Sociedad
“Monstruos del nazismo”: del cuñado de Hitler que se escondió en Santa Cruz al oficial de las SS que veraneaba en Miramar
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Uno a uno, los personajes más oscuros que estuvieron detrás del ”mayor y más horrendo crimen de la historia de la humanidad” en un libro que se descarga gratis acá.
El libro que leerán está escrito en un lenguaje claro y puede ser leído por cualquier lector interesado, tenga o no una exhaustiva experiencia en la Historia. Pueden leerlo sin temor a los golpes bajos ni a descripciones detalladas de asesinatos y torturas que linden lo macabro, no porque no hayan existido sino porque la información está por sobre el amarillismo.
Aquí no hay una enumeración de batallas que termine por marear al lector sino que hay una narración de los hechos, focalizando en los protagonistas. Hitler, Goebbels, Hoess, Mengele, Eichmann, Bormann, Göring, Fegelein, el cuñado de Hitler, y un menos conocido Walter Kutschmann, quien acabó sus días relativamente tranquilo en una Miramar soleada en la Argentina.
Desde el fin de la Segunda Guerra Mundial y hasta la caída de las Torres Gemelas, la pregunta clave acerca de cómo un puñado de jerarcas nazis pudo matar a millones de personas le quitaba el sueño a más de uno. Como si fuera poco, la cuestión no era solo el asesinato de inocentes, mujeres embarazadas y niños; a ello se agregaba el uso sistemático de la muerte y haber vuelto mero “objeto de productividad y de recaudación” a un cuerpo o a un cadáver.
Mientras los prisioneros pudieran trabajar dentro de los campos y fueran productivos para los nazis se les permitía vivir. Un cadáver, a su vez, era una fuente de piezas de oro de su dentadura, de grasa en su cuerpo -si había-, y también de cabellos. Hasta entonces, el mundo no había convivido con una civilización que pusiera en marcha un modo sistemático para enriquecerse con la muerte.
¿Cómo pudo pasar algo así? Muchos de los sobrevivientes de los campos de concentración acabaron suicidándose al cabo de años o décadas porque no soportaron el peso de la pregunta. ¿Eran los nazis unos simples monstruos? ¿Esas personas estaban locas? Y si eran monstruos, ¿por qué la gente no los detectó a tiempo para detenerlos?
II
Cien años atrás, en 1923, Adolf Hitler intentó un golpe de Estado para hacerse con el gobierno de Alemania. Fue a la cárcel y allí escribió su ideario: Mi lucha. Para cuando salió de prisión se convirtió en la cabeza del Partido Nacional Socialista Obrero Alemán, ganó las elecciones y así arrancó la tragedia. Nadie podría haber vaticinado que tras ese intento fallido, ese hombre podía desatar la masacre más sanguinaria del siglo XX. Pero lo hizo.
No estaba solo sino apoyado y sostenido por compañeros -o secuaces, como prefieran llamarlos – y el plan no se forjó en un solo día. El resultado todos lo conocemos: las infames cámaras de gas del Holocausto adonde perdieron la vida 6 millones de judíos, y un total de 15 millones de personas en los campos de concentración. En definitiva, una guerra en la que se calcula que murieron 55 millones de personas y un continente partido en dos.
Quienes llevan adelante cada capítulo de este libro poseen una vasta trayectoria en el oficio de informar. El primer texto pertenece al gran periodista Adolfo Serra, autor de varios libros -uno de ellos específicamente sobre el nazismo – y dueño de una carrera dentro del cuarto poder. Cuando llamamos “cuarto poder” al periodismo, lo hacemos pensando en gente como él, que puede abrir los ojos a una sociedad. Desafortunadamente, Serra falleció unos pocos años atrás: el capítulo que él escribe en el libro fue una nota publicada en Infobae en 2019.
“El Holocausto: el mayor y más horrendo crimen de la historia de la humanidad” es la cita que usa Alfredo Serra para abrir su artículo. Comienza con Winston Churchill a la cabeza y termina igual. No en vano.
A lo largo de estos ensayos, el lector se interiorizará en que los crímenes de nazismo no fueron organizados por ciudadanos comunes sino que se trató de hombres del poder, políticos y militares, quienes manipularon a la sociedad con la demagogia o con el terror, para tener a la gente bajo control. Ni siquiera los kapos (presos que fueron utilizados para realizar trabajos administrativos dentro de los campos de concentración) eran ciudadanos comunes obrando según su sadismo particular, y el excelente artículo de Matías Bauso sobre ellos narra con detalle la historia de los primeros treinta delincuentes que fueron enviados en marzo del ‘33 a Dachau, el primer campo de concentración nazi.
Estos 30 kapos tuvieron que tatuar los números, desde el 31 al 758, de los prisioneros políticos que allí se hallaban. La idea no surgió tras un plebiscito a la población sino que un político militar o civil de los que estaban en el poder decidió que 30 presos eran la franja social ideal para someter a otros presos.
Bauso da una cabal idea del horror cuando menciona los partidos de fútbol que se jugaron en los campos de concentración. Remarco aquí una aclaración de Bauso: los prisioneros no jugaban al fútbol por solaz y para pasarlo lindo, porque obviamente estaba prohibido en Auschwitz. Jugaban para hacérselo pasar lindo a los equipos alemanes. Los equipos de los prisioneros tenían que jugar poniendo toda su energía y entusiasmo y, si perdían el partido, podían perder la vida, literalmente. La clase de diversión que tenían en mente los romanos cuando construyeron sus circos, dos milenios atrás.

