Se cumplen 30 años de la primera vuelta de Su Majestad a los Chicago Bulls tras su alejamiento en 1993. Los detalles de su decisión y el impacto de verlo sin el icónico N° 23
Pocas veces el mundo del deporte sintió tal impacto. El 6 de octubre de 1993, a un mes del comienzo de una nueva temporada de la NBA, el ambiente deportivo se paralizó con la noticia. En el mejor momento de su carrera y a pocas semanas de haber logrado su tercer título consecutivo con los Chicago Bulls, Michael Jordan anunció su retiro y sorprendió al mundo. “Cuando ya no siento esa motivación por el juego, es hora de retirarme del básquet”, dijo el número 23 sentado junto a su por entonces esposa y madre de sus hijos, Juanita.
Aquella tarde de otoño, sus compañeros estuvieron incrédulos. Lo mismo sucedió con Phil Jackson, el histórico entrenador que con su filosofía zen pudo transformar a Chicago en un equipo temible. Al igual que todos ese día, el mundo de la NBA y el deporte se preguntó: ¿por qué Jordan decidió retirarse en el pináculo de su carrera y a unos jóvenes 30 años?
Poco menos de un mes después de vencer a los Phoenix Suns de Charles Barkley en las finales del 93, MJ recibió la noticia de que su papá fue secuestrado. Eso ocurrió el 23 de julio, pero el 3 de agosto sucedió lo peor: el cuerpo de James Jordan fue encontrado flotando en un riachuelo de Carolina del Sur. Una vez que el FBI descubrió su cuerpo, la autopsia confirmó que había sido ejecutado de un balazo en la zona del pecho.
La pérdida de su papá destruyó a Michael y lo impulsó a tomar una decisión que buscó bloquear su dolor y el de toda una familia. Por eso, en la cúspide de su trayectoria como basquetbolista, eligió sacarse la camiseta número 23 de los Bulls y, una vez que superó el duelo, Jordan pensó que la mejor forma de honrar a su padre sería jugar al deporte favorito de James: así fue que a principios de 1994, MJ firmó un contrato con los Chicago White Sox -una de las dos franquicias de béisbol de la ciudad que militan en la Mayor League Baseball (MLB), la liga más importante de la disciplina en Estados Unidos- y cambió la pelota naranja por el bate y la bola blanca.
Jordan con la camiseta de los White Sox durante los entrenamientos en Sarasota durante febrero de 1994 (AP Photo/John Swart)
Tras completar la pretemporada con su nuevo equipo -el dueño era Jerry Reinsdorf, también propietario de los Bulls-, Jordan fue enviado a los Birmingham Barons, la filial de la franquicia de las Grandes Ligas. Su pobre rendimiento al momento de batear en ofensiva -terminó con un porcentaje de 0,252-, sumado a la necesidad de volver a sentirse competitivo, fueron los factores que comenzaron a impulsar el retorno a su viejo y gran amor.
Un paso gigante de seducción fue el evento que ocurrió el 1 de noviembre del 94. En el flamante United Center -la nueva casa de los Bulls- Jordan junto a su familia vio cómo la famosa 23 se instaló para siempre en el techo del nuevo estadio. Al mismo tiempo, la organización presentó la icónica estatua en las afueras de la arena. Todo un símbolo para con el hombre que cambió la vida de una ciudad. Y de toda la NBA, claro.
El tiempo pasó y en marzo del año siguiente se terminó de gestar el regreso de Michael Jordan a Chicago. Mientras los Bulls ya eran el equipo de Pippen, el histórico ladero del 23, Scottie aprovechó las transmisiones de los partidos por la televisión nacional para mostrar la suela de sus zapatillas de la marca Air Jordan y llamar a su amigo para volver.
Todo se confirmó antes del día elegido para el anuncio. Jordan se sumó a los entrenamientos del equipo en la antesala de los playoffs y aquel famoso 18 de marzo se encargó de redactar el fax que explotó en todas las redacciones, radios y canales de TV de los Estados Unidos: “I’m back”, dijo el escueto comunicado. Minutos más tarde, el entrenador Jackson en diálogo con la prensa, hizo el anuncio formal. “Hoy, Michael Jordan fue activado como un Chicago Bull”, dijo el personaje de bigote prominente.
El comunicado que escribió el mismísimo Jordan para confirmar su vuelta a la NBA
El domingo 19 de marzo, los Bulls tenían que visitar a los Pacers en Indiana. MJ se subió al avión con el resto del equipo y, una vez que llegó a la ciudad de Indiana, el mundo de la NBA ya había mostrado los cambios: decenas de reporteros en la puerta del hotel del equipo y centenares de fanáticos de Jordan, con pancartas en las afueras de la concentración.
