Sociedad
A 42 años del ataque al Invencible, la misión suicida de los pilotos argentinos que los ingleses nunca reconocieron
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Fue la primera y única misión conjunta entre la Armada y la Fuerza Aérea durante la guerra de Malvinas. Ocurrió el 30 de mayo de 1982 y desplegó seis aviones de combate: dos Super Étendard y cuatro A4C. El recuerdo de los dos pilotos que no volvieron y la historia de una avanzada audaz sobre un legendario portaaviones que jamás fue reconocido por los ingleses
Lo detectaron el 27 de mayo, dos días después del ataque al Coventry y al Atlantic Conveyor. Lo había advertido el Radar Malvinas, relocalizado el 12 de abril desde su posición original en el aeropuerto a una zona lateral y protegida de Puerto Argentino. Los radaristas habían identificado un avión que, en determinado punto, desaparecía del escáner. Elevaron un reporte a Comodoro Rivadavia, que luego se remitió a la base de Río Grande. El Centro de Información y Control de la Fuerza Aérea Argentina (FAA) lo festejó.
Habían pasado 55 días del inicio del conflicto bélico y 25 de la masacre del ARA General Belgrano. El Comando Naval había retirado a la flota argentina. Pero crecía una voluntad irracional y temeraria de neutralizarlo. Lo programaron para tres días después de haberlo encontrado. El 30 de mayo de 1982, hace exactos cuarenta y dos años, un grupo de militares argentinos llevó a cabo una audaz incursión contra el portaaviones británico, en el que descargó bombas de 250 kilos y empleó el último misil Exocet disponible. Esta operación, meticulosamente planificada entre la Armada y la Fuerza Aérea Argentina, involucró a dos aviones Super Étendard y cuatro A4C Skyhawk. En apoyo, dos Hércules KC 130 se encargaron del reabastecimiento aéreo de combustible, crucial para que las aeronaves pudieran alcanzar su objetivo y regresar al continente.
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Cuatro de los cinco Exocet ya habían sido utilizados: quedaba la “bala de plata” que serviría para herir al más rentable de los objetivos navales y para castigar los ánimos de una fuerza que avanzaba, envalentonada e incólume, desde San Carlos. La orden llegó a la base de Río Grande, el centro de operaciones del tándem avión-misil. Alejandro Francisco dispararía el misil subsónico de casi seis metros de largo con una ojiva de 170 kilos de explosivos, secundado en apoyo de radio e instrumentos por Luis Collavino. “Ser portador del Exocet fue una responsabilidad muy grande. No solamente porque teníamos una cantidad limitada, en total eran cinco, sino porque era un arma muy importante. Además, esta era una tecnología absolutamente nueva para nosotros”, contó Francisco y detalló que el procedimiento para lanzar el misil comenzaba mucho antes. “Uno empieza a encender el sistema de calefacción y otro tipo de cosas. Después, hay toda una serie de operaciones con el radar para lanzar el misil, era algo novedoso para nosotros y no teníamos mucho adiestramiento. Confieso que para mí era una responsabilidad, y el hecho de lanzar el último misil sobre un portaaviones era una preocupación muy grande porque implicaba cumplir adecuadamente con todo el procedimiento”.
La misión fue cancelada el 28 de mayo porque los Hércules estaban destinados a otras tareas y pospuesta el 29 por decisión técnica. Les habían dicho que sería la primera y única misión conjunta entre la Armada y la Fuerza Aérea. Los Super Étendard lanzarían el Exocet el 30 de mayo y, para potenciar el daño, otros cuatro pilotos de A4C Skyhawk, armados con tres bombas de 250 kilos cada uno, completarían el ataque un minuto después. Una acción que pretendía intentar rematar al herido, una misión kamikaze para los A4C. “Cuatro ‘moscas’ libradas a su suerte para enfrentarse a un dragón, dotado con misiles, artillería y aviones de última generación, y defendido, además, por el grueso de la flota. Se daba por descontado que la tasa de derribos sería altísima”, describió la periodista Loreley Gaffoglio.
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“Se sabía que era una misión importante porque el portaaviones se suponía bien defendido -contó el brigadier Ernesto Rubén Ureta, piloto voluntario de un A4C-. El riesgo se consideró mucho mayor a la posibilidad de poder regresar del ataque. Entonces, el Comando de la Fuerza Aérea Sur ordenó que los dos pilotos de más experiencia fuéramos voluntarios. Con mi amigo y compañero de promoción José Daniel ‘Pepe’ Vázquez nos ofrecimos. Se nos dijo que podíamos designar a los otros pilotos numerales de la escuadrilla, que nos debían acompañar para cumplir la misión. Junto con Vázquez, designamos al primer teniente Omar Castillo, al teniente Daniel Paredi y al alférez Gerardo Isaac”. Sellaron un pacto de caballeros con Vázquez: en el cuarto de hotel que compartían cerca de la base de San Julián, se juramentaron que si uno de los dos no regresaba, el otro se encargaría personalmente de comunicárselo a su esposa. Buscaban, así, sortear confusiones, consuelos piadosos e intermediarios.
