Sociedad
Prueba Aprender: solo el 45% de los alumnos de tercer grado alcanza el nivel esperado en lectura
Publicado
8 horas atráson
Por
Admin
La Secretaría de Educación presentó los resultados de la prueba Aprender Alfabetización. A nivel nacional, 3 de cada 10 alumnos están “rezagados” en sus habilidades lectoras. Los mejores desempeños se registraron en Formosa y en Córdoba, seguidas de CABA
Al terminar el primer ciclo de primaria, enfocado de manera prioritaria en la alfabetización, menos de la mitad de los alumnos –el 45%– alcanza el nivel esperado de lectura.
Así lo muestran los datos de la prueba Aprender Alfabetización, que se tomó en noviembre de 2024 a una muestra representativa de 91.042 estudiantes de tercer tercer grado en 4.178 escuelas de todo el país. La Secretaría de Educación acaba de presentar los resultados, que arrojan que un 24,5% de los estudiantes se encuentra “en proceso” de alcanzar el nivel esperado y que 3 de cada 10 (30,5%) están “significativamente rezagados”.
La nueva prueba Aprender presenta sus resultados en seis niveles de desempeño (tradicionalmente eran cuatro), con el objetivo de “diagnosticar las habilidades lectoras” de los estudiantes al terminar el primer ciclo de primaria. El nivel más bajo es el de los “lectores incipientes”: alumnos que respondieron menos del 50% de las preguntas de la prueba (y que antes no se consideraban en los resultados). Estos estudiantes –un 3,3% del total– recién se inician en la lectura de oraciones y solo pueden leer palabras con soporte de imagen (por ejemplo, leer la palabra “pato”… si tienen al lado la foto de un pato).

Luego, en el nivel 1 quedan los alumnos que se están iniciando en la lectura de textos simples y solo pueden extraer información explícita: son un 8,3%. En el nivel 2 se ubican los que comprenden textos simples de forma mayormente literal (18,8%), y son capaces de localizar información no central, así como establecer relaciones de semejanza y diferencia entre un texto y otros.
La suma de estos tres niveles indica que 3 de cada 10 estudiantes argentinos de primaria quedan por debajo del nivel esperado de lectura, después de al menos cinco años de escolaridad obligatoria (de sala de 4 a tercer grado). En su análisis de los resultados, desde el Observatorio de Argentinos por la Educación consideraron que 1 de cada 10 estudiantes argentinos de tercer grado “no sabe leer”.
Uno de cada cuatro estudiantes (24,5%) se ubicó en el nivel 3 de desempeño, que representa una zona intermedia: son alumnos que están “en proceso”, según la presentación oficial. Este grupo comprende textos complejos (de mediana extensión) de forma literal y se está iniciando en la lectura inferencial (la que implica reponer información no explícita). Por ejemplo, pueden deducir el uso de una palabra cuyo significado está sugerido por el contexto lingüístico.
Un porcentaje similar de estudiantes (26,4%) se ubicó en el nivel 4: son capaces de comprender textos complejos de forma “literal, inferencial y reflexiva”. Finalmente, el desempeño más destacado es el del nivel 5 (18,7%), en el que se ubican los estudiantes además pueden establecer inferencias complejas.

Al presentar los resultados, desde la Secretaría de Educación señalaron que aún falta consensuar a nivel federal cuál sería el nivel “esperable” para tercer grado. Por lo pronto, las conclusiones presentadas sugieren que el nivel adecuado sería el de quienes llegan a los niveles 4 y 5, que suman un 45%. Actualmente los Núcleos de Aprendizajes Prioritarios (NAP), que definen los contenidos mínimos que deben aprenderse en cada año escolar en todo el país, aluden a la “comprensión” de textos narrativos, descriptivos, explicativos y poéticos en tercer grado, sin desagregar con mayor precisión qué implica “comprender”.
Como sucede con todas las pruebas Aprender, los resultados de aprendizaje se asocian fuertemente con el nivel socioeconómico (NSE). En este caso, la prueba midió el NSE de las escuelas, no de los alumnos. En el quintil más bajo (las escuelas más pobres), solo 1 de cada 3 estudiantes (32%) alcanza el nivel esperado de lectura. En el otro extremo, en el quintil más alto, la cifra asciende a más del doble: 66,8%. A la vez, entre los alumnos más favorecidos del país, 1 de cada 10 (12,3%) queda por debajo del umbral mínimo: no llegan al nivel 3 de desempeño. Entre los menos favorecidos, son 4 de cada 10 (44,4%) quienes no alcanzan ese nivel.
La brecha socioeconómica también se observa al comparar los resultados de las escuelas estatales con las privadas (que, en promedio, suelen tener un NSE mayor). En el sector estatal, alcanza el nivel esperado de lectura el 39% de los estudiantes, mientras que en el sector privado la cifra es mucho mayor: 62,4% (23,4 puntos de diferencia).