III
La vida privada de Adolf Hitler y sus allegados genera curiosidad. Cuando pensamos que era un demonio queremos conocer a quienes lo rodearon desde más cerca, porque tal vez allí esté la clave. Alberto Amato y Daniel Cecchini indagan en la infancia y los amores de Adolf. Cuentan que el padre le daba azotes y que el mismo Hitler declaró en Mi lucha haberse hecho un temple de acero contando los azotes en lugar de echarse a llorar, como cualquier niño. Cinco de sus hermanos murieron en la niñez, y de los sobrevivientes, Paula y él llegaron a adultos. A Paula no la soportaba y hasta le pidió que cambiara su apellido; sí, en cambio, sentía inclinación por su media hermana Ángela a quien nombró ama de llaves de su casa de descanso “Nido de Águila”.
A tal punto la quería que su hija, Geli –diminutivo de Ángela– se convirtió en el amor de su tío Adolf, cuando ella contaba 17 años y él, 36. Hitler no se casó con ella y hay quien dice que ni siquiera tenía relaciones sexuales con la sobrina, sin embargo la joven permanecía encerrada en su jaulita de oro en Berlín. Hacia 1931, Geli se pegó un tiro en medio del pecho con la pistola de su tío.
El suicidio se tapó y Adolf no pareció demasiado atribulado, sobre todo porque un tiempito antes había conocido a Eva Braun, una adolescente de casi 18 años. Ella fue su compañera e intentó suicidarse dos veces durante la relación con él. Por cierto, Goebbels, el ministro de propaganda, había pedido a Hitler que la mantuviera escondida ya que era mucho mejor mensaje para el pueblo: “El Führer tiene un solo amor, una sola novia, una sola esposa: Alemania”.
El final de Hitler en el búnker fue la apoteosis de la locura. La megalomanía y la paranoia le eran propias. La crónica de los últimos días narrada en este libro desde diferentes puntos de vista pone en primer plano no sólo la paranoia del Führer, sino la de aquellos encerrados con él. Por ejemplo, Magda Goebbels, que envenenó a sus seis hijos cuando supo de la inminente llegada de los rusos.
Hay dos momentos donde sale a luz el mesianismo de Hitler. El primero, cuando se niega a negociar la rendición y acusa de traidores a todos los que le piden que lo haga para salvar vidas. El segundo, cuando dentro del búnker le piden que piense en su sucesor como mandatario de Alemania y lo comunique por teléfono. El Führer responde con pena que no puede elegir a nadie para ese cargo que no sea él mismo. Estos dos momentos bastan para sospechar.
No obstante, no nos dejemos llevar por facilismos. Ni los malos tratos ni los abusos en la infancia ni los amores desencontrados determinan las acciones criminales de una persona. Me gustaría recomendar la lectura de un poema de Wylslawa Szymborska, ganadora del Premio Nobel de Literatura. Se titula “Primera fotografía de Hitler” y allí no hay nada más que un bebé hermoso como cualquier otro, un bebé cuya vida son chupete y biberón y donde no se oyen los aullidos de los perros ni los pasos del destino.
Las últimas palabras de Adolf Eichmann fueron: “¡Viva Alemania! ¡Viva Argentina! ¡Viva Austria!”.IV
Que las últimas palabras de Adolf Eichmann antes de ser colgado en la horca hayan sido: “¡Viva Alemania! ¡Viva Argentina! ¡Viva Austria!”, son para ponerle los pelos de punta a cualquier argentino. La huída a Sudamérica de los nazis prófugos fue tomada por criminales de alto y bajo rango. En este libro se encontrarán con el relato del recorrido de Adolf Eichmann. Con motivo del 25 de mayo de 1962, un comando israelí que dijo venir a celebrar los días patrios argentinos se llevó a Eichmann disfrazado de militar israelí y sujeto por varios agentes del Mossad que lo hicieron pasar por borracho. Luego fue juzgado y ejecutado en Jerusalén.
El camino de Josef Mengele, “el ángel exterminador”, médico cirujano que experimentaba con gitanos y con gemelos, también pasó por Buenos Aires. Vivió durante algún tiempo en el barrio de Florida, bajo el apellido “Gregor” y, al enterarse del secuestro de su compañero, huyó a Paraguay primero y a Brasil después. En una playa del Estado de San Pablo tuvo una muerte “linda”, por llamarla así, respecto de la que él daba a sus víctimas con el bisturí. Estaba metiéndose en el agua, cuando un ACV lo derribó de golpe y partió antes de tocar el suelo, sin conocer la agonía.
