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Sociedad

Es tatuador, se quedó en la calle con sus hijos y hoy devuelve la ayuda recibida: la historia del “vikingo solidario”

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Vive en la provincia de Neuquén y hace más de 11 años que colabora con 200 familias. Junto a su esposa, “la vickynga”, conforman una dupla poderosa, y formaron una familia que tiene como lema “La Patria es el otro”. Tiempo atrás vivieron adentro de un auto, y saben lo que es luchar todos los días por un plato de comida. En diálogo con Infobae, relata cómo comenzó todo y las campañas que organizan todos los meses

La pareja de “vikingos” lleva 24 años de amor, y juntos encaran proyectos solidarios (Fotos: Facebook “Vikingo Zombie Tattoo”)

Rolo Gadea tiene 49 años, pero asegura que el número no lo representa. Se siente de 18, con la misma pasión y perseverancia que en los albores de la juventud. Y además, lo demuestra con cada una de sus acciones. Es tatuador, tiene pelo largo, barba, y anda en moto, y en honor a ese combo le dicen “vikingo solidario”. Su compañera de vida se llama Vicky, y todos le dicen “la vickynga”, porque hace más de dos décadas lucha codo a codo por las mismas causas sociales que él. Son padres de tres hijos, y tiempo atrás pasaron momentos muy difíciles, cuando se quedaron en la calle y tuvieron que vivir adentro de un auto, hasta encontrar dónde una vivienda. “Nos ayudaron desconocidos, y como no nos olvidamos de eso, hoy nosotros somos los desconocidos que ayudamos a otros”, expresa en diálogo con Infobae. A través de distintas campañas, realiza colectas de alimentos no perecederos para colaborar con 200 familias en la provincia de Neuquén, y junto a su grupo fiel, los Motoqueros Solidarios, visitan los comedores todos los meses.

Nacido en Bariloche, se mudó a suelo neuquino cuando era muy chico, y se convirtió en su lugar en el mundo. “Como dice la leyenda, si tomás agua del Rio Limay, no te vas más, así que acá me quedé”, dice con humor. Rolo es un gran coleccionista de frases, y para cada momento tiene las palabras justas. También es un atento aprendiz de la vida, un ejecutor de la resiliencia, y muy memorioso, sobre todo de cada lección que aprendió cuando tocó fondo junto a su familia. Su historia de amor empezó hace 24 años, un 25 de diciembre, en plena Navidad. Ese día se hizo realidad uno de sus sueños: que la futura madre de sus hijos, lo mirara como algo más que un amigo.

"Me gusta desde siempre la estética vikinga, de ahí el apodo, de los gustos por lo que parece medio de terror también", cuenta Rolo Gadea“Me gusta desde siempre la estética vikinga, de ahí el apodo, de los gustos por lo que parece medio de terror también”, cuenta Rolo Gadea

Sus dedicatorias para cada uno de los aniversarios demuestran que aquella llama sigue encendida. “Siempre adora a tu compañera y mejor amiga, a quien recorre con vos este camino de la vida, y no pases un día sin decirle que la amás”, escribió hace poco en su cuenta de Facebook, “Vikingo Zombie Tattoo”. Tal como suelen decirle, por más heavy metal que resulte su apariencia, ni bien lo conocen y lo escuchan hablar, descubren que en realidad es un osito de peluche. “Sé que cuando nos ven a mí, o a mi hermano y a mi primo, que andamos con el pelo suelto, bien largo, camperas y chalecos, todos tatuados, piensan que tenemos ‘pinta de malos’, pero los verdaderamente malos muchas veces están vestidos de saco y corbata”, reflexiona, sobre los contrapuntos e ironías de la vida.

Mover las ruedas de la empatía

Hace 15 años se quedó sin dónde vivir, y su Fiat Duna se convirtió en el único refugio, junto a su pareja y dos de sus hijos chiquitos. “Ahí conocí la desesperación, porque fue bastante tiempo viviendo en covachas, trabajando de limpieza por hora, vender CD’s, al punto que en un momento me pregunté si así iba a ser toda mi vida, girando por lugares sin poder salir a flote”, se lamenta. Después de lucharla mucho, empezó a llegar la ayuda de personas que se acercaban para darles una mano, ya sea para acercarles comida o juguetes para sus hijos, como para preguntarles qué necesitaban.

