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La demencial historia de la nena austríaca que vivió ocho años secuestrada y vejada por un admirador de Hitler
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En 1998, Natascha Kampusch, entonces de 10 años, fue capturada por Wolfgang Priklopil, de 36. El hombre, solitario y misógino, la mantuvo cautiva en el sótano de su casa y la sometió a todo tipo de abusos. La chica logró escapar el 23 de agosto de 2006, a sus 18 años. Él se tiró debajo de un tren ese mismo día.
El 23 de agosto de 2006, en la comisaría de Deutsch Wagram, Austria, la realidad superó -una vez más- a la ficción. Una chica de 18 años, de apariencia saludable, declaró: “Soy Natascha Kampusch, nacida el 17 de febrero de 1988″, y acto seguido contó, con coherencia, una historia que sonaba inverosímil. Era la nena que, ocho años y medio antes, el 2 de marzo de 1998, había desaparecido en el distrito vienés de Donaustadt, camino al colegio, tras haberse subido a la furgoneta blanca de un desconocido cuando tenía 10 años. Su secuestro conmovió al país, hasta que la indignación pública, siempre sobreactuada, fue diluyéndose con la espuma de los días. Ahora Natascha volvía, 3.096 días después, recién fugada del infierno, para narrarlo. Su captor, Wolfgang Priklopil, se suicidaba en ese mismo instante tirándose debajo de un tren. Tenía 44 años.
Sabine Freudenberger, la primera persona que entrevistó a Natascha en la comisaría. le hizo tres preguntas básicas: si el secuestrador la había violado, si había tenido cómplices y cómo se había educado como para explicarse tan bien. “Ella admitió que había tenido relaciones sexuales con él, pero dijo que lo había hecho voluntariamente -explicó Freudenberger, en aquel primer momento-. Y dijo que su captor le daba libros para que los leyera, videos y le permitía escuchar la radio. No tenía datos sobre posibles cómplices”. Después, la policía se comunicó con la madre y el padre de Natascha, Brigitte Simy y Ludwig Koch, divorciados antes del secuestro de su hija -a la vuelta de unas vacaciones con Koch-, e inició los estudios sobre la salud general y ginecológica de la joven. Los investigadores ignoraban, por ejemplo, si había estado embarazada de su captor, lo que quedó descartado.
Ocho años antes, la policía había interrogado a más de 700 dueños de vehículos similares al que se había subido la nena -por entonces de 10 años-, pero la inspección no condujo a nada. Priklopil había sido uno de los interrogados y su camioneta fue requisada, aunque nadie tomó la decisión de allanar su casa, lo que habría salvado de la nena del calvario. Una demostración -más- de que la ineficiencia no es sólo un fenómeno tercermundista. Priklopil, de 36 años, un misógino que había sufrido bullying en el colegio, no tenía antecedentes penales: en 1989 había comenzado a trabajar para una empresa alemana de telecomunicaciones, instalando líneas telefónicas en todo el país; en 1991 fue despedido. Vivía solo y no tenía pareja. “Jamás van a atraparme vivo”, le repetía a su víctima. Kampusch tuvo la última palabra: “Estaba claro que sólo uno de nosotros dos sobreviviría. Al final, fui yo”.
La víctima, instrucciones de uso
En la casa de Priklopil -cuya personalidad superaba a la de los personajes más revulsivos de sus compatriotas Michael Haneke y Ulrich Seidl-, se encontró un escondite subterráneo, debajo de la cochera, de 2,5 metros de profundidad por 2,78 de largo y 1,81 de ancho. Dentro de la habitación/celda había una cama, unos estantes con libros infantiles y de adultos, una radio y un televisor, entre otros objetos. En esa cueva, en el barrio de Strasshof, afueras de Viena, Natascha había pasado los dos primeros años de cautiverio, sin salir, sin ver el sol. “Solo existía una persona que podía salvarme de la agobiante soledad: la misma que me había impuesto esa soledad”, razonó.