Muchos de los prófugos nazis habían entrado al país gracias a la aquiescencia del primer gobierno de Perón. En su capítulo del libro, Alberto Amato cita: “Una información muy curiosa lo pone en contacto con Perón. La historia le fue narrada a Uki Goñi por el periodista Tomás Eloy Martínez, que reporteó en profundidad a Perón en su exilio en España, en 1970. Cuenta Goñi que Tomás Eloy Martínez le reveló que Perón le había contado que, en los años 50, visitaba la Quinta de Olivos (que era entonces residencia de fin de semana de los presidentes, la residencia oficial estaba en la calle Austria, donde hoy se alza la Biblioteca Nacional) un alemán ‘especialista en genética’, que solía contarle sus supuestos y raros experimentos científicos. Aquel hombre había ido a despedirse de Perón porque un cabañero paraguayo le iba a pagar una fortuna para mejorar su ganado. “Me mostró -dijo Perón- las fotos de un establo que tenía por allí cerca del Tigre, donde todas las vacas le parían mellizos”, cuenta Goñi en La auténtica Odessa. Tomás Eloy, que olía una noticia a la distancia, quiso saber quién era aquel misterioso alemán. Y Perón: ‘¿Quién sabe…? Era uno de esos bávaros bien plantados, cultos, orgullosos de su tierra. Espere, si no me equivoco, se llamaba Gregor. Eso es, el doctor Gregor’”.
También el cuñado de Hitler, esposo de la hermana de Eva Braun, parece haber desembarcado de un submarino en el puerto de San Julián, Santa Cruz. Se llamó Hermann Fegelein, y según algunas fuentes podría no haber sido fusilado por los rusos cuando intentó escapar del búnker -tal la versión oficial -sino darse a la huida y acabar sus días en San Pablo, Brasil.
Monstruos del nazismo cierra con el caso de Walter Kutschmann, alto militar de las SS y oficial de la Gestapo, que fue localizado en Miramar, Argentina, nada menos que por el periodista Alfredo Serra en dos ocasiones. Una fue para la revista Gente en 1975 y no suscitó mayor conmoción. La segunda, durante la democracia, movilizó lo suficiente como para que se firmara una orden de captura y extradición, aunque la misma no llegó a ejecutarse: Kutschmann murió días antes en el Hospital Fernández de Buenos Aires.
V
El libro que tienen ante sus ojos termina con una nota del periodista Juan Bautista “Tata” Yofre sobre cómo fue el final de Adolf Hitler. Como mencioné antes, el libro empieza y termina con Churchill, para muchos un héroe de la Segunda Guerra Mundial.
Sin embargo, Yofre planta en el lector la semillita sobre la probidad de los políticos, que nada tiene que ver con la fama o la imagen que logran proyectar. Yofre comenta que la Guerra Fría empezó cuando un teniente coronel soviético, Yurasov, ordenó a sus soldados que destruyeran todo al entrar en Alemania. Que no dejaran en pie nada de una fábrica, ni nada -¡ni siquiera un orinal! – que pudieran utilizar luego los aliados.
Mientras esto ocurría, Winston Churchill pensaba llegar hasta Moscú y tomarla con la Operación Impensable (el plan británico para atacar la URSS). Tal vez el general estadounidense George Patton también tuviera su plan, pero no llegó aún hasta nuestros oídos.
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Y clásicos como Mujercitas, 1984, Don Quijote de la Mancha o Hamlet. Y obras que apuntan a aliviar algunos de los grandes problemas de esta era, como Cómo combatir el estrés, 60 maneras de vivir sin ansiedad y 60 claves para mejorar tu autoestima. También hay libros como 60 consejos para ser buenos padres, ¿Mito o realidad? Ocho postulados sobre nutrición que conviene revisar, de Francis Holway y Biografía de mi cáncer, de Patricia Kolesnicov.
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Sociedad
Qué son los exosomas y por qué podrían ser claves en la lucha contra el Alzheimer
Publicado
15 horas atráson
2 diciembre, 2025Por
Admin
Un reciente avance científico señala que la función de estas diminutas estructuras celulares resulta decisiva para el intercambio de señales entre neuronas y ofrece nuevas perspectivas para comprender y abordar enfermedades neurodegenerativas hereditarias
Un equipo de la Universidad de Aarhus realizó un hallazgo importante para entender el Alzheimer familiar, una forma hereditaria de esta enfermedad que afecta la memoria y capacidades cognitivas.
El papel de SORL1 y los mensajes celulares
El estudio, dirigido por Kristian Juul-Madsen y Thomas E. Willnow, en colaboración con el Max-Delbrueck-Center for Molecular Medicine de Alemania, se centró en la variante N1358S del gen SORL1. Esta mutación se encontró en casos de Alzheimer de inicio temprano.

