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Murió al saltar en paracaídas: la familia apunta a la escuela, las dudas sobre el rol del instructor y por qué no abrió el paracaídas de seguridad

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Héctor Vaccaro murió a los 62 años tras un salto fallido el domingo del Día del Padre: no se le abrió ninguno de los dos dispositivos.

Domingo 18 de junio, Día del Padre. Héctor Vaccaro, 62 años, director de Mantenimiento y Talleres de Aysa, se sube a una avioneta de la escuela de paracaidismo del Aero Club Fortín, en Lobos, a 110 kilómetros de la Capital. Amable, saluda al piloto y a su instructor. Son las dos de la tarde. El cielo está despejado y la temperatura es de unos 15 grados. Se escucha el ruido del motor, la nave acelera y despega. Desde arriba, las casas se ven como pequeños bloques distribuidos sobre el verde del campo. A 3.800 metros de altura (un avión comercial vuela entre los 10.000 mil y los 12.000), Vaccaro toma impulso y se arroja al vacío acompañado de su instructor. Con casco y gafas, cae a unos 250 kilómetros por hora. A los 1.500 metros de altura intenta abrir el paracaídas principal. No lo consigue. Sin tiempo, el paracaídas de seguridad tampoco logra desplegarse. A Vaccaro y a su instructor, que debe acompañarlo, les quedan segundos para realizar algún gesto salvador. Pero no hay milagro para él. En un terreno vecino al Aero Club, golpea su cabeza contra el pasto y muere.

¿Qué pasó con los paracaídas que no abrieron? ¿Por qué el instructor no logró evitar el accidente cuando están entrenados y existe un protocolo para eso?

Según la escuela, Vaccaro no pudo abrir el paracaídas principal porque se “desestabilizó” al saltar de la avioneta y, cuando quiso recurrir al paracaídas complementario, se enredó en el pilotín que debía accionarlo y eso impidió que se desplegara.

Su cuerpo fue enviado a la morgue de La Plata, donde le realizaron la autopsia en el marco de la investigación judicial por averiguación de “causales de muerte”. Allí, los especialistas comprobaron que Vaccaro había fallecido por “traumatismo encéfalocraneano grave, politraumatismos y shock hipovolémico (por la pérdida de sangre, el corazón es incapaz de bombear lo suficiente)”. Un golpe sin margen de sobrevida.

Radicado en el juzgado de garantías de Saladillo a cargo de la jueza Patricia Altamiranda, en el caso intervienen Gisela Dupraz, ayudante fiscal de Lobos, y Nicolás Cepeda, auxiliar letrado. “Estamos esperando que Gendarmería haga el peritaje de los paracaídas para tener mayores certezas de lo que ocurrió en el aeródromo de Lobos”, responde Cepeda.

Héctor Vaccaro era director de mantenimiento en AySA.Héctor Vaccaro era director de mantenimiento en AySA.

Bianca Vaccaro, 19 años, estudiante de Sonido y Producción Musical en la ORT de Almagro, es la hija de Héctor y tiene muchas dudas sobre el accidente. Aún de duelo, le apunta a la escuela de paracaidismo. “El sábado 17, un día antes de su muerte, mi papá había ido a Lobos para hacer el cuarto salto del curso que había contratado, que en total era de siete clases. Saltó acompañado de dos instructores, cada uno con su paracaídas. Despegados, pero cerca. Los instructores le dijeron después que tenía que repetir el salto al día siguiente, porque había abierto el paracaídas antes de lo conveniente. Entonces, me pregunto: ¿por qué el domingo mi papá no saltó bajo las mismas condiciones que el sábado? ¿Por qué si el sábado saltó con dos instructores el domingo lo hizo con uno solo? Y hay más cuestiones que no quedan claras…”.

-¿Cuáles?

-En la escuela dicen que a mi papá se le enredó el pilotín y por eso no pudo abrir el segundo paracaídas. Pero según el testimonio de un policía, que fue el primero en llegar al lugar del accidente, mi papá no tenía nada enredado en el cuerpo… Yo vi el acta en la que figura la declaración de ese policía.

-También deber haber fotos del cuerpo de tu papá.

-Suponemos que sí. Por eso con mi familia estamos peleando para que nos entreguen las imágenes. Además, si a mi papá se le enredó algo en el cuerpo, le debería haber dejado alguna marca por la fuerza del viento. Pero en la autopsia no se encontró nada de eso.