Años después, al tormento del encierro, Priklopil le sumó otras vejaciones. “Cuando cumplí 12 años y entré en la pubertad, su comportamiento cambió drásticamente. Comenzó a tratarme como si fuera sucia y repugnante. Me pateaba y me golpeaba; también me sometió a agresiones sexuales menores como parte de su acoso diario. Fue entonces cuando empezó a llevarme arriba, para hacer las tareas del hogar, como fregar los azulejos de su cocina, que nunca le parecían lo suficientemente limpios. Entonces, llenaba el fregadero, me hundía la cabeza y me apretaba la tráquea hasta que perdía el conocimiento”, narró ella en su libro “3096 días”, editado por Penguin.
Kampusch aclaró que “emocionalmente no sentía nada, como si abandonara mi cuerpo cada vez que él lo golpeaba, como si pudiera desdoblarme y ver a una chica de 12 años a la distancia”. Un día, después de mirarla pensativo durante un rato, Priklopil le dijo: “Qué ridículo que no vinieras con instrucciones de uso”. Natascha contó: “Cuando tenía 14 años, pasé la noche en la superficie por primera vez. Me quedé rígida de miedo en su cama mientras él se acostaba a mi lado y me ataba las muñecas a las suyas con unas esposas de plástico. No me permitió hacer ni un sonido. Cuando sentí su aliento en la nuca, traté de moverme lo menos posible. Mi espalda, que había sido golpeada hasta quedar morada, me dolía tanto que no podía acostarme sobre ella, y las esposas me cortaban la piel. Pero cuando me encadenaba a él en esas noches, que fueron muchas, no se trataba de sexo. El hombre que me golpeó y me encerró en el sótano tenía otra cosa en mente: simplemente quería algo para abrazar”.
La mente de un sádico
Kampusch aportó más datos, tan oscuros como reveladores, que los profesionales de la salud mental y los guionistas de las grandes plataformas deberían tener en cuenta: “A los 15 años, yo pasaba mucho más tiempo arriba durante el día. Pero la paranoia de mi secuestrador hizo que no se relajara nunca. Me obligó a pararme y caminar a la misma distancia de él: un metro, ni más ni menos, de lo contrario dijo que explotaría. Si yo lloraba, amenazaba con dejarme en el calabozo en total oscuridad. Cada vez que mencionaba a mis padres, se enfurecía. ‘Soy tu familia. Ahora soy tu todo.Ya no tienes pasado. Yo te he creado’, repetía. Esperaba que yo asumiera el papel de la mujer sumisa que accede a todo. Según me di cuenta, su imagen de familia ideal estaba tomada de la década de los años 50: quería una mujercita trabajadora que siempre tuviera la cena lista a tiempo, que no contestara y que hiciera las tareas del hogar a la perfección”.
“’Soy tu rey y tú eres mi esclava. Siempre quise tener una esclava’, me explicaba. Hablaba a menudo y con admiración de Hitler. Decía: ‘Tenía razón al gasear a los judíos’. Una vez, me dijo que era uno de esos malvados dioses egipcios de la serie de televisión de ciencia ficción “Stargate”, que busca a hombres jóvenes como cuerpos anfitriones. Sospecho que realmente lo creía”, declaró Natascha. Otras de las obsesiones de Priklopil era la apariencia de la chica, cuyo cuerpo iba cambiando por la edad. La obligaba a rutinas que terminaron por darle el aspecto de una detenida de un campo de exterminio. “Solo mirate: eres gorda y fea”, la mortificó cuando tenía 12 años. Tiempo después, empezó a pelarla con una navaja y privarla de la alimentación, hasta que quedó escuálida.
Trabajos sin bombacha
A partir de que ella cumplió 15 años, la obligó a hacer las tareas domésticas semidesnuda, sin bombacha. Su teoría era que Natascha no intentaría escapar sin ropa, calva, con las costillas marcadas. Los trabajos forzados fueron cada vez más exigentes; los castigos, más extremos. Llegó a golpearla 200 veces en un día. Una tarde, para sorpresa de ella, le hizo cosquillas y le levantó las comisuras de los labios. Después, tal vez hablando para sí mismo, le dio la orden más delirante: “Volvé a ser normal. Lamento todo. ¿Qué puedo hacer para que vuelvas a ser normal?” Natascha, al borde la locura, pidió helados y pastillas de goma. Alguna vez llegó a golpearlo y recibió una golpiza feroz. Tres veces intentó suicidarse. Una mañana se colgó del cuello con una prendas que había atado para ahorcarse; otra, se clavó una aguja en las venas. Su captor la culpó, en cada uno de esos casos, de querer abandonarlo.

