Salud
Gripe, resfrío y cuadros que tardan en irse: quiénes lo sufren más y cómo protegerse
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10 meses atráson
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Las personas con asma y alergias respiratorias son más vulnerables a los virus respiratorios y el frío.
Cuánto puede demandar la recuperación total y qué señales indican que hay que consultar.
El invierno tiene banda de sonido propia, en la que se mezclan toses, estornudos, catarro, sibilancias, soplidos de nariz. Los intérpretes del concierto son adultos y niños afectados por resfríos y cuadros gripales y bronquiales, entre otras afecciones respiratorias, lo que se traduce en guardias llenas y demora en la atención médica a domicilio.
Según el último Boletín Epidemiológico Nacional (BEN), el “ascenso pronunciado” de las notificaciones de gripe se dio entre mediados de abril y principios de junio y aunque en las últimas semanas se verificó un menor número de detecciones, “los casos permanecen en valores altos”, de acuerdo a la vigilancia de virus respiratorios que lleva adelante la red nacional de laboratorios.
Lo que se registra predominantemente son casos de gripe A (sobre todo H3N2). En las primeras 29 semanas del año se reportaron 136 muertes con diagnóstico de influenza.
El boletín de la cartera sanitaria destaca que además de influenza (gripe), VSR y SARS-COV-2 (que provoca covid), se detecta la circulación de otros virus respiratorios: parainfluenza (que causan desde resfrío común hasta un síndrome seudogripal o neumonía), adenovirus (causante del resfrío común) y metapneumovirus (genera infecciones respiratorias especialmente en niños).
Alejandro Videla, jefe del Servicio de Neumonología del Hospital Universitario Austral y ex presidente de la Asociación Argentina de Medicina Respiratoria (AAMR), dijo a Clarín que la dinámica observada en ese centro de salud coincide con lo reportado por el BEN. “Hemos tenido una carga de trabajo muy grande desde mayo hasta hace unas dos o tres semanas por el aumento sostenido de la circulación del virus de la influenza y una gran cantidad de casos de internaciones por el segundo virus respiratorio importante, que es el VSR”, afirmó.
“La actividad de COVID ha sido baja y lo que sí hemos visto han sido cuadros de reagudización de asma y de enfermedad pulmonar obstructiva (EPOC), con VSR e influenza actuando como desencadenantes (algunas veces ambos al mismo tiempo)”, añadió.