En teoría, durante la especialidad de caída libre, los paracaidistas profesionales descienden a una velocidad variable de entre unos 180 km/h y 300 km/h, lo que les permite, al regular la velocidad y desplazarse, reproducir de un modo relativo la sensación de “volar”. Según la página web SkyDive Danielson, perteneciente a una escuela ubicada en el estado de Connecticut, Estados Unidos, el salto en paracaídas no se siente como una caída ni con el vértigo de una Montaña Rusa“La razón por la cual el paracaidismo no produce esa sensación es porque no hay pausa o desaceleración en velocidad”, se lee en la página. Y en la descripción agrega: “Mientra caes en caída libre a 190 km/h (120 mph) tu mente trata de comprender las sensaciones y las vistas a su alrededor. El cerebro trata de mantenerse al día con lo que está sucediendo. Llamamos a este sentimiento ‘sobrecarga sensorial’. Es como si su cerebro estuviera unos minutos tarde, mirando al suelo después de que su cuerpo haya salido y esté en caída libre. El paracaidismo es ventoso, con adrenalina e intenso. Para cuando se abre el paracaídas, su cerebro aún está intentando acostumbrarse a la sensación de caída libre. Todo termina antes de que esté listo para terminar y es difícil recordar exactamente lo que acaba de pasar”.

La descripción ayuda a entender por qué un instructor salta junto a quien realiza sus primeros intentos. Si la “sobrecarga sensorial” o algún desequilibrio impidiera que el alumno acciones su paracaídas, quien lo acompaña debe corregirlo. Pero el relato profundizará el tema más adelante.

-El paracaídas de seguridad también debió accionarse automáticamente -sigue explicando Bianca Vaccaro-. Porque si saltás y te desmayás, por ejemplo, debe haber algún dispositivo que te proteja. Si no, nadie se arriesgaría a tirarse. Por eso pensamos que en el caso de mi papá pudo pasar que no hayan programado la computadora que debe activar ese paracaídas a una altura y velocidad determinadas. Hay muchas cosas que no cierran… Además, sólo se secuestró el paracaídas y no se allanó el aeródromo ni la avioneta. Y encima nos dijeron que el salto de mi papá no se había filmado, cuando se hace siempre para detectar errores de los alumnos y poder corregirlos.

Bianca Vaccaro habla sin dramatizar. Su foco está puesto en tratar de entender qué pasó y por qué. Y en las respuestas de la escuela del Aero Club de Lobos. “Lo que también me dolió fue que el lunes 19, después de lo que había pasado el día anterior, el aeródromo siguió funcionando con normalidad. No lo clausuraron para proteger las pruebas. Ni siquiera lo mantuvieron cerrado por respeto a mi papá. Y estamos hablando de una muerte, no de una fractura de tobillo”. Baja la voz y termina: “Como era el día del padre teníamos previstos juntarnos a cenar. Pero no pudo ser”.

Una vida en Aysa

Héctor Vaccaro vivía solo en su casa de Villa Devoto. Se había divorciado de Roxana Spieler a fines de 2020. Además de Bianca, tienen otro hijo, Juan Ignacio, de 25 años, gamer, jugador profesional de League of Legends (LOL). “Mi hermano y yo nos quedamos con mamá en Agronomía. Pero aunque no vivíamos juntos el contacto con papá seguía siendo muy fluido”, cuenta Bianca, que acaba de rendir un final de su carrera pero no pierde la energía.

Criado en Mataderos, Vaccaro se había recibido de técnico electrónico en la ENET Número 17, Cornelio Saavedra, de Parque Avellaneda. Su primer trabajo lo consiguió en 1982 en Sade Techint. Un año después, cuando todavía se llamaba Obras Sanitarias de la Nación, se sumó a la que sería Aysa y lo destinaron a la planta depuradora sudoeste, en Aldo Bonzi. A mediados de los ’90 se incorporó a los talleres del Establecimiento Varela, en el Bajo Flores, donde se acondicionan las bombas y maquinarias de la empresa. Su idea era seguir los pasos de su padre Ignacio, italiano, que le dedicó toda su vida a esta compañía.

Perfeccionista, le apasionaba la robótica y era capaz de ponerle levantavidrios eléctrico o alarma con audio a su auto Fiat 147, cuando esas prestaciones no venían de fábrica. Sus amigos y parientes recurrían a él cada vez que necesitaban arreglar algún electrodoméstico. “Le encantaba resolver problemas. Decía que eso le mantenía la mente ágil”, recuerda Bianca.

Héctor Vaccaro practicando buceo.Héctor Vaccaro practicando buceo.

A los 50 años, Vaccaro decidió estudiar una carrera universitaria y se recibió, con mejor promedio, de licenciado en Higiene y Seguridad del Trabajo en la Universidad FASTA (Fraternidad de Agrupaciones Santo Tomás de Aquino). Después le agregó a su currículum el diploma de Gestión de activos y mantenimiento de la UTN. “Mi papá era un libro abierto”, sigue Bianca. “Siempre estaba estudiando, en alguna institución o por su cuenta. Le preguntabas cualquier cosa y lo sabía… Y si no, te pedía un tiempo, lo averiguaba y te respondía. En uno de los últimos mensajes que intercambiamos, mientras yo estudiaba para rendir otro final, me dijo: ‘no te olvides que la velocidad del sonido es directamente proporcional a la temperatura del ambiente'”.

