Salud
Covid: el imprinting inmunológico y por qué en EE.UU. y Europa dan una vacuna distinta que en la Argentina
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En el hemisferio norte ya se dejaron de usar las bivalentes que se aplican acá.
Era un chequeo de rutina. El médico le dijo al hombre que mejor espere y se vacune contra el Covid en Europa, su destino de vacaciones, porque “la que dan ellos es mejor”. En efecto, los principales laboratorios están lanzando dosis nuevas contra el coronavirus, no bivalentes sino ahora monovalentes, las monovalentes XBB. ¿La razón del volantazo? Un desafío científico llamado imprinting inmunológico.
Hay que destacar que todos los consultados para esta nota rechazaron la sugerencia del médico citado arriba. Jorge Geffner, reconocido inmunólogo e investigador Superior del Conicet en el Instituto de Investigaciones Biomédicas en Retrovirus y Sida (INBIRS), señaló que, “considerando que los aviones son un foco posible de contagio, el consejo es que si a la persona le toca un refuerzo, vacunarse antes de viajar, sea la bivalente o la vacuna contra el Covid que esté disponible”.
Lo mismo subrayaron las referentes médicas de los dos principales laboratorios de vacunas contra el SARS-CoV-2. Julia Spinardi, líder de Asuntos Médicos y Científicos de la Unidad de Covid de Mercados Emergentes de Pfizer enfatizó que, “para tener protección contra la enfermedad grave, nunca conviene esperar”. Y según Paula Pertzov, gerente médica de Raffo, el laboratorio licenciatario de Moderna en la Argentina, “esperar es no estar vacunado”.
El mundo le corre de atrás a los caprichosos cambios del virus pandémico. El círculo es vicioso: colgarse con los refuerzos repercute en más hospitalizaciones. Las hospitalizaciones, en mayores chances de que el virus mute y se generen cambios genómicos que escapen la respuesta inmunológica que generan las vacunas, dado que los pacientes internados con Covid severo son como grandes reservorios o usinas de multiplicación viral.
Si bien la recomendación es respetar el esquema de vacunación recomendado, es cierto que las nuevas herramientas inmunológicas que van surgiendo en el hemisferio norte llegan a estas pampas con un delay de unos meses.
Así, aun cuando las bivalentes protejan contra la enfermedad grave y aun cuando en esta olita de contagios muchos sientan estar “a la vanguardia” por recibir esas dosis potenciadas, desde el punto de vista de la evolución científico-tecnológica, la bivalente, en realidad, ya fue.
Una nueva vacuna monovalente contra el Covid
En comparación a los tiempos del hemisferio norte, las dosis adaptadas a los cambios del virus SARS-CoV-2 llegan más tarde a la Argentina por dos razones. La primera es que, “al ser estadounidense, es necesario que la vacuna esté aprobada en el mercado local, antes de solicitar la autorización a otras agencias regulatorias”, explicó, desde Pfizer, Spinardi.

