La utilización de insectos como fuente de proteínas es una tendencia mundial.
Quizá muchos recuerden haber visto en televisión algún programa de viajes en el que el conductor comía insectos como parte de la propuesta. Pero lejos del morbo o de lo raras que pueden resultar algunas costumbres alimenticias de un país exótico, son muchos los que ya piensan que los insectos pueden ser el alimento del futuro y que podría reemplazar la carne animal.
La hipótesis surge a partir de los problemas alimenticios que generan el crecimiento demográfico y el aumento de la urbanización a nivel global. La Organización para la Alimentación y la Agricultura de la ONU (FAO) explica que esta problemática podría resolverse si se incluyeran algunos insectos al consumo humano debido a su alto valor proteico, de vitaminas y otros nutrientes propios de los alimentos de origen animal.
Los datos, a simple vista, resultan contundentes: los insectos tienen propiedades biológicas que permiten que su producción sea sustentable. Desde la FAO se explica que “los insectos están adaptados para consumir poca cantidad de agua y que pueden llegar a emitir escasos o nulos gases de efecto invernadero”.
Además, para producir la misma cantidad de alimento, la cría de insectos consume muchos menos recursos, al mismo tiempo que se utiliza el ciento por ciento del bicho (es decir, para su consumo se desperdicia mucho menos que en el caso de bovinos o porcinos, por ejemplo).
En Argentina ya existen emprendimientos en esta industria. Según un informe desarrollado por la Red de Seguridad Alimentaria del CONICET (RSA-CONICET), llamado “Producción de insectos para consumo humano, descripción de procesos y perfil de riesgo”, hacia diciembre de 2021 “existían más de 40 instalaciones de cría piloto de diferentes especies de insectos, asociadas generalmente a universidades e institutos de investigación”. El análisis también indicó que en el país “sólo cuatro empresas comercializan insectos con fines de investigación, polinización, biocontrol y alimentación animal de insectívoros”.
Este informe de investigación surgió a partir de un pedido del Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (SENASA), con el objetivo de redactar una guía orientativa sobre “prácticas comunes y seguras para la producción de ingredientes alimentarios que utilizan insectos como materia prima”.
Alimentos realizados a base de insectos de manera experimental. Foto INTA
Este estudio fue coordinado, entre otras personas, por la investigadora Désirée Lenz. Según Lenz, quien también trabajó para el Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI), esta investigación puede ser bisagra en el país: “Sería clave para habilitar la producción de insectos tanto para consumo humano como animal”.
Y destaca que en Europa hay iniciativas de referencia: “Sería importante tomar de referencia y punto de partida la lista y formas autorizadas para la comercialización de insectos de la Unión Europea y las evaluaciones de riesgo para distintas especies de insectos que han sido emitidas por el European Food Safety Authority (EFSA)”. La Unión Europea autorizó ya en 2018 el consumo de insectos para los humanos.
Según la investigadora, actualmente se consumen más de 2 000 especies de insectos en el mundo. En la Argentina se están buscando mezclas de harina y polvo de grillo para la elaboración de panificados: “Un prototipo de alimento que resultaría familiar y no causaría el mismo rechazo como el grillo entero”.
Lenz indica que no todos los insectos se pueden utilizar para los mismos productos: “La elección dependerá del uso que se quiera dar. Por ejemplo, la mosca soldado negra (Hermetia illucens) tiene mucho contenido de materia grasa y es utilizada para la elaboración de piensos o alimentos balanceados; los grillos (entre ellos, la especie Gryllus assimilis) destacan en su composición por su alto contenido de proteína y aminoácidos esenciales, atributos mayormente buscados en la elaboración de alimentos para consumo humano, como las barras proteicas para deportistas”.
Además de conocer más sobre la producción de insectos para el consumo humano, el informe se llevó a cabo porque en Argentina no existe una legislación al respecto. Y, en este sentido, la FAO advirtió que el desarrollo debe darse dentro de un marco normativo que regule la producción y el comercio de insectos como alimentos.
Bajo la necesidad de construir una regulación en Argentina, se necesitó evaluar el perfil de riesgo de insectos comestibles (como los grillos congelados, deshidratados o en polvo) que sirvan de insumo para el desarrollo de productos seguros y adecuados para el consumo humano y la alimentación animal. Sin embargo, SENASA habilitó recientemente la categoría “producción de insectos para consumo” en el Registro Nacional Sanitario de Productores Agropecuarios (RNSPA).
