Sociedad
El último ataque en Malvinas y el día que las tropas inglesas se salvaron por llegar tarde
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La última gran batalla de la Guerra entre pilotos argentinos y la Royal Marine fue el 13 de junio de 1982.
Un día después, se firmaría el cese del fuego con un pedido especial para que la Fuerza Aérea dejara de atacar.
–¿Aviones en el aire?- La radio del radar Malvinas rompió el tenso silencio en las cabinas de los cazas A 4-B.
–Sí. Estamos los “Chispa” y los “Nenes”-, contestó el capitán Varela.
–Le informo que tienen PAC al este de Puerto Argentino, al sur de Bahía Agradable y en el Estrecho de San Carlos– contestó la voz en el radar.
Los “Chispa” y los “Nenes” eran las dos escuadrillas de A-4 B Skyhawk de la V Brigada Aérea de la Fuerza Aérea Argentina que tenían como misión bombardear un campamento inglés en el Monte Dos Hermanas, en la Isla Soledad.
No sabían que esa sería la última misión de los “Halcones” que tanto estragos causaron en la flota inglesa. Tampoco que el jefe de las tropas británicas en Malvinas, Jeremy Moore, salvaría su vida de milagro de ese ataque. El sábado 14 de junio Moore fue quien firmó el cese del fuego con Mario Benjamín Menéndez en Puerto Argentino.
PAC era la siglas de Patrulla Aérea de Combate. Así le decían a las escuadrillas de aviones Harrier de la Royal Marine. Ese día estaban por todos lados, menos por donde estaban ingresando los Skyhawk argentinos.

–¿Usted me ve?, preguntó Varela, volando tan bajo que casi peinaba la vegetación.
–No– contestó el radar Malvinas.
–Entonces ellos tampoco.
Las dos escuadrillas que ese mediodía de hace 42 años atrás estaban por atacar a los ingleses estaban conformadas por cuatro aviones cada una. La primera, “Chispa”, estaba liderada por el capitán Carlos Varela, los tenientes Mario Roca y Sergio Mayor y el alférez Marcelo Moroni.

La segunda, “Nene” por los tenientes Luis “Tucu” Cervera, Omar Gelardi y el alférez Guillermo Dellepiane. Cervera, con 28 años y siendo teniente, quedó al frente de su escuadrilla porque el capitán Antonio Zelaya tuvo un problema con el motor de su A-4 B y debió regresar al continente.
“No era fácil. La guerra se ponía cada día más álgida, más dura. Las misiones eran muy complejas. Entonces la Isla Soledad ya estaba casi toda bajo control inglés, ya habíamos perdido Darwin, Pradera del Ganso, San Carlos”, cuenta Cervera a Clarín.
De los 16 pilotos de su escuadrón, solo quedaban nueve. Cuatro murieron el 12 de mayo en un combate a mar abierto contra la flota británica y otros tres en Bahía Agradable, el 8 de junio.
“Entonces la misión del 13, que es la última gran batalla, ya era una misión de altísimo riesgo”, relata “Tucu”, que dice que en ese momento no podían pensar en la muerte de sus compañeros y amigos. “No podías llorar porque al otro día había que salir de nuevo”, expresa.
Un vídeo resume en un minuto la batalla del 13 de junio en el Monte Dos Hermanas.
El objetivo de la misión que tenían las escuadrillas “Chispa” y “Nene” era atacar un “acantonamiento” de tropas próximo a Monte Dos Hermanas y les dieron las coordenadas que ellos pusieron en el navegador. La posición la habían informado las tropas argentinas en la isla.
“La hora de atacar que nos dieron era a las 12. Hicimos toda la navegación programada para llegar a esa hora. Había que cumplir con el horario porque normalmente atrás de tu ataque venía otra escuadrilla y había que darle el lugar para entrar y que no se encontrara con todo el quilombo ahí”, cuenta Cervera.
Cuando dice “quilombo” explicará que se trata de las esquirlas de las bombas volando por los aires, el humo, la artillería enemiga y el escape de los propios pilotos.

