El colapso generó caos en el transporte, emergencias y reclamos contra las empresas prestadoras del servicio
Este miércoles el Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA) se vio sacudida por un apagón masivo que afectó a más de 700 mil hogares. Los cortes de electricidad, que se produjeron en dos oleadas, dejaron en evidencia las profundas falencias en el sistema energético de la región. Lo más irónico, o quizás trágico, es que este apagón ocurrió en un día que, de acuerdo al calendario, se celebra el Día de la Eficiencia Energética en Argentina.
Durante varias horas, los ciudadanos de la Ciudad de Buenos Aires y sus alrededores se enfrentaron a un cúmulo de problemas, desde la falta de electricidad hasta una sobrecarga del transporte público y situaciones de emergencia. Las imágenes de la jornada muestran un panorama de caos: más de 50 personas atrapadas en ascensores, electrodependientes asistidos por bomberos, vehículos varados por la falta de semáforos, comercios cerrados y una ola de calor que llevó la temperatura por encima de los 44 grados.
El desastre evidenció la fragilidad del sistema eléctrico y disparó una serie de tensiones políticas y operativas dentro del sector energético del Gobierno. Este apagón se suma a una serie de fallos en el suministro eléctrico que, aunque recurrentes, no parecen tener una solución definitiva a la vista.
El apagón paso a paso
El primer corte comenzó a las 5:50 de la mañana y afectó a 550 usuarios en la región, según reportes iniciales. Para las 9:00, el servicio fue restablecido en la mayoría de los sectores afectados, pero poco después, a las 12:40, un nuevo corte dejó a otros 622.000 usuarios sin suministro eléctrico.
A pesar de los esfuerzos por recuperar la normalidad, pasadas las 17:00, un tercio de los afectados seguía sin energía. A lo largo del día, la información oficial fue escasa. El portal del Ente Nacional Regulador de la Electricidad (ENRE) estuvo inactivo durante gran parte de la jornada, lo que dificultó la actualización de datos. La situación empeoró aún más debido a las altas temperaturas, que generaron una sensación térmica superior a los 44 grados en algunos puntos de la ciudad. En este contexto, no solo los hogares, sino también los servicios de transporte y la infraestructura pública se vieron gravemente afectados.
Más de 700 mil hogares se quedaron sin luz durante la jornada del miércoles (AFP)
El colapso en la red de transporte fue uno de los aspectos más destacados del apagón. Más de 80 semáforos dejaron de funcionar en toda la ciudad, lo que causó una gran congestión vehicular. Las avenidas más transitadas, como la 9 de Julio, colapsaron completamente. Ante la emergencia, el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires desplegó 300 agentes de tránsito para ordenar la circulación en los cruces más conflictivos.
No obstante, la falta de semáforos y la caída de los sistemas de comunicación dificultaron aún más la tarea de los efectivos. Los subtes, que suelen ser una alternativa de transporte en situaciones de caos, también vieron interrumpido su servicio. La falta de suministro eléctrico dejó inoperativos varios ramales durante la mañana y la tarde. Aunque algunos servicios se restablecieron pasadas las 16:00, las demoras y las cancelaciones siguieron siendo una constante.
El sistema ferroviario no estuvo exento de problemas. En varios ramales, como el San Martín y el Roca, las demoras fueron notorias, y algunos servicios fueron cancelados debido a la falta de alimentación eléctrica. La situación fue aún más grave para los usuarios que dependían de estos medios de transporte para llegar a sus destinos.
Intervención de los bomberos
Los bomberos de la Ciudad de Buenos Aires trabajaron intensamente en tareas de rescate. Más de 50 personas quedaron atrapadas en ascensores detenidos a lo largo de la jornada, y fueron rescatadas por los equipos de emergencia. Además, otros 11 vecinos que no podían subir o bajar de sus edificios debido a la falta de energía recibieron asistencia. También se asistió a al menos 9 personas electrodependientes, que requieren de equipamiento médico eléctrico para su supervivencia.
Los bomberos debieron auxiliar a personas atrapadas en ascensores y electrodependientes
Las intervenciones de los bomberos se concentraron en distintos puntos de la ciudad, como los barrios de Boedo, Caballito, Constitución, San Telmo y la Avenida Corrientes. Según las fuentes oficiales, los bomberos llevaron a cabo más de 120 intervenciones entre rescates de personas atrapadas, cortes de energía, y auxilios a personas con movilidad reducida.
