Dos reuniones con las cámaras de fabricantes e importadores, arrojaron novedades respecto al cupo de 50.000 autos electrificados que podrán traerse con beneficios impositivos. El gobierno quiere autos nuevos más baratos
Luego de dos importantes reuniones llevadas a cabo entre lunes y martes entre las autoridades del Ministerio de Economía y las entidades que representan a los fabricantes e importadores de automóviles de Argentina, se conocieron más detalles del modo en que el gobierno piensa aplicar su última medida pensada para impulsar la baja del precio de los autos cero kilómetro del mercado local.
Por parte del gobierno, la reunión estuvo liderada por Esteban Marzorati, Secretario de Industria y Comercio; Daniela Ramos, subsecretaria de Política Industrial, y Pablo Pejlatowicz, Director Nacional de Gestión de Política Industrial. Del lado del sector automotor, el lunes se hizo una primera reunión con los importadores nucleados en la Cámara de Importadores y Distribuidores Oficiales de Automotores (CIDOA), y este martes fue el turno de los representantes de las terminales automotrices que están agrupados en la Asociación de Fábricas de Automotores (ADEFA).
Luego de ambos encuentros, el gobierno dará a conocer la reglamentación final que se aplicará para permitir que tanto terminales automotrices como importadoras oficiales, puedan evaluar si tienen productos que puedan entrar en el cupo de 50.000 autos anuales, destinado a vehículos propulsados por cualquiera de los sistemas de hibridación existentes o completamente eléctricos, los que no pagarán el arancel de importación de extra zona del 35% que sí se aplica a los autos convencionales en la actualidad.
Se confirmó que entre los híbridos podrá haber autos de los cuatro sistemas existentes: convencionales, enchufables, microhíbridos y de pila de combustible
El motivo de la reunión era explicarle por separado a las partes involucradas, cómo funcionará este programa que diseñó el gobierno para impulsar aún más la baja de precios de los autos cero kilómetro, al establecer ese cupo de un volumen de autos que será cercano al 10% del mercado proyectado para 2025, y que tendrán que cumplir con varias condiciones, aunque la principal, que tengan un precio en puerto de embarque (precio FOB – Free on board) menor o igual a USD 16.000.
El arancel del 35% a los productos de extra zona, es decir los que provengan de Estados Unidos, Asia o Europa, es el máximo permitido por la Organización Mundial de Comercio (OMC), y se aplica como parte del acuerdo de libre comercio que Argentina tiene con Brasil, por el cual se pueden intercambiar vehículos sin arancel alguno entre sus fábricas, pero ambos aplican el 35% a los que llegan desde regiones o países transcontinentales.
Los detalles que trascendieron tras ambas reuniones es que tanto importadores como fabricantes, incluso los que quedarán afuera de este beneficio por no tener vehículos con ese precio en puerto de embarque, quedaron conformes con el programa. Se supo que la idea del gobierno es que tenga un alcance de 5 años, renovables año por año, y que el cupo se vence al final de cada período. De ese modo, si en algún año no se alcanzan las 50.000 unidades, el período siguiente comienza nuevamente desde cero. Incluso este año, en el que por las fechas de implementación y el tiempo de demora de la llegada de los autos a Argentina, es probable que no se alcance el volumen total.
Las marcas chinas serían las que mayor variedad de autos de este precio podrían tener. REUTERS/Chalinee Thirasupa/Fotografía de archivo
También se explicó que el precio FOB de USD 16.000 como tope es precisamente para que en el mercado argentino exista una verdadera motivación para los consumidores con autos más económicos que los actuales del mercado, y que a la vez empiece a establecer un piso más alto del actual de vehículos propulsados por tecnologías sustentables accesibles.
También quedó establecido que el cupo se asignará por grupo empresario y no por marcas, de modo tal que aquellas compañías que tienen varias marcas de vehículos deberán distribuirlo entre los productos que tenga en el rango de precio y característica exigidos por el gobierno.