En 2017 fue nombrado director de Aysa. Pero actuaba como si fuera uno más de los trabajadores. Aunque tenía la posibilidad de hacer home office, en pandemia decidió seguir yendo a la oficina. Además de su tarea habitual, participaba en las Olimpiadas Sanitarias, competencias que se organizan en Colombia y los Estados Unidos, y gana, por ejemplo, quien arregla más rápido una tubería. Su oficina lucía los trofeos. “Algunos de sus compañeros me dijeron que existe la posibilidad de ponerle el nombre de mi papá a una nave de la compañía, un gran tinglado donde hay máquinas y oficinas”, dice Bianca.

Al enterarse de su muerte, el sindicato de empleados de Aysa lo despidió con un mensaje afectuoso: “Héctor era una persona destacada en su profesionalismo y calidad humana. Queremos expresar nuestro más sincero pésame a su esposa e hijos en este momento tan difícil. También deseamos extender nuestras condolencias a todos los compañeros del Establecimiento Varela, donde Héctor prestaba sus servicios”.

Gusto por el riesgo

En los ratos libres, Vaccaro escuchaba música clásica. Y jugaba al ajedrez. Si bien era simple con las comidas, como buen descendiente de italianos se perdía con el tiramisú. Lo que más lo movilizaba, de todas maneras, era su pasión por lo que le generara adrenalina. Como buzo profesional había estado en diferentes aguas, como el Mar Rojo. También manejaba motos de alta cilindrada y, por si fuera poco, había conseguido un certificado de timonel para navegar con su lancha. “Disfrutaba pasar el día en el Delta del Tigre”, describe Bianca, que enseguida recuerda las vacaciones familiares en Cipoletti, Río Negro, y Villa Pehuenia, Neuquén.

-¿De dónde venía la pasión de tu papá por el riesgo?

-Para él, estas actividades eran un desafío, las hacía como una búsqueda de superación personal. En 2010 había sufrido un ACV, pero no perdió el habla ni nada por el estilo. Quedó muy bien. De todos modos, hubo quienes le recomendaron que dejara de bucear. Pero él siguió consultando a especialistas y lo volvió a hacer. Y nunca tuvo ningún problema.

Vaccaro también era timonel.Vaccaro también era timonel.

También en Lobos, la primera vez que Vaccaro saltó en paracaídas fue en febrero de 2022. Lo hizo con su hija Bianca y su sobrino Agustín, de 22 años. Quedaron fascinados con la experiencia de volar como pájaros. Justo un año después, en febrero de 2023, padre e hija saltaron por segunda vez. Y desde principios de mayo Héctor pretendía completar el curso de siete clases. “Los primeros saltos los hicimos, como se dice, en tándem: papá enganchado con un arnés a su instructor, y yo enganchada al mío. Son los que se conocen como saltos de bautismo”, detalla Bianca.

-¿Tu hermano Juan Ignacio no tuvo ganas de saltar con ustedes?

-No. Era algo que compartíamos mi papá y yo.

Según especifica la escuela de paracaidismo, no cualquiera puede saltar. Hay que ser mayor de edad (a los 17 años es posible con un permiso de los padres). Además, recomienda no pesar más de 90 kilos, no sufrir problemas de corazón y, para evitar dolor de oídos, no estar congestionado. También, para evitar complicaciones en el descenso, es importante no usar ropa holgada ni llevar cadenitas, aros ni anillos que puedan engancharse en el paracaídas.

Otros casos

En abril de 2021, Alejandro Montagna, porteño de 51 años, sobrevivió a una falla en el momento de abrir su paracaídas principal. También en Lobos, y después de haber hecho más de 3.700 saltos, a Montagna se le enredó el paracaídas pero pudo desplegarlo a tiempo. “Me quedaban 1.300 metros ó 60 segundos para resolver. Con mucho esfuerzo logré sacar el nudo. Pero salí agotado…”.

Un estudio publicado por el sitio español Xatka Ciencia profundizó sobre las causas de muertes en paracaídas: “James Griffith, experto en accidentes de paracaidismo y profesor de psicología en la Universidad de Shippensburg, Estados Unidos, ha estudiado todos los informes sobre accidentes de paracaidismo producidos desde el año 1993”.

Y continua: “Según Griffith, cada año, alrededor de 35 personas mueren en accidentes de paracaidismo de los aproximadamente 2,5 millones de saltos que se llevan a cabo. Eso supone una muerte por cada 75.000 saltos. Lo fascinante del 10 % de las muertes que se producen en paracaidismo es que el motivo parece ser el llamado problema del “no tirar” o de tirar a baja altitud o tirar con poca determinación (en referencia a la manija que activa el paracaídas)”.

