Sociedad
Depresión y suicidios entre los policías: el drama silencioso que la Bonaerense no puede contener
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Seis agentes se quitaron la vida en los últimos 40 días. Una tragedia que obligó a la creación de un programa específico.
Los Duarte son una familia numerosa y unida del barrio Pico de Oro de Florencio Varela. Siempre que pueden, Alicia y Eustacio ponen algo en la mesa y juntan a sus cinco hijos: cuatro varones y una mujer. Pero esa costumbre entró en crisis hace un mes, cuando el mayor de ellos, Demián Cristian Duarte, de 32 años, hincha de Boca y oficial de la Policía Bonaerense, tomó la decisión de quitarse la vida.
Demián es uno de los seis hombres de esta fuerza que se suicidaron en los últimos 40 días.
A Demián la vocación se le había despertado en la adolescencia. Ni bien salió de la secundaria N°10 de Varela se anotó en la escuela Juan Vucetich, adonde van los chicos del Conurbano que sueñan con ser policías. El edificio blanco y antiguo, flanqueado por palmeras perfectas que perforan el cielo, luce imponente sobre esa inmensa esponja de eucaliptus, araucarias y robles que es el parque Pereyra Iraola de Berazategui. Ahí, los alumnos de la Bonaerense experimentan un régimen de internado. Cuando egresan entran de lleno en un ambiente bien distinto: la vida de comisaría.
El hijo de Alicia y Eustacio se puso el uniforme azul en 2010. Poco después se dio otro gusto y fue dos veces papá. Pero la vida se le complicó con tropiezos laborales y amorosos que no hablaba con casi nadie y no pudo destrabar. En la última etapa trabajaba en la comisaría tercera de Avellaneda, bajo el demandante régimen de 24 horas de servicio por 48 de descanso. Estaba separado de su segunda pareja, alquilaba con lo justo y hacía lo que podía. Alicia, su mamá, dice: “Su mundo era su nene, si tenía un tiempito lo compartía con él”.
Era muy reservado y nadie imaginó lo que vendría, pero el lunes 28 de agosto Demián le avisó por teléfono a uno de sus hermanos que iba a matarse. Aunque lograron llegar y rescatarlo con vida, su estado era crítico y murió días después en el hospital Mi Pueblo de Varela. Alicia, la mamá, sigue pensando que no es cierto y que en cualquier momento lo verá entrar con su nieto. “No teníamos la gran cosa, pero sí nos teníamos entre todos. Y siempre juntos”, alcanza a decir.
El día anterior, su hijo había protagonizado un conflicto grave con su concubina. Por eso la fuerza le sacó el arma y le ordenó empezar con tareas no operativas, las “TNO” en la jerga policial. Con esta estrategia, la Dirección de Sanidad de la Bonaerense busca contener la profunda crisis de salud mental que padece su tropa, un verdadero torbellino de depresiones, cuadros de estrés, violencia de género, adicciones y suicidios. Pero el protocolo de Sanidad no alcanzó: sin su arma, el oficial Duarte usó una soga. Su vida en la Policía duró 13 años.

La Bonaerense es una fuerza creada hace unos 200 años que tiene casi 100.000 efectivos, mitad hombres y mitad mujeres. Hoy sus efectivos mueren cinco veces más por suicidios que por enfrentamientos. El año pasado, a esta fuerza se le murieron seis miembros durante actos de servicio, pero 36 por suicidios (11 mujeres y 26 varones). Hubo tres suicidios por mes en promedio. Fue la peor estadística de los últimos cinco años: en 2021 se habían suicidado 26 policías; en 2020, 18; en 2019, 32; en 2018, 30; y en 2017, 30; en 2016, 39; y en 2015, 26. En promedio, se suicidan 30 policías bonaerenses al año. En lo que va de 2023, los casos son 12.
