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Sociedad

“Roberto había sido el hombre de mi vida y yo estaba ciego”: de los años de juventud jugando al fútbol a una gran revelación

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Juan y Roberto se conocieron en un potrero de Villa Modelo en la década del 70. El primero, el goleador del equipo, era un buen compañero y el “fachero” que salía con cuanta mujer se le cruzara. Roberto, el arquero, lo amó en secreto toda su vida, luego de un acercamiento fallido. El desenlace inesperado en la madurez y las ganas de recuperar el tiempo perdido

“Viví sintiendo que había algo mal en mí. Me convencí de que estaba fallado, que lo que sentía por ‘Don’ no podía ser amor. Entonces durante 50 años me anulé, callé e hice todo lo que ‘había que hacer’”, se despacha Roberto para introducir la historia que tuvo guardada durante casi toda su vida. “¡Pará Roberta! No empieces con sentimentalismos… Lo importante es todo lo que nos queda por vivir juntos”, dice Juan, alias “Don” como lo apodaron en la adolescencia por su fama de Don Juan y como lo llamaremos a partir de ahora.

En el invierno del 74, la platea albiceleste estaba caldeada: el fixture de la Copa Mundial que se disputó en Alemania no favoreció al conjunto dirigido por Vladislao Cap y, tras superar la fase de grupos, Argentina fue acribillada por la mítica “Naranja Mecánica” de Johan Cruyff, por 4-0… el resto es historia. Sumado a que justo cinco días después de la derrota futbolística, el 1 de julio, fallecía el General Juan Domingo Perón y el país estaba de luto. Ese domingo mientras disputaban la final del campeonato de clubes, un delantero del equipo contrario se rió de Roberto luego de marcarle el quinto gol: “¿Qué sos Clemente? El arquero sin manos”, dijo el de Barracas, y absolutamente todo el plantel, hasta el banco suplente, estalló a carcajadas. Pero hubo un sólo valiente que defendió a Roberto: “¿Qué te pasa cabeza de termo? ¿Querés pelear?”, se abalanzó Don con los tapones de punta. Acto seguido, se desató una batalla campal en el rústico estadio de zona sur.

Amores Reales, Juan y Roberto (Imagen Ilustrativa Infobae)Amores Reales, Juan y Roberto (Imagen Ilustrativa Infobae)

El equipo de Avellaneda perdió pero, a pesar de los cinco tantos en contra que le metieron, Roberto salió triunfante al escuchar las palabras que Don le susurró al oído: “Hay cosas más importantes que ganar… cosas como no dañar o no avergonzar a otros”, lo sorprendió dándole una palmada en el hombro, con la camiseta todavía embarrada y la cara hinchada de los golpes que se había comido por defenderlo. “Nunca me voy a olvidar de ese gesto. Imaginate lo que es tener todo un estadio de pibes riéndose de vos, hasta tus propios compañeros embroncados por ‘hacerlos perder’. Y de repente, el más querido por todos, sacando el pecho por mí”, dice Roberto abrazando al hombre que tiene al lado, y luego de un suspiro agrega: “Ahí me enamoré profundamente de Don. ¡Él se puso la 10 por mí! Ya sentía cosas y me las autocensuraba. Pero vino toda esa demostración, ¡y en público!”, señala haciendo montoncito. Esa noche, y todas las que vinieron hasta el jueves siguiente, Roberto no pudo dormir.

Luego de transpirar la camiseta, venía la rutina de siempre: “a las duchas para salir con los muchachos a morfar algo”, dicen a dúo. Esa noche de agosto el vestuario estaba impregnado con el olor a sudor, a esfuerzo y a humedad, mientras las luces fluorescentes titilaban sobre las cabezas de los jugadores. El eco de las voces y los golpes de las duchas caían como una cortina sonora que cubría el ambiente; Roberto sólo oía el eco alentador de su voz interior: “Es ahora, es ahora”. Algunos jugadores ya se habían sacado sus camisetas, dejando a la vista los músculos tensos y las marcas de un entrenamiento exigente, como Don, que fue el primero en meterse debajo del chorro caliente. El arquero se coló en la ducha de al lado y sosteniendo el jabón le hizo una seña a su mejor amigo y le dijo: “¿Te lo paso?” El delantero con su mejor gambeta esquivó la propuesta, con delicadeza, sin exponer ni ofender a Roberto le respondió: “No, no, gracias Robert… a esta espalda sólo la tocan minas”. El arquero entendió el mensaje y la escena terminó en silencio.