“Después de verlo en la cancha, creo que podré describirlo. O tal vez no pueda describirlo. Pero una vez que lo veamos en ese uniforme rojo jugando para los Chicago Bulls, ese será el momento emotivo que hemos buscado y todos esperábamos”, dijo Phil Jackson, el DT en la previa del primer partido, el del regreso del hombre que llevó a la NBA a otro nivel.
Pero antes de saltar a la cancha, Jordan impactó al mundo entero con un cambio sustancial. Como el 23 de los Bulls estaba retirado, eligió vestirse con el número 45, ese que no pudo utilizar en su adolescencia en la escuela secundaria Emsley A. Laney porque su hermano mayor Larry le ganó de mano. A pesar de no jugar por más de 18 meses al básquet, MJ fue titular en el duelo ante los Pacers.
Se lo notó lento, un poco desenfocado y fuera del timming de juego, situaciones normales tras tantos meses fuera de la actividad. Jordan terminó con 19 puntos aquella noche, con un mal porcentaje de efectividad en tiros de campos -anotó 7 tiros de 28 intentados con un 0-4 en triples- y no pudo evitar la derrota de Chicago por 103-96.
“Necesitaba alejarme del juego en ese momento, pero realmente lo extrañé. Extrañé al equipo y a mis compañeros”, dijo Jordan en la multitudinaria conferencia de prensa posterior a su regreso. Tras este, vinieron varios encuentros más: triunfo ante los Celtics en Boston, derrota en el primer partido en Chicago ante el Magic de Shaquille O’Neal, victoria ante Atlanta con un tiro ganador hasta lo que fue su vuelta al Madison Square Garden de Nueva York, el día que convirtió 55 puntos, en una de demostración de que su juego estaba intacto.
La temporada terminó temprano para el nuevo Chicago de Jordan. Orlando eliminó a los Bulls en las semifinales de la postemporada en la Conferencia Este y desactivó el sueño de volver a ver al mejor jugador de los últimos años en lo más alto de la NBA. “El 23 no es el 45″, fue la frase que lanzó Nick Anderson, una de las figuras de la nueva franquicia que dejó sin playoffs a Su Majestad tras una serie que terminó 4-2 en contra. Ese comentario fue un bidón de nafta para el fuego interior de uno de los atletas con mayor nivel de competitividad de todos los tiempos.
¿Qué hizo Michael tras la decepción que le causó no conseguir un nuevo anillo? No se fue a su casa, se mudó a Hollywood para filmar la original Space Jam. Y mientras ayudó a que Bugs Bunny y sus amigos los Looney Tunes para que no fueran conquistados por los Monsters, se preparó como nunca para volver a subirse al trono. El resto, ya es historia conocida. Y aunque pasaron 30 años, es uno de los capítulos más impresionantes en la historia del deporte mundial.
Jordan con el número 45 en su regreso a la NBA en la temporada 94-95
El Merengue finalmente se quedó con la joya argentina que buscaban los principales clubes de Europa
La novela finalmente terminó. Una promesa de River Plate, que rompe récords y llama la atención de todo el continente, se marcha al Real Madrid, el club que ha transformado la exportación de talento joven en una política de Estado. Franco Mastantuono, a los 17 años, rubricó con su presente un destino reservado solo para unos pocos elegidos.
“El 11 de junio de 2025, Franco Mastantuono ejecutó su cláusula de rescisión, en conjunto con el Real Madrid, finalizando de forma anticipada su contrato con River Plate. El jugador se incorporará al club español tras la disputa del Mundial de Clubes FIFA 2025. El monto total de la operación fue de € 63,2 millones, equivalentes a USD 72,6 millones, constituyéndose como la mayor transferencia en la historia del fútbol argentino. River Plate percibirá € 45 millones netos (USD 51,7 millones)“, informó el Millonario en su sitio oficial.
En su anuncio, el conjunto de Núñez también aclara que el resto del dinero se dividió de la siguiente manera: € 11,8 millones (USD 13,6 millones) al fisco español, € 1,4 millones (USD 1,6 millones) a Futbolistas Agremiados, € 0,9 millones (USD 1 millón) a Fondos Estructurales AFA, € 3,6 millones (USD 4,1 millones) por el Decreto 510/2023 y € 0,5 millones (USD 0,6 millones) por otras tasas.
