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“Esta es mi despedida, me estoy muriendo”: la ácida respuesta de Jaime Bayly a los dichos homofóbicos de un “amigo de Milei”

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El periodista y escritor hizo un fuerte descargo a través de un video en el que habló de su vida privada.

Nicolás Márquez, biógrafo del Presidente, había dicho que una persona “de tendencia homosexual” vive 25 años promedio menos que una persona heterosexual.

El periodista Jaime Bayly publicó en las últimas horas un fuerte mensaje cargado de ironía para responderle al escritor argentino Nicolás Márquez, autor del libro “Milei, la revolución que no vieron venir”, quien en las últimas horas se refirió a la homosexualidad como una conducta insana y autodestructiva y dijo que una persona “de tendencia homosexual” vive 25 años promedio menos que una persona heterosexual.

Márquez había dicho también, en una entrevista con Radio Con Vos, que, entre otras cosas, un homosexual “tiene siete veces mayor propensión a las drogas”, “14 veces mayor propensión al suicidio” y cuatro veces más propensión al tabaquismo y al alcoholismo.

A raíz de ello, Bayly hizo un fuerte descargo, calificó a Márquez como “un amigo de Milei” y subió un video “a modo de despedida”, ya que está próximo a cumplir 60 años y está a 25 años de la expectativa de vida que gira en torno a los 85.

En el video, Bayly da detalles de su vida privada y personal, se reconoce a sí mismo como bisexual y cuenta que entre 2002 y 2009 vivió en Buenos Aires con un novio. Paradójicamente, detalla, durante su estadía en Argentina tuvo problemas de salud que solucionó en la última década de la mano de su actual pareja, Silvia, con quien convive hace 15 años.

Sin salir de la ironía, Bayly le pide al biógrafo de Milei que le devuelva los años de vida que perdió por su “tránsito insano por Buenos Aires”, o al menos una porción de ellos.

“Se lo ruego, me he portado bastante bien en estos últimos 15 años, muy bien, déjeme vivir hasta los 70, hasta los 75, no me apures así, no me expulses de la vida”, dice. Y remarca que esta semana se reunirá con su abogada para organizar su herencia y dejar en orden los papeles, especialmente para garantizar la subsistencia de su hija menor.

Las críticas del periodista peruano, hoy radicado en Miami, se suman a las que este martes realizó Manuel Lozano, el director de la Fundación Sí, quien contó su experiencia de vida para demostrar lo destructivo que puede ser lo que dijo Márquez.

“Dijo cuestiones que me parecieron muy terribles. Y no podía no responderle. Sentía que si no decía esto no podía venir a la radio”, dijo Lozano en diálogo con Perro de la Calle. Y leyó una carta contando su dolorosa experiencia.

“En cada uno de mis cumpleaños, de todos los que me acuerdo, uno de mis tres deseos era pedir por favor no ser gay. Jamás se lo conté a nadie. Y jamás lo viví hasta los 20. Cuando por fin me animé a contarlo, mis papás pensaban lo mismo que vos Nicolás. Que era sinónimo de infelicidad y me llevaron a un psicólogo. Un psicólogo mal elegido que dijo que yo estaba enfermo y que prometió cambiar mi sexualidad. Durante más de 100 días, todas las mañanas cuando me levantaba, lo primero que leía era un correo de este psicólogo explicándome la técnica que yo tenía que utilizar para suicidarme. Y me argumentaba por qué”, narró.

El mensaje completo de Jaime Bayly a Nicolás Márquez

“Yo estoy jodido. Oficialmente estoy jodido. Me queda poca vida. Voy a morir este año. Voy a morir el próximo año. Estoy resignado a ello.

Me han dado esa mala noticia. Y eso que todavía no he cumplido 60. ¿Quién me ha dicho que me queda poca vida, que me voy a morir en los próximos meses o el próximo año? No me lo ha dicho un médico. No me lo ha dicho una vidente, una adivina. ¿Una pitonisa? No. ¿Me lo ha dicho un predicador religioso con la intención de salvar mi alma? No, tampoco. ¿Quién me ha dicho entonces que me estoy muriendo? Me lo ha dicho un amigo de Milei, un amigo del presidente argentino.