La otra razón es que, en la práctica, las agencias regulatorias de medicamentos de Estados Unidos y Europa (FDA y EMA, respectivamente) funcionan como “faros” de sus pares mundiales. En el caso de Argentina, de la ANMAT.
Dicho de otro modo, un medicamento que venga con la luz verde de esos organismos (cuya reputación es, en varios sentidos -aunque no todos-, “incuestionable”), si bien pasará por el exigente tamiz local, tendrá de entrada varios porotos a favor. Vale recordar que, en lo simbólico, la falta de esos porotos fue parte del cuestionamiento que se le hizo a la vacuna rusa Sputnik V.
Pertzov, referente médica de Moderna, explicó que modificar la vacuna para adaptarla al virus circulante de turno lleva unos 90 días: “Como con la gripe, la FDA mira las nuevas cepas circulantes y le pide a los laboratorios que actualicen las vacunas. Desde ya, siempre estaremos detrás del virus, que muta permanentemente”.
Spinardi coincidió y explicó que, en este caso, “el proceso de adaptación a la variante de Covid XBB fue indicado por la Organización Mundial de la Salud y por la FDA y la EMA. Una vez que se determina a qué variante direccionar, la plataforma ARN mensajero permite modificar la vacuna muy rápido, en unos 100 días. Luego de ese lapso, estará completamente lista desde el punto de vista de la producción”.
Ambas, la monovalente XBB de Pfizer y la de Moderna, están siendo hoy revisadas por la ANMAT, un organismo respetado en el mundo pero que, se sabe, se toma sus tiempos. Sin embargo, las referentes estimaron que, si todo va viento en popa (la ANMAT aprueba y las autoridades de Salud de Argentina la recomiendan), la monovalente XBB debería estar disponible para la gente a más tardar en el invierno. Incluso, antes.
¿Es razón para no vacunarse ahora y esperarla? Definitivamente, no. Para entenderlo, conviene explicar por qué los laboratorios están volviendo a las vacunas monovalentes.
Vacunas Covid: de la bivalente a la monovalente XBB
Las bivalentes se habían propuesto como superadoras de la primera generación de vacunas, dado que estaban dirigidas contra dos blancos, y no solo uno.
Los targets que entonces se plantearon fueron, 1) que combata la que todos llaman “variante original”, o informalmente, “Wuhan”, y 2) que también haga foco en la versión genómica del Covid que mundialmente se apostó como “la” variante que le garantizó al virus gran contagiosidad y menor virulencia. No hay que olvidar que para seguir multiplicándose, el SARS-CoV-2 nos precisa vivos…
Hablamos de Ómicron, con sus mil y una facetas (hijas y nietas de esa variante) llenas de números y letras imposibles de recordar. Desde XBB hasta JN.1, por mencionar solo un par.

Sin embargo, ahora los laboratorios decidieron diseñar una propuesta que, aseguran otra vez, es superadora: vacunas monovalentes (como las que usamos hasta antes de las bivalentes), pero con la novedad de que no apuntan contra Wuhan sino solo contra Ómicron.
La explicación de este viraje está en el concepto mencionado al comienzo de estas líneas: el llamado imprinting inmunológico.
Covid, vacunas e imprinting inmunológico
En inglés, “imprint” quiere decir “imprimir”, pero también “dejar una huella”. “Imprinting”, a su vez, significa “impronta”, de modo que por imprinting inmunológico se entiende la persistencia de una huella impresa que direcciona la inmunidad en determinado sentido.
Así lo explicó Geffner: “De uno u otro modo, sea por infección como por vacunas, casi todo el mundo tomó contacto con la variante original de Wuhan. ¿Qué genera el fenómeno del imprinting inmunológico? Que, aun cuando te vacunes con una dosis montada sobre una derivada de Ómicron, sigas ‘recordando’ la variante original. Es que, aun cuando la variante sea otra, compartirá motivos con Wuhan porque ambas son, en definitiva, SARS-CoV-2”.