¿Más casos o más severos que otros años? No, según las cifras oficiales y los especialistas consultados. De hecho, según el BEN, hubo menos notificaciones de enfermedad tipo influenza (ETI), neumonías y bronquiolitis que durante el mismo período de 2023.
“Si bien este invierno ha hecho más frío y durante las dos semanas de temperaturas más bajas tuvimos más casos de infecciones virales respiratorias, sobre todo influenza y VSR en los niños, no tenemos un alerta por aumento de casos“, dijo a este diario Alicia De Falco, presidenta de la Asociación Argentina de Alergia e Inmunología Clínica (AAAeIC).
Videla, por su parte, añadió que es frecuente que durante el receso escolar baje un poco la circulación de los virus respiratorios.
Pero esta semana no solo vuelven los chicos al colegio en varias provincias, sino que después de la tregua que dieron en los últimos días, regresaron las temperaturas bajas, aunque no extremas como las de inicio de este mes (la Ciudad de Buenos Aires no atravesaba una ola de frío desde 2013 y hubo alerta roja por frío extremo en casi una decena de jurisdicciones).
Ante ese panorama, es frecuente que reaparezca la pregunta sobre si el frío enferma.
¿El frío enferma?
El frío no es el causante de las infecciones respiratorias, pero sí ejerce un rol.
Por un lado, hay virus que son más estacionales que otros, como el de la influenza, que provoca la gripe, y que tiene -tradicionalmente- su temporada alta entre mayo y agosto (aunque eso se modificó un poco después de la pandemia). También los del resfrío común. El de COVID, en cambio, ha circulado mucho durante temporadas de verano.
“El problema no es tanto el frío en sí mismo -reconoció Videla-. Algunos investigadores postulan que cuando hace frío llega menos cantidad de sangre a las mucosas y entonces llegan menos defensas, pero la interpretación más habitual de por qué es que los virus respiratorios circulan más en invierno es por el hacinamiento, estar en lugares mal ventilados, con las ventanas cerradas, compartir medios de transporte entre personas con síntomas respiratorios.”
Es decir, si bien el frío propicia ciertas condiciones que favorecen el contagio, son los virus y las bacterias los que ocasionan las infecciones, y no el estado del tiempo.
Pero hay excepciones. En épocas de frío, “las personas que padecen enfermedades alérgicas respiratorias tienen más predisposición a adquirir infecciones especialmente desencadenadas por virus”, advirtió De Falco.
Frío, asma, EPOC y alergias
“Los pacientes con enfermedades alérgicas respiratorias tienen una hiperirritabilidad de la vía aérea, que reacciona más al frío produciendo moco y congestión, tanto nasal como bronquial”, explicó la médica alergista.
El frío, sumó Videla, puede producir empeoramientos de asma y de EPOC porque actúa como un “irritante inespecífico”. Si bien los virus respiratorios funciona con frecuencia como desencadenantes de esos empeoramientos (con irritación, mayor producción de moco y alteración de la capacidad de los pulmones para depurar los gérmenes), “los cambios de temperatura por sí mismos también lo pueden causar”.
Es que las bajas temperaturas aumentan la predisposición de la vía aérea (que arranca en la nariz y se extiende hasta el último alvéolo, grafica De Falco) para la absorción de ciertos alergénos y la penetración de partículas virales.
El problema no termina ahí para las personas que viven con alergias y/o enfermedades respiratorias crónicas. “Muchas veces, cuando se instala la infección viral, pasan unos días y se sobreinfectan con bacterias. Esta es la causa de la recuperación más lenta de las infecciones, tanto de la vía aérea superior, como de la vía inferior”, comentó la médica.
A raíz de eso, a las personas que viven con alergias respiratorias (como rinitis, asma, rinosinusitis crónica, niños con broncoespasmo y asma infantil), la especialista aconseja reforzar las medidas preventivas, entre las que menciona evitar aglomeraciones o lugares mal ventilados y/o usar barbijo, y “estar en contacto con sus médicos alergólogos, porque hoy en día tenemos terapias muy accesibles que pueden mantener bajo control la enfermedad”.
La vacunación (contra gripe, neumococo, VSR, COVID) es una herramienta fundamental para evitar cuadros graves y hospitalización en niños y adultos que tengan indicación de recibirlas.
¿Cuánto puede demorar la recuperación total tras una infección respiratoria?
Según el neumonólogo, la recuperación total puede variar bastante. En casos de enfermedades comunes, como la gripe o el resfriado común, generalmente los síntomas duran entre 5 y 7 días. “Para el séptimo día, la mayoría de las personas suele experimentar una notable mejoría”.
La recuperación de una neumonía (una infección de la parte baja del aparato respiratorio que afecta a los pulmones), en una persona sana puede demandar entre una semana y 10 días. “Sin embargo, en personas con enfermedades coexistentes o en ancianos, la recuperación completa de la capacidad funcional y la desaparición total de los síntomas puede tomar varias semanas”, aclaró Videla.
Lo que puede durar mucho tiempo una vez resuelta la infección es la tos. La llamada tos posinfecciosa afecta a alrededor de uno de cada cuatro adultos y puede durar hasta 8 semanas.
