Salud
Golpe de calor: cómo reconocer los síntomas, quiénes deben cuidarse más y consejos de especialistas
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Más de la mitad del país está en alerta por el calor.
El calor extremo no solo es agobiante, pesado, molesto, también es una amenaza para la salud, sobre todo para los grupos más vulnerables, entre los que se encuentran los mayores de 65 y los bebés. Con más de la mitad del país bajo alerta, especialistas refuerzan las recomendaciones para evitar el golpe de calor (la consecuencia más temida).
¿Qué implican las alertas? ¿Cuáles son los síntomas de un golpe de calor? ¿En qué se diferencia del agotamiento por calor? ¿Qué hay que hacer ante una persona que lo sufre? ¿Por qué se produce? Son algunas de preguntas frecuentes que respondieron los profesionales.
Ola de calor: qué significan las alertas
Revisar el pronóstico del Servicio Meterológico Nacional (SMN) para los próximos días espanta. La Ciudad y el Gran Buenos Aires se encuentran bajo alerta amarillo: se esperan para hoy y mañana máximas de 37 y 38 grados, respectivamente, y mínimas que no bajarán de los 25.
El panorama es todavía peor para provincias como San Juan, Mendoza y Neuquén, donde rige un alerta rojo por sus potenciales consecuencias para la salud.
El sistema de alerta temprana emitido por el SMN es una herramienta que anticipa a la población acerca de situaciones meteorológicas extremas de temperaturas y sus posibles efectos en la salud y mortalidad.
“El objetivo es que tanto la población como los organismos de salud, protección civil, emergencias y gestión del riesgo de desastre puedan tomar las medidas de prevención, mitigación y de respuesta adecuadas a cada nivel de alerta”, explican.
¿Qué significa cada nivel de alerta?
Nivel amarillo: efecto leve a moderado en la salud. Las temperaturas pueden ser peligrosas, sobre todo para los grupos de riesgo, como niños y niñas, personas mayores de 65 años, con enfermedades crónicas.
Nivel naranja: efecto moderado a alto en la salud. Pueden ser muy peligrosas, especialmente para los grupos de riesgo.
Nivel rojo: efecto alto a extremo en la salud. Muy peligrosas. Pueden afectar a todas las personas, incluso a las saludables.
Nivel verde: sin efecto sobre la salud. Sin peligro sobre la salud de la población.
¿Por qué los mayores y los bebés son más vulnerables frente al calor extremo?
Según el reciente informe Lancet Countdown on health and climate change, el aumento de las temperaturas y el incremento de la población mayor de 65 años han hecho aumentar la mortalidad relacionada con el calor en este grupo de edad casi un 70% entre 2017 y 2021 en comparación con el período comprendido entre 2000 y 2004.
“Este problema afecta principalmente a los chicos y las personas grandes porque no toman líquido y les cuesta regular la pérdida de líquido corporal. El mecanismo de producción inicial es que la pérdida es superior a la ingesta”, explicó Raúl Mejía, Jefe del Departamento de Medicina Ambulatoria del Hospital de Clínicas de la UBA.
En un comunicado distribuido por el hospital, Mejía explica que “las personas mayores suelen no tener sensación de sed, y pasa lo mismo con los bebés, que además en ocasiones no tienen acceso a hidratarse”.
El calor extremo también impacta más en las personas con enfermedades crónicas, cardíacas, renales, mentales o neurológicas.