¿Es escritor este caballero? Yo no he leído nada de él. Se apellida Márquez. Se llama Nicolás Márquez. Como se llamaba curiosamente el abuelo materno de Gabriel García Márquez, cuya novela “En agosto nos vemos” estoy leyendo. Ayer leí el primer capítulo y me gustó mucho. Me sorprendió, pero eso es otro despacho. Esa es otra historia. Entonces Márquez, escritor argentino, amigo cercano de Milei, biógrafo de Milei, estos días en Buenos Aires, en la Feria del Libro, está presentando una biografía del León Libertario. Ha dicho que me queda poca vida. Que no voy a llegar a los 80 años de ninguna manera. Y a los 70 tampoco. Él cree que me voy a morir 25 años antes de lo que me hubiera muerto si yo hubiera sido completamente heterosexual.

Joder. De haberlo sabido habría tratado con más empeño, con más ahínco, esto de ser heterosexual. Pero la verdad es que yo traté lo contrario. Yo hice mi más arrojado, persistente, leal esfuerzo para ser completamente homosexual. Yo traté denodadamente en ser gay, completamente gay. Gay químicamente puro, de laboratorio, sin dudas ni murmuraciones. Pero también fracasé. Entonces soy bisexual porque me gustan mucho las mujeres y me gusta muchísimo mi mujer, Silvia. Vivo muy enamorado de ella. Cuando la veo desnuda pienso Wow, ¡qué bella es! ¡Qué suerte la mía! Me he ganado la lotería.

¿Pero entonces por qué Márquez dice que voy a morirme prontito? No lo detesto. No le guardo rencor. Incluso me hace ilusión conocerlo para que me diga más exactamente las circunstancias de mi muerte. Bueno, Márquez cree que como soy bisexual me voy a morir 25 años antes de lo que me hubiera muerto si fuera completamente heterosexual. Pero no soy. Nunca fui completamente heterosexual. Me encantan las mujeres, pero a veces también me puede haber gustado un hombre. ¿No? Marqués cree, yo no sé por qué él ha llegado a esa conclusión, habrá hecho sus investigaciones, habrá hecho encuestas. ¿No habrá trabajado en hospitales, en clínicas, habrá visitado a familiares de gays y lesbianas y bisexuales fallecidos? Yo no sé. No sé cómo él llega a esta escalofriante conclusión. Su conclusión es que si eres gay, estás jodido: te vas a morir 25 años antes que si fueras heterosexual.

Si eres lesbiana, lo mismo estás frita. Estás condenada. Y si eres bisexual, que uno diría “bueno, pero por lo menos dame diez años más, me muero 15 años antes de si hubiera sido heterosexual”. No. Si eres bisexual, también estás condenado. Estás lapidado. Cae la guillotina sobre ti. Te mueres 25 años antes. Joder, digo, yo hubiera querido ser completamente heterosexual, como mis hermanos, tan varones y tan viriles, tan macho, tan peludos, tan ásperos. Y entonces hubiera podido llegar a los 80, a los 85. Pero no voy a llegar, según Márquez. Yo creo que Márquez es una fuente confiable. No voy a llegar a los 80 ni a los 85. No voy a llegar tan siquiera a los 70. ¿Si son 25 años antes, me voy a morir a los 60 y ahora tengo 59, porque la expectativa de vida es más o menos entre los 80 y los 85, no? Y yo siento que es injusto que me penalicen de esta manera por ser bisexual. ¿O sea, no ha sido fácil, no? ¿Sobre todo porque nací, crecí en una familia de padres bastante cerrados, bastante religiosos, verdad? Que no veían con naturalidad el amor gay. Al contrario, querían aplastarlo. Querían reprimirlo, querían fumigarlo desde la prédica religiosa. Entonces no ha sido fácil para mí. Yo siento, que no he tenido una vida tan fácil. Y ahora me cae este castigo feroz, este impuesto a mi bisexualidad me obligan a pagar 25 años de vida por ser bisexual, joder.