“En general, lo que preocupa cuando la tos se prolonga a lo largo del tiempo es que venga acompañada de silbidos, de ronquidos audibles o dificultad respiratoria; de fiebre o de pérdida de peso y/o sudoración nocturna; o cuando pasa el umbral de las dos o tres semanas. Y si pasan más de 8 semanas seguro hay que consultar, porque es muy poco probable que sea una tos postinfecciosa”, sostuvo Videla.
—¿Cuándo se puede sospechar de un agravamiento del cuadro o de una neumonía?
—En general, lo primero que se debe hacer es consultar a un médico -dijo Videla-. No es necesario realizar una radiografía de tórax de manera automática, ya que en la mayoría de los cuadros afectan la vía aérea alta, la cual no se detecta mediante una radiografía. El médico puede determinar la presencia de ruidos pulmonares anormales al examinar al paciente. Si no hay ruidos pulmonares anormales, no se recomienda hacer una radiografía de tórax.
Sin embargo, si el médico detecta síntomas respiratorios y ruidos pulmonares alterados, entonces sí es recomendable hacerla. En casos de fiebre (definida como una temperatura superior a 37.5°C en al menos dos ocasiones o 38°C en una ocasión), que persiste por más de 48 a 72 horas, es prudente consultar a un médico.
Las personas con diabetes, asma, EPOC o aquellas mayores de 65 años deben tener un control más temprano, dentro de las primeras 48 horas si la fiebre no mejora. En un adulto sano, se puede esperar hasta 72 horas antes de consultar.
Urgencia, emergencia y lo que puede esperar
En la misma línea, desde el Hospital de Clínicas de la Universidad de Buenos Aires, donde funciona una guardia de otorrinolaringología 24 horas durante todo el año, subrayan la importancia de diferenciar entre una urgencia, una emergencia y un cuadro que puede esperar.
Es que durante el invierno, la guardia se llena de pacientes con problemas respiratorios, de garganta y auditivos, sobre todo los fines de semana. Pero no todos requieren atención inmediata.
“Los casos más comunes en adultos son dolor de garganta, resfriados, tos y rinitis, mientras que en los niños predominan los dolores de oído, los tapones de cera, la otitis externa y sangrados de nariz intermitentes, pero no en todos los casos se requiere acudir a la guardia. La gran mayoría de las afecciones que vemos pueden resolverse en un consultorio“, comentó Sofia Luzzi, de la División Otorrinolaringología del Hospital de Clínicas.
Entender las diferencias fundamentales entre una emergencia y una urgencia resulta clave para no colapsar las guardias y poder así darle prioridad a lo que no puede esperar, resaltó.
“Mientras que la emergencia trata de situaciones críticas que ponen en riesgo la vida y requieren intervención médica inmediata (un sangrado nasal incontrolable en una persona mayor que está anticoagulada, dificultad respiratoria por lesiones, por ejemplo), las urgencias son situaciones que también requieren atención rápida, pero no son potencialmente peligrosas para la vida. Estos casos deben ser atendidos pronto para evitar complicaciones, como infecciones de la garganta, dolores de oído u episodios de fiebre alta persistente”, resaltó.
Muchas veces, pacientes y familiares acuden a la guardia por ansiedad o miedo, especialmente durante la noche, pensando que serán atendidas más rápido, lo cual no siempre es el caso.
¿Cuándo se debe acudir a la guardia? “En caso de dolores de garganta severos que no ceden con analgésicos (ibuprofeno o paracetamol en 48-72 horas), resfriados complicados y episodios de fiebre alta persistente (38°C o más), sinusitis agudas, sangrados de nariz persistentes en personas mayores con historial de hipertensión”, precisó Luzzi.
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Salud
Un cardiólogo que estudia a los “superancianos” identifica el único hábito que garantiza vivir muchos años y con buena salud: “Es lo único que reduce nuestro reloj biológico”
Publicado
5 días atráson
4 junio, 2025Por
Admin
Tras analizar los factores que comparten los “superancianos”, el reconocido cardiólogo Eric Topol concluye que la longevidad depende, sobre todo, de una costumbre cotidiana
El doctor Eric Topol, cardiólogo y genetista estadounidense, lleva décadas investigando los secretos de la longevidad. Su reciente libro, Super Agers: An Evidence-based Approach to Longevity (Superancianos: una aproximación a la longevidad basada en pruebas), recopila los resultados de años de análisis sobre personas que superan los 80 años manteniendo la salud y la vitalidad. La publicación aún no ha salido en español, pero ya ha generado debate en foros especializados y en medios de comunicación de todo el mundo.
Pocas son las personas que consiguen cruzar la barrera de los 90 manteniéndose activos y en buena forma. Lejos de secretos inalcanzables o fórmulas mágicas, Topol defiende que la clave se encuentra “más cerca de lo que creemos” y apuesta por rutinas sencillas. En su recorrido profesional – es reconocido como uno de los diez principales expertos mundiales en longevidad -, el médico afirma que pequeños cambios diarios pueden prevenir enfermedades que encabezan la mortalidad global: cáncer, cardiopatías y trastornos neurodegenerativos.