Más adelante consiguió trabajo en una cadena de supermercados, y volver a tener un sueldo fue una maravillosa sensación que no va a olvidar nunca. “Nos devolvió la dignidad, y encima había una hora para almorzar, con la comida incluida, algo que para mí era increíble, tener el plato servido todos los días; y uno tiene que ser agradecido y devolver un poco de todo lo que nos brindaron en épocas muy oscuras”, sostiene. Está convencido de que haber pasado tanta necesidad forjó la fortaleza que caracteriza a su familia, y cualquier problema cotidiano que surge, lo ven con otra perspectiva.

En una de las entregas de donaciones, acompañado por el grupo de Motoqueros SolidariosEn una de las entregas de donaciones, acompañado por el grupo de Motoqueros Solidarios

Cuenta que es muy creyente del karma, y que para que se produzca el famosos “boomerang” de dar y recibir, hay que ir siempre en búsqueda de la bondad. “Hay mucha gente buena, que nos ayuda a ayudar, y por más que con un gesto uno no va a cambiar el mundo, sí le cambie el mundo entero a una persona, y hace falta mucho más de eso, en pequeñas acciones todos los días, desde lo que cada quien pueda”, sentencia. Con su grupo de motoqueros solidarios, tienen como lema: “Mover las ruedas de la empatía”, porque es el valor que más pregonan, y lo otro que consideran indispensable es la transparencia, que cada donación tenga trazabilidad, que se sepa a dónde y a quién llega.

Cada nuevo amanecer se entera de que alguien necesita algo, y se pone en marcha para tratar de solucionarlo. Es una tarea constante, sin francos ni fines de semana libres, pero para él no hay opción, siempre hay que intentar. “Hace poco una chica que está en tratamiento contra el cáncer se quedó sin sus medicamentos oncológicos, ya no se los cubren más, y un mes que nos los tiene significa que se muere, así que hicimos una campaña para comprárselos, y pusimos entre todos los 65.000 pesos que hacían falta, y el mes que viene hay que volver a tener ese dinero recaudado”, relata. Es uno de los tantos ejemplos de situaciones que se presentan, como un comedor que necesita una heladera, una cocina industrial, sillas de ruedas, y la lista siempre crece.

A medida que la gente le dona juguetes y mercadería, ellos las hacen llegar a los comedores, y publican todos los datos en sus redes socialesA medida que la gente le dona juguetes y mercadería, ellos las hacen llegar a los comedores, y publican todos los datos en sus redes sociales

“Nosotros podemos ayudar hasta cierto punto, no es mucho lo que podemos poner de nuestro bolsillo, pero nos las rebuscamos porque realmente toda ayuda sirve, y lo vemos en el agradecimiento de los chicos”, comenta. Muchas de las iniciativas sociales las combina con su profesión de tatuador, y más de una vez lanzó la convocatoria de “Tatuajes Solidarios”, que consiste en cobrar un precio mucho más económico a cada persona que se tatúe y done un alimento perecedero. A veces las jornadas empiezan a las tres de la tarde y terminan a las tres de la mañana, para acopiar la mayor cantidad posible de mercadería. “Suelo hacer nombres de 10 centímetros, y algo que saldría 20.000 pesos, lo cobramos 5000 en esos días”, ejemplifica. Dos de sus hijos ya aprendieron a tatuar y también se suman a las campañas.

"Mis hijos tienen incorporada la solidaridad desde muy chicos, y los mueve la empatía; nos ayudan un montón", destaca“Mis hijos tienen incorporada la solidaridad desde muy chicos, y los mueve la empatía; nos ayudan un montón”, destaca

“Ellos nos vieron predicar con el ejemplo, conocieron la diferencia entre lo que es decir que vas a hacer algo y realmente hacerlo, tener como norte que la Patria es el otro”, enfatiza. Desde que tenía 15 años que empezó con sus primeros tatuajes, con una máquina casera y tinta china para empezar a practicar con sus amigos. “Hacía un escorpión y parecía un cangrejo verde, era horrible, y después me pude profesionalizar y cuando llevaba cuatro años de tener mi local tuve cierto reconocimiento y decidí hacer algo con eso, usarlo como trampolín para la solidaridad”, explica.