Hasta que, tras siete años de cautiverio, en los que ella se mantuvo informada acerca del mundo exterior -incluso escuchó hablar sobre su desaparición en un programa de radio- , Priklopil la llevó a dar un paseo en auto. A Natascha, el paisaje natural le parecía irreal, mucho más irreal que su prisión de pesadilla. Priklopil se detuvo en un bosque y le permitió bajarse del auto: ella sólo atinó a arrodillarse sobre agujas de pino y apoyar la frente contra el tronco. No ocurrió mucho más. Al volver, Natascha se sintió más triste que nunca. Y sin embargo, una luz de esperanza se abría: su secuestrador se estaba confiando. Poco después, la llevó a una pista de ski, donde a Natascha los demás le parecieron extraños, robóticos, como muñecos a cuerda. De alguna manera había naturalizado sus ocho años de brutal cautiverio.
Al margen del terror a escapar, Natascha sentía que Priklopil dependía tanto de ella como ella de él. Entre otras conductas esquizofrénicas, su secuestrador alternaba castigos con intentos por educarla. Hasta le festejó algunos cumpleaños. En cuanto a él, no mantenía contacto con mujeres ni hombres y vivía de la herencia del padre. “Durante muchos, muchos años, solo tuve a una persona cerca, y de ella dependía mi supervivencia. Es imposible borrar de tu memoria a alguien con quien has pasado ocho años y medio de tu vida”, declaró ella, tras haber recuperado -no sin traumas, obvio- la libertad. Los psiquiatras y psicólogos analizaron la posibilidad de que sufriera Síndrome de Estocolmo, pero ella se refería a su captor como “un criminal y una mala persona”. El 23 de agosto de 2006, mientras limpiaba el auto de él -un BMW 850i rojo- en el jardín de la casa, Natascha logró escaparse: corrió y corrió, hasta que se refugió en una casa de Strasshof, cuya dueña era una mujer de 71 años que le avisó a la policía. Priklopil la buscó desesperado a bordo de su auto. Ante la evidencia de que Natascha lo denunciaría, se mató tirándose a las vías del ferrocarril.
El afuera tan temido
La aparición de Kampusch provocó un tsunami periodístico con su correspondiente miserabilidad, a la que se sumaron haters de las redes antisociales: un castigo suplementario para la víctima. La Justicia le cedió la propiedad de la casa en donde había estado secuestrada y ella no la vendió bajo el argumento de que no quería que alguien la explotara como una especie de parque de diversiones del horror. Le sugirieron, además, que se cambiara la identidad. Respondió: “Me enfrenté a toda la basura psíquica y a las oscuras fantasías de Priklopil, no me dejé vencer. Pero algunos quieren ver en mí a alguien derrotado, a una persona rota que nunca más va a levantar cabeza, que siempre va a depender de la ayuda de los demás. Me niego a llevar ese estigma el resto de mi vida”.
Con desconfianza lógica -y fundamentada- hacia el resto del mundo, intentó retomar los vínculos con su familia, entablar amistades (“No es fácil, no tengo cimientos sobre el que construir, no he socializado con gente de mi edad”), terminar el colegio (lo hizo), viajar y aprender idiomas. Además probó distintas actividades: estudió joyería, tuvo un programa televisivo de entrevistas y escribió libros autobiográficos, como “3.096 días” y “Diez años de libertad”, en el que narró lo que sintió al visitar la tumba de su secuestrador. El aislamiento de años había sido terrible; la sobreexposición posterior, salvando las distancias, también. Mucha gente la reconfortó; otra, también mucha, la atacó bajo la suposición de que estaba lucrando con su historia. Como si fuera poco, se sucedieron las teorías conspirativas en torno de una red pedófila y, sobre todo, se la puso ante del batallón de fusilamiento de desconfiados que hablaron de “victimización”. Sobre este tipo de prejuicios no hace falta escribir/leer mucho: basta con salir a la calle o entrar a leer comentarios en las redes, dos actividades que Natascha tuvo vedadas durante su largo secuestro.