En ese sentido, el cardiólogo Mario Boskis explicó a Clarín que, ante la incapacidad del organismo de disminuir la temperatura interna, “la respuesta inicial es la vasodilatación en los vasos sanguíneos que irrigan la piel, la respiración acelerada y el sudor”. Eso ayuda en principio a enfriar al organismo, “pero tienen como contrapartida un mayor trabajo cardíaco“.
“Si este mecanismo falla, se produce el colapso cardiocirculatorio, resultante de una temperatura corporal que puede superar los 40 grados”, advirtió.
Pero las personas sanas no están exentas de sufrir las consecuencias del calor, sobre todo cuando rige el alerta roja. “El resto de las personas habitualmente se sienten mal, tienen mucho calor, pierden líquido y se sienten cansadas. Eso es un paso previo al golpe de calor”, sostuvo Mejía.
Qué es el agotamiento por calor
El agotamiento por calor es un estadio previo al golpe de calor. Sus síntomas son:
- Sudoración excesiva
- En los bebés puede verse la piel muy irritada por el sudor en el cuello, pecho, axilas, pliegues del codo y la zona del pañal (sudamina).
- Piel pálida y fresca.
- Sensación de calor sofocante.
- Sed intensa y sequedad en la boca.
- Calambres musculares.
- Agotamiento, cansancio o debilidad.
- Dolores de estómago, inapetencia, náuseas o vómitos.
- Dolores de cabeza.
- Irritabilidad (llanto inconsolable en los más pequeños).
- Mareos o desmayo
Síntomas del golpe de calor
El golpe de calor o insolación ocurre cuando el cuerpo ya no es capaz de regular su temperatura, y esta sigue aumentando. La insolación puede causar shock, daño cerebral, insuficiencia de órganos e incluso la muerte.
- Temperatura del cuerpo 39°C – 40°C o mayor (medida en la axila).
- Piel roja caliente y seca (se agota la transpiración).
- Respiración y frecuencia cardíaca acelerada.
- Dolor palpitante de cabeza.
- Alteración del estado mental y del comportamiento como: vértigos, mareos desorientación, delirios, confusión o pérdida de conocimiento.
- Convulsiones.

¿Qué hacer ante un golpe de calor?
El golpe de calor es una urgencia médica, por lo tanto es fundamental contactarse con el sistema de salud.
Hasta recibir asistencia profesional, se deben tomar medidas tendientes a bajar la temperatura corporal: llevar a la persona a un lugar fresco (que puede ser una habitación o un auto con aire acondicionado, o colocarla frente a un ventilador), mojarle la piel con paños o agua fría, y retirar todas las prendas que se pueda.
Se debe intentar rehidratarla, con líquidos fríos, en forma regular, hasta que llega el médico y/o se arribe al centro de salud.
Qué no hacer ante un golpe de calor
- No administrar medicamentos antifebriles.
- No friccionar la piel con alcohol (porque causa intoxicación).
Hidratación, fundamental
De acuerdo a los especialistas, para mantener una hidratación adecuada se recomienda que un adulto sano consuma 2,5 a 3,5 litros de agua por día, de acuerdo a su género y talla.
“Cuánta agua necesitamos por día va a depender de muchas cosas: nuestra edad, condición de salud, nivel de actividad física, donde vivimos, tasa de sudoración y más. Es por eso que la recomendación general de consumir 2 litros de agua al día puede variar, pero es una buena forma de guiarnos”, explica en ese sentido la médica especialista en nutrición Virginia Busnelli.
La recomendación es que se elija preferentemente el agua fresca. Las bebidas con cafeína y/o azúcar tienden a deshidratar más.
En adultos mayores, salvo que tengan una situación médica que lo impida, se sugiere un vaso de agua por hora, apuntan desde el Hospital de Clínicas. En el caso de los bebés, lo mejor es que tomen leche materna.