“Pero después de esa misión no hubo más misiones. La última fue la mía”, dice.
Después de repostar combustible en vuelo, los siete aviones entraron desde el norte en vuelo rasante, como durante toda la guerra, para no ser detectados. Adelante la escuadrilla “Chispa” de Varela, atrás la “Nene”, de Cervera.
Peinar el pasto de Malvinas con vuelos rasantes
A diferencia de los vuelos sobre el mar, ahora sí los pilotos de la Fuerza Aérea Argentina hacían algo más parecido a su entrenamiento. Sobrevolar tierra firme para ir a atacar un punto fijo. Aunque el terreno de Malvinas no era nada fácil: se entraba por una costa tipo acantilado y luego había accidentes geográficos a lo largo y a lo ancho de toda la superficie.
“Cuando entramos veo un helicóptero estacionado rotando sus palas y digo: ‘Este va a avisar. Nos vio’”, cuenta “Tucu”. Después viene la comunicación con el radar Malvinas.
“De acá no podemos salir”, pensó Cervera cuando se enteró que estaban rodeados de Harriers. “Le digo a Varela: ‘Volvamos por el norte. Acabamos de entrar por ahí y no pasó nada’. Fue lo único que le dije”, recuerda el piloto.
Para ese entonces, los “Nenes” ya habían perdido de vista a los “Chispa” por la distancia que debían dejarse entre las dos escuadrillas.
Llegando a Dos Hermanas, Cervera vio las explosiones de la primera escuadrilla. Ya había caído la nube de esquirlas, solo quedaba aire un poco brumoso.

“Después de eso veo más tropa y equipamiento desplegado en el terreno y ordeno tirar a la escuadrilla mía. Tiro y se me cruza un helicóptero Sea King adelante mío, de derecha a izquierda y le empiezo a tirar con los cañones. Maravillosamente ese día empiezan a funcionar porque siempre se trababan”, cuenta. Con las municiones logró dañar las aspas del Sea King, que quedó fuera de combate.
Un ataque que salió a la perfección y la impuntualidad que salvó a las tropas inglesas
Las bombas de los siete aviones arrasaron con las instalaciones de las tropas británicas. Pero el destino quiso que ese día la puntualidad inglesa fallara y los oficiales se retrasaran con las órdenes que le iban a dar a sus tropas. Por eso pospusieron una reunión en el Cuartel General -que terminó destrozado por las bombas- y salvaron sus vidas.
El relato de Julian Thompson, ex jefe de la Brigada de Comandos 3 británica en la guerra, en su libro No Picnic ayuda a tomar dimensión del ataque.
“En el comienzo de esa tarde justamente cuando tendría que haber estado reunido el Grupo de Órdenes de la Brigada de no haber mediado el aplazamiento, cuatro Skyhawks aparecieron rugientes sobre la cresta que se alzaba hacia el este”, dice en el libro y detalla que al ver los aviones se refugió atrás de la primera piedra que vio.

“Las bombas de 400 kilos suspendidas de sus pequeños paracaídas parecían descender flotando lentamente antes de estallar en una serie de explosiones que sacudían la tierra, sembrando a su alrededor turba, piedras y esquirlas metálicas que caían sobre el Cuartel General y los emplazamientos de morteros y ametralladoras del Para 2”, menciona Thompson.
“Fue una verdadera escapada con suerte porque la bomba más alejada cayó a solo 50 metros del Cuartel General”, asegura y menciona que en el ataque se dañaron tres helicópteros.
“La carpa de reunión en la que tendría que haber estado el Grupo de Órdenes, desocupada debido al atraso registrado en la preparación de las disposiciones, quedó como un colador debido a las esquirlas que la habían atravesado y casi todas las sillas de campaña previamente dispuestas perdieron las patas o sufrieron mutilaciones”, cuenta.

