Este trastorno neurológico raro provoca somnolencia extrema durante el día, incluso tras haber alcanzado las horas recomendadas de sueño. Cuáles son sus síntomas y cómo se diagnostica esta condición, según expertos consultados.
La hipersomnia idiopática puede dificultar las tareas diarias incluso en personas que han dormido más de diez horas durante la noche. (Imagen Ilustrativa Infobae)
Para quienes padecen hipersomnia idiopática, despertar no siempre significa iniciar el día. A pesar de haber dormido toda la noche, la sensación de cansancio extremo domina las horas diurnas, una situación que dificulta hasta las actividades más simples. Este trastorno neurológico del sueño, poco frecuente pero que puede ser profundamente incapacitante, se manifiesta con una somnolencia excesiva que no cede ni con largos períodos de descanso nocturno. De qué se trata, cuáles son sus síntomas y cómo se diagnostica, según expertos consultados por Infobae
Incluso, las siestas no aportan alivio, y el despertar se acompaña a menudo de confusión y torpeza motriz, destacaron desde Mayo Clinic. Entre los síntomas principales se destacan la inercia del sueño, que puede compararse con un estado similar a la ebriedad al despertar, y la somnolencia incontrolable durante el día. Este trastorno también afecta la concentración, la memoria y la capacidad de mantener la atención, lo que compromete la calidad de vida de quienes lo padecen.
La necesidad de sueño puede irrumpir en cualquier momento, incluso en actividades peligrosas como conducir, aumentando significativamente el riesgo de accidentes. Asimismo, aunque la hipersomnia idiopática puede aparecer a cualquier edad, los casos más frecuentes se observan entre los 10 y los 30 años, y afecta más a las mujeres que a los hombres.
En ese sentido, un estudio reciente publicado en Sleep Advances advirtió que esta enfermedad suele diagnosticarse con años de retraso debido a sus similitudes con otros trastornos del sueño, como la narcolepsia. Además de limitar el rendimiento laboral y social, la enfermedad puede derivar en cuadros de ansiedad o depresión, lo que agrava su impacto en la vida cotidiana.
Este trastorno se caracteriza por una somnolencia persistente incluso después de largos períodos de sueño nocturno. (Imagen Ilustrativa Infobae)
¿Qué es la hipersomnia idiopática?
“La hipersomnia significa una excesiva somnolencia en momentos en los que una persona debería estar despierta. En el caso de la hipersomnia idiopática, como su nombre indica, se trata de una somnolencia excesiva sin una causa neurofisiológica demostrable. Esto la diferencia de otras hipersomnias de origen central, como la narcolepsia”, afirmó en diálogo con Infobae la doctora Stella Valiensi (MN 94777), neuróloga especialista en Medicina del Sueño en el Hospital Italiano y presidenta de la Asociación Argentina de Medicina del Sueño (AMSUE).
En ese sentido, la experta indicó que “la hipersomnia idiopática se clasifica como un trastorno neurológico del sueño que genera una somnolencia diurna excesiva y persistente, incluso tras haber dormido de manera prolongada durante la noche”. Al tiempo que aclaró que se trata de un cuadro “raro. No se sabe con exactitud el porcentaje de personas afectadas, pero se sabe que es más frecuente en las mujeres y que suele presentarse después de la pubertad y antes de los 30 años”.
“Hay una gran cantidad de trastornos del sueño que se clasifican en insomnios, trastornos respiratorios del sueño, trastornos del ritmo circadiano, parasomnias, trastornos de movimientos durante el sueño e hipersomnias. Éstas últimas se caracterizan por un sueño excesivo, persistente e involuntario, siendo que la hipersomnia idiopática pertenece a este grupo”, comentó a Infobae el doctor Agustín Folgueira, médico especialista en Neurología y Medicina del Sueño del Hospital Italiano de Buenos Aires y miembro de la Asociación Argentina de Medicina del Sueño.
Expertos recomiendan evaluar parámetros clínicos y de laboratorio para descartar otras causas de somnolencia excesiva. (Imagen Ilustrativa Infobae)
En ese sentido, el experto destacó que “el trastorno del sueño más frecuente es el insomnio, que, a diferencia de la hipersomnia, se caracteriza por una dificultad para conciliar o mantener el sueño, a pesar de contar con buenas condiciones para lograrlo. Asimismo, otro trastorno muy común son las apneas del sueño, que también presentan somnolencia excesiva, pero suelen incluir ronquidos y pausas en la respiración en pacientes, frecuentemente con sobrepeso”, es por eso que para su diagnóstico “en general, es necesario descartar trastornos respiratorios del sueño (como las apneas del sueño), trastornos psiquiátricos como la depresión o el trastorno bipolar, fatiga crónica, alteraciones del ritmo circadiano o sueño insuficiente (dormir menos de lo que el cuerpo necesita por obligaciones sociales)”.