"A esta espalda solo la tocan las minas", le dijo Don a Roberto en el vestuario (Imagen Ilustrativa Infobae)“A esta espalda solo la tocan las minas”, le dijo Don a Roberto en el vestuario (Imagen Ilustrativa Infobae)

Un par de jugadores se relajaba contra los bancos de madera, charlando sobre las jugadas clave del entrenamiento. Reían, se tomaban el pelo entre ellos, burlándose de un pase fallido o de una jugada que no salió como esperaban. Mientras, en un rincón, Don y Roberto se cambiaban mudos, con las miradas perdidas, aún procesando la intensidad de lo ocurrido hacía instantes. Un golpe seco contra un armario rompió la monotonía: alguien lanzó con frustración una camiseta arrugada, y otro a la voz de “¡calmate!” indicó que la seguían en la cena.

En el bodegón de la Av. Debenedetti, mientras los compañeros de equipo conversaban sobre tácticas para el próximo partido, la atmósfera era relajada pero cargada de camaradería, menos Roberto y Don que ya no se podían sostener la mirada. “Sentí que lo había arruinado todo y no podía ni mirarlo”, dice el arquero, y el otro agrega: “No entendía si yo le gustaba o habían sido mis fantasmas, pero mi estrategia a partir de ahí fue hacer como si nada. Hay cosas de las que es mejor no hablar”, decreta Don. La energía del equipo, aunque algo apagada por el cansancio, seguía siendo palpable: la cena post entrenamiento es un lugar donde los esfuerzos compartidos se sienten, donde las rivalidades y las bromas se mezclan con un respeto mutuo, como si cada uno fuera consciente de que el trabajo en equipo es lo que los hace avanzar. Esa misma energía que ayudó a los amigos confundidos a continuar, “como si aquí no hubiera pasado nada”.

Pero a Roberto entrenar ya le dolía, y no era una molestia física, sino la tortura de no poder abrazar o mirar a Don como antes del “incidente” en el vestuario. Seguían siendo los mejores amigos pero ambos sabían que “algo” había cambiado y la incomodidad era insoportable. Así fue que al año siguiente, cuando volvieron los entrenamientos, Roberto se puso a tono con la represión del país y tomó una decisión drástica: “Me dejé de joder, colgué los botines y con ellos mis verdaderos deseos. Me puse de novio con Lucía que era la mujer ideal para ‘hacer todo lo que había que hacer’ y andaba loca por mí desde primer grado”, es su forma de explicar que no sólo dejó el fútbol para siempre, sino que abandonó sus ilusiones para tomar por prestadas “las de la gente normal”.

Dicho y hecho, al año Roberto se casó con Lucía y tuvo muchos momentos de felicidad: “Sobre todo cuando nacieron nuestros hijos que son la luz de mis ojos”, dice emocionado y con algo de culpa en la comisura de sus labios. Durante años, se construyó la fachada del hombre perfecto para esos tiempos: un marido devoto, un padre ejemplar, un empresario exitoso y un amigo leal. “Me volví un pecho frío, bah…”, dice por lo bajo. Cada mañana, se despertaba con la convicción de que debía cumplir con las expectativas que la sociedad y él mismo le habían impuesto. En su hogar, era el pilar de estabilidad, siempre dispuesto en la crianza de los niños, a complacer los deseos de su esposa y a mantener la armonía. En su trabajo, era el líder admirado por su visión estratégica y su capacidad para resolver problemas con calma. Con sus amigos, era el compañero fiel, el que nunca fallaba, el que siempre tenía una sonrisa y una palabra de aliento. La perfección era su traje diario, un rol que desempeñaba tan bien que, con el tiempo, incluso él mismo comenzó a creer que era la única versión de sí mismo. Y Don siempre seguía presente en todos los acontecimientos más importantes de su vida.