“Las bajas causadas por el ataque en el interior de la carpa pudieron haber sido muy grandes, probablemente dando muerte o hiriendo a casi todos nosotros, incluyendo a todos los oficiales con mando y oficiales clave del Estado Mayor de la Tercera Brigada”, grafica.
La misión no terminó ahí. Después de bajar el helicóptero, “Tucu” escuchó el grito de uno de sus numerales: “Rompé por derecha”. Desde la tierra le habían tirado un misil que iba justo hacia su avión. También les disparaban con fusiles y ametralladoras.
En tierra, descubriría cuatro agujeros entre la cabina y la cola de su avión que pasaron justo al lado de los caños hidráulicos de la dirección. Por centímetros no fue derribado.
Cervera reaccionó e hizo un viraje de máxima performance, a 5G. Eyectó los tanques de combustible y la bombera en una maniobra poco ortodoxa y consiguió escapar.
Los Harriers y la lucha contra la propia sombra
Durante el escape, rasante y a toda velocidad, viviría un momento de máxima tensión, producto del estrés de la batalla. “Veo una sombra a mi derecha. Un Harrier pensé. Yo estaba obsesionado. No por el avión en sí, sino por el misil que tiraban. Pensar que el 8 habían derribado a tres pilotos nuestros”, expresa.

Cervera empezó a buscar el avión a su alrededor, arriba y abajo. No lo encontraba. Comenzó a hacer maniobras evasivas para perderlo, pero la silueta seguía ahí. “Qué hijo de p…”, gritaba. Hasta que después de varios intentos y sin lograr deshacerse de ese avión, se dio cuenta que estaba peleando contra su propia sombra.
Ya sobre el agua, al norte de la Isla Soledad, Cervera se cruzó con una fragata inglesa. “Me vieron”, pensó. No tenía nada para hacer: había gastado todas las municiones en el Sea King y las bombas contra el objetivo. Se mantuvo bien pegado al agua y no le quitó la vista de encima, a la espera del misilazo. “En vez de hacer un viraje cerrado hacia el oeste, hice uno más amplio, para no darle la panza. Siempre mantuve a la fragata a la vista en el borde de la cabina. Quería ver cuándo salía el misil y de acuerdo a eso ver qué hacía”, recuerda. Increíblemente, el buque no lo vio y pudo continuar con el regreso.
Volvió al continente con rumbo a Puerto San Julián sin los tanques de combustible externos, que eyectó en Dos Hermanas y con menos de la cantidad de nafta necesaria. Aprovechó que el avión tenía menos peso porque también había tirado la bombera y subió a más de 40 mil pies de altura para optimizar el rendimiento. El descenso hacia la base aérea lo hizo lo más largo posible, llevando el avión planeando, casi a velocidad de pérdida.
Cuando aterrizó, se quedó en la cabecera de la pista y no salió de la cabina, a la espera de Dellepiane. El numeral tuvo un regreso plagado de tensión y dramatismo porque durante el ataque al campamento inglés, le dispararon y agujerearon el tanque de nafta.

Al dejar las islas, el nivel de combustible empezó a bajar estrepitosamente. Y cuando la aguja ya marcaba 0, encontró al Hércules C-130 en el aire, logró engancharse de un solo intento (era la tercera vez que hacía la maniobra de reabastecimiento) y volvió alimentando su motor con la nafta que le pasaban.
El 14 de junio, para firmar el acta de rendición, Moore puso como condición especial el cese de ataques de la Fuerza Aérea a la flota y las tropas británicas.
MG
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Sociedad
Un turista de 21 años se metió al Río Paraná para buscar una pelota y murió ahogado
Publicado
20 horas atráson
12 marzo, 2025Por
Admin
Ocurrió en el balneario municipal de Santa Elena. El joven habría cruzado la zona habilitada, que estaba delimitada por boyas
Un joven de 21 años murió ahogado este martes por la tarde tras adentrarse en las aguas profundas del río Paraná para recuperar una pelota. El trágico accidente ocurrió en el balneario Santa Elena, situado en la ciudad homónima, en Entre Ríos.

Si bien un compañero intentó ayudarlo, tuvo que soltarlo debido a que la víctima comenzó a arrastrarlo mientras se ahogaba. El joven fue identificado como Logan Daniel Videla, oriundo de La Matanza, provincia de Buenos Aires. En el caso intervinieron agentes de la Comisaría de Santa Elena, del Departamento La Paz, junto con personal de Prefectura Naval.
Alarmante cifra de ahogamientos durante el verano
Según se pudo reconstruir, al notar que no podía mantenerse a flote, comenzó a pedir auxilio. A pesar de los esfuerzos de una persona que logró sacarlo del agua, ya no presentaba signos vitales, según informó El Doce TV.
En lo que va del verano, las víctimas fatales sufrieron accidentes en las localidades cordobesas de La Calera (Sierras Chicas), Nono (Traslasierra), Villa Rumipal (Valle de Calamuchita), Villa Carlos Paz (Valle de Punilla), el dique Piedras Moras (Calamuchita), Mina Clavero (Traslasierra) y Río Tercero (Tercero Arriba).

