Sociedad
Montaron una empresa en la que todos los empleados son IA y los resultados fueron desconcertantes
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Una universidad estadounidense hizo el experimento para medir cuán eficiente es la inteligencia artificial sin supervisión humana. ¿Qué tareas lograron resolver y en cuáles fracasaron? En diálogo con Infobae, los investigadores analizaron los límites en la autonomía de las máquinas.
Durante algunas semanas, nadie tomó un café en la oficina, no hubo almuerzos compartidos, no hubo charlas cara a cara, mucho menos festejos de cumpleaños ni momentos recreativos. Sin embargo, la empresa funcionó. O al menos lo intentó.
La escena pareciera salida de una novela de ciencia ficción: una compañía de software donde todos los empleados, desde los programadores hasta los responsables de recursos humanos, son agentes de inteligencia artificial. Una empresa sin personas. La idea no surgió en Silicon Valley, sino que nació como un experimento académico en la Carnegie Mellon University (CMU), una de las universidades más prestigiosas del mundo en ciencia y tecnología.
El equipo de investigadores creó The Agent Company, una empresa simulada con tareas inspiradas en el trabajo del mundo real: desarrollo de software, análisis de datos, gestión de proyectos, administración y finanzas. Cada rol fue ocupado por un agente de IA distinto. El objetivo era claro: evaluar si la IA, operando en conjunto, puede realizar el trabajo de una empresa real. Más bien, si los humanos ya somos reemplazables en su totalidad. Un informe de Goldman Sachs de 2023 ya había indicado que la IA podría sustituir el equivalente a 300 millones de empleos a tiempo completo. Quedaba demostrarlo.
“Mucho se habla sobre si los agentes de IA reemplazarán tareas humanas, pero no existía un entorno que simulara realmente el día a día de una oficina”, explicó el investigador Yufan Song, uno de los autores del estudio, en diálogo con Infobae. Por eso, decidieron crear una empresa ficticia desde cero. Armaron equipos, asignaron proyectos, integraron herramientas reales —como navegadores web y software de documentación— y hasta simularon conversaciones entre compañeros.
Las tareas fueron diversas. Algunas, simples para un humano como completar un documento, buscar información en un sitio web, escribir un archivo en formato Word. Otras, más complejas: resolver bugs en Python, gestionar bases de datos, mantener coherencia en una cadena de decisiones. Para ejecutarlas, usaron un sistema llamado OpenHands, respaldado por modelos avanzados como Claude Sonnet 3.5, Gemini 2.0 y GPT-4o.
Los resultados fueron una mezcla de asombro y frustración. El mejor agente, impulsado por Claude 3.5 Sonnet, logró completar apenas el 24% de las tareas. Y no porque fuera perezoso o poco sofisticado. Simplemente, hay instrucciones que aún no entiende.
Por ejemplo, una de las tareas requería guardar un archivo como answer.docx. Cualquier persona sabe que eso implica abrir Word o usar una herramienta compatible. Pero la IA lo interpretó como texto plano. Pequeños detalles que revelan que la IA todavía no tiene sentido común, falla en cuestiones muy simples.
“Los modelos de lenguaje fallan en cosas que para nosotros son naturales, como interpretar instrucciones implícitas o detectar convenciones culturales”, apuntó el investigador Boxuan Li, otro de los encargados del experimento. “Y a veces directamente hacen trampa”, remarcó. En una tarea, un agente debía contactar a un empleado. Como no lo encontraba en el sitio interno, optó por cambiar el nombre de un compañero cualquiera por el del objetivo para que el sistema le permitiera avanzar.
También hubo fallas más técnicas. Los agentes tuvieron problemas para leer correctamente páginas web, una tarea que requiere interpretar estructuras visuales o acceder al contenido a través del “árbol de accesibilidad” que usan los navegadores. OpenHands solo admite este método, más económico pero limitado. El reconocimiento de imágenes —más parecido a cómo lo haría un humano— aún está fuera de su alcance.
Y, sin embargo, hubo momentos brillantes. El mismo sistema, con respaldo de Gemini 2.5 Pro, completó uno de los proyectos más complejos del curso de base de datos de la universidad: navegar por un sitio privado, configurar un entorno local, modificar múltiples archivos fuente, compilar y testear. Lo hizo en 8 minutos y por apenas 2,41 dólares.
