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Ciencia

¿Podría una sombrilla gigante en el espacio ayudar a resolver la crisis climática?

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Se debería crear una sombra del tamaño de la Argentina.

A esto hemos llegado.

Con la Tierra en su punto más caliente de la historia, y los humanos haciendo todo lo posible para detener su sobrecalentamiento, un pequeño pero creciente número de astrónomos y físicos están proponiendo una solución potencial que podría haber salido de las páginas de la ciencia ficción: el equivalente a una sombrilla de playa gigante, flotando en el espacio exterior.

La idea es crear una enorme sombrilla y enviarla a un punto lejano entre la Tierra y el Sol para bloquear una cantidad pequeña pero crucial de radiación solar, suficiente para contrarrestar el calentamiento global.

Los científicos han calculado que si se bloquea algo menos del 2% de la radiación solar, sería suficiente para enfriar el planeta 1,5 grados Celsius, o 2,7 Fahrenheit, y mantener la Tierra dentro de unos límites climáticos manejables.

La idea ha estado al margen de las conversaciones sobre soluciones climáticas durante años.

Pero a medida que se agrava la crisis climática, el interés por los escudos solares ha ido ganando impulso, y cada vez son más los investigadores que proponen variantes.

Incluso existe una fundación dedicada a promover los escudos solares.

Los científicos buscan entre 10 y 20 millones de dólares para construir un modelo más pequeño que demuestre el concepto. Fuente Technion Israel Institute of Technology and Asher Space Research Institute.

Un estudio reciente dirigido por la Universidad de Utah exploró la dispersión de polvo en el espacio, mientras que un equipo del Instituto Tecnológico de Massachusetts estudia la creación de un escudo hecho de “burbujas espaciales“.

El verano pasado, Istvan Szapudi, astrónomo del Instituto de Astronomía de la Universidad de Hawai, publicó un artículo en el que sugería atar un gran escudo solar a un asteroide reutilizado.

Ahora, científicos dirigidos por Yoram Rozen, profesor de Física y director del Instituto de Investigación Espacial Asher del Technion-Israel Institute of Technology, afirman estar listos para construir un prototipo de sombra que demuestre que la idea funciona.

Según Rozen, para bloquear la cantidad necesaria de radiación solar, la sombra tendría que tener una superficie de 2.589.988. kilómetros cuadrados, aproximadamente el tamaño de Argentina.

Una pantalla tan grande pesaría al menos 2,5 millones de toneladas, demasiado para lanzarla al espacio.

Por tanto, el proyecto tendría que incluir una serie de pantallas más pequeñas.

Una representación de una vela gigante. (Technion Israel Institute of Technology and Asher Space Research Institute via The New York Times) Una representación de una vela gigante. (Technion Israel Institute of Technology and Asher Space Research Institute via The New York Times)

No bloquearían por completo la luz solar, sino que proyectarían una sombra ligeramente difusa sobre la Tierra.

Rozen dijo que su equipo estaba listo para diseñar un prototipo de pantalla de 30 metros cuadrados y que está buscando entre 10 y 20 millones de dólares para financiar la demostración.

“Podemos mostrar al mundo:

‘Miren, hay una solución que funciona, tómenla, auméntenla hasta el tamaño necesario'”, dijo.

La vela se inclinaría como la lama de una persiana veneciana, unas veces apuntando al sol y otras perpendicular a él. Fuente Instituto Tecnológico de Israel Technion e Instituto de Investigación Espacial Asher.

Sus defensores afirman que un parasol no eliminaría la necesidad de dejar de quemar carbón, petróleo y gas, los principales motores del cambio climático.

Aunque las emisiones de gases de efecto invernadero procedentes de combustibles fósiles se redujeran inmediatamente a cero, ya hay en la atmósfera un exceso de dióxido de carbono que atrapa el calor.

La temperatura media de la Tierra está a punto de aumentar 1,5 Celsius por encima de la media preindustrial.

Ese es el punto a partir del cual las probabilidades de tormentas extremas, sequías, olas de calor e incendios forestales aumentarían significativamente y los seres humanos y otras especies tendrían más dificultades para sobrevivir, afirman los científicos.

El planeta ya se ha calentado 1,2 grados centígrados.