Estoy entonces muy triste, muy descorazonado. Siento que la vida es profundamente injusta y cruel. Ahora. ¿Por qué cree Márquez que me voy a morir el próximo año? Yo espero que Milei no crea lo mismo. Ya esto sería demasiado para mí. ¿El propio presidente argentino esté seguro de que yo me muero el próximo año por ser bisexual, no? Bueno, Márquez cree esto porque dice que al ser bisexual o al haber sido bisexual toda mi vida, al haber tenido un par de novios, uno me duró bastante más que el otro. Uno fue más torturado y clandestino que el otro. Pero esas son otras historias o ya las he contado suficientemente. Entonces yo he vivido una vida insana o malsana, o nada sana, insana, porque he tenido un par de novios y como he vivido esa vida insana o malsana, o nada sana, he vivido una vida autodestructiva. O sea, me he hecho daño, me he flagelado, he perjudicado seriamente mi salud y he rebajado mi expectativa de vida. Cada vez que yo besaba a mi novio, al clandestino torturado o al otro, yo me estaba restando meses de vida. Cada vez que nos apareaban, nos friccionaban, nos rozábamos, nos coludimos estaba yo robándome meses y acaso años de vida. Y entonces va sumando los besos, los roces, las fricciones. Los orgasmos con varones y uno dice joder, por eso voy a vivir 25 años menos.

Ahora uno podría decir “pero hace 15 años estoy con Silvia, con mi mujer, con mi esposa, la amo, he sido fiel a ella”. ¿No será que en estos 15 años, como ya no he llevado esa vida insana, bisexual gay como ahora, he llevado una vida feliz con una mujer? ¿No será que puedo recuperar un poco esos años perdidos? ¿No me devuelven los años que perdí cuando estaba con el novio clandestino, con el novio oficial? No, ya no te lo devuelven. Ya te jodiste, ya los perdiste, ya los perdiste. Tu elegiste ser bisexual. Yo creo que esa es la acusación. No, no, es que tú naciste bisexual. No, no, no. Tú de puro curioso, de puro glotón. No me gustan las mujeres. Pero también voy a curiosear a ver cómo es esto de la sodomía. Me voy a aventurar a esos territorios prohibidos. No voy a ser un transgresor, un sodomita, un invertido. Y le voy a dar un uso ingenioso y creativo a todos los orificios humanos, a todos los orificios de nuestras cañerías, a todos. Y a entrar por ahí y a ella que me entren por ahí. Entonces, claro, eso te quita mucha vida, dice Márquez. No sé si lo dice por experiencia propia. No sé, creo que él dice que es completamente heterosexual. Bien por ti. Vas a vivir hasta los 85, hasta los 90, pero a mí ya me jodiste, a mí me has quitado así, de pronto, de un plumazo, 25 años de vida por haber tenido novios y por haber aceptado, por haberme resignado melancólicamente a mi destino bisexual que yo.

Créeme, Márquez, créeme, no escogí. No es que yo dije a los 20 años ‘bah, ya me aburrí de estar tirando con chicas’. Me encantan las chicas. Voy a seguir tirando con chicas, pero también porque a mí me gusta comer dos veces postre. No pido un postre, pues pido otro postre porque lo voy a empezar a tirar con chicos también. Bueno, eso es lo que cree que no vamos a ver, yo voy a tratar de desmentirlo. Yo voy a tratar de refutar su tesis de que yo, por insano y autodestructivo, me voy a morir prontito. Voy a tratar de refutar su tesis. No, si es verdad. Y me duele aceptarlo porque en cierto modo le estoy dando la razón. Es verdad que los siete años más gays de mi vida, por así decirlo, que corrieron más o menos entre 2002 y 2009. ¿Por qué digo que fueron los siete años más gays de mi vida? Porque tenía oficialmente un novio. Ese novio vivía en Buenos Aires, pero a veces vivía aquí. Venía aquí a Miami. Y entonces fueron los años más felices de mi vida. A veces muy, muy a hurtadillas, podía tener por aquí o por allá una aventurilla con una chica y mi novio creo que no se enteraba. Pero esos años, los siete años más gays de mi vida reconozco que me sentí muy, jodidamente, muy mal. Y entonces me diría Márquez: ‘Ves, yo tengo razón, estaba llevando una vida insana o malsana, te habías entregado a la homosexualidad, que es una conducta profundamente autodestructiva’.