“Como era de esperar, los agentes de vanguardia actuales no resuelven la mayoría de las tareas, lo que sugiere que hay una gran brecha para que realicen de forma autónoma lo que haría un trabajador humano en un día laboral, incluso en un entorno de evaluación comparativa relativamente simplificado como el que aplicamos”, explicó Li.
La paradoja es evidente. Los agentes de IA pueden resolver tareas difíciles, pero fracasan en otras que un pasante resolvería en dos clics. Y aunque el 25% de efectividad pueda sonar bajo, marca un hito: nunca antes se había probado la IA en condiciones tan cercanas al trabajo real.
¿En qué tareas fallan?
El mayor valor del experimento, según los investigadores, no está en los éxitos, sino en los fracasos. “Queríamos entender por qué no pueden completar ciertas tareas. Eso es más útil que celebrar lo que ya hacen bien”, explicó Song.
Una de las principales conclusiones fue que los agentes de IA aún tienen serias limitaciones en tareas con alta carga social, como colaborar, escalar problemas o simplemente esperar una respuesta. En una tarea específica, se indicaba que si un compañero no respondía en 10 minutos, había que escalar al director de tecnología (CTO). Ningún agente lo hizo bien. Uno de ellos “supuso” que habían pasado los 10 minutos y actuó en consecuencia sin motivo aparente.
Según Li, este tipo de errores revela una fragilidad de fondo: “Los agentes todavía no son buenos en tareas a largo plazo, ni en seguir instrucciones condicionales con contexto temporal. Eso los hace poco confiables para delegar procesos completos sin supervisión humana”, expresó.
Otra gran debilidad es la interacción con interfaces diseñadas para personas. Muchos programas empresariales, sitios de gestión interna o formularios tienen reglas no escritas, flujos lógicos implícitos y estructuras visuales complejas. Todo eso sigue siendo un obstáculo para los modelos actuales. Sin acceso a imágenes o simulaciones realistas, su desempeño se frena.

También fallan en razonamiento matemático y cálculo avanzado, algo que limita su uso en áreas como finanzas, ingeniería o logística. Incluso cuando parecen entender, muchas veces improvisan respuestas para “salir del paso”, lo cual puede resultar peligrosamente persuasivo. “Los humanos, al enfrentarnos a problemas que no podemos resolver, podemos admitir honestamente nuestro fracaso. Sin embargo, los agentes pueden usar métodos torpes para fingir que lo resolvieron y luego dar el resultado con confianza”, remarcó Song.
Y esto no es solo un problema técnico. En un mundo donde la IA toma decisiones con impacto real —recomendaciones financieras, diagnósticos médicos, estrategias empresariales—, una respuesta errónea dicha con confianza puede ser mucho peor que un simple “no lo sé”.
“No creo que reemplacen puestos de trabajo en su totalidad, pero sin duda transformarán nuestra forma de trabajar. Son potentes y los seres humanos podemos aprovecharlos para aumentar la productividad, pero, al menos por ahora, no pueden reemplazar ningún puesto de trabajo por completo”, aseguró Li.
A la luz de los resultados, los investigadores insisten en que no estamos ni cerca de reemplazar trabajos completos. Lo que sí vislumbran es un futuro cercano de colaboración forzada, donde los humanos actúan como jefes, auditores o socios estratégicos de los agentes.
El futuro del trabajo (y los nuevos jefes de la IA)

La pregunta inevitable es: ¿y ahora qué? ¿Qué rol tendrán estos agentes en el trabajo del futuro?
Según Song, la clave estará en quién sepa usarlos mejor. “El poder de la IA está directamente relacionado con el nivel del usuario. Alguien que entienda bien la herramienta, que sepa cómo descomponer una tarea en partes, podrá aprovecharla al máximo”, sostuvo. En ese escenario, los trabajadores se convierten en diseñadores de procesos, y los agentes en ejecutores rápidos, precisos y escalables.
