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Salud

Qué es el síndrome del “hombro congelado”, la dolencia que afecta principalmente a las mujeres mayores de 40

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Durante la mediana edad, esta condición asociada a cambios hormonales interfiere con rutinas básicas y deteriora el bienestar general, advierten desde National Geographic. Cuáles son los síntomas y por qué es esencial el diagnóstico oportuno

Alcanzar el estante de la cocina, atarse el pelo o solo levantar los brazos pueden ser acciones que, aunque simples, se vuelven un desafío inesperado para muchas mujeres en la mediana edad, especialmente después de los 40 años.

Actualmente, esta condición ganó relevancia debido a su impacto prolongado y a la necesidad de repensar su diagnóstico y tratamiento desde una perspectiva informada y equitativa. Es que el dolor persistente y la rigidez en el hombro afectan de manera desproporcionada a mujeres de mediana edad, con una alta prevalencia e impacto en la calidad de vida.

La capsulitis adhesiva limita elLa capsulitis adhesiva limita el movimiento del hombro y puede prolongarse entre uno y tres años, afectando la calidad de vida (Créditos: Freepik)

El hombro congelado se caracteriza por una restricción progresiva y dolorosa del movimiento en la articulación, tanto en acciones activas como pasivas.

  • Congelación: dolor y rigidez aumentan de forma progresiva.
  • Congelada: disminuye el dolor, pero persiste la rigidez, lo que dificulta las actividades cotidianas.
  • Descongelación: el rango de movimiento mejora de manera gradual.

Este proceso puede extenderse entre uno y tres años. En algunos casos, la recuperación total no se alcanza.

Vale destacar que, en la fase inicial, el dolor suele ser intenso por la noche y la movilidad del hombro se reduce. En la etapa intermedia, la rigidez se acentúa y puede producirse atrofia muscular. Finalmente, durante la recuperación, disminuye el dolor y mejora la movilidad, aunque no siempre se restablece por completo.

Desde Mayo Clinic advierten que, aunque en la mayoría de los casos se resuelven con el tiempo, la afección puede resultar incapacitante durante su evolución.

Cuáles son los factores de riesgo

Tres fases del hombro congelado:Tres fases del hombro congelado: dolor inicial, rigidez persistente y recuperación parcial del movimiento (Créditos: Freepik)

Diversos reportes indican que entre el 2% y el 5% de la población desarrolla capsulitis adhesiva. Su frecuencia aumenta significativamente en mujeres de entre 40 y 60 años, especialmente en la transición menopáusica, profundiza National Geographic.

El mismo medio señala que cerca del 75% de los casos se presentan en mujeres, y más del 70% de quienes atraviesan la menopausia padecen síntomas musculoesqueléticos. Es más, una de cada cuatro desarrolla alguna forma de discapacidad funcional.

Aunque sus causas exactas no están completamente establecidas, se estima que el hombro congelado se origina por un proceso inflamatorio que provoca el engrosamiento y la contracción de la cápsula articular. Sobre este punto, el estudio de Climacteric vincula este mecanismo con la disminución de estrógenos durante la menopausia, lo que contribuye a la aparición de síntomas musculoesqueléticos como el dolor articular y la rigidez.

En cuanto a los factores de riesgoMayo Clinic identifica a los antecedentes de diabetes, trastornos tiroideos, enfermedades neurológicas o cardiovasculares, así como la inmovilización prolongada del hombro.

Vale destacar que la afección presenta mayor prevalencia entre personas de origen asiático, donde se la conoce como “hombro de los cincuenta años”, según relata National Geographic.

Los ejercicios de amplitud deLos ejercicios de amplitud de movimiento, acompañados de un compromiso sostenido con la rehabilitación, son fundamentales para la recuperación (Créditos: Freepik)

Por otro lado, un estudio publicado en Climacteric propuso el término “síndrome musculoesquelético de la menopausia” para describir síntomas asociados al descenso de estrógenos, como capsulitis adhesiva, artralgia y pérdida de masa muscular.

Al tiempo que una investigación publicada en Journal of Clinical Medicine documentó la alta frecuencia de dolor de hombro en mujeres menopáusicas y las barreras diagnósticas que enfrentan.

Contexto histórico y falta de investigación

Durante décadas, el hombro congelado fue una enfermedad poco comprendida y subestimada por la comunidad médica. National Geographic destaca que hasta hace poco existían escasos estudios sobre sus causas y tratamientos, en parte por un sesgo de género en la investigación.