Las causas del apagón
El origen de los apagones, según fuentes del sector energético, se debe a la falta de mantenimiento de las líneas de alta tensión de 220 KV que conectan la zona de Costanera y Hudson, que son parte del sistema de transmisión de energía en el AMBA.
Esta deficiencia en el mantenimiento se sumó a la salida de servicio de algunas plantas generadoras de energía, como Central Dock Sud y Central Puerto. De acuerdo con estas fuentes, el sistema energético argentino ha estado atravesando una serie de tensiones debido a la falta de inversiones en las redes de transmisión, una situación que se viene arrastrando desde hace más de dos décadas y que no parece tener solución inmediata.
La caída de las líneas de alta tensión y la ineficiencia en el mantenimiento de la infraestructura crítica provocaron una caída generalizada en el suministro eléctrico, que terminó por afectar a más de 1 millón de personas.
Edesur, la compañía responsable del suministro eléctrico en gran parte del sur del AMBA, fue señalada por el Gobierno por su falta de previsión y mantenimiento. Desde la Secretaría de Energía, que lidera María Tettamanti, se apuntó a la falta de mantenimiento de las líneas de transmisión y a las deficiencias en la infraestructura.
Según Edesur, la falla eléctrica se originó en dos líneas de alta tensión que impactó varias subestaciones, provocando cortes en distintos sectores.
Aunque los funcionarios de la cartera energética aseguran que la situación fue provocada por una serie de fallos técnicos y no por falta de capacidad del sistema, las críticas a la falta de inversiones en el sector eléctrico se han intensificado. Las tensiones políticas entre los diferentes actores del sector energético también se hicieron evidentes.
Promesas de inversiones
Ante la crisis, la Secretaría de Energía anunció que se comenzarán a realizar inversiones en el sector, incluida la licitación de la línea de alta tensión “AMBA I”, que conectará Vivoratá con Plomer y contará con una estación transformadora en la localidad de Plomer. Según fuentes oficiales, el proyecto tiene un costo estimado de 1.000 millones de dólares y se espera que esté listo en un plazo de entre 24 y 36 meses.
No obstante, el proyecto aún está en etapa de licitación, y el Gobierno enfrenta dificultades para consensuar la financiación de la obra. En este contexto, las autoridades están evaluando distintas alternativas. Las promesas de mejoras a largo plazo no parecen suficientes para calmar a los millones de personas afectadas por los apagones y las altas tarifas.
En los primeros días del mes hubo subas de más del 20%. Las empresas apuntan a la incidencia de las lluvias, que este mes se multiplicaron.
Los precios de la carne volvieron a subir con fuerza en el arranque de marzo, con subas que superaron el 20%, en cortes como el cuadril, que es de los más demandados por los argentinos, según indicaron fuentes del sector.
El preciado alimento venía de una seguidilla de aumentos en febrero, que según las consultoras privadas levantó el nivel de la inflación impactando en la desaceleración que se vio hasta enero. La correlación oficial se conocerá el próximo viernes cuando el Indec publique su Índice de Precios al Consumidor (IPC).
Pero la escalada continuó en la primera parte de marzo, de acuerdo a información que consignaron las empresas y que pudieron relevar en los comercios las entidades privadas que siguen de cerca la evolución de los precios al público.
La data privada confirma un aumento promedio del 15% sólo la semana pasada, al que se sumó una nueva variación del 10% en las últimas horas. Los cortes que más aumentaron fueron el cuadril, en el orden del 20,5%; la nalga, un 14,6%; y el roast beef, 13,5%. El que menos incremento presentó fue el vacío con una variación del 3,48%.
La aceleración de los precios al consumidor fue noticia ya en febrero, cuando los cortes cárnicos quedaron al tope de los rubros más inflacionarios en todos los informes que se anticipan a la medición oficial.
Por caso, la entidad Consumidores Libres consignó que el segmento fue el que más aumentó en el mes con un promedio del 6,1%, superando ampliamente a los productos de almacén y a los de verdulería que considera para su canasta básica de alimentos.