El deporte es “lo único que sabemos que reduce nuestro reloj biológico”
“Sabemos que estas enfermedades tardan al menos 20 años en desarrollarse, así que estamos en condiciones de prevenirlas, sobre todo en personas con mayor riesgo”, afirma. “Tenemos una oportunidad de evitar esas patologías que surgen con la edad”. Para el especialista, modificar ciertos hábitos no supone un esfuerzo desmedido: “No se trata de pastillas ni de trucos mágicos. Podemos trabajar con lo que ya está en nuestras manos”.
El ejercicio – según Topol – destaca por encima del resto de recomendaciones. Basta con observar cómo se estructura la rutina diaria y plantear cambios sencillos en movimiento, dieta y ocio para encarrilar la salud a largo plazo. El cardiólogo recomienda especialmente aquellas actividades dirigidas a trabajar la musculatura en resistencia y los ejercicios de fuerza de prensión (la capacidad que tiene una persona para apretar o suspender objetos en el aire con las manos), dos prácticas que han mostrado una eficacia notable frente al deterioro físico vinculado al paso de los años.
“Resulta que el ejercicio es lo único que sabemos que reduce nuestro reloj biológico. El espacio entre tu verdadera edad y la edad biológica puede ampliarse”, destaca Topol. La recomendación estándar es realizar 30 minutos de ejercicio, cinco días a la semana, aunque el propio cardiólogo reconoce que incluso con dos sesiones semanales ya se obtienen beneficios. “No es sobre volverte más fuerte, es también sobre mejorar tu equilibrio”, insiste. “Nada de lo que podamos hablar supera al ejercicio si hablamos de reducir nuestro proceso de envejecimiento. No lo sabríamos si no hubiese toda esa ciencia detrás”.
Topol subraya que el ejercicio se ha revelado como el hábito más eficaz para mejorar la salud y prolongar la vida. Para quienes buscan una clave en la longevidad de los llamados “superancianos”, el mensaje queda claro: moverse no solo alarga los años, sino que también los llena de salud y vitalidad.
Salud
Qué es el síndrome del “hombro congelado”, la dolencia que afecta principalmente a las mujeres mayores de 40
Publicado
6 días atráson
3 junio, 2025Por
Admin
Durante la mediana edad, esta condición asociada a cambios hormonales interfiere con rutinas básicas y deteriora el bienestar general, advierten desde National Geographic. Cuáles son los síntomas y por qué es esencial el diagnóstico oportuno
Alcanzar el estante de la cocina, atarse el pelo o solo levantar los brazos pueden ser acciones que, aunque simples, se vuelven un desafío inesperado para muchas mujeres en la mediana edad, especialmente después de los 40 años.
Actualmente, esta condición ganó relevancia debido a su impacto prolongado y a la necesidad de repensar su diagnóstico y tratamiento desde una perspectiva informada y equitativa. Es que el dolor persistente y la rigidez en el hombro afectan de manera desproporcionada a mujeres de mediana edad, con una alta prevalencia e impacto en la calidad de vida.

