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El joven solitario que mató a 32 estudiantes por “venganza” y el mensaje que anticipó la masacre: “Ustedes me obligaron a hacerlo”

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Seung-Hui Cho tenía antecedentes psiquiátricos, era considerado “un peligro para sí mismo y para otros”, logró comprar dos armas legalmente y desatar una matanza en el campus de Virginia Tech. Dieciocho años después, la serie británica “Adolescencia” vuelve a poner en escena el costado más incómodo del problema: el silencio adulto frente al sufrimiento de los jóvenes

Era un lunes como cualquier otro. El 16 de abril de 2007, el campus de la Universidad Tecnológica de Virginia, conocida como Virginia Tech, amanecía envuelto en la neblina típica de la primavera en Blacksburg, una tranquila localidad al suroeste del estado. Los estudiantes caminaban entre edificios góticos, con mochilas en la espalda y auriculares en los oídos, listos para enfrentar una semana más de clases. Nadie podía imaginar que ese día quedaría grabado para siempre en la historia trágica de Estados Unidos.

A las 9:40, Cho volvió a atacar. Esta vez, irrumpió en Norris Hall, un edificio de aulas donde se dictaban clases de ingeniería. Había encadenado las puertas desde adentro para impedir el ingreso de la policía. En el transcurso de unos diez minutos, disparó a mansalva contra estudiantes y profesores. Usó dos pistolas semiautomáticas, una Glock 19 de 9 mm y una Walther P22, y cargadores de alta capacidad. Mató a treinta personas más antes de quitarse la vida.

La última respuesta de lasLa última respuesta de las autoridades de Virginia Tech desató críticas sobre la gestión del ataque inicial (AP)

El tirador: señales ignoradas

Seung-Hui Cho era estudiante de literatura inglesa y tenía un largo historial de problemas de salud mental. Desde niño había sido diagnosticado con mutismo selectivo y ansiedad severa. Sus compañeros lo describían como retraído, silencioso hasta la incomodidad. En sus clases, apenas hablaba. Pero escribía.

La universidad no informó a los docentes ni a otros estudiantes sobre su diagnóstico, citando restricciones legales. En ese vacío institucional, Cho continuó su vida académica, alimentando un odio que, eventualmente, se volvería letal.

Antes de cometer la masacre, Cho envió un paquete a la cadena NBC News. En su interior había videos, fotos y una carta de 1.800 palabras. En ellos, se retrataba como un mártir, comparándose con figuras como Jesús y denunciando a los “niños ricos” y la “decadencia” de la sociedad americana. Se refería a la masacre como “una venganza”, una respuesta a años de humillación y aislamiento.

Ustedes me obligaron a hacerlo”, escribió. Su rostro, serio y desafiante, empuñando las armas frente a la cámara, se volvió una imagen perturbadora, repetida en todos los noticieros del país.

Seung-Hui Cho, estudiante con antecedentesSeung-Hui Cho, estudiante con antecedentes psiquiátricos, perpetró la masacre tras años de señales ignoradas (AP)

Los héroes anónimos

En medio del horror, hubo actos de valor que quedaron grabados en la memoria colectiva. Liviu Librescu, un profesor de 76 años y sobreviviente del Holocausto, bloqueó con su cuerpo la puerta del aula para que sus alumnos escaparan por la ventana. Fue asesinado por Cho, pero salvó la vida de varios estudiantes.

Otro docente, G. V. Loganathan, recibió múltiples disparos mientras daba clase. Su muerte fue casi inmediata, al igual que la de muchos de sus alumnos, sorprendidos por el atacante que entró disparando sin decir palabra.

Muchos sobrevivientes contaron luego que se habían hecho los muertos, que se habían ocultado bajo escritorios o saltado por las ventanas del segundo piso para escapar del horror. El sonido de los disparos se escuchó por todo el edificio, pero la respuesta policial se vio obstaculizada por las puertas encadenadas.