Epílogo inquietante
Otros de los efectos nocivos de la sobreexposición pública fue la atracción que causó en desequilibrados mentales. “Muchos locos con intenciones malsanas me escribían contenido inapropiado. Describían cosas que me querían hacer. Al final, mi madre consiguió una orden de alejamiento de uno de ellos. Por otra parte, se empezó a hablar públicamente de mi vida privada a través del periodismo sensacionalista. Se rumoreó varias veces que había encontrado mi primer amor. Nada de eso es cierto, y me complica ir a cualquier sitio con un hombre. Por el momento, las relaciones sentimentales no son importantes para mí”, declaró en 2017. En aquel entonces hacía terapia tres veces por semana y había sido diagnosticada con trastorno de estrés postraumático.
Amante del cine y la música -aprendió inglés escuchando música pop por la radio en su cuarto/celda-, Kampusch mostró también su perfil filantrópico: fundó un hospital infantil en Sri Lanka y trabajó con refugiados, entre otras ayudas sociales que prestó. Su experiencia pasada, aterradora, había expuesto -otra vez- que la inteligencia humana tiene un límite pero la maldad, la crueldad y la locura no. Cuando recuerda el martirio al que la sometió Priklopil y aquella casa del horror, repite que en aquel entonces prefería estar en el calabozo subterráneo que en la superficie con su captor. Entre otras heridas, Natascha cargaba con trastornos alimentarios. “Creo que está vinculado con que él me privaba de la comida. Engordé mucho, y este es un gran problema, más incluso que los mentales”, aseguró.
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El Mercosur se mete en una cumbre europea sobre fondos a Ucrania y muchos dan por muerto un acuerdo con la UE
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1 año atráson
31 enero, 2024Por
Admin
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Francia llevará el tema al encuentro del jueves. Y pedirá poner fin a las negociaciones con el bloque americano.
No nació todavía el presidente francés que acepte firmar un acuerdo comercial con Mercosur que incluya el comercio de productos agropecuarios, que abra el mercado europeo a la producción del campo de una potencia mundial como el bloque sudamericano.
La cumbre europea de este jueves debía servir, únicamente, para forzar lo suficiente a Hungría y que desbloqueara de una vez el paquete financiero que la Unión Europea tiene preparado para Ucrania: 50.000 millones de euros para sostener a Kiev los próximos cuatro años y 20.000 millones más para armamento, que finalmente serán distribuidos de forma bilateral, no en bloque.
Mientras se buscaba esta semana un acuerdo con el primer ministro húngaro Viktor Orban, la cumbre empezó a tomar otro cariz a la vez que se calentaba el campo europeo con unas protestas que en los últimos días intentaron sitiar con tractores las grandes capitales, sobre todo París y Bruselas.
La presión del campo francés hizo que el gobierno del recién nombrado primer ministro Gabriel Attal, anunciara que su país no firmará el acuerdo que se negocia desde hace más de dos décadas y que ya tuvo un primer acuerdo en julio de 2019 que quedó en nada.

Las palabras de Attal ante la Asamblea Nacional francesa son el preludio de la cumbre de este jueves, en las que el presidente Emmanuel Macron pedirá a la Comisión Europea que de por finalizadas las negociaciones con el Mercosur.
Los acuerdos comerciales europeos se aprueban por mayoría cualificada y Francia en solitario no podría vetarlo, pero a nadie se le pasa por la cabeza ponerlo a votación contra la opinión francesa, en el Parlamento Europeo tampoco hay una mayoría suficiente para aprobarlo y París no está solo. Tras la diplomacia francesa, más ruidosa en este asunto, se esconden otros países como Bélgica, Irlanda, Austria, Polonia, Luxemburgo o los Países Bajos.
Un acuerdo que dan por muerto
La Comisión Europea ya cedió este miércoles reduciendo las importaciones de productos agropecuarios ucranianos y suspendiendo por un año la norma que obliga a mantener el 4% de los campos en barbecho, pero de la cumbre podría salir el féretro del acuerdo con Mercosur.
Francia siempre se negó. Y aunque el martes, durante una conferencia de prensa, el portavoz jefe de la Comisión Europea, Eric Mamer, dijo que las negociaciones seguían, los diplomáticos consultados en Bruselas estos días lo dan por muerto.
El propio Mamer tuvo que reconocer que “ahora mismo no se reúnen las condiciones para concluir las negociaciones con Mercosur”.

