Salud
Avanza la historia clínica electrónica: las dudas sobre el uso de datos privados
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El plan nacional se gestó hace 5 años, se aprobó en marzo y algunas provincias y efectores de salud lo implementaron.
En lo que quizás sea el comienzo del final de un ciclo de Salud con sus sobresaltos, el Gobierno busca dejar en marcha una pata clave para la transformación del área hacia la digitalización: la implementación de la historia clínica electrónica (HCE), ley sancionada en marzo y reglamentada en julio, que retoma metas definidas en 2018. En estas líneas, en qué consiste y cómo repercutirá en los pacientes.
Como la telemedicina y las recetas electrónicas, la historia clínica electrónica se suma a los pilares de la llamada salud digital, hacia donde todos los países van, en busca de lograr gestiones más eficientes, inteligentes, expeditivas y austeras, pero con mejores niveles de acceso, pensando en los pacientes de distintas geografías y estratos socioeconómicos.
Tener más datos de los pacientes permite, entre otros beneficios, cruzar variables y sacar conclusiones epidemiológicas muy útiles para desarrollar políticas preventiivas (hacia donde va la Salud hoy), pero todo tiene su contracara, ya que está el riesgo de que se haga un mal uso de esa información. El tema no es menor en Argentina, donde cada tanto se sabe de vulneraciones informáticas al Gobierno, al propio Ministerio de Salud o, como pasó hace poco, al PAMI.
Estas cuestiones importan porque hablar de historia clínica electrónica no solo implica que los médicos de instituciones públicas y privadas dejen atrás la práctica arcaica de la fichita con manuscritura incomprensible. Es, principalmente, echar a andar un sistema que se conoce en muchos países como hub o bus de interoperabilidad.
Un lugar (virtual) donde todos los subsistemas que acopian historias clínicas digitalizadas de los centros de salud de todas las provincias puedan “interactuar”. En realidad, interoperar. El requisito, claro, es que existe un código o lengua común; cumplir una serie de estándares que compatibilicen los distintos sistemas.

Mientras muchos prestadores privados y también algunas provincias ya tienen sus propios sistemas de HCE, la cartera de Salud que conduce Carla Vizzoti lanzó, ahora, la llamada Historia de Salud Integrada (HSI), un sistema o plataforma de historia clínica digital (de código abierto), disponible para el sector público o para toda aquella obra social o centro de salud que precise utilizarlo.
La intención, como se dijo, es que los sistemas en uso se “adapten” al lenguaje común que les permitirá interoperar, y que los que no tienen historia digital, la implementen.
Los beneficios de la Historia Clínica Electrónica
Supongamos que Ana se atiende en un hospital o clínica de La Matanza, pero cuando se va de vacaciones a Calamuchita, Córdoba, por algún evento, precisa atención médica de guardia. El médico de turno querrá saber qué medicación toma, si padece alguna patología, si ya tuvo cuadros así… A través de su propio sistema informático “llamará” los datos de salud de Ana, y luego dejará asentada, también ahí, la consulta realizada. Así, todos pueden consultar el historial de salud de Ana y todos pueden, además, “engrosarlo”.
El paciente, a su vez, dejará de cargar esas bolsitas de mango cortante, con sus papelitos llenos de estudios de laboratorio, radiografías, tomografías, informes de esto y aquello, de acá para allá.
Ahora bien, como los datos de salud son considerados confidenciales, surgen algunas dudas respecto de cómo se instrumentará todo esto.