“Gracias, Franco, por tu entrega y talento. Un orgullo verte crecer en el Club. Te deseamos lo mejor en esta nueva etapa que viene post Mundial de Clubes“, añadió el club.
La Casa Blanca, por su parte, no profundizó en cuanto a los números de la operación a la hora de anunciar la contratación de la joven joya argentina. “El Real Madrid C. F. comunica que Franco Mastantuono será jugador de nuestro club durante las próximas seis temporadas, desde el 14 de agosto de 2025 hasta el 30 de junio de 2031. Mastantuono se formó en la cantera de River Plate entre 2019 y 2024, y ha formado parte del primer equipo en la pasada temporada 2024-2025. En febrero de 2024, se convirtió en el goleador más joven en la historia de River Plate, equipo con el que ha ganado una Supercopa de Argentina. A sus 17 años, también es el jugador más joven en jugar un partido oficial con la selección de Argentina en toda su historia”, informó.
En el desenlace de su traspaso, otro nombre merece un apartado: Juni Calafat. Para comprender la dimensión de este pase, hay que entender la relevancia que el directivo español tiene en la estructura del Real Madrid. Calafat, de 52 años, Chief Scout y Director de Fútbol Internacional, fue el protagonista silencioso detrás de los fichajes de Vinicius Jr., Rodrygo, Fede Valverde, Militao, Camavinga, Bellingham y Arda Güler, entre otros. Su metodología no reside únicamente en el análisis técnico y el seguimiento de videos, sino en el vínculo personal, la empatía con las familias y la capacidad de interpretar el entorno sudamericano mejor que nadie en Europa.
La intervención de Calafat fue determinante en la puja con el PSG. Ante la avanzada del club francés, el Real Madrid aceleró y envió a Buenos Aires a su principal estratega. El español tomó contacto con el entorno íntimo de Mastantuono, ofreció más que un proyecto deportivo, y tejió el mismo lazo de confianza que supo emplear en anteriores operaciones exitosas. Su presencia, además de ser una declaración de intenciones, inclina hacia el club blanco a casi cualquier talento sudamericano codiciado en el continente.
Fuentes de la negociación indican que Juni fue el principal interlocutor en la fase clave de las charlas con el representante Walter Tamer y la familia Mastantuono. Por eso, el joven acordó un contrato hasta 2031 con el Real Madrid, en una de las operaciones más resonantes de la historia reciente millonaria.
LA HISTORIA DE FRANCO MASTANTUONO:
El informe de Franco Mastantuono en España
La historia de Mastantuono es, ante todo, la de un chico que respiró deporte desde la cuna. Nació el 14 de agosto de 2007 en Azul. Cristian, su padre, fue su guía en los primeros pasos futboleros en River de Azul, la escuelita donde empezó a codearse con la pelota a los tres años, mientras en su casa compartía juegos y rutinas con su madre Sofía y sus hermanos Lucila y Valentín.
Lo extraordinario de su formación radica en que su destino parecía bifurcarse entre dos disciplinas: el fútbol y el tenis. Durante varios años, Franco dividió sus energías entre la genética de un mediocampista incisivo y los movimientos técnicos de un tenista entre los mejores Sub 12 del país. Sus entrenadores en el club Azul lo recuerdan como un talento innato, con una capacidad poco común para resolver situaciones complejas. Físicamente ágil, mentalmente predispuesto y con una táctica asombrosa para la edad, Mastantuono parecía destinado al alto rendimiento sin importar el deporte que eligiera. Ocupaba desde muy chico el top 10 de los juveniles de su categoría, venció a varios de los mejores proyectos nacionales y dejó a los técnicos con la sensación de que en la raqueta también había nacido para estar entre los mejores.
Eligió el fútbol finalmente, no porque el tenis lo haya vencido, sino porque su vocación por la pelota y el césped fue más fuerte. River Plate, a través de un trabajo paciente de su captador Daniel Brizuela, convenció a la familia con argumentos deportivos e institucionales sólidos: “Fue una pulseada de dos años con la familia. Él seguía destacándose en el tenis y nos decían que el fútbol era un juego, pero cuando lo vimos supimos que teníamos que traerlo”, rememoró el encargado de llevárselo a Núñez.
Su llegada formal a River fue en 2019, a los 12 años, aunque la seducción de los cazatalentos millonarios había comenzado antes. En su debut, en la última fecha de una liga local y con apenas un par de entrenamientos en el lomo, jugó como si ya llevara años en el club, contribuyó al título del equipo y rápidamente convenció a todos.