“Lo que nosotros teníamos que determinar era, a las distintas alturas de aproximación, a qué distancia nos detectaban. De esa manera, podíamos definir un perfil de aproximación para poder ingresar por debajo del lóbulo radar y evitar ser detectados. Establecimos que debíamos despegar de Río Grande, ascender a unos siete mil metros y dirigirnos hacia donde estaba el blanco”, contó Francisco. Debían abastecer combustible con los Hércules y descender a una distancia de 200 millas del blanco para ingresar por debajo del lóbulo radar: estar a metros del nivel del mar les permitía acercarse al buque sin ser detectados.
“En algún momento de esa aproximación rasante, nosotros debíamos ascender y encender nuestros radares para localizar el blanco. En ese momento, nuestro ataque se hacía evidente porque los buques tienen capacidad para recibir los impulsos radar. Y, además, entre los dos pilotos intercambiábamos información sobre lo que veíamos y la decisión sobre qué buque íbamos a lanzar el misil”, explicó el piloto del Super Étendard. Para garantizar el efecto sorpresa, decidieron aproximarse por la retaguardia, el sudoeste de la posición del portaaviones. “Nosotros teníamos la posición tentativa y fuimos hacia ese punto. En el medio estaban los dos Super Étendard formados, a la izquierda, Vázquez y Castillo, y a la derecha, Isaac y yo -recordó Ureta-. Y así íbamos avanzando en una sola línea, que era la forma de atacar”.
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Habían partido a las doce del mediodía. A suficiente distancia para la caída libre del Exocet, Francisco anunció el lanzamiento. Al ver desprenderse el misil como un peso muerto, sin propulsión, Collavino pensó: “Listo, sonamos. ¡Falló!”. Sólo después de una caída apreciable, el Exocet encendió su motor y navegó raudo mientras trazaba una estela blanca sobre el paisaje nuboso de un océano encrespado. Fue entonces cuando las contramedidas del Super Étendard de Collavino detectaron una iluminación de radar enemigo en su cola. Sin margen para el miedo, lo informó por radio y los SUE huyeron virando por izquierda a máxima potencia: en su huida, los Skyhawk enemigos los vieron.
“Al frente, 20 millas”, alcanzó a informar sobre la posición del Invencible. Con el bloque alado de Vázquez y Castillo por la izquierda, y Ureta e Isaac, por la derecha, la fuerza inglesa no sabría cuántos halcones alistar para enfrentar la avanzada aérea. Dos columnas de humo crecían desde la silueta del blanco, el elocuente signo del daño causado. “Yo lo veía desde su popa y eran como dos bigotes negros a cada costado”, constató Isaac. Para los pilotos no había dudas: el Exocet laceró a la “Abeja Reina”.
Sabían los riesgos de la misión y la alta tasa de derribos. Vieron y sintieron la explosión de los A4C. “A Vázquez y a Castillo no los esperen”, dijo Ureta. Cuando cuatro horas después aterrizaron en Río Grande hubo abrazos y lamentos. Los llevaron a distintas oficinas para hacer el informe definitivo. Los pilotos iban por separado, a fin de corroborar lo que cada uno había visto: confirmaron, así, que habían atacado al Invencible, un asalto tan audaz e inesperado que Inglaterra, por razones indistintas, siempre negó. Luego Ureta debió cumplir su pacto: “Me tocó tener que llamar a Liliana, su esposa, quien estaba con sus tres hijos en Mendoza, y le tuve que dar la noticia de que Pepe no había vuelto y que no era posible que regresara. Fue un pacto entre los dos, de grandes amigos, de asumir esa difícil tarea de tener que avisar a la esposa que nuestro amigo y su marido no había vuelto”.
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Sociedad
Un turista de 21 años se metió al Río Paraná para buscar una pelota y murió ahogado
Publicado
6 horas atráson
12 marzo, 2025Por
Admin
Ocurrió en el balneario municipal de Santa Elena. El joven habría cruzado la zona habilitada, que estaba delimitada por boyas
Un joven de 21 años murió ahogado este martes por la tarde tras adentrarse en las aguas profundas del río Paraná para recuperar una pelota. El trágico accidente ocurrió en el balneario Santa Elena, situado en la ciudad homónima, en Entre Ríos.