Una de las críticas más duras recayó sobre la administración de Virginia Tech y su demora en alertar sobre los primeros disparos. Tras el doble homicidio en el dormitorio a las 7:15, no se emitió ningún aviso masivo hasta casi las 9:30, cuando Cho ya se dirigía a Norris Hall. Para ese momento, la mayoría de los estudiantes seguía con su rutina diaria, sin saber que un asesino se preparaba para volver a atacar.

El entonces presidente de la universidad, Charles Steger, fue cuestionado por no haber suspendido las clases o cerrado el campus. La explicación oficial fue que se pensó que el primer ataque había sido un hecho aislado. Pero las familias de las víctimas no lo vieron así.

La tragedia desató una oleada de reformas en los protocolos de seguridad escolar, incluyendo sistemas de alerta por mensaje de texto, entrenamiento para emergencias y mejor comunicación entre instituciones educativas y servicios de salud mental. Pero, como suele suceder, el cambio llegó tarde para los que murieron.

Liviu Librescu, profesor y sobrevivienteLiviu Librescu, profesor y sobreviviente del Holocausto, salvó vidas bloqueando la puerta del aula con su cuerpo (AP)

Ecos actuales

Dieciocho años después, la historia de Virginia Tech resuena con fuerza en la miniserie británica Adolescencia, recientemente estrenada en Netflix. Creada por Jack Thorne y dirigida por Philip Barantini, la serie de seis episodios ficcionaliza una pesadilla parecida: Jamie Miller, un chico de 13 años, es acusado del asesinato de su compañera de escuela. En el centro de la narrativa está su interrogatorio por parte de la psicóloga forense Briony Ariston, con quien despliega, lentamente, su mundo interior.

Cada episodio está filmado en un solo plano secuencia, una elección técnica que intensifica la claustrofobia emocional. Pero lo que más impacta es el guion: el retrato de un adolescente confundido, incapaz de procesar lo que siente y lo que hace, con un entorno adulto que observa pero no escucha.

“Quiero que me digas qué está mal en mí, porque yo no lo sé”, dice Jamie en uno de los momentos más brutales de la serie. La frase, dicha casi en susurro, condensa el corazón del relato: no se trata sólo de entender al victimario; también de preguntarse cómo llegamos hasta él.

Adolescencia no ofrece respuestas fáciles. Tampoco busca redimir. Pero interpela. Fue aclamada por la crítica en Reino Unido y rápidamente escaló al top diez global de Netflix. En foros y redes, muchos padres, docentes y terapeutas la recomiendan como una pieza fundamental para abrir conversaciones sobre salud mental, bullying y la fragilidad de los vínculos adolescentes. Algunos medios la definieron como “la Chernobyl emocional del sistema educativo”.

La serie no está inspirada directamente en Virginia Tech, pero el eco es innegable. Porque, como entonces, los síntomas estaban; la angustia estaba; la violencia latente estaba. Lo que faltaba era alguien que mirara de verdad.

Una herida que no cierra

Virginia Tech intentó recordar a sus muertos con respeto. Se erigió un memorial con piedras talladas con los nombres de cada víctima. Cada año, se realiza una vigilia con velas. Pero el dolor no se borra. Las familias de los estudiantes y profesores asesinados viven con la ausencia diaria. Muchos de ellos se convirtieron en activistas por el control de armas. En Estados Unidos, donde la Segunda Enmienda protege el derecho a portar armas, el tema sigue siendo terreno de batalla política y social.

El asesino se presentó comoEl asesino se presentó como un “mártir” (AP)

Cho había comprado sus pistolas legalmente, a pesar de su historial psiquiátrico. Tras el tiroteo, se descubrió que su nombre nunca fue incorporado al registro nacional de antecedentes del FBI, que podría haber impedido la compra. Fue otro eslabón en la cadena de fallas que permitieron la tragedia.

Hoy, a casi dos décadas del horror, el nombre de Cho sigue siendo sinónimo de furia contenida, de advertencias desoídas, de un sistema que no supo cuidar a sus jóvenes. Y el campus de Virginia Tech, aunque renovado y lleno de vida, todavía carga con la sombra de aquel lunes de abril en que el tiempo se detuvo.