Para la consultora FIEL el aumento de las carnes promedió el 11,4% levantando el nivel del rubro Alimentos y bebidas, que saltó 3,4% respecto a enero.
PxQ destacó la suba entre las más importantes del segundo mes del año, junto con las de los alquileres de viviendas, los combustibles, los artefactos y equipos eléctricos y muebles.
El peligro de recesión en Estados Unidos no estaba en los cálculos de la mayoría de los analistas. La aversión al riesgo volvió a impactar en acciones y bonos locales, alejando un posible retorno de la Argentina a los mercados este año
Casi nadie tenía en los cálculos al arrancar el 2025 que la economía norteamericana pudiera caer en recesión. Sin embargo, cuando todavía se transita el primer trimestre, ésta es una hipótesis cada vez más fuerte y crecen las chances que esto ocurra en el corto plazo. Incluso Donald Trump no descartó que suceda al ser consultado sobre el tema.
Las bolsas de todo el mundo y en particular Wall Street fueron fuertemente afectadas por esta nueva realidad. El viento de frente, como no podía ser de otra manera, le pegó con fuerza tanto a las acciones como a los bonos argentinos. El riesgo país subió más de 2% hasta los 723 puntos, alejando así cualquier posibilidad de retorno de la Argentina a los mercados de deuda posiblemente por todo el año.
No se puede hablar de un “cisne negro” porque la posibilidad de una recesión siempre está latente. Pero sí de un contexto inesperado, que para muchos es impulsado por el propio presidente norteamericano y su secretario del Tesoro, Scott Bessent. En recientes apariciones, ambos se mostraron despreocupados por la caída de las últimas jornadas en Wall Street y le restaron importancia. El mercado de Nueva York tuvo su peor semana desde septiembre y ayer se profundizó el derrumbe, especialmente en acciones tecnológicas que venían subiendo demasiado rápido.
En las últimas horas empezaron a dar vuelta comentarios sobre una suerte de caída provocada por la propia Casa Blanca. Detrás de este comportamiento estaría la necesidad de enfriar la economía llevándola a una recesión y presionar a la Reserva Federal para que baje la tasa de interés. Los fuertes vencimientos de deuda que tiene por delante el gobierno norteamericano se verían aliviados si sucede esto.
El efecto de corto plazo al menos es negativo para la Argentina por el impacto financiero. No es tan relevante la caída de las acciones, que venían de subas récord en 2024. Sin embargo, hay que seguir de cerca el impacto en los bonos, ya que el deterioro de las últimas semanas complica el ingreso de dólares a través de la cuenta capital. No solo el Gobierno no podrá volver a los mercados de deuda voluntarios, sino que también se le puede complicar el escenario a las empresas si esta crisis no pasa pronto.
El acuerdo con el FMI se vuelve más urgente que nunca, porque a esta altura es la única fuente de financiamiento genuino a la que puede echar mano el Gobierno. No es casualidad que se haya apurado el envío de un DNU al Congreso, aún cuando todavía no hay nada firmado.
Sin embargo, el propio ministro de Economía, Luis Caputo, se apuró en anunciar que el monto de desembolso ya está acordado, aunque no hubo mayores detalles del mismo. En Wall Street las especulaciones llevaron esa cifra hasta los USD 20.000 millones, aunque en el mercado local son más cautos y estiman un nivel de USD 12.000 a USD 15.000 millones.
Este fortalecimiento de las reservas también tendría otros objetivos. El más importante es asegurarse los recursos para pagar los vencimientos de deuda de julio, que suman USD 4.500 millones, una cifra similar a la de enero pasado.
Pero además el BCRA viene interviniendo en el mercado para evitar presiones sobre los dólares financieros, lo que también implica un stress adicional sobre las reservas. Aunque el FMI podría exigir que el nuevo desembolso no se use para tal fin, el organismo igual tiene dólares liquidos para seguir interviniendo y llegar a las elecciones legislativas sin mayores sobresaltos y sobre todo sin un aumento significativo de la brecha cambiaria.