Compartir datos de salud: riesgos y beneficios
El tema de los datos personales es importante, en un país donde existen bases oficiales con información ciudadana privada, compartidas de manera pública.
Y, en general, nadie anda por ahí compartiendo que por ejemplo debe tomar medicación psiquiátrica por un trastorno obsesivo-compulsivo, se ha sometido a una vasectomía o apelado al derecho de la interrupción voluntaria del embarazo.
La ley es clara: los datos de salud son del paciente y la guarda de esa información está a cargo del prestador de salud. Pero, ¿el hub “interoperabilidad” permitirá que todas las instituciones y médicos tengan acceso a los datos de salud de todos? ¿Qué parte podrá decidir el paciente?
La Historia Clínica Electrónica en otros países
Clarín habló por escrito con el Ministerio de Salud, desde donde Fabián Puratich, subsecretario de Integración de los Sistemas, respondió algunas preguntas por escrito (se comentarán debajo). Luego de enviar un listado de repreguntas donde se solicitaban más precisiones, al principio fue imposible concertar otro espacio de diálogo (por problemas de agenda), pero luego se cortó toda comunicación con el funcionario.
Apenas se reglamentó la ley, Clarín habló con Rubén Torres, ex superintendente de Servicios de Salud; con Hugo Magonza, director general del Cemic; y con dos fuentes que pidieron reservar su nombre: el director médico de un importante sanatorio porteño y una persona considerada “impulsora fundamental” de la salud digital en la Argentina.
La evaluación fue unánime: implementar la Historia Clínica Electrónica es clave y, respecto de la ley local, hubo coincidencia en que faltan precisiones, pero es un primer paso necesario.
Sin embargo, Clarín quería saber algo bien específico y no fue posible averiguarlo: entender si la concreción del plan será, por ejemplo, similar a como es en Francia, donde los usuarios habilitan a su gusto el acceso a la historia clínica electrónica personal, autorizando a determinados médicos desde su teléfono o computadora.
O si, en cambio, funcionará como en Uruguay, donde está la posibilidad de que la historia clínica sea compartida con los establecimientos de salud de la localidad propia, y para toda otra gestión por fuera de esa geografía, corren tres niveles de autorización que el paciente ya debería haber dado, dijeron desde el Ministerio de Salud de ese país.
“El primero solo permite que otros médicos registren un evento. El segundo, que entren y vean mi historia, además de registrar un evento. En el tercero, que entren y registren un evento, pero también pueden usar mi información con fines de investigación. Funciona bastante bien”, evaluaron.
No hay una sola forma de implementar la historia clínica electrónica. Una de las fuentes opinaba que lo lógico sería que el personal de salud tuviera permisos acotados, empezando por “poder ver dónde hay guardada información del paciente (en qué subsistema/institución) y en qué fecha fue incluida esa información en la historia, pero no necesariamente poder ver la información en sí, salvo que el paciente lo autorice”.
Los datos digitales y el riego de vida
En cambio, si el paciente entra inconsciente a la guardia y no hay autorización de acceso a su historia clínica, es unánime que los médicos deberían poder ver la ficha médica para -por ejemplo- saber qué medicación toma la persona y no indicar un tratamiento perjudicial.
Desde Uruguay remarcaron que “el médico tiene normativa que lo ampara para entrar a leer la historia clínica, cubrir el evento puntual y salir, o sea, perder el acceso. Esto, siempre que haya peligro de vida”.
En Perú, la ley de historia clínica electrónica fue sancionada hace diez años. Sin embargo, “no es fácil”, explicó el experto en salud digital Walter Curioso (médico especializado en informática biomédica y máster en salud pública por la Universidad de Washington, Estados Unidos), quien aclaró que, “al 2020, la implementación solo había alcanzado el 15% de los establecimientos”. Y, como en los casos anteriores, en Perú cada paciente autoriza de manera expresa qué médicos pueden leer su historia clínica.
Qué dijeron en el Ministerio de Salud
En el decreto 393/2023 que reglamentó la ley 27.706 (“Programa Federal Único de Informatización y Digitalización de Historias Clínicas de la República Argentina”) faltan precisiones y por eso Clarín trasladó algunas preguntas al Ministerio.
Con respecto a la participación del paciente en la toma de decisiones, se consultó si habrá una suerte de app para autorizar a gusto el personal que tendrá acceso a la HCE. La respuesta no fue muy clara: “El paciente es el dueño de su historia clínica y cuando concurre a la consulta se accede a través de su número de DNI. Por lo tanto si va a la consulta es quien a través de la validación de su identidad permite el acceso”.