La idea del gobierno es que el cupo de 50.000 vehículos se distribuya al 50% entre ADEFA y CIDOA, y cada cámara lo asigne internamente. Sin embargo, cada empresa deberá presentar su propuesta individualmente, en la que debe figurar el modelo que proponen traer con este beneficio, el precio FOB con el que se importará, el volumen que traerán y el precio de venta al público. Esta propuesta individual se deberá presentar en marzo, cuando se hará la licitación del cupo general y los individuales. En caso de excederse el cupo en el pedido total de cada sector, el gobierno distribuiría mayor cantidad de unidades a las marcas con menor precio y menor volumen a las marcas con precio más alto.
La intención del gobierno es que el mercado automotor argentino pueda ofrecer vehículos eléctricos o híbridos de menos de $22.000.000 con este programa de beneficio arancelario
Una de las preocupaciones del sector, tanto de fabricantes como importadores, es que hasta que no se tenga la reglamentación final y detallada del decreto no se podrá saber qué modelos tiene cada marca disponibles para intentar traer, y cuales requerirán una negociación con la casa matriz si el precio es superior pero cercano a los USD 16.000 FOB. En varios casos, existen modelos que tienen un precio que llega hasta los USD 20.000 y que el único modo de verse beneficiados con el régimen especial es que el fabricante subvencione el precio para llegar al tope puesto por el gobierno.
Pero una vez determinados los autos que las marcas puedan importar con este beneficio, habrá que homologar esos autos en Argentina. El gobierno ha planteado que tiene la intención de reglamentar un sistema de homologación semiautomática para los productos fabricados en países con certificaciones industriales internacionales, como sucede con los modelos europeos o de Estados Unidos, y que intentará hacer lo mismo con las marcas de otro origen, Japón, Corea y China entre ellas, siempre que tenga esa certificación industrial global y reconocida en todo el mundo.
En cambio, en los casos de marcas que producen con estándares propios o únicamente de su país de origen sin validación internacional, se mantendrá el requisito de una homologación en Argentina. Actualmente, obtener las dos homologaciones nacionales, la Licencia de Configuración Ambiental (LCA) y la Licencia de Configuración de Modelo (LCA), demanda aproximadamente unos cuatro meses.
De todos modos, una vez confirmado el cupo de cada marca, el importador podrá pedir el embarque mientras se hace la homologación, con lo que se cree que a más tardar en cuatro meses, los vehículos deberían estar en el puerto argentino para su nacionalización. De este modo, en los casos de modelos que requieran homologación nacional, la disponibilidad de unidades podría darse entre fines de julio y principios de agosto.
En los primeros días del mes hubo subas de más del 20%. Las empresas apuntan a la incidencia de las lluvias, que este mes se multiplicaron.
Los precios de la carne volvieron a subir con fuerza en el arranque de marzo, con subas que superaron el 20%, en cortes como el cuadril, que es de los más demandados por los argentinos, según indicaron fuentes del sector.
El preciado alimento venía de una seguidilla de aumentos en febrero, que según las consultoras privadas levantó el nivel de la inflación impactando en la desaceleración que se vio hasta enero. La correlación oficial se conocerá el próximo viernes cuando el Indec publique su Índice de Precios al Consumidor (IPC).
Pero la escalada continuó en la primera parte de marzo, de acuerdo a información que consignaron las empresas y que pudieron relevar en los comercios las entidades privadas que siguen de cerca la evolución de los precios al público.
La data privada confirma un aumento promedio del 15% sólo la semana pasada, al que se sumó una nueva variación del 10% en las últimas horas. Los cortes que más aumentaron fueron el cuadril, en el orden del 20,5%; la nalga, un 14,6%; y el roast beef, 13,5%. El que menos incremento presentó fue el vacío con una variación del 3,48%.
La aceleración de los precios al consumidor fue noticia ya en febrero, cuando los cortes cárnicos quedaron al tope de los rubros más inflacionarios en todos los informes que se anticipan a la medición oficial.
Por caso, la entidad Consumidores Libres consignó que el segmento fue el que más aumentó en el mes con un promedio del 6,1%, superando ampliamente a los productos de almacén y a los de verdulería que considera para su canasta básica de alimentos.
Para la consultora FIEL el aumento de las carnes promedió el 11,4% levantando el nivel del rubro Alimentos y bebidas, que saltó 3,4% respecto a enero.