La estadística guarda distintas historias, con víctimas de todos los distritos, casi siempre muy jóvenes. El año pasado, por ejemplo, se suicidó un teniente primero que integraba la custodia del gobernador Axel Kicillof en La Plata. También una oficial que había sido abusada por su jefe. Se disparó en el pecho otra oficial de Mar del Plata. Y en dos casos, los efectivos directamente se bajaron del patrullero en plena jornada de trabajo y se volaron la cabeza de un tiro en el baño de una estación de servicio del Conurbano.
En general, lo hacen cuando están de franco y usando el arma reglamentaria. Pero también se quitan la vida policías que ya no convivían con el arma, justamente porque atravesaban crisis de salud mental. Damián Jeremías Alegre, más conocido como Chiki, es un caso reciente. Este sargento llevaba un año sin arma, pero también sin acceso a una terapia. Cuando no aguantó más, usó una soga.
Chiki era de Almirante Brown. Padre de tres chicos, fumaba, y peinaba hacia atrás su pelo de tono levemente colorado. Casi siempre sonreía, aunque vivía una relación tóxica que se lo comía por dentro. Uno de los amigos que hizo en la Bonaerense lo define como “un vigi que se hacía querer por todos, superiores, iguales y subalternos”. Pasó 15 años en la fuerza y estuvo en varias comisarías de Lomas de Zamora. En la última lo tuvo de superior a Agustín, un policía 20 años mayor que presenció el comienzo de su declive emocional. “Él tenía problemas de pareja que no resolvía. Por eso primero se quedó sin auto, se volvió a vivir con la madre y se la pasaba haciendo adicionales para llegar a fin de mes, como todos los polis. Estaba angustiado por los hijos”. Agustín tiene 54 años y se formó en otra época, cuando la escucha del jefe al vigi era parte de la cultura institucional. “Él lloraba conmigo cuando salíamos a la calle y compartíamos el móvil. Nunca llegó tomado, pero sé que estaba mal, que tomaba y dormía mal. Yo lo aconsejaba, porque soy mucho más grande”, se apena.
Chiki terminó denunciado por violencia de género y le quitaron el arma, por prevención. Después le dieron licencia psiquiátrica y lo pasaron a “disponibilidad”, pero también lo dejaron sin red. Debía cumplir con un control mensual, pero no tenía una terapia. Agustín explica: “No hay casi psicólogos y psiquiatras que atiendan por IOMA, y para nosotros los polis se hace imposible pagar esa plata”. La cobertura de IOMA sólo existe en La Plata y de forma deficiente; en el resto de la provincia, ni eso.

El sargento Chiki se fue quedando. En un último intento de agarrarse a la vida, se ofreció como barman para el casamiento de otro chico de la comisaría, pero no se dio. Y así llegó al final, el 30 de agosto pasado. Agustín no tuvo fuerzas ni para ir al velorio: “Prefiero quedarme con su recuerdo. Lamentablemente, es el tercer compañero que se me suicida, tomando en cuenta sólo los que trabajaron conmigo. Fuera de ésos, sé de un montón en 30 años de servicio”.
Los noviazgos o matrimonios turbulentos aparecen muchas veces en la antesala de estas muertes. Otro denominador común son las penurias económicas: los policías viven endeudados. Sus recibos de sueldo son un muestrario de los descuentos por préstamos personales que pidieron para cancelar el anterior. Todos dependen del Fondo de Ayuda Financiera de la Caja de Retiros, Jubilaciones y Pensiones, que recauda más de $ 650.000.000 al mes por préstamos, y esto considerando sólo al personal activo.
“¡No doy más!”
El otro telón de fondo es el agotamiento. Los policías cuentan que viven sometidos a los llamados “recargos” horarios y a los destinos laborales alejados, que les agregan muchas horas al servicio propiamente dicho y son forzosos. Una de las últimas muertes lo refleja dramáticamente. Damián Fernando Cenzano, de 28 años, se suicidó el 9 de septiembre y lo decidió arrinconado por la presión laboral, según denuncia su papá, un policía con 30 años de servicio muy querido en Arrecifes.