Diego Querzé, jefe de Nutrición en Enfermedades Neurológicas del Instituto Fleni, destacó que “una correcta ingesta de líquidos y alimentos es fundamental para no sufrir los efectos del calor extremo”. En ese sentido, enumeró las siguientes pautas:
- Consumir abundante agua segura, mantenerla en la heladera, alejada de fuentes de calor.
- Hidratarse con mayor frecuencia (aunque no sientas sed).
- Evitar bebidas con cafeína o con exceso de azúcares.
- No consumir bebidas con alcohol ya que aumentan la temperatura corporal y las pérdidas de líquido.
- Ofrecer a los niños agua o jugos naturales, en forma frecuente sin esperar a que los pidan.
- Darle el pecho más seguido a los lactantes.
- Ofrecer frutas cortadas durante el día, ya que tienen abundante agua.
- Elegir porciones de verduras en las comidas.
- No ofrecer bebidas muy frías o muy calientes.
- No guardar alimentos que necesiten frio, fuera de la heladera.
- Verificar la temperatura de la heladera.
Además, sugirió evitar esfuerzos físicos o actividades deportivas exigentes y/o sentarse y descansar en caso de sentir mareos o fatiga.
Actividad física y ropa
Además de la hidratación y la alimentación, las pautas para prevenir golpes de calor incluyen recomendaciones vinculadas al ejercicio físico y la indumentaria.
“Una variedad del golpe de calor es el producido por el ejercicio -advierten desde el Hospital de Clínicas-. Por eso hay que tratar de disminuir la actividad física. En el caso de sostener el entrenamiento, conviene hacerlo antes de las 9 de la mañana o al bajar el sol. Tomar agua antes, durante y después.”
Además, se sugiere utilizar ropa holgada, liviana y evitar fibras sintéticas que se adhieren al cuerpo e impiden la sudoración.
También se aconseja refrescarse a menudo en las zonas que se concentra más el calor como el cuello, axilas, ingles. Colocar compresas frías si es necesario.
Y un clásico: evitar la exposición al sol, sobre todo entre las 11 y las 16. Al circular por la calle, tratar de ir por la vereda de la sombra.
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Salud
Un cardiólogo que estudia a los “superancianos” identifica el único hábito que garantiza vivir muchos años y con buena salud: “Es lo único que reduce nuestro reloj biológico”
Publicado
5 días atráson
4 junio, 2025Por
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Tras analizar los factores que comparten los “superancianos”, el reconocido cardiólogo Eric Topol concluye que la longevidad depende, sobre todo, de una costumbre cotidiana
El doctor Eric Topol, cardiólogo y genetista estadounidense, lleva décadas investigando los secretos de la longevidad. Su reciente libro, Super Agers: An Evidence-based Approach to Longevity (Superancianos: una aproximación a la longevidad basada en pruebas), recopila los resultados de años de análisis sobre personas que superan los 80 años manteniendo la salud y la vitalidad. La publicación aún no ha salido en español, pero ya ha generado debate en foros especializados y en medios de comunicación de todo el mundo.
Pocas son las personas que consiguen cruzar la barrera de los 90 manteniéndose activos y en buena forma. Lejos de secretos inalcanzables o fórmulas mágicas, Topol defiende que la clave se encuentra “más cerca de lo que creemos” y apuesta por rutinas sencillas. En su recorrido profesional – es reconocido como uno de los diez principales expertos mundiales en longevidad -, el médico afirma que pequeños cambios diarios pueden prevenir enfermedades que encabezan la mortalidad global: cáncer, cardiopatías y trastornos neurodegenerativos.

El deporte es “lo único que sabemos que reduce nuestro reloj biológico”
“Sabemos que estas enfermedades tardan al menos 20 años en desarrollarse, así que estamos en condiciones de prevenirlas, sobre todo en personas con mayor riesgo”, afirma. “Tenemos una oportunidad de evitar esas patologías que surgen con la edad”. Para el especialista, modificar ciertos hábitos no supone un esfuerzo desmedido: “No se trata de pastillas ni de trucos mágicos. Podemos trabajar con lo que ya está en nuestras manos”.
El ejercicio – según Topol – destaca por encima del resto de recomendaciones. Basta con observar cómo se estructura la rutina diaria y plantear cambios sencillos en movimiento, dieta y ocio para encarrilar la salud a largo plazo. El cardiólogo recomienda especialmente aquellas actividades dirigidas a trabajar la musculatura en resistencia y los ejercicios de fuerza de prensión (la capacidad que tiene una persona para apretar o suspender objetos en el aire con las manos), dos prácticas que han mostrado una eficacia notable frente al deterioro físico vinculado al paso de los años.
“Resulta que el ejercicio es lo único que sabemos que reduce nuestro reloj biológico. El espacio entre tu verdadera edad y la edad biológica puede ampliarse”, destaca Topol. La recomendación estándar es realizar 30 minutos de ejercicio, cinco días a la semana, aunque el propio cardiólogo reconoce que incluso con dos sesiones semanales ya se obtienen beneficios. “No es sobre volverte más fuerte, es también sobre mejorar tu equilibrio”, insiste. “Nada de lo que podamos hablar supera al ejercicio si hablamos de reducir nuestro proceso de envejecimiento. No lo sabríamos si no hubiese toda esa ciencia detrás”.
Topol subraya que el ejercicio se ha revelado como el hábito más eficaz para mejorar la salud y prolongar la vida. Para quienes buscan una clave en la longevidad de los llamados “superancianos”, el mensaje queda claro: moverse no solo alarga los años, sino que también los llena de salud y vitalidad.
Salud
Qué es el síndrome del “hombro congelado”, la dolencia que afecta principalmente a las mujeres mayores de 40
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6 días atráson
3 junio, 2025Por
Admin
Durante la mediana edad, esta condición asociada a cambios hormonales interfiere con rutinas básicas y deteriora el bienestar general, advierten desde National Geographic. Cuáles son los síntomas y por qué es esencial el diagnóstico oportuno
Alcanzar el estante de la cocina, atarse el pelo o solo levantar los brazos pueden ser acciones que, aunque simples, se vuelven un desafío inesperado para muchas mujeres en la mediana edad, especialmente después de los 40 años.
Actualmente, esta condición ganó relevancia debido a su impacto prolongado y a la necesidad de repensar su diagnóstico y tratamiento desde una perspectiva informada y equitativa. Es que el dolor persistente y la rigidez en el hombro afectan de manera desproporcionada a mujeres de mediana edad, con una alta prevalencia e impacto en la calidad de vida.