“Nosotros decimos que comparten epítopes, en realidad”, explicó Geffner, en alusión al tecnicismo por el que determinadas porciones de una molécula logran ser reconocidas por la memoria inmunológica.
El problema que genera el imprinting es que si el sistema inmune reconoce de manera dominante a Wuhan, la protección con los refuerzos de vacunas se reforzará en esa dirección, aun cuando la vacuna contenga un segundo blanco (en el caso de las bivalentes, Ómicron).
¿Entonces? Los laboratorios apostaron a quitar la referencia de la variante original de las nuevas dosis para mejorar el sesgo del imprinting inmunológico. Geffner cree que es un buen plan, pero remarcó que, a la fecha, no hay estudios publicados que demuestren una efectividad superior de estas vacunas (en comparación a las anteriores), a la hora de evitar hospitalizaciones.
“Todo el mundo trata de torcer el imprinting inmunológico. Y no solo en Covid. Este es un gran problema también en influenza. Por eso las vacunas contra la gripe tienen una efectividad que no supera el 40% o 45%”, explicó.
Desde los laboratorios señalan que las nuevas monovalentes despiertan un mayor título de anticuerpos, pero Geffner aclaró que “no hay absolutamente ningún estudio publicado que demuestre que las nuevas monovalentes sean superiores para evitar la infección severa”. Porque, “incluso cuando se vean distintos niveles de anticuerpos neutralizantes, eso no implica una mayor inmunogenicidad, además de que son diferencias muy sutiles”.
“Siempre pensamos en los anticuerpos como el dato concluyente, pero la protección para la infección severa no está medida tanto por anticuerpos como por la respuesta de linfocitos T”, explicó el científico, y cerró: “En este sentido, los niveles de efectividad entre unas y otras vacunas no son tan distintos. La indicación sigue siendo vacunarse según el esquema recomendado con las dosis que estén disponibles donde uno esté”.
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Salud
Un cardiólogo que estudia a los “superancianos” identifica el único hábito que garantiza vivir muchos años y con buena salud: “Es lo único que reduce nuestro reloj biológico”
Publicado
5 días atráson
4 junio, 2025Por
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Tras analizar los factores que comparten los “superancianos”, el reconocido cardiólogo Eric Topol concluye que la longevidad depende, sobre todo, de una costumbre cotidiana
El doctor Eric Topol, cardiólogo y genetista estadounidense, lleva décadas investigando los secretos de la longevidad. Su reciente libro, Super Agers: An Evidence-based Approach to Longevity (Superancianos: una aproximación a la longevidad basada en pruebas), recopila los resultados de años de análisis sobre personas que superan los 80 años manteniendo la salud y la vitalidad. La publicación aún no ha salido en español, pero ya ha generado debate en foros especializados y en medios de comunicación de todo el mundo.
Pocas son las personas que consiguen cruzar la barrera de los 90 manteniéndose activos y en buena forma. Lejos de secretos inalcanzables o fórmulas mágicas, Topol defiende que la clave se encuentra “más cerca de lo que creemos” y apuesta por rutinas sencillas. En su recorrido profesional – es reconocido como uno de los diez principales expertos mundiales en longevidad -, el médico afirma que pequeños cambios diarios pueden prevenir enfermedades que encabezan la mortalidad global: cáncer, cardiopatías y trastornos neurodegenerativos.

El deporte es “lo único que sabemos que reduce nuestro reloj biológico”
“Sabemos que estas enfermedades tardan al menos 20 años en desarrollarse, así que estamos en condiciones de prevenirlas, sobre todo en personas con mayor riesgo”, afirma. “Tenemos una oportunidad de evitar esas patologías que surgen con la edad”. Para el especialista, modificar ciertos hábitos no supone un esfuerzo desmedido: “No se trata de pastillas ni de trucos mágicos. Podemos trabajar con lo que ya está en nuestras manos”.
El ejercicio – según Topol – destaca por encima del resto de recomendaciones. Basta con observar cómo se estructura la rutina diaria y plantear cambios sencillos en movimiento, dieta y ocio para encarrilar la salud a largo plazo. El cardiólogo recomienda especialmente aquellas actividades dirigidas a trabajar la musculatura en resistencia y los ejercicios de fuerza de prensión (la capacidad que tiene una persona para apretar o suspender objetos en el aire con las manos), dos prácticas que han mostrado una eficacia notable frente al deterioro físico vinculado al paso de los años.
“Resulta que el ejercicio es lo único que sabemos que reduce nuestro reloj biológico. El espacio entre tu verdadera edad y la edad biológica puede ampliarse”, destaca Topol. La recomendación estándar es realizar 30 minutos de ejercicio, cinco días a la semana, aunque el propio cardiólogo reconoce que incluso con dos sesiones semanales ya se obtienen beneficios. “No es sobre volverte más fuerte, es también sobre mejorar tu equilibrio”, insiste. “Nada de lo que podamos hablar supera al ejercicio si hablamos de reducir nuestro proceso de envejecimiento. No lo sabríamos si no hubiese toda esa ciencia detrás”.
Topol subraya que el ejercicio se ha revelado como el hábito más eficaz para mejorar la salud y prolongar la vida. Para quienes buscan una clave en la longevidad de los llamados “superancianos”, el mensaje queda claro: moverse no solo alarga los años, sino que también los llena de salud y vitalidad.
Salud
Qué es el síndrome del “hombro congelado”, la dolencia que afecta principalmente a las mujeres mayores de 40
Publicado
6 días atráson
3 junio, 2025Por
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Durante la mediana edad, esta condición asociada a cambios hormonales interfiere con rutinas básicas y deteriora el bienestar general, advierten desde National Geographic. Cuáles son los síntomas y por qué es esencial el diagnóstico oportuno
Alcanzar el estante de la cocina, atarse el pelo o solo levantar los brazos pueden ser acciones que, aunque simples, se vuelven un desafío inesperado para muchas mujeres en la mediana edad, especialmente después de los 40 años.
Actualmente, esta condición ganó relevancia debido a su impacto prolongado y a la necesidad de repensar su diagnóstico y tratamiento desde una perspectiva informada y equitativa. Es que el dolor persistente y la rigidez en el hombro afectan de manera desproporcionada a mujeres de mediana edad, con una alta prevalencia e impacto en la calidad de vida.