Franco Mastantuono brilló desde sus inicios con la camiseta de River Plate
Pocos futbolistas en la historia reciente del fútbol argentino irrumpieron con tanta naturalidad en todas las categorías como Mastantuono. Inicialmente, la zurda exquisita sobresalió en la Séptima y la Octava División, donde no solo fue goleador sino capitán y líder del grupo. Su eventual salto a las Juveniles nacionales llegó rápido: convocado a la Sub 17 y hasta fue llamado por Javier Mascherano a la Sub 20 a los 15 años.
Ya en el club de Núñez, técnicos como Martín Pellegrino y Pablo Fernández coincidieron en cuestiones clave: Franco reúne atributos técnicos superlativos y una mentalidad de competencia fuera de lo usual. Describe Pellegrino: “Es muy vertical, determinante en el uno contra uno, con una pegada formidable; de los que no ves todos los días. Hace rato que no veía a alguien golpear la pelota así”. Fernández, por su parte, le sumó: “Es líder natural, tranquilo, pero de gran personalidad. Y tiene recursos para llegar al gol de todas las formas: pelota parada, media distancia, cabeza”.
La racha de récords, en consecuencia, se dio de manera natural. El 28 de enero de 2024 debutó en Primera frente a Argentinos Juniors, con solo 16 años, 5 meses y 14 días, tercero más joven en estrenarse en el club después de Mateo Mussachio y Tomás Rossi. Apenas un par de semanas después, marcó de zurda un gol ante Excursionistas y se convirtió en el goleador más joven de la historia de River. Luego, su sello ganador se desparramó por todo Sudamérica: en abril de ese año anotó en su primer partido de Copa Libertadores en Asunción, transformándose en el más joven en lograrlo con la camiseta millonaria. Y la obra cumbre: su gol de tiro libre a Boca en el último Superclásico, que le dio a River una victoria memorable y a él el privilegio de ser también el más joven con la banda roja en anotar en ese partido con apenas 17 años, 8 meses y 13 días.
Mientras tanto, en Selección Argentina, la estadística y la historia se rindieron a sus pies. Scaloni lo citó a la Mayor y lo hizo debutar en un partido oficial a los 17 años, 9 meses y 22 días, quedando como el debutante más joven de la historia en ese contexto, superando récords previos de Alejandro Garnacho y Facundo Buonanotte.
La selección de Scaloni mostró carácter en un juego complejo, supo sobreponerse a la desventaja y con uno menos, por la expulsión de Fernández, llegó al empate 1-1.
En un partido cargado de tensión en la previa y que terminó con empujones y muchos nervios, Argentina y Colombia empataron anoche 1-1 en el Monumental por la fecha 16ª de las eliminatorias de Conmebol.
La igualdad premió al campeón del mundo, que nunca bajó los brazos y que cuando se vio en desventaja fue al frente, buscó el gol y no disminuyó en su esfuerzo hasta conseguirlo.
Al mismo tiempo, el resultado castigó a Colombia, porque, después de un inteligente primer tiempo y de irse en ventaja, se quedó sin osadía, se refugió y trató de aguantar sin lograr el objetivo.
La Albiceleste ya sacó su boleto al Mundial 2026 hace rato, pero el juego sirvió para ratificar el presente de Almada y de Álvarez, y mostró que hay equipo para un largo tiempo.
Pegó Colombia
La primera parte tuvo movilidad por ambos lados, una presión alta de Colombia y el intento de manejar con criterio la pelota por el lado de Argentina en cada una de las salidas desde el fondo.
La Albiceleste se vio un poco sorprendida por el juego del Cafetero, quien no le dejó manejar con tranquilidad la pelota y siempre colocó gente cerca de Messi como para que el capitán no pudiera manejar la pelota con simpleza.
La salida rápida y la contra fueron el arma utilizada por el equipo visitante, y desde el juego de James Rodríguez, más la velocidad de Luis Díaz, nació lo mejor del equipo de Lorenzo.
Un par de aproximaciones de los locales hizo que la gente se levantara, pero el campeón no tuvo la precisión habitual en los metros finales.
A los 23, una pelota profunda terminó en los pies de “Lucho” Díaz y el atacante del Liverpool dejó parado a “Cuti”, a Otamendi y a Molina para definir ante la salida del “Dibu”.
La transición paciente y con pases precisos en el campeón del mundo se diluyeron en los metros finales, y aunque hubo un par de buenas combinaciones entre Almada, Julián Álvarez y Messi, el final no fue el soñado por la multitud.
Con el 0-1 colocado en el marcador, los dirigidos por Scaloni se mostraron confundidos y por momentos perdieron la línea.
