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Sociedad

Tiene 130 años y pasó la verificación técnica: la increíble historia del auto pionero de Alemania que todavía circula por las calles

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Cada dos años, el Benz Victoria se somete a la verificación técnica para renovar su licencia. Se creó en 1894 y su único papel oficial es la primera boleta alemana por exceso de velocidad. El excéntrico millonario dueño del vehículo y su jugada apuesta para construir un museo en su pequeña ciudad.

A inicios de la década de 1890, Karl Benz buscaba un sucesor para el Motorwagen N°1, el primer auto con motor a combustión interna en toda la historia. Hacia 1893 sacó dos nuevos modelos.

Uno, el Velo, era más caro y arrastraba deficiencias que lo demoraron algunos meses. El otro, el Benz Victoria, el protagonista de esta historia. Porque, lento pero paciente, este vehículo llega hasta el día de hoy: es el coche más antiguo con licencia para circular por las calles de Alemania.

Por récords, es un pionero. Para bien, con el primer viaje de largo aliento por Europa; y para mal, con la primera multa por exceso de velocidad en el país. También implementó un novedoso sistema de dirección que revolucionó la incipiente industria, cuando aún se debatía entre vapor, electricidad y combustible.

Como toda pieza de historia, tiene su lugar reservado en un museo en Einbeck. Detrás está un millonario pintoresco, que invirtió 40 millones de euros en la muestra más grande de Europa.

“Este es el vehículo que le pasó sus genes al resto de los autos. Lo singular es que este es el más antiguo con permiso para circular por las calles”, celebró Karl-Heinz Rehkopf en una entrevista con DW. La licencia, con duración de dos años, tiene sus límites: por sus propios impedimentos técnicos, sólo puede transitar en determinadas circunstancias.

Una carroza entre deportivos: cómo es el auto pionero que aún tiene permiso para rodar

Einbeck, en la Baja Sajonia, es una pequeña ciudad de 30 mil habitantes. Su centro histórico data de los años que siguieron a 1549, cuando un voraz incendio devastó el pueblo. Por allí, con la brisa que llega de los vecinos ríos Krumme Wasser e Ilme y se confunde con el aroma de la industria cervecera local, se mezclan compactos de bajo coste y deportivos de alta cilindrada.

El modelo fue el favorito de Benz hasta el día de su muerte.El modelo fue el favorito de Benz hasta el día de su muerte.

Puede suceder que del horizonte emerja el vecino ilustre, el Benz Victoria que desde 2009 atesora en su colección el millonario Rehkopf.

El modelo se produjo entre 1894 y 1900 para renovar el temprano repertorio de la empresa que Carl Benz llevaba adelante como cara visible, pero que contaba con la inversión y el empuje de Bertha Ringer, dueña de una herencia cuantiosa para la época aunque vetada por ley -tras su matrimonio- de aparecer en los papeles oficiales.

El Victoria, como se conocía a este estilo de vehículos, reemplazó al Motorwagen N°1 que -si bien fue el primer auto con motor por combustión interna- era, en rigor, un triciclo impulsado por benzina. El motor tenía 958 cc. de cilindrada y se quedaba en 1 CV.

El sucesor no abandonó del todo el diseño clásico de las carrozas, aunque empezó a construir un camino propio. La gran innovación fue la implementación práctica del sistema de dirección de doble pivote que el empresario había patentado recientemente con el código DRP 73151. El motor, de un cilindro y 2.915 cm3, trepaba hasta los 6 CV a 700 rpm. Llegaba a los 30 km/h, con un consumo de 20 litros por kilómetro.

Estaba equipado con lámparas a base de velas.Estaba equipado con lámparas a base de velas.

El sistema de conducción aún era antiguo: meses antes de que Panhard & Levasser de Daimler sorprendiera con el volante, el Victoria aún utilizaba palanca. Tampoco era un prodigio en iluminación: sin electricidad, usaba lámparas a base de velas.

Otro ítem que quedó vetusto y que hoy es un toque pintoresco es la señalización para cambios de dirección, que no utiliza luces direccionales sino paletas que agita el conductor o su acompañante para advertir a quienes vayan detrás.