Si bien un compañero intentó ayudarlo, tuvo que soltarlo debido a que la víctima comenzó a arrastrarlo mientras se ahogaba. El joven fue identificado como Logan Daniel Videla, oriundo de La Matanza, provincia de Buenos Aires. En el caso intervinieron agentes de la Comisaría de Santa Elena, del Departamento La Paz, junto con personal de Prefectura Naval.
Alarmante cifra de ahogamientos durante el verano
Según se pudo reconstruir, al notar que no podía mantenerse a flote, comenzó a pedir auxilio. A pesar de los esfuerzos de una persona que logró sacarlo del agua, ya no presentaba signos vitales, según informó El Doce TV.
En lo que va del verano, las víctimas fatales sufrieron accidentes en las localidades cordobesas de La Calera (Sierras Chicas), Nono (Traslasierra), Villa Rumipal (Valle de Calamuchita), Villa Carlos Paz (Valle de Punilla), el dique Piedras Moras (Calamuchita), Mina Clavero (Traslasierra) y Río Tercero (Tercero Arriba).

Solo dos días antes de la muerte de Lucas Iván Paz, falleció otro hombre identificado como Horacio Quiroga en la ciudad de Río Tercero. La víctima, de 37 años, disfrutaba de una jornada familiar cerca del balneario municipal; cuando ingresó al agua en la zona del predio del Centro Tradicionalista alrededor de las 19 horas. Testigos relataron que, tras lanzarse al río, Quiroga no volvió a salir a la superficie, lo que generó alarma entre los presentes.
Días atrás, un hombre de 65 años, identificado como Norberto Jorge Amadeo, falleció en el balneario La Toma, ubicado en la localidad de Mina Clavero. El turista, oriundo de la provincia de Buenos Aires, resbaló mientras intentaba cruzar el río a nado, golpeó su cabeza contra una piedra y fue arrastrado por la corriente, lo que resultó en su trágico deceso.
Sociedad
Temporal en Bahía Blanca, en vivo: se reactivó el transporte público y será gratis por 30 días
Publicado
7 horas atráson
12 marzo, 2025Por
Admin
La ciudad bonaerense vuelve poco a poco a la normalidad. El funcionamiento de los colectivos, la recolección de residuos y la entrega de donaciones. La atención al público en lugares habilitados para circular. Qué pasará con las clases y el clima
Bahía Blanca se reconstruye después del fuerte temporal que azotó a la ciudad el viernes pasado, provocando grandes daños y destrozos. La ciudad recibió la llegada del.
En el medio de la angustia que prevalece por las personas que aún están desaparecidas, incluyendo a las hermanas Delfina y Pilar Hecker, de uno y cinco años, las autoridades del municipio se mantienen trabajando en su búsqueda.
Por lo pronto las clases estarán suspendidas hoy y mañana debido a las complicadas condiciones de infraestructura en las que se encuentran las instituciones relevadas.
En tanto, el gobierno de la Provincia de Buenos Aires anunció un paquete de medidas como créditos blandos, subsidios, transporte gratis y beneficios impositivos.
El presidente del Club Olimpo de Bahía Blanca, Alfredo Dagna, destacó la ayuda de gran parte de las instituciones deportivas de la Argentina: “Es un aluvión de donaciones que vienen. Me han llamado casi todos los presidentes de clubes para decirme que enviaban uno o dos camiones”. E informó que la idea es entregarlo “en forma inmediata” a la gente, ya que hay una situación de desesperación.
Respecto al rol de la Asociación de Fútbol Argentino (AFA), Dagna comentó que el organismo se encuentra recibiendo donaciones en el predio de la AFA, en Ezeiza, que provienen de los clubes del interior. Y subrayó que lo que más se necesita son elementos de higiene: “El tema es lo que pueda pasar desde el punto de vista sanitario en la Ciudad”.