El hombro congelado se caracteriza por una restricción progresiva y dolorosa del movimiento en la articulación, tanto en acciones activas como pasivas.
- Congelación: dolor y rigidez aumentan de forma progresiva.
- Congelada: disminuye el dolor, pero persiste la rigidez, lo que dificulta las actividades cotidianas.
- Descongelación: el rango de movimiento mejora de manera gradual.
Este proceso puede extenderse entre uno y tres años. En algunos casos, la recuperación total no se alcanza.
Vale destacar que, en la fase inicial, el dolor suele ser intenso por la noche y la movilidad del hombro se reduce. En la etapa intermedia, la rigidez se acentúa y puede producirse atrofia muscular. Finalmente, durante la recuperación, disminuye el dolor y mejora la movilidad, aunque no siempre se restablece por completo.
Desde Mayo Clinic advierten que, aunque en la mayoría de los casos se resuelven con el tiempo, la afección puede resultar incapacitante durante su evolución.
Cuáles son los factores de riesgo

Diversos reportes indican que entre el 2% y el 5% de la población desarrolla capsulitis adhesiva. Su frecuencia aumenta significativamente en mujeres de entre 40 y 60 años, especialmente en la transición menopáusica, profundiza National Geographic.
El mismo medio señala que cerca del 75% de los casos se presentan en mujeres, y más del 70% de quienes atraviesan la menopausia padecen síntomas musculoesqueléticos. Es más, una de cada cuatro desarrolla alguna forma de discapacidad funcional.
Aunque sus causas exactas no están completamente establecidas, se estima que el hombro congelado se origina por un proceso inflamatorio que provoca el engrosamiento y la contracción de la cápsula articular. Sobre este punto, el estudio de Climacteric vincula este mecanismo con la disminución de estrógenos durante la menopausia, lo que contribuye a la aparición de síntomas musculoesqueléticos como el dolor articular y la rigidez.
En cuanto a los factores de riesgo, Mayo Clinic identifica a los antecedentes de diabetes, trastornos tiroideos, enfermedades neurológicas o cardiovasculares, así como la inmovilización prolongada del hombro.
Vale destacar que la afección presenta mayor prevalencia entre personas de origen asiático, donde se la conoce como “hombro de los cincuenta años”, según relata National Geographic.

Por otro lado, un estudio publicado en Climacteric propuso el término “síndrome musculoesquelético de la menopausia” para describir síntomas asociados al descenso de estrógenos, como capsulitis adhesiva, artralgia y pérdida de masa muscular.
Al tiempo que una investigación publicada en Journal of Clinical Medicine documentó la alta frecuencia de dolor de hombro en mujeres menopáusicas y las barreras diagnósticas que enfrentan.
Contexto histórico y falta de investigación
Durante décadas, el hombro congelado fue una enfermedad poco comprendida y subestimada por la comunidad médica. National Geographic destaca que hasta hace poco existían escasos estudios sobre sus causas y tratamientos, en parte por un sesgo de género en la investigación.
La cirujana ortopédica Jocelyn Wittstein, citada por el medio, afirmó que “el solo hecho de ser mujer es un factor de riesgo para el hombro congelado” y señaló que la mayoría de los cirujanos ortopédicos no experimentan la menopausia, lo que contribuye a la falta de urgencia en el abordaje de esta afección.

