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Salud

Los riñones sufren en silencio: por qué no hay que esperar a que den señales y 8 reglas de oro

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La orina da pistas sobre la salud de los riñones. Pero no hay que esperar a que esos indicadores aparezcan al ir al baño (al hacer pis con mucha espuma, por ejemplo). Lo aconsejable, insisten los especialistas en el Día Mundial del Riñón, es medir su funcionamiento mediante análisis de rutina muy simples que permiten detectar enfermedad renal crónica en etapas tempranas.

Los riñones cumplen funciones claves en el organismo, la principal es la de filtrar las sustancias tóxicas generadas por el metabolismo y eliminarlas a través de la orina. Cuando no funcionan bien, esas toxinas se acumulan en la sangre.

También contribuyen a mantener el equilibrio adecuado de agua y sales, ácidos y minerales, por lo que su función está estrechamente ligada -para bien y para mal- a la presión arterial.

Pese a su rol vital, es probable que la mayoría no sepa de qué se encargan, a diferencia de lo que ocurre con el corazón o los pulmones, por nombrar a dos órganos a los que se les presta más atención.

Ese desconocimiento se traslada a la enfermedad renal crónica (ERC): “En Argentina, cerca de 5 millones de personas enfrentan algún grado de enfermedad renal crónica, y sorprendentemente, solo 1 de cada 10 es consciente de su condición”, advierte María Marina Papaginovic Leiva, vicepresidenta de la Sociedad Argentina de Nefrología (SAN).

En la actualidad, la enfermedad renal es la octava causa de muerte y, si se deja sin abordaje y atención, se proyecta que será la quinta en 2040, destacan la Sociedad Internacional de Nefrología (ISN) y la Federación Internacional de Fundaciones del Riñón – Alianza Mundial del Riñón (IFKF-WKA), que impulsan en forma conjunta el Día Mundial del Riñón, que se conmemora hoy.

Cinco etapas

La médica habla de “epidemia renal”, en relación a que la ERC ha alcanzado proporciones epidémicas, al igual que otras enfermedades a las que está fuertemente ligada: diabetes, hipertensión y obesidad.

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La función renal declina naturalmente con la edad: 4 de cada 10 mayores de 65 años viven con algún grado de ERC. Pero vivir con glucosa en sangre elevada (diabetes), presión alta (hipertensión) y exceso de peso, acelera ese proceso en el más absoluto silencio.

La ERC se clasifica en 5 estadios. En los primeros tres, no da síntomas. Es decir que una persona puede llegar a perder hasta el 70% de su función renal sin darse cuenta.

“Cuando comienzan los síntomas, en el estadio 3b (proteinuria u orina con abundante espuma), su progreso ya es irreversible y se necesita iniciar un tratamiento de manera inmediata para evitar que el riñón deje de funcionar”, explica el nefrólogo Carlos Bonanno, presidente de la SAN.

Buscar la enfermedad renal

Cuando los riñones dan síntomas de que no están funcionando bien (espuma en la orina, edema de tobillos, fatiga, problemas de concentración, pérdida del apetito, entre otros), la enfermedad renal ya se encuentra avanzada.

Por eso, coinciden los especialistas, hay que buscarla antes de llegar a esa etapa, ya que el diagnóstico precoz permite tomar medidas que detengan su progresión.

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Según Bonnano, es de “vital importancia la búsqueda activa de la enfermedad en personas en mayor riesgo, como hipertensión arterial, diabetes, sobrepeso y enfermedad cardiovascular”, entre otras.

Cómo se detecta la enfermedad renal

La enfermedad renal es una de las más fáciles de diagnosticar, afirman los especialistas.

Para detectarla se realiza un análisis de sangre en el que se mide la creatinina, lo que ayuda a evaluar la eficacia del filtrado renal. Y en uno de orina se puede medir la presencia de proteínas (albúmina), que es un marcador de daño de los riñones.

