Desde que se declaró el fin de la pandemia la vacunación se derrumbó a la mitad. La baja también se ve con otras vacunas. Irán a buscar a la gente.
Las consecuencias de la pandemia de Covid siguen dejando huella en la salud pública a pesar de que la emergencia global ha terminado. La más llamativa es que los niveles de vacunación contra el SARS-CoV-2 cayeron a la mitad. La segunda es que el derrumbe de la cobertura inmunitaria también arrastra a otras enfermedades.
Según un relevamiento de Clarín en base a registros oficiales, desde que la Organización Mundial de la Salud (OMS) dio por finalizada la pandemia, hasta el presente, el promedio de dosis contra el Covid aplicadas en el país pasó a ser de apenas 4.455 por día.
El final de la pandemia para los registros históricos ocurrió el 5 de mayo. Si se compara con el mes inmediato anterior, cuando la pandemia había terminado casi de hecho pero ningún organismo público lo había oficializado, la cantidad de argentinos que se vacunaban contra el Covid era de 8.090 por día.
La variación de ese mes previo a la finalización de la pandemia con respecto al anterior, es decir marzo, había sido mucho menor. En ese intervalo de 30 días el promedio diario había sido de 8.147 dosis por día. La caída a casi la mitad actual se da en un contexto en el que 33 millones de argentinos deberían aplicarse ya un refuerzo, según datos del Gobierno.
El promedio diario de vacunados medido en todo el primer semestre de 2023 es superior debido a la reacción de la población a la ola de contagios que ocurrió durante el último verano. Entonces las marcas oscilaron entre las 80 mil y las 100 mil vacunas diarias. Con respecto a aquel momento, el presente representa un derrumbe superior al 95 por ciento en las dosis administradas.
El director general de la Organización Mundial de la Salud, Tedros Adhanom Ghebreyesus, dio por finalizada la emergencia por el Covid el 5 de mayo. Foto: AFP
Ante esta realidad inmunológica de “vacas flacas”, que también compete a otras enfermedades respiratorias como la gripe y la neumonía, el Ministerio de Salud de la Nación hizo propia la frase “Si la montaña no viene a Mahoma…” y tomó la decisión de ir a buscar a la gente a los barrios para lograr que se vacune, mediante la habilitación de postas itinerantes y bajo el lema alusivo “La posta es vacunarse”.
La iniciativa de la cartera que conduce Carla Vizzotti es impulsada en conjunto con el Ministerio de Salud de la Ciudad y la Sociedad Argentina de Vacunología y Epidemiología (SAVE). La primera de estas postas tuvo lugar el viernes pasado en la zona del Barrio Chino de Belgrano y hoy se repetirá en San Telmo.
En cuanto a la vacuna contra la gripe,cuya campaña el Gobierno lanzó en marzo, según estimaciones de la SAVE seis de cada diez personas en el país que tienen indicación de aplicársela no lo han hecho. Las últimas cifras difundidas por el Ministerio de Salud indican que hasta el 22 de mayo se habían vacunado 1,6 millón de mayores de 65 años y 1,1 millón de 2 a 64 años con factores de riesgo.
Además, sólo el 29 por ciento de los chicos había recibido la primera de las dos dosis indicadas sólo el 19,6 por ciento, la segunda. En cuanto a las embarazadas, sólo se había aplicado la vacuna el 25,2 por ciento.
Según los datos informados por el ministerio nacional, hace una semana en la posta habilitada en Belgrano sólo se vacunó a 73 personas, pero la iniciativa tiene como objetivo también generar conciencia en la población -que pasa, ve la posta y recibe información- sobre la importancia de vacunarse para no enfermarse.
Una posta de vacunación contra el Covid en Avellaneda. En la provincia de Buenos Aires ya hay experiencia en inmunización itinerante. Foto: Maxi Failla
En lo que resta de junio los equipos de salud asignados al operativo se encontrarán en postas ubicadas en el sur y oeste de la Ciudad de Buenos Aires. Luego, en julio, se trasladarán a la provincia de Buenos Aires y en agosto y septiembre recorrerán otras jurisdicciones del país.
Si bien bien las cifras semanales de contagios de Covid actualmente se mantienen bajas, no significa que el virus se haya erradicado, sino que ha pasado a integrar el combo de infecciones respiratorias posibles que pueden eclosionar a lo largo del año. Ahora, la gripe (sobre todo la A) y el virus sincicial respiratorio dominan el “espacio aéreo”. Pero la ecuación puede variar.
