Investigadores descubrieron que esta región, vinculada al miedo y la supervivencia, también desempeña un papel esencial en la interacción social, la conexión de emociones y la cognición avanzada. Por qué este avance podría impulsar terapéuticas más eficaces ante condiciones como la depresión
Cuando alguien nos sonríe o muestra una expresión de preocupación, nuestro cerebro se pone en marcha para interpretar esas señales. Sorprendentemente, una parte clave de este proceso radica en una región ancestral conocida como la amígdala, una estructura cerebral vinculada tradicionalmente al miedo y la supervivencia. Sin embargo, este “cerebro reptiliano” también desempeña un rol fundamental en cómo entendemos las emociones de los demás y forjamos relaciones sociales.
En un estudio publicado en Science Advances, científicos de la Universidad Northwestern revelaron cómo las partes más evolucionadas del cerebro humano, responsables del pensamiento social, interactúan constantemente con la amígdala. Este hallazgo plantea nuevas preguntas sobre la evolución de las habilidades humanas para interpretar las emociones de otras personas y podría transformar el tratamiento de trastornos como la ansiedad y la depresión.
Rodrigo Braga, autor principal y profesor adjunto de neurología en la Facultad de Medicina Feinberg de Northwestern, explicó que esta interacción constante redefine la idea de cómo la amígdala, conocida por su rol en detectar amenazas, se vincula con las redes cognitivas más avanzadas. “La comunicación entre estas regiones ocurre de manera continua”, afirmó en un comunicado de prensa emitido por la casa de altos estudios.
El papel de la amígdala: más allá del “cerebro reptiliano”
La interacción entre la amígdala y las redes cognitivas avanzadas permite procesar emociones sociales, redefiniendo el tratamiento de trastornos emocionales. (Imagen Ilustrativa Infobae)
Cuando pensamos en el “cerebro reptiliano”, la imagen que evoca es la de una región antigua y primitiva del cerebro, diseñada para asegurar nuestra supervivencia. Esta idea se popularizó con la teoría del cerebro triuno, propuesta en los años sesenta por Paul MacLean, quien clasificó el cerebro en tres niveles: el reptiliano, vinculado a las funciones básicas de supervivencia; el sistema límbico, asociado a las emociones; y la corteza cerebral, responsable de la cognición avanzada. Sin embargo, investigaciones recientes revelaron que esta clasificación es demasiado simplista y que estructuras como la amígdala cumplen funciones mucho más complejas.
La amígdala, ubicada en lo profundo del cerebro, ha sido históricamente vista como un sistema de alarma encargado de detectar amenazas. Según Braga, esta región “es responsable de conductas sociales como la crianza, el apareamiento, la agresión y la navegación en las jerarquías de dominio social”. Este rol multifacético quedó evidenciado en el nuevo estudio, que demostró que esta área está en constante comunicación con las partes más avanzadas del cerebro humano, conocidas como la red cognitiva social.
El estudio se centró en una parte específica de la amígdala, el núcleo medial, que está directamente conectado con regiones que procesan el pensamiento social. Según el artículo, esta conexión permite que la amígdala brinde acceso continuo a información emocional clave que ayuda a moldear nuestras interacciones sociales y nuestra percepción del entorno. “La comunicación entre estas regiones del cerebro ocurre de manera constante y da forma a cómo procesamos emociones complejas y sociales”, explicaron en el comunicado.
A pesar de la popularidad del concepto de cerebro reptiliano, investigaciones como las publicadas enFrontiers in Psychiatryen 2022 han cuestionado la precisión de la teoría triuna. Según Patrick Steffen y su equipo, el cerebro humano no puede segmentarse en capas independientes que funcionen de forma aislada. En cambio, la evidencia actual sugiere que las redes cerebrales trabajan de manera interdependiente, integrando emoción y cognición para adaptarse a las demandas internas y externas.