Dado que cualquiera puede tener el número de DNI de un tercero y no detallaban si se contará con una clave, si la autorización es inmediata o lleva días, se pidieron más precisiones a Fabián Puratich, responsable del área. Al cierre de esta nota no se habían respondido las consultas.
Considerando que muchos prestadores y, mismo, provincias enteras cuentan con sistemas de historia clínica digitalizada, se preguntó qué porcentaje del sistema de salud está en condiciones de amoldar sus plataformas para interoperar con el famoso “bus”, y cuánto tiempo llevará concretarlo.
La respuesta, textual, fue que “se está llevando adelante el censo de los datos, la ley no dice que debe ser inmediato, sino que se debe llevar adelante la adaptación para que los sistemas sean interoperables”.
En cuanto a la Historia Integrada de Salud (el sistema público de historia digital), especificaron que “siete jurisdicciones la están implementando con más de 500 efectores. Además adhirieron a través de la COSSPRA las obras sociales provinciales, la IOSFA, CADIME y algunas obras sociales provinciales en forma individual”.
Se preguntó por el cuidado de los datos personales. Porque, ¿quién sería responsable ante una vulnerabilidad en el seno del bus de interoperatividad? “Los responsables de los datos son cada uno de los efectores donde se cargan los mismos”, dijeron desde el Ministerio.
El ahorro de digitalizar la salud
El medio vaso lleno existe. Entre los estudios internacionales que subrayan el ahorro de los procesos de digitalización en salud está uno del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), de 2022, con el que vale la pena cerrar estas líneas.
Se titula “Estudio sobre la salud digital como oportunidad para Latinoamérica y el Caribe”. Para 2030, dice, el ahorro mundial por implementar la telemedicina podría llegar a 1.700 millones de litros de combustible usado para traslados y más de 66.000 millones de dólares al liberar espacio que podría destinarse a otros fines.
“La telemedicina no es algo nuevo; entre 2005 y 2016, países que invirtieron en asistencia remota pública alcanzaron resultados sorprendentes, con tasas de 70-80% de transferencias evitadas de pacientes a centros de salud especializados o de mayor complejidad y ahorros de 10-15% en el presupuesto municipal de salud y de más de 10 millones de segundas opiniones en electrocardiogramas y exámenes de imágenes”, afirma el trabajo.
El plan que se está poniendo en marcha en Argentina se remonta a por lo menos cinco años atrás, cuando salió publicada la “Estrategia Nacional de Salud Digital 2018-2024”. Como dice el BID, “un sistema de salud nacional completamente interoperable puede lograr beneficios económicos importantes, con un ahorro neto que parece alcanzarel 5% del gasto total en Salud, sin tomar en cuenta los costos indirectos derivados de proveer mejor atención médica y los costos de acciones judiciales prevenidas”. Parece tiempo de concretar las medidas anunciadas.
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Salud
Un cardiólogo que estudia a los “superancianos” identifica el único hábito que garantiza vivir muchos años y con buena salud: “Es lo único que reduce nuestro reloj biológico”
Publicado
5 días atráson
4 junio, 2025Por
Admin
Tras analizar los factores que comparten los “superancianos”, el reconocido cardiólogo Eric Topol concluye que la longevidad depende, sobre todo, de una costumbre cotidiana
El doctor Eric Topol, cardiólogo y genetista estadounidense, lleva décadas investigando los secretos de la longevidad. Su reciente libro, Super Agers: An Evidence-based Approach to Longevity (Superancianos: una aproximación a la longevidad basada en pruebas), recopila los resultados de años de análisis sobre personas que superan los 80 años manteniendo la salud y la vitalidad. La publicación aún no ha salido en español, pero ya ha generado debate en foros especializados y en medios de comunicación de todo el mundo.
Pocas son las personas que consiguen cruzar la barrera de los 90 manteniéndose activos y en buena forma. Lejos de secretos inalcanzables o fórmulas mágicas, Topol defiende que la clave se encuentra “más cerca de lo que creemos” y apuesta por rutinas sencillas. En su recorrido profesional – es reconocido como uno de los diez principales expertos mundiales en longevidad -, el médico afirma que pequeños cambios diarios pueden prevenir enfermedades que encabezan la mortalidad global: cáncer, cardiopatías y trastornos neurodegenerativos.