Según el estudio publicado en Sleep Advances, “esta condición comparte síntomas con otros trastornos del sueño, como la narcolepsia tipo 2, pero se distingue por la ausencia de cataplejía (pérdida súbita del control muscular, comparable a un apagón momentáneo del cuerpo mientras se está consciente) y alucinaciones hipnagógicas (percepciones irreales al quedarse dormido o al despertar, como sueños vívidos que parecen reales), así como por un sueño nocturno prolongado sin interrupciones significativas”.
Lo cierto es que este fenómeno provoca que quienes lo padecen sientan una necesidad constante de descansar, aunque las siestas no aporten sensación de recuperación. Según Mayo Clinic, uno de los rasgos distintivos de este trastorno es la inercia del sueño, una dificultad extrema para despertar que suele acompañarse de confusión y torpeza. Y su impacto trasciende el cansancio físico. Según el estudio publicado en Sleep Advances, afecta profundamente la calidad de vida, abarcando desde la esfera emocional hasta la funcionalidad cognitiva, con dificultades que van de problemas de atención hasta incapacidad para realizar actividades diarias.
Este trastorno puede interrumpir actividades peligrosas como conducir aumentando el riesgo de accidentes graves. (Imagen Ilustrativa Infobae)
En ese tono, el trabajo asegura, además, que la hipersomnia idiopática aparece con mayor frecuencia entre los 10 y los 30 años, siendo más común en mujeres que en hombres. Las tasas de prevalencia, por su parte, oscilan entre 2 y 10 casos por cada 100.000 habitantes, dependiendo de los criterios diagnósticos aplicados, siendo que los científicos aseguran que existen dificultades para identificar correctamente esta condición, con lo cual se advierten subdiagnósticos y errores en su clasificación.
De causas a síntomas: cómo se identifica a la hipersomnia idiopática
Hasta el momento, la causa de la hipersomnia idiopática no se comprende en su totalidad. Sin embargo, este reciente estudio afirma que esta condición es considerada un trastorno de exclusión, ya que su diagnóstico depende de descartar otros trastornos del sueño.
La hipersomnia idiopática puede causar aislamiento social debido a la incomprensión y la constante sensación de fatiga. (Imagen Ilustrativa Infobae)
“Lo más frecuente es diferenciarla de la narcolepsia, ya que en ese caso las siestas son cortas y reparadoras; muchas veces duran 10 minutos, y el paciente se levanta con toda la energía. Además, en los estudios, como el test de latencias múltiples, en las narcolepsias de tipo 1 y 2, se demuestra que el sueño REM comienza mucho antes de lo normal y, durante las siestas, presentan dos o más episodios de sueño REM. En cambio, en la hipersomnia idiopática, el inicio del sueño REM es normal. Sólo pueden presentar un episodio REM o ninguno, pero el promedio de latencia para iniciar el sueño es de 8 minutos o menos”, destacó Valiensi.
Y continuó: “En estos estudios, se constata que duermen prácticamente en todas las siestas, pero es difícil encontrar sueño REM. Además, a diferencia de la narcolepsia, suelen haber dormido muchas horas la noche previa. En la hipersomnia idiopática, los síntomas desaparecen con el tiempo en hasta el 50% de los pacientes”.
“El síntoma principal es la somnolencia excesiva diurna, que no mejora con un mayor tiempo de sueño. Los pacientes suelen tener dificultades para despertarse, especialmente por la mañana, y experimentan una sensación de confusión o letargo, conocida como ‘borrachera del sueño’. Aunque necesiten siestas largas durante el día, estas no son reparadoras, lo que refuerza la sensación de cansancio constante”, destacó Folgueira.
Las emociones como la ansiedad y la depresión son comunes entre quienes padecen hipersomnia idiopática. (Imagen Ilustrativa Infobae)
Y agregó: “Es importante descartar otras causas que puedan explicar la somnolencia diurna excesiva, como trastornos del ritmo circadiano, enfermedades metabólicas como el hipotiroidismo, o condiciones neurológicas relacionadas con lesiones, infecciones o enfermedades degenerativas. También debemos considerar factores psiquiátricos, el consumo de sustancias o medicamentos que pueden generar sedación”.
Desde Mayo Clinic afirmaron que factores externos, como episodios de estrés agudo o infecciones, podrían influir en la aparición o agravamiento de los síntomas. Asimismo, resaltaron que, además de la somnolencia diurna excesiva, las siestas prolongadas no reparadoras y la dificultad para despertarse, esta condición a menudo es acompañada de confusión, irritabilidad y problemas de coordinación. Estas alteraciones, descritas por los pacientes como episodios de “niebla mental”, afectan funciones cognitivas como la atención, la memoria y el pensamiento lógico, impactando en el rendimiento laboral y académico.