Contaba con capacidad para dos personas, aunque una versión “vis-à-vis” agregaba otras dos butacas justo delante de las principales, con orientación posterior.

A pesar de sus limitaciones, el chasis 99 del Victoria hoy sigue transitando en Alemania.

El modelo se produjo entre 1894 y 1900.El modelo se produjo entre 1894 y 1900.

El millonario extravagante detrás de la reliquia

El modelo fue el favorito de Benz hasta el día de su muerte, el 4 de abril de 1929 a los 84 años. Sobrevivieron imágenes que lo muestran subido al auto, junto con su esposa Bertha y algunos de sus cinco hijos. De todas maneras, esta creación hizo un camino propio.

En 1894, cuando todavía era un ejemplar flamante, el barón bohemio-austríaco Theodor von Liebig emprendió el primer viaje de larga distancia. Unió las ciudades de Reichenberg (Bohemia) y Gondorf (Renania), a través de Mannheim (Baden-Wurtemberg), y desde allí hizo algunas escapadas a otras localidades, como la francesa de Reims. Totalizó 2.500 kilómetros.

La curiosidad más pertinente es otra. El empresario textil Alexander Gütermann tiene el honor de que le hayan hecho la primera boleta por exceso de velocidad. Ocurrió el 5 de noviembre de 1894, a bordo de un Victoria. Ese papel, aseguran los expertos, es el único registro original que queda del modelo.

Los Gütermann custodiaron durante cuatro generaciones la unidad con chasis número 99, hasta que Rehkopf lo compró para nutrir su colección personal. Este hombre nació en diciembre de 1936 en Fredelsloh, en la periferia de Einbeck. Desde temprano cultivó pasión por la velocidad. Aunque solía manejar el Opel de su papá cuando aún salía de la niñez, su primer vehículo fue una moto. Tenía casi 20 años, su padre acababa de morir y eran tiempos duros.

Del almacén familiar saltó al negocio de las alfombras y los revestimientos. El negocio creció en cantidad de puntos de venta y se extendió a la provisión de otros artículos para el hogar. Se hizo millonario. Su berretín fue la compra de motos, bicicletas y coches históricos.

Con un aporte de 40 millones de euros impulsó en 2016 la creación del museo PS Speicher, la mayor colección de vehículos motorizados en toda Europa (tiene unos 2.500 ejemplares). “Quería que mi colección se conservara de esta forma y se abriera al público como museo después de mi muerte. Pero en algún momento alguien me dijo que debería cuidarlo yo mismo, es decir, en vida”, explicó el impresionante desembolso.

La sección de autos, con 400 unidades, está dedicada en su mayor parte al Milagro Económico de los años ‘50, cuando la entonces República Federal Alemana se reconstruyó después de los estragos de la Segunda Guerra Mundial. Con la compra de la entrada, de 8 euros, se pueden ver “marcas que lamentablemente hace tiempo dejaron de verse en las calles”. Hay Volkswagen, Opel y Mercedes, también Borgward (cerró en 1961) y Adler (clausurada en 1941). Y entre ellos se eleva el Benz Victoria.

Rehkopf Gütermann es un empresario que se encarga de mantener la reliquia y de circular por Alemania.Rehkopf Gütermann es un empresario que se encarga de mantener la reliquia y de circular por Alemania.

Después de una década encerrado junto al resto de la flota personal, el pionero de 1894 también quiso ver la luz del día. En 2019, su dueño lo preparó para afrontar la revisión técnica en un TÜV-Station.

“Era interesante ver si podía pasar los exigentes requisitos de inspección”, explicó Rehkopf. Llegó traqueteando con escolta de la policía. Salió triunfante con su permiso. La rutina se repite cada dos años, hasta ahora siempre con éxito.

Como el sistema de luces original no es utilizable, únicamente puede circular de día (hay jornadas de diciembre en las que el sol apenas ilumina siete horas diarias) y cuando hay visibilidad óptima. Con ropa de época y una paleta de dirección en la mano, Rehkopf sale a conducir su Benz Victoria con patente EIN PS 10 H.

Responde los saludos de los vecinos y ocasionales turistas con la bocina de mano o, si prefiere un sonido parecido al claxon de camión, con la bocina de pie. “No hay futuro sin pasado, ni progreso sin una apreciación de la historia”, explicó su fascinación por el auto prodigio de Alemania.