Las motoqueros en acción

Primero se dedicaban a rescatar perros de la calle, conseguir alimento balanceado para ellos, y después lo contactaron de varios comedores para pedirle colaboración. En tiempos dorados llegó a gestionar ayudas para diez comedores, pero a medida que las adversidades económicas aumentaron, las donaciones fueron cada vez menos y hoy solo puede colaborar con tres instituciones. “Antes las carnicerías te donaban las alitas de pollo, ahora las venden, y lo mismo pasa con un montón de cosas, como la cantidad de leche que podemos conseguir a buen precio, y el rebusque para poner proteína en los guisos”, indica.

Define el tatuaje como su "forma de vida", y su gran pasión desde que tenía 15 añosDefine el tatuaje como su “forma de vida”, y su gran pasión desde que tenía 15 años

Una de las movidas que tuvieron más éxito fue la “Caminata zombie solidaria”, donde convocaron a vestirse de monstruos y traer un alimento para donar. “Nos prestaron un drone, la gente puso premios para sortear, y nos volvimos con dos camionetas repletas de donaciones”, cuenta con alegría. Y no destaca organizar otra de esas salidas urbanas, en la que los más chicos se divierten, y de paso, movilizan la solidaridad. Hubo quienes realizaron cortes de pelo gratuitos, y cada quien aportó algo para que el evento tuviese varios atractivos.

Cada tanto aparecen donaciones en cantidades más sustanciales, como cuando les acercaron cajones de cerezas y pelones, o cuando les trajeron muchos pan dulces en épocas festivas. “Siempre publicamos en nuestras redes la foto del día de la entrega, el contacto del comedor y la foto de cuando las reciben, porque nos parece importante que si alguien hace una obra de bien, sepa que llegó a donde correspondía, porque como en todo, sabemos que hay también mucho ruido y pocas nueces en estos temas, que a veces se usan de pantalla”, explica. “Ojalá la gente se de cuenta y sepa cómo somos, que digan: ‘Estos locos ayudan de verdad’”, agrega.

Vestido de Papá Noel para uno de los eventos: todos los años en épocas festivas hacen entregas solidariasVestido de Papá Noel para uno de los eventos: todos los años en épocas festivas hacen entregas solidarias

Una de las misiones más recientes se enfocó en el día de los Reyes Magos, para juntar un juguetes, una chocolatada y una torta frita por cada niño, para agasajarlos en la festividad. “Cuando nos ven llegar con las motos, los nenes flashean un montón, es alucinante como quedan maravillados, saben que les llevamos cosas; y si nosotros, barbudos tatuados en moto, lo estamos haciendo, lo puede hacer cualquier persona”, resalta. En la agrupación conviven no solo los motoqueros, sino todo tipo de voluntarios que colaboran en lo que pueden, además de los aportes económicos que realizan a la distancia seguidores de diferentes puntos de nuestro país.

Lo que más duele es que los nenes no tengan una tacita de leche y algo para comer”, sentencia, y lo dice con conocimiento de causa. Se le vienen a la mente los tiempos tortuosos en que eran sus hijos quienes no tenían asegurado el plato de comida todo los días, y la impotencia que se siente como padre. Aunque algunas veces ha recibido críticas, por su apariencia o por sus gustos, nada de eso lo mortifica. “El que te critica no está haciendo más de lo que estás haciendo vos, y nosotros estamos siempre dispuestos a recibir cualquier ayuda e ideas, por ejemplo, nos han escrito bandas para proponernos cobrar una entrada económica más un alimento, y brindar su show con fines solidarios, y siempre salen movidas gracias a esas iniciativas”, sostiene.

"Los chicos nos ven llegar con esta pinta y quedan fascinados, les llama mucho la atención, y lo más importante es ayudarlos porque son los inocentes en todo esto", sentencia (Fotos: Facebook “Vikingo Zombie Tattoo”)“Los chicos nos ven llegar con esta pinta y quedan fascinados, les llama mucho la atención, y lo más importante es ayudarlos porque son los inocentes en todo esto”, sentencia (Fotos: Facebook “Vikingo Zombie Tattoo”)

También reciben a todo aquel que quiera conocer los comedores, las donaciones que quieran hacer, y ofrecen como contacto sus redes sociales: en Instagram @vikingo_zombie_ y en Facebook “Vikingo Zombie Tattoo”Su sueño más grande es tener un merendero, a donde vayan los chicos para alimentarse, jugar al fútbol, y a aprender. “Me gustaría enseñarles a plantar sus propias verduras, usar el método de la hidroponía, hay un montón de ideas re copadas que se pueden hacer con muy poco, pero los recursos todavía no están; hay que dejar de lado el odio, que nos destruye, diferenciar la bondad de la maldad y empezar con menos oración y más acción”, concluye.