En algunos casos, las personas también experimentan comportamientos automáticos, como realizar actividades cotidianas sin plena conciencia. Según Mayo Clinic, este trastorno no solo afecta la salud física, sino también el bienestar emocional, ya que la constante somnolencia y la incomprensión social pueden derivar en ansiedad, depresión e incluso aislamiento social, disminuyendo significativamente la calidad de vida.
Cómo se diagnostica la hipersonmia idiopática
La inercia del sueño dificulta el despertar matutino en quienes padecen hipersomnia idiopática provocando confusión y torpeza. (Imagen ilustrativa Infobae)
Lo cierto es que se llega al diagnóstico de esta condición tras descartar otros trastornos, según advierten los expertos. Es por eso que aseguran que depende de una evaluación cuidadosa y de pruebas específicas.
En palabras de la doctora Valiensi, “el interrogatorio es fundamental, donde la somnolencia excesiva diurna en los últimos meses es lo típico. Duermen muchas horas y sienten que no pueden despertarse, es una de las formas de presentación. Pero el diagnóstico diferencial, como se dijo antes, es con narcolepsia, entonces es importante hacer estudios de sueño, como polisomnografía pero no de 6 o más horas, sino de 11 o más horas (estudio realizado en pocos centros en Argentina), al igual que el test de múltiple latencia de inicio de sueño, donde, como se dijo antes, no deberían presentar 2 sueños REM, pero la latencia promedio es de 8 minutos o menos”.
Asimismo, la experta advirtió que “también hay que diferenciarla de otros trastornos como alteraciones del ritmo circadiano, alteraciones endócrinas, por ejemplo, hipotiroidismo, o trastornos neurológicos como lesiones por accidente cerebrovascular, lesiones asociadas a tumores, lesiones por infecciones del sistema nervioso o por enfermedades neurodegenerativas, como Alzheimer y Parkinson, trastornos psiquiátricos, o el uso de drogas o medicamentos sedantes, lo cual es mucho más frecuente de lo que se piensa”.
La hipersomnia idiopática afecta la atención y el rendimiento académico especialmente en jóvenes de entre 10 y 30 años. (Imagen Ilustrativa Infobae)
“La sospecha y el diagnóstico son clínicos”, destacó Folgueira. Y continuó: “Se estudia mediante una polisomnografía nocturna con oximetría, que evalúa la estructura y calidad del sueño durante la noche para descartar otros diagnósticos diferenciales. Esto es seguido por un test de latencias múltiples de sueño, que analiza la estructura del sueño durante las siestas”. De acuerdo con el experto, “también se utiliza la actigrafía, un sensor de pulsera que se lleva durante una semana para analizar el sueño. Este dispositivo, similar a un reloj inteligente, permite un análisis más profundo de los datos”.
En ese sentido, el doctor Daniel Pérez Chada (MN 47.085), presidente de la Fundación Argentina del Sueño, había explicado a Infobaeque “la polisomnografía es un estudio que se utiliza para confirmar diagnósticos específicos relacionados con trastornos del sueño. Este análisis evalúa las distintas etapas del sueño y la actividad cardiorrespiratoria durante estas etapas”. Realizado en un laboratorio del sueño, este análisis mide parámetros como la actividad electroencefalográfica, los movimientos oculares, la respiración y la función cardíaca mientras el paciente duerme, con lo cual brinda una visión integral del descanso nocturno.
En palabras de los expertos, debido a la ausencia de marcadores biológicos específicos y la similitud de sus síntomas con otros trastornos del sueño, su diagnóstico implica evaluaciones clínicas detalladas, pruebas específicas del sueño y la exclusión de causas secundarias de somnolencia. En ese sentido, a modo de resumen, desde Mayo Clinic indicaron que las pruebas estándar para el diagnóstico incluyen la polisomnografía nocturna y el test de latencias múltiples del sueño, que mide la rapidez para conciliar el sueño y los patrones de descanso durante varias siestas diurnas.