Un parasol ayudaría a estabilizar el clima, dicen los partidarios de la idea, mientras se persiguen otras estrategias de mitigación climática.

“No digo que ésta vaya a ser la solución, pero creo que todo el mundo tiene que trabajar para encontrar todas las soluciones posibles”, dijo Szapudi, el astrónomo que propuso atar un parasol a un asteroide.

Fue en 1989 cuando James Early, del Laboratorio Nacional Lawrence Livermore, sugirió un “escudo solar espacial” situado cerca de un punto fijo entre la Tierra y el Sol llamado Punto Uno de Lagrange, o L1, a unos 932.000 kilómetros de distancia, cuatro veces la distancia media entre la Tierra y la Luna.

Allí, las fuerzas gravitatorias de la Tierra y el Sol se anulan mutuamente.

En 2006, Roger Angel, astrónomo de la Universidad de Arizona, presentó su propuesta de escudo solar deflector en la Academia Nacional de Ciencias y posteriormente obtuvo una subvención del Instituto de Conceptos Avanzados de la NASA para continuar su investigación.

Sugirió lanzar billones de naves espaciales muy ligeras en L1, utilizando una película transparente y una tecnología de dirección que evitaría que los dispositivos se salieran de órbita.

“Es como si bajaras un mando al sol”, dijo Ángel, “y no te metieras con la atmósfera”.

En contra

La idea del parasol tiene sus detractores, entre ellos Susanne Baur, doctoranda en modelización de la modificación de la radiación solar en el Centro Europeo de Investigación y Formación Avanzada en Computación Científica de Francia.

Según Baur, un parasol sería astronómicamente caro y no podría implantarse a tiempo, dada la velocidad del calentamiento global.

Además, una tormenta solar o una colisión con rocas espaciales extraviadas podría dañar el escudo y provocar un calentamiento rápido y repentino de consecuencias desastrosas, según Baur.

En su opinión, sería mejor invertir tiempo y dinero en reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y eliminar el dióxido de carbono de la atmósfera, dedicando una pequeña parte de la investigación a ideas de geoingeniería solar “más viables y rentables”.

Pero los partidarios de los parasoles afirman que, a estas alturas, reducir las emisiones de gases de efecto invernadero no será suficiente para aplacar el caos climático, que la eliminación del dióxido de carbono ha demostrado ser extremadamente difícil de realizar y que hay que explorar todas las soluciones posibles.

Según Szapudi, un parasol plenamente operativo tendría que ser resistente y reversible.

En su propuesta de diseño, el 99% de su peso provendría del asteroide, lo que ayudaría a compensar el coste.

Aun así, su precio se elevaría probablemente a billones de dólares, una cantidad muy inferior a la que se gasta en armamento militar, según Szapudi.

“En mi opinión, salvar la Tierra y renunciar al 10% de las armas para destruir cosas es un buen negocio”, afirma Szapudi.

Puso a Tesla como ejemplo de una idea que en su día pareció tremendamente ambiciosa, pero que a los 20 años de su fundación se convirtió en el primer fabricante mundial de vehículos eléctricos.

Morgan Goodwin, director ejecutivo de la Planetary Sunshade Foundation, una organización sin ánimo de lucro, afirma que una de las razones por las que los parasoles no han ganado tanta tracción es que los investigadores del clima se han centrado, como es natural, en lo que ocurre dentro de la atmósfera terrestre y no en el espacio.

Pero el abaratamiento de los lanzamientos espaciales y las inversiones en una economía industrial espacial han ampliado las posibilidades, afirma Goodwin.

La fundación sugiere utilizar materias primas del espacio y lanzar naves de sombra solar a la L1 desde la Luna, lo que costaría mucho menos que partir desde la Tierra.

“Creemos que, a medida que la gente del clima entienda mejor la idea de las sombrillas, se convertirá en una parte bastante obvia del debate”, afirmó Goodwin, que también es director de la sección de Los Ángeles del Sierra Club.

El modelo del Technion consiste en fijar velas solares ligeras a un pequeño satélite enviado a L1.

Su prototipo se movería de un lado a otro entre L1 y otro punto de equilibrio, con la vela inclinada entre apuntando al sol y estando perpendicular a él, moviéndose como una lama en una persiana veneciana.

Esto ayudaría a mantener estable el satélite y eliminaría la necesidad de un sistema de propulsión, explicó Rozen.

