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Soledad Larghi y su largo proceso para quedar embarazada: “El deseo es así, te moviliza y te hace dar hasta más de lo imaginado”

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La periodista y conductora habló de todo.

Recordó el embarazo que perdió en 2021 y los múltiples tratamientos que realizó luego en tres años y que ahora dieron resultado.

“Ahora soy una persona distinta”, asegura.

Soledad Larghi (43) es una mujer periodista todo terreno. Recorre las calles y cubre distintas noticias desde una temprana edad. Primero como productora y, después, frente a las cámaras.

Tal es su pasión y compromiso con la noticia que, en una oportunidad, en el 2013, llegó a quedar en medio de una balacera mientras cubría una protesta por desalojo en terrenos del Hospital Borda.

Ese día, Larghi recibió cinco balas de goma y no abandonó el aire.

Ese fue el puntapié inicial, aquello que la motivó a adentrarse, junto a su pareja, el extenista Luciano Vitullo, en una de las búsquedas más difíciles e importantes de su vida.

Sole comenzó a buscar un bebé y no se sometió solo a tratamientos médicos, sino que fue un camino de autoconocimiento, en el que creció también emocionalmente y atravesó una infinidad de cambios, a tal punto, que hoy asegura que es “una persona distinta a la que era”.

En medio de todo ese vendaval de emociones, frustraciones, caídas y ponerle el pecho para seguir ese deseo de ser mamá, Sole continuó cada tarde al frente de América Noticias (América TV, lunes a viernes a las 18) junto a Rolando Graña, contando, con ese compromiso que la caracteriza, todas las noticias.

Soledad Larghi, un presente lleno de plenitud. Foto: Fernando de la Orden.Soledad Larghi, un presente lleno de plenitud. Foto: Fernando de la Orden.

En diálogo con Clarín, la conductora contó cómo fueron estos años, reveló detalles del momento en el que se enteró que estaba embarazada y relató cómo se prepara para esta nueva gran etapa de su vida.

-¿Cómo estás en esta etapa tan linda?

-Estoy feliz y emocionada. Con esos dos sentimientos que me explotan. Mucha emoción… Todo lo floja y lo blandita que no fui en la vida lo tengo ahora, lloro por todo.

-Pero todo empieza en pandemia, cuando perdiste un embarazo…

-Si, fue un embarazo natural, fue buscado. Nos sorprendió igualmente porque cuando quedamos no lo esperábamos. Tengo mucho registro de ese momento que fue una felicidad plena lo que sentí. Fue la felicidad lo que me llevó a seguir buscando cuando aparecieron las adversidades.

-¿Qué hiciste después de lo que te pasó?

-Fui buscando lo que necesitaba. Tuve algunas sesiones aisladas de terapia en donde ordené esto que me estaba pasando. Estaba muy triste y era algo nuevo en mi vida tener un problema personal tan grande, entonces necesité tener algunas charlas, hacer algunas sesiones concretas y después seguí muy a mi manera, que es tratar de ordenar un poco la cabeza, entender que le pasa a mucha gente cuando perdés un embarazo. Es mucho más común de lo que uno cree, pasa que por ahí no se habla tanto. Y que bueno, me había pasado a mí como a un montón de personas y que era parte del proceso de búsqueda, que había que vivirlo como un capítulo y seguir adelante.

Soledad Larghi perdió un embarazo en 2021. Foto: Fernando de la Orden.Soledad Larghi perdió un embarazo en 2021. Foto: Fernando de la Orden.

-Además, volviste a trabajar en ese momento…

-Sí, porque a mi el trabajo es algo que me ordena, yo me siento muy bien en el canal con mis compañeros y necesité un poco volver a mi rutina.

-¿Cómo empezaste el proceso de búsqueda después de la pérdida?

-Nosotros veníamos buscando desde hacía tiempo. Quedamos naturalmente pero ya habíamos hecho algunas consultas. Cuando nosotros perdimos el embarazo fue bastante complicado, primero porque fue en pandemia y vos tenías que pasar a todas las consultas sola. De todo tenías que encargarte sola porque tu pareja no podía ingresar con vos. Y el médico que me ayudó era un médico especialista en fertilidad, entonces continuamos el camino con él.