Esos análisis se pueden realizar en el mismo control de rutina en el que se miden la glucosa o el colesterol, resaltan. “Tenemos que hacer famosa a la creatinina”, proponía en el marco del Día Mundial del Riñón de 2022 el nefrólogo Guillermo Rosa Diez, ex presidente de la SAN.

Dado que la ERC debe sospecharse en personas con diabetes, hipertensión arterial y mayores de 50 años (aunque puede presentarse a cualquier edad), según los especialistas sí o sí deberían realizarse al menos un control anual para evaluar su función renal quienes presentan uno o más de esos factores de riesgo, entre los que también incluyen a la obesidad.

En la infancia, deben ser controlados quienes tengan alguna enfermedad renal congénita, hayan tenido síndrome urémico hemolítico o padezcan infecciones urinarias frecuentes.

¿Cómo se trata la ERC?

Dado que la función perdida no se recupera y la ERC no se cura, en etapas iniciales el tratamiento está enfocado en evitar que la enfermedad progrese. El abordaje incluye cambios de hábitos y medicamentos que pueden ayudar a retrasar la evolución de la enfermedad renal, así como el control de las condiciones de salud asociadas.

En el estadio 5, cuando ya hay falla renal, se deben realizar terapias sustitutivas de la función del riñón, como la diálisis y/o el trasplante renal . En Argentina, unas 30.000 personas requieren tratamiento de diálisis; y casi 5.500 personas se encuentran a la espera de un trasplante renal, según cifras del INCUCAI.

“Llevar adelante un tratamiento adecuado, que atienda a las enfermedades asociadas con la enfermedad renal crónica, como la diabetes tipo 2 o la hipertensión arterial, es fundamental”, destaca Bonnano.

Y añade que “el diagnóstico precoz y el tratamiento adecuado y en tiempo oportuno, que aborde sus causas, puede prevenir la progresión de la enfermedad, o bien enlentecer su continuidad hacia el fallo del riñón“.

“Durante las últimas tres décadas, los esfuerzos de tratamiento de la ERC se han centrado en la preparación y administración de terapias de reemplazo renal. Sin embargo, los avances terapéuticos recientes ofrecen oportunidades sin precedentes para prevenir o retrasar enfermedades y mitigar complicaciones como las enfermedades cardiovasculares y la insuficiencia renal, prolongando en última instancia la calidad y cantidad de vida de las personas que viven con ERC”, subrayan las entidades nucleadas en la ISN y la Alianza Mundial del Riñón.

No obstante, señalan que en la actualidad son varias las barreras que contribuyen a que existan “profundas disparidades en el acceso” a estas nuevas terapias “que deberían ser universalmente accesibles para todos los pacientes”.

Prevención: ocho reglas de oro

Pero antes que tratar, los especialistas hacen foco en la importancia de la prevención.

En ese sentido, y en línea con las sociedades internacionales, Papaginovic Leiva enumera desde la SAN las ocho reglas de oro para cuidarla salud renal.

Vida activa: Realizar actividad física de manera regular para mantenerse en forma y en un peso adecuado. El ejercicio ayuda a reducir la presión arterial y, por lo tanto, disminuye el riesgo de enfermedad renal crónica.

Alimentación saludable: Una dieta rica en vegetales y el control del peso contribuyen a mantener los parámetros adecuados según indicación médica. Esto ayuda también a controlar la diabetes y la hipertensión, que acompañan el daño renal. A su vez, no debemos perder de vista la reducción del consumo de sal. Su ingesta recomendada por la Organización Mundial de la Salud (OMS) es de 5 y 6 gramos de sal por día.

Revisar y controlar el nivel de azúcar en sangre: Se debe monitorizar el nivel de azúcar en sangre ya que es la primera causa de desarrollo de algún deterioro o daño renal, por lo cual, es indispensable que las personas que padecen diabetes se realicen exámenes frecuentes para monitorear su funcionamiento renal.

