Lo que en un principio se había presentado como una operación para fortalecer el patrimonio del Banco Central se fue convirtiendo con el correr de los días en lo más parecido a un salvataje para un gobierno necesitado de convencer a los mercados de que no habrá devaluación. La ayuda del Fondo Monetario Internacional se tornó en una dosis de oxígeno indispensable para la supervivencia del programa económico de Javier Milei.

Si en un principio el gobierno hablaba de conseguir 10 o 12 mil millones de dólares, ahora se blanqueó que pidió 20 mil millones. Las conversaciones iniciales con el FMI se extendieron a otros organismos como el BID, el Banco Mundial y la CAF. La ambiciosa intención de levantar el cepo mutó primero por rescatar letras intransferibles del Banco Central, luego por postergar pagos al Fondo en los próximos cuatro años y ahora por conseguir recursos de libre disponibilidad.

Como si hubieran aplicado el “principio de revelación” que suele usar Milei cuando las cosas le salen mal, los mercados entendieron que el gobierno se está quedando sin divisas y reaccionaron con un fuerte proceso de dolarización antes de que sea tarde. El Banco Central tuvo que vender más de U$S 1600 millones en diez días y sus reservas brutas cayeron al nivel más bajo desde enero de 2024.

El apetito por cubrirse de una posible devaluación se observó en la licitación de títulos del último jueves, cuando la Secretaría de Finanzas adjudicó letras y bonos “dollar-linked” (atados a la cotización del dólar oficial) por U$S 1032 millones. En la anterior licitación, dos semanas atrás, ese renglón había quedado desierto.

Poder de fuego

La libertad que tendrá el gobierno para disponer de los dólares que consiga se volvió, por estas horas, en un tema casi excluyente. Está claro que el Banco Central perdió poder de fuego y necesita usarlos para hacer bajar las cotizaciones.

Los analistas creen que el margen de maniobra que otorgará el FMI no será grande. “Si pensamos el financiamiento como recibido neto de amortizaciones durante el plazo del nuevo programa (que sería de 48 meses), entonces el Fondo nos prestará U$S 6000 millones netos”, estimó la consultora 1816 en un informe a sus clientes.

La economista Lorena Giorgio, de la consultora Equilibra, evaluó la situación desde el punto de vista del FMI: “Que se cierre un programa por U$S 20.000 millones no implica ni de casualidad que el FMI desembolse de entrada ese monto. En los próximos cuatro años vencen U$S 15.000 millones de capital con el Fondo. Es esperable que los desembolsos se «matcheen» con los pagos y la exposición del FMI a la Argentina suba sólo U$S 5000 millones”.

Milei dio por sentado que, con el préstamo, las reservas brutas del Banco Central duplicarán la base monetaria y que eso servirá de respaldo para evitar cualquier corrida. Pero… “La historia argentina ha sido pródiga en episodios de estrés y crisis cambiarias muy severas, aún con niveles mucho mayores de la relación entre reservas y base monetaria”, señalaron desde la consultora Aurum. Así recordaron que en agosto de 2019 Mauricio Macri sufrió una corrida cuando la relación reservas/base monetaria era de 194%. Y en enero de 2001, cuando se estaba incubando la crisis de la convertibilidad, era de 260%. Ya se sabe cómo terminaron esos episodios.

El nudo de la cuestión, sin embargo, sigue siendo la sensación de que el gobierno no tiene dólares y que el retraso cambiario no incentiva el ingreso de divisas, sino que empuja a gastarlas. El FMI insiste en revisar ese punto y su vocera Julie Kozack pidió “un conjunto de políticas fiscales, monetarias y cambiarias coherente” como condición para el acuerdo.

Esa advertencia genera dos preguntas: si el gobierno se animará a devaluar antes de las elecciones de octubre, con el previsible costo inflacionario y por ende político que eso generaría, y en caso negativo cuánto puede aguantar el Banco Central vendiendo reservas que, en términos netos, no posee.

Jorge Carrera, exdirector del Central, arriesgó una hipótesis: que el acuerdo incluya una cláusula secreta por la que el gobierno se comprometa a dar un volantazo luego de los comicios. “Podría existir en ese memo reservado, un compromiso de devaluar post elecciones. La primera revisión al 30 de septiembre se informará en noviembre. En esa revisión se podrían cambiar algunas metas y políticas, incluida la cambiaria”, advirtió. «