La chapa del campeón
En la segunda parte, y con la ventaja a su favor, la visita decidió cambiar la manera de jugar y ello fue clave para que el partido tomara un rumbo totalmente distinto, porque el técnico Lorenzo colocó un 4-5-1 y decidió resistir la diferencia.
En su afán por defenderse, dejó en libertad a Messi y el capitán generó juego y, en un par de ocasiones, el equipo estuvo cerca de llegar al gol.
Colombia apostó a una corrida de Díaz, quien en soledad siguió manejando los ataques visitantes y complicando a los locales. Pero pagó la idea de jugar unos metros más atrás.
González exigió a Mier y después el propio González estrelló un remate en el poste. Y cuando Fernández levantó el pie y vio la roja tras pegarle a un adversario y Messi dejó el campo, el campeón siguió jugando mejor, hasta que Almada la clavó cruzada y abajo para poner el empate.
Fue justicia en el Monumental, porque Colombia no se animó a ser protagonista ante Argentina y porque el campeón nunca se da por vencido.
Hay varias selecciones que podrían sellar su boleto a la próxima Copa del Mundo
Las Eliminatorias Sudamericanas para el Mundial 2026, que se celebrará en Estados Unidos, México y Canadá, se encuentran en su etapa decisiva. Este martes 10 de junio, la fecha 16 podría definir la clasificación directa de varias selecciones, entre ellas Ecuador, Paraguay y Brasil, dependiendo de los resultados de sus respectivos encuentros y de otros partidos clave.
Los enfrentamientos programados incluyen a Bolivia contra Chile en El Alto, Uruguay frente a Venezuela en Montevideo, Argentina recibiendo a Colombia en Buenos Aires, la Verdeamarela enfrentando a la Albirroja de Gustavo Alfaro en São Paulo y Perú midiéndose ante el combinado ecuatoriano en Lima.
Ecuador y Paraguay, que ya tienen asegurado el repechaje, podrían confirmar su clasificación directa al Mundial si logran una victoria en sus respectivos partidos contra el combinado incaico y la Canarinha, siempre que Venezuela no gane su encuentro. En caso de que la Vinotinto pierda, un empate también sería suficiente para que ambas selecciones aseguren su lugar sin necesidad de disputar el repechaje.
El cronograma de la fecha 16 de las Eliminatorias Sudamericanas
Por su parte, Brasil, que aún no garantizó su posición entre los siete primeros clasificados, necesita vencer al elenco guaraní para asegurarse, al menos, el repechaje. Si además los venezolanos pierden su partido, el equipo dirigido por Carlo Ancelotti obtendría automáticamente su pase directo al Mundial. Incluso en caso de una derrota ante los paraguayos, el Scratch podría asegurar un lugar en la repesca si Bolivia pierde.
Quien quedaría muy cerca de lograr el boleto a la siguiente cita ecuménica en caso de una victoria es el elenco charrúa. De hecho, si logra los tres puntos en su duelo con Venezuela, los dirigidos por Marcelo Bielsa se asegurarán un lugar en el repechaje y quedarán a una sola unidad de confirmar su presencia en el máximo torneo de selecciones. Por su parte, la Vinotinto podría asegurar su lugar en el repechaje en caso de imponerse ante los uruguayos y que Bolivia pierda.
La misma situación que Uruguay corre para Colombia. Con 21 puntos, la selección cafetera se garantizará un puesto en la repesca si logra vencer a la Albiceleste, en condición de visitante y quedaría a un pequeño paso de confirmar su pasaje a Norteamérica.
Más abajo y con menos probabilidades de clasificación aparecen Bolivia, Chile y Perú. La Roja y la Verde tendrán un duelo clave en las aspiraciones de cada uno, en el que un empate no le sirve a ninguno de los dos. A los dirigidos por Ricardo Gareca, que la única forma que tienen de acceder al Mundial es por la vía del repechaje, solo le vale una victoria y esperar que Venezuela no gane. Por su parte, el elenco boliviano podría quedar eliminado en caso de perder y que la Vinotinto obtenga los tres puntos.
El combinado incaico solo tiene una esperanza: terminar séptimo y entrar a la repesca. Opción que puede quedar descartada si el elenco venezolano se impone ante la Uruguay de Bielsa. Con este panorama, se puede dilucidar que Venezuela será el gran juez de esta jornada.
Vale recordar que la única selección sudamericana que ya tiene su boleto sellado es la Argentina, que se encuentra clasificada hace tiempo y que además tiene asegurado el primer puesto.