El hombro congelado se caracteriza por una restricción progresiva y dolorosa del movimiento en la articulación, tanto en acciones activas como pasivas.
- Congelación: dolor y rigidez aumentan de forma progresiva.
- Congelada: disminuye el dolor, pero persiste la rigidez, lo que dificulta las actividades cotidianas.
- Descongelación: el rango de movimiento mejora de manera gradual.
Este proceso puede extenderse entre uno y tres años. En algunos casos, la recuperación total no se alcanza.
Vale destacar que, en la fase inicial, el dolor suele ser intenso por la noche y la movilidad del hombro se reduce. En la etapa intermedia, la rigidez se acentúa y puede producirse atrofia muscular. Finalmente, durante la recuperación, disminuye el dolor y mejora la movilidad, aunque no siempre se restablece por completo.
Desde Mayo Clinic advierten que, aunque en la mayoría de los casos se resuelven con el tiempo, la afección puede resultar incapacitante durante su evolución.
Cuáles son los factores de riesgo

Diversos reportes indican que entre el 2% y el 5% de la población desarrolla capsulitis adhesiva. Su frecuencia aumenta significativamente en mujeres de entre 40 y 60 años, especialmente en la transición menopáusica, profundiza National Geographic.
El mismo medio señala que cerca del 75% de los casos se presentan en mujeres, y más del 70% de quienes atraviesan la menopausia padecen síntomas musculoesqueléticos. Es más, una de cada cuatro desarrolla alguna forma de discapacidad funcional.
Aunque sus causas exactas no están completamente establecidas, se estima que el hombro congelado se origina por un proceso inflamatorio que provoca el engrosamiento y la contracción de la cápsula articular. Sobre este punto, el estudio de Climacteric vincula este mecanismo con la disminución de estrógenos durante la menopausia, lo que contribuye a la aparición de síntomas musculoesqueléticos como el dolor articular y la rigidez.
En cuanto a los factores de riesgo, Mayo Clinic identifica a los antecedentes de diabetes, trastornos tiroideos, enfermedades neurológicas o cardiovasculares, así como la inmovilización prolongada del hombro.
Vale destacar que la afección presenta mayor prevalencia entre personas de origen asiático, donde se la conoce como “hombro de los cincuenta años”, según relata National Geographic.

Por otro lado, un estudio publicado en Climacteric propuso el término “síndrome musculoesquelético de la menopausia” para describir síntomas asociados al descenso de estrógenos, como capsulitis adhesiva, artralgia y pérdida de masa muscular.
Al tiempo que una investigación publicada en Journal of Clinical Medicine documentó la alta frecuencia de dolor de hombro en mujeres menopáusicas y las barreras diagnósticas que enfrentan.
Contexto histórico y falta de investigación
Durante décadas, el hombro congelado fue una enfermedad poco comprendida y subestimada por la comunidad médica. National Geographic destaca que hasta hace poco existían escasos estudios sobre sus causas y tratamientos, en parte por un sesgo de género en la investigación.
La cirujana ortopédica Jocelyn Wittstein, citada por el medio, afirmó que “el solo hecho de ser mujer es un factor de riesgo para el hombro congelado” y señaló que la mayoría de los cirujanos ortopédicos no experimentan la menopausia, lo que contribuye a la falta de urgencia en el abordaje de esta afección.

En 2024, Wittstein y su equipo introdujeron el concepto de síndrome musculoesquelético de la menopausia, para describir síntomas como dolor articular, pérdida de masa muscular, disminución de densidad ósea y progresión de la osteoartritis. La revista Climacteric, en ese tono, subrayó la relevancia de esta terminología para aumentar la conciencia médica y social sobre los efectos musculoesqueléticos del climaterio.
Diagnóstico: criterios y relevancia de la detección temprana
Durante años, el hombro congelado fue poco atendido en la práctica clínica. National Geographic vincula esta omisión con un sesgo de género. En ese marco, Jocelyn Wittstein insistió en que el factor de riesgo de ser mujer fue históricamente desestimado y atribuyó esa omisión al desconocimiento clínico de la experiencia menopáusica.
Estas afirmaciones sobre el síndrome musculoesquelético en la menopausia adquirieron respaldo desde la revista Climacteric, ya que se documentó la frecuencia y el impacto de estos síntomas en mujeres en transición hormonal.
El estudio en Journal of Clinical Medicine reforzó esta perspectiva al mostrar la elevada prevalencia de dolor de hombro y la falta de estrategias diagnósticas eficaces, lo que prolonga el sufrimiento y retrasa el tratamiento adecuado.