Otra razón más inquietante de estos accidentes “es el bloqueo cerebral, tal y como expone Ben Sherwood en su libro El club de los supervivientes: tras saltar de un avión con el corazón latiendo fuertemente y las hormonas del estrés a toda máquina, no resulta sorprendente que nuestra mente se congele durante unos segundos (la sobrecarga sensorial del comienzo). Podemos llegar a olvidar, literalmente, dónde nos encontramos y qué estamos haciendo. Eso nos sucede a todos cada día (nuestro cerebro se paraliza), pero normalmente estamos sentados en nuestra mesa de trabajo o empujando un carrito en el supermercado. Cuando caemos a 190 kilómetros por hora en dirección a la tierra, puede ser fatal si no nos recuperamos a tiempo”.

El texto concluye: “El psicólogo Christian Hart entrevistó a paracaidistas que no tiraron de las manijas de sus paracaídas y se salvaron justo unos segundos antes de impactar contra el suelo gracias a sus dispositivos de activación automática: está convencido de que, cuando nos encontramos bajo una terrible presión, aparecen dos tipos de personalidades. El primer tipo sigue tratando de solucionar los problemas, independientemente de lo que suceda. Estas personas se niegan a rendirse y algunas veces mueren tratando de salvarse. El segundo tipo se rinde enseguida. Son personas que se resignan a su suerte y arrojan la toalla”.

En la Argentina hubo varios casos de personas que murieron al saltar en paracaídas. En 2008, en Mar del Plata, el instructor Ignacio La Puente y su alumno Héctor Zubiyaga perdieron la vida mientras practicaban saltos en terrenos del Parque Industrial, sobre la ruta 88, cerca de Batán.

Julio Acosta, el buzo táctico que murió en un ejercicio de paracaidismo.Julio Acosta, el buzo táctico que murió en un ejercicio de paracaidismo.

Otro accidente fatal fue el de Julio Acosta, buzo táctico de la Armada y cabo principal que murió durante un entrenamiento en Bahía Blanca, en 2017, en la Base Aeronaval Comandante Espora. Ese mismo año, en Rosario, el experimentado paracaidista Arturo Julio falleció en el Aeródromo de Alvear. Según trascendió, una falla habría disparado el sistema de emergencia en simultáneo con la apertura de la contención principal.

Francisco Vegetti, de 45 años, es dirigente e instructor del Club Escuela de Paracaidismo Santa Fe, que funciona en el Aeródromo de Esperanza. Empezó a practicar este deporte a los 17 y ya suma unos 3.000 saltos. “El paracaidismo se empieza a entender después de los 150 saltos. Y ya podemos estar en presencia de un paracaidista cabal después de los 350”, afirma, con autoridad.

“De modo estándar”, sigue Vegetti, “se puede saltar en paracaídas a 3.500/4.000 metros, y después de esa altura se necesita usar oxígeno en el avión”, avanza. El récord mundial lo tiene Félix Baumgartner, el austríaco que en 2012 saltó desde una cápsula, afuera de la estratósfera, a 38.900 metros. “A veces tenés que ir hasta lo más alto para entender qué tan pequeños sos. Ahora, regreso a mi hogar”, dijo Baumgartner para la televisión, antes de su caída libre. Su descenso duró cuatro minutos y 19 segundos.

Félix Baumgartner, el austriaco dueño del récord mundial.Félix Baumgartner, el austriaco dueño del récord mundial.

El mejor lugar para practicar paracaidismo en la Argentina es, según el mismo Vegetti, la localidad de La Cumbre, en Córdoba. “También es muy interesante hacer paracaidismo sobre el mar. Y en Esperanza, por supuesto, donde se puede saltar todo el año: la región pampeana es muy previsible en cuanto a meteorología…”. En la escuela santafesina el salto de bautismo tiene un costo para el alumno de unos 60.000 pesos. Y en los distintos aeródromos de la Argentina se cobra más o menos lo mismo, alrededor de 100 dólares.

Vegetti aporta desde su experiencia: “A partir de los años ’80 hubo una gran revolución y los equipos que se utilizan son muy buenos, de gran tecnología, con alas completamente rígidas. Un paracaidista en su casco lleva un altímetro sonoro, y en su muñeca un altímetro visual, lo que hace que le suenen distintas alarmas que lo alertan del momento de abrir el paracaídas. Por eso, en el 99% de los casos, el paracaídas se va a abrir, aunque puede abrirse de una manera no deseada.

-¿Qué significa que un paracaidista se “desestabilice” al saltar del avión?

-El paracaidista puede sufrir un bloqueo mental, o que el cuerpo se le ponga rígido y quede boca arriba. O que gire varias veces… Todo eso se potencia en personas de mayor edad. Los instructores tienen que evitar esas situaciones.