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¿La búsqueda de la felicidad es una trampa? La historia de una mujer que enloqueció a dos hombres

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En una visita a un hospital psiquiátrico, un médico notó que dos pacientes gritaban tristes por la memoria María. Ambos estaban enamorados, pero uno había sido su pareja y el otro no. El espejismo de vivir una buena vida cuando se alcanza un objetivo

El médico sanitarista estaba supervisando distintos establecimientos asistenciales. Un día le tocó el turno a un hospital psiquiátrico. Conversó un rato con el director y salieron juntos a recorrer la institución.

Pasaron por distintos lugares hasta que llegaron a un lugar en donde estaban los pacientes más enfermos. Cada uno se encontraba solo en un cuarto, el cual tenía las paredes acolchadas por si se querían golpear o autolesionar. Varios, adicionalmente, tenían un chaleco de fuerza, el cual restringía mucho los movimientos, especialmente los brazos, con el mismo fin de intentar protegerlos de sí mismos. Tanto el director como el supervisor observaban por la pequeña ventana que tenía cada habitación para poder ver a los pacientes.

-¡María! ¡María! ¡Maríaaaa!

Ambos médicos observaron al paciente por la ventanilla, y cuando siguieron caminando, el supervisor le preguntó al director:

-¿Qué le pasó a este paciente?

Se enamoró de María, pero lamentablemente fue un amor no correspondido. Y quedó totalmente trastornado, fuera de sí.

El supervisor escuchó y los dos siguieron visitando a otros pacientes.

Más adelante, nuevamente se fueron escuchando otros gritos. En la medida que se acercaron, pudieron entender qué decían:

-¡María! ¡María! ¡Maríaaaa!

Al llegar frente a la habitación acolchada, y ver al paciente con chaleco de fuerza, como todos los de ese sector, el supervisor miró al director, buscando un diagnóstico.

-¿Este también fue un amor no correspondido?, preguntó entre risas.

-No. Este hombre también se enamoró de María, solo que en este caso, ella se enamoró de él, así que fue un amor correspondido. Y así quedó…

Dos problemas tiene la vida: no conseguir lo que queremos y conseguir lo que queremos.

Nos pasamos la vida persiguiendo objetivos. Convencidos de que si los logramos, nuestra vida cambiará para siempre. De una vez por todas será buena, como nosotros nos merecemos.

Sin embargo, la realidad nos enseña que al igual que estos dos pacientes, esa mirada es una trampa. Pensar que la vida será buena cuando logremos tal o cual cosa es solo un espejismo.

Si no logramos nuestro objetivo, nos sentimos frustrados. Y si lo logramos, descubrimos que no ofrece la plenitud y felicidad que buscábamos.

¿Entonces? ¿Para qué seguir persiguiendo la línea del horizonte, que se mueve cada vez que nos acercamos?

En EE. UU. habían estudiado cuál era el sueldo que hacía más felices a las personas. Eran 4.200 dólares. O sea que solo servía para satisfacer las necesidades básicas de tener casa, comida, un seguro de salud, una educación. No es poco.

Lo curioso es que de todas las variables que analizaban para medir la felicidad de esas personas (centralmente qué tan tranquilos y contentos vivían), cuanto más ganaban, peor era. O sea que una persona que ganaba 6.000 dólares vivía peor que la que tenía ingresos por 4.000. Y si ganaba 10.000, peor aún.

Pensar que cuando pase este problema o logremos aquel objetivo, finalmente seremos felices, nunca resulta. O somos capaces de ser felices con nuestra vida tal como es, o no lo seremos nunca.

¿Y vos? ¿Cuál es esa trampa inaccesible que te impide ser feliz?

