Ciencia
Miguel San Martín, el argentino al frente de misiones de la NASA que sueña con traer desde Marte “pruebas de vida”
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Este ingeniero rionegrino es parte intrínseca de la investigación robótica más ambiciosa de la historia de la Agencia Espacial: determinar si en un pasado el planeta rojo fue como la Tierra.
“A los seres humanos nos gusta empujar las fronteras, aunque no sepamos para qué. Hay una montaña y hay que escalarla, hay un continente vacío y hay que explorarlo. Es una cuestión de investigación científica”. Quien habla es el ingeniero argentino Miguel San Martin. Trata de explicar en un larga nota con Clarín por qué la exploración espacial genera tanta pasión, especialmente ahora luego de muchos años en los que el entusiasmo parecía estar adormecido.
Miguel San Martín (63) es desde hace décadas parte intrínseca de la investigación robótica más ambiciosa de la historia de la NASA: determinar si en un pasado lejano hubo vida en Marte. Él también forma parte de esa cadena de nuevos eventos entusiastas de exploración del más allá planetario.
Prueba de este renovado interés es, por ejemplo, el lanzamiento de la misión no tripulada Artemis I, el primer paso del regreso a hombre a la Luna, algo que no sucede desde 1972. O la misión Artemis II, prevista para 2025, que supone un objetivo que hasta ahora pertenecía al campo de la ciencia ficción: el eslabón inicial de lo que se espera sea la instalación de una colonia humana permanente en la Luna.
El recorrido sigue por las misiones de Space X, de Elon Musk, o la imagen tomada por el telescopio espacial James Webb dada a conocer en julio pasado, la fotografía más profunda jamás tomada de la etapa en que se formó la Tierra.

Pero sin duda la estrella de este resurgir fue el aterrizaje en 2021 de la misión Perseverance en Marte, donde el helicóptero Ingenuity completó el primer vuelo sobre el planeta rojo.
Un episodio de apenas algunos minutos que mantuvo en vilo al planeta y que contó con la participación de San Martín.
“Es una aventura –dice San Martín–, como en su momento fue lanzarse a descubrir América o la Antártida”.
El nacimiento de una pasión
Un autodenominado “fierrero” que descubrió su pasión por la ingeniería jugando a desarmar radios y juguetes, San Martín puede recordar exactamente el momento en que sintió que el espacio comenzó a despertar en él algo parecido a la pasión.
Una euforia que no sólo marcaba una zona del deseo sino un norte para la vida.
“Vi la huella del módulo de aterrizaje del Viking en Marte y pensé, ‘esto es lo que quiero hacer’”, recuerda respecto a lo que vivió ese 20 de julio de 1976 en su Río Negro natal, el día del primer aterrizaje de la historia en Marte.

En ese momento, San Martín vivía con sus tres hermanos, su hermana, su madre Esther y su padre Salvador, un ingeniero civil que decidió ir a la Patagonia en la década del 30 y que construyó el camino de Bariloche al Llao Llao.
Una típica vida de clase media argentina a la que no duda en definir en definir como “feliz”. Sin embargo, ya empezaba a imaginar su destino en otra parte.
“El evento me marcó y me propuse trabajar en la NASA. En las noticias también se hablaba de JPL como un lugar mítico, y eso también jugaba en lo que quería”, agrega en conversación vía videollamada con Clarín desde su casa en California.
Un referente mundial
El JPL al que se refiere es el Jet Propulsion Laboratory (Laboratorio de propulsión a chorro), el centro de investigación dedicado a la construcción y operación de naves espaciales para la NASA en el cual San Martín se desempeña como Ingeniero Jefe de Guiado y Control y donde ha desarrollado una carrera que lo ha convertido en uno de referentes mundiales de la exploración espacial.
Desde su ingreso a JPL en 1985, San Martín ha trabajado a lo largo y a lo ancho del cosmos. Su primera misión fue la sonda Magallanes a Venus, a la que luego le siguió la misión Cassini, destinada a estudiar Saturno.
También ha trabajado en misiones de estudio de cometas, una labor de más de 35 años que le ha valido ser incorporado como miembro a la Academia de Ciencia, Ingeniería y Medicina de Estados Unidos, un cuerpo colegiado de tan solo 30 miembros y del cual alguna vez fue miembro Neil Armstrong, el primer hombre en pisar la Luna.
Pero hablar de Miguel San Martín es hablar de Marte, el eje central de una carrera que va desde el Mars Pathfinder, su primera misión “a lo cowboy” en 1997, hasta el Perseverance en 2021.