El capitán Fernando Darío Cenzano habla empujando la voz: “El dolor que tengo no se me va a ir hasta que me cierren los ojos, pero quiero hablar. Hay muchos pibes que no dan más y nadie habla. Yo voy a hablar, porque el que está en el cajón es el mío, pero esto no termina en mi hijo. Todos están así”.
Damián entró a la fuerza a los 21, siguiendo los pasos de su papá. En la última etapa ganaba $200.000 y alquilaba una habitación con cocina y baño por $49.000 en Arrecifes. Tenía destino laboral a 60 kilómetros, en el destacamento de Arroyo Dulce. Su padre cuenta que se la pasaba viajando y buscando cómo viajar, porque no tenía un transporte directo. Se esmeraba para llegar puntual y evitar sanciones, que son económicas. Estaba esperando un traslado a su pueblo para vivir mejor.
Sus pasiones eran correr y pasar tiempo al aire libre en Arrecifes. También leía, llevaba un diario íntimo y estaba de novio. En una selfie que subió a Instagram hace un año, el sol le pega en la cara y muestra una sonrisa enorme sobre el Puente de Fierro del río Arrecifes, un lugar típico para caminar o pescar. En otra foto, hace tres años, posa con los brazos abiertos en el bosque de El Bolsón. En la naturaleza y en la escritura buscaba la paz.
También la buscaba con un psicólogo, que pagaba de forma particular. Su papá cuenta: “Él no estaba bien, tenía como una angustia, un problema que quería resolver. No le encontraba sentido a la vida. Es como que se te mete un bichito en la cabeza y te taladra”. La amargura se calca en el rostro de este hombre canoso de cejas tupidas y anteojos, un policía a la antigua y un padre protector: “Tengo dos hijos, yo los hice, son mis hijos. Yo los aconsejaba, yo todo”, dice apretando los puños.
Damián no quería pedir licencia, son cosas que manchan la carrera. Hacía un curso virtual para ascender de oficial a sargento, y pocos días antes del final se había comprado un uniforme nuevo completo en Pergamino. “Yo le presté el auto. Gastó $120.000. Se lo probó y me mostró cómo le quedaba”, dice Cenzano, en el hogar austero que comparte con su esposa y otro hijo.

El detonante de su muerte fue una mala noticia laboral, que Damián le contó por teléfono a su papá inmediatamente. Estaba enojado. Había salido su traslado, pero no a Arrecifes, sino a otra comisaría de Salto. Tendría que seguir viajando, pero había algo peor: con el cambio perdía su próximo franco y se le venían encima 48 horas seguidas de servicio sin descanso. Tenía que seguir activo jueves y viernes; podía volver a Arrecifes el sábado a la mañana, pero sólo por unas horas. A la noche debía estar de nuevo en Salto.
“¡Papi, no doy más! –dijo en esa última llamada–. Yo no soy un súper policía, no puedo hacer tanto. Me estalla la cabeza. Necesito paz. Me cambian todo y me están boludeando con las vacaciones, me dicen un día que sí, otro que no”. Dami, como lo llama su padre, era un buen funcionario, cumplió con todo y el sábado llegó a Arrecifes. Pero esa noche, en vez de volver a trabajar, se quedó en su casa y lo hizo. Tenía el arma, pero usó una soga.
En el velorio, estrujado de dolor, Cenzano increpó con una sola frase al jefe de Damián: “¡Mi hijo te pedía a gritos las vacaciones!”. Su colega sólo pudo asentir en silencio. Después de la tragedia, la fuerza donde el capitán Cenzano sirve desde hace tres décadas le sacó el arma y le ofreció psicólogos. Pero también lo lastimó: “Para cubrirse, dijeron al diario local que fue por un problema personal. Y no, a mi hijo lo hicieron cubrir distintos puestos en pueblos de la zona, le postergaban las vacaciones y le quitaron un franco. Lo terminó de detonar la presión. Si le hubieran hecho caso bajaba un cambio y, tal vez no tan presionado, no pasaba”, plantea.