* Juan Tonelli es speaker y escritor. El texto es parte del libro “Un elefante en el living, historias sobre lo que sentimos y no nos animamos a hablar”. www.youtube.com/juantonelli

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Es abogada y la inundación destruyó su estudio en Bahía Blanca: “Los expedientes y mi escritorio con 10 mil dólares se fueron flotando”

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La madrugada del temporal, la casa y el lugar de trabajo de Evangelina Benítez quedaron bajo casi dos metros de agua. Su hijo menor, que estaba solo en la vivienda, logró salvarse trepando a la terraza con su gato en brazos

La noche del jueves 6 de marzo, Evangelina Benítez cenó con sus dos hijos en su casa de Bahía Blanca. Antes de despedirse, le propuso al menor, Luca, que se quedara a dormir, pero él prefirió volver a su hogar, ubicado en la calle Sarmiento 824, donde vive junto a su padre, Luis Alberto “Titi” Chiaradía, y su hermano mayor, Marco. “Sabíamos que iba a llover porque estaba pronosticado, pero estábamos más pendientes de la posibilidad de que cayera granizo, como había pasado a principios de febrero”, cuenta Evangelina a Infobae.

Horas después, la peor tormenta en la historia de la ciudad dejó la casa familiar, donde también funcionaba su estudio jurídico, sumergida bajo 1,85 metros de agua. “Perdí todo. Desde la terraza, mi hijo vio cómo los expedientes y mis libros flotaban junto a un escritorio donde tenía 10 mil dólares guardados bajo llave en un cajón”, detalla, a una semana del temporal que dejó un saldo de 16 fallecidos y 200 evacuados, según el último parte que emitió el Municipio.

Adelante de la casa funcionabaAdelante de la casa funcionaba el estudio jurídico de Evangelina, que es abogada y escribana (Foto/Gustavo Gavotti)

“Mamá, entró agua a casa”

Evangelina tiene 54 años, dos hijos de 19 y 25, y es abogada y escribana. Según recuerda, el viernes pasado se despertó a las 4 de la madrugada con el sonido de la lluvia. Dos horas después, su teléfono sonó. Era Luca. “Mamá, entró agua a casa y ya me llega a los tobillos. ¿Qué hago?”, le dijo el joven, que estaba solo en el domicilio. Desde su casa, en una zona alta de la ciudad, ella intentó tranquilizarlo. “Subí lo que puedas a la mesa, poné todo a resguardo”, le dijo.

Hasta ese momento, lo que más le preocupaba a Luca era su auto: un Ford fiesta azul que había dejado estacionado enfrente de su casa. “Tengo que correrlo porque me lo va a llevar el agua”, pensó. Cuando quiso salir, se dio cuenta de que si abría la puerta el agua entraría de golpe. “Lo que hice fue abrir la ventana del estudio de mi vieja, que daba a la calle, y salí por ahí”, le cuenta Luca a este medio.

Al auto entró por el baúl. Descalzo y en cuero lo llevó hasta una estación de servicio cercana y volvió corriendo. Al regresar, el agua ya le llegaba a las rodillas. “Agarré un balde y empecé a sacar, pero por cada uno que llenaba, entraban cinco más”, detalla. “El agua entraba por todos lados, de a chorros”, dice, todavía incrédulo.

Antes del temporal, Evangelina conAntes del temporal, Evangelina con sus dos hijos: Luca (19) y Marco (25) (Foto/Gentileza de la entrevistada)

Desde su domicilio, a unas 25 cuadras, Evangelina intentaba comunicarse con su hijo, pero Luca no contestaba. “Me desesperé: llamaba al padre, que estaba en Monte Hermoso; a mi otro hijo, que estaba en la casa de su novia”, recuerda.

“No le contestaba el teléfono porque estaba hablando con mi viejo”, explica ahora Luca. Según cuenta, su papá intentó calmarlo y le indicó que subiera a la terraza. Cuando se dispuso a hacerlo, el vidrio de la puerta de entrada se rompió y el agua ingresó a la casa con la misma fuerza que cuando se abre una compuerta. “Perdimos todo, perdimos todo”, alcanzó a decirle antes de que la llamada se cortara.

Desesperado y con el agua a la cintura, Luca siguió el consejo de su padre e intentó subir a la terraza. “En el camino me chocaba con la mesa, las sillas, los colchones, todo…”, cuenta. Cuando finalmente llegó a la ventana de la cocina, trató de abrirla, pero estaba trabada. “Ya está, me muero acá”, dice que pensó. Después de forcejear un rato, logró destrabarla, trepó al techo y se metió debajo del tanque de agua. Desde ahí, dice, vio a sus vecinos con sus perros y entonces recordó a su gato, Rocky. Sin pensarlo, volvió a bajar.