El deporte es “lo único que sabemos que reduce nuestro reloj biológico”
“Sabemos que estas enfermedades tardan al menos 20 años en desarrollarse, así que estamos en condiciones de prevenirlas, sobre todo en personas con mayor riesgo”, afirma. “Tenemos una oportunidad de evitar esas patologías que surgen con la edad”. Para el especialista, modificar ciertos hábitos no supone un esfuerzo desmedido: “No se trata de pastillas ni de trucos mágicos. Podemos trabajar con lo que ya está en nuestras manos”.
El ejercicio – según Topol – destaca por encima del resto de recomendaciones. Basta con observar cómo se estructura la rutina diaria y plantear cambios sencillos en movimiento, dieta y ocio para encarrilar la salud a largo plazo. El cardiólogo recomienda especialmente aquellas actividades dirigidas a trabajar la musculatura en resistencia y los ejercicios de fuerza de prensión (la capacidad que tiene una persona para apretar o suspender objetos en el aire con las manos), dos prácticas que han mostrado una eficacia notable frente al deterioro físico vinculado al paso de los años.
“Resulta que el ejercicio es lo único que sabemos que reduce nuestro reloj biológico. El espacio entre tu verdadera edad y la edad biológica puede ampliarse”, destaca Topol. La recomendación estándar es realizar 30 minutos de ejercicio, cinco días a la semana, aunque el propio cardiólogo reconoce que incluso con dos sesiones semanales ya se obtienen beneficios. “No es sobre volverte más fuerte, es también sobre mejorar tu equilibrio”, insiste. “Nada de lo que podamos hablar supera al ejercicio si hablamos de reducir nuestro proceso de envejecimiento. No lo sabríamos si no hubiese toda esa ciencia detrás”.
Topol subraya que el ejercicio se ha revelado como el hábito más eficaz para mejorar la salud y prolongar la vida. Para quienes buscan una clave en la longevidad de los llamados “superancianos”, el mensaje queda claro: moverse no solo alarga los años, sino que también los llena de salud y vitalidad.
Salud
Qué es el síndrome del “hombro congelado”, la dolencia que afecta principalmente a las mujeres mayores de 40
Publicado
6 días atráson
3 junio, 2025Por
Admin
Durante la mediana edad, esta condición asociada a cambios hormonales interfiere con rutinas básicas y deteriora el bienestar general, advierten desde National Geographic. Cuáles son los síntomas y por qué es esencial el diagnóstico oportuno
Alcanzar el estante de la cocina, atarse el pelo o solo levantar los brazos pueden ser acciones que, aunque simples, se vuelven un desafío inesperado para muchas mujeres en la mediana edad, especialmente después de los 40 años.
Actualmente, esta condición ganó relevancia debido a su impacto prolongado y a la necesidad de repensar su diagnóstico y tratamiento desde una perspectiva informada y equitativa. Es que el dolor persistente y la rigidez en el hombro afectan de manera desproporcionada a mujeres de mediana edad, con una alta prevalencia e impacto en la calidad de vida.