En cambio, no aparecen grandes diferencias entre las escuelas rurales y las urbanas. En las rurales, el 43,3% de los alumnos alcanza los niveles 4 y 5 de desempeño en lectura. En las urbanas, la cifra es 45,2%.
Las diferencias entre provincias
La prueba Aprender Alfabetización se inscribe dentro del Compromiso Federal por la Alfabetización, una iniciativa que las provincias y la Nación acordaron en 2024 y que incluyó el diseño de 24 planes de alfabetización provinciales y un plan nacional. En abril de este año, antes de conocer estos resultados, el Consejo Federal de Educación aprobó de manera “unánime” los planes de alfabetización para 2025. Los nuevos datos, que buscan trazar un diagnóstico para orientar las políticas de alfabetización, podrían servir para reorientar esos planes –o, al menos, para que la Nación y las provincias los tengan en cuenta al diseñar sus planes para 2026–.
En sus planes de alfabetización, varias provincias optaron expresamente por un determinado método de enseñanza de la lectura y la escritura (aunque, como suelen señalar los expertos, eso no garantiza que ese método se aplique en todas las aulas). Los resultados de Aprender presentados por la Secretaría de Educación de la Nación muestran grandes asimetrías entre las provincias, pero esas diferencias no parecen estar relacionadas con los métodos adoptados: provincias que declaran aplicar métodos similares logran resultados muy diversos.
Según el informe nacional, los mejores niveles de desempeño están en Formosa, donde el 63,6% de los estudiantes alcanza el nivel esperado en lectura. Allí el 37% de los alumnos se ubicó en el nivel más alto (el 5), muy lejos de los parámetros del resto de las provincias (que en su mayoría no superaron el 20%). El plan de alfabetización de Formosa se orienta al constructivismo, con énfasis en la educación intercultural bilingüe.
En segundo lugar se ubica Córdoba, donde el 58,8% de los alumnos alcanza los niveles esperados (el 29,6% se ubicó en el nivel 5). Allí la política provincial –el “Compromiso Alfabetizador”– se diseñó sobre la base de los programas de alfabetización implementados durante la última década.
En tercer lugar queda CABA, donde el 55,5% de los alumnos alcanza el desempeño esperado en lectura (niveles 4 y 5). Esos alumnos se alfabetizaron con el viejo diseño curricular de primaria, que adoptaba una perspectiva más inclinada hacia el método global o constructivista, según lo ha planteado el propio Gobierno porteño –que, a partir de este año, implementó un nuevo diseño curricular y reorientó la enseñanza hacia el método “estructurado”, basado en la conciencia fonológica, es decir, en las correspondencias entre letras y sonidos–.
En Mendoza, que viene trabajando desde hace varios años de manera consistente con el método “estructurado”, el 44,1% de los alumnos alcanzaron los desempeños esperados. Es una cifra similar a la de provincia de Buenos Aires (43,7%) e inferior a la de La Pampa (49,6%), provincias que adoptaron explícitamente métodos más constructivistas –al menos en sus planes: eso no impide que los docentes estén apelando a otras estrategias–. En Santa Fe, alcanza el nivel esperado el 41,4% de los alumnos.
Los peores niveles de desempeño se registran en la provincia vecina a Formosa: en Chaco, apenas 1 de cada 3 estudiantes (34,2%) alcanza el nivel esperado. En una situación similar quedan San Juan (37%) y Misiones (38%). En cambio, Santiago del Estero supera a varias provincias con NSE parecido o incluso más alto: allí el 47% de los alumnos alcanza el nivel esperado, según los datos oficiales.
La importancia de los libros
Los resultados de Aprender Alfabetización fueron anticipados a la prensa por la subsecretaria de información y evaluación educativa, María Cortelezzi, junto con Florencia Sourrouille, directora nacional de análisis estratégico de datos y difusión de la información educativa, y Magdalena Benvenuto, directora nacional de evaluación, información y estadística educativa.
Las funcionarias nacionales destacaron los altos niveles de participación en la prueba: el 86,9% de los alumnos y el 97,4% de las escuelas previstas participaron de la prueba. Son las cifras de participación más altas desde que se implementa el operativo, señalaron. Como ha sucedido en ediciones anteriores, la única provincia que no alcanzó un umbral mínimo de participación fue Neuquén: allí solo el 34% de los estudiantes respondieron la prueba (y, por lo tanto, sus resultados pueden no ser representativos de la realidad provincial).
Las funcionarias detallaron las principales “mejoras metodológicas” con respecto a Aprender 2016, que por ejemplo había incluido en sus consignas solo textos “largos” (de más de 350 palabras), mientras que Aprender 2024 incluyó también textos medios y cortos, oraciones breves y lectura de palabras con soporte de imagen, para poder desagregar con mayor precisión lo que pueden hacer los alumnos, especialmente en los niveles más bajos de desempeño. Estas diferencias –de diseño y de implementación de la prueba– explican por qué no se pueden comparar los nuevos resultados con los anteriores, señalaron.
También anticiparon que a fines de mayo se publicará el informe completo con los resultados nacionales, junto con los informes referidos a cada provincia. Al ser una prueba muestral, no habrá informes por escuela. Este año, además, los estudiantes de tercer grado serán evaluados en lectura y en otras áreas en las pruebas regionales ERCE, organizadas por Unesco.