En 2024, Wittstein y su equipo introdujeron el concepto de síndrome musculoesquelético de la menopausia, para describir síntomas como dolor articular, pérdida de masa muscular, disminución de densidad ósea y progresión de la osteoartritis. La revista Climacteric, en ese tono, subrayó la relevancia de esta terminología para aumentar la conciencia médica y social sobre los efectos musculoesqueléticos del climaterio.
Diagnóstico: criterios y relevancia de la detección temprana
Durante años, el hombro congelado fue poco atendido en la práctica clínica. National Geographic vincula esta omisión con un sesgo de género. En ese marco, Jocelyn Wittstein insistió en que el factor de riesgo de ser mujer fue históricamente desestimado y atribuyó esa omisión al desconocimiento clínico de la experiencia menopáusica.
Estas afirmaciones sobre el síndrome musculoesquelético en la menopausia adquirieron respaldo desde la revista Climacteric, ya que se documentó la frecuencia y el impacto de estos síntomas en mujeres en transición hormonal.
El estudio en Journal of Clinical Medicine reforzó esta perspectiva al mostrar la elevada prevalencia de dolor de hombro y la falta de estrategias diagnósticas eficaces, lo que prolonga el sufrimiento y retrasa el tratamiento adecuado.

Lo cierto es que el diagnóstico del hombro congelado es clínico. Se basa en la historia de dolor y rigidez progresiva, y en la limitación del rango de movimiento activo y pasivo. La Cleveland Clinic explica que el examen físico incluye la evaluación comparativa con el otro hombro.
Las radiografías permiten descartar patologías como artritis o lesiones óseas, y técnicas como la resonancia magnética o la ecografía ayudan a confirmar el diagnóstico.
Su identificación oportuna es clave. Intervenir en las primeras fases mejora el pronóstico y acorta la duración de los síntomas. Sobre este punto, y a modo de ejemplo, el estudio publicado en Journal of Ultrasound demostró que la hidrodilatación guiada por ecografía, combinada con fisioterapia, resulta más eficaz si se aplica antes de alcanzar la rigidez completa.
Tratamientos actuales y evidencia disponible
El tratamiento del hombro congelado evolucionó, aunque aún no hay un protocolo unificado. Las estrategias incluyen fisioterapia, analgésicos, antiinflamatorios no esteroideos, corticoides (orales o inyectables), hidrodilatación y, en casos refractarios (resistes a los tratamientos tradicionales), cirugía.
La fisioterapia es el pilar del abordaje conservador. Mayo Clinic y Cleveland Clinic coinciden en que los ejercicios de amplitud de movimiento, acompañados de un compromiso sostenido con la rehabilitación, son fundamentales para la recuperación.
Las infiltraciones con corticoides alivian los síntomas en las etapas iniciales, aunque su efecto es transitorio. La hidrodilatación —inyección intraarticular de solución salina y corticoides guiada por ecografía— mostró buenos resultados, especialmente al combinarse con fisioterapia personalizada.

El trabajo publicado en Climacteric cita estudios clínicos que muestran que estos tratamientos logran buenos resultados si se inician a tiempo, reduciendo la necesidad de intervenciones más invasivas.
Respecto a la terapia hormonal, National Geographic y la revista Climacteric señalaron que la terapia de reemplazo hormonal (TRH) podría prevenir o aliviar los síntomas musculoesqueléticos, incluido el hombro congelado.
La Dra. Kathleen Jordan, directora médica de Midi Health, afirmó a National Geographic que la TRH es una de las intervenciones más eficaces para el dolor articular vinculado al hipoestrogenismo, aunque debe evaluarse caso por caso.
Las opciones quirúrgicas quedan reservadas, entonces, a cuadros en los que el tratamiento conservador falla. El estudio de Journal of Clinical Medicine advirtió que muchas mujeres menopáusicas no acceden de forma temprana a tratamientos adecuados debido a la subestimación de su dolor, lo que retrasa intervenciones efectivas.