– ¿Y con qué te encontraste?

-Yo tenía mucha ignorancia sobre este mundo. Lo primero en lo que me equivoqué fue sentir que iba a un tratamiento y era como un “tiro seguro”, que iba y que quedaba embarazada. Ese fue mi primer gran error. Entonces, a partir de esa primera frustración porque el tratamiento no salió bien, empezaron un montón de sentimientos míos de enojo, de tristeza, de por qué me está pasando todo esto… Hasta que después empezás a conocer un poco. Yo hoy elijo hablar de esto porque uno habla de los tratamientos y todos creemos que sabemos todo, pero no. Cuando te metes en ese universo te encontrás con que no todo el mundo que hace un tratamiento logra un embarazo. Por más que pongas toda tu voluntad y todo tu esfuerzo físico, a veces la cosa no ocurre y probablemente no sepas por qué. Después depende mucho de que des con los profesionales correctos, depende de tu fortaleza para seguir intentando… Hay muchas personas que dejan de intentar y no está mal porque te pone muy al extremo. Estás muy medicado, hay muchas hormonas… Entonces me parece que todos tenemos derecho a decir “hasta acá pruebo”.

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Contó que hizo un largo tratamiento para lograrlo.

-Estos tratamientos suelen afectar también el carácter y el estado de ánimo… ¿Cómo hiciste para seguir adelante con el noticiero?

-Para mí, mi trabajo es algo que yo disfruto hacer, entonces yo lo tomaba como un espacio para olvidarme de todo lo otro y concentrarme solo en el programa y me ayudaba a mi también tener ese oasis dentro de lo que estaba pasando. Tampoco mi vida quedó totalmente anulada por el tratamiento. Yo traté de seguir adelante con un montón de cosas y hacer en paralelo el tratamiento porque no quería que fuera un mono tema en mi vida, quería que conviva con mis otras cosas importantes.

-¿Pero te pasaba que frente a algunas noticias te ponías más sensible?

-Si, me pasaba, pero nosotros en América Noticias con Rolo (Graña) tenemos el estilo de transmitir un poco los sentimientos al aire, entonces si algo me ponía triste me sentía en la libertad de entristecerme al aire también o de enojarme. Por ahí eso es una ventaja, tenemos un estilo de conducción en el noti que nos permite mostrar lo que nos pasa con cada noticia.

-¿Tus compañeros estaban al tanto de que estabas haciendo estos tratamientos?

-No, por ahí muy vagamente. Obviamente lo de la pérdida del embarazo se enteraron. También que estaba metida y trabajando en el tema, pero no con detalles.

Soledad Larghi, en la producción con Clarín. En Hotel Clásico (Costa Rica 5480). Foto: Fernando de la Orden Soledad Larghi, en la producción con Clarín. En Hotel Clásico (Costa Rica 5480). Foto: Fernando de la Orden

-¿Esto que te pasó y el tener que hacer tratamientos se lo puede relacionar con la edad?

-Si, tuvo que ver con la edad, seguro. Después aparecieron otras cosas que tienen más que ver con mi sistema inmunológico, con lo que pasaba en mi cuerpo, pero sí, me parece que sí tuvo que ver con la edad, quizás de haber sido más chica hubiera probado un tiempo más naturalmente, pero esto que pasó del sistema inmune exigió un montón de soluciones, se tuvo que trabajar sobre cada uno de los puntos, así que creo que fue un mix.

-¿En su momento postergaste la maternidad por lo laboral?

-Fue raro, lo pienso todo el tiempo a eso porque yo siempre tuve el deseo de ser mamá pero de alguna manera el tiempo me pasó muy rápido, porque hubo tanto trabajo y tanto desafío profesional que también me súper entusiasmó y en algún lugar mío estaba la fantasía de ‘bueno, ya habrá tiempo para esto’. Y ese tiempo se agotó. Ahora las generaciones más jóvenes tienen mucho la conducta de decir ‘bueno, congelo mis óvulos, me ocupo del trabajo’. Hay una organización distinta, por ahí eso no ocurría en mi generación. Pero sí me pasó de que se me pasó muy rápido el tiempo y también tuve relaciones que se terminaron, todas buenísimas relaciones pero que tuvieron su tiempo y se terminaron. Entonces fue también un volver a empezar. No creo que yo haya tomado conscientemente la decisión de postergar la maternidad por el trabajo pero si el trabajo me entusiasmó tanto en la vida que se me pasó el tiempo.

