de testimonios por parte de @periodistasargentinas_, muchas de nosotras nos conocidos por primera vez en el Senado de la Nación, con la intención de reparar y de prevenir conductas como las que denunciamos. Nos acompañaron, además del periodismo, funcionarias y funcionarios con un gran poder para cambiar lo que está mal, para hacer que lo que padecimos deje de ser una injusticia sin amparo, algo que se atraviesa en soledad y se calla”.
Gisela Busaniche en la TV Pública
“Hoy, después de mucho silencio, me toca contar que soy una de las 19 denuncias que hoy presentó Periodistas Argentinas. Fui acosada por Pedro Brieger cuando tenía 25 años y era productora de Canal 7. Lo guardé durante años. Sentía asco, miedo, vergüenza. Pero #YaNoMás”, tuiteó la periodista Gisela Busaniche, quien este martes fue una de las que participó del acto en el Senado de la Nación.
Y agregó: “Era noviembre de 2005 cuando la directora de Canal 7, Ana de Skalon, me manda a Mar del Plata a cubrir la Cumbre del ALCA y darle asistencia periodística a Pedro Brieger. Yo ya lo conocía y me había hecho algunos comentarios desubicados. Ya en el viaje empezó el acoso que se traducía en tocarme cada vez que podía. Hablarme tan cerca, hasta que le sintiera el aliento. Yo me alejaba, pero él se acercaba de nuevo, mostrando que él hacía lo que quería. Y describir la ropa que llevaba puesta en tono libidinoso”.
“El viaje se convirtió en un infierno donde yo tenia q aguantar sus acercamientos y frases desubicadas. Y me preguntaba: ¿por qué hace esto? ¿Esto es real? Estaba interfiriendo en mi trabajo, que era mi sueño… no entendía nada y él No paraba. Era tan insoportable que decidí compartirlo para pedir ayuda: Era medianoche, él seguía hablando por handy, y lo puse en altavoz para que mi productora jefa lo escuchara. Se quedó helada. Le pedí que me dejara irme de la cobertura y volverme a Buenos Aires. Ella, Paloma García, me ayudó”.
“Me costó hablarlo. Durante años no dije nada. Con el tiempo, cada vez que surgía su nombre en una conversación, yo aclaraba: él no es como lo ven, él me acosó. Sin embargo, nunca lo conté públicamente. Tuve miedo, asco, preferí olvidarlo, aunque nunca pude. Hoy agradezco a esas 5 mujeres valientes que decidieron alzar su voz y ayudarnos a las demás a contarlo. No sabía que éramos tantas las que quedamos marcadas por su perversidad. También agradezco los ambientes laborales en los que trabajo, aprendí a crear equipos sanos”.
“También agradezco a Periodistas Argentinas por contenernos en este momento. Y ojalá sirva para que se activen todos los protocolos en canales, radios y universidades, para que no haya que padecer más acosos o abusos en nuestro ámbito laboral. Ya no más”, concluyó su posteo Gisela Busaniche.
La propuesta de trabajo que no fue
Marcela Perelman es directora de Investigación del Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS). Cuando este cronista difundió en la red social X los casos de las primeras cinco mujeres que denunciaban haber sido acosadas por Brieger, ella también decidió dar su testimonio y luego contó su caso en la revista Crisis.
“Pedro Brieger había sido mi profesor de Política Internacional en TEA, la escuela de periodismo. Tanto me interesó su materia, que al recibirme le pedí que me entregara el diploma. Me auspició para un viaje a Alemania para jóvenes periodistas y yo consultaba su biblioteca y a él para mis trabajos de ciencia política. Ese día me propuso juntarnos para hablar de una propuesta de laburo de investigación. El tipo de trabajo que yo más quería. La conversación se enrareció muy rápido. Nunca llegamos a hablar del proyecto. Todavía me avergüenzo cuando me acuerdo que yo miraba el piso o desenfocaba la vista en lugar de confrontarlo”, dijo Perelman en esa nota.
“Después de un rato que se hizo demasiado largo, lo saludé y me fui corriendo, como escapándome. Ya tenía una visión del mundo y feminismo suficientes para entender que había sido una situación abusiva y que había quedado atrapada. Armé mi caso: él era veinte años más grande, mi profesor, mentor, me había dado varias oportunidades valiosas, yo quería mucho ese trabajo, se había aprovechado de mi confianza, me había tratado de manipular, no frenó ni cuando me paralicé ni cuando le dije que no me interesaba nada de todo eso”.
“Describí y analicé el hecho con detalles y se lo envié en un mail que dice que no me hable nunca más y termina así: ‘De todas las perversiones, la que más horrible me parece es el exhibicionismo en todas sus formas, porque sólo genera en el otro parálisis y asco’. Sentí que con esa frase atacaba su autoerotismo y que me daba el poder de no ser su víctima, sino una amenaza para él. Me acuerdo nítidamente que antes de enviar el mail pensé que estaba cerrando para siempre una posibilidad de trabajo importante, lamenté mucho perder esa relación que me había permitido ‘crecer en lo mío'”.
“No respondió el correo, llamó durante más de un mes todos los días a mi casa y me envió mensajes al beeper varias veces cada día. Nunca lo atendí y en algún momento me desconoció”, continuó Perelman su largo texto en el que también contó como fueron estos años hasta que pudo hacerlo público primer en Twitter y luego en esta nota en la revista Crisis. Ella también estuvo en la presentación del informe de Periodistas Argentinas.
La respuesta de Brieger
Ante la primera consulta que Clarín le hizo por los casos de Kampfer, Martínez, Guardati, Kolodny y la secretaria de la Universidad de Belgrano, en marzo pasado, Brieger negó todo y eligió responder por escrito: “Lo que planteás de ninguna manera ocurrió. Mi vida fue, es y será pública, soy periodista”.
Clarín le contó en ese entonces los cinco casos relevados, para que pueda responder, pero le pidió que no tomara contacto con las mujeres: “Quedate tranquilo que yo no tengo contacto ninguno con las personas que mencionás y menos por cosas que no ocurrieron”. Y agregó: “Entiendo que tengan que desviar la información hacia cualquier barbaridad para tapar la inseguridad y la economía del gobierno”.
Clarín volvió a tomar contacto con Brieger este martes, para consultarlo por los 19 casos de acoso sexual que presentó Periodistas Argentinas en su informe en el Senado. Pero esta vez Brieger prefirió no responder.
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Sociedad
Qué son los exosomas y por qué podrían ser claves en la lucha contra el Alzheimer
Publicado
15 horas atráson
2 diciembre, 2025Por
Admin
Un reciente avance científico señala que la función de estas diminutas estructuras celulares resulta decisiva para el intercambio de señales entre neuronas y ofrece nuevas perspectivas para comprender y abordar enfermedades neurodegenerativas hereditarias
Un equipo de la Universidad de Aarhus realizó un hallazgo importante para entender el Alzheimer familiar, una forma hereditaria de esta enfermedad que afecta la memoria y capacidades cognitivas.
El papel de SORL1 y los mensajes celulares
El estudio, dirigido por Kristian Juul-Madsen y Thomas E. Willnow, en colaboración con el Max-Delbrueck-Center for Molecular Medicine de Alemania, se centró en la variante N1358S del gen SORL1. Esta mutación se encontró en casos de Alzheimer de inicio temprano.