Las funciones de la amígdala van más allá del miedo, abarcando crianza, apareamiento y jerarquías sociales, según revelan nuevas investigaciones (Imagen Ilustrativa Infobae)
Este modelo, conocido como el cerebro adaptativo, resalta la importancia de la interacción entre regiones como la amígdala y la corteza cerebral, alineándose con los hallazgos de Braga y sus colegas. Además, el nuevo estudio también aborda cómo la amígdala facilita la cooperación social y la empatía. Según Braga, “las funciones de la amígdala van más allá del miedo; también abarcan la crianza, el apareamiento, la agresión y la navegación en jerarquías sociales”.
Este hallazgo coincide con investigaciones previas que señalan que la amígdala no es un centro puramente emocional, sino una estructura que conecta las emociones con las funciones cognitivas avanzadas. Por ejemplo, un artículo publicado en Current Biologyen 2015 por Robert K. Naumann y su equipo analizó cómo la amígdala y otras áreas cerebrales evolucionaron para integrar comportamientos sociales en mamíferos y reptiles, resaltando su papel en la adaptación evolutiva.
Estos avances también tienen implicaciones clínicas significativas. Trastornos como la ansiedad y la depresión están relacionados con una hiperactividad de la amígdala, lo que puede generar respuestas emocionales excesivas y una regulación deficiente. La posibilidad de intervenir en esta región a través de terapias menos invasivas, como la estimulación magnética transcraneal (EMT), abre una nueva vía para el tratamiento de estas condiciones. Según Braga, “saber que la amígdala está conectada con regiones más accesibles nos permite desarrollar tratamientos más eficaces y menos invasivos”.
Las conexiones entre la amígdala y las redes cognitivas avanzadas subrayan su importancia en el tratamiento de trastornos psiquiátricos. (Imagen Ilustrativa Infobae)
Un puente hacia tratamientos menos invasivos: las aplicaciones clínicas del estudio
El vínculo constante entre la amígdala y las regiones avanzadas del cerebro humano, que es una comunicación interdependiente, puede ser clave para entender condiciones como la ansiedad y la depresión, ya que esta área es crucial para detectar amenazas y activar respuestas rápidas, pero también regula comportamientos complejos, como la interacción social y la crianza. Esta dualidad explica por qué su disfunción puede generar trastornos emocionales.
Actualmente, las personas con ansiedad o depresión pueden someterse a tratamientos como la estimulación cerebral profunda (DBS), un procedimiento invasivo que requiere la inserción de electrodos en regiones profundas del cerebro. Aunque esta técnica ha demostrado ser efectiva, implica riesgos quirúrgicos significativos, mientras que una alternativa prometedora es la estimulación magnética transcraneal (EMT), una técnica no invasiva que ya se usa para tratar depresión resistente y que podría aprovechar la conectividad cerebral descubierta en esta investigación.
El avance en tecnología de imágenes permite a los científicos explorar las conexiones cerebrales con mayor precisión, como las de la amígdala. (Imagen Ilustrativa Infobae)
Como explicó Donnisa Edmonds, coautora del trabajo, “al saber que la amígdala está conectada a otras regiones del cerebro (posiblemente algunas que están más cerca del cráneo, que es una región más fácil de tratar), eso significa que las personas que hacen EMT podrían tratar la amígdala en lugar de tratar estas otras regiones”, de este modo, pueden regular indirectamente su actividad. Este enfoque reduce riesgos y aumenta las opciones terapéuticas para personas con trastornos como el trastorno de estrés postraumático (TEPT), que se caracteriza por reacciones intensas a estímulos relacionados con traumas previos y se asocia con una hiperactividad de la amígdala.
Según el estudio, la modulación de las redes cognitivas sociales podría ayudar a minimizar estas respuestas, ofreciendo un enfoque más accesible y menos invasivo para pacientes que no responden a las terapias tradicionales. Braga y su equipo plantean que estas intervenciones podrían mejorar no solo la regulación emocional, sino también la capacidad de los pacientes para interpretar señales sociales, frecuentemente afectada en este tipo de trastornos.