-Y viéndolo desde ahora, ¿hubieras tomado antes la decisión de ser mamá?

-No sé, tengo el sentimiento de que pasó lo que tenía que pasar y que también yo cambié en un montón de aspectos, crecí, trabajé sobre muchas cosas que antes no había trabajado. Hablo de miedos míos, de tristezas mías, de exigencias mías. Y ahora mirándolo en perspectiva yo tenía que solucionar o mejorar en un montón de cosas para este desafío que, sin dudas, es el más grande que tengo.

-¿Cosas cómo qué?

-Como mis prioridades, el lugar que le doy a ocuparme de lo que me pasa, o el lugar que le daba a mi salud en cuanto a si estaba inflamada o mi alimentación. Fue como una reconstrucción en un montón de aspectos y yo me siento hoy una persona muy distinta a la que era cuatro años atrás. Entonces, no me arrepiento porque hoy tengo una tranquilidad y la sensación de haber logrado lo que quería lograr profesionalmente Todo se dio así y siento que está bien.

-¿Hiciste terapias alternativas?

– Hice muchas cosas porque yo también tenía una alergia muy importante que me afectaba muchísimo en mi vida y trabajé desde la bio descodificación. Hice muchas cosas que tenían que ver con por ahí transitar esta espera desde un lugar activo. Yo no quería estar esperando solo la parte médica sino que quería también estar ocupándome de entender que por ahí esta espera tenía un por qué

-En medio de este proceso para vos fue muy importante Luli Fernández…

-Luli, como un montón de mis amigas que me acompañaron mucho en este proceso, me acompañaron desde sus experiencias. Luli vivió también una historia parecida y me mostró elementos que a ella le habían servido, que yo exploré también y me gustó. Me dio libros, me hizo ver las cosas de otra manera… Me sentí tan bien en todo este proceso, muy acompañada por personas que me ayudaron en base a sus propias experiencias.

-¿Y esto de la biodeco o estas terapias son cosas que ya venías pensado o que nunca te hubieras imaginado?

-No, nunca (risas). Por eso te digo, soy una persona distinta a la que era. Me sirvió hacerlo. No creo que yo vaya a incorporar estas terapias para toda mi vida o para cada asunto de mi vida, pero en ese momento me sirvió sentir que trabajaba o miraba par adentro con cada cuestión que me pasaba. Yo tenía una alergia y una rinitis constante y vivía con un malestar muy grande por eso. Y eso era algo que tenía que solucionar. Uno a veces trabaja, trabaja, trabaja y la verdad que yo hacía 6 años que tenía esa rinitis que me perjudicaba y me molestaba mucho y no me había ocupado realmente de sanarlo, lo daba como algo hecho “si, soy alérgica”. Eso también tiene que ver con este periodo. Me ocupé de solucionar un montón de aspectos que me venían pasando.

Soledad Larghi: "Soy una persona distinta a la que era". Foto: Fernando de la Orden.Soledad Larghi: “Soy una persona distinta a la que era”. Foto: Fernando de la Orden.

-Tuviste que sacar el foco de lo laboral y ponerlo un poco en vos, ¿no?

-En mí y en lo que me pasaba y eso es crecer. Y me parece que todo esto que termina pasando es producto y resultado de un montón de cosas. Ni hablar del trabajo de los médicos, empezando por ahí… Pero también de un montón de cosas que yo decidí ocuparme y que fue lograr una mejor versión de mi.

-¿Esos cambios también los notaste en otros ámbitos de tu vida?

-Si. A ver, si yo miro mi entorno, mi familia me acompañó muchísimo. Fue una experiencia en donde pude ver que me acompañaron de una manera muy respetuosa y muy linda. Mis amigas también, me pusieron la oreja para muchos momentos en donde yo por ahí no estaba bien. Con mi pareja me unió muchísimo. Todo el balance de este momento fue positivo en cuanto a la cantidad de gente que me di cuenta que estaba para mí en momentos difíciles. El trabajo también porque tengo muy buenos compañeros que me supieron respetar. Yo de repente tuve que faltar y no hubo problema. Y eso también es importante, sentir que tenés el espacio para ocuparte de otra cosa y que eso es respetado.