“Mi hijo amaba ser Policía, pero llegó a un límite. Los jefes se aprovechan, con tal de cubrir el servicio fuerzan a los pibes”, denuncia. También menciona el padecimiento de los chicos de los pueblos de la Provincia enviados sin opción a las bases de la Unidad Táctica de Operaciones Inmediatas (UTOI) en el Conurbano: “Están mal, tienen que gastar $7000 de Uber, porque no hay colectivos, y si no llegan a horario les dan sanciones que les tocan el bolsillo. Terminan el mes sin plata y con problemas psicológicos”.
Cenzano dice: “Hay chicos de 20 años que se matan. Traen un problema de cola, que intentan resolver con psicólogos, y esto los termina de detonar. Alguien le tiene que dar pelota a este tema porque es un desastre. Tiene que cambiar, que un jefe vea a un vigi decaído y le pregunte qué le pasa. Así debe ser. Esto es como ni una menos: ‘Ni un suicidio más’”.
Varias de las últimas víctimas trabajaban en la UTOI. Por ejemplo, Matías Benechea o Zahira Quimey Cuenca, de apenas 19 años. Esas muertes encienden la mayor alerta: están demasiado cerca del test psicotécnico que los admitió y los dejó unirse a un trabajo complejo en una unidad de las Fuerzas Especiales. Hoy se puede entrar a la Bonaerense a los 17 años. Y el área de Ingresos que los selecciona, curiosamente, no está en manos de policías.

Cenzano dice: “Nosotros vamos a accidentes, a suicidios. Yo he juntado con mis manos pedazos de ser humano, y después no tenés a nadie para hablarlo. Tendríamos que tener psicólogos gratis. Todo lo que vemos y pasamos, a los chicos los afecta muchísimo. No son como los viejos, que somos un roble. Es otra generación. Son chicos inteligentes pero frágiles”.
Los policías también lloran
“La Bonaerense es como una olla a presión con fuego abajo a la que le ponen la tapa”, dice el psiquiatra Sergio Gustavo Evrard, que atiende a muchos policías de la Bonaerense y desde hace tiempo observa con preocupación sus padecimientos. “Pareciera que son descartables –plantea–. El mundo moderno nos trata así, pero a ellos en especial. Se sienten en servicio las 24 horas, exigidos a estar conectados al celular con sus jefes incluso los francos. Tienen que limpiar su lugar de trabajo, ¡hasta los baños!, comprarse el uniforme, cuando en cualquier fábrica te lo dan. Y no tienen tiempo libre”.
La mayoría trabaja 48 horas por 24, lejos de su casa, y está en pareja con otro policía. Nunca les coinciden los horarios para desarrollar la vida familiar. Además, la mayoría tiene una segunda ocupación: son choferes de Uber, dan clases de fitness o artes marciales, hacen changas de albañilería o de seguridad. “Deberían ganar bien y dedicarse cien por cien a su trabajo, pero hacen otra cosa para sumar un mango. Muchos además consumen drogas. No están frescos y tienen un arma en la mano”, advierte el psiquiatra.
“Son laburantes de clase media baja a baja, no se pueden dar gustos, viven estresados y no tienen válvulas de escape. Están cansados. Me dicen: ‘Doctor, quiero dormir o estar tirado en el sillón mirando Netflix’. Y a veces pienso: ‘Éste tipo va a explotar’”. Evrard cuenta que a su consultorio suelen ir sin uniforme, “quizá por vergüenza de ser vistos como alguien débil que tuvo que ir al psiquiatra”. Y que adentro lloran: “Son humanos, lo quiero resaltar. Son laburantes como cualquier otro. Hay buenos, malos y mediocres, pero eso sí, los que terminan en el psiquiatra, los que yo atiendo, no son los corruptos sino los pobres giles. Y me pregunto por qué”.

El especialista analiza: “Los más jóvenes están desbordados por un combo de exigencia laboral y conflictos familiares. Los más viejos están desencantados con todo, desilusionados de una fuerza que no los banca en nada. Hay mucho desinterés de los jefes hacia sus subalternos y falta de compañerismo entre pares. Hay una cosa de competencia o de salvaje indiferencia. Es como si se hubiera perdido la humanidad”.