La cirujana ortopédica Jocelyn Wittstein, citada por el medio, afirmó que “el solo hecho de ser mujer es un factor de riesgo para el hombro congelado” y señaló que la mayoría de los cirujanos ortopédicos no experimentan la menopausia, lo que contribuye a la falta de urgencia en el abordaje de esta afección.

Las radiografías permiten descartar patologíasLas radiografías permiten descartar patologías como artritis o lesiones óseas (Créditos: Freepik)

En 2024, Wittstein y su equipo introdujeron el concepto de síndrome musculoesquelético de la menopausia, para describir síntomas como dolor articular, pérdida de masa muscular, disminución de densidad ósea y progresión de la osteoartritis. La revista Climacteric, en ese tono, subrayó la relevancia de esta terminología para aumentar la conciencia médica y social sobre los efectos musculoesqueléticos del climaterio.

Diagnóstico: criterios y relevancia de la detección temprana

Durante años, el hombro congelado fue poco atendido en la práctica clínica. National Geographic vincula esta omisión con un sesgo de género. En ese marco, Jocelyn Wittstein insistió en que el factor de riesgo de ser mujer fue históricamente desestimado y atribuyó esa omisión al desconocimiento clínico de la experiencia menopáusica.

Estas afirmaciones sobre el síndrome musculoesquelético en la menopausia adquirieron respaldo desde la revista Climacteric, ya que se documentó la frecuencia y el impacto de estos síntomas en mujeres en transición hormonal.

El estudio en Journal of Clinical Medicine reforzó esta perspectiva al mostrar la elevada prevalencia de dolor de hombro y la falta de estrategias diagnósticas eficaces, lo que prolonga el sufrimiento y retrasa el tratamiento adecuado.

La detección temprana del hombroLa detección temprana del hombro congelado mejora el pronóstico con tratamientos como fisioterapia e hidrodilatación (Créditos: Freepik)

Lo cierto es que el diagnóstico del hombro congelado es clínico. Se basa en la historia de dolor y rigidez progresiva, y en la limitación del rango de movimiento activo y pasivo. La Cleveland Clinic explica que el examen físico incluye la evaluación comparativa con el otro hombro.

Las radiografías permiten descartar patologías como artritis o lesiones óseas, y técnicas como la resonancia magnética o la ecografía ayudan a confirmar el diagnóstico.

Su identificación oportuna es clave. Intervenir en las primeras fases mejora el pronóstico y acorta la duración de los síntomas. Sobre este punto, y a modo de ejemplo, el estudio publicado en Journal of Ultrasound demostró que la hidrodilatación guiada por ecografía, combinada con fisioterapia, resulta más eficaz si se aplica antes de alcanzar la rigidez completa.

Tratamientos actuales y evidencia disponible

El tratamiento del hombro congelado evolucionó, aunque aún no hay un protocolo unificado. Las estrategias incluyen fisioterapiaanalgésicosantiinflamatorios no esteroideos, corticoides (orales o inyectables), hidrodilatación y, en casos refractarios (resistes a los tratamientos tradicionales), cirugía.

La fisioterapia es el pilar del abordaje conservador. Mayo Clinic y Cleveland Clinic coinciden en que los ejercicios de amplitud de movimiento, acompañados de un compromiso sostenido con la rehabilitación, son fundamentales para la recuperación.

Las infiltraciones con corticoides alivian los síntomas en las etapas iniciales, aunque su efecto es transitorio. La hidrodilatación —inyección intraarticular de solución salina y corticoides guiada por ecografía— mostró buenos resultados, especialmente al combinarse con fisioterapia personalizada.

La investigación clínica reciente priorizaLa investigación clínica reciente prioriza un abordaje integral y temprano del síndrome musculoesquelético en mujeres menopáusicas (Créditos: Freepik)

El trabajo publicado en Climacteric cita estudios clínicos que muestran que estos tratamientos logran buenos resultados si se inician a tiempo, reduciendo la necesidad de intervenciones más invasivas.

Respecto a la terapia hormonal, National Geographic y la revista Climacteric señalaron que la terapia de reemplazo hormonal (TRH) podría prevenir o aliviar los síntomas musculoesqueléticos, incluido el hombro congelado.

La Dra. Kathleen Jordan, directora médica de Midi Health, afirmó a National Geographic que la TRH es una de las intervenciones más eficaces para el dolor articular vinculado al hipoestrogenismo, aunque debe evaluarse caso por caso.