-Comentabas que el tratamiento no te asegura un resultado, ¿cuántas veces hiciste el tratamiento hasta quedar embarazada?

-Cinco veces. Lo que pasa es que los tratamientos tienen un montón de instancias. Cinco veces llegué a la instancia final y no quedé. Pero a instancias intermedias, que también es hacer el tratamiento, muchas más. Es mucho más que cinco veces, es mucho más. Con respecto a la desinformación, me parece que la desinformación es creer que si haces un tratamiento es 100% seguro que quedas embarazada. Y otra mala información es pensar que esto es de una. Yo digo cinco veces y me parece un montón, pero hay mujeres que van 15 intentos, que le están dedicando a esto ya diez años de su vida. El deseo es así, te moviliza y te hace dar hasta lo que no te hubieses imaginado. Pero si, mi consejo es que se empiece a hablar un poco del tema porque te topas con la sensación de que esto te pasa a vos y que hay un problema en vos y es bastante generalizado. Hasta incluso en chicas muy jóvenes.

-¿Cómo fue el momento en el que te enteraste que ibas a ser mamá?

-No me hice un test de embarazo porque como otras veces nos habíamos hecho, sentimos que queríamos hacerlo distinto. Entonces fuimos a sacarnos sangre y sabíamos que el resultado nos llegaba tipo tres de la tarde. A mi me agarraba casi teniendo que entrar al canal. Estábamos medio ansiosos en casa, salimos y frenamos en los bosques de Palermo y ahí mismo esperamos el resultado. Nos metimos en el mail y fue una felicidad total.

Soledad Larghi y su pareja, Luciano Vitullo. Foto: Instagram.Soledad Larghi y su pareja, Luciano Vitullo. Foto: Instagram.

-¿Y de ahí te fuiste al canal?

-Si… ¡Re emocionada! En silencio total porque tenés que esperar unos días y hacerte otro chequeo para ver que está todo bien y que todo evoluciona. Fueron lindos esos días de saber la noticia sólo nosotros dos. A los días le empezamos a contar a nuestra familia más íntima. Y para el resto esperamos a los tres meses.

-¿Ya compraste algo o armaste el cuarto del bebé?

-No todavía. Tenemos todo pensado, pero fuimos muy de esperar los tres meses y sin ansiedad. Ahora estamos recién aflojándonos y nos enteramos de este universo nuevo de sacaleches y un montón de cosas, pero bueno, re lindo.

-¿Cómo te ves en un futuro en cuanto a lo laboral?

-Siento que todo se va a acomodar. Por ahí ya esta cosa de querer tener el control, de cómo va a ser el futuro la perdí. Estoy muy concentrada en disfrutar esto. Lo principal que aprendí es que no tengo el control de todo, creo que ese es el principal aprendizaje. Entonces deseo poder armonizar las dos cosas, la maternidad con el trabajo porque el trabajo disfruto hacerlo y la maternidad, ni hablar, la voy a disfrutar. Pero también digo “ya veremos cómo se da”. Estoy abierta a ver cómo se darán las cosas.

DD

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Once días atado, racismo y un dedo amputado: el brutal secuestro que reveló un nuevo perfil criminal en la Argentina

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Ariel Strajman tenía 27 años cuando fue raptado mientras entraba al garaje de su edificio en Villa Urquiza. Su caso marcó un cambio del mapa delictivo: bandas sin prontuario, de jóvenes de barrios acomodados con una crueldad metódica. A más de veinte años, su historia sigue siendo un espejo incómodo de la violencia de aquellos años. El encuentro a solas con él a la distancia

“Si a Maradona le cortaron las piernas en el Mundial de Estados Unidos, a mí me arrancaron el corazón, la mente, todo”, me confió en la única entrevista que dio Ariel Strajman, sentado en el living del departamento de su familia en Villa Urquiza, casi un par de años después de que una banda improvisada pero feroz lo secuestrara y le amputara el dedo meñique de su mano derecha para cobrar el rescate.