El nuevo panorama puede caer bien entre quienes ya están formados, pero implica un dilema para los que recién empiezan a interactuar con la inteligencia artificial. Un agente hoy es más barato que un junior, y comete errores diferentes, pero no necesariamente peores. Eso puede acelerar la automatización de tareas simples y empujar a los trabajadores humanos hacia funciones más abstractas o creativas.
Según Song, los trabajos que implican interactuar con el mundo físico son los más “resistentes” hoy. “Por muy potentes que sean los modelos a gran escala, al menos ahora no pueden interactuar adecuadamente con el mundo real”, explicó.
Para roles como programadores, redactores, asistentes, diseñadores y atención al cliente, existen muchas startups centradas en mejorar su productividad. Sin embargo, cree, no significa que sean vulnerables. “En estas profesiones la IA puede acelerar significativamente la producción, pero de la mano con ese aumento, pueden surgir nuevas demandas ocultas”.
La colaboración humano-IA no será simétrica. Las personas marcarán el rumbo, pero dependerán de su capacidad para coordinar inteligencias artificiales de forma efectiva. La habilidad ya no será solo saber hacer algo, sino saber cómo enseñárselo y cómo indicárselo 一el nuevo arte de promptear一 a la máquina.
A mediano plazo, el equipo de Carnegie Mellon University no espera una revolución, sino una transición gradual. Los agentes, poco a poco, ocuparán nichos específicos: análisis de datos, redacción de reportes, documentación técnica. Tareas monótonas, repetitivas, estructuradas, pero no tomarán decisiones ni liderarán equipos.
Los agentes de IA avanzan a toda velocidad, pero aún enfrentan límites cuando se trata de adaptarse al mundo real. No pueden improvisar, colaborar ni tomar decisiones con verdadero criterio humano. En los próximos meses, The Agent Company 一y otros experimentos que puedan surgir一 harán más pruebas. Es que ahora al futuro, antes de alcanzarlo, se lo simula.
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Sociedad
Tras las fuertes lluvias, cómo estará el tiempo en el AMBA durante el inicio de la semana
Publicado
3 días atráson
13 octubre, 2025Por
Admin
De acuerdo con el pronóstico del SMN, las condiciones comenzarían a mejorar a partir de hoy
Tras un fin de semana largo marcado por la inestabilidad y la presencia de fuertes tormentas, inicia una nueva semana y llega con una leve mejoría en el tiempo. Si bien no se esperan lluvias en el Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA), el cielo estará mayormente nublado. También se espera un aumento en la temperatura.
Hacia el interior de la provincia de Buenos Aires, según el Servicio Meteorológico Nacional (SMN), habrá nubosidad variable, con mayor presencia de nubes en el este bonaerense, desde Punta Indio hasta Miramar.

Ya para el martes se prevé que cesen las alertas para todo el territorio bonaerense. Asimismo, el tiempo tendrá una leve mejoría en el AMBA. Si bien la temperatura mínima será de 16 °C y la máxima solamente aumentará a 24 °C, habrá menos viento y el cielo estará más despejado.
En la previa del fin de semana volverá a registrarse un descenso en la temperatura. Aunque la mínima continuará en 17 °C, la máxima solamente alcanzará los 23 °C.
Las alertas que están vigentes en el resto del país
El SMN lanzó advertencias para Chubut (Meseta de Escalante – Sarmiento – Sudoeste de Florentino Ameghino) y Santa Cruz (Meseta de Deseado – Meseta de Magallanes) para este lunes por viento.
Estas áreas serán afectadas por vientos del sector oeste con velocidades entre los 40 y 60 km/h, con ráfagas que pueden alcanzar los 90 km/h.

De la misma manera, el organismo emitió una alerta amarilla para el martes en Mendoza (zona baja de Malargüe) por viento Zonda y en San Luis (zona baja de Belgrano – zona baja de Juan Martín de Pueyrredón), La Rioja (General Juan Facundo Quiroga – General San Martín – Rosario Vera Peñaloza) y Catamarca (Ambato – Ancasti – Capayán – Capital – El Alto – Fray Mamerto Esquiú – La Paz – Paclín – Santa Rosa – Valle Viejo – Zona serrana de Pomán) por viento.