Las opciones quirúrgicas quedan reservadas, entonces, a cuadros en los que el tratamiento conservador falla. El estudio de Journal of Clinical Medicine advirtió que muchas mujeres menopáusicas no acceden de forma temprana a tratamientos adecuados debido a la subestimación de su dolor, lo que retrasa intervenciones efectivas.

La terapia hormonal y laLa terapia hormonal y la fisioterapia personalizada son clave para aliviar los síntomas del hombro congelado y mejorar la movilidad (Créditos: Freepik)

El reconocimiento del hombro congelado como parte del síndrome musculoesquelético amplió la investigación clínica y mejoró el enfoque terapéutico. National Geographic destacó, en ese sentido, que una nueva generación de especialistas en salud femenina favoreció el acceso a tratamientos basados en evidencia.

En paralelo, Climacteric resaltó el rol de intervenciones complementarias como el ejercicio de resistencia y la suplementación con vitamina Dmagnesio y vitamina K2 para preservar la masa ósea y muscular en mujeres posmenopáusicas. La hidrodilatación guiada y la fisioterapia personalizada continúan como intervenciones de primera línea, sobre todo si se aplican en fases tempranas.

Salud

Un cardiólogo que estudia a los “superancianos” identifica el único hábito que garantiza vivir muchos años y con buena salud: “Es lo único que reduce nuestro reloj biológico”

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Tras analizar los factores que comparten los “superancianos”, el reconocido cardiólogo Eric Topol concluye que la longevidad depende, sobre todo, de una costumbre cotidiana

El doctor Eric Topolcardiólogo y genetista estadounidense, lleva décadas investigando los secretos de la longevidad. Su reciente libro, Super Agers: An Evidence-based Approach to Longevity (Superancianos: una aproximación a la longevidad basada en pruebas), recopila los resultados de años de análisis sobre personas que superan los 80 años manteniendo la salud y la vitalidad. La publicación aún no ha salido en español, pero ya ha generado debate en foros especializados y en medios de comunicación de todo el mundo.

Pocas son las personas que consiguen cruzar la barrera de los 90 manteniéndose activos y en buena forma. Lejos de secretos inalcanzables o fórmulas mágicas, Topol defiende que la clave se encuentra “más cerca de lo que creemos” y apuesta por rutinas sencillas. En su recorrido profesional – es reconocido como uno de los diez principales expertos mundiales en longevidad -, el médico afirma que pequeños cambios diarios pueden prevenir enfermedades que encabezan la mortalidad global: cáncer, cardiopatías y trastornos neurodegenerativos.

El deporte es “lo único que sabemos que reduce nuestro reloj biológico” (Imagen Ilustrativa Infobae)

El deporte es “lo único que sabemos que reduce nuestro reloj biológico”

“Sabemos que estas enfermedades tardan al menos 20 años en desarrollarse, así que estamos en condiciones de prevenirlas, sobre todo en personas con mayor riesgo”, afirma. “Tenemos una oportunidad de evitar esas patologías que surgen con la edad”. Para el especialista, modificar ciertos hábitos no supone un esfuerzo desmedido: “No se trata de pastillas ni de trucos mágicos. Podemos trabajar con lo que ya está en nuestras manos”.

El ejercicio – según Topol – destaca por encima del resto de recomendaciones. Basta con observar cómo se estructura la rutina diaria y plantear cambios sencillos en movimiento, dieta y ocio para encarrilar la salud a largo plazo. El cardiólogo recomienda especialmente aquellas actividades dirigidas a trabajar la musculatura en resistencia y los ejercicios de fuerza de prensión (la capacidad que tiene una persona para apretar o suspender objetos en el aire con las manos), dos prácticas que han mostrado una eficacia notable frente al deterioro físico vinculado al paso de los años.

“Resulta que el ejercicio es lo único que sabemos que reduce nuestro reloj biológico. El espacio entre tu verdadera edad y la edad biológica puede ampliarse”, destaca Topol. La recomendación estándar es realizar 30 minutos de ejercicio, cinco días a la semana, aunque el propio cardiólogo reconoce que incluso con dos sesiones semanales ya se obtienen beneficios. “No es sobre volverte más fuerte, es también sobre mejorar tu equilibrio”, insiste. “Nada de lo que podamos hablar supera al ejercicio si hablamos de reducir nuestro proceso de envejecimiento. No lo sabríamos si no hubiese toda esa ciencia detrás”.