Quien también impulsa la reglamentación en el país es la Cámara Argentina de Productores de Insectos para Consumo Humano y Animal (CAPICHA). Esta entidad está formada por seis pequeñas empresas argentinas que tienen como objetivo impulsar la reglamentación de la actividad.
Diego Zabala, coordinador y referente fundador de CAPICHA, explica: “Nosotros estamos haciendo análisis, estudios y produciendo a nivel investigativo”. Y a pesar de que SENASA haya habilitado una categoría para la producción de insectos en el RNSPA, todavía no está regularizada la comercialización, ni para consumo humano, ni para consumo animal.
Sin embargo, explica que hay una intención de que tal normativa exista. “De momento, las empresas están haciendo productos y probándolos en laboratorios, experimentalmente, a la espera de que SENASA regule tales productos, primero para consumo animal, y segundo para consumo humano”.
Sobre la potencial implementación, Zabala afirma que “los productos en base a insectos se utilizan para preparaciones. Por ejemplo, la harina o el aceite de insectos se han usado como materia prima de otros alimentos”. Y agrega: “En CAPICHA tenemos granjas de grillos. De ellos, nosotros obtenemos, por ejemplo, harina de grillo, la cual se puede mezclar con otras harinas y producir un pan muy rico en proteínas”.
Insectos previos a la preparación en un restaurante en el Sudeste asiático. Foto AFP
Como se mencionó, el valor proteico de los insectos resulta exponencialmente mayor en comparación con la carne: “Con un bajo porcentaje de harina de grillo, estamos haciendo pruebas de 5, 10 y 15 por ciento de valor proteico”, dice Zabala. Y agrega que aunque el porcentaje es bajo el producto final gana en valor nutricional.
Los emprendimientos locales son apenas una parte de esta industria incipiente. La FAO destacó que, si bien a nivel industrial la actividad sigue siendo reducida, “los insectos pueden ser una alternativa más barata y sostenible si se consideran los costes externos de la recolección, producción y el transporte, como el costo del agua dulce, o factores como las emisiones de gases de efecto invernadero y el consumo de combustibles fósiles, a la hora de calcular los costes totales de los alimentos que se producen con técnicas convencionales”.
A principios de 2022, y a nivel mundial, existían solo 83 empresas de cría de insectos. Según datos del Programa Internacional de Insectos para Alimentación, (IPIFF, por sus siglas en inglés), “el mercado internacional de insectos comestibles se estima en unos 400 millones de dólares y se espera que para el 2030 esta cifra llegue a 3.000 millones”. Otros reportes, como el de Meticulous Research son, en cambio, más optimistas y estiman que el mercado de insectos comestibles alcance los 16 mil millones de dólares para 2032.
La proyección puede ser estimulante para muchas empresas. “En el mundo hay países que están muy avanzados con la normativa. En Brasil ya están permitiendo la fabricación de alimentos. Y acá estamos trabajando junto con SENASA para que a la brevedad podamos avanzar en la normativa y desarrollar la cadena de valor del insecto”, comenta Zabala.
Un plato hecho con insectos, en un restaurante en Bangkok. Foto AFP
El motivo de ello es la alta demanda de proteínas no tradicionales: “Es una gran oportunidad para Argentina, que actualmente fabrica proteínas tradicionales. Desarrollar esta industria sería un complemento de lo anterior”. En el mundo, empresas como la multinacional alemana Knorr, productora histórica de alimentos que lleva 185 años en el mercado y que actualmente pertenece a la firma Unilever, alienta y estimula el consumo de insectos en algunos países, y lo promociona en redes sociales. Allí muestra los modos en que los insectos pueden ser incluidos en la comida de todos los días, así como los beneficios de su inclusión en la dieta.
Otro acontecimiento difundido en redes sociales corresponde a una experiencia gastronómica asiática. Recientemente, se viralizaron imágenes del restaurante Take-Noko, de Tokio, que en su menú incluye platos como risotto con grillos y tofu con larvas y ofrece, además, gaseosas hechas con cucarachas orientales. Se cree que en Japón se consumen insectos desde hace décadas, principalmente en regiones sin salida al mar en las que costaba conseguir carne.
Además de Asia, regiones de Africa y América Latina practican la entomofagia. Sobre el consumo doméstico, Lenz realizó aquí una encuesta a más de 1.100 personas, que es parte de un análisis que todavía no finalizó. La muestra arroja que “el 20% está dispuesto a consumir insectos enteros, el 42% rechaza el consumo y el 38% manifestó duda”. A la pregunta sobre cómo los consumiría, el 60% optó por barras proteicas, el 3% enteros y el 37% mantuvo su postura negativa.