El mes pasado se creó el “Programa de Prevención del Suicidio”, que nombra con todas las letras a este tabú y reconoce el problema. Está dentro de la Subsecretaría de Salud y Bienestar Policial. Busca darle difusión. En 2020, durante la cuarentena, el Ministerio de Seguridad había armado un call center con psicólogos para atender a los policías, uno de los grupos de trabajadores esenciales más expuestos al coronavirus. Esa línea servía para canalizar angustias de forma amplia, pero no la dotaron de estructura suficiente, al punto de que los efectivos ni la conocían. Clarín se comunicó con el Subsecretario de Promoción de la Salud y el Bienestar Policial del Ministerio de Seguridad, Carlos Alberto Longo, que evitó responder qué objetivos se plantea este nuevo programa (de Prevención del Suicidio).
Un alto jefe policial del conurbano norte, compenetrado con este drama silencioso que se lleva en promedio tres hombres de la Bonaerense por mes, dice que hay una salida y es un “cambio cultural”. “Es necesario que al policía se lo reconozca como persona, que tenga derechos laborales y que haya mayor empatía vertical y horizontal. Que la vida del policía sea más organizada y previsible, hoy reinan el caos, la frustración laboral, económica y familiar”.
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Sociedad
Licencia de conducir digital: estas son las personas que no podrán hacer el trámite online
Publicado
3 días atráson
13 junio, 2025Por
Admin
Dos distritos todavía exigen realizar la gestión de manera presencial, a pesar de los cambios implementados por el nuevo sistema nacional
Hasta el momento, 21 jurisdicciones de Argentina activaron la posibilidad de realizar renovaciones o ampliaciones de la licencia de conducir a través de medios digitales en forma plena, en el marco de la implementación del Sistema Nacional de Licencias de Conducir (SINALIC), mientras que otra adhirió en forma parcial. Esta herramienta permite a los conductores gestionar su documentación sin necesidad de acercarse físicamente a un centro emisor.
Durante la primera jornada de aplicación, 19 de las 24 provincias del país ya se encontraban adheridas al sistema. En los días posteriores, varias más confirmaron su integración al SINALIC, llevando el total a 22. No obstante, dos distritos continuaron operando con el esquema anterior: Buenos Aires y Formosa.
Buenos Aires y Formosa son las únicas provincias que aún exigen que los trámites vinculados a la renovación de la licencia de conducir se realicen de forma presencial en los registros habilitados. Esto significa que los ciudadanos de esos territorios deben continuar con los mecanismos previos a la digitalización, sin acceso a la nueva modalidad remota.

Las autoridades porteñas explicaron que los exámenes psicofísicos pueden realizarse en 19 centros distribuidos por toda la ciudad. En esos espacios se lleva adelante la totalidad de los chequeos médicos requeridos en pocos minutos, utilizando equipamiento homologado. De esta forma, la Ciudad Autónoma mantiene un sistema paralelo, independiente del SINALIC.
Incorporación progresiva
La adhesión al nuevo esquema nacional fue progresiva. En un principio, la licencia digital sólo estaba disponible en 19 provincias, pero con el correr de los días se sumaron más jurisdicciones. Actualmente, las que forman parte del sistema son:
- Ciudad Autónoma de Buenos Aires (con adhesión parcial)
- Santa Fe
- Córdoba
- Neuquén
- Mendoza
- Catamarca
- Chaco
- Salta
- Jujuy
- Santiago del Estero
- Tucumán
- Chubut
- Corrientes
- Misiones
- La Rioja
- Entre Ríos
- San Luis
- La Pampa
- Tierra del Fuego
- San Juan
- Santa Cruz
- Río Negro
Cada una de estas provincias permite a sus ciudadanos realizar la renovación o ampliación de su licencia de conducir nacional desde una computadora o dispositivo móvil, sin necesidad de asistir físicamente a una dependencia estatal.