Lo cierto es que el diagnóstico del hombro congelado es clínico. Se basa en la historia de dolor y rigidez progresiva, y en la limitación del rango de movimiento activo y pasivo. La Cleveland Clinic explica que el examen físico incluye la evaluación comparativa con el otro hombro.
Las radiografías permiten descartar patologías como artritis o lesiones óseas, y técnicas como la resonancia magnética o la ecografía ayudan a confirmar el diagnóstico.
Su identificación oportuna es clave. Intervenir en las primeras fases mejora el pronóstico y acorta la duración de los síntomas. Sobre este punto, y a modo de ejemplo, el estudio publicado en Journal of Ultrasound demostró que la hidrodilatación guiada por ecografía, combinada con fisioterapia, resulta más eficaz si se aplica antes de alcanzar la rigidez completa.
Tratamientos actuales y evidencia disponible
El tratamiento del hombro congelado evolucionó, aunque aún no hay un protocolo unificado. Las estrategias incluyen fisioterapia, analgésicos, antiinflamatorios no esteroideos, corticoides (orales o inyectables), hidrodilatación y, en casos refractarios (resistes a los tratamientos tradicionales), cirugía.
La fisioterapia es el pilar del abordaje conservador. Mayo Clinic y Cleveland Clinic coinciden en que los ejercicios de amplitud de movimiento, acompañados de un compromiso sostenido con la rehabilitación, son fundamentales para la recuperación.
Las infiltraciones con corticoides alivian los síntomas en las etapas iniciales, aunque su efecto es transitorio. La hidrodilatación —inyección intraarticular de solución salina y corticoides guiada por ecografía— mostró buenos resultados, especialmente al combinarse con fisioterapia personalizada.

El trabajo publicado en Climacteric cita estudios clínicos que muestran que estos tratamientos logran buenos resultados si se inician a tiempo, reduciendo la necesidad de intervenciones más invasivas.
Respecto a la terapia hormonal, National Geographic y la revista Climacteric señalaron que la terapia de reemplazo hormonal (TRH) podría prevenir o aliviar los síntomas musculoesqueléticos, incluido el hombro congelado.
La Dra. Kathleen Jordan, directora médica de Midi Health, afirmó a National Geographic que la TRH es una de las intervenciones más eficaces para el dolor articular vinculado al hipoestrogenismo, aunque debe evaluarse caso por caso.
Las opciones quirúrgicas quedan reservadas, entonces, a cuadros en los que el tratamiento conservador falla. El estudio de Journal of Clinical Medicine advirtió que muchas mujeres menopáusicas no acceden de forma temprana a tratamientos adecuados debido a la subestimación de su dolor, lo que retrasa intervenciones efectivas.

El reconocimiento del hombro congelado como parte del síndrome musculoesquelético amplió la investigación clínica y mejoró el enfoque terapéutico. National Geographic destacó, en ese sentido, que una nueva generación de especialistas en salud femenina favoreció el acceso a tratamientos basados en evidencia.
En paralelo, Climacteric resaltó el rol de intervenciones complementarias como el ejercicio de resistencia y la suplementación con vitamina D, magnesio y vitamina K2 para preservar la masa ósea y muscular en mujeres posmenopáusicas. La hidrodilatación guiada y la fisioterapia personalizada continúan como intervenciones de primera línea, sobre todo si se aplican en fases tempranas.
Salud
Andar en bicicleta o caminar, ¿qué es mejor para la salud cardiovascular?
Publicado
6 días atráson
3 junio, 2025Por
Admin
Ambas prácticas tienen múltiples beneficios para el organismo. En el Día Mundial de la Bicicleta, un repaso por sus efectos en la prevención de enfermedades cardíacas, control metabólico y fortalecimiento muscular
Cada 3 de junio se conmemora el Día Mundial de la Bicicleta, una iniciativa de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) que busca fomentar su uso por sus múltiples beneficios sociales, ambientales y de salud.
En 2025, la Organización Mundial de la Salud (OMS) publicó un análisis al respecto de su director general, Tedros Adhanom Ghebreyesus, quien apuntó: “Caminar y andar en bicicleta mejora la salud y hace que las ciudades sean más sostenibles. Cada paso que damos y cada paseo ayudan a reducir la congestión, la contaminación atmosférica y las enfermedades. No obstante, debemos hacer que los desplazamientos a pie y en bicicleta sean seguros, para que más personas opten por estas opciones más saludables y ecológicas”.