El hombro congelado se caracteriza por una restricción progresiva y dolorosa del movimiento en la articulación, tanto en acciones activas como pasivas.
- Congelación: dolor y rigidez aumentan de forma progresiva.
- Congelada: disminuye el dolor, pero persiste la rigidez, lo que dificulta las actividades cotidianas.
- Descongelación: el rango de movimiento mejora de manera gradual.
Este proceso puede extenderse entre uno y tres años. En algunos casos, la recuperación total no se alcanza.
Vale destacar que, en la fase inicial, el dolor suele ser intenso por la noche y la movilidad del hombro se reduce. En la etapa intermedia, la rigidez se acentúa y puede producirse atrofia muscular. Finalmente, durante la recuperación, disminuye el dolor y mejora la movilidad, aunque no siempre se restablece por completo.
Desde Mayo Clinic advierten que, aunque en la mayoría de los casos se resuelven con el tiempo, la afección puede resultar incapacitante durante su evolución.
Cuáles son los factores de riesgo

Diversos reportes indican que entre el 2% y el 5% de la población desarrolla capsulitis adhesiva. Su frecuencia aumenta significativamente en mujeres de entre 40 y 60 años, especialmente en la transición menopáusica, profundiza National Geographic.
El mismo medio señala que cerca del 75% de los casos se presentan en mujeres, y más del 70% de quienes atraviesan la menopausia padecen síntomas musculoesqueléticos. Es más, una de cada cuatro desarrolla alguna forma de discapacidad funcional.
Aunque sus causas exactas no están completamente establecidas, se estima que el hombro congelado se origina por un proceso inflamatorio que provoca el engrosamiento y la contracción de la cápsula articular. Sobre este punto, el estudio de Climacteric vincula este mecanismo con la disminución de estrógenos durante la menopausia, lo que contribuye a la aparición de síntomas musculoesqueléticos como el dolor articular y la rigidez.
En cuanto a los factores de riesgo, Mayo Clinic identifica a los antecedentes de diabetes, trastornos tiroideos, enfermedades neurológicas o cardiovasculares, así como la inmovilización prolongada del hombro.
Vale destacar que la afección presenta mayor prevalencia entre personas de origen asiático, donde se la conoce como “hombro de los cincuenta años”, según relata National Geographic.

Por otro lado, un estudio publicado en Climacteric propuso el término “síndrome musculoesquelético de la menopausia” para describir síntomas asociados al descenso de estrógenos, como capsulitis adhesiva, artralgia y pérdida de masa muscular.
Al tiempo que una investigación publicada en Journal of Clinical Medicine documentó la alta frecuencia de dolor de hombro en mujeres menopáusicas y las barreras diagnósticas que enfrentan.
Contexto histórico y falta de investigación
Durante décadas, el hombro congelado fue una enfermedad poco comprendida y subestimada por la comunidad médica. National Geographic destaca que hasta hace poco existían escasos estudios sobre sus causas y tratamientos, en parte por un sesgo de género en la investigación.
La cirujana ortopédica Jocelyn Wittstein, citada por el medio, afirmó que “el solo hecho de ser mujer es un factor de riesgo para el hombro congelado” y señaló que la mayoría de los cirujanos ortopédicos no experimentan la menopausia, lo que contribuye a la falta de urgencia en el abordaje de esta afección.

En 2024, Wittstein y su equipo introdujeron el concepto de síndrome musculoesquelético de la menopausia, para describir síntomas como dolor articular, pérdida de masa muscular, disminución de densidad ósea y progresión de la osteoartritis. La revista Climacteric, en ese tono, subrayó la relevancia de esta terminología para aumentar la conciencia médica y social sobre los efectos musculoesqueléticos del climaterio.
Diagnóstico: criterios y relevancia de la detección temprana
Durante años, el hombro congelado fue poco atendido en la práctica clínica. National Geographic vincula esta omisión con un sesgo de género. En ese marco, Jocelyn Wittstein insistió en que el factor de riesgo de ser mujer fue históricamente desestimado y atribuyó esa omisión al desconocimiento clínico de la experiencia menopáusica.
Estas afirmaciones sobre el síndrome musculoesquelético en la menopausia adquirieron respaldo desde la revista Climacteric, ya que se documentó la frecuencia y el impacto de estos síntomas en mujeres en transición hormonal.
El estudio en Journal of Clinical Medicine reforzó esta perspectiva al mostrar la elevada prevalencia de dolor de hombro y la falta de estrategias diagnósticas eficaces, lo que prolonga el sufrimiento y retrasa el tratamiento adecuado.