El gen SORL1 es responsable de fabricar una proteína llamada SORLA, que tiene la tarea de organizar el transporte de sustancias dentro de las células cerebrales. Hasta ahora se sabía que SORLA ayudaba a evitar la formación de depósitos dañinos relacionados con el Alzheimer, pero los científicos quisieron saber si su función iba más allá de este proceso.
Uno de los grandes descubrimientos es que, aunque la mutación N1358S no cambia la interacción de SORLA con la sustancia relacionada con la formación de placas en el Alzheimer, sí altera el grupo de proteínas con las que suele trabajar.

El análisis detallado reveló que los cambios afectan principalmente a la producción y liberación de exosomas. Estas son pequeñas vesículas que las células utilizan para enviarse mensajes e instrucciones entre sí.
Cuando los científicos compararon células con y sin la mutación, vieron una clara disminución en la cantidad de exosomas liberados por células que tenían la variante N1358S o que carecían del gen SORLA.
Además, los exosomas de estas células eran algo más pequeños y presentaban una consecuencia aún más importante: perdían su capacidad para ayudar en el crecimiento y desarrollo de otras neuronas. En las pruebas, exosomas normales aplicados a neuronas jóvenes estimulaban su maduración, mientras que los provenientes de células con la mutación ya no ofrecían ese beneficio.

El contenido de los exosomas también se vio afectado. Los exosomas de las células modificadas llevaban menos microARNes que apoyan el desarrollo neuronal, y más microARNes con efectos opuestos. Este desequilibrio se asoció con la incapacidad de los exosomas alterados para apoyar la maduración de otras neuronas.
Nuevas pistas para el entendimiento y tratamiento
El descubrimiento llevó a los autores a concluir que SORLA regula la cantidad y la calidad de los exosomas que las células liberan, y que cuando esto falla, la comunicación entre las células se ve interrumpida. Este defecto en el envío de mensajes entre las células cerebrales, y no solo la acumulación de sustancias dañinas, podría estar en el origen del Alzheimer familiar.
La investigación también observó que el papel de SORLA en la fabricación de exosomas existe tanto en neuronas como en microglía, lo que sugiere que su función es amplia dentro del cerebro.
Los investigadores concluyen afirmando que este avance ofrece la posibilidad de desarrollar nuevas estrategias para diagnosticar y tratar la enfermedad, dirigidas a restaurar la comunicación entre las células cerebrales y mejorar la calidad de vida de los pacientes con Alzheimer familiar.
Sociedad
Así luce Britney Spears hoy, a los 44 años
Publicado
16 horas atráson
2 diciembre, 2025Por
Admin
La artista transita una etapa de cambios profundos, con reconciliaciones familiares, vida más reservada en México y nuevos desafíos en torno a su bienestar y privacidad
El 2 de diciembre, Britney Spears celebra su cumpleaños número 44 en medio de una etapa marcada por la transformación y la búsqueda de equilibrio personal. La referente indiscutida del pop desde finales de los 90 festeja un nuevo año de vida tras superar retos personales y familiares, y al iniciar su residencia en México, donde procura mayor tranquilidad y privacidad.
Desde el final de su tutela en 2021, retomó el contacto con sus hijos, Sean Preston y Jayden James, intentando fortalecer los lazos con su familia. Su reciente aparición junto a Kim y Khloé Kardashian en Hidden Hills, California, evidenció su nuevo impulso social y su apertura a vínculos públicos.