El punto es clave para entender qué pudo ocurrir en el accidente mortal de Vaccaro. El protocolo utilizado en las escuelas indica que en el salto el instructor debe estar pegado a su alumno, como para poder agarrarlo con los brazos y darlo vuelta si quedara boca arriba o de costado. Si el alumno queda abajo después de saltar, el instructor tiene que lograr ubicarse a la par. Para eso hay técnicas, como cambiar la posición de su cuerpo para caer más rápido. A la altura desde la que se hacen los saltos, y en pleno descenso, la comunicación oral es nula. Entonces, con señas debe ayudar al alumno a recuperar la posición ideal para abrir el dispositivo. Y si hace falta, es el instructor quien tira del agarre del paracaídas. Tiene que sostener a su alumno hasta que abra su paracaídas, recién ahí lo suelta y luego acciona su propio dispositivo.

– ¿Y si eso no se lograra, el paracaídas de seguridad debe abrirse solo?

-Claro. Es automático. Si yo salto del avión y quedo nocaut porque choco mi cabeza con una rueda o con alguno de mis compañeros, a unos 400 metros de altura debe abrirse el paracaídas de reserva que lleva un dispositivo muy chiquito que funciona como una boya, que queda inflado y lo abre si es necesario.

Una última aclaración de Vegetti hace eco con las preguntas aún sin respuesta de Bianca Vaccaro: “Cuando los alumnos están más avanzados se pueden tirar con un instructor. Pero si no, para estar más controlados, tienen que hacerlo con dos”.

¿Estaba Vaccaro, en su cuarto salto, preparado para hacerlo con un solo instructor?

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“Con lo meticuloso que era, no podemos creer que a mi papá le haya pasado lo que le pasó”, retoma Bianca Vaccaro. “Es más, para practicar estos saltos, él había hecho el curso teórico. Y como le pareció pobre, se imprimió un manual de paracaidismo de unas 150 páginas y lo tenía arriba de la mesa todo subrayado: se lo estudió de punta a punta… Mi papá era un aventurero pero no un inconsciente”.

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Un turista de 21 años se metió al Río Paraná para buscar una pelota y murió ahogado

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Ocurrió en el balneario municipal de Santa Elena. El joven habría cruzado la zona habilitada, que estaba delimitada por boyas

Un joven de 21 años murió ahogado este martes por la tarde tras adentrarse en las aguas profundas del río Paraná para recuperar una pelota. El trágico accidente ocurrió en el balneario Santa Elena, situado en la ciudad homónima, en Entre Ríos.

El cuerpo no ha sidoEl cuerpo no ha sido encontrado y la búsqueda continúa.

Si bien un compañero intentó ayudarlo, tuvo que soltarlo debido a que la víctima comenzó a arrastrarlo mientras se ahogaba. El joven fue identificado como Logan Daniel Videla, oriundo de La Matanza, provincia de Buenos Aires. En el caso intervinieron agentes de la Comisaría de Santa Elena, del Departamento La Paz, junto con personal de Prefectura Naval.

El trágico accidente ocurrió enEl trágico accidente ocurrió en Río Ceballos (Foto: Prensa Policía)

Alarmante cifra de ahogamientos durante el verano

Según se pudo reconstruir, al notar que no podía mantenerse a flote, comenzó a pedir auxilio. A pesar de los esfuerzos de una persona que logró sacarlo del agua, ya no presentaba signos vitales, según informó El Doce TV.

En lo que va del verano, las víctimas fatales sufrieron accidentes en las localidades cordobesas de La Calera (Sierras Chicas), Nono (Traslasierra), Villa Rumipal (Valle de Calamuchita), Villa Carlos Paz (Valle de Punilla), el dique Piedras Moras (Calamuchita), Mina Clavero (Traslasierra) y Río Tercero (Tercero Arriba).

Las autoridades locales y los organismos de emergencia suelen emitir recomendaciones para evitar accidentes en los cursos de agua. Entre las medidas más comunes se encuentran evitar ingresar a zonas profundas, prestar atención a las corrientes y no nadar en áreas no habilitadas. Sin embargo, los incidentes registrados este verano reflejan que, en muchos casos, estas advertencias no son suficientes para prevenir tragedias.
Un turista de 65 añosUn turista de 65 años falleció en La Toma.

Solo dos días antes de la muerte de Lucas Iván Paz, falleció otro hombre identificado como Horacio Quiroga en la ciudad de Río Tercero. La víctima, de 37 años, disfrutaba de una jornada familiar cerca del balneario municipal; cuando ingresó al agua en la zona del predio del Centro Tradicionalista alrededor de las 19 horas. Testigos relataron que, tras lanzarse al río, Quiroga no volvió a salir a la superficie, lo que generó alarma entre los presentes.

Ante la emergencia, las autoridades locales y los Bomberos Voluntarios acudieron rápidamente al lugar. Según detalló Telefe Córdoba, lograron rescatar al hombre y trasladarlo de inmediato al hospital de la localidad. Sin embargo, pese a los esfuerzos médicos, se confirmó su fallecimiento horas después. Habría sufrido un paro cardiorrespiratorio tras ingresar al agua.