Este viernes, una nueva posta estará habilitada de 10 a 17 en la Plaza Vera Peñaloza, en San Juan y Piedras, y el jueves 29 de junio se mudará a la Plaza Santojanni, en Avenida Lisandro de la Torre al 1000.
“En el contexto epidemiológico actual, dada la estacionalidad que atravesamos que implica, por el clima frío, la circulación de virus respiratorios, es importante mantener completos los esquemas de vacunación”, señalaron desde el Ministerio de Salud.
Quiénes deben vacunarse
En el caso de la vacunación contra el Covid, los mayores de 50 años deben seguir recibiendo un refuerzo cada 6 meses. Para los menores de esa edad con comorbilidades, el personal de salud y el considerado con una función estratégica la recomendación es que reciban un nuevo refuerzo a los 6 meses de la última dosis aplicada, y posteriormente continúen recibiendo un refuerzo anual. Para los menores de 50 años sin comorbilidades se recomienda que la aplicación sea anual.
En el caso de la vacunación antigripal, deben recibir la vacuna las embarazadas en cualquier trimestre de la gestación; los chicos de 6 a 24 meses, a los que hay darles dos dosis separadas por al menos 4 semanas si no hubieran recibido anteriormente dos dosis de la antigripal; y también tienen prescripción de vacunación las personas de 2 a 64 años con comorbilidades.
Deben recibir también la vacuna contra el neumococo los chicos a los 2, 4 y 12 meses de vida; personas adultas mayores de 65 años (esquema secuencial de dos vacunas); y también personas de 5 a 64 años con problemas en su sistema inmunológico o con enfermedades crónicas.
La vacunación itinerante como herramienta no es nueva. La provincia de Buenos Aires ya la utilizó en plena pandemia de Covid cuando tampoco allí lograban que los bonaerenses concurrieran a los centros de vacunación habilitados. Y lo propio hicieron en otros distritos como Formosa, donde gracias a una iniciativa similar lograron mejorar la performance de inmunización.
Un cardiólogo que estudia a los “superancianos” identifica el único hábito que garantiza vivir muchos años y con buena salud: “Es lo único que reduce nuestro reloj biológico”
Tras analizar los factores que comparten los “superancianos”, el reconocido cardiólogo Eric Topol concluye que la longevidad depende, sobre todo, de una costumbre cotidiana
El doctor Eric Topol, cardiólogo y genetista estadounidense, lleva décadas investigando los secretos de la longevidad. Su reciente libro, Super Agers: An Evidence-based Approach to Longevity (Superancianos: una aproximación a la longevidad basada en pruebas), recopila los resultados de años de análisis sobre personas que superan los 80 años manteniendo la salud y la vitalidad. La publicación aún no ha salido en español, pero ya ha generado debate en foros especializados y en medios de comunicación de todo el mundo.
A sus 70 años, Topol profundiza en los factores genéticos y ambientales que permiten a algunas personas vivir más allá de las ocho décadas en óptimas condiciones. Según compartió en The Mel Robbins Podcast, “la actividad física es la única costumbre de vida que muestra un efecto concreto sobre el envejecimiento del cuerpo. Otros factores, como la alimentación y las relaciones sociales, también resultan importantes. Pero la actividad física me parece crucial”, sostiene. Combatir la vida sedentaria se alza, así, como la instrucción básica que subraya el cardiólogo.
Pocas son las personas que consiguen cruzar la barrera de los 90 manteniéndose activos y en buena forma. Lejos de secretos inalcanzables o fórmulas mágicas, Topol defiende que la clave se encuentra “más cerca de lo que creemos” y apuesta por rutinas sencillas. En su recorrido profesional – es reconocido como uno de los diez principales expertos mundiales en longevidad -, el médico afirma que pequeños cambios diarios pueden prevenir enfermedades que encabezan la mortalidad global: cáncer, cardiopatías y trastornos neurodegenerativos.
El deporte es “lo único que sabemos que reduce nuestro reloj biológico” (Imagen Ilustrativa Infobae)
El deporte es “lo único que sabemos que reduce nuestro reloj biológico”
“Sabemos que estas enfermedades tardan al menos 20 años en desarrollarse, así que estamos en condiciones de prevenirlas, sobre todo en personas con mayor riesgo”, afirma. “Tenemos una oportunidad de evitar esas patologías que surgen con la edad”. Para el especialista, modificar ciertos hábitos no supone un esfuerzo desmedido: “No se trata de pastillas ni de trucos mágicos. Podemos trabajar con lo que ya está en nuestras manos”.