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¿La búsqueda de la felicidad es una trampa? La historia de una mujer que enloqueció a dos hombres

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En una visita a un hospital psiquiátrico, un médico notó que dos pacientes gritaban tristes por la memoria María. Ambos estaban enamorados, pero uno había sido su pareja y el otro no. El espejismo de vivir una buena vida cuando se alcanza un objetivo

El médico sanitarista estaba supervisando distintos establecimientos asistenciales. Un día le tocó el turno a un hospital psiquiátrico. Conversó un rato con el director y salieron juntos a recorrer la institución.

Pasaron por distintos lugares hasta que llegaron a un lugar en donde estaban los pacientes más enfermos. Cada uno se encontraba solo en un cuarto, el cual tenía las paredes acolchadas por si se querían golpear o autolesionar. Varios, adicionalmente, tenían un chaleco de fuerza, el cual restringía mucho los movimientos, especialmente los brazos, con el mismo fin de intentar protegerlos de sí mismos. Tanto el director como el supervisor observaban por la pequeña ventana que tenía cada habitación para poder ver a los pacientes.

-¡María! ¡María! ¡Maríaaaa!

Ambos médicos observaron al paciente por la ventanilla, y cuando siguieron caminando, el supervisor le preguntó al director:

-¿Qué le pasó a este paciente?

Se enamoró de María, pero lamentablemente fue un amor no correspondido. Y quedó totalmente trastornado, fuera de sí.

El supervisor escuchó y los dos siguieron visitando a otros pacientes.

Más adelante, nuevamente se fueron escuchando otros gritos. En la medida que se acercaron, pudieron entender qué decían:

-¡María! ¡María! ¡Maríaaaa!

Al llegar frente a la habitación acolchada, y ver al paciente con chaleco de fuerza, como todos los de ese sector, el supervisor miró al director, buscando un diagnóstico.

-¿Este también fue un amor no correspondido?, preguntó entre risas.

-No. Este hombre también se enamoró de María, solo que en este caso, ella se enamoró de él, así que fue un amor correspondido. Y así quedó…

Dos problemas tiene la vida: no conseguir lo que queremos y conseguir lo que queremos.

Nos pasamos la vida persiguiendo objetivos. Convencidos de que si los logramos, nuestra vida cambiará para siempre. De una vez por todas será buena, como nosotros nos merecemos.

Sin embargo, la realidad nos enseña que al igual que estos dos pacientes, esa mirada es una trampa. Pensar que la vida será buena cuando logremos tal o cual cosa es solo un espejismo.

Si no logramos nuestro objetivo, nos sentimos frustrados. Y si lo logramos, descubrimos que no ofrece la plenitud y felicidad que buscábamos.

¿Entonces? ¿Para qué seguir persiguiendo la línea del horizonte, que se mueve cada vez que nos acercamos?

En EE. UU. habían estudiado cuál era el sueldo que hacía más felices a las personas. Eran 4.200 dólares. O sea que solo servía para satisfacer las necesidades básicas de tener casa, comida, un seguro de salud, una educación. No es poco.

Lo curioso es que de todas las variables que analizaban para medir la felicidad de esas personas (centralmente qué tan tranquilos y contentos vivían), cuanto más ganaban, peor era. O sea que una persona que ganaba 6.000 dólares vivía peor que la que tenía ingresos por 4.000. Y si ganaba 10.000, peor aún.

Pensar que cuando pase este problema o logremos aquel objetivo, finalmente seremos felices, nunca resulta. O somos capaces de ser felices con nuestra vida tal como es, o no lo seremos nunca.

¿Y vos? ¿Cuál es esa trampa inaccesible que te impide ser feliz?