Días atrás, un hombre de 65 años, identificado como Norberto Jorge Amadeo, falleció en el balneario La Toma, ubicado en la localidad de Mina Clavero. El turista, oriundo de la provincia de Buenos Aires, resbaló mientras intentaba cruzar el río a nado, golpeó su cabeza contra una piedra y fue arrastrado por la corriente, lo que resultó en su trágico deceso.

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Temporal en Bahía Blanca, en vivo: se reactivó el transporte público y será gratis por 30 días

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La ciudad bonaerense vuelve poco a poco a la normalidad. El funcionamiento de los colectivos, la recolección de residuos y la entrega de donaciones. La atención al público en lugares habilitados para circular. Qué pasará con las clases y el clima

Bahía Blanca se reconstruye después del fuerte temporal que azotó a la ciudad el viernes pasado, provocando grandes daños y destrozos. La ciudad recibió la llegada del.

En el medio de la angustia que prevalece por las personas que aún están desaparecidas, incluyendo a las hermanas Delfina y Pilar Hecker, de uno y cinco años, las autoridades del municipio se mantienen trabajando en su búsqueda.

Por lo pronto las clases estarán suspendidas hoy y mañana debido a las complicadas condiciones de infraestructura en las que se encuentran las instituciones relevadas.

En tanto, el gobierno de la Provincia de Buenos Aires anunció un paquete de medidas como créditos blandos, subsidios, transporte gratis y beneficios impositivos.

Alfredo Dagna, presidente del Club Olimpo de Bahía Blanca: “El club está colapsado con las ayudas”
Alfredo Dagna, presidente del Club Olimpo, confirmó que suspendieron el fútbol en Bahía Blanca, para ayudar a la ciudad

El presidente del Club Olimpo de Bahía BlancaAlfredo Dagna, destacó la ayuda de gran parte de las instituciones deportivas de la Argentina: “Es un aluvión de donaciones que vienen. Me han llamado casi todos los presidentes de clubes para decirme que enviaban uno o dos camiones”. E informó que la idea es entregarlo “en forma inmediata” a la gente, ya que hay una situación de desesperación.

Respecto al rol de la Asociación de Fútbol Argentino (AFA), Dagna comentó que el organismo se encuentra recibiendo donaciones en el predio de la AFA, en Ezeiza, que provienen de los clubes del interior. Y subrayó que lo que más se necesita son elementos de higiene: “El tema es lo que pueda pasar desde el punto de vista sanitario en la Ciudad”.

Alfredo Dagna, presidente del ClubAlfredo Dagna, presidente del Club Olimpo de Bahía Blanca

En cuanto a medidas, el dirigente relató: “En el fútbol lo que hicimos fue suspender el partido que teníamos ahora, jugábamos el domingo. Tengo dos helicópteros de la Policía Federal en la cancha de fútbol y suben y bajan todos los políticos que vinieronEl club está colapsado con las ayudas”.

Por último y sobre la situación actual en la localidad bonaerense, Dagna calificó al temporal como “una situación difícilmente de entender” y estimó que es poco probable que vuelva a suceder. “Son situaciones que uno las explica y las cuenta, pero el que las vive es una situación traumática porque pierde todo. Eso es como el Juego de la Oca, retrocedes 20 casilleros porque perdés todo. Hechos como estos desbordan cualquier previsibilidad posible”.

En este punto, concluyó: “Es dramático lo que pasó, de tal forma que, toda la ayuda que llega, si bien es un bálsamo para la gente, cuando pase la ayuda la gente va a tener que arrancar de cero. Y eso es lo más preocupante”.

10:28 hsHoy

Cómo están las rutas en Bahía Blanca

El desigual estado de lasEl desigual estado de las rutas en Bahía Blanca (Gustavo Gavotti)

Según informó Vialidad Nacional, el estado de las rutas nacionales que conectan la ciudad con el resto del país presenta diversas restricciones, incluyendo cortes totales y tramos transitables con precaución.

De acuerdo con el reporte oficial, la Ruta Nacional 3 (RN 3), muestra diferentes niveles de accesibilidad dependiendo del tramo. El segmento entre Azul y el empalme con la Ruta Nacional 229 (RN 229) se encuentra transitable sin inconvenientes. El tramo que conecta la RN 229 con El Triángulo y el que va desde este último punto hasta la calle Charlone (kilómetro 691) requieren precaución debido a las condiciones del camino.

Por otro lado, el tramo entre el Canal Maldonado (kilómetro 692) y el empalme con la Ruta Nacional 33 (RN 33) permanece completamente cerrado al tránsito.

Los trabajos para recuperar laLos trabajos para recuperar la circulación vial en algunos accesos a la ciudad de Bahía Blanca

El resto de los tramos de la RN 3 presentan una situación mixta. Desde el empalme con la RN 33 hasta el empalme con la Ruta Nacional 22 (RN 22), el tránsito es posible pero con precaución, mientras que el trayecto entre el empalme con la RN 22 y Patagones está habilitado sin restricciones.