Al presentar algunos datos que surgen de los “cuestionarios complementarios”, las funcionarias señalaron la importancia de que los estudiantes tengan acceso a libros. Destacaron que los alumnos de escuelas estatales tienen en promedio menos libros en sus casas que los de escuelas privadas, pero hacen un uso más intensivo de las bibliotecas escolares (con mayor frecuencia en el uso de libros en el aula y en el préstamo domiciliario).
Con respecto a la distribución nacional de libros a las escuelas, que se interrumpió el año pasado poco antes del lanzamiento del plan de alfabetización, fuentes oficiales aseguraron que esta semana se aprobó la orden de compra para que la Secretaría de Educación retome esa política.
Te sugerimos
-
Visita de Petro a China podría poner en peligro más del 35% de las exportaciones totales de Colombia, advierten analistas
-
Milei repartió más fondos a las provincias, pero crece la preocupación de los gobernadores por la coparticipación
-
Milei reúne a su Gabinete en Casa Rosada después de un mes en el marco de nuevos anuncios
-
Patricia Bullrich se afiliará esta tarde a La Libertad Avanza en un acto con Karina Milei y Manuel Adorni
-
Grabó todo lo que dijo durante tres meses y ahora la IA “reemplazó” su memoria
-
Computación cuántica en acción, ¿cómo está impactando nuestras vidas?
Sociedad
Fue monja de clausura 12 años, dejó los hábitos, se casó y tuvo una hija: “No me arrepiento, pero fue demasiado tiempo”
Publicado
8 horas atráson
6 mayo, 2025Por
Admin
Cuando cumplió 20, Florencia Luce ingresó a un monasterio contemplativo, convencida de tener una vocación religiosa. Durante más de una década llevó una vida de aislamiento, obediencia y silencio, marcada por contradicciones que, con el tiempo, la empujaron a replantearse su fe. Años más tarde, transformó esa experiencia en una novela titulada “El canto de las horas”
Fue en 1981. Florencia Luce tenía 19 años y transitaba lo que hoy describe como una “crisis de identidad”. Mientras estudiaba Agronomía, una carrera universitaria que no le gustaba, empezó a pensar en una posibilidad que hasta entonces no se había planteado: convertirse en monja. “Tuve una sensación interna muy fuerte que, para mí, fue un llamado de Dios”, le cuenta a Infobae desde Morristown, Nueva Jersey, Estados Unidos, donde vive y actualmente escribe, enseña idiomas y traduce textos.
De la localidad bonaerense de Vicente López, Florencia (63) se crió en una familia de clase media con cinco hermanos y unos padres poco religiosos. Cursó el primario en el Franco Argentino y la secundaria en el colegio Labardén de San Isidro. Aunque la institución era laica, muchos de sus amigos eran católicos y terminaron acercándola a la Iglesia. “Comenzaron a invitarme a charlas y retiros. Empecé a creer en Dios y me volví medio fanática: iba a misa en secreto casi todos los días, leía sobre la vida de los santos y rezaba novenas”, asegura.
La noticia fue un cimbronazo para los Luce. Sus padres fueron los primeros en oponerse. “Me decían: ‘Esperá. ¿Por qué mejor no hacés un viaje?’. Pero yo estaba totalmente convencida. A eso se sumaba lo que me decía el sacerdote: ‘Si tu vocación es genuina, tenés que ir por ese lado’”, recuerda. Para sus hermanos y parte de su círculo también fue una sorpresa: “Les costó creerlo. No me relacionaban con ese tipo de vida”.