Revisar y controlar la presión arterial: Se debe controlar la presión arterial ya que es una de las causas más frecuentes que alteran el buen funcionamiento de los riñones cuando no está monitoreada, junto al colesterol alto y las enfermedades cardiovasculares.

Mantener una ingesta de líquidos apropiada: Estar hidratado es sumamente importante. El consumo de agua debe ser de alrededor de 1.5 o 2 litros por día para tratar de reducir el riesgo de deterioro de la función renal.

No fumar: Es sabido que el tabaquismo altera la circulación y, por lo tanto, puede alterar la función renal.

No autoprescribirse analgésicos y antiinflamatorios: No se debe utilizar fármacos que puedan dañar los riñones ni automedicarse. Siempre hay que consultar con el médico de cabecera para evitar daños colaterales.

Pedir el control de la función renal si se tiene uno o más factores de alto riesgo: Realizar controles médicos en forma periódica o de acuerdo a la necesidad que indique el profesional médico.

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Salud

Un cardiólogo que estudia a los “superancianos” identifica el único hábito que garantiza vivir muchos años y con buena salud: “Es lo único que reduce nuestro reloj biológico”

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Tras analizar los factores que comparten los “superancianos”, el reconocido cardiólogo Eric Topol concluye que la longevidad depende, sobre todo, de una costumbre cotidiana

El doctor Eric Topolcardiólogo y genetista estadounidense, lleva décadas investigando los secretos de la longevidad. Su reciente libro, Super Agers: An Evidence-based Approach to Longevity (Superancianos: una aproximación a la longevidad basada en pruebas), recopila los resultados de años de análisis sobre personas que superan los 80 años manteniendo la salud y la vitalidad. La publicación aún no ha salido en español, pero ya ha generado debate en foros especializados y en medios de comunicación de todo el mundo.

Pocas son las personas que consiguen cruzar la barrera de los 90 manteniéndose activos y en buena forma. Lejos de secretos inalcanzables o fórmulas mágicas, Topol defiende que la clave se encuentra “más cerca de lo que creemos” y apuesta por rutinas sencillas. En su recorrido profesional – es reconocido como uno de los diez principales expertos mundiales en longevidad -, el médico afirma que pequeños cambios diarios pueden prevenir enfermedades que encabezan la mortalidad global: cáncer, cardiopatías y trastornos neurodegenerativos.

El deporte es “lo único que sabemos que reduce nuestro reloj biológico” (Imagen Ilustrativa Infobae)

El deporte es “lo único que sabemos que reduce nuestro reloj biológico”

“Sabemos que estas enfermedades tardan al menos 20 años en desarrollarse, así que estamos en condiciones de prevenirlas, sobre todo en personas con mayor riesgo”, afirma. “Tenemos una oportunidad de evitar esas patologías que surgen con la edad”. Para el especialista, modificar ciertos hábitos no supone un esfuerzo desmedido: “No se trata de pastillas ni de trucos mágicos. Podemos trabajar con lo que ya está en nuestras manos”.

El ejercicio – según Topol – destaca por encima del resto de recomendaciones. Basta con observar cómo se estructura la rutina diaria y plantear cambios sencillos en movimiento, dieta y ocio para encarrilar la salud a largo plazo. El cardiólogo recomienda especialmente aquellas actividades dirigidas a trabajar la musculatura en resistencia y los ejercicios de fuerza de prensión (la capacidad que tiene una persona para apretar o suspender objetos en el aire con las manos), dos prácticas que han mostrado una eficacia notable frente al deterioro físico vinculado al paso de los años.