Rozen afirmó que el equipo aún se encuentra en la fase de prediseño, pero que podría lanzar un prototipo en un plazo de tres años tras conseguir los fondos necesarios.

Calculó que una versión a tamaño real costaría billones (una cuenta “que tendría que pagar el mundo, no un solo país“, dijo) pero reduciría la temperatura de la Tierra en 1,5 Celsius en dos años.

“En el Technion no vamos a salvar el planeta”, dijo Rozen.

“Pero vamos a demostrar que se puede hacer”.

c.2024 The New York Times Company

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Ciencia

Revolución en el cosmos: encuentran evidencia de que existe un noveno planeta en el Sistema Solar

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  • Los datos de los científicos indican que hay un 85% de posibilidades de que el planeta exista.

Astrónomos han encontrado posible nueva evidencia de que existe un Planeta 9 en los confines del Sistema Solar, basada en el estudio de la inclinación de una población de objetos (TNO) más allá de Neptuno.

Una comparación de las distribuciones orbitales de simulaciones de N cuerpos con Planeta 9 incluido (Europa Press).Una comparación de las distribuciones orbitales de simulaciones de N cuerpos con Planeta 9 incluido (Europa Press).

Una pista temprana clave sobre el Planeta 9 surgió hace casi una década: los objetos del gran perihelio del Cinturón de Kuiper se agrupan. La dispersión gravitacional de Neptuno altera este patrón, por lo que la atención se mantiene en los TNO dinámicamente estables (tipo Sedna), ignorando los inestables.

En el nuevo estudio, publicado en arXiv, el equipo liderado por Konstantin Batygin, del Instituto de Tecnología de California, rastreó los movimientos de objetos de período largo que cruzan la órbita de Neptuno y exhiben movimientos irregulares durante su trayectoria.

El dato que indicaría que hay un nuevo planeta

Dada su inestabilidad dinámica, sólo dos escenarios pueden mantener esta población de TNO en un estado estable: o son impulsados hacia adentro por la interacción entre la marea galáctica y la dispersión de Neptuno, o son el resultado de una dinámica inducida por el Planeta 9.

El equipo llevó a cabo cálculos detallados y simulaciones astrofísicas tanto para el escenario del Planeta 9 como para el modelo de marea galáctica. Los resultados muestran que si bien el Planeta 9 produce una distribución de perihelio plana de los que cruzan Neptuno, el modelo sin Planeta 9 da como resultado una distribución que alcanzó su punto máximo alrededor de 30 UA (Unidades Astronómicas).

Una comparación de las distribuciones orbitales de simulaciones de N cuerpos sin Planeta 9 (Europa Press).Una comparación de las distribuciones orbitales de simulaciones de N cuerpos sin Planeta 9 (Europa Press).

Después de ajustar el sesgo observacional los datos favorecen al modelo Planeta 9 en un nivel 5 sigma de confianza en una escala de 6. Sorprendentemente, este grupo “poco exótico” de TNO proporciona la evidencia estadística más sólida hasta el momento de que el Planeta 9 está realmente ahí fuera, concluye Batygin en su cuenta en X.

Desafortunadamente la ubicación en el cielo no se puede derivar de la nueva investigación, admite Batygin, quien también confía en que futuros observatorios como el Vera Rubin ayuden en una localización, aunque no está claro que lo vaya a detectar. “Ya veremos”, dijo.

Europa Press

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Ciencia

Ciencia argentina en jaque: cinco proyectos clave frenados por la falta de recursos para investigar

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  • También aparecen el diseño de ratones y peces transgénicos para investigación, y monitoreo de glaciares.

A la dura situación de las universidades nacionales hay que sumar otra crisis causada por los mismos fenómenos: un presupuesto que repite el de 2023. Igual que en la educación superior, el reclamo ahora sale de un sector estratégico: la ciencia argentina. En una selección ilustrativa, compartimos cinco proyectos científicos que hoy están varados como consecuencia de los recortes en distintas áreas del Estado.

Las más de diez voces que hablaron con este medio vienen de las ciencias duras. Un par de los que están en la máxima categoría del Conicet pintaron, como introducción, la radiografía general de lo que pasa hoy.