Un caso destacado fue el de la provincia de Córdoba, que no sólo adhirió al sistema nacional, sino que también comenzó a compartir su información con el Sistema Nacional de Antecedentes de Tránsito (SINAT). Además, Córdoba delegó facultades para la emisión de licencias profesionales de carácter interjurisdiccional, algo que nunca había hecho previamente, constituyendo un cambio relevante para la Agencia Nacional de Seguridad Vial (ANSV).
Cómo realizar el trámite
Para iniciar el proceso de renovación o ampliación en una provincia adherida, las personas deben ingresar al portal oficial del SINALIC: lncargentina.seguridadvial.gob.ar. Allí, el sistema solicita validar la identidad del usuario mediante el número de CUIL y la clave correspondiente a la aplicación Mi Argentina.
Si la persona aún no tiene creado su perfil en Mi Argentina, debe generarlo previamente. Esa cuenta almacena la documentación personal del ciudadano dentro de la plataforma de trámites oficiales del Estado.

Una vez validada la identidad, el sistema permite seleccionar uno de los dos trámites posibles: renovación o ampliación de la licencia. En el caso de la renovación, se visualizan las categorías habilitadas por el carnet vigente. Al confirmar la operación, el usuario debe pagar el Certificado Nacional de Antecedentes de Tránsito (CENAT), necesario para continuar con el trámite. Este pago se realiza mediante un enlace directo al sitio correspondiente o a través de medios electrónicos habilitados en la plataforma.
El CENAT tiene una validez de 30 días, por lo que resulta fundamental obtener turno para el examen psicofísico dentro de ese plazo. El sistema impide avanzar si el certificado no fue abonado y registrado, aunque permite reanudar el trámite desde el punto donde se interrumpió, sin pérdida de datos.
Luego de pagar y validar el CENAT, el usuario accede al listado de profesionales homologados para realizar el examen psicofísico obligatorio, paso que puede cumplirse sin salir de la plataforma. Una vez completado y aprobado este examen, los resultados son cargados automáticamente por los prestadores habilitados.
La licencia digital se genera dentro de la app Mi Argentina. Quienes deseen obtener una versión física del documento deben solicitarla aparte, lo cual implica un costo adicional por la impresión. Esa opción queda a criterio del titular y no es obligatoria.
Limitaciones de alcance
Si bien el nuevo sistema representa una ampliación de las herramientas digitales en materia de tránsito, no incluye a todo el país. Buenos Aires y Formosa no adoptaron la normativa, y por el momento no hay un cronograma oficial que anticipe su incorporación.
En el caso de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, la implementación se limita a licencias profesionales, excluyendo a quienes conduzcan vehículos particulares. No obstante, el distrito dispone de su propio sistema de trámites en línea y de centros habilitados para realizar los exámenes correspondientes.
En este contexto, el avance hacia la digitalización del trámite de licencias muestra una fuerte dispersión territorial, con distintos grados de implementación según la provincia. A pesar de los esfuerzos del gobierno nacional, persisten excepciones que limitan el alcance de la política.
Sociedad
La Justicia ordenó levantar la clausura de todas la ferias que funcionan en La Salada
Publicado
3 días atráson
13 junio, 2025Por
Admin
Lo decidió el juez federal Luis Armella. La fiscal había pedido que se reabra la feria de Urkupiña con un plan de blanqueo
El juez federal Luis Armella ordenó hoy levantar la clausura de las tres ferias que funcionan en el predio de La Salada, mientras continúa la investigación por lavado de dinero, asociación ilícita y evasión impositiva. En la resolución, a la que accedió Infobae, el magistrado determinó que la fiscal Cecilia Incardona deberá decidir el momento y las circunstancias de la reapertura.
Armella dispuso que que levante la clausura de las tres ferias que funcionan en la megaferia de La Salada: Punta Mogote, Ocean y Urkupiña.