Topol subraya que el ejercicio se ha revelado como el hábito más eficaz para mejorar la salud y prolongar la vida. Para quienes buscan una clave en la longevidad de los llamados “superancianos”, el mensaje queda claro: moverse no solo alarga los años, sino que también los llena de salud y vitalidad.

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Salud

Andar en bicicleta o caminar, ¿qué es mejor para la salud cardiovascular?

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Ambas prácticas tienen múltiples beneficios para el organismo. En el Día Mundial de la Bicicleta, un repaso por sus efectos en la prevención de enfermedades cardíacas, control metabólico y fortalecimiento muscular

Cada 3 de junio se conmemora el Día Mundial de la Bicicleta, una iniciativa de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) que busca fomentar su uso por sus múltiples beneficios sociales, ambientales y de salud.

En 2025, la Organización Mundial de la Salud (OMS) publicó un análisis al respecto de su director general, Tedros Adhanom Ghebreyesus, quien apuntó: “Caminar y andar en bicicleta mejora la salud y hace que las ciudades sean más sostenibles. Cada paso que damos y cada paseo ayudan a reducir la congestión, la contaminación atmosférica y las enfermedades. No obstante, debemos hacer que los desplazamientos a pie y en bicicleta sean seguros, para que más personas opten por estas opciones más saludables y ecológicas”.

Caminar y andar en biciCaminar y andar en bici son dos actividades saludables y amigables con el medioambiente (Imagen Ilustrativa Infobae)

Caminar o andar en bici: sus beneficios para la salud cardiovascular

Tras analizar a 82.297 personas durante 18 años, el trabajo concluyó que “en comparación con los desplazamientos no activos, el uso de la bicicleta se asoció con un menor riesgo de mortalidad por todas las causas, un riesgo un 24% menor de hospitalización por enfermedades cardiovasculares, prescripción de medicación cardiovascular y prescripción por problemas de salud mental”. En cuanto a la caminata, el mismo estudio señaló que las personas “que caminaban al trabajo tenían un riesgo 10% menor de hospitalización por enfermedad cardiovascular y de recibir medicación para tratarla”.

Sin embargo, el trabajo también advirtió sobre un riesgo mayor de lesiones entre ciclistas: “Quienes se desplazaban en bicicleta tenían casi el doble de riesgo de hospitalización por colisiones de tráfico en comparación con los no activos, aunque este fue un evento relativamente infrecuente (83 hospitalizaciones en 18 años)”. Estos eventos reflejan la necesidad de infraestructuras seguras para garantizar los beneficios del ciclismo sin aumentar riesgos viales.

El ciclismo estimula los músculosEl ciclismo estimula los músculos de las piernas, activando especialmente glúteos, muslos y pantorrillas (Imagen Ilustrativa Infobae)

En 2022, la OMS publicó un informe en el que apuntó: “Andar en bicicleta y caminar puede ayudar a combatir el sobrepeso y reducir la inactividad física. Los desplazamientos activos se asocian con una disminución de aproximadamente el 10% del riesgo de enfermedad cardiovascular y una disminución del 30% del riesgo de diabetes tipo 2″.

Fortalecimiento muscular, según la intensidad que se busca

Tanto caminar como andar en bicicleta activan los músculos de las piernas. Según una revisión de Public Health England, “el ciclismo se asocia con mejoras en la composición corporal” y permite reducir el porcentaje de grasa corporal cuando se lo realiza con frecuencia.

El mismo informe destacó que andar en bicicleta “beneficia la capacidad cardiorrespiratoria en adultos”, lo que implica también un refuerzo de la musculatura involucrada en la resistencia aeróbica. Por su parte, caminar actúa sobre músculos estabilizadores, fortalece los tobillos y las caderas, y mejora el equilibrio, especialmente en personas mayores o con movilidad reducida. Además, se asocia con mejoras en la salud musculoesquelética de mujeres posmenopáusicas y personas con dolor lumbar crónico, según precisó el análisis.

Si bien el ciclismo podría promover un fortalecimiento más marcado debido a la carga mecánica del pedaleo, caminar también ofrece beneficios relevantes, particularmente en términos de mantenimiento de la masa muscular con bajo impacto en las articulaciones, de acuerdo a los expertos.