* Juan Tonelli es speaker y escritor. El texto es parte del libro “Un elefante en el living, historias sobre lo que sentimos y no nos animamos a hablar”. www.youtube.com/juantonelli

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Es abogada y la inundación destruyó su estudio en Bahía Blanca: “Los expedientes y mi escritorio con 10 mil dólares se fueron flotando”

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La madrugada del temporal, la casa y el lugar de trabajo de Evangelina Benítez quedaron bajo casi dos metros de agua. Su hijo menor, que estaba solo en la vivienda, logró salvarse trepando a la terraza con su gato en brazos

La noche del jueves 6 de marzo, Evangelina Benítez cenó con sus dos hijos en su casa de Bahía Blanca. Antes de despedirse, le propuso al menor, Luca, que se quedara a dormir, pero él prefirió volver a su hogar, ubicado en la calle Sarmiento 824, donde vive junto a su padre, Luis Alberto “Titi” Chiaradía, y su hermano mayor, Marco. “Sabíamos que iba a llover porque estaba pronosticado, pero estábamos más pendientes de la posibilidad de que cayera granizo, como había pasado a principios de febrero”, cuenta Evangelina a Infobae.

Horas después, la peor tormenta en la historia de la ciudad dejó la casa familiar, donde también funcionaba su estudio jurídico, sumergida bajo 1,85 metros de agua. “Perdí todo. Desde la terraza, mi hijo vio cómo los expedientes y mis libros flotaban junto a un escritorio donde tenía 10 mil dólares guardados bajo llave en un cajón”, detalla, a una semana del temporal que dejó un saldo de 16 fallecidos y 200 evacuados, según el último parte que emitió el Municipio.

Adelante de la casa funcionabaAdelante de la casa funcionaba el estudio jurídico de Evangelina, que es abogada y escribana (Foto/Gustavo Gavotti)

“Mamá, entró agua a casa”

Evangelina tiene 54 años, dos hijos de 19 y 25, y es abogada y escribana. Según recuerda, el viernes pasado se despertó a las 4 de la madrugada con el sonido de la lluvia. Dos horas después, su teléfono sonó. Era Luca. “Mamá, entró agua a casa y ya me llega a los tobillos. ¿Qué hago?”, le dijo el joven, que estaba solo en el domicilio. Desde su casa, en una zona alta de la ciudad, ella intentó tranquilizarlo. “Subí lo que puedas a la mesa, poné todo a resguardo”, le dijo.

Hasta ese momento, lo que más le preocupaba a Luca era su auto: un Ford fiesta azul que había dejado estacionado enfrente de su casa. “Tengo que correrlo porque me lo va a llevar el agua”, pensó. Cuando quiso salir, se dio cuenta de que si abría la puerta el agua entraría de golpe. “Lo que hice fue abrir la ventana del estudio de mi vieja, que daba a la calle, y salí por ahí”, le cuenta Luca a este medio.

Al auto entró por el baúl. Descalzo y en cuero lo llevó hasta una estación de servicio cercana y volvió corriendo. Al regresar, el agua ya le llegaba a las rodillas. “Agarré un balde y empecé a sacar, pero por cada uno que llenaba, entraban cinco más”, detalla. “El agua entraba por todos lados, de a chorros”, dice, todavía incrédulo.

Antes del temporal, Evangelina conAntes del temporal, Evangelina con sus dos hijos: Luca (19) y Marco (25) (Foto/Gentileza de la entrevistada)

Desde su domicilio, a unas 25 cuadras, Evangelina intentaba comunicarse con su hijo, pero Luca no contestaba. “Me desesperé: llamaba al padre, que estaba en Monte Hermoso; a mi otro hijo, que estaba en la casa de su novia”, recuerda.

“No le contestaba el teléfono porque estaba hablando con mi viejo”, explica ahora Luca. Según cuenta, su papá intentó calmarlo y le indicó que subiera a la terraza. Cuando se dispuso a hacerlo, el vidrio de la puerta de entrada se rompió y el agua ingresó a la casa con la misma fuerza que cuando se abre una compuerta. “Perdimos todo, perdimos todo”, alcanzó a decirle antes de que la llamada se cortara.