El ejercicio – según Topol – destaca por encima del resto de recomendaciones. Basta con observar cómo se estructura la rutina diaria y plantear cambios sencillos en movimiento, dieta y ocio para encarrilar la salud a largo plazo. El cardiólogo recomienda especialmente aquellas actividades dirigidas a trabajar la musculatura en resistencia y los ejercicios de fuerza de prensión (la capacidad que tiene una persona para apretar o suspender objetos en el aire con las manos), dos prácticas que han mostrado una eficacia notable frente al deterioro físico vinculado al paso de los años.
También atribuye al ejercicio beneficios frente a trastornos como la depresión o las enfermedades inflamatorias. “Es fabuloso. Se habla de esto desde hace años, pero ahora hemos entrado en la era de los relojes biológicos, lo que nos permite observar cómo envejecemos realmente”, comenta Topol. “El descubrimiento de la epigenética ha permitido establecer lo que conocemos como ‘edad biológica’, distinta a la cronológica”.
“Resulta que el ejercicio es lo único que sabemos que reduce nuestro reloj biológico. El espacio entre tu verdadera edad y la edad biológica puede ampliarse”, destaca Topol. La recomendación estándar es realizar 30 minutos de ejercicio, cinco días a la semana, aunque el propio cardiólogo reconoce que incluso con dos sesiones semanales ya se obtienen beneficios. “No es sobre volverte más fuerte, es también sobre mejorar tu equilibrio”, insiste. “Nada de lo que podamos hablar supera al ejercicio si hablamos de reducir nuestro proceso de envejecimiento. No lo sabríamos si no hubiese toda esa ciencia detrás”.
Topol subraya que el ejercicio se ha revelado como el hábito más eficaz para mejorar la salud y prolongar la vida. Para quienes buscan una clave en la longevidad de los llamados “superancianos”, el mensaje queda claro: moverse no solo alarga los años, sino que también los llena de salud y vitalidad.
Durante la mediana edad, esta condición asociada a cambios hormonales interfiere con rutinas básicas y deteriora el bienestar general, advierten desde National Geographic. Cuáles son los síntomas y por qué es esencial el diagnóstico oportuno
Alcanzar el estante de la cocina, atarse el pelo o solo levantar los brazos pueden ser acciones que, aunque simples, se vuelven un desafío inesperado para muchas mujeres en la mediana edad, especialmente después de los 40 años.
Esto se debe a que, a medida que el cuerpo comienza a atravesar los primeros cambios hormonales que anticipan la menopausia (o la propia etapa menopáusica), ciertas dolencias musculoesqueléticas, antes poco visibilizadas, adquieren protagonismo. Según National Geographic, una de estas patologías es la capsulitis adhesiva, conocida popularmente como síndrome del “hombro congelado”.
Actualmente, esta condición ganó relevancia debido a su impacto prolongado y a la necesidad de repensar su diagnóstico y tratamiento desde una perspectiva informada y equitativa. Es que eldolor persistente y la rigidez en el hombro afectan de manera desproporcionada a mujeres de mediana edad, con una alta prevalencia e impacto en la calidad de vida.
Descripción y síntomas del hombro congelado
La capsulitis adhesiva limita el movimiento del hombro y puede prolongarse entre uno y tres años, afectando la calidad de vida (Créditos: Freepik)
El hombro congelado se caracteriza por una restricción progresiva y dolorosa del movimiento en la articulación, tanto en acciones activas como pasivas.
De acuerdo con la Cleveland Clinic, la enfermedad se divide en tres fases:
Congelación: dolor y rigidez aumentan de forma progresiva.
Congelada: disminuye el dolor, pero persiste la rigidez, lo que dificulta las actividades cotidianas.
Descongelación: el rango de movimiento mejora de manera gradual.
Este proceso puede extenderse entre uno y tres años. En algunos casos, la recuperación total no se alcanza.
Vale destacar que, en la fase inicial, el dolor suele ser intenso por la noche y la movilidad del hombro se reduce. En la etapa intermedia, la rigidez se acentúa y puede producirse atrofia muscular. Finalmente, durante la recuperación, disminuye el dolor y mejora la movilidad, aunque no siempre se restablece por completo.
Desde Mayo Clinic advierten que, aunque en la mayoría de los casos se resuelven con el tiempo, la afección puede resultar incapacitante durante su evolución.