“Resulta que el ejercicio es lo único que sabemos que reduce nuestro reloj biológico. El espacio entre tu verdadera edad y la edad biológica puede ampliarse”, destaca Topol. La recomendación estándar es realizar 30 minutos de ejercicio, cinco días a la semana, aunque el propio cardiólogo reconoce que incluso con dos sesiones semanales ya se obtienen beneficios. “No es sobre volverte más fuerte, es también sobre mejorar tu equilibrio”, insiste. “Nada de lo que podamos hablar supera al ejercicio si hablamos de reducir nuestro proceso de envejecimiento. No lo sabríamos si no hubiese toda esa ciencia detrás”.

Topol subraya que el ejercicio se ha revelado como el hábito más eficaz para mejorar la salud y prolongar la vida. Para quienes buscan una clave en la longevidad de los llamados “superancianos”, el mensaje queda claro: moverse no solo alarga los años, sino que también los llena de salud y vitalidad.

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Salud

Qué es el síndrome del “hombro congelado”, la dolencia que afecta principalmente a las mujeres mayores de 40

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Durante la mediana edad, esta condición asociada a cambios hormonales interfiere con rutinas básicas y deteriora el bienestar general, advierten desde National Geographic. Cuáles son los síntomas y por qué es esencial el diagnóstico oportuno

Alcanzar el estante de la cocina, atarse el pelo o solo levantar los brazos pueden ser acciones que, aunque simples, se vuelven un desafío inesperado para muchas mujeres en la mediana edad, especialmente después de los 40 años.

Actualmente, esta condición ganó relevancia debido a su impacto prolongado y a la necesidad de repensar su diagnóstico y tratamiento desde una perspectiva informada y equitativa. Es que el dolor persistente y la rigidez en el hombro afectan de manera desproporcionada a mujeres de mediana edad, con una alta prevalencia e impacto en la calidad de vida.

La capsulitis adhesiva limita elLa capsulitis adhesiva limita el movimiento del hombro y puede prolongarse entre uno y tres años, afectando la calidad de vida (Créditos: Freepik)

El hombro congelado se caracteriza por una restricción progresiva y dolorosa del movimiento en la articulación, tanto en acciones activas como pasivas.

  • Congelación: dolor y rigidez aumentan de forma progresiva.
  • Congelada: disminuye el dolor, pero persiste la rigidez, lo que dificulta las actividades cotidianas.
  • Descongelación: el rango de movimiento mejora de manera gradual.

Este proceso puede extenderse entre uno y tres años. En algunos casos, la recuperación total no se alcanza.

Vale destacar que, en la fase inicial, el dolor suele ser intenso por la noche y la movilidad del hombro se reduce. En la etapa intermedia, la rigidez se acentúa y puede producirse atrofia muscular. Finalmente, durante la recuperación, disminuye el dolor y mejora la movilidad, aunque no siempre se restablece por completo.

Desde Mayo Clinic advierten que, aunque en la mayoría de los casos se resuelven con el tiempo, la afección puede resultar incapacitante durante su evolución.

Cuáles son los factores de riesgo

Tres fases del hombro congelado:Tres fases del hombro congelado: dolor inicial, rigidez persistente y recuperación parcial del movimiento (Créditos: Freepik)

Diversos reportes indican que entre el 2% y el 5% de la población desarrolla capsulitis adhesiva. Su frecuencia aumenta significativamente en mujeres de entre 40 y 60 años, especialmente en la transición menopáusica, profundiza National Geographic.

El mismo medio señala que cerca del 75% de los casos se presentan en mujeres, y más del 70% de quienes atraviesan la menopausia padecen síntomas musculoesqueléticos. Es más, una de cada cuatro desarrolla alguna forma de discapacidad funcional.

Aunque sus causas exactas no están completamente establecidas, se estima que el hombro congelado se origina por un proceso inflamatorio que provoca el engrosamiento y la contracción de la cápsula articular. Sobre este punto, el estudio de Climacteric vincula este mecanismo con la disminución de estrógenos durante la menopausia, lo que contribuye a la aparición de síntomas musculoesqueléticos como el dolor articular y la rigidez.