El gen SORL1 es responsable de fabricar una proteína llamada SORLA, que tiene la tarea de organizar el transporte de sustancias dentro de las células cerebrales. Hasta ahora se sabía que SORLA ayudaba a evitar la formación de depósitos dañinos relacionados con el Alzheimer, pero los científicos quisieron saber si su función iba más allá de este proceso.
Uno de los grandes descubrimientos es que, aunque la mutación N1358S no cambia la interacción de SORLA con la sustancia relacionada con la formación de placas en el Alzheimer, sí altera el grupo de proteínas con las que suele trabajar.

El análisis detallado reveló que los cambios afectan principalmente a la producción y liberación de exosomas. Estas son pequeñas vesículas que las células utilizan para enviarse mensajes e instrucciones entre sí.
Cuando los científicos compararon células con y sin la mutación, vieron una clara disminución en la cantidad de exosomas liberados por células que tenían la variante N1358S o que carecían del gen SORLA.
Además, los exosomas de estas células eran algo más pequeños y presentaban una consecuencia aún más importante: perdían su capacidad para ayudar en el crecimiento y desarrollo de otras neuronas. En las pruebas, exosomas normales aplicados a neuronas jóvenes estimulaban su maduración, mientras que los provenientes de células con la mutación ya no ofrecían ese beneficio.