Roberto se casó con Lucía, la mujer ideal "para hacer todo lo que debía hacer" (Imagen Ilustrativa Infobae)Roberto se casó con Lucía, la mujer ideal “para hacer todo lo que debía hacer” (Imagen Ilustrativa Infobae)

Sin embargo, debajo de esa máscara cuidadosamente construida, Roberto se sentía cada vez más vacío. Sus emociones y deseos reales estaban reprimidos, ahogados por la constante necesidad de cumplir con todas esas expectativas ajenas. En su interior, luchaba con un torbellino de inseguridades, miedos y frustraciones que no se atrevía a compartir. La presión de mantener la perfección lo había aislado de sus propias pasiones y sueños –como el fútbol y Don–, y comenzó a sentir que su vida se había convertido en una rutina sin alma.

Cada vez que estaba solo, el reflejo en el espejo le devolvía la imagen de un hombre que no reconocía, alguien que había perdido su autenticidad en el proceso de agradar a los demás. Ya no recordaba la última vez que se permitió sentir realmente: reír sin preocuparse por la apariencia, o llorar sin temor a ser juzgado. O mejor dicho, sabía bien que su último instante de autenticidad había sido la noche del vestuario de 1974, y que el previo episodio en el accidentado partido que Don lo protegió había sido su oportunidad final de amar realmente. Pero también, cada noche, se consolaba con el gran trabajo que había logrado para arrancar “los malos pensamientos” de su mente y mantener a su amigo en su vida.

Roberto ya no reconocía la imagen que le devolvía el espejo (Imagen Ilustrativa Infobae)Roberto ya no reconocía la imagen que le devolvía el espejo (Imagen Ilustrativa Infobae)

La historia de Don, previsible, había seguido por un carril muy diferente. Era el prototipo del soltero empedernido, aquel que causaba suspiros en cada lugar en el que entraba. Con su aspecto impecable, una mezcla de carisma y seguridad, aún pasaban los años y seguía siendo la envidia de sus amigos. Se entregaba a la vida nocturna con desenfreno, disfrutando de cada conquista sin ningún compromiso, cambiando de pareja con la misma facilidad con la que cambiaba de medias. Para él, las relaciones eran fugaces, como un juego sin reglas ni consecuencias, y no veía sentido en formar una familia. Nunca se había siquiera planteado la paternidad. “Al menos que yo sepa, hijos no tengo”, hace el chiste fácil propio de los hombres. Prefería la libertad de la soltería, la adrenalina de la seducción y el reconocimiento que le brindaban esas historias efímeras, pero vacías. “Sí, vacías”, dice por primera vez con tristeza. Aunque sus amigos lo admiraban y su vida parecía una fiesta de placeres, en su interior había algo que faltaba: un deseo de conexión genuina que nunca se atrevió a explorar.

Don llevó una vida nocturna entregada a los placeres efímeros (Imagen Ilustrativa Infobae)Don llevó una vida nocturna entregada a los placeres efímeros (Imagen Ilustrativa Infobae)

Pero luego de la Copa América 2024, cincuenta años después, Don despertó. “Es muy loco, lo sé”, se ataja para relatar su repentino momento de iluminación: “La noche que estaba viendo la transmisión de la Copa, en la entrega de premios, cuando le estaban dedicando el Guante de Oro al Dibu Martínez, se me cayeron todos los jugadores juntos”, dice mientras empuja con su índice un dominó imaginario. “Quería estar con Roberto. Se me vino todo junto a la cabeza: el día de la goleada, la noche del vestuario y cómo extrañaba al otro Roberto… al que me miraba antes de que le sacara la roja”, relata emocionado sin poder dejar de recurrir a los términos futboleros, y poniéndose más romántico y reflexivo confiesa: “De repente entendí por qué entre tanto baile recorrido no existía en el mundo la mujer de mi vida, claro, es que no había lugar para eso porque Roberto había sido el hombre de mi vida y yo estaba ciego”.