En cuanto a los factores de riesgoMayo Clinic identifica a los antecedentes de diabetes, trastornos tiroideos, enfermedades neurológicas o cardiovasculares, así como la inmovilización prolongada del hombro.

Vale destacar que la afección presenta mayor prevalencia entre personas de origen asiático, donde se la conoce como “hombro de los cincuenta años”, según relata National Geographic.

Los ejercicios de amplitud deLos ejercicios de amplitud de movimiento, acompañados de un compromiso sostenido con la rehabilitación, son fundamentales para la recuperación (Créditos: Freepik)

Por otro lado, un estudio publicado en Climacteric propuso el término “síndrome musculoesquelético de la menopausia” para describir síntomas asociados al descenso de estrógenos, como capsulitis adhesiva, artralgia y pérdida de masa muscular.

Al tiempo que una investigación publicada en Journal of Clinical Medicine documentó la alta frecuencia de dolor de hombro en mujeres menopáusicas y las barreras diagnósticas que enfrentan.

Contexto histórico y falta de investigación

Durante décadas, el hombro congelado fue una enfermedad poco comprendida y subestimada por la comunidad médica. National Geographic destaca que hasta hace poco existían escasos estudios sobre sus causas y tratamientos, en parte por un sesgo de género en la investigación.

La cirujana ortopédica Jocelyn Wittstein, citada por el medio, afirmó que “el solo hecho de ser mujer es un factor de riesgo para el hombro congelado” y señaló que la mayoría de los cirujanos ortopédicos no experimentan la menopausia, lo que contribuye a la falta de urgencia en el abordaje de esta afección.

Las radiografías permiten descartar patologíasLas radiografías permiten descartar patologías como artritis o lesiones óseas (Créditos: Freepik)

En 2024, Wittstein y su equipo introdujeron el concepto de síndrome musculoesquelético de la menopausia, para describir síntomas como dolor articular, pérdida de masa muscular, disminución de densidad ósea y progresión de la osteoartritis. La revista Climacteric, en ese tono, subrayó la relevancia de esta terminología para aumentar la conciencia médica y social sobre los efectos musculoesqueléticos del climaterio.

Diagnóstico: criterios y relevancia de la detección temprana

Durante años, el hombro congelado fue poco atendido en la práctica clínica. National Geographic vincula esta omisión con un sesgo de género. En ese marco, Jocelyn Wittstein insistió en que el factor de riesgo de ser mujer fue históricamente desestimado y atribuyó esa omisión al desconocimiento clínico de la experiencia menopáusica.

Estas afirmaciones sobre el síndrome musculoesquelético en la menopausia adquirieron respaldo desde la revista Climacteric, ya que se documentó la frecuencia y el impacto de estos síntomas en mujeres en transición hormonal.

El estudio en Journal of Clinical Medicine reforzó esta perspectiva al mostrar la elevada prevalencia de dolor de hombro y la falta de estrategias diagnósticas eficaces, lo que prolonga el sufrimiento y retrasa el tratamiento adecuado.

La detección temprana del hombroLa detección temprana del hombro congelado mejora el pronóstico con tratamientos como fisioterapia e hidrodilatación (Créditos: Freepik)

Lo cierto es que el diagnóstico del hombro congelado es clínico. Se basa en la historia de dolor y rigidez progresiva, y en la limitación del rango de movimiento activo y pasivo. La Cleveland Clinic explica que el examen físico incluye la evaluación comparativa con el otro hombro.

Las radiografías permiten descartar patologías como artritis o lesiones óseas, y técnicas como la resonancia magnética o la ecografía ayudan a confirmar el diagnóstico.

Su identificación oportuna es clave. Intervenir en las primeras fases mejora el pronóstico y acorta la duración de los síntomas. Sobre este punto, y a modo de ejemplo, el estudio publicado en Journal of Ultrasound demostró que la hidrodilatación guiada por ecografía, combinada con fisioterapia, resulta más eficaz si se aplica antes de alcanzar la rigidez completa.