Cuáles son los factores de riesgo
Tres fases del hombro congelado: dolor inicial, rigidez persistente y recuperación parcial del movimiento (Créditos: Freepik)
Diversos reportes indican que entre el 2% y el 5% de la población desarrolla capsulitis adhesiva. Su frecuencia aumenta significativamente en mujeres de entre 40 y 60 años, especialmente en la transición menopáusica, profundiza National Geographic.
El mismo medio señala que cerca del 75% de los casos se presentan en mujeres, y más del 70% de quienes atraviesan la menopausia padecen síntomas musculoesqueléticos. Es más, una de cada cuatro desarrolla alguna forma de discapacidad funcional.
Aunque sus causas exactas no están completamente establecidas, se estima que el hombro congelado se origina por un proceso inflamatorio que provoca el engrosamiento y la contracción de la cápsula articular. Sobre este punto, el estudio de Climacteric vincula este mecanismo con la disminución de estrógenos durante la menopausia, lo que contribuye a la aparición de síntomas musculoesqueléticos como el dolor articular y la rigidez.
En cuanto a los factores de riesgo, Mayo Clinic identifica a los antecedentes de diabetes, trastornos tiroideos, enfermedades neurológicas o cardiovasculares, así como la inmovilización prolongada del hombro.
Vale destacar que la afección presenta mayor prevalencia entre personas de origen asiático, donde se la conoce como “hombro de los cincuenta años”, según relata National Geographic.
Los ejercicios de amplitud de movimiento, acompañados de un compromiso sostenido con la rehabilitación, son fundamentales para la recuperación (Créditos: Freepik)
Por otro lado, un estudio publicado en Climacteric propuso el término “síndrome musculoesquelético de la menopausia” para describir síntomas asociados al descenso de estrógenos, como capsulitis adhesiva, artralgia y pérdida de masa muscular.
Al tiempo que una investigación publicada en Journal of Clinical Medicine documentó la alta frecuencia de dolor de hombro en mujeres menopáusicas y las barreras diagnósticas que enfrentan.
Contexto histórico y falta de investigación
Durante décadas, el hombro congelado fue una enfermedad poco comprendida y subestimada por la comunidad médica. National Geographic destaca que hasta hace poco existían escasos estudios sobre sus causas y tratamientos, en parte por un sesgo de género en la investigación.
La cirujana ortopédica Jocelyn Wittstein, citada por el medio, afirmó que “el solo hecho de ser mujer es un factor de riesgo para el hombro congelado” y señaló que la mayoría de los cirujanos ortopédicos no experimentan la menopausia, lo que contribuye a la falta de urgencia en el abordaje de esta afección.
Las radiografías permiten descartar patologías como artritis o lesiones óseas (Créditos: Freepik)
En 2024, Wittstein y su equipo introdujeron el concepto de síndrome musculoesquelético de la menopausia, para describir síntomas como dolor articular, pérdida de masa muscular, disminución de densidad ósea y progresión de la osteoartritis. La revista Climacteric, en ese tono, subrayó la relevancia de esta terminología para aumentar la conciencia médica y social sobre los efectos musculoesqueléticos del climaterio.
Diagnóstico: criterios y relevancia de la detección temprana
Durante años, el hombro congelado fue poco atendido en la práctica clínica. National Geographic vincula esta omisión con un sesgo de género. En ese marco, Jocelyn Wittstein insistió en que el factor de riesgo de ser mujer fue históricamente desestimado y atribuyó esa omisión al desconocimiento clínico de la experiencia menopáusica.
Estas afirmaciones sobre el síndrome musculoesquelético en la menopausia adquirieron respaldo desde la revista Climacteric, ya que se documentó la frecuencia y el impacto de estos síntomas en mujeres en transición hormonal.
El estudio en Journal of Clinical Medicine reforzó esta perspectiva al mostrar la elevada prevalencia de dolor de hombro y la falta de estrategias diagnósticas eficaces, lo que prolonga el sufrimiento y retrasa el tratamiento adecuado.
La detección temprana del hombro congelado mejora el pronóstico con tratamientos como fisioterapia e hidrodilatación (Créditos: Freepik)
Lo cierto es que el diagnóstico del hombro congelado es clínico. Se basa en la historia de dolor y rigidez progresiva, y en la limitación del rango de movimiento activo y pasivo. La Cleveland Clinic explica que el examen físico incluye la evaluación comparativa con el otro hombro.