Según estos indicadores, los argentinos no estarían dispuestos, por ahora, a sustituir un bife de chorizo por un alimento a base de insectos. Sin embargo, Zabala es contundente: “Los insectos buscan complementar una alimentación a nivel mundial. El alimento basado en insectos no intenta reemplazar el asado, para nada. El asado es el asado y los insectos son los insectos”.
La Universidad de Buenos Aires se ubicó en el puesto 10 de la medición regional y ratificó su posición como la primera del país, pero casi la mitad de las instituciones argentinas cayeron en la lista. La Universidad Nacional de La Plata y la Austral completan el podio nacional
La Universidad de Buenos Aires (UBA) se mantiene como la mejor universidad del país y ocupa el puesto 10 del nuevo ranking QS de América Latina y el Caribe, elaborado por la compañía británica Quacquarelli Symonds. En esta medición, casi la mitad de las universidades argentinas empeoraron su posición: desde QS advirtieron sobre todo por la producción de investigación científica y por la precarización de las condiciones laborales de docentes e investigadores como consecuencia de los recortes presupuestarios.
La UBA se destaca a nivel regional por su prestigio: ocupa el segundo lugar en los indicadores de reputación entre académicos y empleadores internacionales. Luego figura la Universidad Nacional de La Plata (UNLP), que se ubicó en el puesto 21 de la región, y que también se destaca por su reputación académica. El podio nacional se completa con la Universidad Austral, que alcanzó el puesto 25 en América Latina.
Luego aparecen la Universidad Nacional de Córdoba (que se mantiene en el puesto 33) y la Pontificia Universidad Católica Argentina (puesto 40). Doce universidades argentinas figuran entre las 100 mejores de América Latina: la mitad son públicas y la otra mitad, privadas.
Según los indicadores de QS, la mejor universidad de América Latina es la Pontificia Universidad Católica de Chile, seguida de la Universidade de São Paulo (Brasil), la Universidade Estadual de Campinas y el Tecnológico de Monterrey (México). En el quinto puesto regional se ubicó la Universidade Federal do Rio de Janeiro.
Brasil tiene tres universidades en el top 5, mientras que Chile y México tienen dos cada uno. En el top 10 también hay una institución de Colombia, la Universidad de los Andes, en el puesto 8.
Las otras instituciones argentinas que se ubicaron entre las 100 mejores son la Universidad Torcuato Di Tella (puesto 48), Universidad de San Andrés (51), Universidad Nacional de Rosario (62), Universidad Nacional del Litoral (87), Universidad de Palermo (95), Universidad Nacional de Cuyo (97) e Instituto Tecnológico de Buenos Aires (97). De las 45 universidades argentinas rankeadas, 20 empeoraron su posición con respecto al año pasado, mientras que 12 mejoraron y 13 permanecieron estables.
“El sistema de educación superior de Argentina es ampliamente reconocido por su tradición de acceso público y su sólida reputación académica, con la Universidad de Buenos Aires ocupando un lugar destacado entre los académicos y empleadores internacionales y el país disfrutando de algunos de los mejores recursos docentes de la región”, analizó Ben Sowter, vicepresidente senior de QS.
“Sin embargo –continuó Sowter–, los recientes recortes de financiación y la inflación han erosionado los presupuestos universitarios, lo que ha creado presión sobre la capacidad docente y de investigación, que no ha seguido el ritmo de sus homólogos regionales y ha provocado una mayor precariedad laboral del personal”.
El desafío de la investigación
El informe de QS señala que la producción de investigación –medida por el número de artículos publicados por profesor– es uno de los puntos críticos para el sistema universitario argentino: ninguna institución local se encuentra entre las 50 primeras en este rubro. La posición más destacada es para la Universidad Nacional de Mar del Plata, que ocupa el puesto 62 en este indicador (y el puesto 110 en la clasificación general).
El ranking QS destaca a la UBA por su participación en redes internacionales de investigación: ocupa el octavo lugar en este indicador. Pero la universidad experimentó fuertes caídas en las demás métricas de investigación, incluidas las citas por artículo y los artículos por profesor.
“Es un orgullo volver a estar entre las diez universidades más prestigiosas de la región, especialmente destacándonos en dos ítems tan importantes como el de reputación académica y reputación del empleador. Sin embargo, el desfinanciamiento que venimos padeciendo comienza a hacerse sentir en los resultados referentes a investigación científica”, consideró Ricardo Gelpi, rector de la UBA.