El hombro congelado se caracteriza por una restricción progresiva y dolorosa del movimiento en la articulación, tanto en acciones activas como pasivas.
- Congelación: dolor y rigidez aumentan de forma progresiva.
- Congelada: disminuye el dolor, pero persiste la rigidez, lo que dificulta las actividades cotidianas.
- Descongelación: el rango de movimiento mejora de manera gradual.
Este proceso puede extenderse entre uno y tres años. En algunos casos, la recuperación total no se alcanza.
Vale destacar que, en la fase inicial, el dolor suele ser intenso por la noche y la movilidad del hombro se reduce. En la etapa intermedia, la rigidez se acentúa y puede producirse atrofia muscular. Finalmente, durante la recuperación, disminuye el dolor y mejora la movilidad, aunque no siempre se restablece por completo.
Desde Mayo Clinic advierten que, aunque en la mayoría de los casos se resuelven con el tiempo, la afección puede resultar incapacitante durante su evolución.
Cuáles son los factores de riesgo

Diversos reportes indican que entre el 2% y el 5% de la población desarrolla capsulitis adhesiva. Su frecuencia aumenta significativamente en mujeres de entre 40 y 60 años, especialmente en la transición menopáusica, profundiza National Geographic.
El mismo medio señala que cerca del 75% de los casos se presentan en mujeres, y más del 70% de quienes atraviesan la menopausia padecen síntomas musculoesqueléticos. Es más, una de cada cuatro desarrolla alguna forma de discapacidad funcional.
Aunque sus causas exactas no están completamente establecidas, se estima que el hombro congelado se origina por un proceso inflamatorio que provoca el engrosamiento y la contracción de la cápsula articular. Sobre este punto, el estudio de Climacteric vincula este mecanismo con la disminución de estrógenos durante la menopausia, lo que contribuye a la aparición de síntomas musculoesqueléticos como el dolor articular y la rigidez.
En cuanto a los factores de riesgo, Mayo Clinic identifica a los antecedentes de diabetes, trastornos tiroideos, enfermedades neurológicas o cardiovasculares, así como la inmovilización prolongada del hombro.
Vale destacar que la afección presenta mayor prevalencia entre personas de origen asiático, donde se la conoce como “hombro de los cincuenta años”, según relata National Geographic.

Por otro lado, un estudio publicado en Climacteric propuso el término “síndrome musculoesquelético de la menopausia” para describir síntomas asociados al descenso de estrógenos, como capsulitis adhesiva, artralgia y pérdida de masa muscular.
Al tiempo que una investigación publicada en Journal of Clinical Medicine documentó la alta frecuencia de dolor de hombro en mujeres menopáusicas y las barreras diagnósticas que enfrentan.
Contexto histórico y falta de investigación
Durante décadas, el hombro congelado fue una enfermedad poco comprendida y subestimada por la comunidad médica. National Geographic destaca que hasta hace poco existían escasos estudios sobre sus causas y tratamientos, en parte por un sesgo de género en la investigación.
La cirujana ortopédica Jocelyn Wittstein, citada por el medio, afirmó que “el solo hecho de ser mujer es un factor de riesgo para el hombro congelado” y señaló que la mayoría de los cirujanos ortopédicos no experimentan la menopausia, lo que contribuye a la falta de urgencia en el abordaje de esta afección.