En realidad, del análisis de la política comercial europea de las últimas dos décadas se puede extraer que nunca se darán esas condiciones porque la Unión Europea nunca firmó un acuerdo comercial entre iguales, ni siquiera con bloques o países menores pero potentes en algún sector, como es el Mercosur en el agropecuario.
La Unión Europea no tiene acuerdos comerciales, por ejemplo, con Estados Unidos o China, porque eso la llevaría a ceder como su contraparte. Como primer bloque comercial y económico del planeta (448 millones de personas y uno de los niveles de vida más altos) puede permitirse firmar acuerdos comerciales únicamente con países que acepten importantes concesiones a cambio de tener acceso a ese mercado.
Los países más grandes con los que ha firmado son Japón, Canadá o México. Países que aceptaron ceder mucho más que los europeos a cambio de ese acceso al mercado del viejo continente. Los sucesivos gobiernos en los países del Mercosur nunca aceptaron tal nivel de concesiones.
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Ariel Gelblung: “Si el mundo no reacciona contra Hamas no ha aprendido nada y no sirve de nada el Día del Holocausto”
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1 año atráson
26 enero, 2024Por
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En dialogó con el director del Centro Wiesenthal para América Latina sobre la importancia de reactualizar el significado de la conmemoración del 27 de enero tras el ataque de Hamas y el alarmante recrudecimiento del antisemitismo en la región y en el mundo
El Día Internacional en Memoria de las Víctimas del Holocausto, establecido en 2005 por la ONU para conmemorar a las víctimas de la Shoá, tiene lugar este año en un clima afectado por el atroz ataque del 7 de octubre, en el que terroristas de Hamas mataron a unas 1.140 personas, en su mayoría civiles, y secuestraron a cerca de 250 en el sur de Israel.
Ese ataque, la masacre de judíos más mortífera desde la Segunda Guerra Mundial, hizo que la relevancia del “nunca más”, el mensaje más contundente del Día del Holocausto, se volviera más urgente que nunca.
“Hamas sostiene su acta constitutiva que quiere borrar no solo a Israel, sino a todos los judíos de la faz de la tierra. Si el mundo no reacciona contra eso, no ha aprendido nada y no sirve de nada el 27 de enero”, advierte Ariel Gelblung, director para América Latina del Centro Simon Wiesenthal.
Gelblung recibió a Infobae en las oficinas de Buenos Aires de la influyente institución hebrea, dedicada a documentar las víctimas del Holocausto, llevar registros de los criminales de guerra nazis y a luchar contra el antisemitismo y los discursos de odio. Problemas, estos últimos, que se recrudecieron tras el ataque de Hamas y la posterior respuesta israelí.
—El Día Internacional del Holocausto fue creado por una resolución de Naciones Unidas en el año 2005. El 27 de enero es una fecha pensada para que los países puedan trabajar en políticas sobre el recuerdo del Holocausto y poder enseñar sobre el tema para evitar que esto vuelva a pasar. Pero también es una fecha que tiene sus bemoles. El 27 de enero de 1945 fue el día en que, así lo dice la resolución, el Ejército Rojo liberó a Auschwitz. Aunque yo diría que no fue un acto de liberación, sino un hallazgo involuntario en su marcha hacia Berlín. En Auschwitz los rusos se encontraron con los prisioneros que los alemanes habían dejado atrás porque estaban tan enfermos, o casi muertos, que ni siquiera habían podido participar en las “marchas de la muerte”. Entonces la imagen que esta fecha toma es la del judío medio muerto, casi a punto de desaparecer. Y ahí no coincidimos. Apenas Israel comenzó a existir, nosotros elegimos el 19 de abril, la fecha que marca el comienzo del levantamiento del gueto de Varsovia en 1943. Y la imagen es otra. La imagen es la del judío que no quiere morir y que se defiende con un arma en la mano. Y claro, al mundo moderno esa imagen del judío que se defiende no le gusta.
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—Hoy Israel dice que lucha para defender su derecho a existir. En este sentido, ¿qué significado cobra de Día del Holocausto a la luz del atentado del 7 de octubre?