La hipersomnia idiopática es más frecuente en mujeres aunque las razones detrás de esta diferencia aún no están claras según los especialistas. (Imagen Ilustrativa Infobae)
“Todos los cuadros deben ser analizados por médicos expertos en medicina del sueño, teniendo en cuenta parámetros clínicos y de laboratorio. Es fundamental descartar condiciones como anemia, déficit de hierro, deficiencia de vitaminas, trastornos renales, hiperamoniemia, problemas endócrinos como hipotiroidismo o la presencia de anticuerpos antitiroideos, entre otros. Además, siempre es importante consultar sobre la medicación que esté tomando el paciente”, recalcó Valiensi. Y completó: “Es necesario recordar que, por definición, los cuadros de hipersomnia idiopática deben tener una duración de tres meses o más. Por eso, antes de llegar a un diagnóstico, deben haberse realizado estudios de laboratorio sanguíneo y análisis específicos en laboratorios de medicina del sueño”.
Cómo puede tratarse la hipersomnia idiopática
Debido a que no existe una cura conocida para este trastorno, Mayo Clinic advierte que el tratamiento de la hipersomnia idiopática se enfoca en aliviar los síntomas. Por ese motivo, se centran en medicamentos estimulantes, como el modafinilo, que suelen recetarse para ayudar a los pacientes a mantenerse despiertos durante el día. Sin embargo, estos fármacos no están exentos de efectos secundarios. Además, se recomiendan medidas no farmacológicas, como mantener un horario regular de sueño y evitar el consumo de alcohol y sustancias que puedan alterar el descanso.
“En el tratamiento de la hipersomnia idiopática, existen medicamentos que mejoran el nivel de alerta, llamados estimulantes, como el modafinilo o el metilfenidato, los cuales deben ser recetados por un médico acreditado en medicina del sueño. Recientemente, han surgido nuevos fármacos, conocidos como antagonistas o agonistas inversos de los receptores H3 de la histamina”, explicó Folgueira.
La hipersomnia idiopática impacta en el rendimiento laboral al provocar somnolencia extrema y dificultades de concentración incluso después de haber dormido muchas horas durante la noche. (Imagen Ilustrativa Infobae)
Asimismo, en el manejo de los síntomas, los hábitos de sueño juegan un papel fundamental. “Planificar siestas es muy importante en estos casos, aunque sean largas y no resulten reparadoras. Indicar siestas terapéuticas puede ser una opción en el manejo de la hipersomnia idiopática. Además, es fundamental diferenciar la inercia del sueño de los síntomas depresivos, ya que esta distinción influye directamente en la elección del tratamiento farmacológico adecuado”, señaló la doctora Valiensi.
Además, los especialistas recomiendan cambios en el estilo de vida como parte del manejo integral del trastorno. “Dado que las causas de la hipersomnia idiopática son desconocidas, el tratamiento se centra en aliviar el síntoma de somnolencia”, recalcó Folgueira. Y destacó la importancia de mantener una adecuada higiene del sueño, siguiendo estos pasos:
Respetar horarios regulares de sueño.
Tomar cafeína o medicamentos recetados para mantenerse alerta y activo.
Evitar conducir si se siente somnoliento.
Evitar medicamentos que puedan afectar el sueño y generar más somnolencia.
Evitar el alcohol.
Descartar otros trastornos del sueño.
Evaluar y descartar condiciones médicas o psiquiátricas que puedan generar somnolencia.
Un bajo consumo de energía puede afectar el metabolismo, la recuperación muscular y hasta la salud ósea. Cómo mejorar la dieta para evitar problemas a largo plazo
A menudo se subestima la importancia de una alimentación adecuada para el rendimiento físico. Los expertos en nutrición deportiva advierten que no consumir suficientes calorías en relación con el gasto energético puede desencadenar una serie de problemas metabólicos, hormonales y de salud en general.
El impacto de la baja disponibilidad de energía en el cuerpo
El cuerpo necesita un equilibrio entre la energía que consume y la que gasta. Cuando esta ecuación se rompe y la ingesta calórica no es suficiente para cubrir las demandas diarias, se puede desarrollar una condición conocida como deficiencia relativa de energía en el deporte (RED-S).
Esta afección afecta múltiples funciones biológicas, desde la regulación hormonal hasta la densidad ósea, el estado de ánimo y el sistema inmunológico.
La deficiencia energética relativa en el deporte (RED-S) afecta funciones biológicas clave como la regulación hormonal y la densidad ósea (Imagen ilustrativa Infobae)
Rebecca McConville, dietista deportiva y autora de Finding Your Sweet Spot, explicó a la revista de salud SELF que muchas personas pueden sufrir esta deficiencia sin darse cuenta.
No siempre es una cuestión de restricción intencional de calorías, sino que factores como la falta de planificación en la alimentación o la desinformación sobre las necesidades nutricionales pueden contribuir al problema.
Señales de advertencia de la falta de energía
Identificar los síntomas de una ingesta calórica insuficiente es clave para evitar consecuencias graves. Entre las señales más comunes, los especialistas destacaron en SELF las más importantes o impactantes.