Solo dos días antes de la muerte de Lucas Iván Paz, falleció otro hombre identificado como Horacio Quiroga en la ciudad de Río Tercero. La víctima, de 37 años, disfrutaba de una jornada familiar cerca del balneario municipal; cuando ingresó al agua en la zona del predio del Centro Tradicionalista alrededor de las 19 horas. Testigos relataron que, tras lanzarse al río, Quiroga no volvió a salir a la superficie, lo que generó alarma entre los presentes.
Días atrás, un hombre de 65 años, identificado como Norberto Jorge Amadeo, falleció en el balneario La Toma, ubicado en la localidad de Mina Clavero. El turista, oriundo de la provincia de Buenos Aires, resbaló mientras intentaba cruzar el río a nado, golpeó su cabeza contra una piedra y fue arrastrado por la corriente, lo que resultó en su trágico deceso.
Sociedad
Temporal en Bahía Blanca, en vivo: se reactivó el transporte público y será gratis por 30 días
Publicado
20 horas atráson
12 marzo, 2025Por
Admin
La ciudad bonaerense vuelve poco a poco a la normalidad. El funcionamiento de los colectivos, la recolección de residuos y la entrega de donaciones. La atención al público en lugares habilitados para circular. Qué pasará con las clases y el clima
Bahía Blanca se reconstruye después del fuerte temporal que azotó a la ciudad el viernes pasado, provocando grandes daños y destrozos. La ciudad recibió la llegada del.
En el medio de la angustia que prevalece por las personas que aún están desaparecidas, incluyendo a las hermanas Delfina y Pilar Hecker, de uno y cinco años, las autoridades del municipio se mantienen trabajando en su búsqueda.
Por lo pronto las clases estarán suspendidas hoy y mañana debido a las complicadas condiciones de infraestructura en las que se encuentran las instituciones relevadas.
En tanto, el gobierno de la Provincia de Buenos Aires anunció un paquete de medidas como créditos blandos, subsidios, transporte gratis y beneficios impositivos.
El presidente del Club Olimpo de Bahía Blanca, Alfredo Dagna, destacó la ayuda de gran parte de las instituciones deportivas de la Argentina: “Es un aluvión de donaciones que vienen. Me han llamado casi todos los presidentes de clubes para decirme que enviaban uno o dos camiones”. E informó que la idea es entregarlo “en forma inmediata” a la gente, ya que hay una situación de desesperación.
Respecto al rol de la Asociación de Fútbol Argentino (AFA), Dagna comentó que el organismo se encuentra recibiendo donaciones en el predio de la AFA, en Ezeiza, que provienen de los clubes del interior. Y subrayó que lo que más se necesita son elementos de higiene: “El tema es lo que pueda pasar desde el punto de vista sanitario en la Ciudad”.

En cuanto a medidas, el dirigente relató: “En el fútbol lo que hicimos fue suspender el partido que teníamos ahora, jugábamos el domingo. Tengo dos helicópteros de la Policía Federal en la cancha de fútbol y suben y bajan todos los políticos que vinieron. El club está colapsado con las ayudas”.
Por último y sobre la situación actual en la localidad bonaerense, Dagna calificó al temporal como “una situación difícilmente de entender” y estimó que es poco probable que vuelva a suceder. “Son situaciones que uno las explica y las cuenta, pero el que las vive es una situación traumática porque pierde todo. Eso es como el Juego de la Oca, retrocedes 20 casilleros porque perdés todo. Hechos como estos desbordan cualquier previsibilidad posible”.
En este punto, concluyó: “Es dramático lo que pasó, de tal forma que, toda la ayuda que llega, si bien es un bálsamo para la gente, cuando pase la ayuda la gente va a tener que arrancar de cero. Y eso es lo más preocupante”.
Cómo están las rutas en Bahía Blanca
Según informó Vialidad Nacional, el estado de las rutas nacionales que conectan la ciudad con el resto del país presenta diversas restricciones, incluyendo cortes totales y tramos transitables con precaución.
De acuerdo con el reporte oficial, la Ruta Nacional 3 (RN 3), muestra diferentes niveles de accesibilidad dependiendo del tramo. El segmento entre Azul y el empalme con la Ruta Nacional 229 (RN 229) se encuentra transitable sin inconvenientes. El tramo que conecta la RN 229 con El Triángulo y el que va desde este último punto hasta la calle Charlone (kilómetro 691) requieren precaución debido a las condiciones del camino.
Por otro lado, el tramo entre el Canal Maldonado (kilómetro 692) y el empalme con la Ruta Nacional 33 (RN 33) permanece completamente cerrado al tránsito.