La vida contemplativa
La entrada al monasterio fue en enero de 1982. Florencia llegó con un bolso pequeño y acompañada por sus padres, hermanos, abuelos, tíos y primos. “Hubo una misa seguida de una pequeña ceremonia y después me fui por un costado hacia la clausura. Ahí me recibieron las monjas y me despedí de mi familia. Para ellos fue tremendo”, rememora.
Durante el primer año, como parte del proceso de adaptación, tuvo que vestir ropa laica: pollera larga y zapatos chatos. Más adelante le dieron el hábito. La vida puertas adentro estaba regida por normas estrictas que limitaban al máximo el contacto con el exterior: no se podía mirar televisión ni leer diarios y estaban, prácticamente, todo el día en silencio. Las visitas familiares, que al principio eran semanales, luego pasaron a ser mensuales. “Encima se realizaban detrás de un mostrador, así que no podíamos ni abrazarnos. Hoy lo veo y me parece anacrónico, pero en ese momento no me representaba un problema. Para mis padres, en cambio, era durísimo. Mis hermanos, de a poco, dejaron de ir. Les resultaba distante, no podían entenderlo”, cuenta.
Luego de unos meses comenzó a sentir cierta contradicción. Aunque le gustaba la rutina, el estudio, el canto gregoriano y el orden que proponía la vida monástica, Florencia convivía con una creciente incomodidad interior. “Empecé a tener crisis espirituales que copaban todo”, dice. “Mi fe siempre fue muy débil, casi como que me la impuse. Entonces, cuando estaba ahí adentro, me cuestionaba muchas de las cosas que se hacían, como por ejemplo la confesión. Sentía una resistencia. ‘¿Para qué?’, me preguntaba”.
Todo eso, explica ahora, desembocaba en una duda mayor: si no comulgaba con los dogmas de la Iglesia, ¿Tenía en realidad una vocación religiosa? “El problema era que no tenía permitido compartir esas inquietudes con nadie. Solo podía trasladárselas a la maestra de novicias, que era la responsable del acompañamiento espiritual. Y, cada vez que hablábamos, ella me decía lo mismo: ‘Ya se te va a pasar. Rezá, rezá, rezá’”, recuerda.
A las contradicciones internas, se sumaron las tensiones cotidianas. “Había celos entre novicias. Competíamos por el amor o la atención de la superiora, al punto de que me entristecía si a una de mis compañeras le asignaban tareas más importantes que a mí. Pensaba: ‘No puede ser que esté pendiente de estas pequeñeces. Esto no tiene nada que ver con Dios’”, explica. “Puede parecer ridículo, pero en un ambiente tan cerrado, donde pasás muchas horas en silencio, la cabeza no para”, agrega.

Más dudas que certezas
A los dos años de iniciar su vida monástica, Florencia comenzó a plantearse por primera vez la posibilidad de dejar los hábitos. “Quizá tenga que irme. Quizá esto no es para mí”, pensaba. Pero cuando le trasladaba la incertidumbre a su maestra espiritual, ella se la rebatía con argumentos que, de alguna manera, mermaban esa crisis. “‘Hay un montón de monjas que se cuestionan. Ya se te va a pasar. Vos tenés pasta para esto’, me decía. Y en un punto era cierto, porque a mí me gustaba el estilo de vida que se hacía en el monasterio. Creo que todo eso me llevó a estar confundida”, recuerda.
A los tres años de su ingreso, como marcaba la regla, a Florencia le tocó renovar su compromiso mediante los votos temporales: una promesa por otros tres años más, de castidad, pobreza y obediencia. “Si bien mantenía mis inquietudes, todas mis compañeras lo hicieron y estaban felices. Se ve que en ese momento yo era muy maleable e insegura, entonces seguí adelante”, explica.
Seis años después de su ingreso llegó la “profesión solemne”, el ritual que confirmaba su compromiso definitivo con la vida religiosa. “En teoría, una se vuelve a replantear todo y decide si quiere irse o seguir adelante. Es una ceremonia muy fuerte. La que hace los votos se tira en el piso boca abajo mientras todos cantan y rezan. Esa es una de las partes más impactantes”, describe. Sus padres estuvieron presentes, en primera fila.