1- Pérdida de motivación y fatiga extrema
Las sesiones de ejercicio que antes resultaban manejables comienzan a sentirse extenuantes. A medida que el cuerpo se queda sin energía disponible, la sensación de agotamiento se vuelve más frecuente, incluso después de descansar.
“Presta atención a lo que te dicen tus pensamientos. Si constantemente dices: ‘Esto es muy difícil. Esto apesta. ¿Por qué estoy haciendo esto? Esto no es divertido’, eso es señal de que tienes poca energía”, explicó Stephanie Roth-Goldberg, terapeuta especializada en psicología del deporte y recuperación de trastornos alimentarios.
Al finalizar el ejercicio uno se siente cansado y eso está bien y es normal. Lo que no debe ocurrir es sentirse sin energía para realizar tareas cotidianas como jugar con hijos, mascotas, llevar las bolsas de las compras y demás.
2- Problemas digestivos
Estreñimiento, hinchazón y alteraciones en la microbiota intestinal pueden ser señales de que el cuerpo está en modo de conservación de energía, afectando el funcionamiento del sistema digestivo.
Además, la insuficiencia de energía puede desequilibrar el sistema digestivo y modificar la microbiota intestinal, desencadenando molestias como diarrea o dolor abdominal.
McConville señaló que, ante molestias digestivas, muchas personas tienden a eliminar ciertos alimentos o grupos alimenticios, como los lácteos o el gluten, en un intento de aliviar los síntomas.
3- Desequilibrios hormonales
En las mujeres, la ausencia o irregularidad del ciclo menstrual puede ser un indicador de baja disponibilidad de energía. En los hombres, una caída en los niveles de testosterona puede manifestarse en una disminución del deseo sexual.
McConville explicó que una disminución repentina en el interés sexual podría ser una estrategia del cerebro para ahorrar energía, lo que indica un posible desequilibrio que no debe pasarse por alto.
Problemas digestivos como estreñimiento o hinchazón pueden indicar que el cuerpo está en modo de conservación de energía (Imagen Ilustrativa Infobae)
4- Trastornos del sueño
La dificultad para conciliar el sueño o los despertares nocturnos pueden ser resultado de un metabolismo alterado por la falta de nutrientes. Bajos niveles de azúcar en sangre durante la noche pueden generar episodios de ansiedad y afectar la calidad del descanso, según McConville en SELF.
5- Sensación constante de frío y cambios en la piel y el cabello
La ralentización del metabolismo como respuesta a la falta de energía puede hacer que las personas se sientan más frías de lo normal.
La dietista deportiva Holley Samuel, advirtió en SELF que los desequilibrios hormonales, la falta de micronutrientes y el déficit de proteínas pueden afectar la piel, el cabello y las uñas.
Algunas personas experimentan caída o debilitamiento del cabello, piel deteriorada y uñas frágiles. Además, señaló que este problema va más allá de una simple deficiencia y no puede resolverse solo con suplementos como la biotina.
6- Atracones de comida
Un patrón frecuente en quienes no consumen suficiente energía durante el día es la aparición de episodios de hambre extrema en la tarde o la noche, lo que puede generar un ciclo de restricción y sobrealimentación difícil de romper.
“Si le das a la gente la cantidad adecuada de calorías, pero las distribuyes a lo largo del día de manera uniforme y se alimentan antes y después de los entrenamientos, tendrán un buen equilibrio energético”, aseveró Samuel.
7- Aumento de peso inesperado
Aunque pueda parecer contradictorio, la falta de calorías puede ralentizar el metabolismo y provocar una mayor acumulación de grasa corporal como mecanismo de defensa del organismo, aseguró McConville.
Atracones nocturnos pueden surgir por una distribución inadecuada de calorías durante el día (Imagen Ilustrativa Infobae)
8- Alteraciones en la frecuencia cardíaca y niveles de colesterol
Un metabolismo desacelerado puede reflejarse en una frecuencia cardíaca inusualmente baja. Al mismo tiempo, los desbalances hormonales pueden elevar los niveles de colesterol LDL, asociado a un mayor riesgo cardiovascular, de acuerdo con el artículo de SELF.
9- Mayor riesgo de lesiones y recuperación lenta
Las fracturas óseas fueron durante mucho tiempo una consecuencia asociada a los trastornos alimentarios. La insuficiencia de nutrientes esenciales para la salud ósea, como el calcio y la vitamina D, junto con un bajo nivel de energía, puede alterar el equilibrio hormonal y debilitar los huesos, aumentando el riesgo de fracturas por estrés.