Desesperado y con el agua a la cintura, Luca siguió el consejo de su padre e intentó subir a la terraza. “En el camino me chocaba con la mesa, las sillas, los colchones, todo…”, cuenta. Cuando finalmente llegó a la ventana de la cocina, trató de abrirla, pero estaba trabada. “Ya está, me muero acá”, dice que pensó. Después de forcejear un rato, logró destrabarla, trepó al techo y se metió debajo del tanque de agua. Desde ahí, dice, vio a sus vecinos con sus perros y entonces recordó a su gato, Rocky. Sin pensarlo, volvió a bajar.

“El agua seguía entrando de a chorros”, cuenta. Llegó hasta la cocina y lo vio: estaba subido a la heladera, que flotaba a pocos centímetros del techo. Trató de agarrarlo, pero el animal, aterrorizado, se resistió. Tomó una canasta de mimbre, lo metió adentro y volvió a subir.

Rocky, el gato de LucaRocky, el gato de Luca (Foto/Gentileza de la entrevistada)

“Volver a casa fue horroroso”

Mientras Luca estaba en el techo con Rocky, su hermano mayor, Marco, logró contactarse con unos vecinos, que juegan con ellos al rugby en el Club Sportiva Bahía Blanca, para que rescataran al joven. “Cuando me enteré de que estaba a salvo, me calmé un poco, pero hasta que no lo vi con mis propios ojos no estuve tranquila”, cuenta Evangelina.

Acerca del reencuentro con el menor de sus hijos, describe: “Pude reunirme con él cerca de las 17 horas. Yo estaba esperándolo mientras colaboraba con los vecinos que rescataban gente con la moto de agua. Estuve con ellos hasta las 20″.

Al día siguiente, cuando el agua bajó, regresó a la casa. “La sensación fue espantosa. Horrorosa. Estaba todo destruido. De los 16 muertos que reportaron, diez fueron de esa zona. Es que estamos a 40 metros del arroyo Napostá“, indica.

Lo primero hizo apenas ingresó fue sacar sus títulos universitarios y algunos cerificados que se salvaron porque estaban colgados bien altos. “De las carpetas con los expedientes no quedó nada”, lamenta.

“La respuesta de los amigos“La respuesta de los amigos de mis hijos me emocionó”, aseguró Evangelina (Foto/Gustavo Gavotti)
Así quedó el auto deAsí quedó el auto de Luca (Foto/Gentileza de la entrevistada)

Todos somos uno

Además de perder la casa familiar y su estudio jurídico, también se esfumó el dinero que guardaba en su escritorio: 10.000 dólares. “Yo los tenía bajo llave en un cajón y el mueble se fue flotando. Lo peor fue que en el momento que mi hijo me llamó, cuando recién arrancó la tormenta, no se lo comenté porque no se me cruzó por la cabeza. Jamás imaginé que podía pasar algo así. Creo que nadie en Bahía Blanca lo pensó”, dice.

Y sigue: “Es como que uno no termina de caer. El lunes recién me aflojé y me vine a llorar a mi casa para que no me vieran mis hijos. Igual lo mío son todas cosas materiales. El resto, mientras tengamos salud, de alguna manera lo vamos a solucionar”.

Al día siguiente, los amigosAl día siguiente, los amigos de Luca y Marco, del Club Sportiva de Bahía Blanca, fueron a ayudar a limpiar la casa (Foto/Gustavo Gavotti)
Al día siguiente, Evangelina regresóAl día siguiente, Evangelina regresó a la casa. Las marcas del agua se ven en la pared y en la tulipa de vidrio de la lámpara (Foto/Gentileza de la entrevistada)

Entre la angustia por pérdida material, Evangelina dice que sintió una sensación “plancentera y feliz” al saber que sus hijos eran queridos. “La respuesta de sus amigos me emocionó. Al día siguiente, cuando íbamos a empezar a limpiar, comenzaron a llegar de a poco. Eran como 20. En un momento me quedé parada mirando cómo entraban y salían, sacaban, ponían. Me dejó una sensación tan linda”, cuenta y comparte un video de ese día.

En la secuencia, que figura a continuación, se ve cómo los jóvenes acomodan muebles en la vereda, sacan barro con el secador y basura.

“Yo les decía a Luca y Marco: ‘A pesar de todo, ustedes hoy tienen dónde dormir o dónde darse una ducha de agua caliente; pero hay gente a la que no le quedó nada’. Lo importante es poder brindar ayuda a esas personas a las que no les quedó nada”, se despide.