No sé por culpa de quién, pero esos años, sobre todo aquellos años en los que me mudé a vivir en Buenos Aires, no podía dormir. Y entonces me quería matar. Me sentía fatal. Recién estos 15 años que he estado con Silvia, como ella me llevó a varios doctores y me encontraron, en fin, me diagnosticaron que soy bipolar y me dieron los medicamentos correctos, he podido salir de esa crisis, pero es verdad que los años más torturados, más difíciles, peor dormidos y más sufridos de mi vida, fueron los años que Márquez diría ‘tus peores años insanos autodestructivos’. ‘Cuando no estabas con una mujer, no dormías con una mujer, sino que tenías un novio y viajabas hasta allá lejos al coño sur para verlo’, así que él me diría ‘Mi tesis se ha comprobado cuando tú eras casi totalmente gay’. ‘Llevabas una vida insana y no te sentías muy bien’. ¿No es cierto? ‘No te sentías bien, te sentías enfermo, menoscabado, te sentías mal, dormido, angustiado, peleado con la vida, deprimido, sin fuerzas para escribir, sin ganas de viajar, harto de la vida misma’.

Me diría ‘¿Viste?, estilo insano, estilo autodestructivo, te estabas muriendo de a poquito y te jodiste porque ahí, en esos siete años has perdido los 25 y ya no te los devuelvo’. No me los quiere devolver. No sé si Márquez cree en Dios, en vírgenes, en santos, en santurrones, en predicadores. No sé, pero yo ruego que me los devuelvan. Me he portado bastante bien estos últimos 15 años. Joder. Muy bien, pero que me devuelvan si no lo los 25, por lo menos 15. Déjenme vivir hasta los 70, 75. Que no me apures así, no me empujes así. No me expulses de la vida. Yo no te conozco. No tengo nada contra ti. ¿Por qué me acusas de ser insano y autodestructivo solo porque mi destino melancólico fue el de ser bisexual?

‘Jaime y su esposa inauguraron un canal de YouTube, después Jaime se pasó a El Comercio, ¡qué gran momento de honor y de gloria en su vida! Pero el año siguiente se murió y tenía que morirse porque un señor argentino de apellido Márquez, Nicolás Márquez, le diagnosticó una vida insana y le dijo como ha vivido una vida insana, te tienes que ir 25 años antes de lo que hubieras vivido, de haber vivido una vida sana, la vida que te aconsejaba tu mami a una vida sana, una vida lejos del pecado, del vicio y de la transgresión moral’. Esto es lo que hay. Así que este videíto tiene ese sabor a despedida. Y ya les iré contando los próximos días cómo voy a reescribir y reactualizar mi testamento. Pero, por supuesto, tengo que cuidar el futuro de mi hija menor, el futuro de mis hijas mayores ya lo he cuidado. Ya les he pagado la educación, los mejores colegios privados, las mejores universidades privadas, una carrera, dos carreras, camionetas y viajes. Entonces tengo que ser igualmente justo con mi hija menor. Así que de momento esto es lo que quería reportar. Me queda poca vida y quien lo afirma es un señor argentino de apellido Márquez, que ha visto mi muerte y no duda en anunciárselo al mundo. Y yo no la veo todavía, pero desgraciadamente le creo al tal Márquez”.

D.D.

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¿La búsqueda de la felicidad es una trampa? La historia de una mujer que enloqueció a dos hombres

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En una visita a un hospital psiquiátrico, un médico notó que dos pacientes gritaban tristes por la memoria María. Ambos estaban enamorados, pero uno había sido su pareja y el otro no. El espejismo de vivir una buena vida cuando se alcanza un objetivo

El médico sanitarista estaba supervisando distintos establecimientos asistenciales. Un día le tocó el turno a un hospital psiquiátrico. Conversó un rato con el director y salieron juntos a recorrer la institución.