En 2024, Wittstein y su equipo introdujeron el concepto de síndrome musculoesquelético de la menopausia, para describir síntomas como dolor articular, pérdida de masa muscular, disminución de densidad ósea y progresión de la osteoartritis. La revista Climacteric, en ese tono, subrayó la relevancia de esta terminología para aumentar la conciencia médica y social sobre los efectos musculoesqueléticos del climaterio.
Diagnóstico: criterios y relevancia de la detección temprana
Durante años, el hombro congelado fue poco atendido en la práctica clínica. National Geographic vincula esta omisión con un sesgo de género. En ese marco, Jocelyn Wittstein insistió en que el factor de riesgo de ser mujer fue históricamente desestimado y atribuyó esa omisión al desconocimiento clínico de la experiencia menopáusica.
Estas afirmaciones sobre el síndrome musculoesquelético en la menopausia adquirieron respaldo desde la revista Climacteric, ya que se documentó la frecuencia y el impacto de estos síntomas en mujeres en transición hormonal.
El estudio en Journal of Clinical Medicine reforzó esta perspectiva al mostrar la elevada prevalencia de dolor de hombro y la falta de estrategias diagnósticas eficaces, lo que prolonga el sufrimiento y retrasa el tratamiento adecuado.

Lo cierto es que el diagnóstico del hombro congelado es clínico. Se basa en la historia de dolor y rigidez progresiva, y en la limitación del rango de movimiento activo y pasivo. La Cleveland Clinic explica que el examen físico incluye la evaluación comparativa con el otro hombro.
Las radiografías permiten descartar patologías como artritis o lesiones óseas, y técnicas como la resonancia magnética o la ecografía ayudan a confirmar el diagnóstico.
Su identificación oportuna es clave. Intervenir en las primeras fases mejora el pronóstico y acorta la duración de los síntomas. Sobre este punto, y a modo de ejemplo, el estudio publicado en Journal of Ultrasound demostró que la hidrodilatación guiada por ecografía, combinada con fisioterapia, resulta más eficaz si se aplica antes de alcanzar la rigidez completa.
Tratamientos actuales y evidencia disponible
El tratamiento del hombro congelado evolucionó, aunque aún no hay un protocolo unificado. Las estrategias incluyen fisioterapia, analgésicos, antiinflamatorios no esteroideos, corticoides (orales o inyectables), hidrodilatación y, en casos refractarios (resistes a los tratamientos tradicionales), cirugía.
La fisioterapia es el pilar del abordaje conservador. Mayo Clinic y Cleveland Clinic coinciden en que los ejercicios de amplitud de movimiento, acompañados de un compromiso sostenido con la rehabilitación, son fundamentales para la recuperación.
Las infiltraciones con corticoides alivian los síntomas en las etapas iniciales, aunque su efecto es transitorio. La hidrodilatación —inyección intraarticular de solución salina y corticoides guiada por ecografía— mostró buenos resultados, especialmente al combinarse con fisioterapia personalizada.

El trabajo publicado en Climacteric cita estudios clínicos que muestran que estos tratamientos logran buenos resultados si se inician a tiempo, reduciendo la necesidad de intervenciones más invasivas.
Respecto a la terapia hormonal, National Geographic y la revista Climacteric señalaron que la terapia de reemplazo hormonal (TRH) podría prevenir o aliviar los síntomas musculoesqueléticos, incluido el hombro congelado.
La Dra. Kathleen Jordan, directora médica de Midi Health, afirmó a National Geographic que la TRH es una de las intervenciones más eficaces para el dolor articular vinculado al hipoestrogenismo, aunque debe evaluarse caso por caso.
Las opciones quirúrgicas quedan reservadas, entonces, a cuadros en los que el tratamiento conservador falla. El estudio de Journal of Clinical Medicine advirtió que muchas mujeres menopáusicas no acceden de forma temprana a tratamientos adecuados debido a la subestimación de su dolor, lo que retrasa intervenciones efectivas.