En cuanto a medidas, el dirigente relató: “En el fútbol lo que hicimos fue suspender el partido que teníamos ahora, jugábamos el domingo. Tengo dos helicópteros de la Policía Federal en la cancha de fútbol y suben y bajan todos los políticos que vinieron. El club está colapsado con las ayudas”.
Por último y sobre la situación actual en la localidad bonaerense, Dagna calificó al temporal como “una situación difícilmente de entender” y estimó que es poco probable que vuelva a suceder. “Son situaciones que uno las explica y las cuenta, pero el que las vive es una situación traumática porque pierde todo. Eso es como el Juego de la Oca, retrocedes 20 casilleros porque perdés todo. Hechos como estos desbordan cualquier previsibilidad posible”.
En este punto, concluyó: “Es dramático lo que pasó, de tal forma que, toda la ayuda que llega, si bien es un bálsamo para la gente, cuando pase la ayuda la gente va a tener que arrancar de cero. Y eso es lo más preocupante”.
Cómo están las rutas en Bahía Blanca
Según informó Vialidad Nacional, el estado de las rutas nacionales que conectan la ciudad con el resto del país presenta diversas restricciones, incluyendo cortes totales y tramos transitables con precaución.
De acuerdo con el reporte oficial, la Ruta Nacional 3 (RN 3), muestra diferentes niveles de accesibilidad dependiendo del tramo. El segmento entre Azul y el empalme con la Ruta Nacional 229 (RN 229) se encuentra transitable sin inconvenientes. El tramo que conecta la RN 229 con El Triángulo y el que va desde este último punto hasta la calle Charlone (kilómetro 691) requieren precaución debido a las condiciones del camino.
Por otro lado, el tramo entre el Canal Maldonado (kilómetro 692) y el empalme con la Ruta Nacional 33 (RN 33) permanece completamente cerrado al tránsito.

El resto de los tramos de la RN 3 presentan una situación mixta. Desde el empalme con la RN 33 hasta el empalme con la Ruta Nacional 22 (RN 22), el tránsito es posible pero con precaución, mientras que el trayecto entre el empalme con la RN 22 y Patagones está habilitado sin restricciones.
Asimismo, el segmento que conecta el empalme con la RN 3 y Río Colorado, perteneciente a la RN 22, también es transitable con normalidad.

La Ruta Nacional 33 (RN 33) también presenta condiciones variables. El tramo entre el empalme con la RN 3 y La Vitícola está habilitado, pero se recomienda circular con precaución. Por su parte, el trayecto que conecta La Vitícola con Pigüé no presenta inconvenientes. Sin embargo, el tramo que une Pigüé con Trenque Lauquen requiere precaución debido a las condiciones del camino.
En cuanto a la Ruta Nacional 35 (RN 35), el panorama es más crítico. El tramo que conecta Bahía Blanca con el límite de la provincia de La Pampa se encuentra totalmente cerrado.

Por su parte, la Ruta Nacional 228 (RN 228), que conecta Necochea con Tres Arroyos, está habilitada sin restricciones. Por otro lado, la Ruta Nacional 229 (RN 229), que une el empalme con la RN 3 y Balneario Marisol en Punta Alta, es transitable, pero con precaución.
La Ruta Nacional 249 (RN 249), que conecta el empalme con la RN 3 y el empalme con la RN 229 en Punta Alta, también requiere precaución para su tránsito. Asimismo, la Ruta Nacional 252 (RN 252), que abarca el tramo entre la Rotonda de Villa Sarsfield y el puente La Niña, presenta condiciones similares.
Finalmente, la Ruta Nacional 1V03 (RN 1V03), que conecta el empalme con la RN 3 y la Rotonda Ex Indiada, también está habilitada, pero se recomienda circular con precaución.
El Hospital Penna reactiva algunos de sus servicios