El contenido de los exosomas también se vio afectado. Los exosomas de las células modificadas llevaban menos microARNes que apoyan el desarrollo neuronal, y más microARNes con efectos opuestos. Este desequilibrio se asoció con la incapacidad de los exosomas alterados para apoyar la maduración de otras neuronas.
Nuevas pistas para el entendimiento y tratamiento
El descubrimiento llevó a los autores a concluir que SORLA regula la cantidad y la calidad de los exosomas que las células liberan, y que cuando esto falla, la comunicación entre las células se ve interrumpida. Este defecto en el envío de mensajes entre las células cerebrales, y no solo la acumulación de sustancias dañinas, podría estar en el origen del Alzheimer familiar.
La investigación también observó que el papel de SORLA en la fabricación de exosomas existe tanto en neuronas como en microglía, lo que sugiere que su función es amplia dentro del cerebro.
Los investigadores concluyen afirmando que este avance ofrece la posibilidad de desarrollar nuevas estrategias para diagnosticar y tratar la enfermedad, dirigidas a restaurar la comunicación entre las células cerebrales y mejorar la calidad de vida de los pacientes con Alzheimer familiar.
Sociedad
Así luce Britney Spears hoy, a los 44 años
Publicado
16 horas atráson
2 diciembre, 2025Por
Admin
La artista transita una etapa de cambios profundos, con reconciliaciones familiares, vida más reservada en México y nuevos desafíos en torno a su bienestar y privacidad
El 2 de diciembre, Britney Spears celebra su cumpleaños número 44 en medio de una etapa marcada por la transformación y la búsqueda de equilibrio personal. La referente indiscutida del pop desde finales de los 90 festeja un nuevo año de vida tras superar retos personales y familiares, y al iniciar su residencia en México, donde procura mayor tranquilidad y privacidad.
Desde el final de su tutela en 2021, retomó el contacto con sus hijos, Sean Preston y Jayden James, intentando fortalecer los lazos con su familia. Su reciente aparición junto a Kim y Khloé Kardashian en Hidden Hills, California, evidenció su nuevo impulso social y su apertura a vínculos públicos.

En 2025, protagonizó un episodio mediático durante un vuelo privado al encender un cigarrillo y consumir alcohol, lo que provocó una amonestación de las autoridades a su llegada a Los Ángeles. A pesar de estos contratiempos, la cantante asegura estar enfocada en su recuperación y aprendizaje, priorizando su privacidad y salud mental. La búsqueda de autonomía y protección familiar es uno de los pilares en este nuevo capítulo.
Cómo fue la carrera de Britney Spears
Su imagen evolucionó paralelamente a los cambios en la industria y desafíos personales. Spears enfrentó la presión extrema de los medios, factores que propiciaron la tutela legal en 2008. Sin embargo, continuó lanzando música y colaborando con grandes figuras, manteniendo su popularidad y relevancia.

En Las Vegas marcó un precedente al inaugurar una residencia exitosa que inspiró a otros artistas. Talento escénico y espíritu de reinvención permitieron que su figura permaneciera activa durante más de dos décadas en el panorama musical internacional.
Qué le pasó a Britney Spears
En 2008, Britney Spears fue sometida a una tutela que la privó del control sobre sus finanzas y muchas decisiones personales, con el argumento de proteger su salud mental y seguridad. Jamie Spears, su padre, fue nombrado tutor principal, lo que deterioró el vínculo entre ambos.
El arduo proceso legal para terminar la tutela se extendió hasta 2021, convirtiéndose en un caso emblemático de debate público y de movimientos de apoyo. Una vez recuperada su libertad, Spears confesó haber sufrido “daño cerebral” por experiencias traumáticas del régimen legal y expresó sentirse afortunada de “estar viva” tras superar ese periodo adverso. El lanzamiento del libro de Kevin Federline, su exmarido, con nuevas acusaciones sobre la vida familiar, volvió a encender la discusión pública.

Pese a los desafíos prioriza recuperar los vínculos con sus hijos y hermanos, y busca el equilibrio en su salud mental. Después de publicar sus memorias y superar distintas controversias, la artista decidió enfocarse en proyectos personales y mantener distancia de los escenarios por el momento.
Qué se sabe de la vida amorosa de Britney Spears en la actualidad
Tras su separación de Sam Asghari en 2024, Britney Spears optó por la reserva en su vida sentimental. Las noticias actuales no la vinculan con una pareja estable y la cantante protege la intimidad sobre sus relaciones.
Spears privilegia su bienestar y la reconstrucción de su entorno familiar. Eventos sociales como su encuentro con las Kardashian generaron especulaciones en redes, pero la artista evita confirmar novedades amorosas y elige centrarse en su independencia emocional y personal. Su entorno más cercano destaca que respeta su propio tiempo y espacio en esta etapa.