"Ojalá me hubiera dado cuenta hace 50 años pero, bueno, nunca es tarde para el amor verdadero”, le dijo por Whatsapp Juan a Roberto  (Imagen Ilustrativa Infobae)“Ojalá me hubiera dado cuenta hace 50 años pero, bueno, nunca es tarde para el amor verdadero”, le dijo por Whatsapp Juan a Roberto (Imagen Ilustrativa Infobae)

“Vos te merecés esos y todos los guantes de oro del mundo”, lo whatsappeó Don a su amigo. “Él me la había dejado picando hacía 50 años pero yo estaba en otra, por eso ahora quería ir cortita y al pie”, continúa con su vocabulario del hincha nato. Había algo dentro suyo desenfrenado y necesitaba sacarlo: “Mis guantes de oro son para vos, sin duda. Ojalá me hubiera dado cuenta hace 50 años pero, bueno, nunca es tarde para el amor verdadero”, agregó con un emoji de corazón, dato que no sería relevante si no fuera porque Don jamás solía enviar este tipo de mensajes, ni en broma, mucho menos mandar corazoncitos y, “¿entre tipos?”, dice escandaloso simulando a un juez de antaño. Súbitamente había descubierto que jamás se había sentido más feliz que con Roberto y, como un trailer de Hollywood, una mini película se proyectó mostrándole cada una de las mejores anécdotas compartidas entre los dos. Siempre había un denominador común: la felicidad. Atónito, Roberto se cercioró que el que escribía fuera realmente su amigo. “Salté de la cama. Y sí, para mi alegría, era Don”, recuerda todavía con la emoción intacta. No fue fácil: sin develar que lo suyo era un amor pendiente desde la adolescencia. “¿Para qué? La sinceridad sin empatía es crueldad y, a pesar de mis instintos naturales, amo a mi familia”.

Amores Reales, Juan y Roberto - VisualesIA (Imagen Ilustrativa Infobae)Amores Reales, Juan y Roberto – VisualesIA (Imagen Ilustrativa Infobae)

Roberto tuvo que explicarle a su mujer e hijos, ya grandes e independientes, lo que le estaba pasando. Las palabras que emanan del corazón entran en el corazón, entonces los suyos supieron entender.

“Hoy estamos más cerca del cajón que de la tribuna”, bromean entre ellos con su eterno espíritu futbolero. Tienen cerca de 70 años pero también tienen salud y, aunque todavía con algo de pudor, por fin dicen: “Qué vamos a seguir esperando”. Roberto y Don entendieron que “los de afuera son de palo”, y hace unos meses caminan de la mano. “Si alguno dice algo, citamos al gran prócer: ‘¿Qué mirá bobo?’”, se divierten coreando. Y por si quedan dudas, rematan: “Estamos decididos a vivir juntos todo nuestro amor y esas aventuras que jamás nos permitimos”.

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Un turista de 21 años se metió al Río Paraná para buscar una pelota y murió ahogado

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Ocurrió en el balneario municipal de Santa Elena. El joven habría cruzado la zona habilitada, que estaba delimitada por boyas

Un joven de 21 años murió ahogado este martes por la tarde tras adentrarse en las aguas profundas del río Paraná para recuperar una pelota. El trágico accidente ocurrió en el balneario Santa Elena, situado en la ciudad homónima, en Entre Ríos.

El cuerpo no ha sidoEl cuerpo no ha sido encontrado y la búsqueda continúa.

Si bien un compañero intentó ayudarlo, tuvo que soltarlo debido a que la víctima comenzó a arrastrarlo mientras se ahogaba. El joven fue identificado como Logan Daniel Videla, oriundo de La Matanza, provincia de Buenos Aires. En el caso intervinieron agentes de la Comisaría de Santa Elena, del Departamento La Paz, junto con personal de Prefectura Naval.

El trágico accidente ocurrió enEl trágico accidente ocurrió en Río Ceballos (Foto: Prensa Policía)

Alarmante cifra de ahogamientos durante el verano

Según se pudo reconstruir, al notar que no podía mantenerse a flote, comenzó a pedir auxilio. A pesar de los esfuerzos de una persona que logró sacarlo del agua, ya no presentaba signos vitales, según informó El Doce TV.