Caminar o andar en bici: sus beneficios para la salud cardiovascular
Tras analizar a 82.297 personas durante 18 años, el trabajo concluyó que “en comparación con los desplazamientos no activos, el uso de la bicicleta se asoció con un menor riesgo de mortalidad por todas las causas, un riesgo un 24% menor de hospitalización por enfermedades cardiovasculares, prescripción de medicación cardiovascular y prescripción por problemas de salud mental”. En cuanto a la caminata, el mismo estudio señaló que las personas “que caminaban al trabajo tenían un riesgo 10% menor de hospitalización por enfermedad cardiovascular y de recibir medicación para tratarla”.
Sin embargo, el trabajo también advirtió sobre un riesgo mayor de lesiones entre ciclistas: “Quienes se desplazaban en bicicleta tenían casi el doble de riesgo de hospitalización por colisiones de tráfico en comparación con los no activos, aunque este fue un evento relativamente infrecuente (83 hospitalizaciones en 18 años)”. Estos eventos reflejan la necesidad de infraestructuras seguras para garantizar los beneficios del ciclismo sin aumentar riesgos viales.

En 2022, la OMS publicó un informe en el que apuntó: “Andar en bicicleta y caminar puede ayudar a combatir el sobrepeso y reducir la inactividad física. Los desplazamientos activos se asocian con una disminución de aproximadamente el 10% del riesgo de enfermedad cardiovascular y una disminución del 30% del riesgo de diabetes tipo 2″.
Fortalecimiento muscular, según la intensidad que se busca
Tanto caminar como andar en bicicleta activan los músculos de las piernas. Según una revisión de Public Health England, “el ciclismo se asocia con mejoras en la composición corporal” y permite reducir el porcentaje de grasa corporal cuando se lo realiza con frecuencia.
El mismo informe destacó que andar en bicicleta “beneficia la capacidad cardiorrespiratoria en adultos”, lo que implica también un refuerzo de la musculatura involucrada en la resistencia aeróbica. Por su parte, caminar actúa sobre músculos estabilizadores, fortalece los tobillos y las caderas, y mejora el equilibrio, especialmente en personas mayores o con movilidad reducida. Además, se asocia con mejoras en la salud musculoesquelética de mujeres posmenopáusicas y personas con dolor lumbar crónico, según precisó el análisis.
Si bien el ciclismo podría promover un fortalecimiento más marcado debido a la carga mecánica del pedaleo, caminar también ofrece beneficios relevantes, particularmente en términos de mantenimiento de la masa muscular con bajo impacto en las articulaciones, de acuerdo a los expertos.
Bajar de peso: ambas son buenas alternativas
Ambas actividades son aliadas eficaces en estrategias de control del peso. La OMS ha indicado que caminar “durante 30 minutos o andar en bicicleta durante 20 minutos la mayoría de los días reduce el riesgo de mortalidad en al menos un 10%”.

En el informe de Public Health England detallaron que caminar con regularidad genera descensos en el índice de masa corporal, el perímetro de cintura y el peso, particularmente en personas inactivas o con sobrepeso. El ciclismo, por su parte, está significativamente asociado con una menor grasa corporal en estudios de cohorte y ensayos clínicos, lo que lo posiciona como una herramienta útil para reducir el exceso de peso.


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