Estaba triste, pero firme y con mucha bronca acumulada: “Pedí pena de muerte y al cabecilla le dieron 22 años. ¿Qué diferencia, no? Estas cosas incentivan para irse del país. Después de saber el veredicto quedé arruinado. Me cortaron un dedo y me anunciaron que después venía la mano. Y que me despedazarían lentamente, mientras me llamaban ‘judío de mierda’ y se reían. Después me quemaron el pecho y los labios con encendedores y me colocaban jamón en la boca y me daban alcohol para emborracharme. Estaba atado de pies y manos, me dieron pastillas de Lexotanil para dormir. En el juicio aseguraron que no hicieron nada de eso. Y Adrián Sommaruga se solidarizó con mi familia en el debate oral. Ahí me paré y me fui a la mierda, para no armar un quilombo y terminar preso yo. Sentí que en ese fallo se me fue la vida y el futuro”.

Alberto Sommaruga, el mayor de los integrantes de la familia de secuestradores

Las frases no fueron en caliente, sino en una charla en la que intentó poner en palabras el hueco que dejó aquel rapto que lo convirtió, sin quererlo, en símbolo de una época de violencia social contenida. Su historia, como la de tantos otros secuestros exprés de comienzos de los 2000, mezcló juventud, impunidad y un nivel de planificación que asombró incluso a los investigadores más experimentados, más allá de los errores garrafales que los delincuentes cometieron.

Transcurría 2002, la crisis económica había mutado en algo más peligroso: una crisis moral. Mientras el país intentaba recuperar cierta normalidad, en el conurbano bonaerense germinaban bandas improvisadas, sin prontuario, formadas por patovicas, empleados y estudiantes universitarios que vieron en el secuestro un negocio rápido. La de Ariel fue una de las más insólitas: sus captores eran jóvenes, de barrios acomodados de la ciudad de Buenos Aires, con autos importados y la misma torpeza que violencia.

Ocurrió el 16 de octubre de ese año. Strajman, de 27 años, empresario, hijo de joyero, llegaba a su departamento. Fue interceptado por un grupo armado que lo subió a un auto y lo trasladó hasta una casa cercana ubicada en la calle Holmberg, que luego se comprobó era de la familia Sommaruga, de donde provenían la mayoría de los componentes de la banda. A patadas y empujones le hicieron bajar una escalera resbalando en cada peldaño hasta un sótano donde lo ataron tan fuerte que apenas podía respirar.

Lo encadenaron de pies y manos. Después lo llevaron a otra vivienda en el Complejo La Josefina, en la esquina de Tulipanes y Las Glicinas en la ciudad de Pilar, lugar donde lo mantuvieron encerrado y lograron cobrar un primer rescate, algo así como mil dólares, seiscientos pesos y alhajas. Y como les salió bien intentaron pedir más dinero.

Pablo Sommaruga, otro de losPablo Sommaruga, otro de los integrantes condenados de la banda (NA)

Durante los días siguientes, lo golpearon, lo humillaron y, para demostrarle a su familia que hablaban en serio, le cortaron el dedo meñique de la mano derecha. Esa imagen dentro de una bolsa la recibió su familia exigiendo un rescate de 30 mil dólares, y luego recorrió oficinas policiales, redacciones y despachos judiciales. Era el símbolo de una crueldad que ya no tenía fronteras de clase. “Esto que vas a sufrir no se compara ni con el Holocausto”, lo torturaban.

Las llamadas eran constantes, con tono burlón y precisión militar. Algunos trabajaban como patovicas en boliches de la zona norte, otros estudiaban carreras universitarias. Su presunto líder, Pablo Sommaruga, había sido custodio en locales nocturnos y mantenía contactos con el ambiente del fisicoculturismo. Los investigadores descubrieron que no se trataba de una banda común: no había delincuentes históricos, sino una mezcla de soberbia y amateurismo que, en conjunto, resultó devastadora.

El secuestro duró once días. Ariel fue liberado tras el pago de un rescate parcial y un operativo encubierto de la Policía Federal. Llegó al hospital deshidratado, con el cuerpo lleno de hematomas y la mano. “No sé cómo voy a volver a dormir”, reflexionó mirando al piso. Los médicos le explicaron que el dedo no se podía reimplantar, tampoco la vida anterior.