La fiscal Cecilia Incardona, que llevó adelante la investigación durante dos años, había dictaminado a favor de levantar la clausura de la feria de Urkupiña, tal como adelantó este medio. Pero lo hizo con una serie de condiciones que apuntan al blanqueo general de la operación.
. Fiscalización aleatoria semanal de la actividad del interventor y/o representante legal.
. Inspecciones aleatorias de cada uno de los puestos de venta, mediante un sistema rotativo y sorpresivo.
. Registración de cada uno de los comerciantes en la categoría fiscal que corresponda (monotributo, responsable inscripto, etc.). Control y exigencia de la facturación respectiva tanto de venta como de compra.
. Remisión de un informe semanal al Juzgado y a la Fiscalía de cada inconsistencia detectada y las medidas tomadas al respecto.

La feria de La Salada, un enorme complejo de más de seis mil puestos en Ingeniero Budge (Lomas de Zamora), había sido clausurada el 22 de mayo, tras una serie de allanamientos. Ese día fueron detenidos Jorge Castillo, el llamado “Rey de La Salada”, que cayó en su mansión de Luján, Aldo Presa, su histórico administrador, y varios de sus allegados. En cambio, Enrique Antequera, jefe de la feria Urkupiña, todavía continúa prófugo.
A partir de ese momento, los feriantes comenzaron a realizar cortes y protestas en la Municipalidad de Lomas de Zamora e incluso en la puerta de la Fiscalía que llevó adelante de la investigación. La presión finalmente desembocó en la reapertura dispuesta este viernes.
La investigación y las escuchas sobre toda la organización
Durante más de un año, la Policía Federal escuchó las conversaciones de Jorge Castillo y sus familiares más cercanos. El empresario se cuidaba mucho al hablar por teléfono pero cada tanto daba pistas sobre su vida y su patrimonio. En las escuchas, autorizadas por la justicia federal, Castillo y sus familiares hablan de operaciones inmobiliarias, compra de armas, y hasta de viajes por el mundo.
Al momento de imputarlo, la fiscal Cecilia Incardona acusó a Castillo, entre otras cosas, por la compra de un paquete turístico para conocer dos destinos exclusivos: Emiratos Árabes y las playas de Maldivas. El “Rey de La Salada” viajó junto a su mujer, su suegra, y sus cuatro hijos entre el 27 de diciembre de 2024 y el 20 de enero de este año. Según las estimaciones de los investigadores, el tour habría costado casi 85 mil dólares.

Los preparativos comenzaron a mediados del año pasado. Las escuchas revelaron que la mujer de Castillo, Natalia Luengo, ahora detenida, comenzó a contactarse con agencias de viaje en agosto. El plan inicial era comprar una casa en el barrio Costa Esmeralda, pero terminaron optando por el viaje a Emiratos Arabes y Maldivas para pasar el Fin de Año.
El 6 de agosto, en una charla con su mamá, Luengo confirma que prefiere ir “a los shoppings más exclusivos del mundo”.
– Natalia Luengo: Llamé a una agencia, porque primero Jorge me dijo “Bueno, está bien, seña la casa esa”, viste, que señé lo de allá en Costa Esmeralda.
– Nilda Arrieta: Sí ….
– NL: Pero yo anoche también, ya viste, a la tipa le dan la mano y yo ya voy por todo. (risas). Ya que está. Bueno mandé a varias agencias, y una que es muy conocida que me presupueste a Maldivas …. Uno dice que es caro pero ¿qué es caro? (risas) Y mirá, 12 días en Maldivas y 7 días en Dubái, con aéreo, 8.800 por persona, no es tan caro… Casi 70.000 dólares.
-NA: ¿Qué es hotel nada más?
-NL: Hotel y aéreo
-NA: Y escúchame, ¿Qué es lo que hay en Dubai? ¿Qué es lo que hay de lindo en Dubai?
-NL: Bueno, en Dubái iríamos primero al desierto, quiero conocer lo que es el desierto…
-NA: ¿Ahí es dónde están los camellos?
-NL: SI, sí. Y están los shoppings más exclusivos del mundo. Es todo..