En lo que va del verano, las víctimas fatales sufrieron accidentes en las localidades cordobesas de La Calera (Sierras Chicas), Nono (Traslasierra), Villa Rumipal (Valle de Calamuchita), Villa Carlos Paz (Valle de Punilla), el dique Piedras Moras (Calamuchita), Mina Clavero (Traslasierra) y Río Tercero (Tercero Arriba).

Las autoridades locales y los organismos de emergencia suelen emitir recomendaciones para evitar accidentes en los cursos de agua. Entre las medidas más comunes se encuentran evitar ingresar a zonas profundas, prestar atención a las corrientes y no nadar en áreas no habilitadas. Sin embargo, los incidentes registrados este verano reflejan que, en muchos casos, estas advertencias no son suficientes para prevenir tragedias.
Un turista de 65 añosUn turista de 65 años falleció en La Toma.

Solo dos días antes de la muerte de Lucas Iván Paz, falleció otro hombre identificado como Horacio Quiroga en la ciudad de Río Tercero. La víctima, de 37 años, disfrutaba de una jornada familiar cerca del balneario municipal; cuando ingresó al agua en la zona del predio del Centro Tradicionalista alrededor de las 19 horas. Testigos relataron que, tras lanzarse al río, Quiroga no volvió a salir a la superficie, lo que generó alarma entre los presentes.

Ante la emergencia, las autoridades locales y los Bomberos Voluntarios acudieron rápidamente al lugar. Según detalló Telefe Córdoba, lograron rescatar al hombre y trasladarlo de inmediato al hospital de la localidad. Sin embargo, pese a los esfuerzos médicos, se confirmó su fallecimiento horas después. Habría sufrido un paro cardiorrespiratorio tras ingresar al agua.

Días atrás, un hombre de 65 años, identificado como Norberto Jorge Amadeo, falleció en el balneario La Toma, ubicado en la localidad de Mina Clavero. El turista, oriundo de la provincia de Buenos Aires, resbaló mientras intentaba cruzar el río a nado, golpeó su cabeza contra una piedra y fue arrastrado por la corriente, lo que resultó en su trágico deceso.

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Temporal en Bahía Blanca, en vivo: se reactivó el transporte público y será gratis por 30 días

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La ciudad bonaerense vuelve poco a poco a la normalidad. El funcionamiento de los colectivos, la recolección de residuos y la entrega de donaciones. La atención al público en lugares habilitados para circular. Qué pasará con las clases y el clima

Bahía Blanca se reconstruye después del fuerte temporal que azotó a la ciudad el viernes pasado, provocando grandes daños y destrozos. La ciudad recibió la llegada del.

En el medio de la angustia que prevalece por las personas que aún están desaparecidas, incluyendo a las hermanas Delfina y Pilar Hecker, de uno y cinco años, las autoridades del municipio se mantienen trabajando en su búsqueda.

Por lo pronto las clases estarán suspendidas hoy y mañana debido a las complicadas condiciones de infraestructura en las que se encuentran las instituciones relevadas.

En tanto, el gobierno de la Provincia de Buenos Aires anunció un paquete de medidas como créditos blandos, subsidios, transporte gratis y beneficios impositivos.

Alfredo Dagna, presidente del Club Olimpo de Bahía Blanca: “El club está colapsado con las ayudas”
Alfredo Dagna, presidente del Club Olimpo, confirmó que suspendieron el fútbol en Bahía Blanca, para ayudar a la ciudad

El presidente del Club Olimpo de Bahía BlancaAlfredo Dagna, destacó la ayuda de gran parte de las instituciones deportivas de la Argentina: “Es un aluvión de donaciones que vienen. Me han llamado casi todos los presidentes de clubes para decirme que enviaban uno o dos camiones”. E informó que la idea es entregarlo “en forma inmediata” a la gente, ya que hay una situación de desesperación.

Respecto al rol de la Asociación de Fútbol Argentino (AFA), Dagna comentó que el organismo se encuentra recibiendo donaciones en el predio de la AFA, en Ezeiza, que provienen de los clubes del interior. Y subrayó que lo que más se necesita son elementos de higiene: “El tema es lo que pueda pasar desde el punto de vista sanitario en la Ciudad”.