“El agua seguía entrando de a chorros”, cuenta. Llegó hasta la cocina y lo vio: estaba subido a la heladera, que flotaba a pocos centímetros del techo. Trató de agarrarlo, pero el animal, aterrorizado, se resistió. Tomó una canasta de mimbre, lo metió adentro y volvió a subir.

Rocky, el gato de LucaRocky, el gato de Luca (Foto/Gentileza de la entrevistada)

“Volver a casa fue horroroso”

Mientras Luca estaba en el techo con Rocky, su hermano mayor, Marco, logró contactarse con unos vecinos, que juegan con ellos al rugby en el Club Sportiva Bahía Blanca, para que rescataran al joven. “Cuando me enteré de que estaba a salvo, me calmé un poco, pero hasta que no lo vi con mis propios ojos no estuve tranquila”, cuenta Evangelina.

Acerca del reencuentro con el menor de sus hijos, describe: “Pude reunirme con él cerca de las 17 horas. Yo estaba esperándolo mientras colaboraba con los vecinos que rescataban gente con la moto de agua. Estuve con ellos hasta las 20″.

Al día siguiente, cuando el agua bajó, regresó a la casa. “La sensación fue espantosa. Horrorosa. Estaba todo destruido. De los 16 muertos que reportaron, diez fueron de esa zona. Es que estamos a 40 metros del arroyo Napostá“, indica.

Lo primero hizo apenas ingresó fue sacar sus títulos universitarios y algunos cerificados que se salvaron porque estaban colgados bien altos. “De las carpetas con los expedientes no quedó nada”, lamenta.

“La respuesta de los amigos“La respuesta de los amigos de mis hijos me emocionó”, aseguró Evangelina (Foto/Gustavo Gavotti)
Así quedó el auto deAsí quedó el auto de Luca (Foto/Gentileza de la entrevistada)

Todos somos uno

Además de perder la casa familiar y su estudio jurídico, también se esfumó el dinero que guardaba en su escritorio: 10.000 dólares. “Yo los tenía bajo llave en un cajón y el mueble se fue flotando. Lo peor fue que en el momento que mi hijo me llamó, cuando recién arrancó la tormenta, no se lo comenté porque no se me cruzó por la cabeza. Jamás imaginé que podía pasar algo así. Creo que nadie en Bahía Blanca lo pensó”, dice.

Y sigue: “Es como que uno no termina de caer. El lunes recién me aflojé y me vine a llorar a mi casa para que no me vieran mis hijos. Igual lo mío son todas cosas materiales. El resto, mientras tengamos salud, de alguna manera lo vamos a solucionar”.

Al día siguiente, los amigosAl día siguiente, los amigos de Luca y Marco, del Club Sportiva de Bahía Blanca, fueron a ayudar a limpiar la casa (Foto/Gustavo Gavotti)
Al día siguiente, Evangelina regresóAl día siguiente, Evangelina regresó a la casa. Las marcas del agua se ven en la pared y en la tulipa de vidrio de la lámpara (Foto/Gentileza de la entrevistada)

Entre la angustia por pérdida material, Evangelina dice que sintió una sensación “plancentera y feliz” al saber que sus hijos eran queridos. “La respuesta de sus amigos me emocionó. Al día siguiente, cuando íbamos a empezar a limpiar, comenzaron a llegar de a poco. Eran como 20. En un momento me quedé parada mirando cómo entraban y salían, sacaban, ponían. Me dejó una sensación tan linda”, cuenta y comparte un video de ese día.

En la secuencia, que figura a continuación, se ve cómo los jóvenes acomodan muebles en la vereda, sacan barro con el secador y basura.

“Yo les decía a Luca y Marco: ‘A pesar de todo, ustedes hoy tienen dónde dormir o dónde darse una ducha de agua caliente; pero hay gente a la que no le quedó nada’. Lo importante es poder brindar ayuda a esas personas a las que no les quedó nada”, se despide.

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Video del día después de la inundación

¿Cómo ayudar?