Sin embargo, expertos en medicina deportiva advirtieron que la falta de energía también compromete la recuperación muscular, según SELF
Los desequilibrios hormonales pueden interferir en la reparación de los tejidos después del ejercicio, haciendo que músculos, tendones y articulaciones sean más vulnerables al dolor y las lesiones. Además, los tiempos de recuperación pueden prolongarse, lo que dificulta el proceso de sanación.
Cómo corregir la falta de energía
Recuperar el equilibrio energético requiere un enfoque integral que combine cambios en la alimentación y ajustes en la rutina de ejercicio. Los especialistas recomendaron:
Consultar a un experto: un dietista deportivo o un profesional de la salud con experiencia en nutrición deportiva puede evaluar las necesidades energéticas individuales y ayudar a planificar una dieta adecuada.
Ajustar la alimentación: es clave distribuir mejor las comidas a lo largo del día, asegurando un consumo adecuado de carbohidratos, proteínas y grasas saludables.
Prestar atención a los signos del cuerpo: identificar síntomas tempranos y hacer ajustes oportunos puede prevenir problemas de salud a largo plazo.
La advertencia fue planteada por el Colegio de Médicos de la Provincia de Buenos Aires. ¿Hay vacunas disponibles para una campaña masiva? La población objetivo supera por mucho el stock confirmado por Nación. Además, en 2024 fue desoída una recomendación de la CONAIN.
Ante el brote de sarampión iniciado en la Ciudad de Buenos Aires en febrero, que ya se expandió hacia territorio bonaerense y lleva ocho casos confirmados, el Colegio de Médicos de la Provincia de Buenos Aires emitió un comunicado para advertir que “sin una campaña de vacunación efectiva, el brote de sarampión es imparable”.
“Nuestra entidad solicita a las autoridades nacionales y provinciales en materia sanitaria, instrumentar y/o reforzar todas las políticas para plasmar campañas vacunatorias e informativas, de modo de garantizar de manera efectiva la salud de la población”, difundió días atrás.
¿Hay vacunas disponibles para una campaña masiva? Este diario consultó al Ministerio de Salud sobre el stock de vacuna triple viral, la que incluye protección contra el sarampión (además de rubéola y paperas). La respuesta fue: “vacunas tienen que entrar vía OPS (hay compradas 500 mil), pero están con problemas de abastecimiento porque se las acaparan USA e Inglaterra. Hay falta de stock mundial”.
Luego, desde la cartera que conduce Mario Lugones añadieron que “hay más de 200 mil repartidas y disponibles en las jurisdicciones y MinSal tiene más de 30 mil en stock”.
Los números no dan
Según el informe de coberturas de 2023, la población objetivo ese año era de 487.796 bebés de un año para la primera dosis, y 682.154 para la dosis de refuerzo, en el quinto año de vida. En total, 1.169.950. Pese a la baja de natalidad que se viene registrando, las cifras actualizadas no varían demasiado: en 2023 hubo 460.902 nacidos vivos (bebés que cumplieron un año a lo largo de 2024) y en 2020 esa cifra fue de 533.299: es la población que cumple cinco este año.
Sea cual sea el dato que se tome de referencia, ni las 200 mil distribuidas, ni las 30 mil en stock en manos de Nación, ni las 500 mil en espera ya compradas a la Organización Panamericana de la Salud resultan suficientes para la población objetivo actual. A ella hay que sumarle la población con esquema incompleto que no se vacunó en los años previos, cuando le correspondía, y la indicación de dosis extra –por el momento, en Provincia de Buenos Aires- para personas de 13 meses a 4 años que hayan tenido contacto con casos confirmados, así como para bebés de entre 6 y 11 meses que hayan tenido contacto con esos casos (para este grupo se denomina ‘dosis cero’ y no cuenta para el esquema regular a completar luego).
De acuerdo al informe antes mencionado, la cobertura en 2023 para la primera dosis fue del 81,6% a nivel nacional, con casos muy por debajo de ese promedio, como CABA, con el 66%. Para la segunda dosis el resultado fue marcadamente peor: 54,8% promedio en todo el país.
Acefalía y recomendaciones desoídas
El panorama se agrava por la situación de la Dirección de Control de Enfermedades Inmunoprevenibles (DiCEI), el área que se ocupa de las vacunas en el Ministerio de Salud. Tras el despido del 30% del equipo, otra gran parte presentó su renuncia ante la imposibilidad de sostener las políticas básicas, como explicaron los profesionales mediante un comunicado. Luego, fue la directora nombrada por la actual gestión quien dio un paso al costado. Así, el área quedó acéfala.
Este lunes, el Ministerio de Salud mantuvo una reunión con la Comisión Nacional de Inmunización (CoNaIn), el organismo técnico que asesora a las autoridades para la toma de decisiones en materia de vacunación. No hubo un resultado cerrado aún: el encuentro continuará este jueves.