Lo cierto es que el diagnóstico del hombro congelado es clínico. Se basa en la historia de dolor y rigidez progresiva, y en la limitación del rango de movimiento activo y pasivo. La Cleveland Clinic explica que el examen físico incluye la evaluación comparativa con el otro hombro.
Las radiografías permiten descartar patologías como artritis o lesiones óseas, y técnicas como la resonancia magnética o la ecografía ayudan a confirmar el diagnóstico.
Su identificación oportuna es clave. Intervenir en las primeras fases mejora el pronóstico y acorta la duración de los síntomas. Sobre este punto, y a modo de ejemplo, el estudio publicado en Journal of Ultrasound demostró que la hidrodilatación guiada por ecografía, combinada con fisioterapia, resulta más eficaz si se aplica antes de alcanzar la rigidez completa.
Tratamientos actuales y evidencia disponible
El tratamiento del hombro congelado evolucionó, aunque aún no hay un protocolo unificado. Las estrategias incluyen fisioterapia, analgésicos, antiinflamatorios no esteroideos, corticoides (orales o inyectables), hidrodilatación y, en casos refractarios (resistes a los tratamientos tradicionales), cirugía.
La fisioterapia es el pilar del abordaje conservador. Mayo Clinic y Cleveland Clinic coinciden en que los ejercicios de amplitud de movimiento, acompañados de un compromiso sostenido con la rehabilitación, son fundamentales para la recuperación.
Las infiltraciones con corticoides alivian los síntomas en las etapas iniciales, aunque su efecto es transitorio. La hidrodilatación —inyección intraarticular de solución salina y corticoides guiada por ecografía— mostró buenos resultados, especialmente al combinarse con fisioterapia personalizada.

El trabajo publicado en Climacteric cita estudios clínicos que muestran que estos tratamientos logran buenos resultados si se inician a tiempo, reduciendo la necesidad de intervenciones más invasivas.
Respecto a la terapia hormonal, National Geographic y la revista Climacteric señalaron que la terapia de reemplazo hormonal (TRH) podría prevenir o aliviar los síntomas musculoesqueléticos, incluido el hombro congelado.
La Dra. Kathleen Jordan, directora médica de Midi Health, afirmó a National Geographic que la TRH es una de las intervenciones más eficaces para el dolor articular vinculado al hipoestrogenismo, aunque debe evaluarse caso por caso.
Las opciones quirúrgicas quedan reservadas, entonces, a cuadros en los que el tratamiento conservador falla. El estudio de Journal of Clinical Medicine advirtió que muchas mujeres menopáusicas no acceden de forma temprana a tratamientos adecuados debido a la subestimación de su dolor, lo que retrasa intervenciones efectivas.

El reconocimiento del hombro congelado como parte del síndrome musculoesquelético amplió la investigación clínica y mejoró el enfoque terapéutico. National Geographic destacó, en ese sentido, que una nueva generación de especialistas en salud femenina favoreció el acceso a tratamientos basados en evidencia.
En paralelo, Climacteric resaltó el rol de intervenciones complementarias como el ejercicio de resistencia y la suplementación con vitamina D, magnesio y vitamina K2 para preservar la masa ósea y muscular en mujeres posmenopáusicas. La hidrodilatación guiada y la fisioterapia personalizada continúan como intervenciones de primera línea, sobre todo si se aplican en fases tempranas.
Salud
Andar en bicicleta o caminar, ¿qué es mejor para la salud cardiovascular?
Publicado
6 días atráson
3 junio, 2025Por
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Ambas prácticas tienen múltiples beneficios para el organismo. En el Día Mundial de la Bicicleta, un repaso por sus efectos en la prevención de enfermedades cardíacas, control metabólico y fortalecimiento muscular
Cada 3 de junio se conmemora el Día Mundial de la Bicicleta, una iniciativa de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) que busca fomentar su uso por sus múltiples beneficios sociales, ambientales y de salud.
En 2025, la Organización Mundial de la Salud (OMS) publicó un análisis al respecto de su director general, Tedros Adhanom Ghebreyesus, quien apuntó: “Caminar y andar en bicicleta mejora la salud y hace que las ciudades sean más sostenibles. Cada paso que damos y cada paseo ayudan a reducir la congestión, la contaminación atmosférica y las enfermedades. No obstante, debemos hacer que los desplazamientos a pie y en bicicleta sean seguros, para que más personas opten por estas opciones más saludables y ecológicas”.