Una revelación en Francia
De los tres votos —castidad, pobreza y obediencia—, el que más le costó cumplir a Florencia fue el último. “Sin ninguna duda, la obediencia fue lo más difícil”, asegura. A medida que pasaban los años, y ella dejaba de ser aquella joven de 20 años, el mandato de obedecer sin cuestionar empezó a hacerle ruido. “A los 26 ya era otra persona. Veía incoherencias y tenía interrogantes”, explica.
El problema no era solo el voto en sí, sino las contradicciones cotidianas que presenciaba puertas adentro. “Había un grupito selecto que podía hacer cosas que el resto no. Por ejemplo, durante la siesta, la abadesa te podía invitar a tomar el té con cosas ricas. Todo en secreto, porque el resto no lo sabía”, recuerda. Esa dinámica de privilegios —de la que formaba parte— la incomodaba cada vez más. “Pensaba: ‘¿De qué sirve rezar por el mundo y ser testigo de la injusticia acá adentro?’”.
Hacia el final de su estadía, entre 1992 y 1993, fue enviada a Francia. Los motivos: sabía hablar francés y el monasterio de destino era conocido por su tradición en canto gregoriano, disciplina en la que Florencia se había formado. A la distancia, experimentó un contraste inesperado que puso de manifiesto el desgaste que venía arrastrando. “Descubrí que allí se vivía una espiritualidad mucho más pura. Por lo menos, esa fue mi visión”, dice. Si bien el encierro era mayor —las visitas se hacían a través de una reja—, la vida interna le pareció más coherente. “Era lo que planteaba el papa Francisco: ‘Volver al espíritu del Evangelio’”, dice.
En cartas a sus compañeras expresó esas nuevas vivencias, algo que, cree ahora, no fue bien recibido. Cuando regresó, la abadesa —a quien había considerado una figura materna— no solo no le devolvió su puesto como directora del coro, sino que la apartó por completo. “Eso me tocó el punto más sensible”, reconoce.
Aunque por dentro hervía, no dijo nada. Lloró en silencio y empezó a cerrarse sobre sí misma. “Me tragaba toda la angustia. Sentía que no podía compartir nada con nadie y la contradicción volvió: ‘Si yo soy monja e hice votos de obediencia, ¿por qué esto me está afectando tanto?’, pensaba. Tendría que poder ofrecérselo a Dios y decir: ‘Estoy feliz de que no me pidan que trabaje en la dirección de coro’, pero no lo sentía así”.
El quiebre definitivo llegó poco después, en 1994, con la muerte de su abuela materna. Habían tenido una relación cercana durante la adolescencia, y su familia esperaba que asistiera al entierro. Florencia pidió permiso para ir, pero la respuesta fue negativa. “‘Si te dejo a vos, tengo que dejar a todas’, me dijo la abadesa. Y tenía razón, pero no pude tolerarlo. Fue la gota que rebasó el vaso: ahí decidí irme”, explica.

—¿Cómo fue tu salida? ¿Tuviste reuniones o un día dijiste: “Me voy”?
—Me fui solamente dejando una carta. Sabía que si hablaba con la abadesa iba a volver a convencerme porque yo la quería mucho y ella me quería mucho a mí. Escribí un texto bien largo explicándole todo lo que me venía pasando y que había decidido no recurrir a ella porque no quería que me hiciera dudar. Dejé el sobre y me fui.
—¿Nadie sospechó nada cuando te vieron salir del monasterio?
—No, porque como yo era de las pocas que sabía manejar, solía hacer salidas, por ejemplo, para llevar a la abadesa a hacer trámites. Entonces a nadie le llamó la atención. En la carta, además, expliqué que iba a estar en lo de mis padres y dejé un número de teléfono para que me contactaran. Y así fue: ella después me llamó, volví y tuvimos una charla.
—¿Se enojó o te entendió?
—Para la abadesa fue muy duro. Se lo tomó bastante mal. Lo que más le dolió fue que no hubiera hablado con ella en todo ese proceso. Pasó el tiempo, regresé varias veces con la intención de conversar y que me entendiera, pero nunca quiso. Así que poco a poco fui dejando de ir.

—¿Cuál fue la reacción de tu familia?
—No podían creerlo. Mi mamá y mi papá estaban de viaje, pero fui a su departamento, donde vivía mi hermana menor, y después se sumaron dos hermanos más: lloraban de alegría. Esa noche llamamos a mis padres. Ellos estaban en el Uruguay, porque en esa época pasaban seis meses allá y seis meses en Buenos Aires. Enseguida mi padre me sacó un pasaje y me fui para allá con ropa de mi hermana. Y ahí pasé, probablemente, 30 días. Yo estaba flaca, casi transparente, así que me alimentaron y me vistieron. Después regresamos y conseguí trabajo rapidísimo. En ese sentido tuve suerte.
—¿Costó insertarte socialmente?
—No. Si bien tenía mis momentos de tratar de estar sola, me gustó mucho la parte de redescubrir a mi familia: volver a estar con mis hermanos y mis sobrinos, que en ese momento eran chiquititos. No puedo decir que me haya costado. Justamente, creo que fue gracias a mi familia y también a que reconecté con dos de mis mejores amigos de antes, que pude adaptarme rápido. Empecé a estudiar Musicoterapia y, por mi francés, conseguí un puesto en una inmobiliaria, porque no tenía experiencia de nada. Ni siquiera sabía de computación. Ahí trabajé unos meses nomás, hasta que me fui a una empresa de asistencia al viajero. Después conocí a mi marido, que es norteamericano, nos casamos y al año nos fuimos a vivir a Estados Unidos.
—De ser monja de clausura en un monasterio contemplativo a casarte y tener una hija. ¿Lo habías imaginado?
—Cuando me presentaron a mi marido, no quería saber nada. No fue un flechazo en absoluto, pero empezamos como una amistad y, poco a poco, nos enganchamos.
—¿Te casaste por iglesia?
—Sí. Me casé por iglesia. Todavía me quedaba fe. (Risas).