Bajar de peso: ambas son buenas alternativas

Ambas actividades son aliadas eficaces en estrategias de control del peso. La OMS ha indicado que caminar “durante 30 minutos o andar en bicicleta durante 20 minutos la mayoría de los días reduce el riesgo de mortalidad en al menos un 10%”.

La OMS señala que caminarLa OMS señala que caminar 30 minutos o andar en bicicleta 20 reduce al menos un 10 por ciento el riesgo de mortalidad general (Imagen Ilustrativa Infobae)

En el informe de Public Health England detallaron que caminar con regularidad genera descensos en el índice de masa corporal, el perímetro de cintura y el peso, particularmente en personas inactivas o con sobrepeso. El ciclismo, por su parte, está significativamente asociado con una menor grasa corporal en estudios de cohorte y ensayos clínicos, lo que lo posiciona como una herramienta útil para reducir el exceso de peso.

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Salud

¿Impulsivo o bipolar?: cómo evitar etiquetas erróneas que complican el diagnóstico y los tratamientos

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Diferenciar un rasgo de personalidad de una patología psiquiátrica exige una evaluación clínica exhaustiva, para dar con las terapias adecuadas. El apuro por explicar cambios emocionales lleva a definiciones aceleradas

Estamos en marzo de 2022. El mundo está ya en la era de la postpandemia y viviendo las consecuencias, en particular en los cambios en los comportamientos, en la salud mental.

La escena no necesitó traducción, era brutalmente clara. En un terreno donde prima la ficción, esto no lo fue y quizás por eso sorprendió de tal manera que desató una ola de interpretaciones. El juicio fue inmediato, automático. Algunos hablaron de impulsividad, buscando causas que explicaran estos y otros de desequilibrios emocionales, manifestándolo bajo diversas etiquetas, y en ese contexto no faltaron quienes mencionaron sin más el “bipolar”. Como si toda conducta intempestiva pudiera explicarse con un diagnóstico psiquiátrico, como si el acto de actuar sin pensar necesariamente indicara una enfermedad. El fondo de la cuestión fue la confusión entre un acto impulsivo y un posible diagnóstico clínico real.

La impulsividad es un síntomaLa impulsividad es un síntoma transversal que aparece en múltiples trastornos, como el TDAH, la bipolaridad y los trastornos de personalidad (Imagen Ilustrativa Infobae)

En realidad, lo que llamamos o detectamos como “impulsividad” y hasta violencia, puede ser la punta del iceberg de múltiples condiciones. Esa multiplicidad lleva a relacionarla con una sola condición sin ver el contexto y así posiblemente confundirla con bipolaridadtrastorno de déficit atencional e hiperactividad (TDAH) u otras y no solo implica un error sino que puede llevar a una persona a un tratamiento equivocado.

El factor común a todas esas patologías que se expresan con ese síntoma, entre otros, es exactamente ese: la deficiente autorregulación emocional. Lo peligroso es que esta confusión lleva muchas veces a medicar lo que no se comprende, y a encasillar a alguien en un diagnóstico que condiciona su historia, su vínculo con los demás y, lo más grave, su tratamiento.

Impulsividad y bipolaridad

Quizás la confusión y el error más frecuente sea confundir impulsividad con bipolaridad. La pregunta, ¿“no será ( o no seré) bipolar?” es habitual. En realidad se recurre al término “bipolar” como un atajo lógico que permite no realizar la evaluación completa, como si esto sirviera para explicar cualquier vaivén emocional.

Confundir la impulsividad con trastornosConfundir la impulsividad con trastornos como la bipolaridad o el TDAH puede derivar en tratamientos equivocados y consecuencias negativas para los pacientes (Imagen Ilustrativa Infobae)

Pero el trastorno bipolar verdadero tiene características muy precisas: implica episodios bien definidos, con cambios notables del estado de ánimo que duran días o semanas, acompañados de síntomas como euforia exagerada, verborrea, grandiosidad, disminución del sueño o, en algunos casos, depresión severa. No se trata de estar un poco irritable ni de cambiar de opinión con frecuencia. No todo cambio de humor es bipolaridad, así como no toda tristeza es depresión.

El problema de fondo es que vivimos en una cultura de la inmediatez y parte de esto es la necesidad de etiquetas y el diagnóstico médico rápidos, cuando, en particular el psiquiátrico, necesita de tiempo. Ese etiquetado rápido se manifiesta en un diagnóstico inmediato, con explicaciones lineales y lamentablemente a soluciones centradas en un fármaco.