Los avances tecnológicos, como los escáneres cerebrales de alta resolución utilizados en el estudio “permitieron a los científicos ver detalles de la red cognitiva social que nunca se habían detectado en escáneres cerebrales de menor resolución”. Algo que Edmonds describió como “un paso crucial hacia el desarrollo de terapias basadas en evidencia que integren estos hallazgos en la práctica clínica”. Un avance que, en palabras de Braga, permite “un acceso a regiones del cerebro más cercanas al cráneo para tratamientos más efectivos”.
Investigadores observaron que preadolescentes con solo una hora diaria en plataformas digitales mostraron puntuaciones más bajas en memoria y lectura
(HealthDay News)- Las redes sociales podrían estar costando a su preadolescente parte de su capacidad cerebral, según un estudio reciente.
Los niños de entre 9 y 13 años que pasaban más tiempo en las redes sociales obtuvieron peores resultados en las pruebas de lectura, memoria y lenguaje dos años después, informaron los investigadores en el Journal of the American Medical Association.
“Este estudio encontró que incluso unos niveles bajos de uso de las redes sociales se asociaron con unos resultados cognitivos más pobres”, señaló el investigador principal, el Dr. Jason Nagata, profesor asociado de pediatría de la Universidad de California-San Francisco.
“Nuestros resultados sugieren que el cerebro de la adolescencia temprana podría ser particularmente sensible a la exposición a las redes sociales, lo que subraya la importancia de una introducción apropiada para la edad a estas plataformas y una monitorización cuidadosa”, dijo en un comunicado de prensa.
En el estudio, los investigadores analizaron datos de más de 6.500 niños que participaron en el Estudio Nacional de Desarrollo Cognitivo del Cerebro Adolescente (ABCD), el estudio a largo plazo más grande sobre el desarrollo cerebral en EE.UU.
(Imagen ilustrativa Infobae)
Alrededor del 58% de los niños prácticamente no pasaban tiempo en las redes sociales; el 37% pasaba una hora adicional al día en las redes sociales a los 13 años; y un 6 por ciento hasta 3 horas adicionales a los 13, mostraron los resultados.
El estudio ABCD examinó la capacidad cerebral de los niños mediante una batería de pruebas diseñadas por los Institutos Nacionales de Salud, dijeron los investigadores.
Los niños con un uso bajo de alrededor de una hora al día obtuvieron un promedio de 1 a 2 puntos menos en las pruebas de memoria y lectura, encontraron los investigadores
Aquellos que pasaban hasta tres horas al día obtuvieron hasta 4 puntos menos en las pruebas, según el estudio.
“Estas diferencias son sutiles pero consistentes”, dijo Nagata. “Debido a que las habilidades cognitivas como la lectura y la memoria son fundamentales para el aprendizaje, incluso pequeñas disminuciones en una gran población podrían tener implicaciones educativas significativas”.
El uso de redes sociales en preadolescentes se asocia con peores resultados en memoria y lectura, según un estudio (Imagen Ilustrativa Infobae)
Los investigadores sospechan que algunos niños podrían estar ignorando la tarea para desplazarse por las redes sociales, lo que afecta su educación y desarrollo.
“Las redes sociales son altamente interactivas y pueden desplazar el tiempo dedicado a la lectura o al trabajo escolar”, dijo Nagata. “Desarrollar hábitos saludables de detección temprano podría ayudar a proteger el aprendizaje y el crecimiento cognitivo”.
Los resultados respaldan los esfuerzos recientes de las escuelas para limitar el uso del teléfono durante el día, además de medidas más estrictas como restricciones de edad más estrictas en las redes sociales, dijeron los investigadores.
Sin embargo, debido a que el estudio es observacional, no pudo establecer un vínculo causal directo entre el uso de las redes sociales y el poder cerebral de los niños, anotaron los investigadores.
*Johns Hopkins Medicine ofrece más información sobre las redes sociales y la salud mental en niños y adolescentes. FUENTE: Universidad de California-San Francisco, comunicado de prensa, 13 de octubre de 2025
Investigaciones recientes evidencian que años de actividad física moldean respuestas inmunes menos inflamatorias y más eficientes, una estrategia esencial ante el avance de enfermedades crónicas asociadas a la edad
El ejercicio físico regular fortalece no solo músculos y corazón, sino que también actúa como un entrenador del sistema inmune en adultos mayores. Un estudio internacional coordinado por la Universidade Estadual Paulista (UNESP) en Brasil, cuyos resultados atribuidos a FAPESP se destacan, muestra que quienes practican entrenamiento de resistencia durante años desarrollan células de defensa más adaptables, menos inflamatorias y con mayor eficiencia metabólica.