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Video del día después de la inundación

¿Cómo ayudar?

En medio de la emergencia, las campañas solidarias se extendieron a nivel nacional para asistir a las miles de familias que han perdido sus pertenencias, enfrentando ahora condiciones de extrema vulnerabilidad.

  • Para sumarse como voluntario y colaborar con limpieza, logística (vehículo), salud o clasificación de recursos, carga y descarga hacer click en este link.
  • Para enviar de dinero, tanto desde Argentina como el exterior del país, siguen habilitados los alias BAHIAXBAHIA y BAHIAXBAHIA.USD. También se habilitó una caja de ahorro en dólares CA U$D 6229-516687/0 CBU: 0140305104622951668702
  • Más información, acá.

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Un turista de 21 años se metió al Río Paraná para buscar una pelota y murió ahogado

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Ocurrió en el balneario municipal de Santa Elena. El joven habría cruzado la zona habilitada, que estaba delimitada por boyas

Un joven de 21 años murió ahogado este martes por la tarde tras adentrarse en las aguas profundas del río Paraná para recuperar una pelota. El trágico accidente ocurrió en el balneario Santa Elena, situado en la ciudad homónima, en Entre Ríos.

El cuerpo no ha sidoEl cuerpo no ha sido encontrado y la búsqueda continúa.

Si bien un compañero intentó ayudarlo, tuvo que soltarlo debido a que la víctima comenzó a arrastrarlo mientras se ahogaba. El joven fue identificado como Logan Daniel Videla, oriundo de La Matanza, provincia de Buenos Aires. En el caso intervinieron agentes de la Comisaría de Santa Elena, del Departamento La Paz, junto con personal de Prefectura Naval.

El trágico accidente ocurrió enEl trágico accidente ocurrió en Río Ceballos (Foto: Prensa Policía)

Alarmante cifra de ahogamientos durante el verano

Según se pudo reconstruir, al notar que no podía mantenerse a flote, comenzó a pedir auxilio. A pesar de los esfuerzos de una persona que logró sacarlo del agua, ya no presentaba signos vitales, según informó El Doce TV.

En lo que va del verano, las víctimas fatales sufrieron accidentes en las localidades cordobesas de La Calera (Sierras Chicas), Nono (Traslasierra), Villa Rumipal (Valle de Calamuchita), Villa Carlos Paz (Valle de Punilla), el dique Piedras Moras (Calamuchita), Mina Clavero (Traslasierra) y Río Tercero (Tercero Arriba).

Las autoridades locales y los organismos de emergencia suelen emitir recomendaciones para evitar accidentes en los cursos de agua. Entre las medidas más comunes se encuentran evitar ingresar a zonas profundas, prestar atención a las corrientes y no nadar en áreas no habilitadas. Sin embargo, los incidentes registrados este verano reflejan que, en muchos casos, estas advertencias no son suficientes para prevenir tragedias.
Un turista de 65 añosUn turista de 65 años falleció en La Toma.

Solo dos días antes de la muerte de Lucas Iván Paz, falleció otro hombre identificado como Horacio Quiroga en la ciudad de Río Tercero. La víctima, de 37 años, disfrutaba de una jornada familiar cerca del balneario municipal; cuando ingresó al agua en la zona del predio del Centro Tradicionalista alrededor de las 19 horas. Testigos relataron que, tras lanzarse al río, Quiroga no volvió a salir a la superficie, lo que generó alarma entre los presentes.

Ante la emergencia, las autoridades locales y los Bomberos Voluntarios acudieron rápidamente al lugar. Según detalló Telefe Córdoba, lograron rescatar al hombre y trasladarlo de inmediato al hospital de la localidad. Sin embargo, pese a los esfuerzos médicos, se confirmó su fallecimiento horas después. Habría sufrido un paro cardiorrespiratorio tras ingresar al agua.

Días atrás, un hombre de 65 años, identificado como Norberto Jorge Amadeo, falleció en el balneario La Toma, ubicado en la localidad de Mina Clavero. El turista, oriundo de la provincia de Buenos Aires, resbaló mientras intentaba cruzar el río a nado, golpeó su cabeza contra una piedra y fue arrastrado por la corriente, lo que resultó en su trágico deceso.

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