El aterrizaje del Perseverance también tuvo el agregado de convertirlo en el improbable protagonista de uno de los pocos momentos de optimismo de la pandemia, luego de que un video suyo festejando el aterrizaje cosechara más de 1,5 millón de visualizaciones y hasta una mención especial de Stephen Colbert en su programa, The Late Show With Stephen Colbert.
Desde el momento de su aterrizaje, Perseverance se ha dedicado a la búsqueda de muestras en Marte, una tarea que hará por los próximos diez años. Está previsto que en 2028 salga la nave que llegará al planeta rojo en 2032 para traer estas muestras de vuelta.
San Martín y su equipo está trabajando actualmente en el sistema de aterrizaje de la cápsula que irá dentro de esta nave y tendrá la tarea más desafiante de todas: descender hasta el entorno marciano, recoger las muestras, y volver a salir para acoplarse nuevamente a la nave.
Vale aclarar que estas muestras podrían proveer la evidencia necesaria para probar que, hace miles de millones de años, efectivamente hubo vida en Marte, una pregunta que desvela a la humanidad desde hace cientos de años.
“Lograr que esta misión sea exitosa sería un buen broche de oro para mi carrera”, confiesa San Martín.
El arduo camino del deseo
Aún con el convencimiento de saber lo que quería hacer, era consciente de que el camino por delante iba a ser largo y arduo.
El primer paso importante fue ir a Estados Unidos directamente después del secundario en vez de esperar hasta la etapa del posgrado, una decisión que fue como “cortarse un brazo”.
“A mí me educaron con la única obligación de ir al colegio, todo lo demás lo hacían mis padres. No sabía sobrevivir. Llegar a Estados Unidos y tener que manejarme solo y en inglés fue un golpe durísimo. Al principio pensé que no iba a durar, pero el sueño del pibe de llegar a la NASA me mantenía motivado”, explica San Martín.
Su intención original era estudiar en la Universidad de Cornell, donde tomó cursos de inglés y pudo asistir a algunas clases del legendario astrónomo Carl Sagan.
Sin embargo, finalmente no pudo ingresar y terminó haciendo la carrera de grado en ingeniería eléctrica en Syracuse, en el Estado de Nueva York.
Luego siguió su posgrado en el Massachusetts Institute Of Technology (MIT), donde pudo estudiar con profesores que trabajaron en la misión Apolo. Fue durante su estadía en el MIT que se enteró que JPL iban a ir al campus a reclutar candidatos, y decidió probar suerte.
“Me puse el jetra y fui a entrevistarme con ellos”, recuerda. Tras un viaje a California, recibió una oferta y empezó a trabajar.
San Martín reconoce que los primeros años no fueron buenos. No trabajaba en las misiones que quería, y la burocracia de todo lo relacionado con el trabajo espacial lo llenaba de dudas respecto de si había tomado la decisión correcta.
“Todo estaba muy segmentado en esa época. Hacías el algoritmo, que pasaba primero al departamento de computación, donde se convertía en software, para ir después al grupo que lo probaba en laboratorio, y después a otro que lo probaba en la nave. Te sentías un engranaje mínimo. Aprendí mucho, pero la verdad es que parecía más divertido desde afuera”, confiesa entre risas.
Su suerte empezó a cambiar tras Cassini, la misión a Saturno para la cual hizo un algoritmo. Fue su primera contribución de peso a una misión espacial y la puerta de entrada para trabajar con Marte, el sueño de su vida.
Pathfinder y el éxito de una misión “gasolera”
Visto a la distancia, las circunstancias en que se llevó a cabo la misión de Mars Pathfinder parecen haber sido concebidas a la medida exacta de Miguel San Martín.
La NASA quería volver a aterrizar en Marte, pero no había ni por asomo el presupuesto disponible que se había necesitado para lanzar Viking en la década del 70. Había que ser creativos en la escasez, una habilidad para la cual ser argentino venía como anillo al dedo.
“En 1992 mi jefe me dijo que estaban planificando una misión a Marte, pero con un presupuesto mínimo. Para que se den una idea, si a plata de hoy Viking había costado 6000 millones de dólares, para hacer esta había sólo 350 millones. Era medio una locura, ya que al haber tan poca plata, había que tirar el manual a la basura y empezar de cero. La burocracia cuesta mucha plata”, explica San Martín, que se puso al frente de la misión como Ingeniero Jefe de Guiado y Control, un puesto que hasta ese momento no existía.
“Las misiones tenían un manager, que era el encargado general de manejar la logística y el presupuesto del proyecto. Pero esa persona no tiene mucho impacto en la parte creativa de la misión y siempre quedaba un agujero negro en el sistema” explica San Martín, que reconoce que fue su jefe quien se dio cuenta que él no sería adecuado para ese rol y decidió dividir las tareas.
Fue así que una mujer asumió la labor de manager y San Martín quedó al frente de la parte de ingeniería, a cargo de los “fierros” y de velar por el funcionamiento operativo de todas las fases del proyecto.
“La idea era volver a la filosofía original del laboratorio, del faster, better, cheaper (más rápido, mejor y más barato). Contratar un grupo de ingenieros que siguiera todo el proceso de principio a fin, ese era mi objetivo. Y como éramos un equipo chico, no había más remedio que arremangarse y ponerse a solucionar las cosas. Como buen argentino, me daba maña para resolver lo que había que hacer”, detalla.
El equipo de San Martín debió desarrollar las tres etapas para la misión: el viaje a Marte, el aterrizaje de la sonda y la operación sobre la superficie del vehículo de exploración o rover, conocido como Sourjoner, en honor una activista negra de los derechos civiles llamada Sojourner Truth.
El trabajo de más de 5 años con Mars Pathfinder se vio coronado con el aterrizaje exitoso en Marte el 4 de julio de 1997. No sólo había logrado llegar con éxito, sino que lo había hecho con un presupuesto drásticamente menor a lo usual, un ítem de particular interés para la NASA.