El informe del Banco Central reflejó un ajuste en las expectativas sobre el tipo de cambio. Se proyecta que el dólar oficial siga un ritmo de depreciación del 1% mensual hasta agosto
El Relevamiento de Expectativas de Mercado (REM) publicado por el Banco Central de la República Argentina (BCRA) presentó nuevas proyecciones sobre la evolución del dólar oficial en 2025. El informe, elaborado a partir de las estimaciones de 39 analistas locales e internacionales, reflejó un incremento en los valores previstos para los primeros meses del año, aunque con un leve recorte en el cálculo para diciembre.
Según los datos difundidos, la cotización promedio del dólar mayorista alcanzaría los $1.069 en marzo, lo que representó un ajuste de $3,1 respecto a la encuesta anterior. En los meses siguientes, el tipo de cambio continuaría con aumentos graduales hasta llegar a $1.124 en agosto. De confirmarse este escenario, el Gobierno mantendría el esquema de crawling peg del 1% mensual al menos hasta mediados de año.
Para diciembre, la estimación del REM ubicó el dólar en $1.175, lo que implicó una suba del 18,1% interanual, por debajo del porcentaje esperado para la inflación anual de 23,3%. Asimismo, el pronóstico para los próximos 12 meses situó el dólar en $1.287 en febrero de 2026, con una aceleración en el primer bimestre de ese año, en un contexto en el que el Gobierno prevé la eliminación del cepo cambiario.
El mercado ajustó al alza las proyecciones
El relevamiento mostró que las expectativas sobre el tipo de cambio se modificaron en relación con la encuesta anterior. Para el período entre marzo y julio, los analistas aumentaron sus estimaciones, manteniendo la hipótesis de que el dólar continuará bajo un esquema de ajuste controlado.
De acuerdo con el informe, las proyecciones promedio para cada mes quedaron de la siguiente manera:
Marzo: $1.069
Abril: $1.080
Mayo: $1.091
Junio: $1.102
Julio: $1.113
Agosto: $1.124
Diciembre: $1.175
Próximos 12 meses: $1.287 (febrero 2026)
Estos valores reforzaron la idea de que el crawling peg del 1% mensual seguirá siendo la estrategia principal del Ministerio de Economía y el Banco Central para regular la evolución del tipo de cambio oficial.
Sin embargo, para diciembre, las proyecciones se ubicaron en $1.175, lo que representó un ajuste a la baja de $25 respecto al relevamiento previo. Este dato indicaría que los analistas prevén una menor depreciación del peso en los últimos meses del año.
Inflación y dólar: la brecha entre los pronósticos
Los resultados del REM reflejaron una diferencia significativa entre las proyecciones de inflación y la variación esperada para el dólar. Según los analistas, el Índice de Precios al Consumidor (IPC) cerraría el año con una suba del 23,3%, mientras que el tipo de cambio oficial se ajustaría un 18,1%.
Las previsiones de inflación
Esta brecha implicaría una apreciación del peso en términos reales, ya que la inflación superaría el ritmo de devaluación del dólar oficial. Desde el comienzo de la gestión de Javier Milei, el Gobierno sostuvo que la política cambiaria debía acompañar un proceso de reducción de la inflación sin acelerar la depreciación del peso.
A pesar de este diferencial, los analistas proyectaron que la evolución del tipo de cambio se acelerará en 2026, especialmente en el primer bimestre. Para febrero del próximo año, el dólar mayorista alcanzaría $1.287, con una suba de $72 respecto al relevamiento anterior.
Las proyecciones del REM no solo incluyen estimaciones sobre el tipo de cambio, sino también sobre el crecimiento económico y la tasa de desempleo. En relación con la actividad económica, el informe indicó que el Producto Bruto Interno (PBI) registraría un crecimiento del 4,8% en 2025, con un avance trimestral del 1% en la primera mitad del año.
Por otro lado, las expectativas sobre el mercado laboral se mantuvieron sin cambios. La tasa de desocupación prevista para el cuarto trimestre de 2024 se ubicó en 7%, mientras que para el mismo período de 2025 la proyección fue de 6,8%.
Los datos del REM sugirieron que los analistas prevén una recuperación gradual de la economía, acompañada de una moderación en el mercado cambiario. Sin embargo, el informe también reflejó una incertidumbre en torno a la evolución del dólar en el mediano plazo, especialmente en un contexto en el que el Gobierno anticipó modificaciones en la política cambiaria para los próximos meses.