La investigación fue un rompecabezas. Los secuestradores habían dejado rastros en los teléfonos, en las cabinas y hasta en los billetes del rescate. Cayeron uno a uno. Cuando se conocieron sus identidades, la sorpresa fue general: jóvenes de entre 25 y 35 años, sin antecedentes, con buen aspecto y vínculos sociales. Los medios los bautizaron como “La banda de los patovicas”, aunque en el expediente figuran como una “asociación ilícita dedicada al secuestro extorsivo”.

Venían cometiendo delitos en la zona aledaña de Saavedra y Villa Urquiza. Pero la sensación de impunidad con que se movían los llevó a cometer errores, algunos garrafales, como utilizar el mismo teléfono para hacer las llamadas para pedir las sumas de los rescates, por lo que rápidamente se identificó el número de un celular, a través del cual se obtuvieron los datos del titular de la línea.

Ariel Strajman junto a suAriel Strajman junto a su padre a la salida de los tribunales de Comodoro Py donde se realizó el juicio (NA)

De esa forma sencilla la policía llegó a la casa de la calle Holmberg donde al principio tuvieron a Strajman. Atendió María Esther Gottig, esposa de Alberto Juan Sommaruga, propietarios de la vivienda y reconoció que el teléfono le pertenecía. Pero la embarró más aún cuando intentó aclarar y mencionó que su hijo lo utilizaba para “trabajar”. Terminó detenida junto a su marido y sus hijos, Adrián y Pablo, y el resto de los sospechosos, uno de ellos llamado Diego Sibio –hijo solo de Gottig- y otros que no pertenecían a la familia.

La policía ordenó cuidadosos allanamientos. Uno fue clave para llegar a la vivienda de Pilar y poder liberar a Ariel Strajman. En otros pudieron secuestrar dos pistolas calibre nueve milímetros, otra 11.25, un revólver Magnum 357, un 32 con numeración adulterada y una ametralladora Mini Uzi automática de fabricación israelí.

Todos fueron imputados desde el comienzo por los delitos de “secuestro extorsivo, asociación ilícita, tormentos, con el agravante de odio racial, lesiones gravísimas, uso de documento de identidad falsificado y tenencia ilegal de armas de guerra”. María Esther Gottig fue alojada en la cárcel de mujeres de Ezeiza y los hombres en el penal de Villa Devoto. Dos años más tarde, la última semana de setiembre de 2004, el Tribunal Oral Federal Nº 1 que por entonces estaba integrado por Mario Gustavo Costa, Martín Federico y Jorge Gettas dictó sentencia: 22 años de prisión para Adrián Sommaruga; 16 para su hermano Pablo; 14 para Osvaldo Keroa; seis para María Esther Gottig; cinco para Alberto Sommaruga y Diego Sibio; y tres para Nicolás Barlaro.

Durante el juicio, el contraste entre la víctima y los acusados fue brutal. Ariel, de traje oscuro y voz temblorosa, describía las noches sin luz, los insultos, el dolor. Del otro lado, los imputados se mostraban serenos, casi altivos. En sus declaraciones, ninguno mostró arrepentimiento real.

La justicia los calificó como una organización “que actuó con extrema frialdad y desprecio por la vida humana”. El caso fue emblemático porque marcó un cambio en el mapa criminal argentino. Ya no eran bandas marginales las que secuestraban, sino grupos con educación, contactos y ambición económica. Los investigadores compararon su estructura y su método con aquellos secuestros familiares de los ochenta que habían conmocionado a la sociedad, aunque esta vez sin la solemnidad de un clan ni la mística de un apellido como el de los Puccio, por ejemplo. Era el reflejo de un tiempo en el que todo parecía posible, incluso lo impensado.

Para Ariel las noches seguían siendo un campo minado. En 2020, el apellido Sommaruga volvió a escena: Pablo, con la condena ya cumplida por el secuestro de Strajman, vivió un acto de agresión mientras gozaba de salidas transitorias de la Unidad 14 de Esquel en una causa por portación de armas. Sucedió en las inmediaciones del barrio Vepam cuando vecinos lo increparon y lo golpearon.