El resto de los tramos de la RN 3 presentan una situación mixta. Desde el empalme con la RN 33 hasta el empalme con la Ruta Nacional 22 (RN 22), el tránsito es posible pero con precaución, mientras que el trayecto entre el empalme con la RN 22 y Patagones está habilitado sin restricciones.
Asimismo, el segmento que conecta el empalme con la RN 3 y Río Colorado, perteneciente a la RN 22, también es transitable con normalidad.

La Ruta Nacional 33 (RN 33) también presenta condiciones variables. El tramo entre el empalme con la RN 3 y La Vitícola está habilitado, pero se recomienda circular con precaución. Por su parte, el trayecto que conecta La Vitícola con Pigüé no presenta inconvenientes. Sin embargo, el tramo que une Pigüé con Trenque Lauquen requiere precaución debido a las condiciones del camino.
En cuanto a la Ruta Nacional 35 (RN 35), el panorama es más crítico. El tramo que conecta Bahía Blanca con el límite de la provincia de La Pampa se encuentra totalmente cerrado.

Por su parte, la Ruta Nacional 228 (RN 228), que conecta Necochea con Tres Arroyos, está habilitada sin restricciones. Por otro lado, la Ruta Nacional 229 (RN 229), que une el empalme con la RN 3 y Balneario Marisol en Punta Alta, es transitable, pero con precaución.
La Ruta Nacional 249 (RN 249), que conecta el empalme con la RN 3 y el empalme con la RN 229 en Punta Alta, también requiere precaución para su tránsito. Asimismo, la Ruta Nacional 252 (RN 252), que abarca el tramo entre la Rotonda de Villa Sarsfield y el puente La Niña, presenta condiciones similares.
Finalmente, la Ruta Nacional 1V03 (RN 1V03), que conecta el empalme con la RN 3 y la Rotonda Ex Indiada, también está habilitada, pero se recomienda circular con precaución.
El Hospital Penna reactiva algunos de sus servicios

El Hospital Provincial José Penna, principal centro de salud de Bahía Blanca, comenzó a recuperar su funcionamiento tras los graves daños sufridos durante el temporal del pasado viernes.
El Ministerio de Salud de la provincia de Buenos Aires implementó un amplio Plan de Contingencia que incluye la adecuación de espacios, la reorganización de servicios y el envío de recursos humanos y materiales para garantizar la atención médica en la región.
Más de 200 agentes sanitarios fueron enviados al hospital, junto con equipamiento médico, medicamentos, vacunas y personal especializado en salud mental. Estas medidas buscan restablecer la operatividad del establecimiento, que es clave para la atención de la población local.
Sociedad
“¿Dónde está mi bebé?”: la angustia de una madre adolescente y la hazaña de una enfermera en medio de la inundación en Bahía Blanca
Publicado
21 horas atráson
12 marzo, 2025Por
Admin
La tormenta arrasó con el Hospital Penna y decenas de niños tuvieron que ser evacuados de la Neonatología. Saira Delmiro, de 16 años, vivió una odisea para reencontrarse con su hija, Amely. Su historia y la de la enfermera que la salvó
El viernes 7 de marzo, Saira Delmiro (16) se despertó sobresaltada en su casa del barrio 9 de Noviembre, en Bahía Blanca. Eran las cuatro de la madrugada y afuera llovía sin parar. Horas después, cuando ya se había desatado el peor temporal de la historia de la ciudad, llegó a su teléfono un video que le heló la sangre: el hospital Penna, donde su hija Amely llevaba tres semanas internada en el sector de Neonatología, se había inundado.
“Me agarró un ataque de nervios. No veía a mi bebé desde la noche anterior y en las imágenes no aparecía el sector donde ella estaba. Me desesperé. Pensé que no se iba a salvar”, recuerda Saira en diálogo con Infobae.
Amely nació el 15 de febrero pasado, con solo 27 semanas de gestación y un peso de 940 gramos. Desde entonces, la beba pasaba sus días en una incubadora, con respirador y asistencia médica constante. Saira, que recibió el alta tres días después de traerla al mundo, la visitaba dos veces al día. “Trataba de pasar la mayor cantidad de tiempo en la Neonatología. Le cambiaba los pañales, me sacaba leche para que se alimentara y le hablaba permanentemente. Me costaba mucho verla así, tan chiquita y llena de cables”, explica.
A pesar del buen cuidado, en sus primeras semanas de vida, la evolución de Amely era incierta: primero tuvo ictericia (NdR: una afección frecuente en los neonatos que provoca que la piel y las partes blancas de los ojos se tornen amarillas a partir de un exceso de bilirrubina en la sangre) y, luego, una infección que le comprometió los pulmones. “Todo venía siendo muy cuesta arriba”, explica su mamá
Pero la prueba más dura todavía estaba por llegar.