Los premios que recibió Britney Spears a lo largo de su carrera
En más de 20 años de trayectoria, Britney Spears ha sido reconocida con numerosos galardones internacionales. Recibió un Premio Grammy, varios MTV Video Music Awards, y premios en diferentes ceremonias internacionales. Sus discos han alcanzado múltiples certificaciones de platino y oro, consolidando su lugar en la historia musical.
Además de los premios estrictamente musicales, Spears ha sido homenajeada por su impacto en la cultura pop y su influencia en la industria del entretenimiento. Su residencia en Las Vegas revitalizó el formato y sus coreografías y videoclips han dejado huella en varias generaciones. En 2025, sorprendió con el anuncio de su línea de joyería, B Tiny, mostrando una faceta emprendedora y creativa.
Sociedad
Las confesiones de la mujer que fue obligada a casarse a los 3 años con el líder de los “Niños de Dios”: “Mi mamá me entregó”
Publicado
16 horas atráson
2 diciembre, 2025Por
Admin
Serena Kelley contó todo lo que vivió en la secta. “Era apenas una ficha dentro de un orden sagrado que solo admitía obediencia”, afirma. Los rastros de la organización de David Berg en Argentina
El tiempo parece no haber pasado en la memoria de Serena Kelley. Al cerrar los ojos, reconoce los pasillos de paredes descascaradas, el olor persistente de sopa recalentada en las cocinas colectivas, las colchas remendadas y los rezos monótonos que llenaban el aire. Pero nada pesa tanto como el día en que, a los tres años, fue obligada por los líderes de la secta Niños de Dios a casarse con su fundador, un hombre de sesenta y siete años llamado David Berg. Aquel “matrimonio” fue una ceremonia fría: nadie lloró, todos aplaudieron, y una multitud de adultos —hombres y mujeres sedientos de redención— entonaron himnos bajo una luz mortecina.
La secta Niños de Dios, nacida en Estados Unidos a finales de los años 60, creció bajo la voluntad absoluta de David Berg, quien exigía la sumisión más extrema y disfrazaba sus violencias con palabras de amor y promesas de salvación. Para los niños, la vida bajo su credo fue una condena: no les fue permitido jugar, dudar, ni siquiera crecer en paz.

Himnos y rutina: el instante donde murió la niñez
La ceremonia sucedió en una sala común, adornada con flores plásticas y mantas mal dobladas. Alguien, con voz solemne, murmuró junto al oído de Serena Kelley:—Sonríe, pequeña. Es un honor. Eres la elegida del profeta.
El trauma de ese instante quedaría suspendido para siempre. “Nunca tuve la sensación de ser una persona. Me percibía como un objeto, un bien que podía cambiar de manos según la decisión de los mayores”, contó Serena más de treinta años después.
La ceremonia no fue el fin, ni el peor de los males. Solo marcó el principio de una vida tejida en abusos, secretos y silencios impuestos por quienes juraban protegerla. Estados Unidos, América Latina y Europa. La secta dispersó a sus fieles en comunidades cerradas donde la infancia era solo un rastro difuso, rápidamente asfixiado.
La doctrina del abuso
David Berg, quien se hacía llamar “Moisés modernizado”, construyó una estructura cerrada e implacable. Sus seguidores —la familia espiritual— se regían por normas estrictas: rezos al despuntar el alba, trabajo doméstico, evangelización y absoluta devoción al profeta. Fueron miles los niños criados en este régimen. Él grababa cassettes y enviaba largas cartas manuscritas que todos debían memorizar.

Un día, en una de estas grabaciones, Berg insistió: “El Señor exige entrega sin peros. Los niños son del rebaño, y nosotros solo guiamos sus pasos hacia Su gracia”.
Cualquier duda, cualquier resistencia, era castigada con dureza. Temían más el rechazo de la comunidad que el afuera desconocido. Por las noches, mientras la oscuridad envolvía las casas comunes, la madre de Serena le susurraba:“Nada temas, hija. Todo ocurre porque Él lo dispone”.
Los juegos, cuando existían, eran premios fugaces por la obediencia, o máscaras detrás de las cuales se ocultaban castigos y pruebas de disciplina.