Caminar o andar en bici: sus beneficios para la salud cardiovascular
Tras analizar a 82.297 personas durante 18 años, el trabajo concluyó que “en comparación con los desplazamientos no activos, el uso de la bicicleta se asoció con un menor riesgo de mortalidad por todas las causas, un riesgo un 24% menor de hospitalización por enfermedades cardiovasculares, prescripción de medicación cardiovascular y prescripción por problemas de salud mental”. En cuanto a la caminata, el mismo estudio señaló que las personas “que caminaban al trabajo tenían un riesgo 10% menor de hospitalización por enfermedad cardiovascular y de recibir medicación para tratarla”.
Sin embargo, el trabajo también advirtió sobre un riesgo mayor de lesiones entre ciclistas: “Quienes se desplazaban en bicicleta tenían casi el doble de riesgo de hospitalización por colisiones de tráfico en comparación con los no activos, aunque este fue un evento relativamente infrecuente (83 hospitalizaciones en 18 años)”. Estos eventos reflejan la necesidad de infraestructuras seguras para garantizar los beneficios del ciclismo sin aumentar riesgos viales.

En 2022, la OMS publicó un informe en el que apuntó: “Andar en bicicleta y caminar puede ayudar a combatir el sobrepeso y reducir la inactividad física. Los desplazamientos activos se asocian con una disminución de aproximadamente el 10% del riesgo de enfermedad cardiovascular y una disminución del 30% del riesgo de diabetes tipo 2″.
Fortalecimiento muscular, según la intensidad que se busca
Tanto caminar como andar en bicicleta activan los músculos de las piernas. Según una revisión de Public Health England, “el ciclismo se asocia con mejoras en la composición corporal” y permite reducir el porcentaje de grasa corporal cuando se lo realiza con frecuencia.
El mismo informe destacó que andar en bicicleta “beneficia la capacidad cardiorrespiratoria en adultos”, lo que implica también un refuerzo de la musculatura involucrada en la resistencia aeróbica. Por su parte, caminar actúa sobre músculos estabilizadores, fortalece los tobillos y las caderas, y mejora el equilibrio, especialmente en personas mayores o con movilidad reducida. Además, se asocia con mejoras en la salud musculoesquelética de mujeres posmenopáusicas y personas con dolor lumbar crónico, según precisó el análisis.
Si bien el ciclismo podría promover un fortalecimiento más marcado debido a la carga mecánica del pedaleo, caminar también ofrece beneficios relevantes, particularmente en términos de mantenimiento de la masa muscular con bajo impacto en las articulaciones, de acuerdo a los expertos.
Bajar de peso: ambas son buenas alternativas
Ambas actividades son aliadas eficaces en estrategias de control del peso. La OMS ha indicado que caminar “durante 30 minutos o andar en bicicleta durante 20 minutos la mayoría de los días reduce el riesgo de mortalidad en al menos un 10%”.

En el informe de Public Health England detallaron que caminar con regularidad genera descensos en el índice de masa corporal, el perímetro de cintura y el peso, particularmente en personas inactivas o con sobrepeso. El ciclismo, por su parte, está significativamente asociado con una menor grasa corporal en estudios de cohorte y ensayos clínicos, lo que lo posiciona como una herramienta útil para reducir el exceso de peso.


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