Asimismo, el segmento que conecta el empalme con la RN 3 y Río Colorado, perteneciente a la RN 22, también es transitable con normalidad.

El pavimento resquebrajado, producto deEl pavimento resquebrajado, producto de las tormentas del viernes pasado

La Ruta Nacional 33 (RN 33) también presenta condiciones variables. El tramo entre el empalme con la RN 3 y La Vitícola está habilitado, pero se recomienda circular con precaución. Por su parte, el trayecto que conecta La Vitícola con Pigüé no presenta inconvenientes. Sin embargo, el tramo que une Pigüé con Trenque Lauquen requiere precaución debido a las condiciones del camino.

En cuanto a la Ruta Nacional 35 (RN 35), el panorama es más crítico. El tramo que conecta Bahía Blanca con el límite de la provincia de La Pampa se encuentra totalmente cerrado.

La Ruta 35, una deLa Ruta 35, una de las más afectadas por el temporal

Por su parte, la Ruta Nacional 228 (RN 228), que conecta Necochea con Tres Arroyos, está habilitada sin restricciones. Por otro lado, la Ruta Nacional 229 (RN 229), que une el empalme con la RN 3 y Balneario Marisol en Punta Alta, es transitable, pero con precaución.

La Ruta Nacional 249 (RN 249), que conecta el empalme con la RN 3 y el empalme con la RN 229 en Punta Alta, también requiere precaución para su tránsito. Asimismo, la Ruta Nacional 252 (RN 252), que abarca el tramo entre la Rotonda de Villa Sarsfield y el puente La Niña, presenta condiciones similares.

Finalmente, la Ruta Nacional 1V03 (RN 1V03), que conecta el empalme con la RN 3 y la Rotonda Ex Indiada, también está habilitada, pero se recomienda circular con precaución.

10:12 hsHoy

El Hospital Penna reactiva algunos de sus servicios

El acceso a guardia delEl acceso a guardia del Hospital José Penna (REUTERS/Juan Sebastián Lobos)

El Hospital Provincial José Penna, principal centro de salud de Bahía Blanca, comenzó a recuperar su funcionamiento tras los graves daños sufridos durante el temporal del pasado viernes.

El Ministerio de Salud de la provincia de Buenos Aires implementó un amplio Plan de Contingencia que incluye la adecuación de espacios, la reorganización de servicios y el envío de recursos humanos y materiales para garantizar la atención médica en la región.

Más de 200 agentes sanitarios fueron enviados al hospital, junto con equipamiento médico, medicamentos, vacunas y personal especializado en salud mental. Estas medidas buscan restablecer la operatividad del establecimiento, que es clave para la atención de la población local.

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Sociedad

“¿Dónde está mi bebé?”: la angustia de una madre adolescente y la hazaña de una enfermera en medio de la inundación en Bahía Blanca

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La tormenta arrasó con el Hospital Penna y decenas de niños tuvieron que ser evacuados de la Neonatología. Saira Delmiro, de 16 años, vivió una odisea para reencontrarse con su hija, Amely. Su historia y la de la enfermera que la salvó

El viernes 7 de marzo, Saira Delmiro (16) se despertó sobresaltada en su casa del barrio 9 de Noviembre, en Bahía Blanca. Eran las cuatro de la madrugada y afuera llovía sin parar. Horas después, cuando ya se había desatado el peor temporal de la historia de la ciudad, llegó a su teléfono un video que le heló la sangre: el hospital Penna, donde su hija Amely llevaba tres semanas internada en el sector de Neonatología, se había inundado.

“Me agarró un ataque de nervios. No veía a mi bebé desde la noche anterior y en las imágenes no aparecía el sector donde ella estaba. Me desesperé. Pensé que no se iba a salvar”, recuerda Saira en diálogo con Infobae.

Amely nació el 15 de febrero pasado, con solo 27 semanas de gestación y un peso de 940 gramos. Desde entonces, la beba pasaba sus días en una incubadora, con respirador y asistencia médica constante. Saira, que recibió el alta tres días después de traerla al mundo, la visitaba dos veces al día. “Trataba de pasar la mayor cantidad de tiempo en la Neonatología. Le cambiaba los pañales, me sacaba leche para que se alimentara y le hablaba permanentemente. Me costaba mucho verla así, tan chiquita y llena de cables”, explica.

A pesar del buen cuidado, en sus primeras semanas de vida, la evolución de Amely era inciertaprimero tuvo ictericia (NdR: una afección frecuente en los neonatos que provoca que la piel y las partes blancas de los ojos se tornen amarillas a partir de un exceso de bilirrubina en la sangre) y, luego, una infección que le comprometió los pulmones. “Todo venía siendo muy cuesta arriba”, explica su mamá

Pero la prueba más dura todavía estaba por llegar.