Pasaron por distintos lugares hasta que llegaron a un lugar en donde estaban los pacientes más enfermos. Cada uno se encontraba solo en un cuarto, el cual tenía las paredes acolchadas por si se querían golpear o autolesionar. Varios, adicionalmente, tenían un chaleco de fuerza, el cual restringía mucho los movimientos, especialmente los brazos, con el mismo fin de intentar protegerlos de sí mismos. Tanto el director como el supervisor observaban por la pequeña ventana que tenía cada habitación para poder ver a los pacientes.

-¡María! ¡María! ¡Maríaaaa!

Ambos médicos observaron al paciente por la ventanilla, y cuando siguieron caminando, el supervisor le preguntó al director:

-¿Qué le pasó a este paciente?

Se enamoró de María, pero lamentablemente fue un amor no correspondido. Y quedó totalmente trastornado, fuera de sí.

El supervisor escuchó y los dos siguieron visitando a otros pacientes.

Más adelante, nuevamente se fueron escuchando otros gritos. En la medida que se acercaron, pudieron entender qué decían:

-¡María! ¡María! ¡Maríaaaa!

Al llegar frente a la habitación acolchada, y ver al paciente con chaleco de fuerza, como todos los de ese sector, el supervisor miró al director, buscando un diagnóstico.

-¿Este también fue un amor no correspondido?, preguntó entre risas.

-No. Este hombre también se enamoró de María, solo que en este caso, ella se enamoró de él, así que fue un amor correspondido. Y así quedó…

Dos problemas tiene la vida: no conseguir lo que queremos y conseguir lo que queremos.

Nos pasamos la vida persiguiendo objetivos. Convencidos de que si los logramos, nuestra vida cambiará para siempre. De una vez por todas será buena, como nosotros nos merecemos.

Sin embargo, la realidad nos enseña que al igual que estos dos pacientes, esa mirada es una trampa. Pensar que la vida será buena cuando logremos tal o cual cosa es solo un espejismo.

Si no logramos nuestro objetivo, nos sentimos frustrados. Y si lo logramos, descubrimos que no ofrece la plenitud y felicidad que buscábamos.

¿Entonces? ¿Para qué seguir persiguiendo la línea del horizonte, que se mueve cada vez que nos acercamos?

En EE. UU. habían estudiado cuál era el sueldo que hacía más felices a las personas. Eran 4.200 dólares. O sea que solo servía para satisfacer las necesidades básicas de tener casa, comida, un seguro de salud, una educación. No es poco.

Lo curioso es que de todas las variables que analizaban para medir la felicidad de esas personas (centralmente qué tan tranquilos y contentos vivían), cuanto más ganaban, peor era. O sea que una persona que ganaba 6.000 dólares vivía peor que la que tenía ingresos por 4.000. Y si ganaba 10.000, peor aún.

Pensar que cuando pase este problema o logremos aquel objetivo, finalmente seremos felices, nunca resulta. O somos capaces de ser felices con nuestra vida tal como es, o no lo seremos nunca.

¿Y vos? ¿Cuál es esa trampa inaccesible que te impide ser feliz?

* Juan Tonelli es speaker y escritor. El texto es parte del libro “Un elefante en el living, historias sobre lo que sentimos y no nos animamos a hablar”. www.youtube.com/juantonelli

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Es abogada y la inundación destruyó su estudio en Bahía Blanca: “Los expedientes y mi escritorio con 10 mil dólares se fueron flotando”

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La madrugada del temporal, la casa y el lugar de trabajo de Evangelina Benítez quedaron bajo casi dos metros de agua. Su hijo menor, que estaba solo en la vivienda, logró salvarse trepando a la terraza con su gato en brazos

La noche del jueves 6 de marzo, Evangelina Benítez cenó con sus dos hijos en su casa de Bahía Blanca. Antes de despedirse, le propuso al menor, Luca, que se quedara a dormir, pero él prefirió volver a su hogar, ubicado en la calle Sarmiento 824, donde vive junto a su padre, Luis Alberto “Titi” Chiaradía, y su hermano mayor, Marco. “Sabíamos que iba a llover porque estaba pronosticado, pero estábamos más pendientes de la posibilidad de que cayera granizo, como había pasado a principios de febrero”, cuenta Evangelina a Infobae.