Tratamientos actuales y evidencia disponible

El tratamiento del hombro congelado evolucionó, aunque aún no hay un protocolo unificado. Las estrategias incluyen fisioterapiaanalgésicosantiinflamatorios no esteroideos, corticoides (orales o inyectables), hidrodilatación y, en casos refractarios (resistes a los tratamientos tradicionales), cirugía.

La fisioterapia es el pilar del abordaje conservador. Mayo Clinic y Cleveland Clinic coinciden en que los ejercicios de amplitud de movimiento, acompañados de un compromiso sostenido con la rehabilitación, son fundamentales para la recuperación.

Las infiltraciones con corticoides alivian los síntomas en las etapas iniciales, aunque su efecto es transitorio. La hidrodilatación —inyección intraarticular de solución salina y corticoides guiada por ecografía— mostró buenos resultados, especialmente al combinarse con fisioterapia personalizada.

La investigación clínica reciente priorizaLa investigación clínica reciente prioriza un abordaje integral y temprano del síndrome musculoesquelético en mujeres menopáusicas (Créditos: Freepik)

El trabajo publicado en Climacteric cita estudios clínicos que muestran que estos tratamientos logran buenos resultados si se inician a tiempo, reduciendo la necesidad de intervenciones más invasivas.

Respecto a la terapia hormonal, National Geographic y la revista Climacteric señalaron que la terapia de reemplazo hormonal (TRH) podría prevenir o aliviar los síntomas musculoesqueléticos, incluido el hombro congelado.

La Dra. Kathleen Jordan, directora médica de Midi Health, afirmó a National Geographic que la TRH es una de las intervenciones más eficaces para el dolor articular vinculado al hipoestrogenismo, aunque debe evaluarse caso por caso.

Las opciones quirúrgicas quedan reservadas, entonces, a cuadros en los que el tratamiento conservador falla. El estudio de Journal of Clinical Medicine advirtió que muchas mujeres menopáusicas no acceden de forma temprana a tratamientos adecuados debido a la subestimación de su dolor, lo que retrasa intervenciones efectivas.

La terapia hormonal y laLa terapia hormonal y la fisioterapia personalizada son clave para aliviar los síntomas del hombro congelado y mejorar la movilidad (Créditos: Freepik)

El reconocimiento del hombro congelado como parte del síndrome musculoesquelético amplió la investigación clínica y mejoró el enfoque terapéutico. National Geographic destacó, en ese sentido, que una nueva generación de especialistas en salud femenina favoreció el acceso a tratamientos basados en evidencia.

En paralelo, Climacteric resaltó el rol de intervenciones complementarias como el ejercicio de resistencia y la suplementación con vitamina Dmagnesio y vitamina K2 para preservar la masa ósea y muscular en mujeres posmenopáusicas. La hidrodilatación guiada y la fisioterapia personalizada continúan como intervenciones de primera línea, sobre todo si se aplican en fases tempranas.

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Salud

Andar en bicicleta o caminar, ¿qué es mejor para la salud cardiovascular?

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Ambas prácticas tienen múltiples beneficios para el organismo. En el Día Mundial de la Bicicleta, un repaso por sus efectos en la prevención de enfermedades cardíacas, control metabólico y fortalecimiento muscular

Cada 3 de junio se conmemora el Día Mundial de la Bicicleta, una iniciativa de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) que busca fomentar su uso por sus múltiples beneficios sociales, ambientales y de salud.

En 2025, la Organización Mundial de la Salud (OMS) publicó un análisis al respecto de su director general, Tedros Adhanom Ghebreyesus, quien apuntó: “Caminar y andar en bicicleta mejora la salud y hace que las ciudades sean más sostenibles. Cada paso que damos y cada paseo ayudan a reducir la congestión, la contaminación atmosférica y las enfermedades. No obstante, debemos hacer que los desplazamientos a pie y en bicicleta sean seguros, para que más personas opten por estas opciones más saludables y ecológicas”.