La primera imagen de Amely.La primera imagen de Amely. La beba nació el 15 de febrero con solo 27 semanas de gestación y un peso de 940 gramos

“¿Dónde está mi bebé?“

Después de ver los videos, aquel viernes 7 de marzo, Saira decidió ir al hospital Penna a buscar a su bebé. Llegó alrededor de las 17 y ahí se enteró de que Amely ya no estaba allí. “Pregunté adónde estaba mi hija y me dijeron que la habían trasladado. ‘Ella está bien, pero la llevamos a OSECAC’, me explicó el director de Neonatología. El problema es que eso quedaba pasando el centro y, con mi mamá, no teníamos cómo llegar. Paramos una camioneta que se ofreció a llevarnos, pero tuvimos que bajarnos antes. Cuando salimos del coche, el agua nos llegaba por encima de la cintura y la corriente te llevaba. Tuvimos miedo”, cuenta.

Durante horas, Saira y su madre se quedaron atrapadas en una vereda, sin poder avanzar. “Tuvimos que esperar a que bajara el agua. Estábamos empapadas y embarradas. Al final, empezamos a caminar por calles sin luz. ‘No vamos a llegar’, le decía a mi mamá”, cuenta Saira.

Finalmente, cerca de las 21:30, llegaron a la clínica. “Entré y dije: ‘Soy la mamá de Amely, una de las bebés que trajeron del Penna’. Ahí me llevaron a la sala de padres para que me cambiara y después nos reencontramos. Cuando la vi, me largué a llorar. No podía creerlo. Creí que no iba a sobrevivir”, dice.
Luciana Marrero, la enfermera queLuciana Marrero, la enfermera que cobijó a Amely en su pecho, debajo de su ambo, para darle calor y así salvarle la vida

“No tenés nada que agradecer”

Quien repone la otra parte de la historia, ahora, es Luciana Marrero, la enfermera que cobijó a Amely en su pecho, debajo de su ambo, para darle calor y así salvarle la vida. Junto a sus compañeras del Penna, Luciana puso en marcha un operativo de rescate que se extendió durante 18 horas ininterrumpidas hasta que lograron trasladar a todos los recién nacidos a un lugar seguro.

“Actuamos con el corazón y pensando en las madres que no pudieron llegar hasta sus hijos debido a la tormenta. Si no nos saliera del corazón, no podríamos haberlo hecho. La prioridad siempre son los bebés”, comentó la enfermera en una entrevista días atrás.

Luciana, quien trabaja en el turno noche de la Neonatología, conocía a Amely, pero no a Saira. Recién se vieron por primera vez días después de la tormenta. “Fue muy emotivo el encuentro. Ella estaba superagradecida por lo que hice. ‘No tenés nada que agradecer. Yo también soy mamá y te entiendo. Vos hubieras hecho lo mismo’, le dije. Me emocionó mucho verla afrontar una tarea tan enorme como la maternidad, siendo tan chiquita”, contó la enfermera a Infobae.
Así fue el encuentro entre Saira Delmiro y Luciana Marrero, la enfermera de neonatología del Hospital Penna de Bahía Blanca, que rescató a su bebé (Video/Telefe Noticias)

“A Luciana nunca la había visto porque yo me iba del hospital a las 21 y ella llegaba a las 24. El encuentro fue muy lindo. Me abrazó y me dijo que hizo lo que yo hubiera hecho. Si no fuera por ella, Amely no estaría hoy acá”, asegura Saira.

Pese a la incertidumbre por lo que vendrá, la joven se aferra a la esperanza. “Gracias a Dios, mi casa no se inundó y puedo ir y volver de OSECAC, aunque está mucho más lejos que el Penna. Amely sigue ganando peso y mientras ella esté bien, yo también lo estaré”, se despide Saira.

Amely, hoy. "Ya pesa másAmely, hoy. “Ya pesa más de un kilo. Mientras ella esté bien, yo también lo estaré”, dice su mamá

Volver a ponerse de pie

Tras la inundación, el hospital Penna, que también recibe pacientes de Tres Arroyos, Carmen de Patagones y otras localidades del sur de Buenos Aires, se encuentra en una situación crítica.

Ante la devastación, el personal de la institución solicitó la colaboración de la comunidad para reconstruir la sala de Neonatología y reponer los equipos perdidos. “Bahía necesita de la población. Nuestro sueño es volver a ver nuestra Neo en pie“, aseguraron las enfermeras.

Al cierre de esta nota, según informaron las autoridades locales, la ciudad comienza a reactivarse con la restauración de los medios de transporte y la recolección de basura. En tanto, este lunes, la Policía Científica logró establecer la identidad de 15 de las 16 víctimas fatales, quedando solo una, de entre 50 y 55 años, sin identificar. A su vez, se conoció que el número de evacuados descendió a 523 y que continúa la búsqueda de las hermanas Delfina y Pilar Hecker, de 1 y 5 años, quienes fueron arrastradas por la corriente durante el temporal.

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