En gran medida, el auge de la automedicación está relacionado con esto. La impulsividad, que muchas veces es solo un indicador de desregulación emocional, con otro camino a recorrer en la historia y realidad del individuo, termina así malinterpretada y encapsulada como enfermedad mental. Esto no solo estigmatiza al paciente, sino que lo aleja de abordajes terapéuticos adecuados. Una persona mal diagnosticada puede recibir medicamentos “anti-impulsivos”, un paraguas conceptual muy extenso, que no necesita, o alguien con un trastorno de la personalidad puede ser medicado de forma crónica sin mejorar su funcionamiento vincular.

La cultura popular ha contribuido en parte a esto. Basta pensar en figuras como Britney Spears, cuya conducta impulsiva fue durante años atribuida a una supuesta manía, sin que se preguntaran si no se trataba de un caso de trauma prolongado, control parental extremo y desgaste emocional.

La cultura de la inmediatezLa cultura de la inmediatez y la búsqueda de diagnósticos rápidos favorecen la medicalización excesiva y el estigma en salud mental (Imagen ilustrativa Infobae)

Otro caso es el de Kanye West, quien ha hablado públicamente sobre su diagnóstico de bipolaridad, pero ante ciertas manifestaciones surgen las dudas de expertos: ¿es realmente bipolar o sus manifestaciones responden a otra combinación de factores como narcisismoconsumos problemáticos y exposición mediática constante?

En Argentina, el caso de Chano Moreno Charpentier es paradigmático. El músico atravesó múltiples internaciones, crisis públicas, intentos de diagnóstico que iban desde bipolaridad hasta trastornos de adicción y personalidad. Lo que quedó claro en el tratamiento mediático fue la enorme dificultad para nombrar con precisión lo que le ocurría, y la tendencia a simplificar y la necesidad de encerrar en un diagnóstico la totalidad compleja de una persona que sufre.

Es evidente que no se trata de negar la existencia de la impulsividad como síntoma de importancia, ya que muchas veces es el primer motivo de consulta, e inclusive aportado por su entorno, como son casos que ingresan por vía judicial y luego se detecta una patología. Pero tampoco se trata de precipitarse a un diagnóstico sin una evaluación cuidadosa, ya que el correcto proceder médico psiquiátrico es establecer una minuciosa historia clínica, con seguimiento longitudinal, con estudios complementarios y cotejando el cuadro posible, con las otras alternativas.

La clave está en el contexto, en el tiempo, en cómo evoluciona esa conducta que la precede, qué consecuencias tiene y cómo se repite. La impulsividad del niño inquieto no es la misma que la del adolescente que se autolesiona, ni la del adulto que rompe una relación en un arrebato. Cada una de esas formas tiene causas distintas, implicancias distintas y, por lo tanto, tratamientos distintos. Generalizar conduce al error.

El diagnóstico correcto de laEl diagnóstico correcto de la impulsividad requiere una evaluación psiquiátrica minuciosa, con historia clínica y seguimiento longitudinal (Imagen Ilustrativa Infobae)

También el entorno juega un papel clave. Padres que, en su inquietud frente a conductas que no comprenden, asimilan el malestar de su hijo con el de otros o docentes que buscan una respuesta rápida frente a alumnos, dispersos o desafiantes, que etiquetan como “hiperactivos”. También pasa con los médicos si no sostenemos la presión por el diagnóstico y/o la medicación rápida en una consulta. Las consecuencias de esa “rapidez” son la extrema lentitud de tratamientos crónicos, ensayo y error, donde la persona que presenta un malestar ya sale como portadora de un diagnóstico del cual quizás nunca se desprenderá. Se medicaliza la emoción e inclusive la crisis vital.

Como toda palabra poderosa, “bipolar” se ha convertido en un significante que encierra más de lo que revela. Nombrar no siempre significa comprender. Y comprender no siempre lleva a tratar mejor. La impulsividad, esa energía que desborda antes de tiempo, merece ser entendida, no encasillada. Solo así podremos ayudar sin lastimar, y tratar sin reducir la complejidad humana a una etiqueta.

Y finalmente recordar el primer mandato atribuido a Hipócrates o también a Galeno “Primum Non nocere”, “Lo primero (aun en la ausencia de una medida eficaz) es no dañar”.

* El doctor Enrique De Rosa Alabaster se especializa en temas de salud mental. Es médico psiquiatra, neurólogo, sexólogo y médico legista

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