En medio de la emergencia, las campañas solidarias se extendieron a nivel nacional para asistir a las miles de familias que han perdido sus pertenencias, enfrentando ahora condiciones de extrema vulnerabilidad.

  • Para sumarse como voluntario y colaborar con limpieza, logística (vehículo), salud o clasificación de recursos, carga y descarga hacer click en este link.
  • Para enviar de dinero, tanto desde Argentina como el exterior del país, siguen habilitados los alias BAHIAXBAHIA y BAHIAXBAHIA.USD. También se habilitó una caja de ahorro en dólares CA U$D 6229-516687/0 CBU: 0140305104622951668702
  • Más información, acá.

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Un turista de 21 años se metió al Río Paraná para buscar una pelota y murió ahogado

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Ocurrió en el balneario municipal de Santa Elena. El joven habría cruzado la zona habilitada, que estaba delimitada por boyas

Un joven de 21 años murió ahogado este martes por la tarde tras adentrarse en las aguas profundas del río Paraná para recuperar una pelota. El trágico accidente ocurrió en el balneario Santa Elena, situado en la ciudad homónima, en Entre Ríos.

El cuerpo no ha sidoEl cuerpo no ha sido encontrado y la búsqueda continúa.

Si bien un compañero intentó ayudarlo, tuvo que soltarlo debido a que la víctima comenzó a arrastrarlo mientras se ahogaba. El joven fue identificado como Logan Daniel Videla, oriundo de La Matanza, provincia de Buenos Aires. En el caso intervinieron agentes de la Comisaría de Santa Elena, del Departamento La Paz, junto con personal de Prefectura Naval.

El trágico accidente ocurrió enEl trágico accidente ocurrió en Río Ceballos (Foto: Prensa Policía)

Alarmante cifra de ahogamientos durante el verano

Según se pudo reconstruir, al notar que no podía mantenerse a flote, comenzó a pedir auxilio. A pesar de los esfuerzos de una persona que logró sacarlo del agua, ya no presentaba signos vitales, según informó El Doce TV.

En lo que va del verano, las víctimas fatales sufrieron accidentes en las localidades cordobesas de La Calera (Sierras Chicas), Nono (Traslasierra), Villa Rumipal (Valle de Calamuchita), Villa Carlos Paz (Valle de Punilla), el dique Piedras Moras (Calamuchita), Mina Clavero (Traslasierra) y Río Tercero (Tercero Arriba).

Las autoridades locales y los organismos de emergencia suelen emitir recomendaciones para evitar accidentes en los cursos de agua. Entre las medidas más comunes se encuentran evitar ingresar a zonas profundas, prestar atención a las corrientes y no nadar en áreas no habilitadas. Sin embargo, los incidentes registrados este verano reflejan que, en muchos casos, estas advertencias no son suficientes para prevenir tragedias.
Un turista de 65 añosUn turista de 65 años falleció en La Toma.

Solo dos días antes de la muerte de Lucas Iván Paz, falleció otro hombre identificado como Horacio Quiroga en la ciudad de Río Tercero. La víctima, de 37 años, disfrutaba de una jornada familiar cerca del balneario municipal; cuando ingresó al agua en la zona del predio del Centro Tradicionalista alrededor de las 19 horas. Testigos relataron que, tras lanzarse al río, Quiroga no volvió a salir a la superficie, lo que generó alarma entre los presentes.

Ante la emergencia, las autoridades locales y los Bomberos Voluntarios acudieron rápidamente al lugar. Según detalló Telefe Córdoba, lograron rescatar al hombre y trasladarlo de inmediato al hospital de la localidad. Sin embargo, pese a los esfuerzos médicos, se confirmó su fallecimiento horas después. Habría sufrido un paro cardiorrespiratorio tras ingresar al agua.

Días atrás, un hombre de 65 años, identificado como Norberto Jorge Amadeo, falleció en el balneario La Toma, ubicado en la localidad de Mina Clavero. El turista, oriundo de la provincia de Buenos Aires, resbaló mientras intentaba cruzar el río a nado, golpeó su cabeza contra una piedra y fue arrastrado por la corriente, lo que resultó en su trágico deceso.

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