El área de Mendoza afectada por viento Zonda tendrá velocidades estimadas entre 30 y 45 km/h con ráfagas que podrían alcanzar los 65 km/h. Este fenómeno puede provocar reducción de la visibilidad, aumento repentino de la temperatura y condiciones de humedad relativa muy bajas.
Por ello, el SMN recomienda asegurar los elementos que puedan volarse, mantenerse alejado de los árboles, ya que la fuerza del viento podría quebrar alguna de sus ramas, no estacionar vehículos bajo los árboles y mantener las viviendas cerradas de la manera más hermética posible.

Además, aconsejaron contar con una mochila de emergencias que incluya una linterna, una radio, documentos personales y un teléfono, elementos considerados fundamentales para afrontar cualquier eventualidad. Además, subrayaron la importancia de mantenerse informado a través de los canales oficiales, lo que permite recibir actualizaciones y alertas en tiempo real.
Sociedad
Un adolescente fue detenido por el crimen de una chica de 14 años en una fiesta clandestina en Quilmes
Publicado
3 días atráson
13 octubre, 2025Por
Admin
La Policía bonaerense capturó este domingo a A.S., de 17 años, mientras que otro joven, de 18 y apodado “Capucha”, continúa prófugo por el homicidio
Tras el homicidio de Melody Cerdan Avendaño, la adolescente de 14 años que recibió un disparo en su rostro, en medio de un confuso episodio ocurrido durante una fiesta clandestina en Quilmes, personal de la DDI capturó, en las últimas horas, a un sospechoso de 17, indicaron fuentes policiales a Infobae.
Las fuentes precisaron que la aprehensión de presunto homicida, identificado como A.S., se concretó este domingo y su localización fue posible tras las tareas investigativas efectuadas por personal de las divisiones Homicidios y Unidades Investigativas de la DDI Quilmes.
Ahora la Policía se encuentra tras los rastros de T.G., alias “Capucha”, quien también habría participado de la disputa que terminó con la muerte de Melody.
Melody murió tras recibir un balazo en la cabeza mientras participaba de una fiesta clandestina en la Villa La Iapi, en la ciudad de Bernal Oeste, partido de Quilmes.
El escenario del hecho fue una vivienda particular donde, según publicaciones difundidas en redes sociales, se celebraban habitualmente encuentros a los que se accedía mediante el pago de una entrada de 500 pesos y en los que también se vendían bebidas alcohólicas. La reunión derivó en una pelea entre dos adolescentes, pero luego la violencia escaló y se desató el caos.
Testigos informaron que la situación se descontroló rápidamente y produjo pánico, corridas y gritos. En medio de la confusión, Melody fue alcanzada por un disparo que le quitó la vida casi de manera instantánea.
Luego de ello, y según informó el portal La Noticia de Quilmes, algunos de los asistentes a la reunión llamaron de inmediato al 911, y personal del Comando de Patrullas departamental acudió junto a una ambulancia del SAME que trasladó de urgencia a la joven al hospital Iriarte. Los médicos de turno confirmaron su fallecimiento pese a los esfuerzos por reanimarla.
El hecho derivó en un operativo a cargo de agentes de la Comisaría Séptima de Quilmes y de la Fiscalía del Fuero de Responsabilidad Penal Juvenil N°1 de Quilmes, dependiente del Departamento Judicial local.
Los investigadores buscan establecer la secuencia precisa, identificar a quienes portaban armas y determinar quién disparó el proyectil mortal.
Durante la madrugada permanecieron demorados varios adolescentes que estuvieron involucrados en los disturbios, mientras que el personal policial se abocó a tomando declaraciones de posibles testigos. Se secuestraron teléfonos celulares para analizar audios, mensajes y videos compartidos en redes sociales que pudieran aportar elementos para reconstruir la escena.
Además, la Policía continúa revisando las grabaciones de cámaras de seguridad públicas y privadas ubicadas en la cercanía de la vivienda. El objetivo es rastrear movimientos de los asistentes antes, durante y después de la fiesta, y detectar posibles vehículos sospechosos que hayan abandonado la zona poco después del hecho.
Según la familia, muchas personas habrían presenciado el crimen, pero existe temor a represalias y falta de confianza en las autoridades.