“Es una señal de alerta que no debemos desatender y que las autoridades nacionales tienen la obligación de reconocer. La formación de equipos científicos no es algo que se hace de un día para el otro y, si entramos en una espiral descendente en este sentido, va a costar mucho tiempo y esfuerzo recuperarla”, sostuvo Gelpi.
Por otro lado, el sistema universitario nacional logra un buen desempeño en el indicador referido al ratio de profesores por alumno, donde supera la media regional. La UCA se destaca en este punto: ocupa el puesto 5 en América Latina. También sobresalen en este indicador la UADE, la UP, la Austral y la Universidad Nacional de San Luis.
“Revalidar por sexto año consecutivo el liderazgo entre las universidades privadas argentinas y alcanzar el puesto 25 en Latinoamérica es reflejo de un desempeño sostenido. Este logro es fruto de un proyecto de largo plazo y del compromiso diario de docentes, estudiantes, investigadores, graduados y aliados institucionales”, afirmó Julián Rodríguez, rector de la Universidad Austral.
El ranking QS regional evaluó a 491 universidades de 26 países de América Latina y el Caribe. Argentina es el cuarto país más representado, con 45 instituciones, por debajo de Brasil (con 130), México (67) y Colombia (67). En tanto, Chile (41) se destaca por la buena posición relativa de sus universidades.
La medición considera 8 indicadores: reputación académica (30%), reputación entre empleadores (20%), ratio profesor-alumno (10%), citas por artículo (10%), personal con doctorado (10%), redes internacionales de investigación (10%), publicaciones por facultad (5%) e impacto web (5%).
Si bien se basa en los mismos parámetros que el ranking QS global, publicado en junio, la versión regional introduce pequeñas variaciones en los indicadores, que explican algunos cambios en la posición relativa de las universidades argentinas (en el ranking global, por ejemplo, la UBA aparece como la primera universidad de América Latina).
El nuevo ranking QS se dio a conocer en la previa de la Cumbre de la Educación Superior de QS Américas 2025, que se realizará este jueves y viernes en el hotel Hilton en la Ciudad de Buenos Aires. Además de varios expertos internacionales, la agenda del evento incluye intervenciones del jefe de Gobierno porteño, Jorge Macri, y del rector de la UBA, Ricardo Gelpi.
La policía peruana y argentina rastreó los movimientos de Tony Janzen Valverde a través de sus celulares y lo interceptó oculto en un camión en Pucusana, tras seis días prófugo
La caída de Tony Janzen Valverde Victoriano, conocido como ‘Pequeño J’, puso fin a una operación policial que mantuvo en vilo a las autoridades de tres países. El joven de 20 años, acusado de ser el autor intelectual de un triple feminicidio en Buenos Aires, fue localizado en el sur de Lima luego de atravesar fronteras clandestinas y desplazarse con ayuda de una red criminal que lo protegía durante su huida.
Su arresto fue posible gracias a un trabajo coordinado entre la Policía Bonaerense y la Dirección Antidrogas de la Policía Nacional del Perú, que lograron rastrear sus movimientos a partir de la señal de sus teléfonos. La fuga, que comenzó en Argentina, incluyó un paso por Bolivia y culminó en la localidad limeña de Pucusana, donde efectivos de civil lo interceptaron escondido en un camión de carga.
¿Cómo logró escapar de Argentina?
El recorrido de ‘Pequeño J’ empezó en Florencio Varela, al sur del Gran Buenos Aires. Tras abandonar esa ciudad, cruzó la frontera por pasos cordilleranos poco vigilados con el objetivo de despistar a las fuerzas de seguridad. Las investigaciones revelan que desde el inicio existía la hipótesis de que su destino final era el Perú, por lo que la policía argentina decidió no alertar a las autoridades bolivianas al considerarlas un territorio de tránsito.
Mientras se desplazaba en territorio argentino, utilizó varios teléfonos celulares para comunicarse con sus contactos y recibir apoyo logístico. Ese detalle resultó clave para reconstruir su ruta, ya que los equipos de inteligencia lograron triangular la señal y anticiparse a sus movimientos. Su habilidad para movilizarse sin documentos oficiales lo mantuvo varios días fuera del alcance policial.
El paso por Bolivia y la entrada irregular al Perú
Una vez en Bolivia, Valverde continuó su fuga utilizando buses de transporte interprovincial y alojándose en lugares discretos para no ser detectado. No existen registros oficiales de su ingreso, lo que confirma que burló los controles migratorios mediante pasos no autorizados. Desde allí se dirigió hacia la frontera sur del Perú, donde se embarcó en un camión que lo trasladaría por la carretera Panamericana.