En una de las piedras del memorial, alguien dejó una frase escrita a mano con marcador negro: “We are Virginia Tech”. No era una afirmación de orgullo, sino de pertenencia al dolor, a la memoria compartida, al compromiso de no olvidar. Porque olvidar sería una segunda muerte.

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Donald Trump confirmó que habló con el dictador venezolano Nicolás Maduro

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El presidente de Estados Unidos evitó calificar el diálogo como positivo o negativo y no precisó qué asuntos se abordaron ni los alcances del intercambio

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, confirmó este domingo que habló por teléfono con el dictador venezolano Nicolás Maduro, aunque evitó ofrecer detalles sobre el intercambio.

La respuesta es sí”, dijo al confirmar la llamada. Ante preguntas sobre cómo transcurrió la conversación, señaló: “No diría que salió bien ni mal. Fue una llamada telefónica”.

La confirmación del contacto ocurre en un contexto de creciente presión por parte de Washington. Según fuentes consultadas , Trump, acompañado por el secretario de Estado Marco Rubio, comunicó a Maduro que Estados Unidos intensificará las acciones militares si no abandona el poder.

El presidente de Estados Unidos evitó calificar el diálogo con el dictador chavista, Nicolás Maduro, como positivo o negativo (REUTERS/Leonardo Fernández Viloria)

Sobre las distintas versiones de la prensa sobre el contenido de la conversación, un vocero negó que Trump y Maduro estén evaluando un encuentro para negociar una transición.

Es un invento”, afirmó la fuente a Infobae al descartar cualquier tipo de acercamiento bilateral orientado a otorgar margen de maniobra al régimen chavista.

En este escenario, los líderes opositores Edmundo González Urrutia y María Corina Machado esperan que se produzca un cambio definitivo en el poder para asumir una transición democrática y pacífica.

Las recientes declaraciones de Trump también evidencian el endurecimiento de las acciones sobre el dictador chavista.

Durante el intercambio con los periodistas a bordo del avión presidencial, el mandatario estadounidense argumentó que el espacio aéreo venezolano debía considerarse cerrado porque su gobierno no considera al país “amistoso”.

Aseguró que desde allí ingresó al territorio estadounidense un elevado flujo de personas que, según él, provienen de “cárceles, pandillas y redes de narcotráfico”. Cuando se le preguntó si esa advertencia implicaba acciones militares inminentes, respondió: “No interpreten nada”.

Donald Trump confirmó que hablóDonald Trump confirmó que habló con el dictador venezolano Nicolás Maduro (REUTERS/Anna Rose Layden)

Tras la advertencia de Trump, seis aerolíneas internacionales suspendieron vuelos hacia y desde Venezuela, lo que llevó a la dictadura chavista a revocar sus permisos en represalia y acusarlas de “sumarse a las acciones de terrorismo de Estado promovido por el gobierno de los Estados Unidos”.

Entretanto, el senador republicano Markwayne Mullin confirmó que Washington puso sobre la mesa una oferta de salida para Maduro.

Le dimos la oportunidad de irse. Le dijimos que podía ir a Rusia o a otro país”, afirmó en una entrevista con CNN, precisando que la administración Trump busca elevar la presión sin planear el despliegue de tropas en territorio venezolano.

Mullin, miembro del Comité de las Fuerzas Armadas del Senado, subrayó que el objetivo del gobierno es “proteger nuestras propias costas”.

Estas gestiones diplomáticas se desarrollan en medio de un amplio operativo estadounidense cerca de Venezuela.

Trump advirtió esta semana que los esfuerzos para frenar el narcotráfico venezolano “por tierra” comenzarían “muy pronto”.

Trump advirtió esta semana queTrump advirtió esta semana que los esfuerzos para frenar el narcotráfico venezolano “por tierra” comenzarían “muy pronto” (REUTERS)

Diversos sitios de rastreo de aeronaves han registrado una actividad constante de aviones de combate estadounidenses apenas a unas decenas de kilómetros de las costas venezolanas en los últimos días. Países vecinos como República Dominicana autorizaron a Estados Unidos el uso de infraestructuras aeroportuarias, mientras Trinidad y Tobago albergó ejercicios recientes del Cuerpo de Marines estadounidense.