El trabajo, publicado en la revista Scientific Reports, incluyó a adultos mayores con y sin antecedentes de entrenamiento de resistencia, tales como carreras de larga distancia, ciclismo, natación, remo y caminata.
El equipo, liderado por Luciele Minuzzi de la Universidad Justus Liebig de Giessen (Alemania) y Fábio Lira de la UNESP, se enfocó en las células asesinas naturales (NK), linfocitos clave en la defensa contra virus y células enfermas, incluidas las cancerosas.
Estas células pueden compararse con patrullas especializadas que recorren el cuerpo en busca de intrusos, eliminando a virus y células anómalas antes de que causen daño mayor.
Según FAPESP, los adultos mayores entrenados presentaron células NK con una capacidad de adaptación mejorada, menor presencia de marcadores inflamatorios y mejor uso de la energía celular.
“Es como si el ejercicio también entrenara el sistema inmunitario”, explicó Minuzzi a FAPESP. El estudio muestra que el entrenamiento de resistencia a largo plazo modula la respuesta inflamatoria, lo que garantiza un control más efectivo de la inflamación que en adultos mayores sedentarios.
La práctica sostenida de deportes de resistencia favorece adaptaciones celulares protectoras y un mejor control de la inflamación en la vejez (Imagen Ilustrativa Infobae)
Lira, coordinador del proyecto, señaló a FAPESP que el sistema inmunitario puede verse influido por factores como la calidad del sueño, la alimentación, el estrés, la vacunación y los medicamentos inmunosupresores, aunque el ejercicio físico resalta como un factor que mejora la inmunidad y modula su respuesta a lo largo del tiempo.
Mecanismos celulares y adaptaciones inmunometabólicas
Para profundizar en los mecanismos celulares, los investigadores analizaron el fenotipo, la función y el metabolismo mitocondrial de las células NK bajo estímulos inflamatorios. Además, estas células se expusieron a bloqueadores farmacológicos como propranolol, que inhibe la vía adrenérgica, y rapamicina, que afecta la señalización mTORC1 relacionada con el crecimiento y la proliferación celular.
Incluso bajo estas condiciones, las células NK de los adultos entrenados conservaron su función inmunitaria, mientras que las de los no entrenados exhibieron signos de agotamiento celular o fallas en la respuesta inflamatoria. Minuzzi explicó a FAPESP que el ejercicio regular favorece adaptaciones inmunometabólicas protectoras, generando células más maduras, menos senescentes y mejor preparadas para situaciones de estrés.
Adultos mayores entrenados presentan menos marcadores inflamatorios y mayor eficiencia metabólica en sus células de defensa (Imagen Ilustrativa Infobae)
La comparación entre adultos mayores entrenados y no entrenados evidenció que los primeros tenían menos marcadores inflamatorios y más marcadores antiinflamatorios, lo que permitió un control superior de la inflamación.
Estudios previos del mismo grupo ya habían demostrado que la obesidad y el sedentarismo aceleran el envejecimiento de las células de defensa. Por el contrario, el entrenamiento de resistencia durante la vida promueve una respuesta inmunitaria más equilibrada y eficaz.
En una investigación adicional publicada en Frontiers in Immunology, el equipo comparó la respuesta inmunitaria de atletas jóvenes y veteranos antes y después de una sesión aguda de ejercicio. Los resultados evidenciaron que los atletas veteranos, con más de 20 años de entrenamiento, mostraban una respuesta inflamatoria más controlada que los jóvenes, quienes presentaron mayores incrementos de citocinas proinflamatorias como IL-6 y TNF-α.