Horas después, la peor tormenta en la historia de la ciudad dejó la casa familiar, donde también funcionaba su estudio jurídico, sumergida bajo 1,85 metros de agua. “Perdí todo. Desde la terraza, mi hijo vio cómo los expedientes y mis libros flotaban junto a un escritorio donde tenía 10 mil dólares guardados bajo llave en un cajón”, detalla, a una semana del temporal que dejó un saldo de 16 fallecidos y 200 evacuados, según el último parte que emitió el Municipio.

Adelante de la casa funcionabaAdelante de la casa funcionaba el estudio jurídico de Evangelina, que es abogada y escribana (Foto/Gustavo Gavotti)

“Mamá, entró agua a casa”

Evangelina tiene 54 años, dos hijos de 19 y 25, y es abogada y escribana. Según recuerda, el viernes pasado se despertó a las 4 de la madrugada con el sonido de la lluvia. Dos horas después, su teléfono sonó. Era Luca. “Mamá, entró agua a casa y ya me llega a los tobillos. ¿Qué hago?”, le dijo el joven, que estaba solo en el domicilio. Desde su casa, en una zona alta de la ciudad, ella intentó tranquilizarlo. “Subí lo que puedas a la mesa, poné todo a resguardo”, le dijo.

Hasta ese momento, lo que más le preocupaba a Luca era su auto: un Ford fiesta azul que había dejado estacionado enfrente de su casa. “Tengo que correrlo porque me lo va a llevar el agua”, pensó. Cuando quiso salir, se dio cuenta de que si abría la puerta el agua entraría de golpe. “Lo que hice fue abrir la ventana del estudio de mi vieja, que daba a la calle, y salí por ahí”, le cuenta Luca a este medio.

Al auto entró por el baúl. Descalzo y en cuero lo llevó hasta una estación de servicio cercana y volvió corriendo. Al regresar, el agua ya le llegaba a las rodillas. “Agarré un balde y empecé a sacar, pero por cada uno que llenaba, entraban cinco más”, detalla. “El agua entraba por todos lados, de a chorros”, dice, todavía incrédulo.

Antes del temporal, Evangelina conAntes del temporal, Evangelina con sus dos hijos: Luca (19) y Marco (25) (Foto/Gentileza de la entrevistada)

Desde su domicilio, a unas 25 cuadras, Evangelina intentaba comunicarse con su hijo, pero Luca no contestaba. “Me desesperé: llamaba al padre, que estaba en Monte Hermoso; a mi otro hijo, que estaba en la casa de su novia”, recuerda.

“No le contestaba el teléfono porque estaba hablando con mi viejo”, explica ahora Luca. Según cuenta, su papá intentó calmarlo y le indicó que subiera a la terraza. Cuando se dispuso a hacerlo, el vidrio de la puerta de entrada se rompió y el agua ingresó a la casa con la misma fuerza que cuando se abre una compuerta. “Perdimos todo, perdimos todo”, alcanzó a decirle antes de que la llamada se cortara.

Desesperado y con el agua a la cintura, Luca siguió el consejo de su padre e intentó subir a la terraza. “En el camino me chocaba con la mesa, las sillas, los colchones, todo…”, cuenta. Cuando finalmente llegó a la ventana de la cocina, trató de abrirla, pero estaba trabada. “Ya está, me muero acá”, dice que pensó. Después de forcejear un rato, logró destrabarla, trepó al techo y se metió debajo del tanque de agua. Desde ahí, dice, vio a sus vecinos con sus perros y entonces recordó a su gato, Rocky. Sin pensarlo, volvió a bajar.