Pero lo cierto es que, según figura en las actas –publicadas días atrás- por el Ministerio de Salud, la CoNaIn ya había emitido en agosto del año pasado recomendaciones para evitar el avance del sarampión. Esas recomendaciones no se tradujeron en medidas.
“La CoNaIn recomienda avanzar en la modificación del CNV (Calendario Nacional de Vacunación) con la disminución de la edad de aplicación de la segunda dosis de SRP (sarampión, rubéola y parotiditis) a los 15- 18 meses”, plantearon por entonces desde la comisión de especialistas. Además, “sugiere promover acciones para elevar las coberturas de Vacunación de las primeras y segundas dosis, reforzar la Vigilancia Epidemiológica de las EFE (Enfermedades Febriles Exantemáticas) y avanzar en el recupero de esquemas para cerrar brechas en cada cohorte de edad”.
Sin campañas en los medios masivos de comunicación, en plena proliferación de discursos antivacunas y con las coberturas en descenso, la situación no hizo más que empeorar. El brote en curso se da con el área de Vacunas de Nación desmantelada y sin siquiera stock sólido de gammaglobulina, necesaria para la profilaxis en caso de contacto con enfermos: “quedan muy pocas, porque se demoró un proceso de compra”, confirmó a Tiempo la propia cartera sanitaria. “Debería entrar en breve”, prometió.
La meta es el 95%
El sarampión es una de las enfermedades más contagiosas del mundo. Para prevenir brotes se necesita una cobertura de al menos el 95 por ciento.
La alarma no sólo está encendida en la Argentina. La Organización Panamericana de la Salud (OPS) emitió una alerta epidemiológica ante al aumento de casos en varios países de la región de las Américas. Hasta la semana epidemiológica 8 de este año (21 de febrero de 2025) se habían confirmado 268 contagios -incluyendo una defunción- en Argentina, Canadá, Estados Unidos y México. “Este aumento representa un incremento significativo en comparación con el mismo período de 2024, cuando se registraron 60 casos durante las primeras ocho semanas del año”, contrastó el organismo.
Para completar esquemas se necesitan dos dosis, y no hay que esperar a cumplir cinco años para la segunda. “En el antiguo esquema de vacunación antisarampionosa, que se llamaba ‘ingreso escolar’, la segunda dosis se colocaba a los cinco años. Hoy por hoy, es en diferentes cohortes. Este año deben aplicarse a todos los niños nacidos en el 2020, sin necesidad de que tengan cinco años cumplidos”, explicó Liliana Bertoni, jefa de Epidemiología de San Juan.
Fundamental para la coagulación sanguínea, la salud ósea y la protección cardiovascular, este nutriente es vital en funciones biológicas clave que el cuerpo no puede realizar sin ella
Las vitaminasson compuestos esenciales para el funcionamiento adecuado del cuerpo humano. Aunque en pequeñas cantidades, su presencia es vital para numerosos procesos biológicos, desde la regulación de las funciones metabólicas hasta el mantenimiento de los sistemas inmunológico, óseo y cardiovascular.
Sin la cantidad adecuada de vitaminas, el cuerpo no podría realizar funciones clave, lo que podría resultar en una serie de trastornos y enfermedades. Entre todas las vitaminas, la vitamina Kocupa un lugar destacado debido a su influencia en la coagulación sanguínea, la salud ósea y la protección de los vasos sanguíneos.
En este contexto, la vitamina K, especialmente en su forma K2 (menaquinona), ha generado creciente interés en la investigación médica debido a sus posibles beneficios más allá de la coagulación, como la protección ósea y cardiovascular. A pesar de ser menos conocida que otras vitaminas, su deficiencia puede traer consecuencias graves, como problemas en la coagulación sanguínea, mayor riesgo de fracturas óseas y enfermedades arteriales.
La falta de vitamina K favorece la calcificación arterial, un factor de riesgo para enfermedades cardiovasculares graves como la hipertensión y la arteriosclerosis – (Imagen Ilustrativa Infobae)
Cuáles son los síntomas de deficiencia de la vitamina K
La deficiencia de vitamina K puede ser silenciosa al principio, pero con el tiempo puede manifestarse en síntomas graves que afectan la coagulación sanguínea, los huesos y el sistema cardiovascular. Estos son cinco de los síntomas más destacados asociados con la falta de vitamina K en el organismo.
Sangrado excesivo y moretones frecuentes: la vitamina K juega un papel esencial en la coagulación sanguínea al activar proteínas clave, como la protrombina, que son necesarias para detener el sangrado. Según un estudio de la Universidad de Harvard, la deficiencia de vitamina K puede interferir con este proceso, lo que lleva a una coagulación sanguínea deficiente y, como resultado, a un sangrado más prolongado y a la aparición de moretones con facilidad. Este síntoma es particularmente evidente en personas que sufren heridas o cirugías, donde el sangrado puede ser más difícil de controlar.