—Después de ser madre, ¿te pusiste más en el lugar de tus padres al momento de decirles que querías ser monja?
—Sí. En algún momento le dije: “Hija no me vayas a hacer eso”. Y ella me contestó: “¡Ni loca, mamá!”. Al principio yo no quería reconectarme con mi vida pasada. Quería ir adelante, tenía proyectos, ganas de estudiar y de viajar. Fue bastante más adelante, cuando empecé terapia, que comencé a revisar toda esa etapa y a pensar en plasmar mi historia en un libro. Así surgió El canto de las horas (Libros del Zorzal, 2022). Me llevó diez años, pero necesitaba hacerlo. Primero, para que le quedara a mi hija. Después porque empecé a pensar que otras chicas podían pasar por lo mismo. Y no me equivoqué: tras publicar la novela me contactaron unas cuantas.
—¿Cuál es tu vínculo con la Iglesia hoy? ¿Vas a misa, por ejemplo?
—La parte espiritual no la perdí, pero ahora pasa por meditar, salir a caminar o escuchar música. Admiré muchísimo al papa Francisco. Me encanta todo lo que dijo e hizo. De hecho, yo estuve en el Vaticano como monja, así que conozco algunas internas. Pero la parte institucional de la Iglesia no me llega en absoluto: me desilusionó.
—El próximo 30 de mayo vas a cumplir 64 y, a esta altura, los doce años en el monasterio son un pedacito de tu vida. ¿Cómo lo ves hoy? ¿Te arrepentís?
—Mi sentimiento hacia esos 12 años es de mucho cariño. Fue una experiencia muy rica. Y todas esas pequeñas cosas que te mencioné que para mí en ese momento eran un mundo, no son las que me pesan. No me arrepiento de haber sido monja, pero sí de haberlo sido tanto tiempo, porque yo entré a los 20 y salí a los 32. Hoy la veo a mi hija, que tiene 26, veo lo que está haciendo, y entiendo que todo eso yo no lo viví. Estuve en un lugar muy protegido, luchando con mi propio interior. Ese es el gran dolor que tengo. Reprocho que no me hayan ayudado a entender que esa vida no era para mí. Fue demasiado tiempo.
Sociedad
Murió el piloto de Malvinas Gustavo Aguirre Faget: sus siete misiones en las islas y la última comunicación con su amigo
Publicado
1 día atráson
5 mayo, 2025Por
Admin
El comodoro estuvo al mando de un caza Mirage Dagger en 1982. Desde el fin de la guerra, dio charlas en las que contaba sus experiencias. “Volá alto”, lo despidieron sus compañeros
La mañana del 2 de abril de 1982 regresaba a la base de Tandil a bordo de un Cessna 182. Había llevado a la ciudad de Buenos Aires al jefe de la base para una reunión de la que no tenía idea de qué se trataba. Encendió la radio y le sorprendió escuchar marchas militares pero poco fue lo que pudo sintonizar por las espesas nubes que atravesaba. Al aterrizar se enteró de la noticia: se habían recuperado las Malvinas. Gustavo Enrique Aguirre Faget, teniente de 27 años, era piloto de combate y además cumplía funciones de piloto de enlace. Falleció ayer domingo, cuando hace pocos días se cumplieron 43 años del bautismo de fuego de la Fuerza Aérea y el suyo propio.

En febrero de 1973 ingresó a la Escuela de Aviación de donde salió con la especialidad de piloto de caza. Luego estuvo en la base de Villa Reynolds y la guerra lo sorprendió en Tandil en el Grupo 6 de Caza de la VI Brigada Aérea, que el año pasado fue distinguida como “heroica”, por lo realizado en Malvinas. Volaba el Mirage M5 Dagger.

Ese dos de abril en la base era todo alegría, que fue cortada por el jefe, el comodoro Tomás Rodríguez –“fue un sacudón de realidad”, diría Aguirre Faget años después- quien les advirtió que se entraba en guerra con Gran Bretaña. Les pidió que en cada tiempo libre que tuvieran estudiasen las tácticas y el armamento usado por el enemigo. Uno de los que más se entusiasmó fue el teniente Héctor Volponi, gran lector de historias de combate aéreo de la segunda guerra mundial.