El reconocimiento del hombro congelado como parte del síndrome musculoesquelético amplió la investigación clínica y mejoró el enfoque terapéutico. National Geographic destacó, en ese sentido, que una nueva generación de especialistas en salud femenina favoreció el acceso a tratamientos basados en evidencia.
En paralelo, Climacteric resaltó el rol de intervenciones complementarias como el ejercicio de resistencia y la suplementación con vitamina D, magnesio y vitamina K2 para preservar la masa ósea y muscular en mujeres posmenopáusicas. La hidrodilatación guiada y la fisioterapia personalizada continúan como intervenciones de primera línea, sobre todo si se aplican en fases tempranas.
Salud
Andar en bicicleta o caminar, ¿qué es mejor para la salud cardiovascular?
Publicado
6 días atráson
3 junio, 2025Por
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Ambas prácticas tienen múltiples beneficios para el organismo. En el Día Mundial de la Bicicleta, un repaso por sus efectos en la prevención de enfermedades cardíacas, control metabólico y fortalecimiento muscular
Cada 3 de junio se conmemora el Día Mundial de la Bicicleta, una iniciativa de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) que busca fomentar su uso por sus múltiples beneficios sociales, ambientales y de salud.
En 2025, la Organización Mundial de la Salud (OMS) publicó un análisis al respecto de su director general, Tedros Adhanom Ghebreyesus, quien apuntó: “Caminar y andar en bicicleta mejora la salud y hace que las ciudades sean más sostenibles. Cada paso que damos y cada paseo ayudan a reducir la congestión, la contaminación atmosférica y las enfermedades. No obstante, debemos hacer que los desplazamientos a pie y en bicicleta sean seguros, para que más personas opten por estas opciones más saludables y ecológicas”.

Caminar o andar en bici: sus beneficios para la salud cardiovascular
Tras analizar a 82.297 personas durante 18 años, el trabajo concluyó que “en comparación con los desplazamientos no activos, el uso de la bicicleta se asoció con un menor riesgo de mortalidad por todas las causas, un riesgo un 24% menor de hospitalización por enfermedades cardiovasculares, prescripción de medicación cardiovascular y prescripción por problemas de salud mental”. En cuanto a la caminata, el mismo estudio señaló que las personas “que caminaban al trabajo tenían un riesgo 10% menor de hospitalización por enfermedad cardiovascular y de recibir medicación para tratarla”.
Sin embargo, el trabajo también advirtió sobre un riesgo mayor de lesiones entre ciclistas: “Quienes se desplazaban en bicicleta tenían casi el doble de riesgo de hospitalización por colisiones de tráfico en comparación con los no activos, aunque este fue un evento relativamente infrecuente (83 hospitalizaciones en 18 años)”. Estos eventos reflejan la necesidad de infraestructuras seguras para garantizar los beneficios del ciclismo sin aumentar riesgos viales.

En 2022, la OMS publicó un informe en el que apuntó: “Andar en bicicleta y caminar puede ayudar a combatir el sobrepeso y reducir la inactividad física. Los desplazamientos activos se asocian con una disminución de aproximadamente el 10% del riesgo de enfermedad cardiovascular y una disminución del 30% del riesgo de diabetes tipo 2″.
Fortalecimiento muscular, según la intensidad que se busca
Tanto caminar como andar en bicicleta activan los músculos de las piernas. Según una revisión de Public Health England, “el ciclismo se asocia con mejoras en la composición corporal” y permite reducir el porcentaje de grasa corporal cuando se lo realiza con frecuencia.
El mismo informe destacó que andar en bicicleta “beneficia la capacidad cardiorrespiratoria en adultos”, lo que implica también un refuerzo de la musculatura involucrada en la resistencia aeróbica. Por su parte, caminar actúa sobre músculos estabilizadores, fortalece los tobillos y las caderas, y mejora el equilibrio, especialmente en personas mayores o con movilidad reducida. Además, se asocia con mejoras en la salud musculoesquelética de mujeres posmenopáusicas y personas con dolor lumbar crónico, según precisó el análisis.
Si bien el ciclismo podría promover un fortalecimiento más marcado debido a la carga mecánica del pedaleo, caminar también ofrece beneficios relevantes, particularmente en términos de mantenimiento de la masa muscular con bajo impacto en las articulaciones, de acuerdo a los expertos.
Bajar de peso: ambas son buenas alternativas
Ambas actividades son aliadas eficaces en estrategias de control del peso. La OMS ha indicado que caminar “durante 30 minutos o andar en bicicleta durante 20 minutos la mayoría de los días reduce el riesgo de mortalidad en al menos un 10%”.

En el informe de Public Health England detallaron que caminar con regularidad genera descensos en el índice de masa corporal, el perímetro de cintura y el peso, particularmente en personas inactivas o con sobrepeso. El ciclismo, por su parte, está significativamente asociado con una menor grasa corporal en estudios de cohorte y ensayos clínicos, lo que lo posiciona como una herramienta útil para reducir el exceso de peso.


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