“El agua seguía entrando de a chorros”, cuenta. Llegó hasta la cocina y lo vio: estaba subido a la heladera, que flotaba a pocos centímetros del techo. Trató de agarrarlo, pero el animal, aterrorizado, se resistió. Tomó una canasta de mimbre, lo metió adentro y volvió a subir.

Rocky, el gato de LucaRocky, el gato de Luca (Foto/Gentileza de la entrevistada)

“Volver a casa fue horroroso”

Mientras Luca estaba en el techo con Rocky, su hermano mayor, Marco, logró contactarse con unos vecinos, que juegan con ellos al rugby en el Club Sportiva Bahía Blanca, para que rescataran al joven. “Cuando me enteré de que estaba a salvo, me calmé un poco, pero hasta que no lo vi con mis propios ojos no estuve tranquila”, cuenta Evangelina.

Acerca del reencuentro con el menor de sus hijos, describe: “Pude reunirme con él cerca de las 17 horas. Yo estaba esperándolo mientras colaboraba con los vecinos que rescataban gente con la moto de agua. Estuve con ellos hasta las 20″.

Al día siguiente, cuando el agua bajó, regresó a la casa. “La sensación fue espantosa. Horrorosa. Estaba todo destruido. De los 16 muertos que reportaron, diez fueron de esa zona. Es que estamos a 40 metros del arroyo Napostá“, indica.

Lo primero hizo apenas ingresó fue sacar sus títulos universitarios y algunos cerificados que se salvaron porque estaban colgados bien altos. “De las carpetas con los expedientes no quedó nada”, lamenta.

“La respuesta de los amigos“La respuesta de los amigos de mis hijos me emocionó”, aseguró Evangelina (Foto/Gustavo Gavotti)
Así quedó el auto deAsí quedó el auto de Luca (Foto/Gentileza de la entrevistada)

Todos somos uno

Además de perder la casa familiar y su estudio jurídico, también se esfumó el dinero que guardaba en su escritorio: 10.000 dólares. “Yo los tenía bajo llave en un cajón y el mueble se fue flotando. Lo peor fue que en el momento que mi hijo me llamó, cuando recién arrancó la tormenta, no se lo comenté porque no se me cruzó por la cabeza. Jamás imaginé que podía pasar algo así. Creo que nadie en Bahía Blanca lo pensó”, dice.

Y sigue: “Es como que uno no termina de caer. El lunes recién me aflojé y me vine a llorar a mi casa para que no me vieran mis hijos. Igual lo mío son todas cosas materiales. El resto, mientras tengamos salud, de alguna manera lo vamos a solucionar”.

Al día siguiente, los amigosAl día siguiente, los amigos de Luca y Marco, del Club Sportiva de Bahía Blanca, fueron a ayudar a limpiar la casa (Foto/Gustavo Gavotti)
Al día siguiente, Evangelina regresóAl día siguiente, Evangelina regresó a la casa. Las marcas del agua se ven en la pared y en la tulipa de vidrio de la lámpara (Foto/Gentileza de la entrevistada)

Entre la angustia por pérdida material, Evangelina dice que sintió una sensación “plancentera y feliz” al saber que sus hijos eran queridos. “La respuesta de sus amigos me emocionó. Al día siguiente, cuando íbamos a empezar a limpiar, comenzaron a llegar de a poco. Eran como 20. En un momento me quedé parada mirando cómo entraban y salían, sacaban, ponían. Me dejó una sensación tan linda”, cuenta y comparte un video de ese día.

En la secuencia, que figura a continuación, se ve cómo los jóvenes acomodan muebles en la vereda, sacan barro con el secador y basura.

“Yo les decía a Luca y Marco: ‘A pesar de todo, ustedes hoy tienen dónde dormir o dónde darse una ducha de agua caliente; pero hay gente a la que no le quedó nada’. Lo importante es poder brindar ayuda a esas personas a las que no les quedó nada”, se despide.

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Video del día después de la inundación

¿Cómo ayudar?

En medio de la emergencia, las campañas solidarias se extendieron a nivel nacional para asistir a las miles de familias que han perdido sus pertenencias, enfrentando ahora condiciones de extrema vulnerabilidad.