Las radiografías permiten descartar patologías como artritis o lesiones óseas, y técnicas como la resonancia magnética o la ecografía ayudan a confirmar el diagnóstico.
Su identificación oportuna es clave. Intervenir en las primeras fases mejora el pronóstico y acorta la duración de los síntomas. Sobre este punto, y a modo de ejemplo, el estudio publicado en Journal of Ultrasound demostró que la hidrodilatación guiada por ecografía, combinada con fisioterapia, resulta más eficaz si se aplica antes de alcanzar la rigidez completa.
Tratamientos actuales y evidencia disponible
El tratamiento del hombro congelado evolucionó, aunque aún no hay un protocolo unificado. Las estrategias incluyen fisioterapia, analgésicos, antiinflamatorios no esteroideos, corticoides (orales o inyectables), hidrodilatación y, en casos refractarios (resistes a los tratamientos tradicionales), cirugía.
La fisioterapia es el pilar del abordaje conservador. Mayo Clinic y Cleveland Clinic coinciden en que los ejercicios de amplitud de movimiento, acompañados de un compromiso sostenido con la rehabilitación, son fundamentales para la recuperación.
Las infiltraciones con corticoides alivian los síntomas en las etapas iniciales, aunque su efecto es transitorio. La hidrodilatación —inyección intraarticular de solución salina y corticoides guiada por ecografía— mostró buenos resultados, especialmente al combinarse con fisioterapia personalizada.
La investigación clínica reciente prioriza un abordaje integral y temprano del síndrome musculoesquelético en mujeres menopáusicas (Créditos: Freepik)
El trabajo publicado en Climacteric cita estudios clínicos que muestran que estos tratamientos logran buenos resultados si se inician a tiempo, reduciendo la necesidad de intervenciones más invasivas.
Respecto a la terapia hormonal, National Geographic y la revista Climacteric señalaron que la terapia de reemplazo hormonal (TRH) podría prevenir o aliviar los síntomas musculoesqueléticos, incluido el hombro congelado.
La Dra. Kathleen Jordan, directora médica de Midi Health, afirmó a National Geographic que la TRH es una de las intervenciones más eficaces para el dolor articular vinculado al hipoestrogenismo, aunque debe evaluarse caso por caso.
Las opciones quirúrgicas quedan reservadas, entonces, a cuadros en los que el tratamiento conservador falla. El estudio de Journal of Clinical Medicine advirtió que muchas mujeres menopáusicas no acceden de forma temprana a tratamientos adecuados debido a la subestimación de su dolor, lo que retrasa intervenciones efectivas.
La terapia hormonal y la fisioterapia personalizada son clave para aliviar los síntomas del hombro congelado y mejorar la movilidad (Créditos: Freepik)
El reconocimiento del hombro congelado como parte del síndrome musculoesquelético amplió la investigación clínica y mejoró el enfoque terapéutico. National Geographic destacó, en ese sentido, que una nueva generación de especialistas en salud femenina favoreció el acceso a tratamientos basados en evidencia.
En paralelo, Climacteric resaltó el rol de intervenciones complementarias como el ejercicio de resistencia y la suplementación con vitamina D, magnesio y vitamina K2 para preservar la masa ósea y muscular en mujeres posmenopáusicas. La hidrodilatación guiada y la fisioterapia personalizada continúan como intervenciones de primera línea, sobre todo si se aplican en fases tempranas.
Ambas prácticas tienen múltiples beneficios para el organismo. En el Día Mundial de la Bicicleta, un repaso por sus efectos en la prevención de enfermedades cardíacas, control metabólico y fortalecimiento muscular
Cada 3 de junio se conmemora el Día Mundial de la Bicicleta, una iniciativa de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) que busca fomentar su uso por sus múltiples beneficios sociales, ambientales y de salud.
“La bicicleta contribuye a un aire más limpio y menos congestión y hace que la educación, la atención de la salud y otros servicios sociales sean más accesibles para las poblaciones más vulnerables”, han divulgado desde la ONU. “Practicar actividades deportivas de intensidad moderada, como caminar, montar en bicicleta o hacer deporte, tiene grandes beneficios para la salud. El deporte no tiene edad”, remarcaron.