Estudios comparativos muestran que atletas veteranos controlan mejor la inflamación que los jóvenes tras el ejercicio (Imagen Ilustrativa Infobae)
De acuerdo con los investigadores, esto apunta a que el entrenamiento regular a lo largo de la vida adapta el sistema inmunitario, haciéndolo más resistente y menos proclive a respuestas inflamatorias desmedidas.
Implicaciones para el envejecimiento saludable
Las consecuencias de estos hallazgos, según FAPESP, son relevantes para un envejecimiento saludable y la prevención de enfermedades crónicas. Un sistema inmunitario eficiente y sin excesos reduce el riesgo de patologías asociadas a la inflamación crónica, como enfermedades cardiovasculares, diabetes y diversos tipos de cáncer. Además, el estudio refuerza la importancia de mantener hábitos de vida activos en la vejez para preservar la funcionalidad inmunológica.
El sedentarismo y la obesidad aceleran el envejecimiento celular, mientras que el ejercicio promueve una inmunidad equilibrada (Imagen Ilustrativa Infobae)
El contexto de la investigación subraya la colaboración internacional y la continuidad de estudios previos del grupo, que ya había demostrado el impacto negativo del sedentarismo y la obesidad en la inmunidad. El equipo, liderado por Minuzzi y Lira, continúa investigando cómo factores como el ejercicio físico pueden modular la respuesta inmunitaria y contribuir a una mejor calidad de vida en la población mayor, según FAPESP.
Los resultados sugieren que el sistema inmunitario de los adultos mayores activos mantiene la capacidad de respuesta sin caer en excesos, lo que amplía la comprensión sobre cómo el ejercicio puede favorecer un envejecimiento saludable y proteger contra las enfermedades asociadas a la inflamación desregulada.
Un equipo de 160 científicos de 23 países analizaron datos sobre la salud de los ecosistemas, niveles de temperatura y registros de fenómenos extremos relacionados con el cambio climático. Qué concluyeron
Los arrecifes de coral son estructuras submarinas formadas por animales pequeños que producen esqueletos de carbonato de calcio y se encuentran en aguas poco profundas y cálidas, principalmente en el Caribe, el Indo-Pacífico y la Gran Barrera de Coral en Australia.
Un equipo de 160 especialistas de 23 países realizó una evaluación global y detectó que los arrecifes de coral del planeta pasaron un “punto de inflexión” climático.
Eso significa que el daño que sufrieron los arrecifes por el calentamiento global inducido por la emisión de gases contaminantes ya no puede revertirse con las condiciones actuales. Los corales seguirán desapareciendo, salvo en pequeños refugios especialmente protegidos.
El calentamiento global ya provocó la pérdida masiva de corales. El problema afecta a los ecosistemas marinos y a mil millones de personas. DAVID GRAY / AFP)
En el reporte que publicaron, los científicos liderados por expertos de la Universidad de Exeter del Reino Unido alertaron que la mortalidad masiva de corales representa un quiebre definitivo para los ecosistemas marinos y la vida de casi mil millones de personas.
Resaltaron que esos sistemas esenciales para los océanos enfrentan una amenaza irreversible bajo las temperaturas actuales, mientras líderes y ministros climáticos preparan la próxima cumbre COP30 de Naciones Unidas que se hará desde el 10 al 21 de noviembre en Belém, en Brasil. El encuentro se hace para debatir las medidas prioritarias para hacer frente al cambio climático.
El cambio climático acelera la pérdida de los corales
Los corales solo podrán conservarse si las temperaturas globales bajan notablemente/Archivo
Para los expertos, este fenómeno ya no forma parte de un escenario hipotético: “No podemos hablar más de los puntos de inflexión como un riesgo futuro. Esta es nuestra nueva realidad”, afirmó Steve Smith, científico social de la Universidad de Exeter y uno de los autores principales del reporte.
El concepto de punto de inflexión climático define el umbral a partir del cual un ecosistema sufre cambios irreversibles provocados por el aumento de la temperatura.
En el caso de los corales, este proceso llegó tras años de episodios repetidos de blanqueamiento, cuando los animales pierden las microalgas que les dan alimento y color.