El refuerzo militar incluye mayor presencia de escuadrones y ataques selectivos a embarcaciones en el Caribe y el Pacífico oriental, medidas que Washington justifica como parte de la lucha contra el tráfico de drogas que, según sus informes, coordina el régimen venezolano.

(Con información de AFP)

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Venezuela en el paradigma

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Un despliegue militar sin precedentes en el Caribe intensifica la presión internacional sobre el régimen de Maduro, mientras la oposición busca sumar apoyo interno y externo para propiciar la transición en Venezuela

Necesitamos reunir todas nuestras fuerzas para lograr un golpe capaz de variar la suerte del país”. Lo escribió Simón Bolívar en 1823, en una carta desde Guayaquil dirigida al general Antonio José de Sucre, en plena expedición colombiana al Perú.

El pueblo se alzará desde esta oscura era de opresión con una sola misión: la libertad”, asegura en su proclama al pueblo venezolano, después de haber pedido al Ejército que acompañe la transición pacífica: “Se parte del futuro luminoso de Venezuela y no de la ruina que la tiranía destruyó”.

¿Es así, tal como asegura la líder venezolana? ¿Lo que va a pasar ya está pasando, y la hora decisiva es inminente? Ciertamente, el presente continuo es indiscutible, porque los acontecimientos se están precipitando a un ritmo extraordinario. Pero que ello implique una hora decisiva e inminente, es decir, un momento histórico, es una afirmación tan entusiasta como precipitada.

Son tantas las variables que están interfiriendo en la cuestión venezolana, que solo es seguro afirmar dos cosas: una, que ha llegado la hora de Venezuela; y dos, que la rueda que ha empezado a girar ya no puede pararse. Sin embargo, confirmado el movimiento, cualquier análisis que intente descifrar qué dirección tomará, entra en el terreno de la especulación.

Los hechos son claros: Venezuela sufre un régimen criminal asentado en estructuras del narco, infiltrado por la inteligencia cubana, apoyado por Irán y Rusia y gobernado por un poder autárquico y represivo que ha destruido a tal nivel los recursos del país, que su colapso no tiene parangón en la historia reciente de Latinoamérica. Más de un millar de presos políticos, una represión sistémica, una destrucción masiva de la actividad económica, y la perversa impunidad de mantenerse en el poder robando literalmente las elecciones.

A ello cabe añadir la nefasta influencia en todo el eje bolivariano, la exportación de sus estructuras narco en países cercanos, y su capacidad de mimetismo en los entornos vecinos, con Colombia como preocupación urgente.

Si el régimen de Maduro cae, Cuba es insostenible, no en vano sobrevive gracias a la vampirización que perpetra de los recursos venezolanos, y con ella tampoco se mantiene el régimen de Nicaragua. Pero, sobre todo, como avisa la oposición colombiana, la caída de Maduro frenará la bolivarización que Petro lidera en Colombia.

Los dictadores de Cuba yLos dictadores de Cuba y Venezuela: Miguel Díaz-Canel y Nicolás Maduro (REUTERS/Leonardo Fernandez Viloria)

En definitiva, la caída del régimen es necesaria a todos los niveles: para acabar con la brutal represión que sufre el pueblo venezolano; para luchar contra el crecimiento ingente del narco; para sanear la economía del país y de toda la región; y, en definitiva, para convertir el hub criminal que ahora es Venezuela, en un hub económico y energético que dinamice toda la región.

Pero, con los hechos claros, la cuestión es cómo se consigue que caiga el régimen, y a pesar de que el ruido militar en el Caribe pudiera sugerir que solo hay una posibilidad, lo cierto es que hay cuatro opciones para la caída de Maduro: la intervención militar exterior; la intervención militar interior; la sublevación militar interior, combinada con una insurrección interior; y un pacto con el régimen para una transición pacífica.

Cabría imaginar una quinta, la opción del mantenimiento del régimen, pero ello, a estas alturas, es altamente improbable. La maquinaria política y militar que se ha puesto en marcha es enorme, el momento es oportuno y la degradación del régimen ha entrado en barrena. Además, es impensable que la administración Trump deje inconcluso el proceso que ha iniciado.