—Si los actos se hacen solo para rememorar a esos judíos medio muertos o los que ya murieron, si van a poner el énfasis solamente en el recuerdo de lo que pasó y no se hacen para pensar en las situaciones del mundo de hoy, no sirven de nada. Hoy, desde el 7 de octubre, tenemos a gente que ha sobrepasado lo que hicieron los nazis. Hamas filmó todo lo que hizo para poder subirlo a sus redes y vanagloriarse. Hamas en su acta constitutiva sostiene que quiere borrar no solo a Israel, sino a todos los judíos de la faz de la tierra. El 7 de octubre se entró en otro país soberano. Se atacó a la población civil. No eran soldados contra soldados. Se cometieron actos absolutamente aberrantes, como quemar niños y decapitar personas. En muchos casos ante el silencio de la comunidad internacional y de los organismos internacionales. Si el mundo no reacciona frente a eso, no ha aprendido nada y no sirve de nada el 27 de enero.
—Otra cosa que Israel subraya constantemente es que su enemigo es Hamas, no los palestinos.
—El antisemitismo experimentó un resurgimiento tras el ataque de Hamas y la respuesta israelí en Gaza. ¿Cómo es posible que este virus reaparezca de esta manera?
—Lo voy a poner en las propias palabras de Hamas. Uno de los líderes de Hamas dijo que no iban a aceptar de ninguna manera una eventual solución de dos Estados, porque el ataque les demostró que podían llevar adelante la aniquilación total del Estado de Israel y de los judíos en el mundo. Lo dijeron ellos. A partir de este momento hubo gente que entendió que podía sacarse las máscaras y salir directamente a apoyar esta idea de aniquilación del pueblo judío. Muchos hacen de cuenta que el ataque no existió, cuando cuando Hamas mismo lo reivindica. Y a la vez esperaron la reacción de Israel para salir a atacar esa reacción. El colmo de esta situación es la movida de Sudáfrica de llevar adelante en la Corte Internacional una demanda —absolutamente ridícula— por genocidio contra Israel.
—¿Por qué ridícula?
—Para poder configurar el delito de genocidio tiene que quedar claro que hay un elemento que no puede faltar, que es la intención. Israel tiene la capacidad de llevar adelante un genocidio. Si no lo ha hecho hasta el momento y, en lugar por ejemplo de utilizar artillería a distancia, está luchando cuerpo a cuerpo es porque trata de minimizar los daños colaterales. En cambio, desde el lado de Hamas sí que existe intención genocida. Lo que no tienen es capacidad.
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—La guerra en Gaza hizo que, entre lo críticos de Israel, se escuche con frecuencia la frase “Yo no soy antisemita, soy antisionista”. No obstante, algunos observadores sostienen que los términos son, en realidad, sinónimos.
—La definición de antisemitismo es el odio al judío, a sus cosas o a sus instituciones. Y la institución judía por antonomasia es el Estado judío. Si alguien sostiene una crítica donde pueda llegar a decir inclusive que Israel cometió crímenes de guerra en Gaza, puedo aceptarlo. Es una cuestión a discutir en base a las pruebas. Pero sostener que 9 millones o 10 millones de personas son malas porque pertenecen a un Estado y que eso genera un Estado genocida, eso sí es algo que no tiene sentido. O sostener la ilegitimidad del Estado cuando es uno de los Estados que se ha creado con mayor participación internacional. O tener un doble estándar en juzgar sus hechos. Es decir, atacar al Estado por querer defenderse. Cualquier estado saldría a defenderse frente a un ataque exterior. O bien demonizarlo. Hay tres cuestiones: la demonización, pedir un doble estándar y la deslegitimación, es decir no reconocer el derecho a existir de ese Estado. Me parece que esos argumentos son absolutamente antisemitas. Además, sionismo no es una mala palabra. Sionismo no es otra cosa que el movimiento de autodeterminación del pueblo judío en su tierra ancestral. Y esta es la la definición de por qué el antisionista es un antisemita. Si vos estás de acuerdo con que todos los pueblos de la Tierra tengan derecho a su autodeterminación y tenés problema con ese uno y ese uno es el pueblo judío, sos un antisemita.
—¿Cómo es la situación con respecto al antisemitismo en América Latina?