Sociedad
Está postrada hace siete años y pide acceder a la eutanasia: “Cualquiera que pase 24 horas como yo pediría lo mismo”
Publicado
3 días atráson
13 octubre, 2025Por
Admin
María vive en Moreno, tiene 63 años y una enfermedad autoinmune irreversible que avanza sobre sus articulaciones y huesos. La Corte bonaerense debe resolver su caso
El botón de descarga del inodoro no anda. No importa porque María, la dueña y única habitante estable de esta casita en el fondo de un terreno en La Reja, Moreno, no va al baño de su casa hace siete años. No puede. Una enfermedad autoinmune la tiene postrada en su cama, así que los ocho o diez pasos que separan su cama del inodoro son un abismo infranqueable.
No puede comer si nadie le corta tan chiquito como se les corta a los bebés de seis meses que apenas ingieren sólidos, o si la galletita no se deshizo en el café con leche. No sabe por cuánto tiempo podrá apenas eso a la hora de comer: la parálisis, dice, empieza a apropiarse también de la deglución. No puede quedarse dormida si nadie acomoda las almohadas como las necesita y si esa misma persona no le pone pañales limpios.

María quiere morirse. Y necesita, como para todas las demás acciones desde hace casi una década, ayuda. En noviembre del año pasado, a través de un defensor oficial y con el acompañamiento de su única hija, Mariela, y de su hermana Bety, presentó un recurso de amparo para acceder a un proceso de eutanasia. Pide asistencia legal para morir sin que nadie sea penalizado por el proceso, algo que no está legislado en la Argentina y que por eso intenta gestionar por la vía judicial. No tiene dudas sobre lo que pide, y dice: “Cualquiera que pase 24 horas como yo pediría lo mismo”.

“Esto no es vida”
María del Carmen Ludueña supo con certeza en 2001 de dónde venían los dolores articulares que habían empezado varios años antes. En enero de ese año, y gracias a la intervención de un médico reumatólogo del Hospital Nuestra Señora de Luján, le pudo poner nombre a su cuadro: artritis reumatoidea poliarticular, seropositiva y erosiva en curso grave, resistente a antiinflamatorios, corticoides e hidroxicloroquina. A eso se le sumaba el diagnóstico de osteoporosis con alto riesgo de fractura.
“Los dolores habían empezado en unas vacaciones, en Entre Ríos. Un día me desperté con los pies completamente hinchados y doloridos, ahí empezó todo”, reconstruye María, que se acuerda de cada fecha, de cada médico, de cada internación, de cada droga a la que su cuerpo se fue volviendo resistente. Dolían los pies y las manos, pero sobre todo las rodillas. A veces, todavía le duele la rodilla izquierda, que le amputaron en mayo de este año: es el síndrome del miembro fantasma, que le hace sentir dolor incluso en las partes de su cuerpo que ya no están ahí.
“Yo al Dr. Somma, que es el médico que finalmente logró diagnosticarme, le pregunté si la enfermedad me podía dejar en silla de ruedas. Me dijo que sí. Entonces le pregunté si me podía dejar completamente postrada en una cama. Me dijo que sí. Y yo le agradecí, porque me dijo la verdad y porque hasta ese momento nadie me sabía decir qué iba a pasarme”, cuenta María en la cama desde la que se escucha la tele puesta en un noticiero y se ve el dibujo que hizo su nieta más chica, pegado en una de las puertas del placard.
“Los síntomas eran cada vez peores. Se hinchaba más, dolía más, se deformaban más las manos y los pies”, cuenta María, que igual seguía trabajando. “Yo estaba sola con mi hija, que todavía era chica. Siempre me arreglé para que no nos faltara nada. Así que me arrastraba, arrastraba mis pies, pero iba. Trabajé limpiando casas, en un hotel, me armé un negocito en mi casa. Pero en un momento no pude más”.