Jorge Geffner, reconocido inmunólogo e investigador Superior del INBIRS-Conicet, explicó que “los becarios doctorales, el primer eslabón en la formación en ciencias, pasaron de 1.300 a 600. La Secretaría de Innovación, Ciencia y Tecnología había ejecutado, a fines de marzo, menos del 5% de su presupuesto, cuando correspondería cerca de un 25%. Esto sin contar que se prorrogó el presupuesto 2023, cuestión que no contempla la inflación del 270%”.

Fernando Pitossi, jefe del laboratorio de “Terapias regenerativas y protectoras del sistema nervioso central” en la Fundación Instituto Leloir-IIBBA (un hombre que, literalmente, es capaz de generar neuronas con células de la piel), explicó: “Al no haber una gestión clara, no se pueden programar los proyectos de investigación, que requieren planificación a largo plazo. La devaluación licuó los subsidios en pesos, ya que los gastos de los insumos son en dólares. Los subsidios PICT (la sigla de Proyectos de Investigación Científica y Tecnológica) de la Agencia (Nacional de Promoción de la Investigación, el Desarrollo Tecnológico y la Innovación), que es la base del financiamiento nuestro, ya fueron evaluados. Está la lista de los otorgados y los fondos disponibles, pero hace largas semanas no hay ninguna transferencia de dinero”.

Antes de ir a las cinco investigaciones destacadas, Pitossi agregó algo más: “Como las becas de doctorado bajaron a menos de la mitad, el desperdicio de talento humano es inmenso. Toda la formación que pagamos con nuestros impuestos para los estudiantes que tuvieron educación pública, termina siendo útil fuera de la Argentina“.

“En mi laboratorio se presentaron a beca una bioquímica y un biólogo”, contó, antes de cerrar: “No le salió beca a ninguno. A la bioquímica le pude conseguir una beca privada. El biólogo está sin trabajo”.

1. Análisis de calidad del agua en la región de Cuyo

Al mando del Instituto de Nanosistemas de la Universidad Nacional de San Martín (UNSAM), el investigador del Conicet Galo Soler Illia compartió uno de sus proyectos en la categoría Redes Federales. Es “muy lindo y competitivo internacionalmente”, definió. Tema principal: el agua.

Galo Soler Illia, experto en Nanotecnologia. Foto German García AdrastiGalo Soler Illia, experto en Nanotecnologia. Foto German García Adrasti

“Nos preguntamos por las necesidades de las regiones y vimos que la de Cuyo es preservar el agua. El proyecto nos exigía evaluar cuán pura es el agua de montaña, cuántas toxinas tiene, si se puede usar para riego o si es agua potable”, introdujo.

El trabajo se puso en marcha en forma interdisciplinaria: “La evaluación la hacemos químicos analíticos de Cuyo y San Luis, junto con fisicoquímicos de Córdoba, más nosotros, diseñadores de materiales. Todo esto va al desarrollo de nuevos sensores que permiten saber ‘en campo’ si el agua se puede usar, si está contaminada o si los cultivos tienen toxinas, algo central para la región y para el cuidado de una reserva estratégica como el agua”.

Suena bien. Sin embargo, “el proyecto está frenado. No se firman los papeles y nadie sabe si va a haber continuidad”.

Mientras con otros proyectos el problema es que “no se entregan las partidas de subsidios, en este caso ocurre lo contrario”, contó el científico, y resumió “Tenemos la plata pero no podemos usarla”.

“El dinero para el proyecto lo recibimos justo antes del cambio de Gobierno. Lo primero que teníamos que hacer era comprar equipamiento, cosa que de inmediato no se pudo hacer por la burocracia habitual. Sin embargo, hoy no hay nadie que firme la autorización para esas compras. Hay un montón de equipos varados para grupos de alto nivel y originalidad cuya investigación innovadora está frenada. Hay mucha plata tirada”, protestó.

Soler Illia se refiere a trabas concretas para importar insumos y equipamiento a través del llamado formulario de Registro de Organismos y Entidades Científicas y Tecnológicas, o ROECyTEl 100% de los consultados para esta nota reclamaron tener problemas, en este sentido.

Como el viejo Ministerio de Ciencia quedó bajo la órbita de Jefatura de Gabinete, cada pedido de importación debería contar con la autorización de esa dependencia. En concreto, del Jefe de Gabinete Nicolás Posse. La estimación de los investigadores es que hasta mediados de abril había más de 500 trámites trabados.