  • Para sumarse como voluntario y colaborar con limpieza, logística (vehículo), salud o clasificación de recursos, carga y descarga hacer click en este link.
  • Para enviar de dinero, tanto desde Argentina como el exterior del país, siguen habilitados los alias BAHIAXBAHIA y BAHIAXBAHIA.USD. También se habilitó una caja de ahorro en dólares CA U$D 6229-516687/0 CBU: 0140305104622951668702
  • Más información, acá.

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Un turista de 21 años se metió al Río Paraná para buscar una pelota y murió ahogado

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Ocurrió en el balneario municipal de Santa Elena. El joven habría cruzado la zona habilitada, que estaba delimitada por boyas

Un joven de 21 años murió ahogado este martes por la tarde tras adentrarse en las aguas profundas del río Paraná para recuperar una pelota. El trágico accidente ocurrió en el balneario Santa Elena, situado en la ciudad homónima, en Entre Ríos.

El cuerpo no ha sidoEl cuerpo no ha sido encontrado y la búsqueda continúa.

Si bien un compañero intentó ayudarlo, tuvo que soltarlo debido a que la víctima comenzó a arrastrarlo mientras se ahogaba. El joven fue identificado como Logan Daniel Videla, oriundo de La Matanza, provincia de Buenos Aires. En el caso intervinieron agentes de la Comisaría de Santa Elena, del Departamento La Paz, junto con personal de Prefectura Naval.

El trágico accidente ocurrió enEl trágico accidente ocurrió en Río Ceballos (Foto: Prensa Policía)

Alarmante cifra de ahogamientos durante el verano

Según se pudo reconstruir, al notar que no podía mantenerse a flote, comenzó a pedir auxilio. A pesar de los esfuerzos de una persona que logró sacarlo del agua, ya no presentaba signos vitales, según informó El Doce TV.

En lo que va del verano, las víctimas fatales sufrieron accidentes en las localidades cordobesas de La Calera (Sierras Chicas), Nono (Traslasierra), Villa Rumipal (Valle de Calamuchita), Villa Carlos Paz (Valle de Punilla), el dique Piedras Moras (Calamuchita), Mina Clavero (Traslasierra) y Río Tercero (Tercero Arriba).

Las autoridades locales y los organismos de emergencia suelen emitir recomendaciones para evitar accidentes en los cursos de agua. Entre las medidas más comunes se encuentran evitar ingresar a zonas profundas, prestar atención a las corrientes y no nadar en áreas no habilitadas. Sin embargo, los incidentes registrados este verano reflejan que, en muchos casos, estas advertencias no son suficientes para prevenir tragedias.
Un turista de 65 añosUn turista de 65 años falleció en La Toma.

Solo dos días antes de la muerte de Lucas Iván Paz, falleció otro hombre identificado como Horacio Quiroga en la ciudad de Río Tercero. La víctima, de 37 años, disfrutaba de una jornada familiar cerca del balneario municipal; cuando ingresó al agua en la zona del predio del Centro Tradicionalista alrededor de las 19 horas. Testigos relataron que, tras lanzarse al río, Quiroga no volvió a salir a la superficie, lo que generó alarma entre los presentes.

Ante la emergencia, las autoridades locales y los Bomberos Voluntarios acudieron rápidamente al lugar. Según detalló Telefe Córdoba, lograron rescatar al hombre y trasladarlo de inmediato al hospital de la localidad. Sin embargo, pese a los esfuerzos médicos, se confirmó su fallecimiento horas después. Habría sufrido un paro cardiorrespiratorio tras ingresar al agua.

Días atrás, un hombre de 65 años, identificado como Norberto Jorge Amadeo, falleció en el balneario La Toma, ubicado en la localidad de Mina Clavero. El turista, oriundo de la provincia de Buenos Aires, resbaló mientras intentaba cruzar el río a nado, golpeó su cabeza contra una piedra y fue arrastrado por la corriente, lo que resultó en su trágico deceso.

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