La enfermedad autoinmune que sufre María tiene tratamiento pero no tiene cura. En sus formas más graves, deforma articulaciones, cartílagos y huesos. Destruye la estructura ósea y articular del cuerpo. Y duele. Todos los días, a todas las horas. María perdió su pierna izquierda -del muslo para abajo- porque la prótesis que tuvieron que ponerle después de que su rodilla se destruyera fue rechazada por su cuerpo y sufrió una infección casi mortal. Su brazo derecho está doblado a la altura del codo, paralizado, como sus dedos, estirados en distintas direcciones, rígidos.
El riesgo alto de fracturas, producto de la artritis y la osteoporosis, se cobró sus facturas. María tuvo dos caídas graves. “La última fue la que me postró, hace siete años. Yo pensé que con rehabilitación iba a poder recuperarme, pero no pude más nada. Mi cuerpo ya no pudo recuperarse y fui perdiendo cada vez más movilidad”, describe María. Sobre su cama, hay una estructura que, en otras condiciones, le permitiría agarrarse para poder levantarse, o al menos acomodarse en la cama por sus propios medios.
El colchón antiescaras en el que duerme se lo provee PAMI: está roto, se desinfla. La cama ortopédica, indicada por su médica, llegó la semana pasada: PAMI demoró casi un año en darle acceso a esa prestación. Los remedios e insumos que la médica solicita pero que PAMI no provee se pagan con la jubilación de 270.000 pesos que cobra María mensualmente: al menos 70.000 se van en la farmacia.
“¿Quién me puede decir que esto es vida? Esto no es vida, esto es una tortura. Me hablan de darme las mejores condiciones para que tenga la mayor calidad de vida posible, ¿qué calidad de vida? Esto es un calvario, yo lo único que pido es clemencia, que alguien me escuche y me ayude”, dice María. La palabra “calvario” se repite una, dos, diez veces. Es la que más usa para contar cómo es esa permanencia a perpetuidad en la cama en la que la acomodan, la alimentan, le alcanzan agua o una chata, le cambian los pañales para irse a dormir, le cambian el canal del televisor, le dan la pastilla que la ayuda a parar de pensar y dormir.
Cinco proyectos, ninguna ley
Argentina sancionó la Ley de Muerte Digna en 2012. Se trata de la posibilidad de que una persona, ante una enfermedad incurable o terminal, rechace tratamientos médicos que prolonguen artificialmente su vida o causen un sufrimiento desmesurado. Sin embargo, la asistencia legal para morir, también llamada eutanasia activa, no está legislada.

Ahora mismo, y contemplando la Cámara de Diputados y el Senado, hay cinco proyectos de ley para regular la eutanasia que fueron presentados en el Congreso de la Nación y que aún tienen estado parlamentario, es decir, que pueden debatirse. Mariana Juri, Rodolfo Suárez y Miguel Ángel Pichetto son algunos de los legisladores que impulsan alguno de esos proyectos, denominados, según el caso, “Ley de Buena Muerte”, “Buena muerte médicamente asistida” o “Régimen legal de asistencia para terminar con la propia vida”, entre otros. En caso de no debatirse en lo que queda del año legislativo, los cinco proyectos perderán el estado parlamentario y deberán volver a presentarse desde cero.
Como no hay ley que la ampare, María acudió a la vía judicial para que su caso en particular sea evaluado. “El juzgado de primera instancia rechazó el recurso de amparo in limine, es decir, de cuajo, sin interiorizarse con la historia y la situación de María. Simplemente determinó ‘esto no es legal, no se hace’. Apelamos y la Cámara volvió a rechazarlo, así que estamos ante la Corte de la Provincia, donde presentamos un recurso extraordinario”, explica Pablo Molins, defensor oficial en Moreno y abogado de María.
La Corte, que tiene nombrados sólo a tres de los siete jueces que tiene previstos, dio traslado del expediente que cuenta la historia y el pedido de María tanto a la Procuraduría como al Ministerio de Salud provincial para que lo revisen. Esa cartera sería, en última instancia y si se da lugar al pedido de María, la que determine quién le prestaría la asistencia legal para morir. Esa persona, a la vez y por adelantado, debería ser despenalizada.
“La Corte provincial está sobrepasada de trabajo. La Provincia es el mayor distrito judicial del país, por lejos, así que sabemos que puede tardar en definirse, pero es importante algo que pidió el Ministerio Público: que los jueces de ese organismo se acerquen a conocer de cerca la historia de María”, describe Molins.