Para los científicos, el ROECyT es clave, ya que les permite importar insumos y equipo sin pagar impuestos aduaneros. Consultados por este tema, desde la Secretaría de Innovación, Ciencia y Tecnología dijeron que (hasta el viernes pasado) se habían emitido 67 certificados (34 eran donaciones, que también precisan pasar por la vía ROECyT, y 30 eran compras). Reconocieron tener 345 expedientes pendientes de evaluación, por una “reorganización administrativa”.

Si bien, desde el Gobierno estimaron que la situación se regularizará a fines de mayo, Soller-Illia fue enfático: “Uno tenía el año planificado de cierta manera. No es que vengamos de un lecho de rosas, pero esta gestión empezó con el pie izquierdo. Otra vez, un Gobierno que pierde la oportunidad de aliarse a una comunidad que le podría dar muchas satisfacciones a la sociedad, generando conocimiento, empleo de calidad y patentes a empresas“.

2. Capacitación en el manejo de datos para el personal del Estado

Una de las dependencias de la facultad de Exactas de la UBA es el Instituto de Cálculo. Su vicedirector, el doctor en Física e investigador del Conicet Guillermo Solovey, explicó que en 2023 crearon una diplomatura dedicada al uso de datos en la gestión del Estado.

Guillermo Solovey, doctor en Física e investigador del Conicet.Guillermo Solovey, doctor en Física e investigador del Conicet.

“El objetivo de la diplomatura es que los trabajadores de la Administración Pública Nacional adquieran habilidades de alfabetización estadística, hoy tan esenciales como leer y escribir. No es solo enseñar a hacer cálculos, sino que la diplomatura se propone transmitir habilidades de interpretación, análisis crítico y toma de decisiones a partir de datos”, explicó..

Si bien aclaró que “a veces se sobrevaloran los datos (es común escuchar que ‘dato mata relato‘), el dato no va a matar a nadie y si no se interpreta, no dice mucho. Para hacerlo, se requieren algunas habilidades”. Si no las conoce, “es fácil confiar en datos engañosos o información sesgada”.

Solovey contó que para la diplomatura pusieron a “los mejores recursos del Instituto de Cálculo”. En 2023 lograron dictar dos cursos, en el marco del Instituto Nacional de la Administración Pública (INAP). “Generaron tanto interés, que se nos propuso sumar dos cursos más y crear la diplomatura. Son cuatro cursos que se dictan a lo largo de 18 semanas”, compartió

Pero, aunque el curso tiene validez institucional y “la inscripción debía abrirse en febrero, para comenzar en abril, todo está paralizado. El Gobierno no designó al director del INAP, de modo que todo el circuito administrativo de firmas no avanza y la diplomatura naufraga.

“Lo curioso”, cerró Solovey, es que “el INAP, dependiente de la Secretaría de Transformación del Estado y Función Pública de la Jefatura de Gabinete, tiene entre sus objetivos el fortalecimiento de los recursos humanos. Esto incluye la implementación de políticas de capacitación de la Administración Pública Nacional.

3. Una vacuna superadora contra la tos convulsa

Cada día, Daniela Hozbor va al Instituto de Biotecnología y Biología Molecular de la facultad de Exactas de la Universidad Nacional de la Plata y trabaja en vacunas.

Daniela Hozbor, doctora en Ciencias Bioquímicas y experta en vacunas.Daniela Hozbor, doctora en Ciencias Bioquímicas y experta en vacunas.

Es doctora en Ciencias Bioquímicas, investigadora del Conicet y profesora de Vacunología en esa casa de estudios. Con su equipo, buscan comprender “una patología resurgente que afecta a toda la población, pero sobre todo a los chicos más chiquitos”. La causa la bacteria Bordetella pertussi y es tan contagiosa como nombres distintos tiene: pertusis, tos ferina, coqueluche o tos convulsa. Buscan crear una vacuna que supere las existentes.

“Por concurso tenemos dos subsidios de la Agencia (ahora dependiente de Jefatura de Gabinete) y nos van transfiriendo partidas. Desde fin de año estamos en rojo. Gastamos todo lo que teníamos y desde entonces no se ha transferido ninguna partida más”, contó.