“La situación de los corales es una tragedia para la naturaleza y para las personas que dependen de ellos para comer y obtener ingresos”, advirtió Mike Barrett, asesor científico jefe del Fondo Mundial de Vida Silvestre del Reino Unido y coautor.
Los arrecifes de coral sostienen la vida marina en aguas cálidas y poco profundas/ REUTERS/Lucas Jackson
La degradación de los arrecifes no afecta solo a la vida marina. El cuarto evento global de blanqueamiento coralino, que comenzó en enero de 2023, ya dañó más del 84% de estos ecosistemas en todo el mundo.
Los especialistas coinciden en que la pérdida de corales reduce la seguridad alimentaria, limita el turismo y agrava la exposición de muchas comunidades a tormentas.
“El periodo de recuperación que solía existir entre los disturbios prácticamente ya no sucede, y ese es el gran problema para los corales”, aseguró Michael Studivan, ecólogo de la Universidad de Miami.
Incluso si la humanidad logra estabilizar la temperatura a 1,5 grados por encima de los niveles preindustriales, los corales continuarían en declive y solo podrían preservarse refugios muy limitados.
La meta principal del Acuerdo de París es limitar el aumento de la temperatura global a menos de 2 °C respecto a los niveles preindustriales y realizar esfuerzos para que no supere 1,5 °C. Sin embargo, hoy parece insuficiente.
El primer “tipping point” climático
Pequeños refugios protegidos serán el último recurso para la supervivencia de los corales/ DAVID GRAY / AFP)
Los investigadores detallaron que los arrecifes tropicales alcanzaron su límite térmico con solo 1,2 grados de calentamiento. Las cifras coinciden con recientes signos de deterioro observados en la Gran Barrera de Coral en Australia y otros enclaves de biodiversidad.
Los datos enfatizan la gravedad del cambio. “Los arrecifes de coral a escala significativa se perderán, a menos que la temperatura global regrese hacia 1 grado o menos”, describió el estudio presentado por Tim Lenton, director del Instituto de Sistemas Globales de la Universidad de Exeter.
La única ruta para revertir estos desastres ecológicos sería no solo detener el calentamiento, sino llevar a cabo la extracción activa de dióxido de carbono en la atmósfera.
El informe puso el foco en la necesidad de proteger los refugios de coral que aún sobreviven, al invertir en estrategias de conservación que reduzcan presiones adicionales como la sobrepesca y la contaminación.
También los investigadores señalaron que la solución global requiere reducir de manera drástica las emisiones de gases de efecto invernadero.
Cuáles son los riesgos próximos
El colapso de la corriente AMOC podría alterar el clima en Europa y disminuir la producción de alimentos en varias regiones./Archivo
Los científicos proyectaron escenarios para otros puntos de inflexión próximos. La Amazonía, el manto de hielo polar y grandes corrientes marinas como la Circulación de Retorno Meridional del Atlántico (AMOC) podrían pronto cruzar sus propios umbrales.
“Perderíamos también la Amazonía, los hielos y las corrientes oceánicas vitales. En ese escenario, enfrentaríamos un resultado realmente catastrófico para toda la humanidad”, sostuvo Mike Barrett en diálogo con la revista Nature.
Advirtieron que el colapso del AMOC generaría inviernos más fríos en el noroeste de Europa, alteraciones del monzón en África Occidental y la India, y caída de las cosechas agrícolas en buena parte del planeta.
La COP30 en Brasil buscará acordar medidas urgentes frente al cambio climático/Archivo
La comunidad científica estimó que el deterioro de la Amazonía, que afecta a más de 100 millones de personas, podría empezar con solo 1,5 grados de calentamiento, un nivel antes considerado seguro.
Frente a este panorama, los organizadores de la COP30 solicitaron una “movilización global” y políticas urgentes para evitar más umbrales peligrosos.
“La naturaleza abrupta e irreversible de los puntos de inflexión climática exige respuestas innovadoras: prevenirlos demanda mitigar desde ya y escalar tecnologías de captura de carbono”, puntualizó Manjana Milkoreit, politóloga de la Universidad de Oslo.