Alfredo Dagna, presidente del ClubAlfredo Dagna, presidente del Club Olimpo de Bahía Blanca

En cuanto a medidas, el dirigente relató: “En el fútbol lo que hicimos fue suspender el partido que teníamos ahora, jugábamos el domingo. Tengo dos helicópteros de la Policía Federal en la cancha de fútbol y suben y bajan todos los políticos que vinieronEl club está colapsado con las ayudas”.

Por último y sobre la situación actual en la localidad bonaerense, Dagna calificó al temporal como “una situación difícilmente de entender” y estimó que es poco probable que vuelva a suceder. “Son situaciones que uno las explica y las cuenta, pero el que las vive es una situación traumática porque pierde todo. Eso es como el Juego de la Oca, retrocedes 20 casilleros porque perdés todo. Hechos como estos desbordan cualquier previsibilidad posible”.

En este punto, concluyó: “Es dramático lo que pasó, de tal forma que, toda la ayuda que llega, si bien es un bálsamo para la gente, cuando pase la ayuda la gente va a tener que arrancar de cero. Y eso es lo más preocupante”.

10:28 hsHoy

Cómo están las rutas en Bahía Blanca

El desigual estado de lasEl desigual estado de las rutas en Bahía Blanca (Gustavo Gavotti)

Según informó Vialidad Nacional, el estado de las rutas nacionales que conectan la ciudad con el resto del país presenta diversas restricciones, incluyendo cortes totales y tramos transitables con precaución.

De acuerdo con el reporte oficial, la Ruta Nacional 3 (RN 3), muestra diferentes niveles de accesibilidad dependiendo del tramo. El segmento entre Azul y el empalme con la Ruta Nacional 229 (RN 229) se encuentra transitable sin inconvenientes. El tramo que conecta la RN 229 con El Triángulo y el que va desde este último punto hasta la calle Charlone (kilómetro 691) requieren precaución debido a las condiciones del camino.

Por otro lado, el tramo entre el Canal Maldonado (kilómetro 692) y el empalme con la Ruta Nacional 33 (RN 33) permanece completamente cerrado al tránsito.

Los trabajos para recuperar laLos trabajos para recuperar la circulación vial en algunos accesos a la ciudad de Bahía Blanca

El resto de los tramos de la RN 3 presentan una situación mixta. Desde el empalme con la RN 33 hasta el empalme con la Ruta Nacional 22 (RN 22), el tránsito es posible pero con precaución, mientras que el trayecto entre el empalme con la RN 22 y Patagones está habilitado sin restricciones.

Asimismo, el segmento que conecta el empalme con la RN 3 y Río Colorado, perteneciente a la RN 22, también es transitable con normalidad.

El pavimento resquebrajado, producto deEl pavimento resquebrajado, producto de las tormentas del viernes pasado

La Ruta Nacional 33 (RN 33) también presenta condiciones variables. El tramo entre el empalme con la RN 3 y La Vitícola está habilitado, pero se recomienda circular con precaución. Por su parte, el trayecto que conecta La Vitícola con Pigüé no presenta inconvenientes. Sin embargo, el tramo que une Pigüé con Trenque Lauquen requiere precaución debido a las condiciones del camino.

En cuanto a la Ruta Nacional 35 (RN 35), el panorama es más crítico. El tramo que conecta Bahía Blanca con el límite de la provincia de La Pampa se encuentra totalmente cerrado.

La Ruta 35, una deLa Ruta 35, una de las más afectadas por el temporal

Por su parte, la Ruta Nacional 228 (RN 228), que conecta Necochea con Tres Arroyos, está habilitada sin restricciones. Por otro lado, la Ruta Nacional 229 (RN 229), que une el empalme con la RN 3 y Balneario Marisol en Punta Alta, es transitable, pero con precaución.

La Ruta Nacional 249 (RN 249), que conecta el empalme con la RN 3 y el empalme con la RN 229 en Punta Alta, también requiere precaución para su tránsito. Asimismo, la Ruta Nacional 252 (RN 252), que abarca el tramo entre la Rotonda de Villa Sarsfield y el puente La Niña, presenta condiciones similares.