Donald Trump prevé hablar conDonald Trump prevé hablar con Nicolás Maduro (REUTERS/Anna Rose Layden)

Primera opción, la intervención americana. De momento, Estados Unidos ha desplegado el 20% de su fuerza naval en el Caribe. Los datos son estridentes: el poderoso USS Gerald R. Ford, miles de marines desplegados, los caza F-35 y los destructores afincados en la base Roosevelt Roads de Puerto Rico, los paseos de los aviones de guerra por los cielos de Curazao, el imponente avión de ataque AC-130J Ghostrider, maniobrando con dos otros aviones de guerra en El Salvador, y para rematar, los viajes del jefe del estado mayor americano, el general Dan Caine, por Puerto Rico y ahora en Trinidad y Tobago.

Es evidente que se trata de un despliegue imponente -el más grande en América Latina desde la invasión de Panamá-, con un poder amenazador indiscutible. Pero, ¿su función es intervenir, asustar, u obligar a pactar? O todo a la vez, que también es posible.

Si fuera el caso, no es imaginable una intervención terrestre, que podría convertir a Venezuela en un nuevo Vietnam. Pero, sin infantería, Estados Unidos podría planificar una intervención con drones y mísiles contra sectores estratégicos, como el Puerto Cabello, el más importante, y clave en el tránsito de drogas.

La guerra sería, sin ninguna duda, asimétrica y probablemente tan rápida como lo fue la intervención en Irán, pero sería un terremoto cuyas réplicas llegarían a Rusia. Además, Trump no es un belicista, sino un negociador, un pactista, y cabe imaginar que esta opción será la última y, si es el caso, combinada con la opción interior.

El portaaviones USS Gerald R.El portaaviones USS Gerald R. Ford (AP foto/John Clark)

La segunda opción cabalga con la tercera, no en vano parece improbable una sublevación militar contra el régimen, a pesar de la alta deserción que sufre el ejército venezolano. Pero también es alta la corrupción de sus dirigentes, y su implicación con el Cártel de los Soles (llamado así precisamente por la insignia del sol que lleva el ejército en el uniforme), que acaba de entrar en la lista OTE norteamericana de organizaciones terroristas.

En cambio, no es tan improbable que, si se consigue una insurrección general ciudadana, auspiciada por el movimiento de María Corina Machado -que ya demostró su enorme fuerza popular con la masiva abstención en los últimos comicios-, se produzca también el apoyo de parte del ejército. Con ello cuenta la oposición, como también debe contar con la ingente presencia de miembros de la CIA en el país.

Pero esa posibilidad necesitaría de la intervención americana en sectores estratégicos, para garantizar el éxito, y es por ello, probablemente, que se ha producido el gran despliegue militar americano. Como decía Philip Gunson, experto del International Crisis Group, “si la presión no funciona, y no hay respuesta militar de Estados Unidos, la flota debería irse sin haber completado su misión, y eso tendría un precio político enorme”.

La recompensa millonaria de EstadosLa recompensa millonaria de Estados Unidos por la captura de Nicolás Maduro

Finalmente, la cuarta, en línea con “la presión” de la que habla Gunson: el pacto para una transición pacífica. No hay duda de que sería la opción deseable, y si es cierto que Trump está dispuesto a hablar con Maduro, según ha publicado el portal Axios y él mismo ha ratificado, la vía de la negociación podría abrirse. Y una negociación con la oposición a punto de calle y con el poderío militar americano a las puertas, podría tener más visos de tener resultados. Ello si finalmente ocurre, lo cual es tan posible, como improbable.

Lo que va a pasar, está pasando”, decía Corina, y sin duda está pasando de todo. Pero la situación es muy inflamable y de muy difícil pronóstico. Solo cabe esperar que los acontecimientos se precipiten en la dirección de un futuro libre para Venezuela. También para ello, se puede rememorar a Bolívar cuando decía que era el hombre de las mil dificultades. Las venció a todos. Su memoria acoge la esperanza.

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