PxQ destacó la suba entre las más importantes del segundo mes del año, junto con las de los alquileres de viviendas, los combustibles, los artefactos y equipos eléctricos y muebles.
El peligro de recesión en Estados Unidos no estaba en los cálculos de la mayoría de los analistas. La aversión al riesgo volvió a impactar en acciones y bonos locales, alejando un posible retorno de la Argentina a los mercados este año
Casi nadie tenía en los cálculos al arrancar el 2025 que la economía norteamericana pudiera caer en recesión. Sin embargo, cuando todavía se transita el primer trimestre, ésta es una hipótesis cada vez más fuerte y crecen las chances que esto ocurra en el corto plazo. Incluso Donald Trump no descartó que suceda al ser consultado sobre el tema.
Las bolsas de todo el mundo y en particular Wall Street fueron fuertemente afectadas por esta nueva realidad. El viento de frente, como no podía ser de otra manera, le pegó con fuerza tanto a las acciones como a los bonos argentinos. El riesgo país subió más de 2% hasta los 723 puntos, alejando así cualquier posibilidad de retorno de la Argentina a los mercados de deuda posiblemente por todo el año.
No se puede hablar de un “cisne negro” porque la posibilidad de una recesión siempre está latente. Pero sí de un contexto inesperado, que para muchos es impulsado por el propio presidente norteamericano y su secretario del Tesoro, Scott Bessent. En recientes apariciones, ambos se mostraron despreocupados por la caída de las últimas jornadas en Wall Street y le restaron importancia. El mercado de Nueva York tuvo su peor semana desde septiembre y ayer se profundizó el derrumbe, especialmente en acciones tecnológicas que venían subiendo demasiado rápido.
En las últimas horas empezaron a dar vuelta comentarios sobre una suerte de caída provocada por la propia Casa Blanca. Detrás de este comportamiento estaría la necesidad de enfriar la economía llevándola a una recesión y presionar a la Reserva Federal para que baje la tasa de interés. Los fuertes vencimientos de deuda que tiene por delante el gobierno norteamericano se verían aliviados si sucede esto.
El efecto de corto plazo al menos es negativo para la Argentina por el impacto financiero. No es tan relevante la caída de las acciones, que venían de subas récord en 2024. Sin embargo, hay que seguir de cerca el impacto en los bonos, ya que el deterioro de las últimas semanas complica el ingreso de dólares a través de la cuenta capital. No solo el Gobierno no podrá volver a los mercados de deuda voluntarios, sino que también se le puede complicar el escenario a las empresas si esta crisis no pasa pronto.
El acuerdo con el FMI se vuelve más urgente que nunca, porque a esta altura es la única fuente de financiamiento genuino a la que puede echar mano el Gobierno. No es casualidad que se haya apurado el envío de un DNU al Congreso, aún cuando todavía no hay nada firmado.
Sin embargo, el propio ministro de Economía, Luis Caputo, se apuró en anunciar que el monto de desembolso ya está acordado, aunque no hubo mayores detalles del mismo. En Wall Street las especulaciones llevaron esa cifra hasta los USD 20.000 millones, aunque en el mercado local son más cautos y estiman un nivel de USD 12.000 a USD 15.000 millones.
Este fortalecimiento de las reservas también tendría otros objetivos. El más importante es asegurarse los recursos para pagar los vencimientos de deuda de julio, que suman USD 4.500 millones, una cifra similar a la de enero pasado.
Pero además el BCRA viene interviniendo en el mercado para evitar presiones sobre los dólares financieros, lo que también implica un stress adicional sobre las reservas. Aunque el FMI podría exigir que el nuevo desembolso no se use para tal fin, el organismo igual tiene dólares liquidos para seguir interviniendo y llegar a las elecciones legislativas sin mayores sobresaltos y sobre todo sin un aumento significativo de la brecha cambiaria.
El informe del Banco Central reflejó un ajuste en las expectativas sobre el tipo de cambio. Se proyecta que el dólar oficial siga un ritmo de depreciación del 1% mensual hasta agosto
El Relevamiento de Expectativas de Mercado (REM) publicado por el Banco Central de la República Argentina (BCRA) presentó nuevas proyecciones sobre la evolución del dólar oficial en 2025. El informe, elaborado a partir de las estimaciones de 39 analistas locales e internacionales, reflejó un incremento en los valores previstos para los primeros meses del año, aunque con un leve recorte en el cálculo para diciembre.