En 2025, protagonizó un episodio mediático durante un vuelo privado al encender un cigarrillo y consumir alcohol, lo que provocó una amonestación de las autoridades a su llegada a Los Ángeles. A pesar de estos contratiempos, la cantante asegura estar enfocada en su recuperación y aprendizaje, priorizando su privacidad y salud mental. La búsqueda de autonomía y protección familiar es uno de los pilares en este nuevo capítulo.
Cómo fue la carrera de Britney Spears
Su imagen evolucionó paralelamente a los cambios en la industria y desafíos personales. Spears enfrentó la presión extrema de los medios, factores que propiciaron la tutela legal en 2008. Sin embargo, continuó lanzando música y colaborando con grandes figuras, manteniendo su popularidad y relevancia.

En Las Vegas marcó un precedente al inaugurar una residencia exitosa que inspiró a otros artistas. Talento escénico y espíritu de reinvención permitieron que su figura permaneciera activa durante más de dos décadas en el panorama musical internacional.
Qué le pasó a Britney Spears
En 2008, Britney Spears fue sometida a una tutela que la privó del control sobre sus finanzas y muchas decisiones personales, con el argumento de proteger su salud mental y seguridad. Jamie Spears, su padre, fue nombrado tutor principal, lo que deterioró el vínculo entre ambos.
El arduo proceso legal para terminar la tutela se extendió hasta 2021, convirtiéndose en un caso emblemático de debate público y de movimientos de apoyo. Una vez recuperada su libertad, Spears confesó haber sufrido “daño cerebral” por experiencias traumáticas del régimen legal y expresó sentirse afortunada de “estar viva” tras superar ese periodo adverso. El lanzamiento del libro de Kevin Federline, su exmarido, con nuevas acusaciones sobre la vida familiar, volvió a encender la discusión pública.

Pese a los desafíos prioriza recuperar los vínculos con sus hijos y hermanos, y busca el equilibrio en su salud mental. Después de publicar sus memorias y superar distintas controversias, la artista decidió enfocarse en proyectos personales y mantener distancia de los escenarios por el momento.
Qué se sabe de la vida amorosa de Britney Spears en la actualidad
Tras su separación de Sam Asghari en 2024, Britney Spears optó por la reserva en su vida sentimental. Las noticias actuales no la vinculan con una pareja estable y la cantante protege la intimidad sobre sus relaciones.
Spears privilegia su bienestar y la reconstrucción de su entorno familiar. Eventos sociales como su encuentro con las Kardashian generaron especulaciones en redes, pero la artista evita confirmar novedades amorosas y elige centrarse en su independencia emocional y personal. Su entorno más cercano destaca que respeta su propio tiempo y espacio en esta etapa.