Finalmente, la Ruta Nacional 1V03 (RN 1V03), que conecta el empalme con la RN 3 y la Rotonda Ex Indiada, también está habilitada, pero se recomienda circular con precaución.

10:12 hsHoy

El Hospital Penna reactiva algunos de sus servicios

El acceso a guardia delEl acceso a guardia del Hospital José Penna (REUTERS/Juan Sebastián Lobos)

El Hospital Provincial José Penna, principal centro de salud de Bahía Blanca, comenzó a recuperar su funcionamiento tras los graves daños sufridos durante el temporal del pasado viernes.

El Ministerio de Salud de la provincia de Buenos Aires implementó un amplio Plan de Contingencia que incluye la adecuación de espacios, la reorganización de servicios y el envío de recursos humanos y materiales para garantizar la atención médica en la región.

Más de 200 agentes sanitarios fueron enviados al hospital, junto con equipamiento médico, medicamentos, vacunas y personal especializado en salud mental. Estas medidas buscan restablecer la operatividad del establecimiento, que es clave para la atención de la población local.

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“¿Dónde está mi bebé?”: la angustia de una madre adolescente y la hazaña de una enfermera en medio de la inundación en Bahía Blanca

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La tormenta arrasó con el Hospital Penna y decenas de niños tuvieron que ser evacuados de la Neonatología. Saira Delmiro, de 16 años, vivió una odisea para reencontrarse con su hija, Amely. Su historia y la de la enfermera que la salvó

El viernes 7 de marzo, Saira Delmiro (16) se despertó sobresaltada en su casa del barrio 9 de Noviembre, en Bahía Blanca. Eran las cuatro de la madrugada y afuera llovía sin parar. Horas después, cuando ya se había desatado el peor temporal de la historia de la ciudad, llegó a su teléfono un video que le heló la sangre: el hospital Penna, donde su hija Amely llevaba tres semanas internada en el sector de Neonatología, se había inundado.

“Me agarró un ataque de nervios. No veía a mi bebé desde la noche anterior y en las imágenes no aparecía el sector donde ella estaba. Me desesperé. Pensé que no se iba a salvar”, recuerda Saira en diálogo con Infobae.

Amely nació el 15 de febrero pasado, con solo 27 semanas de gestación y un peso de 940 gramos. Desde entonces, la beba pasaba sus días en una incubadora, con respirador y asistencia médica constante. Saira, que recibió el alta tres días después de traerla al mundo, la visitaba dos veces al día. “Trataba de pasar la mayor cantidad de tiempo en la Neonatología. Le cambiaba los pañales, me sacaba leche para que se alimentara y le hablaba permanentemente. Me costaba mucho verla así, tan chiquita y llena de cables”, explica.

A pesar del buen cuidado, en sus primeras semanas de vida, la evolución de Amely era inciertaprimero tuvo ictericia (NdR: una afección frecuente en los neonatos que provoca que la piel y las partes blancas de los ojos se tornen amarillas a partir de un exceso de bilirrubina en la sangre) y, luego, una infección que le comprometió los pulmones. “Todo venía siendo muy cuesta arriba”, explica su mamá

Pero la prueba más dura todavía estaba por llegar.

La primera imagen de Amely.La primera imagen de Amely. La beba nació el 15 de febrero con solo 27 semanas de gestación y un peso de 940 gramos

“¿Dónde está mi bebé?“

Después de ver los videos, aquel viernes 7 de marzo, Saira decidió ir al hospital Penna a buscar a su bebé. Llegó alrededor de las 17 y ahí se enteró de que Amely ya no estaba allí. “Pregunté adónde estaba mi hija y me dijeron que la habían trasladado. ‘Ella está bien, pero la llevamos a OSECAC’, me explicó el director de Neonatología. El problema es que eso quedaba pasando el centro y, con mi mamá, no teníamos cómo llegar. Paramos una camioneta que se ofreció a llevarnos, pero tuvimos que bajarnos antes. Cuando salimos del coche, el agua nos llegaba por encima de la cintura y la corriente te llevaba. Tuvimos miedo”, cuenta.