Los teléfonos de Castillo y su mujer eran escuchados las 24 horas del día. El registro de las comunicaciones revela cada ingreso a su casa del country “Haras Argentino Farm Club”, en el partido de Luján, por los llamados que hacía la seguridad. Hay decenas de nombres que luego fueron investigados.
Las llamadas a los teléfonos de la pareja revelaron, además, operaciones inmobiliarias, datos de cuentas bancarias y domicilios desconocidos. El 29 de abril de 2024, la mujer de Castillo se comunica con una inmobiliaria de Luján para alquilar una propiedad en la calle Lavalle al 400, en esa misma localidad. Y el 4 de mayo, la guardia del barrio le avisa a la mujer que había llegado una persona para reunirse con Castillo por la venta de un campo “de acá de Torres”.
Sociedad
Aumentó la desocupación en CABA y ya afecta a 132.000 personas
Publicado
4 días atráson
12 junio, 2025Por
Admin
Según los datos oficiales, el 7,8% de la población activa busca trabajo, pero no lo encuentra. La cifra marca un leve aumento respecto al mismo periodo de 2024, cuando alcanzó el 7,5 por ciento
Durante el primer trimestre de 2025, la desocupación en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA) alcanzó el 7,8% de la Población Económicamente Activa (PEA), lo que representa a unas 132.000 personas sin empleo. Este porcentaje refleja un leve incremento en comparación con el mismo período de 2024, cuando la tasa de desocupación era del 7,5%, según el Instituto de Estadística y Censos de la Ciudad de Buenos Aires.
El informe también destaca una marcada desigualdad de género en el acceso al empleo. La desocupación afecta al 7,1% de los hombres económicamente activos, mientras que entre las mujeres asciende al 8,6%. Esta brecha evidencia las barreras persistentes que enfrentan las mujeres en el mercado laboral porteño, lo que agrava las tensiones en un contexto de empleo ya frágil.
Otro indicador relevante es el aumento de la subocupación, que alcanzó el 8,7%, creciendo 1,2 puntos porcentuales en comparación con el primer trimestre de 2024. Este incremento se debe principalmente al componente no demandante, es decir, personas que trabajan menos de 35 horas semanales y no buscan activamente ampliar su carga laboral. Este fenómeno refleja una precarización en las condiciones laborales, ya que muchas personas no logran acceder a empleos de tiempo completo o con mejores condiciones.
La calidad del empleo
En cuanto a la calidad del empleo, el informe revela que el 74,5% de la población ocupada es asalariada, un porcentaje que no ha variado respecto al año anterior. Sin embargo, dentro de este grupo, el 25,4% no recibe aportes jubilatorios, lo que pone de manifiesto un alto nivel de informalidad en el mercado laboral. Además, el 7,6% de quienes trabajan en unidades económicas lo hacen bajo condiciones contractuales precarias, como contratos temporales o por tiempo determinado, lo que limita su estabilidad laboral.

Por otro lado, el informe señala que los puestos de trabajo con duración de entre 35 y 45 horas semanales alcanzan el 45,4%, apenas por debajo del registro de un año atrás (46,1%). La misma dinámica tienen la población ocupada que declara trabajar más de 45 horas semanales, que incluye al 26,4% (era 27,3% en el primer trimestre de 2024).
Por otro lado, la proporción de trabajadores por cuenta propia se mantuvo en el 20,8%, sin cambios respecto al mismo período de 2024. Aunque este segmento no muestra crecimiento, tampoco ha logrado absorber la presión sobre el empleo formal, lo que contribuye a la persistencia de un escenario laboral frágil.
En síntesis, aunque los indicadores generales de actividad y empleo no presentan variaciones significativas y algunos indicadores a nivel macro se han “acomodado”, el aumento de la desocupación y la subocupación refleja un mercado laboral que sigue siendo vulnerable. Las desigualdades de género, los altos niveles de informalidad y la precarización de las condiciones laborales continúan siendo desafíos estructurales que afectan a miles de trabajadores en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.


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