Uno de los subsidios era por 4 millones de pesos. “Es poco”, definió Hozbor, tomando en cuenta que “la mayoría de los insumos son importados”. “Pero, bueno”, evaluó, “ahora es cero”.

¿Por qué se focalizaron en la tos convulsa? “Si bien existen vacunas y son buenas, la resurgencia de la patología marcó la necesidad de, en el mediano o largo plazo, superar las debilidades de las vacunas actuales”, resumió.

Por cierto, su investigación no está “en cero”: “Llegamos a un prototipo vacunal que caracterizamos en modelos en etapa preclínica. Funciona muy bien y mostró ser un buen inmunógeno que podría funcionar como adyuvante”. Es decir que “la partícula desarrollada podría incluirse en otras vacunas para potenciar la respuesta inmunológica”.

Hozbor se siente desmotivada: “El desfinanciamiento impacta directamente en la continuidad de estos proyectos y en la formación de recursos humanos. Sin embargo, estos conocimientos no solo sirven para generar un insumo sino también para mejorar distintas situaciones de salud pública. Humana y veterinaria”.

4. De papas, ratones y peces transgénicos

El único laboratorio argentino que diseña tanto ratones como peces transgénicos para investigación está en la esquina de Vuelta de Obligado y Monroe, en un edificio donde funcionan el Instituto de Biología y Medicina Experimental (IBYME) y el Instituto de Investigaciones en Ingeniería Genética y Biología Molecular (INGEBI).

Marcelo Rubinstein dirige el Instituto de Investigaciones en Ingeniería Genética y Biología Molecular.Marcelo Rubinstein dirige el Instituto de Investigaciones en Ingeniería Genética y Biología Molecular.

Marcelo Rubinstein (investigador del Conicet y profesor de la UBA) no solo dirige el segundo de estos institutos sino también el laboratorio que modifica genéticamente esos animales, luego aprovechados por científicos de todo el mundo, ya que la tecnología que produce es líder internacional.

En estos días, Rubinstein está angustiado. Le fue complejo puntualizar una sola investigación amenazada por la crisis del sector. Subrayó varias veces que ni el edificio en el que trabaja ni los institutos que ahí funcionan cuentan con los recursos mínimos para funcionar: “Hay que destacar que en este edificio histórico de Belgrano realizaron sus investigaciones los doctores Bernardo Houssay y Federico Leloir, dos premios Nobel que hicieron algunos de los descubrimientos más rutilantes del país”.

Destacó que “no están llegando desde la Agencia, fondos para el financiamiento de proyectos científicos. Están prácticamente paralizados”.

Aunque “el diseño y producción de ratones y peces genéticamente modificados se utiliza para investigaciones biomédicas (en enfermedades neurodegenerativas, obesidad, hipoacusia o cáncer, entre otros)”, lo más básico, como tener problemas para pagar la luz o que se le haya cortado el contrato al único técnico en redes digitales que tenía el INGEBI está imponiendo obstáculos en el día a día.

“Para que las investigaciones funcionen de manera competitiva y eficiente, es necesario que se mantengan los presupuestos históricos que permiten pagar servicios, comprar reactivos, alimentar a los animales y comprar kits de diagnóstico, por mencionar los básicos”, explicó.

Y no todo implica animales: “Después del gran desarrollo de la investigadora Raquel Chan con el trigo resistente a la sequía, el segundo gran desarrollo de biotecnología vegetal que está en fase comercial son las papas resistentes a virus desarrolladas en nuestro instituto por el laboratorio de Fernando Bravo Almonacid. Fue una colaboración con una empresa privada y es impresionante porque las semillas se están por exportar a Brasil y demostraron un rendimiento comercial”.

Aunque “esos proyectos deben seguir adelante porque se van sumando avances en la resistencia a otros patógenos, el déficit presupuestario genera problemas para cubrir lo más básico: desde pagar la luz hasta realizar las reparaciones cotidianas elementales. Las consecuencias del desfinanciamiento son muy graves”.

5. Monitoreo de glaciares, hielo y nieve

Hay quienes como Lucas Ruiz hacen investigación científica en montañas y glaciares. Buscan entender la dinámica y los cambios en la formación de nieve y hielo, datos que recaban para trabajos vinculados a un par de temas gigantes: el cambio climático y las consecuentes modificaciones en las costas por el alza del nivel del mar, un tema que tiene a la comunidad científica internacional en alerta.