Durante horas, Saira y su madre se quedaron atrapadas en una vereda, sin poder avanzar. “Tuvimos que esperar a que bajara el agua. Estábamos empapadas y embarradas. Al final, empezamos a caminar por calles sin luz. ‘No vamos a llegar’, le decía a mi mamá”, cuenta Saira.

Finalmente, cerca de las 21:30, llegaron a la clínica. “Entré y dije: ‘Soy la mamá de Amely, una de las bebés que trajeron del Penna’. Ahí me llevaron a la sala de padres para que me cambiara y después nos reencontramos. Cuando la vi, me largué a llorar. No podía creerlo. Creí que no iba a sobrevivir”, dice.
Luciana Marrero, la enfermera queLuciana Marrero, la enfermera que cobijó a Amely en su pecho, debajo de su ambo, para darle calor y así salvarle la vida

“No tenés nada que agradecer”

Quien repone la otra parte de la historia, ahora, es Luciana Marrero, la enfermera que cobijó a Amely en su pecho, debajo de su ambo, para darle calor y así salvarle la vida. Junto a sus compañeras del Penna, Luciana puso en marcha un operativo de rescate que se extendió durante 18 horas ininterrumpidas hasta que lograron trasladar a todos los recién nacidos a un lugar seguro.

“Actuamos con el corazón y pensando en las madres que no pudieron llegar hasta sus hijos debido a la tormenta. Si no nos saliera del corazón, no podríamos haberlo hecho. La prioridad siempre son los bebés”, comentó la enfermera en una entrevista días atrás.

Luciana, quien trabaja en el turno noche de la Neonatología, conocía a Amely, pero no a Saira. Recién se vieron por primera vez días después de la tormenta. “Fue muy emotivo el encuentro. Ella estaba superagradecida por lo que hice. ‘No tenés nada que agradecer. Yo también soy mamá y te entiendo. Vos hubieras hecho lo mismo’, le dije. Me emocionó mucho verla afrontar una tarea tan enorme como la maternidad, siendo tan chiquita”, contó la enfermera a Infobae.
Así fue el encuentro entre Saira Delmiro y Luciana Marrero, la enfermera de neonatología del Hospital Penna de Bahía Blanca, que rescató a su bebé (Video/Telefe Noticias)

“A Luciana nunca la había visto porque yo me iba del hospital a las 21 y ella llegaba a las 24. El encuentro fue muy lindo. Me abrazó y me dijo que hizo lo que yo hubiera hecho. Si no fuera por ella, Amely no estaría hoy acá”, asegura Saira.

Pese a la incertidumbre por lo que vendrá, la joven se aferra a la esperanza. “Gracias a Dios, mi casa no se inundó y puedo ir y volver de OSECAC, aunque está mucho más lejos que el Penna. Amely sigue ganando peso y mientras ella esté bien, yo también lo estaré”, se despide Saira.

Amely, hoy. "Ya pesa másAmely, hoy. “Ya pesa más de un kilo. Mientras ella esté bien, yo también lo estaré”, dice su mamá

Volver a ponerse de pie

Tras la inundación, el hospital Penna, que también recibe pacientes de Tres Arroyos, Carmen de Patagones y otras localidades del sur de Buenos Aires, se encuentra en una situación crítica.

Ante la devastación, el personal de la institución solicitó la colaboración de la comunidad para reconstruir la sala de Neonatología y reponer los equipos perdidos. “Bahía necesita de la población. Nuestro sueño es volver a ver nuestra Neo en pie“, aseguraron las enfermeras.

Al cierre de esta nota, según informaron las autoridades locales, la ciudad comienza a reactivarse con la restauración de los medios de transporte y la recolección de basura. En tanto, este lunes, la Policía Científica logró establecer la identidad de 15 de las 16 víctimas fatales, quedando solo una, de entre 50 y 55 años, sin identificar. A su vez, se conoció que el número de evacuados descendió a 523 y que continúa la búsqueda de las hermanas Delfina y Pilar Hecker, de 1 y 5 años, quienes fueron arrastradas por la corriente durante el temporal.

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