En ámbitos judiciales los fiscales aún recuerdan la causa como una de las más complejas de la década. No por su extensión, sino por su impacto emocional. “Ariel fue un testigo de excepción —dijo uno de ellos años después—. No solo narró su cautiverio, también nos obligó a mirar de frente una forma nueva de criminalidad”. El secuestro de Strajman se convirtió en un espejo difícil de mirar donde podía verse el sadismo más cruel.

Él mismo aceptó que no busca revancha, sino olvido. “No odio, pero no quiero ni recordarles la cara”. Y aunque los nombres de sus captores ya forman parte de un archivo judicial, el trauma persiste en él como una sombra imposible de soslayar.

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Indignación y repudio por el disfraz de un alumno en Bariloche: se vistió de “mujer violada” en su viaje de egresados

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El grupo de jóvenes de Bell Ville difundió el video a través de la cuenta de Instagram de la promoción. Allí, uno de ellos aparece con un vestido estampado roto y el cuerpo pintado con manchas rojas

Un grupo de estudiantes del Instituto Provincial de Educación Técnica (IPET) N.º 267 de la localidad de Bell Ville, en la provincia de Córdoba, protagonizó un repudiable hecho durante su viaje de egresados, cuando uno de ellos fue grabado usando un disfraz en el que simulaba ser una víctima de abuso sexual. El video, difundido inicialmente en la cuenta de Instagram de la promoción, se viralizó y provocó un fuerte rechazo social por trivializar el tema.

Según informó el medio local El Doce, la rápida difusión del video motivó pedidos de sanción y un fuerte repudio por parte de la comunidad educativa y de la sociedad en general.

En el mensaje, los alumnos reconocieron: “Somos conscientes de la gravedad de lo sucedido. Queremos aclarar que este hecho está desligado de nuestra institución, acompañantes y no representa los valores enseñados. Somos adolescentes y entendemos que es un tema delicado y que no debemos fomentarlo. Pedimos disculpas”.

El comunicado de la otraEl comunicado de la otra división de la IPET 267 de Bell Ville, Córdoba

En sus palabras, los estudiantes afirmaron: “Queremos expresar nuestro más absoluto repudio por las recientes publicaciones. Nos sentimos totalmente conmocionados por la violencia de las imágenes y consideramos que el comunicado posterior resulta insuficiente para justificar lo sucedido”.

El texto de este segundo comunicado profundizó en la reflexión sobre el contexto social y la responsabilidad individual, al señalar: “La mayor parte de nosotros somos mayores de edad. Esto forma parte de una manera de mirar el mundo, de naturalizar las violencias contra nuestros cuerpos, de creer que algunos pocos tienen la licencia de reírse de cualquier cosa. Nos sentimos abrumados, tristes”.

Por último, solicitaron la intervención de las autoridades escolares para que se tomen medidas concretas. “Pedimos que se revisen y sancionen a los responsables, nos despegamos de ellos y abrazamos a nuestra escuela y docentes que nos están conteniendo en tan tremenda situación”, concluyeron.

Esta no es la primera vez en el año que un grupo de alumnos de una escuela que estaba en medio de su viaje de egresados en Bariloche queda envuelto en un hecho polémico. A finales de septiembre, unos estudiantes de una escuela de Canning fueron filmados mientras realizaban cánticos antisemitas.

Hoy quemamos judíos”, era la frase que se repetía en el micro y que se puede escuchar en el video que se viralizó en las últimas horas. En las imágenes difundidas, se puede ver cómo un hombre, que sería el encargado del grupo, se sumó a los cánticos que generaron rechazo en las redes sociales.

De acuerdo con lo que se conoció hasta el momento, las imágenes datan del pasado 10 de septiembre, cuando en Bariloche estaban los alumnos de la Escuela Humanos de Canning.

Repudio de la Escuela Humanos tras cantos antisemitas en viaje de egresados

En ese marco, la propia institución educativa sacó un comunicado haciendo alusión a lo ocurrido. Allí señalaron que “la Escuela Humanos repudia enérgicamente el accionar de un grupo de alumnos durante su viaje de egresados”.