Los premios que recibió Britney Spears a lo largo de su carrera
En más de 20 años de trayectoria, Britney Spears ha sido reconocida con numerosos galardones internacionales. Recibió un Premio Grammy, varios MTV Video Music Awards, y premios en diferentes ceremonias internacionales. Sus discos han alcanzado múltiples certificaciones de platino y oro, consolidando su lugar en la historia musical.
Además de los premios estrictamente musicales, Spears ha sido homenajeada por su impacto en la cultura pop y su influencia en la industria del entretenimiento. Su residencia en Las Vegas revitalizó el formato y sus coreografías y videoclips han dejado huella en varias generaciones. En 2025, sorprendió con el anuncio de su línea de joyería, B Tiny, mostrando una faceta emprendedora y creativa.
Sociedad
Las confesiones de la mujer que fue obligada a casarse a los 3 años con el líder de los “Niños de Dios”: “Mi mamá me entregó”
Publicado
16 horas atráson
2 diciembre, 2025Por
Admin
Serena Kelley contó todo lo que vivió en la secta. “Era apenas una ficha dentro de un orden sagrado que solo admitía obediencia”, afirma. Los rastros de la organización de David Berg en Argentina
El tiempo parece no haber pasado en la memoria de Serena Kelley. Al cerrar los ojos, reconoce los pasillos de paredes descascaradas, el olor persistente de sopa recalentada en las cocinas colectivas, las colchas remendadas y los rezos monótonos que llenaban el aire. Pero nada pesa tanto como el día en que, a los tres años, fue obligada por los líderes de la secta Niños de Dios a casarse con su fundador, un hombre de sesenta y siete años llamado David Berg. Aquel “matrimonio” fue una ceremonia fría: nadie lloró, todos aplaudieron, y una multitud de adultos —hombres y mujeres sedientos de redención— entonaron himnos bajo una luz mortecina.
La secta Niños de Dios, nacida en Estados Unidos a finales de los años 60, creció bajo la voluntad absoluta de David Berg, quien exigía la sumisión más extrema y disfrazaba sus violencias con palabras de amor y promesas de salvación. Para los niños, la vida bajo su credo fue una condena: no les fue permitido jugar, dudar, ni siquiera crecer en paz.

Himnos y rutina: el instante donde murió la niñez
La ceremonia sucedió en una sala común, adornada con flores plásticas y mantas mal dobladas. Alguien, con voz solemne, murmuró junto al oído de Serena Kelley:—Sonríe, pequeña. Es un honor. Eres la elegida del profeta.
El trauma de ese instante quedaría suspendido para siempre. “Nunca tuve la sensación de ser una persona. Me percibía como un objeto, un bien que podía cambiar de manos según la decisión de los mayores”, contó Serena más de treinta años después.
La ceremonia no fue el fin, ni el peor de los males. Solo marcó el principio de una vida tejida en abusos, secretos y silencios impuestos por quienes juraban protegerla. Estados Unidos, América Latina y Europa. La secta dispersó a sus fieles en comunidades cerradas donde la infancia era solo un rastro difuso, rápidamente asfixiado.
La doctrina del abuso
David Berg, quien se hacía llamar “Moisés modernizado”, construyó una estructura cerrada e implacable. Sus seguidores —la familia espiritual— se regían por normas estrictas: rezos al despuntar el alba, trabajo doméstico, evangelización y absoluta devoción al profeta. Fueron miles los niños criados en este régimen. Él grababa cassettes y enviaba largas cartas manuscritas que todos debían memorizar.

Un día, en una de estas grabaciones, Berg insistió: “El Señor exige entrega sin peros. Los niños son del rebaño, y nosotros solo guiamos sus pasos hacia Su gracia”.
Cualquier duda, cualquier resistencia, era castigada con dureza. Temían más el rechazo de la comunidad que el afuera desconocido. Por las noches, mientras la oscuridad envolvía las casas comunes, la madre de Serena le susurraba:“Nada temas, hija. Todo ocurre porque Él lo dispone”.
Los juegos, cuando existían, eran premios fugaces por la obediencia, o máscaras detrás de las cuales se ocultaban castigos y pruebas de disciplina.