El Hospital Provincial José Penna, principal centro de salud de Bahía Blanca, comenzó a recuperar su funcionamiento tras los graves daños sufridos durante el temporal del pasado viernes.
El Ministerio de Salud de la provincia de Buenos Aires implementó un amplio Plan de Contingencia que incluye la adecuación de espacios, la reorganización de servicios y el envío de recursos humanos y materiales para garantizar la atención médica en la región.
Más de 200 agentes sanitarios fueron enviados al hospital, junto con equipamiento médico, medicamentos, vacunas y personal especializado en salud mental. Estas medidas buscan restablecer la operatividad del establecimiento, que es clave para la atención de la población local.
Sociedad
“¿Dónde está mi bebé?”: la angustia de una madre adolescente y la hazaña de una enfermera en medio de la inundación en Bahía Blanca
Publicado
7 horas atráson
12 marzo, 2025Por
Admin
La tormenta arrasó con el Hospital Penna y decenas de niños tuvieron que ser evacuados de la Neonatología. Saira Delmiro, de 16 años, vivió una odisea para reencontrarse con su hija, Amely. Su historia y la de la enfermera que la salvó
El viernes 7 de marzo, Saira Delmiro (16) se despertó sobresaltada en su casa del barrio 9 de Noviembre, en Bahía Blanca. Eran las cuatro de la madrugada y afuera llovía sin parar. Horas después, cuando ya se había desatado el peor temporal de la historia de la ciudad, llegó a su teléfono un video que le heló la sangre: el hospital Penna, donde su hija Amely llevaba tres semanas internada en el sector de Neonatología, se había inundado.
“Me agarró un ataque de nervios. No veía a mi bebé desde la noche anterior y en las imágenes no aparecía el sector donde ella estaba. Me desesperé. Pensé que no se iba a salvar”, recuerda Saira en diálogo con Infobae.
Amely nació el 15 de febrero pasado, con solo 27 semanas de gestación y un peso de 940 gramos. Desde entonces, la beba pasaba sus días en una incubadora, con respirador y asistencia médica constante. Saira, que recibió el alta tres días después de traerla al mundo, la visitaba dos veces al día. “Trataba de pasar la mayor cantidad de tiempo en la Neonatología. Le cambiaba los pañales, me sacaba leche para que se alimentara y le hablaba permanentemente. Me costaba mucho verla así, tan chiquita y llena de cables”, explica.
A pesar del buen cuidado, en sus primeras semanas de vida, la evolución de Amely era incierta: primero tuvo ictericia (NdR: una afección frecuente en los neonatos que provoca que la piel y las partes blancas de los ojos se tornen amarillas a partir de un exceso de bilirrubina en la sangre) y, luego, una infección que le comprometió los pulmones. “Todo venía siendo muy cuesta arriba”, explica su mamá
Pero la prueba más dura todavía estaba por llegar.

“¿Dónde está mi bebé?“
Después de ver los videos, aquel viernes 7 de marzo, Saira decidió ir al hospital Penna a buscar a su bebé. Llegó alrededor de las 17 y ahí se enteró de que Amely ya no estaba allí. “Pregunté adónde estaba mi hija y me dijeron que la habían trasladado. ‘Ella está bien, pero la llevamos a OSECAC’, me explicó el director de Neonatología. El problema es que eso quedaba pasando el centro y, con mi mamá, no teníamos cómo llegar. Paramos una camioneta que se ofreció a llevarnos, pero tuvimos que bajarnos antes. Cuando salimos del coche, el agua nos llegaba por encima de la cintura y la corriente te llevaba. Tuvimos miedo”, cuenta.
Durante horas, Saira y su madre se quedaron atrapadas en una vereda, sin poder avanzar. “Tuvimos que esperar a que bajara el agua. Estábamos empapadas y embarradas. Al final, empezamos a caminar por calles sin luz. ‘No vamos a llegar’, le decía a mi mamá”, cuenta Saira.

“No tenés nada que agradecer”
Quien repone la otra parte de la historia, ahora, es Luciana Marrero, la enfermera que cobijó a Amely en su pecho, debajo de su ambo, para darle calor y así salvarle la vida. Junto a sus compañeras del Penna, Luciana puso en marcha un operativo de rescate que se extendió durante 18 horas ininterrumpidas hasta que lograron trasladar a todos los recién nacidos a un lugar seguro.
“Actuamos con el corazón y pensando en las madres que no pudieron llegar hasta sus hijos debido a la tormenta. Si no nos saliera del corazón, no podríamos haberlo hecho. La prioridad siempre son los bebés”, comentó la enfermera en una entrevista días atrás.
“A Luciana nunca la había visto porque yo me iba del hospital a las 21 y ella llegaba a las 24. El encuentro fue muy lindo. Me abrazó y me dijo que hizo lo que yo hubiera hecho. Si no fuera por ella, Amely no estaría hoy acá”, asegura Saira.
Pese a la incertidumbre por lo que vendrá, la joven se aferra a la esperanza. “Gracias a Dios, mi casa no se inundó y puedo ir y volver de OSECAC, aunque está mucho más lejos que el Penna. Amely sigue ganando peso y mientras ella esté bien, yo también lo estaré”, se despide Saira.

Volver a ponerse de pie
Tras la inundación, el hospital Penna, que también recibe pacientes de Tres Arroyos, Carmen de Patagones y otras localidades del sur de Buenos Aires, se encuentra en una situación crítica.
Ante la devastación, el personal de la institución solicitó la colaboración de la comunidad para reconstruir la sala de Neonatología y reponer los equipos perdidos. “Bahía necesita de la población. Nuestro sueño es volver a ver nuestra Neo en pie“, aseguraron las enfermeras.


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