“¿Dónde está mi bebé?“
Después de ver los videos, aquel viernes 7 de marzo, Saira decidió ir al hospital Penna a buscar a su bebé. Llegó alrededor de las 17 y ahí se enteró de que Amely ya no estaba allí. “Pregunté adónde estaba mi hija y me dijeron que la habían trasladado. ‘Ella está bien, pero la llevamos a OSECAC’, me explicó el director de Neonatología. El problema es que eso quedaba pasando el centro y, con mi mamá, no teníamos cómo llegar. Paramos una camioneta que se ofreció a llevarnos, pero tuvimos que bajarnos antes. Cuando salimos del coche, el agua nos llegaba por encima de la cintura y la corriente te llevaba. Tuvimos miedo”, cuenta.
Durante horas, Saira y su madre se quedaron atrapadas en una vereda, sin poder avanzar. “Tuvimos que esperar a que bajara el agua. Estábamos empapadas y embarradas. Al final, empezamos a caminar por calles sin luz. ‘No vamos a llegar’, le decía a mi mamá”, cuenta Saira.

“No tenés nada que agradecer”
Quien repone la otra parte de la historia, ahora, es Luciana Marrero, la enfermera que cobijó a Amely en su pecho, debajo de su ambo, para darle calor y así salvarle la vida. Junto a sus compañeras del Penna, Luciana puso en marcha un operativo de rescate que se extendió durante 18 horas ininterrumpidas hasta que lograron trasladar a todos los recién nacidos a un lugar seguro.
“Actuamos con el corazón y pensando en las madres que no pudieron llegar hasta sus hijos debido a la tormenta. Si no nos saliera del corazón, no podríamos haberlo hecho. La prioridad siempre son los bebés”, comentó la enfermera en una entrevista días atrás.
“A Luciana nunca la había visto porque yo me iba del hospital a las 21 y ella llegaba a las 24. El encuentro fue muy lindo. Me abrazó y me dijo que hizo lo que yo hubiera hecho. Si no fuera por ella, Amely no estaría hoy acá”, asegura Saira.
Pese a la incertidumbre por lo que vendrá, la joven se aferra a la esperanza. “Gracias a Dios, mi casa no se inundó y puedo ir y volver de OSECAC, aunque está mucho más lejos que el Penna. Amely sigue ganando peso y mientras ella esté bien, yo también lo estaré”, se despide Saira.

Volver a ponerse de pie
Tras la inundación, el hospital Penna, que también recibe pacientes de Tres Arroyos, Carmen de Patagones y otras localidades del sur de Buenos Aires, se encuentra en una situación crítica.
Ante la devastación, el personal de la institución solicitó la colaboración de la comunidad para reconstruir la sala de Neonatología y reponer los equipos perdidos. “Bahía necesita de la población. Nuestro sueño es volver a ver nuestra Neo en pie“, aseguraron las enfermeras.


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