“Si yo hubiera podido hacer algo, ya lo hubiera hecho”
“Después de la última caída, yo tenía la esperanza de que me iba a recuperar e iba a poder seguir caminando. Con mis dificultades, pero que iba a poder. Pero no me pude levantar más de la cama, mi cuerpo se deterioró muy rápido y ya no pude más. Si yo hubiera podido hacer algo para irme, para morirme, ya lo hubiera hecho. Pero ni siquiera tengo fuerza ni movilidad para eso”, dice María. Habla, concretamente, del suicidio. “Cuando tuve la oportunidad de tomar algo o de tirarme debajo de un tren, todavía tenía la esperanza de que iba a mejorar. Pero la caída me postró y ya no pude hacer nada”, dice.

La decisión de pedir asistencia legal para morir llegó el año pasado. “Una vez que decidí, decidí. Nunca fui y vine con eso, estoy completamente decidida y por eso lo pido. No quiero esta supuesta vida. Mi mejor calidad de vida es que me saquen de este calvario. Esto es demasiado para un ser humano, no puedo más”, asegura María.
Habló con su familia sobre su decisión: “Les dije que yo no quiero vivir más así, que tomé esta decisión. Mi hermana me ayudó a contactar a los abogados para que me ayuden, y gracias a Dios me escucharon. Ahora necesito que me escuchen los jueces”.
No extraña nada, dice María. “No extraño nada porque sé que no puedo hacer nada de lo que extrañe, así que me mentalicé para no entrar esos pensamientos, porque no hay nada de lo que yo podía hacer que ahora pueda seguir haciendo”. No puede jugar al voley como hizo hasta casi los 40 años. No puede cuidar a sus nietos de 15 y de 9. No puede trabajar. No puede subir o bajar de un colectivo. No puede cocinar, ni cambiar de canal el televisor, ni caminar hasta el baño, ni comer una galletita que no venga disuelta en el café con leche que toma con bombilla.
Dice que cree en Dios. “Necesito creer en algo porque creer es como un apoyo, pero esto me lleva a creer cada vez menos, porque si hay un Dios, ¿por qué no me ayuda? ¿por qué no me ayuda lo que sea que haya en el universo”. María llora y, de a ratos, también llora Mariela, su hija, de 41 años.
Mariela vive con sus dos hijos en la casa más grande del terreno, la casa donde su mamá la crió y donde ahora ella atiende a las clientas que buscan arreglarse las uñas o las cejas pero que a fin de cada mes escasean. “Ahora hay una cuidadora de PAMI 8 horas por día, pero antes hacía todo yo”.
Ahora mismo, Mariela se ocupa de todos los trámites ante PAMI y junto a los abogados, de insistir cuando algunos remedios no llegan, de preguntar para cuándo la cama ortopédica. De cortar la comida bien chiquita, limpiar las comisuras de su mamá, acercarle el vaso con agua y la pajita, bajar el volumen de la tele, abrigarla, desabrigarla, acomodarle los almohadones. De acompañarla en este deterioro irreversible que empezó por los dedos de los pies y ahora está paralizando casi completamente todas las cervicales.
“Soy hija única, ya no tengo a mi papá. Es mi mamá y me duele pensar en no tenerla conmigo porque es mi compañera, la que me escucha, la que me pelea, la que me da consejos”, dice Mariela, llora y sigue: “Pero sé lo que sufre, sé cómo es su vida, los dolores que tiene, lo que le toca vivir. Por eso entiendo lo que pide y la acompaño”.

—María, ¿cómo te imaginás el momento que pedís que llegue? El de que alguien te ayude a morir.
—Creo que sería un momento feliz. Que me iría contenta y que libraría mucho a mi hija. Por eso pido que alguien me escuche y se ponga de mi lado. Que alguien trate de vivir un minuto como yo vivo las 24 horas del día. Mirando un techo que ya me sé de memoria, con dolores que no paran. Siento un cansancio de cuerpo y de mente que no puedo describir, por eso quisiera cerrar los ojos e irme. No sé qué me espera después de eso, pero creo que va a ser mejor que lo que tengo ahora.

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