En 2025, la Organización Mundial de la Salud (OMS) publicó un análisis al respecto de su director general, Tedros Adhanom Ghebreyesus, quien apuntó: “Caminar y andar en bicicleta mejora la salud y hace que las ciudades sean más sostenibles. Cada paso que damos y cada paseo ayudan a reducir la congestión, la contaminación atmosférica y las enfermedades. No obstante, debemos hacer que los desplazamientos a pie y en bicicleta sean seguros, para que más personas opten por estas opciones más saludables y ecológicas”.
En este contexto, como se ve, caminar y pedalear se posicionan como dos prácticas que contribuyen a reducir el sedentarismo y mejorar el bienestar físico. Pero entre ambas opciones, ¿cuál resulta más eficaz para proteger, específicamente, la salud cardiovascular?
Caminar y andar en bici son dos actividades saludables y amigables con el medioambiente (Imagen Ilustrativa Infobae)
Caminar o andar en bici: sus beneficios para la salud cardiovascular
En términos de salud del corazón, tanto caminar como pedalear muestran beneficios sólidos. Por ejemplo, los datos de un estudio publicado en BMJ Public Health indicaron lo siguiente.
Tras analizar a 82.297 personas durante 18 años, el trabajo concluyó que “en comparación con los desplazamientos no activos, el uso de la bicicleta se asoció con un menor riesgo de mortalidad por todas las causas, un riesgo un 24% menor de hospitalización por enfermedades cardiovasculares, prescripción de medicación cardiovascular y prescripción por problemas de salud mental”. En cuanto a la caminata, el mismo estudio señaló que las personas “que caminaban al trabajo tenían un riesgo 10% menor de hospitalización por enfermedad cardiovascular y de recibir medicación para tratarla”.
Sin embargo, el trabajo también advirtió sobre un riesgo mayor de lesiones entre ciclistas: “Quienes se desplazaban en bicicleta tenían casi el doble de riesgo de hospitalización por colisiones de tráfico en comparación con los no activos, aunque este fue un evento relativamente infrecuente (83 hospitalizaciones en 18 años)”. Estos eventos reflejan la necesidad de infraestructuras seguras para garantizar los beneficios del ciclismo sin aumentar riesgos viales.
El ciclismo estimula los músculos de las piernas, activando especialmente glúteos, muslos y pantorrillas (Imagen Ilustrativa Infobae)
En 2022, la OMS publicó un informe en el que apuntó: “Andar en bicicleta y caminar puede ayudar a combatir el sobrepeso y reducir la inactividad física. Los desplazamientos activos se asocian con una disminución de aproximadamente el 10% del riesgo de enfermedad cardiovascular y una disminución del 30% del riesgo de diabetes tipo 2″.
Fortalecimiento muscular, según la intensidad que se busca
Tanto caminar como andar en bicicleta activan los músculos de las piernas. Según una revisión de Public Health England, “el ciclismo se asocia con mejoras en la composición corporal” y permite reducir el porcentaje de grasa corporal cuando se lo realiza con frecuencia.
El mismo informe destacó que andar en bicicleta “beneficia la capacidad cardiorrespiratoria en adultos”, lo que implica también un refuerzo de la musculatura involucrada en la resistencia aeróbica. Por su parte, caminar actúa sobre músculos estabilizadores, fortalece los tobillos y las caderas, y mejora el equilibrio, especialmente en personas mayores o con movilidad reducida. Además, se asocia con mejoras en la salud musculoesquelética de mujeres posmenopáusicas y personas con dolor lumbar crónico, según precisó el análisis.
Si bien el ciclismo podría promover un fortalecimiento más marcado debido a la carga mecánica del pedaleo, caminar también ofrece beneficios relevantes, particularmente en términos de mantenimiento de la masa muscular con bajo impacto en las articulaciones, de acuerdo a los expertos.
Bajar de peso: ambas son buenas alternativas
Ambas actividades son aliadas eficaces en estrategias de control del peso. La OMS ha indicado que caminar “durante 30 minutos o andar en bicicleta durante 20 minutos la mayoría de los días reduce el riesgo de mortalidad en al menos un 10%”.
La OMS señala que caminar 30 minutos o andar en bicicleta 20 reduce al menos un 10 por ciento el riesgo de mortalidad general (Imagen Ilustrativa Infobae)
En el informe de Public Health England detallaron que caminar con regularidad genera descensos en el índice de masa corporal, el perímetro de cintura y el peso, particularmente en personas inactivas o con sobrepeso. El ciclismo, por su parte, está significativamente asociado con una menor grasa corporal en estudios de cohorte y ensayos clínicos, lo que lo posiciona como una herramienta útil para reducir el exceso de peso.