El despojo gradual: madre, niña y el silencio
Serena tenía prohibido preguntar por qué ya no dormía con otros niños; por qué la llamaban “esposa pequeña” en voz baja y “elegida” en público. Las respuestas nunca llegaban. Solo quedaba el miedo de los pasillos, el frío de las miradas y la certeza de que su madre ya no podía protegerla. “Iba perdiendo mi voz. Me reconocía cada vez menos cuando me miraba a los espejos polvorientos del lugar”, recuerda.
Salían poco a la calle. Cuando lo hacían, era custodiadas por adultos devotos —llamados “tíos” y “tías”—, que evitaban cualquier contacto con el mundo exterior, temerosos de agentes del demonio, curiosos, periodistas o policías. “Aquí afuera está el infierno. Solo la familia es segura, solo nuestro pastor sabe lo que te conviene”, sentenció un día la madre de Serena ante la menor duda.
La expansión de los Niños de Dios: redes de fe y dolor
La secta Niños de Dios nació en California a finales de los años 60, con David Berg a la cabeza. Pronto, su mensaje —una mezcla de carisma, radicalismo y devoción bíblica— logró arrastrar a decenas y luego miles. Prometía una familia extensa, una comunidad capaz de proteger a sus miembros del veneno del mundo.
La realidad era otra. El “amor libre” y la obediencia estricta camuflaban abusos y sometimiento. Cambiaban de ciudad a menudo, mudándose incluso de país, huyendo de las autoridades y de cualquier rumor peligroso para la organización.
La secta se expandió a América Latina y Europa. El horror se replicaba sin distinción geográfica: todos los niños, todas las niñas eran vulnerables. Nadie escapaba al mandato del profeta.

’}En 1993, la Policía Federal argentina realizó siete allanamientos en distintos puntos del país, ordenados por el juez Roberto Marquevich. La denuncia era de corrupción de menores y llegaba impulsada por el consulado estadounidense que buscaba a cuatro chicos secuestrados por la secta los Niños de Dios.
La Justicia rescató 268 menores que habían sido cooptados por los Niños de Dios, la secta liderada por Berg. Así lo contó la periodista Emilse Pizarro en una nota publicada en 2019 en Infobae.
La vida de una niña rota: años de miedo continuo
A los seis años, Serena Kelley ya no tenía recuerdos de antes de la secta. Cada cumpleaños era solo una fecha en el almanaque; un día igual a todos, con nuevas obligaciones y promesas de mayor entrega. La infancia, para ella y los demás, era solo una palabra.
—Pronto, el profeta te confiará una misión inmensa —le advirtió una vez una tía, con una sonrisa ahogada.
En la comunidad, la obediencia era condición para la supervivencia. El silencio, una manera de sobrevivir. Llorar o rebelarse traía castigos que iban desde la humillación pública hasta la segregación en habitaciones oscuras.
David Berg gobernaba con mano firme. Los niños eran herramientas, símbolos de pureza y objetos de propiedad espiritual y carnal.

La toma de conciencia fue lenta. Adolescente, Serena Kelley comenzó a escribir pequeños relatos y a leer libros clandestinos que circulaban entre los jóvenes rebeldes de la secta. Descubrió que el mundo exterior no era un abismo, sino una opción.
La huida no fue gloriosa. Llevó tiempo, dudas, amenazas de ostracismo y un trabajo minucioso para frenar el adoctrinamiento instalado desde la cuna. “La libertad aterra al principio. Te sientes incompleta, culpable, deseando volver solo para no tener que decidir sola,” cuenta Serena.
Tras su salida, las pesadillas fueron constantes. Los recuerdos volvían con frecuencia. La voz grave de Berg, las miradas de los fieles, las frases envenenadas por la devoción. Nadie la persiguió, pero la vergüenza y la sospecha nunca la abandonaron.
El testimonio y la recuperación
Solo al contar su historia, primero en círculos privados, después en reportajes y foros internacionales de víctimas de sectas, Serena Kelley halló un propósito difícil: luchar por la memoria colectiva y el reconocimiento de los horrores sufridos por los hijos de la secta Niños de Dios.

“No pido piedad ni ira. Solo exijo memoria y verdad, para que ninguna niña tenga que vivir en carne propia lo que a mí me arrebataron”, reclama Serena cada vez que toma un micrófono.
Decenas de personas contaron historias similares. Los patrones se repiten: control total, aislamiento, abuso físico y psicológico. Las estructuras legales no siempre llegaron a tiempo. La secta —dispersa y debilitada tras la muerte de Berg en 1994— sobrevivió en pequeñas células, amparada muchas veces por la inacción judicial y el olvido social.
En una carta pública leída en una conferencia para sobrevivientes de sectas en Los Ángeles, Serena Kelley resumió el sentido de su lucha:
“A quienes me piden que olvide, les digo: sigo siendo una niña de tres años, con un vestido viejo y la promesa del profeta clavada en el pecho. No dejaré que esto se olvide. Hablo por todas las que no pudieron, las que aún callan, las que murieron esperando otra oportunidad de ser libres”.
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