Lucas Ruiz, doctor en Ciencias Geológicas, estudia la dinámica y los cambios en la formación de nieve y hielo.Lucas Ruiz, doctor en Ciencias Geológicas, estudia la dinámica y los cambios en la formación de nieve y hielo.

Doctor en Ciencias Geológicas e investigador del Conicet en el Instituto Argentino de Nivología Glaciología y Ciencias Ambientales, de Mendoza, a Ruiz también le costó cumplir la consigna de Clarín. Los problemas, al ser dificultades para concretar los monitoreos que suelen hacer, superan la idea de “un proyecto”.

Su trabajo busca comprender la dinámica de las reservas de agua, desde un enfoque complementario al de Soler-Illia: “En Patagonia, el tema de la sequía no es tan importante como en Cuyo, pero si hay más deshielo por retroceso de los glaciares, aumenta el caudal de los ríos y se generan otros problemas. Son zonas con mucho turismo y las montañas y laderas dejan de ser seguras”.

Ahora bien, “desde diciembre, no hay presupuesto para monitorear los glaciares, algo que se hace en el marco de la Ley de Glaciares. Están interrumpidas series de mediciones cruciales para conocer el estado de esas masas de hielo. En este caso, no nos llegan los fondos del ex Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible”.

En síntesis, resumió: “No podemos ir a los glaciares porque no hay plata para combustible y viáticos”.

Aunque Ruiz se quejó también de otros déficits nada menores (no tienen quien limpie los laboratorios ni personal de soporte de redes y computadoras), compartió otro importante monitoreo con el que no están pudiendo cumplir: “Desde diciembre está frenado el convenio entre ENARSA y el Conicet en el que participábamos como parte del Plan de Gestión Ambiental de las Represas. Hay un montón de monitoreos frenados. Entre ellos, el del Glaciar Perito Moreno”.

Otros proyectos frenados por falta de fondos

Sylvia Fischer, investigadora especializada en mosquitos, del Instituto de Ecología, Genética y Evolución de Buenos Aires (IEGEBA-Exactas-UBA-Conicet), contó: “Nuestro grupo de investigación mantuvo por dos años un convenio con (la Autoridad de Cuenca Matanza Riachuelo) ACUMAR, para hacer actividades de capacitación en mosquitos, tanto en escuelas como en distintos ámbitos de la gestión, además de evaluar factores ambientales asociados a altas abundancias de mosquitos y elaborar estrategias de prevención y diagnósticos ambientales asociados a la salud”.

Para ir al grano, explicó que “nunca se pagó la segunda etapa del proyecto. Quedó desfinanciado, no se hicieron las actividades y las personas contratadas -que habían sido capacitadas especialmente- tuvieron que ser desvinculadas”.

Fischer tampoco está recibiendo partidas de los PICT, “financiados con préstamos del BID, cuyo otorgamiento se da tras un proceso de evaluación muy estricto”. Aunque es usual que los investigadores adelanten dinero de su bolsillo para gastos corrientes, Fischer contó que, por esas partidas demoradas, “a partir de enero, no hubo más reintegros”.

Asegura que lleva adelantados de su bolsillo un millón de pesos con los que compró “un freezer, insumos menores del proyecto y el viaje de campaña de una becaria para recolectar muestras”.

Diego Golombek es famoso por estudiar la calidad del sueño de los argentinos. Es doctor en Ciencias Biológicas e investigador del Conicet, especialista en cronobiología y salud humana. Calificó de “desesperante” la situación de incertidumbre, en especial para los becarios: “Pensaban que arrancarían a cobrar en marzo-abril, pero se acaban de enterar de que hasta agosto no van a ver un peso“.

“Se nos adjudicó un programa del Ministerio de Salud (‘Salud investiga’), en el cual empezamos a trabajar en noviembre. Hay cinco becarios que deberían recibir un monto mínimo. Es más un incentivo que otra cosa. Estamos trabajando en el proyecto. Se nos iba a pagar una primera cuota en marzo, pero no se pagó y no sabemos qué va a pasar (N. de la R.: se abonó cerrada esta nota, a fines de abril). Mucho menos, si se va a actualizar el monto por inflación”, describió.