Osteoporosis y mayor riesgo de fracturas: la vitamina K es clave para la mineralización ósea. Esta vitamina ayuda a activar proteínas como la osteocalcina, que regula la fijación del calcio en los huesos. La deficiencia de vitamina K puede contribuir a una mayor pérdida de densidad ósea, lo que aumenta el riesgo de fracturas y osteoporosis. Según un artículo publicado en la revista The Journal of Clinical Endocrinology & Metabolism, las personas con niveles bajos de vitamina K tienen mayor probabilidad de sufrir fracturas óseas, especialmente en las caderas.
Calcificación arterial y enfermedades cardiovasculares: la calcificación de las arterias es un proceso patológico en el cual el calcio se acumula en los vasos sanguíneos, lo que puede llevar a un endurecimiento arterial y aumentar el riesgo de hipertensión y enfermedades del corazón. La vitamina K desempeña un papel crucial en la inhibición de este proceso, activando proteínas como la matrix Gla-protein (MGP), que impide que el calcio se deposite en las arterias. La deficiencia de vitamina K puede contribuir a la calcificación arterial.
Fatiga inexplicable y debilidad general: la falta de vitamina K también puede provocar fatiga generalizada, ya que esta vitamina está involucrada en varios procesos metabólicos, incluida la regulación de la producción de energía. En una revisión publicada en Nutrition Reviews, se destacó que los déficits vitamínicos pueden influir en la capacidad del cuerpo para generar energía celular, lo que podría traducirse en una sensación persistente de cansancio y debilidad.
Alteraciones en la coagulación durante procedimientos médicos: las personas con niveles bajos de vitamina K pueden experimentar dificultades durante procedimientos médicos, como cirugías o intervenciones invasivas, debido a la alteración en la coagulación sanguínea. Un estudio realizado por los Institutos Nacionales de Salud (NIH) señala que aquellos con deficiencia de vitamina K tienen mayor probabilidad de experimentar hemorragias excesivas durante procedimientos quirúrgicos, ya que su cuerpo no produce suficiente proteína coagulatoria.
La deficiencia de vitamina K compromete la mineralización ósea, aumentando la probabilidad de fracturas y desarrollando osteoporosis – (Imagen Ilustrativa Infobae)
Por qué la vitamina K es importante para el organismo
La vitamina K es indispensable para una serie de funciones biológicas fundamentales, especialmente para la coagulación sanguínea, la salud ósea y la protección cardiovascular.
En términos de coagulación, esta vitamina facilita la activación de diversas proteínas que permiten que la sangre forme coágulos eficaces cuando es necesario. Sin suficiente vitamina K, el riesgo de sangrados excesivos aumenta, lo que pone en peligro la salud, especialmente en situaciones de trauma o durante cirugías.
Además, la vitamina K tiene un impacto directo en la salud ósea, ya que activa la osteocalcina, una proteína que permite que el calcio se deposite correctamente en los huesos, fortaleciendo su estructura y evitando la pérdida de densidad ósea. La deficiencia de vitamina K puede llevar a un mayor riesgo de fracturas y enfermedades como la osteoporosis.
En términos cardiovasculares, la vitamina K previene la calcificación de las arterias, lo cual es crucial para evitar enfermedades cardiovasculares graves como la arteriosclerosis y la hipertensión.
Las yemas de huevo son buenas fuentes de vitamina K (Imagen Ilustrativa Infobae)
Qué alimentos contienen vitamina K
La vitamina K se encuentra principalmente en alimentos de origen animal y en productos fermentados. Algunas de las mejores fuentes de esta vitamina incluyen:
Alimentos fermentados: el natto, un alimento tradicional japonés hecho de soja fermentada, es extremadamente rico en vitamina K, especialmente en su forma K2. Otros alimentos fermentados, como el chucrut y ciertos quesos curados (como el gouda y el queso suizo), también contienen cantidades significativas de vitamina K.
Carnes y vísceras: la carne de res, el pollo y especialmente el hígado son fuentes importantes de vitamina K, particularmente en su forma K2, que es valioso para la salud ósea y cardiovascular.
Pescados grasos: el salmón y otros pescados grasos contienen vitamina K, que es clave para el mantenimiento de la salud cardiovascular y ósea.
Huevos y lácteos: las yemas de huevo y ciertos quesos son buenas fuentes de vitamina K. Los productos lácteos de animales alimentados con pasto, como la mantequilla, también contienen este nutriente.