“De igual manera, repudiamos la actitud de la empresa organizadora y del coordinador a cargo, aclarando que nuestra institución no tiene vínculo alguno con sus prácticas ni mensajes”, continúa el escrito.

Y cierra: “Los cánticos difundidos no representan en absoluto los valores de nuestra escuela, basada en el respeto, la inclusión y la convivencia democrática. Se adoptarán las medidas correspondientes y reafirmamos nuestro compromiso de seguir construyendo una comunidad más humana e inclusiva”.

En sus redes sociales, la escuela destaca que desde 2019 lleva el título de Embajadores Mundiales de la Paz. Esta distinción fue entregada por la agrupación Mil Milenios de Paz en un acto que se realizó en el Senado de la Nación.

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Aerolíneas Argentinas retiró preventivamente ocho aviones tras la falla en el vuelo con destino a Córdoba

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La compañía investiga, junto al fabricante CFM y a otras aerolíneas de la región, el origen del desperfecto en uno de los motores del Boeing 737-800 que debió aterrizar en Ezeiza de emergencia

Aerolíneas Argentinas anunció este jueves la suspensión preventiva de las operaciones de ocho aeronaves Boeing 737-800 equipadas con motores fabricados por CFM, tras la falla registrada en el vuelo AR1526 que partió ayer desde Aeroparque con destino a Córdoba. “El foco de la medida está puesto en los propulsores, y no en otro elemento de las aeronaves”, informaron.

Como informó este medio, el vuelo AR1526 presentó una falla técnica en uno de sus motores poco después de iniciar el despegue. La tripulación siguió los procedimientos de seguridad y dirigió la aeronave al Aeropuerto Internacional de Ezeiza, donde aterrizó sin inconvenientes. “Los pasajeros desembarcaron con total normalidad”, señaló la línea aérea.

El avión con destino aEl avión con destino a Córdoba debió aterrizar en Ezeiza

La compañía informó que el mantenimiento de todos sus motores “tiene un cumplimiento absoluto en términos de las verificaciones indicadas por los fabricantes”. Sin embargo, reconoció que “este es el cuarto suceso registrado en el último año con un mismo tipo de motor”.

También pidió la evaluación de otras aerolíneas de la región que operan con la misma motorización y “tuvieron sucesos similares”. Además, notificó a las autoridades regulatorias locales, con las que trabaja “para fijar un criterio de resolución”.

“Esta suspensión preventiva es consecuencia de la aplicación de criterios de altísima exigencia”, subrayó la empresa. “El foco de la medida está puesto en los propulsores, y no en otro elemento de las aeronaves”, aclaró el texto oficial.

El incidente del miércoles afectó a más de 160 pasajeros del vuelo AR1526 de Aerolíneas Argentinas, que habían despegado ayer por la mañana del Aeroparque Jorge Newbery, en CABA, con destino a la ciudad de Córdoba. Allí, un motor del avión sufrió una falla y debió modificar su ruta inicial hacia el Aeropuerto Internacional Ministro Pistarini, en Ezeiza, donde aterrizó sin inconvenientes.

Aerolíneas ArgentinasAerolíneas Argentinas

Como consecuencia del hecho, la terminal aérea metropolitana permaneció cerrada durante algunas horas, hasta que, pasadas las 11.30, reabrió sus puertas y reanudó sus actividades habituales. No obstante, algunos vuelos programados para esta jornada registraron demoras y reprogramaciones menores.

Fuentes de la aerolínea señalaron que “el motor estaba en condiciones normales y correctamente mantenido”. Tras la inspección de pista, el fabricante fue informado sobre la incidencia con el objetivo de determinar el origen de la falla.

El Boeing 737-800 fue liberado luego de que los operarios completaron las tareas de revisión y limpieza en la pista. La empresa precisó que la medida preventiva no implica la cancelación de rutas, pero sí “una reorganización temporal de la programación de vuelos mientras duren las verificaciones técnicas”.

Aerolíneas indicó que continúa en contacto con el equipo técnico del fabricante CFM y con las autoridades aeronáuticas locales e internacionales “para definir los pasos a seguir antes de reincorporar las aeronaves al servicio”.

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