El reconocimiento del hombro congelado como parte del síndrome musculoesquelético amplió la investigación clínica y mejoró el enfoque terapéutico. National Geographic destacó, en ese sentido, que una nueva generación de especialistas en salud femenina favoreció el acceso a tratamientos basados en evidencia.
En paralelo, Climacteric resaltó el rol de intervenciones complementarias como el ejercicio de resistencia y la suplementación con vitamina D, magnesio y vitamina K2 para preservar la masa ósea y muscular en mujeres posmenopáusicas. La hidrodilatación guiada y la fisioterapia personalizada continúan como intervenciones de primera línea, sobre todo si se aplican en fases tempranas.
Salud
Andar en bicicleta o caminar, ¿qué es mejor para la salud cardiovascular?
Publicado
6 días atráson
3 junio, 2025Por
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Ambas prácticas tienen múltiples beneficios para el organismo. En el Día Mundial de la Bicicleta, un repaso por sus efectos en la prevención de enfermedades cardíacas, control metabólico y fortalecimiento muscular
Cada 3 de junio se conmemora el Día Mundial de la Bicicleta, una iniciativa de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) que busca fomentar su uso por sus múltiples beneficios sociales, ambientales y de salud.
En 2025, la Organización Mundial de la Salud (OMS) publicó un análisis al respecto de su director general, Tedros Adhanom Ghebreyesus, quien apuntó: “Caminar y andar en bicicleta mejora la salud y hace que las ciudades sean más sostenibles. Cada paso que damos y cada paseo ayudan a reducir la congestión, la contaminación atmosférica y las enfermedades. No obstante, debemos hacer que los desplazamientos a pie y en bicicleta sean seguros, para que más personas opten por estas opciones más saludables y ecológicas”.

Caminar o andar en bici: sus beneficios para la salud cardiovascular
Tras analizar a 82.297 personas durante 18 años, el trabajo concluyó que “en comparación con los desplazamientos no activos, el uso de la bicicleta se asoció con un menor riesgo de mortalidad por todas las causas, un riesgo un 24% menor de hospitalización por enfermedades cardiovasculares, prescripción de medicación cardiovascular y prescripción por problemas de salud mental”. En cuanto a la caminata, el mismo estudio señaló que las personas “que caminaban al trabajo tenían un riesgo 10% menor de hospitalización por enfermedad cardiovascular y de recibir medicación para tratarla”.
Sin embargo, el trabajo también advirtió sobre un riesgo mayor de lesiones entre ciclistas: “Quienes se desplazaban en bicicleta tenían casi el doble de riesgo de hospitalización por colisiones de tráfico en comparación con los no activos, aunque este fue un evento relativamente infrecuente (83 hospitalizaciones en 18 años)”. Estos eventos reflejan la necesidad de infraestructuras seguras para garantizar los beneficios del ciclismo sin aumentar riesgos viales.

En 2022, la OMS publicó un informe en el que apuntó: “Andar en bicicleta y caminar puede ayudar a combatir el sobrepeso y reducir la inactividad física. Los desplazamientos activos se asocian con una disminución de aproximadamente el 10% del riesgo de enfermedad cardiovascular y una disminución del 30% del riesgo de diabetes tipo 2″.
Fortalecimiento muscular, según la intensidad que se busca
Tanto caminar como andar en bicicleta activan los músculos de las piernas. Según una revisión de Public Health England, “el ciclismo se asocia con mejoras en la composición corporal” y permite reducir el porcentaje de grasa corporal cuando se lo realiza con frecuencia.
El mismo informe destacó que andar en bicicleta “beneficia la capacidad cardiorrespiratoria en adultos”, lo que implica también un refuerzo de la musculatura involucrada en la resistencia aeróbica. Por su parte, caminar actúa sobre músculos estabilizadores, fortalece los tobillos y las caderas, y mejora el equilibrio, especialmente en personas mayores o con movilidad reducida. Además, se asocia con mejoras en la salud musculoesquelética de mujeres posmenopáusicas y personas con dolor lumbar crónico, según precisó el análisis.
Si bien el ciclismo podría promover un fortalecimiento más marcado debido a la carga mecánica del pedaleo, caminar también ofrece beneficios relevantes, particularmente en términos de mantenimiento de la masa muscular con bajo impacto en las articulaciones, de acuerdo a los expertos.
Bajar de peso: ambas son buenas alternativas
Ambas actividades son aliadas eficaces en estrategias de control del peso. La OMS ha indicado que caminar “durante 30 minutos o andar en bicicleta durante 20 minutos la mayoría de los días reduce el riesgo de mortalidad en al menos un 10%”.

En el informe de Public Health England detallaron que caminar con regularidad genera descensos en el índice de masa corporal, el perímetro de cintura y el peso, particularmente en personas inactivas o con sobrepeso. El ciclismo, por su parte, está significativamente asociado con una menor grasa corporal en estudios de cohorte y ensayos clínicos, lo que lo posiciona como una herramienta útil para reducir el exceso de peso.


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