—Hay buenas y malas noticias. Lo bueno: el derecho a la defensa de Israel no está en duda en la Argentina, por ejemplo. Apenas una semana después de los hechos del 7 de octubre tuvimos el debate presidencial. Cuatro de cinco candidatos se pronunciaron contra las barbaridades de Hamas y a favor de la existencia de Israel y su derecho a defenderse. Solamente Myriam Bregman [la candidata de la izquierda] se opuso. El pueblo argentino votó una semana después y ella sacó menos votos que en las primarias. Eso es posible gracias a la convivencia democrática y a la calidad democrática de la Argentina. Por supuesto, hay otras cosas que pueden preocupar. Por ejemplo esta declaración de amor que tiene el presidente Milei con la comunidad judía. Si las cosas no le no le fuesen bien puede ser que la gente crea que la culpa es nuestra. Es una situación a la que hay que estar atentos. Es decir, la del antisemitismo por oposición.
—¿Y en el resto de la región?
—En todo el eje fácilmente identificado con Irán en la región las noticias son peores. Venezuela, Cuba, Nicaragua y Bolivia, que ni siquiera esperó la reacción de Israel para romper relaciones diplomáticas. En Nicaragua vandalizaron tumbas en cementerios judíos. En Venezuela hubo pronunciamientos del gobierno. En Cuba [el presidente] Díaz-Canel salió inmediatamente a manifestarse a favor de Hamas. Y el otro punto de preocupación es Brasil. Desde la salida de Bolsonaro hay en el sur de Brasil un enorme crecimiento del antisemitismo de derecha. Y del neonazismo, que ya se ha cobrado vidas en 2023. Esto es, una veintena de personas fallecieron por ataques de la ultraderecha en el sur de Brasil, pero al mismo tiempo hay una abierta nueva alianza entre Brasil e Irán a través de los BRICS.
—Los presidentes de Colombia y Chile también tomaron una posición muy crítica hacia Israel y llamaron a consultas a sus embajadores.
—La postura de aquellos que se dicen democráticos es, a mi juicio, todavía más preocupante. Lo de Petro y Boric fue un show que se notó absolutamente coordinado. Petro tiene una postura desde el Estado manifiestamente antiisraelí en una forma muy, muy grave. Boric desde que asumió estaba esperando una excusa para romper relaciones con Israel. Por una visión sesgada de pensar en una comunidad palestina de Chile que tiene casi 400.000 miembros que se auto perciben como descendientes de palestinos. Su dirigencia, la Federación Palestina de Chile, inmediatamente reivindicó el discurso de Hamas y, junto con la izquierda, trata de llevar a la agenda nacional esta postura absolutamente anti israelí que repercute en los ciudadanos judíos de Chile. En el Parlamento hay intentos de tratar leyes que no tienen nada que envidiarle a las leyes de Nuremberg. De hecho, la comunidad judía de Chile, por primera vez en muchísimo tiempo, comunicó a la Cancillería que no va a participar del acto oficial de recordación del 27 de enero, porque no puede estar al lado de quienes consideran que no han sido lo suficientemente fuertes para defender a los judíos de hoy.
—¿Por qué la persecución de los judíos debería preocupar también a los no judíos?
—Simon Wiesenthal fue muy claro en esto. Lo que empieza con los judíos nunca termina con los judíos. Y voy a citar a otra persona muy inteligente. Hay un historiador llamado Yehuda Bauer que siempre aclara que la Segunda Guerra Mundial comenzó por un tipo que quería perseguir y destruir a los judíos. Mató a 6 millones de judíos, pero también murieron otras 50 millones de personas en todo el mundo. Se perdieron más no judíos que judíos en esa guerra. Los números indican que no preocuparse por un antisemitismo creciente se lleva a más no judíos que judíos. Y la tercera cita es de nuestro director de Relaciones Internacionales, el doctor Shimon Samuels. Él siempre decía que el antisemitismo es como el mercurio de un termómetro: cuando la situación se comienza a caldear, se expande y envenena todo lo que toca.
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Las comunidades latinas, las más golpeadas por la violencia con armas de fuego en Estados Unidos
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1 año atráson
27 diciembre, 2023Por
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- Los datos muestran que las muertes por armas de fuego en el país casi se han duplicado en una década.
- En 2021 (último año del que hay datos recolectados) llegaron a 5.741, mientras que 10 años antes eran 2.947, según el Violence Policy Center.
Los latinos se han convertido en una de las comunidades más golpeadas por la violencia con armas de fuego en Estados Unidos y al mismo tiempo son blanco de la industria que la sustenta y que se afana, con campañas y promociones, en lograr más compradores entre este colectivo.