El despojo gradual: madre, niña y el silencio
Serena tenía prohibido preguntar por qué ya no dormía con otros niños; por qué la llamaban “esposa pequeña” en voz baja y “elegida” en público. Las respuestas nunca llegaban. Solo quedaba el miedo de los pasillos, el frío de las miradas y la certeza de que su madre ya no podía protegerla. “Iba perdiendo mi voz. Me reconocía cada vez menos cuando me miraba a los espejos polvorientos del lugar”, recuerda.
Salían poco a la calle. Cuando lo hacían, era custodiadas por adultos devotos —llamados “tíos” y “tías”—, que evitaban cualquier contacto con el mundo exterior, temerosos de agentes del demonio, curiosos, periodistas o policías. “Aquí afuera está el infierno. Solo la familia es segura, solo nuestro pastor sabe lo que te conviene”, sentenció un día la madre de Serena ante la menor duda.
La expansión de los Niños de Dios: redes de fe y dolor
La secta Niños de Dios nació en California a finales de los años 60, con David Berg a la cabeza. Pronto, su mensaje —una mezcla de carisma, radicalismo y devoción bíblica— logró arrastrar a decenas y luego miles. Prometía una familia extensa, una comunidad capaz de proteger a sus miembros del veneno del mundo.
La realidad era otra. El “amor libre” y la obediencia estricta camuflaban abusos y sometimiento. Cambiaban de ciudad a menudo, mudándose incluso de país, huyendo de las autoridades y de cualquier rumor peligroso para la organización.
La secta se expandió a América Latina y Europa. El horror se replicaba sin distinción geográfica: todos los niños, todas las niñas eran vulnerables. Nadie escapaba al mandato del profeta.

’}En 1993, la Policía Federal argentina realizó siete allanamientos en distintos puntos del país, ordenados por el juez Roberto Marquevich. La denuncia era de corrupción de menores y llegaba impulsada por el consulado estadounidense que buscaba a cuatro chicos secuestrados por la secta los Niños de Dios.
La Justicia rescató 268 menores que habían sido cooptados por los Niños de Dios, la secta liderada por Berg. Así lo contó la periodista Emilse Pizarro en una nota publicada en 2019 en Infobae.
La vida de una niña rota: años de miedo continuo
A los seis años, Serena Kelley ya no tenía recuerdos de antes de la secta. Cada cumpleaños era solo una fecha en el almanaque; un día igual a todos, con nuevas obligaciones y promesas de mayor entrega. La infancia, para ella y los demás, era solo una palabra.
—Pronto, el profeta te confiará una misión inmensa —le advirtió una vez una tía, con una sonrisa ahogada.
En la comunidad, la obediencia era condición para la supervivencia. El silencio, una manera de sobrevivir. Llorar o rebelarse traía castigos que iban desde la humillación pública hasta la segregación en habitaciones oscuras.
David Berg gobernaba con mano firme. Los niños eran herramientas, símbolos de pureza y objetos de propiedad espiritual y carnal.

La toma de conciencia fue lenta. Adolescente, Serena Kelley comenzó a escribir pequeños relatos y a leer libros clandestinos que circulaban entre los jóvenes rebeldes de la secta. Descubrió que el mundo exterior no era un abismo, sino una opción.
La huida no fue gloriosa. Llevó tiempo, dudas, amenazas de ostracismo y un trabajo minucioso para frenar el adoctrinamiento instalado desde la cuna. “La libertad aterra al principio. Te sientes incompleta, culpable, deseando volver solo para no tener que decidir sola,” cuenta Serena.
Tras su salida, las pesadillas fueron constantes. Los recuerdos volvían con frecuencia. La voz grave de Berg, las miradas de los fieles, las frases envenenadas por la devoción. Nadie la persiguió, pero la vergüenza y la sospecha nunca la abandonaron.
El testimonio y la recuperación
Solo al contar su historia, primero en círculos privados, después en reportajes y foros internacionales de víctimas de sectas, Serena Kelley halló un propósito difícil: luchar por la memoria colectiva y el reconocimiento de los horrores sufridos por los hijos de la secta Niños de Dios.

“No pido piedad ni ira. Solo exijo memoria y verdad, para que ninguna niña tenga que vivir en carne propia lo que a mí me arrebataron”, reclama Serena cada vez que toma un micrófono.
Decenas de personas contaron historias similares. Los patrones se repiten: control total, aislamiento, abuso físico y psicológico. Las estructuras legales no siempre llegaron a tiempo. La secta —dispersa y debilitada tras la muerte de Berg en 1994— sobrevivió en pequeñas células, amparada muchas veces por la inacción judicial y el olvido social.
En una carta pública leída en una conferencia para sobrevivientes de sectas en Los Ángeles, Serena Kelley resumió el sentido de su lucha:
“A quienes me piden que olvide, les digo: sigo siendo una niña de tres años, con un vestido viejo y la promesa del profeta clavada en el pecho. No dejaré que esto se olvide. Hablo por todas las que no pudieron, las que aún callan, las que murieron esperando otra oportunidad de ser libres”.
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