La VI Brigada se distribuyó en dos bases, una en San Julián y la otra en Río Grande, los dos puntos del continente más cercanos a las islas. Con el correr de las semanas también se asentarían en Río Gallegos. En cada una de las bases hubo entre 15 y 18 pilotos, y se cumplieron entre 60 y 70 misiones, buscando hacer blanco volando a 800 kilómetros por hora.
Aguirre Faget estuvo destacado en San Julián, y los pilotos se hospedaban en la hostería municipal en cuyo frente hoy puede verse el monumento con un Dagger.
Allí se armó el escuadrón “La Marinette”, que alude a una mujer que aparece mencionada en una canción francesa romántica, mientras que en Río Grande estaban “Las Avutardas Salvajes”, porque estas aves realizaban una lenta corrida con un constante aleteo y demoraba en levantar vuelo, algo similar a lo que sentían los pilotos, que despegaban con el máximo de combustible y armamento.

El Dagger era una máquina que no podía ser reabastecida en vuelo por lo que llevaban tres tanques adicionales de combustible, cada uno con una capacidad de 1300 litros. Aún así, cuando aterrizaban al regreso de una misión era usual que lo hicieran con el indicador de combustible en rojo. El problema fue que para compensar el peso del combustible, se debió resignar armamento.
No eran aviones pensados para atacar blancos navales, y las bombas que llevaban eran efectivas si se las arrojaba a alturas considerables y no volando casi al ras del agua. Por eso, las bombas solían agujerear las cubiertas o los cascos de los buques, pero no llegaban a detonar.
El jefe de la VI Brigada era el brigadier Teodoro Waldner, quien corregía a quien pronunciaba su apellido con “w” y no con “v”, que era la forma apropiada, mientras que el comodoro Tomás Rodríguez era el jefe del Grupo 6 de Caza.

Para Aguirre Faget la guerra comenzó el 1 de mayo al mediodía. En la escuadrilla que integraba. Era el piloto de menor graduación y volaba con el indicativo “Galgo”. La comandaba el capitán Norberto Dimeglio; el segundo jefe era el Primer Teniente César Román y Aguirre Faget cerraba ese grupo. Les dieron la misión de atacar tres buques que bombardeaban los alrededores de Puerto Argentino. Como resultado, dejaron averiada a las fragatas Alacrity y Arrow y a un destructor tipo 42.
En total, participó de siete misiones. En dos de ellas, su escuadrilla debió regresar por mala meteorología y en la del 23 de mayo no encontraron blancos.
En la del 21 de mayo recordó que volaba rasante sobre la isla Gran Malvina y que, luego de pasar unos cerros, se encontró con una fragata, que luego sabría que era la Broadsword, a la que atacó con sus cañones de 30 milímetros. Ya casi encima del buque, se dio cuenta que las bombas no habían salido. Pasó por encima de la fragata esquivando sus mástiles y, en medio del fuego enemigo, realizó un viraje cerrado hacia la boca norte del Estrecho de San Carlos. Fue en ese momento que sintió un fuerte golpe debajo de su asiento. Logró estabilizar al avión y pudo llegar a San Julián, donde los mecánicos comprobaron que un disparo le había agujereado la antena, de la forma de aleta de tiburón. Esa pieza quedó colgada como amuleto en la entrada del búnker que usaban habitualmente.
EL 26 de mayo participó de un ataque a tropas en San Carlos y el 8 de junio intervino en una maniobra en Bahía Agradable, que pasó a la historia como el día más negro para la flota inglesa.
“La Marinette” tuvo un caído, el teniente Carlos Julio Castillo, derribado el 24 de mayo por un misil Seawinder al sur del Estrecho de San Carlos. Impactó en tierra sin poder eyectarse. “Las Avutardas Salvajes” tuvieron cuatro caídos, el primer teniente José Leónidas Ardiles y los tenientes Héctor Ricardo Volponi, Juan Domingo Bernhardt y Pedro Ignacio Bean.
Hay un suboficial caído, el cabo mecánico Héctor Hugo Varas, quien falleció en el ataque al Isla de los Estados, mientras transportaba material rodante para la fuerza aérea.
Además, se cuentan entre los muertos de la brigada al capitán Gustavo García Cuerva y al vicecomodoro Hugo Meisner, que venían de la VIII Brigada Aérea Mariano Moreno y fueron adscriptos a la unidad. García Cuerva fue derribado por fuego amigo el 1 de mayo y Meisner, a bordo de un C-130, por una escuadrilla de Sea Harriers.
El Teniente Gustavo Aguirre Faget, que fue condecorado con la medalla “La Nación Argentina al Valor en Combate”, podrá ser despedido hoy lunes de 12,30 a 14,30 en Moldes 769, CABA y el entierro será en el Jardín de Paz Pilar a las 15,30.