El seguimiento a través de antenas telefónicas permitió identificar el vehículo en el que se ocultaba. Fue en ese contexto que la policía peruana montó un operativo encubierto, aprovechando que un bloqueo de pescadores en la vía obligó al camión a reducir su velocidad. Esa circunstancia facilitó la intervención de los agentes, quienes lograron detener el transporte sin generar enfrentamientos.
El engaño policial que permitió su captura
La coordinación entre las fuerzas de seguridad de ambos países fue decisiva. Horas antes de la detención de Valverde, la policía ya había arrestado en Lima a Matías Agustín Ozorio, considerado su principal colaborador. Para evitar que ‘Pequeño J’ advirtiera la caída de su socio, los agentes peruanos utilizaron el teléfono de Ozorio y mantuvieron comunicación con él haciéndose pasar por su mano derecha.
Esa maniobra fue determinante, ya que Valverde nunca sospechó que sus mensajes eran respondidos por la policía. Creyendo que se reuniría con Ozorio en el centro de Lima, continuó su trayecto en el camión hasta que fue interceptado en Pucusana. En ese momento se identificó ante los efectivos de la Dirección Antidrogas de la PNP, quienes lo esposaron y grabaron el procedimiento.
Lo que viene tras su arresto
La detención de ‘Pequeño J’ se produjo poco más de una hora después de la de Ozorio. Con ambas capturas, el número de implicados en el triple crimen de Morena Verri, Brenda del Castillo y Lara Gutiérrez ascendió a nueve. El caso provocó gran conmoción en Argentina y mantiene en alerta a las autoridades judiciales de ambos países.
Actualmente, el proceso se centra en los trámites de extradición para que Valverde sea trasladado a Buenos Aires y enfrente los cargos que se le imputan. Mientras tanto, permanece bajo custodia de la Policía Nacional del Perú, a la espera de la resolución que defina su futuro judicial.
En el marco de su conflicto con la entidad, el Gobierno avanzó sobre los aportes que debe realizar los clubes al Estado. Casi duplicó la alícuota e impuso un extra para compensar la pérdida de recaudación.
El Gobierno reavivó su pelea con la Asociación del Fútbol Argentino (AFA), una disputa que se originó ya en el inicio de la gestión de Javier Milei, promotor de las figuras de las Sociedades Anónimas Deportivas (SAD) que permite el ingreso de inversores privados a los clubes. Ahora volvió a la carga contra un beneficio impositivo que favorecía a las entidades por el cual tenía reducido su aporte al Estado.
El nuevo capítulo, que ocurre días después del duro cruce entre el jefe de Gabinete, Guillermo Francos, y el número 2 de la AFA, Pablo Toviggino, se materializó mediante la Disposición 16/2025 del Ministerio de Capital Humano, publicada este lunes en el Boletín Oficial. Más específicamente de la Subsecretaría de Seguridad Social, que aborda el régimen de percepción y retención de aportes y contribuciones con destino a la seguridad social en el ámbito del fútbol profesional.
Guerra Gobierno vs AFA: quitan beneficios y aumentan alícuotas a los clubes
A través de esta medida el Gobierno casi que duplicó la alícuota que se aplica a los clubes por su contribución a la seguridad social. Ya a fines del año pasado la administración de Javier Milei había derogado el régimen que beneficiaba a los clubes y les dio 6 meses para adecuarse mientras se establecía el nuevo formato. Aunque en mayo pasado la AFA logró una cautelar para suspender esa decisión, el Ejecutivo avanzó.
Luego de que Claudio “Chiqui” Tapia fuera reelecto presidente de AFA hasta 2028, el Gobierno le puso fin al Régimen Especial de Seguridad Social, nacido en 2003 durante la presidencia de Eduardo Duhalde y extendido hasta 2019 cuando fue derogado por Mauricio Macri, bajo el argumento de que generaba un desfinanciamiento al Estado nacional. En octubre de 2023 el beneficio fue restituido por Alberto Fernández.
Con ese beneficio los clubes tenían una alícuota especial de 7,5% para tributar los aportes patronales. Ahora, la actual administración determinó que la alícuota de equilibrio del régimen debe ser del 13,06% para cubrir las obligaciones corrientes, y además se estableció una alícuota adicional del 5,56% durante un período de doce meses para recuperar el faltante acumulado, resultando en una alícuota total del 18,62%.
Según el Gobierno, el beneficio que recibieron los clubes generó una pérdida de recaudación para el Estado de casi $20.000 millones en el plazo de un año.
La disposición completa con la que el Gobierno quita beneficios y aumenta alícuotas a los clubes