Según los datos difundidos, la cotización promedio del dólar mayorista alcanzaría los $1.069 en marzo, lo que representó un ajuste de $3,1 respecto a la encuesta anterior. En los meses siguientes, el tipo de cambio continuaría con aumentos graduales hasta llegar a $1.124 en agosto. De confirmarse este escenario, el Gobierno mantendría el esquema de crawling peg del 1% mensual al menos hasta mediados de año.
Para diciembre, la estimación del REM ubicó el dólar en $1.175, lo que implicó una suba del 18,1% interanual, por debajo del porcentaje esperado para la inflación anual de 23,3%. Asimismo, el pronóstico para los próximos 12 meses situó el dólar en $1.287 en febrero de 2026, con una aceleración en el primer bimestre de ese año, en un contexto en el que el Gobierno prevé la eliminación del cepo cambiario.
El mercado ajustó al alza las proyecciones
El relevamiento mostró que las expectativas sobre el tipo de cambio se modificaron en relación con la encuesta anterior. Para el período entre marzo y julio, los analistas aumentaron sus estimaciones, manteniendo la hipótesis de que el dólar continuará bajo un esquema de ajuste controlado.
De acuerdo con el informe, las proyecciones promedio para cada mes quedaron de la siguiente manera:
Marzo: $1.069
Abril: $1.080
Mayo: $1.091
Junio: $1.102
Julio: $1.113
Agosto: $1.124
Diciembre: $1.175
Próximos 12 meses: $1.287 (febrero 2026)
Estos valores reforzaron la idea de que el crawling peg del 1% mensual seguirá siendo la estrategia principal del Ministerio de Economía y el Banco Central para regular la evolución del tipo de cambio oficial.
Sin embargo, para diciembre, las proyecciones se ubicaron en $1.175, lo que representó un ajuste a la baja de $25 respecto al relevamiento previo. Este dato indicaría que los analistas prevén una menor depreciación del peso en los últimos meses del año.
Inflación y dólar: la brecha entre los pronósticos
Los resultados del REM reflejaron una diferencia significativa entre las proyecciones de inflación y la variación esperada para el dólar. Según los analistas, el Índice de Precios al Consumidor (IPC) cerraría el año con una suba del 23,3%, mientras que el tipo de cambio oficial se ajustaría un 18,1%.
Las previsiones de inflación
Esta brecha implicaría una apreciación del peso en términos reales, ya que la inflación superaría el ritmo de devaluación del dólar oficial. Desde el comienzo de la gestión de Javier Milei, el Gobierno sostuvo que la política cambiaria debía acompañar un proceso de reducción de la inflación sin acelerar la depreciación del peso.
A pesar de este diferencial, los analistas proyectaron que la evolución del tipo de cambio se acelerará en 2026, especialmente en el primer bimestre. Para febrero del próximo año, el dólar mayorista alcanzaría $1.287, con una suba de $72 respecto al relevamiento anterior.
Las proyecciones del REM no solo incluyen estimaciones sobre el tipo de cambio, sino también sobre el crecimiento económico y la tasa de desempleo. En relación con la actividad económica, el informe indicó que el Producto Bruto Interno (PBI) registraría un crecimiento del 4,8% en 2025, con un avance trimestral del 1% en la primera mitad del año.
Por otro lado, las expectativas sobre el mercado laboral se mantuvieron sin cambios. La tasa de desocupación prevista para el cuarto trimestre de 2024 se ubicó en 7%, mientras que para el mismo período de 2025 la proyección fue de 6,8%.
Los datos del REM sugirieron que los analistas prevén una recuperación gradual de la economía, acompañada de una moderación en el mercado cambiario. Sin embargo, el informe también reflejó una incertidumbre en torno a la evolución del dólar en el mediano plazo, especialmente en un contexto en el que el Gobierno anticipó modificaciones en la política cambiaria para los próximos meses.