Caminar y andar en biciCaminar y andar en bici son dos actividades saludables y amigables con el medioambiente (Imagen Ilustrativa Infobae)

Caminar o andar en bici: sus beneficios para la salud cardiovascular

Tras analizar a 82.297 personas durante 18 años, el trabajo concluyó que “en comparación con los desplazamientos no activos, el uso de la bicicleta se asoció con un menor riesgo de mortalidad por todas las causas, un riesgo un 24% menor de hospitalización por enfermedades cardiovasculares, prescripción de medicación cardiovascular y prescripción por problemas de salud mental”. En cuanto a la caminata, el mismo estudio señaló que las personas “que caminaban al trabajo tenían un riesgo 10% menor de hospitalización por enfermedad cardiovascular y de recibir medicación para tratarla”.

Sin embargo, el trabajo también advirtió sobre un riesgo mayor de lesiones entre ciclistas: “Quienes se desplazaban en bicicleta tenían casi el doble de riesgo de hospitalización por colisiones de tráfico en comparación con los no activos, aunque este fue un evento relativamente infrecuente (83 hospitalizaciones en 18 años)”. Estos eventos reflejan la necesidad de infraestructuras seguras para garantizar los beneficios del ciclismo sin aumentar riesgos viales.

El ciclismo estimula los músculosEl ciclismo estimula los músculos de las piernas, activando especialmente glúteos, muslos y pantorrillas (Imagen Ilustrativa Infobae)

En 2022, la OMS publicó un informe en el que apuntó: “Andar en bicicleta y caminar puede ayudar a combatir el sobrepeso y reducir la inactividad física. Los desplazamientos activos se asocian con una disminución de aproximadamente el 10% del riesgo de enfermedad cardiovascular y una disminución del 30% del riesgo de diabetes tipo 2″.

Fortalecimiento muscular, según la intensidad que se busca

Tanto caminar como andar en bicicleta activan los músculos de las piernas. Según una revisión de Public Health England, “el ciclismo se asocia con mejoras en la composición corporal” y permite reducir el porcentaje de grasa corporal cuando se lo realiza con frecuencia.

El mismo informe destacó que andar en bicicleta “beneficia la capacidad cardiorrespiratoria en adultos”, lo que implica también un refuerzo de la musculatura involucrada en la resistencia aeróbica. Por su parte, caminar actúa sobre músculos estabilizadores, fortalece los tobillos y las caderas, y mejora el equilibrio, especialmente en personas mayores o con movilidad reducida. Además, se asocia con mejoras en la salud musculoesquelética de mujeres posmenopáusicas y personas con dolor lumbar crónico, según precisó el análisis.

Si bien el ciclismo podría promover un fortalecimiento más marcado debido a la carga mecánica del pedaleo, caminar también ofrece beneficios relevantes, particularmente en términos de mantenimiento de la masa muscular con bajo impacto en las articulaciones, de acuerdo a los expertos.

Bajar de peso: ambas son buenas alternativas

Ambas actividades son aliadas eficaces en estrategias de control del peso. La OMS ha indicado que caminar “durante 30 minutos o andar en bicicleta durante 20 minutos la mayoría de los días reduce el riesgo de mortalidad en al menos un 10%”.

La OMS señala que caminarLa OMS señala que caminar 30 minutos o andar en bicicleta 20 reduce al menos un 10 por ciento el riesgo de mortalidad general (Imagen Ilustrativa Infobae)

En el informe de Public Health England detallaron que caminar con regularidad genera descensos en el índice de masa corporal, el perímetro de cintura y el peso, particularmente en personas inactivas o con sobrepeso. El ciclismo, por su parte, está significativamente asociado con una menor grasa corporal en estudios de cohorte y ensayos clínicos, lo que lo posiciona como una herramienta útil para reducir el exceso de peso.

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