Los datos difundidos muestran que las muertes por armas de fuego en el país casi se han duplicado en una década: en 2021 (último año del que hay datos recolectados) llegaron a 5.741, mientras que 10 años antes eran 2.947, según el Violence Policy Center (VPC).
Además, según esta misma organización, los latinos tienen más probabilidades que los blancos de ser asesinados con un arma de fuego como lo muestra la tasa de homicidios por cada 100.000 personas en 2021, 5,2 frente a 3,1.
Entre los factores que explican el aumento de la violencia con armas de fuego entre los latinos está el propio esfuerzo que la industria armamentística ha hecho en los últimos años para seducirlos a medida que su presencia ha ido aumentando en EE.UU., donde ya suponen casi una quinta parte de la población.
Una presión del lobby armamentístico que se suma a otras causas más estructurales relacionadas con las agresiones con armas como, por ejemplo, la violencia policial contra algunas comunidades, derivada del racismo sistémico que existe en EE.UU.

“Las comunidades latinas experimentamos violencia y terror todos los días; tenemos normalizado que podemos ser matados con una arma“, aseguró en una entrevista con EFE una de las coordinadoras de la red de supervivientes Crime Survivors for Safety and Justice, Michelle Monterrosa, hija de argentinos y hermana de una víctima de violencia con arma.
De demonizados a anhelados
Tal y como refleja el estudio de VPC, la industria armamentística está lanzando una campaña dirigida a los hispanos y a otras minorías para aumentar la venta por un lado y el apoyo al movimiento pro-armas por el otro.
“La base de consumidores tradicional (de hombres blancos) se está envejeciendo y muriendo y necesitan reclutar nuevos clientes para contrarrestar la disminución de su número de afiliados”, dijo a este medio el fundador y director ejecutivo del VPC, Josh Sugarmann.
Sugarmann quiso resaltar el hecho de que el movimiento pro armas siempre ha tratado de “demonizar” a las comunidades afroamericanas y latinas y ahora las necesita para mantener sus ventas.
La vicepresidenta de Asuntos Gubernamentales y Políticos de la ONG Giffords, Vanessa Gonzalez, apuntó a EFE que, para atraer a su público objetivo, la industria armamentística utiliza “el miedo y la desinformación” basándose en la “falsa creencia” de que si tienes un arma a tu disposición tienes más protección.
En la misma línea, Sugarmann advirtió del “bucle peligroso” que provoca el fácil acceso a las armas, que aumenta su oferta y a la vez genera una sensación de necesidad cada vez mayor.
Violencia de los responsables de mantener la paz
Los expertos creen que también influye la violencia policial, que suscitan una “carrera armamentística entre la población civil y las fuerzas del orden”.
Michelle Monterrosa, una de las hermanas de Sean Monterrosa, que murió en junio de 2020 después de recibir disparos de un policía de Vallejo (California), sentenció que no existe la rendición de cuentas para las fuerzas de seguridad estatales, protegidos aún en muchos estados por la ley.

Durante unas protestas por el asesinato del afroamericano George Floyd -también por violencia policial-, Sean murió por los cinco disparos por parte del agente.
Monterrosa criticó el “amparo inalterable” que brinda la Declaración de derechos de los agentes del orden (LEOBR, en inglés), que tiene el objetivo de proteger a los policías de “enjuiciamientos derivados de su conducta en el ejercicio de sus funciones” a partir de privilegios basados en las garantías procesales.
Baile de números
También aseguró que los latinos están en un “limbo” que muchas veces no los reconoce como víctimas.
Al respecto, VPC advierte que las limitaciones en la recolección de datos por parte de organismos públicos, que en muchos casos reportan la raza pero no el origen étnico, puede estar provocando una “infrarrepresentación” de los latinos entre las víctimas de armas de fuego
Para todas las fuentes consultadas es indiscutible que la implementación de acciones y programas para reducir la violencia armada en el país es más fácil bajo presidencia demócrata.
Y aunque creen que la administración del presidente Joe Biden no ha sacado adelante “medidas de fuerte impacto” en este ámbito, celebran que impulse “una amplia gama” de actuaciones, como la creación de la primera oficina federal para prevenir la violencia armada.
Agencia EFE


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