La conmoción entre sus amigos y compañeros de armas es grande. Se fue otro héroe, seguramente a reencontrarse con aquellos que quedaron haciendo guardia en Malvinas.
Sociedad
Una muestra fotográfica revive el legado social del Papa Francisco con las comunidades más vulnerables de la Argentina
Publicado
1 día atráson
5 mayo, 2025Por
Admin
Organizada por la Fundación Nínawa Daher, tendrá lugar el 6 de mayo a las 18.30 en la sede de la Unión de Empleados Judiciales de la Nación (UEJN)
En el marco del programa “Semillas de Esperanza”, la Fundación Nínawa Daher invita a rendir homenaje al legado del Papa Francisco con la reinauguración de la muestra fotográfica “El legado del Papa Francisco”, que se presentará el 6 de mayo a las 18.30 en Perón 1818, sede de la Unión de Empleados Judiciales de la Nación (UEJN).
La obra pone en primer plano el vínculo profundo del Pontífice con las comunidades más vulnerables de su país natal, retratando su mensaje de justicia social, amor al prójimo y esperanza.

Desde la fundación destacaron que la exposición “da testimonio de una obra viva que trasciende la existencia del Santo Padre y demuestra que es posible vivir en el Evangelio”. El evento invita al público a reflexionar sobre los principios que guían la acción del Papa y su cercanía con las realidades sociales más difíciles.
Un día después de la muestra fotográfica, se reunirá el cónclave de cardenales para elegir al nuevo Papa. Según informó el Vaticano, será el más internacional de la historia ya que habrá cardenales de 71 países.
Actualmente hay 135 cardenales menores de 80 años con derecho a voto en el cónclave, procedentes de 71 países diferentes, en el cónclave con mayor diversidad geográfica de la historia. Dos de ellos ya han comunicado formalmente a la Santa Sede que no pueden asistir por motivos de salud, lo que reduce a 133 el número de hombres que entrarán en la Capilla Sixtina.
Para ser elegido Papa se necesita una mayoría de dos tercios, lo que significa que si el número de electores se mantiene en 133, el ganador debe obtener 89 votos.
Los países con más electores son: Italia (17), Estados Unidos (10), Brasil (7), Francia y España (5), Argentina, Canadá, India, Polonia y Portugal (4).
América del Sur, por su parte, dirá presente con 17 cardenales, entre ellos varios con trayectorias destacadas en sus comunidades.
El Papa Francisco murió el 21 de abril a los 88 años tras una prolongada etapa marcada por problemas de salud. Francisco fue el primer Papa latinoamericano y jesuita de la historia, y durante más de una década lideró a la Iglesia Católica con un estilo pastoral centrado en la misericordia, la inclusión y la cercanía a los pobres.
Su pontificado se caracterizó por impulsar reformas internas, abordar con firmeza los casos de abusos dentro de la Iglesia y por su activa participación en los debates globales sobre el cambio climático, la migración y la justicia social.


Visita de Petro a China podría poner en peligro más del 35% de las exportaciones totales de Colombia, advierten analistas

Milei repartió más fondos a las provincias, pero crece la preocupación de los gobernadores por la coparticipación

Milei reúne a su Gabinete en Casa Rosada después de un mes en el marco de nuevos anuncios

La inflación anual de Estados Unidos trepó a 8,6% en mayo y es la más alta en 40 años

El Incucai condenó la propuesta de Javier Milei de permitir la venta de órganos

“El cuerpo irradia calor”: la insólita respuesta a maestros de una escuela de General Rodríguez que se quejaron del frío

Milei reivindicó la soberanía sobre las Islas Malvinas: “Queremos ser potencia para que ellos prefieran ser argentinos”

Furioso temporal en Bahía Blanca: suspendieron todas las actividades y hay decenas de familias evacuadas

Mataron a una nena de 7 años que quedó en medio de un robo en La Plata: detuvieron a dos adolescentes de 14 y 17 años
Mas Leidas
-
Sociedad1 día atrás
Murió el piloto de Malvinas Gustavo Aguirre Faget: sus siete misiones en las islas y la última comunicación con su amigo
-
Sociedad1 día atrás
Una muestra fotográfica revive el legado social del Papa Francisco con las comunidades más vulnerables de la Argentina
-
Economia1 día atrás
Cuál es el país de Asia al que las exportaciones argentinas se multiplicaron por veinte
-
Politica1 día atrás
La baja en la edad de imputabilidad entró en terreno de definiciones: hay consenso, pero el kirchnerismo busca frenar el dictamen
-
Politica1 día atrás
Elecciones San Luis 2025: cómo se usa la Boleta Única Papel, paso a paso
-
Sociedad1 día atrás
Vicente Bokalik Iglic, arzobispo de Santiago del Estero que participará del cónclave: “Es muy difícil que haya otro papa argentino”
-
Deportes1 día atrás
Tras el empate de Boca y la victoria de River, así quedaron definidos los cruces de los octavos de final del Torneo Apertura
-
Economia1 día atrás
Una cadena de supermercados congeló los precios de 1.500 productos por cuatro meses