Diego Rayes, doctor en Bioquímica del Instituto de Investigaciones Bioquímicas de Bahía Blanca-Conicet, completó esta radiografía de la ciencia argentina. Contó que su trabajo diario está completamente desfinanciado por los subsidios devaluados, lo que impacta en sus dos líneas de investigación.

Una es “la identificación de mecanismos moleculares y circuitos neuronales que median la coordinación nerviosa de la respuesta a estresantes”. La otra persigue “el establecimiento de modelos para estudiar, de manera sencilla, bases moleculares de enfermedades neurodegenerativas y del neurodesarrollo. Y, así, evaluar posibles estrategias terapéuticas”.

PS

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Ciencia

Resolvieron el misterio de la mayor explosión de todos los tiempos en el espacio

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  • Fue una explosión de rayos gamma que produjo un brillo nunca antes visto.

En octubre de 2022, un equipo internacional de investigadores observó el estallido de rayos gamma (GRB) más brillante jamás registrado, GRB 221009A.

Ahora, un equipo liderado por la Universidad de Northwestern ha confirmado con el telescopio espacial James Webb (JWST) que el fenómeno responsable del histórico estallido, denominado BOAT (brightest of all time) es el colapso y posterior explosión de una estrella masiva.

Fue una explosión de rayos gamma que produjo un brillo nunca antes visto (EFE - ESO).Fue una explosión de rayos gamma que produjo un brillo nunca antes visto (EFE – ESO).

Si bien este descubrimiento resuelve un misterio, otro misterio se profundiza. Los investigadores especularon que dentro de la supernova recién descubierta podría haber evidencia de elementos pesados, como platino y oro. La extensa búsqueda, sin embargo, no encontró la firma que acompaña a dichos elementos. El origen de los elementos pesados en el universo sigue siendo una de las mayores cuestiones abiertas de la astronomía. La investigación se publica en la revista Nature Astronomy.

“Cuando confirmamos que el GRB fue generado por el colapso de una estrella masiva, eso nos dio la oportunidad de probar una hipótesis sobre cómo se forman algunos de los elementos más pesados del universo”, dijo Peter Blanchard de Northwestern, quien dirigió el estudio.

“No vimos firmas de estos elementos pesados, lo que sugiere que los GRB extremadamente energéticos como el BOAT no producen estos elementos. Eso no significa que todos los GRB no los produzcan, pero es una pieza de información clave a medida que continuamos entendiendo de dónde provienen estos elementos pesados. Las observaciones futuras con Webb determinarán si los primos ‘normales’ del BOAT producen estos elementos”.

El 9 de octubre de 2022 se iluminó el universo

Cuando su luz cubrió la Tierra el 9 de octubre de 2022, BOAT era tan brillante que saturó la mayoría de los detectores de rayos gamma del mundo. La potente explosión se produjo a unos 2.400 millones de años luz de la Tierra, en dirección a la constelación de Sagitario, y duró unos cientos de segundos. Mientras los astrónomos se apresuraban a observar el origen de este fenómeno increíblemente brillante, inmediatamente se sintieron asombrados.

“El evento produjo algunos de los fotones de mayor energía jamás registrados por satélites diseñados para detectar rayos gamma”, dijo Blanchard. “Este fue un evento que la Tierra ve sólo una vez cada 10.000 años. Tenemos la suerte de vivir en una época en la que poseemos la tecnología para detectar estas explosiones que ocurren en todo el universo. Es muy emocionante observar un fenómeno astronómico tan raro como el BOAT y trabajar para comprender la física detrás de este evento excepcional”.

Un estallido de rayos gamma similar al Big Bang (Reuters - NASA).Un estallido de rayos gamma similar al Big Bang (Reuters – NASA).

“El GRB era tan brillante que oscureció cualquier firma potencial de supernova en las primeras semanas y meses después de la explosión”, dijo Blanchard. “En esos momentos, el llamado resplandor del GRB era como los faros de un automóvil que se acercan directamente a ti, impidiendo que veas el automóvil en sí. Por lo tanto, tuvimos que esperar a que se desvaneciera significativamente para darnos la oportunidad de ver la supernova”.

Europa Press

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