El Pathfinder no sólo impulsó la carrera de San Martín, sino que también logró inmortalizar su labor dentro de la cultura popular.
Al cine
En la película The Martian (conocida en Latinoamérica como Misión Rescate), hay una escena en donde el personaje interpretado por Matt Damon se encuentra con el Pathfinder en Marte, y hace girar la antena para que apunte hacia la Tierra.
El control de esa antena fue diseño de San Martín, quien acota al pasar que la película se tomó una pequeña licencia literaria, ya que en realidad los engranajes son demasiado pesados para que el personaje hiciera esa operación. Para moverla a mano, sería necesario mover todo el aparato, apunta con una sonrisa.
A pesar de que el éxito de Pathfinder le permitió dar un salto en JPL y lo puso “en el mapa”, San Martín debió lidiar con algunas voces de desconfianza dentro de la NASA.
“Si hubiéramos tenido ese éxito en la industria privada, tal vez el equipo de Pathfinder se hubiera mantenido unido y nos hubieran asignado un desafío más grande. Pero en la NASA el sistema de premios y castigos no funciona del todo, y los que habían sido críticos del Pathfinder dijeron que simplemente habíamos tenido un golpe de suerte”, relata respecto a lo que vivió tras la misión.
Tuvo que pasar una fallida misión a Marte, que fue encargada a un equipo exterior a JPL, y allí ya no pararon más.
Junto a su equipo, muchos que habían sido parte de Pathfinder, prepararon y lanzaron las misiones Spirit (2003), Opportunity (aterrizó en 2004, tan solo algunas semanas después de Spirit), Curiosity (2012) y Perseverance (2021).

“Sourjoner, el rover de la misión Pathfinder, fue un gran éxito porque fue la comprobación empírica de que se podía tener un vehículo con movimiento en Marte, que mejoraba en forma dramática lo que se podía hacer, algo que ahora es evidente pero entonces no lo era. Establecido que se podía hacer eso, en las misiones siguientes trabajamos de mejorarlos”, explica.
Fue así que el rover de Spirit y Opportunity dejó atrás el modelo de estación fija y robot de Sourjoner para pasar a ser un solo vehículo de 150 kilos de peso, con todo integrado.
El de Curiosity, por su parte, tenía el tamaño de un pequeño auto y pesaba casi una tonelada. Debido a esas dimensiones, hubo que diseñar una grúa llamada skycrane, un desafío mayúsculo que el equipo de San Martín superó con creces.
“Tuvimos la libertad de trabajar e implementamos nuestra cultura. Eficiencia, poca gente y mucha intensidad. Nuestro lema podría ser Work hard and play hard (trabajar duro y divertirse mucho), ya que nuestras fiestas eran legendarias”, recuerda entre risas.
La Luna, parada obligada hacia Marte
La misión Artemis tiene implicancias para la labor de San Martín, en tanto instalar una colonia en la Luna supone el ensayo para el paso siguiente, que es repetir la empresa en Marte.
San Martín inclusive fue parte del comité que revisó las primeras licitaciones a las empresas privadas, una parte de la sociedad público-privado que redujo drásticamente los costos y permitió planificar de otra formas las misiones espaciales.

“La gente piensa que la industria privada entró con Space X, pero la verdad es que siempre estuvo metida. Antes eran Boeing, Douglas, Grumann. Lo que cambió es la forma de asociarse: antes la NASA construía la nave, y ahora son las empresas las que tienen que encontrar la forma de llegar hasta allá, la NASA sólo paga el viaje”, explica San Martín.
“Es como viajar en taxi: pagás el viaje, pero no sos el dueño del auto”, agrega.
El éxito de esta sociedad público-privada, restringida al principio a llevar provisiones a la Estación Espacial Internacional, hicieron que la NASA y el gobierno adoptaran ese modelo, primero para llevar astronautas a la estación, y luego para el retorno a la Luna. Y planificar misiones para llevar humanos.
Se espera que una reducción de los costos del lanzamiento le permita a EE.UU. volver a la Luna e instalarse allí, manteniéndose con lo que está disponible ahí.
“La idea es hacer un edificio en la Luna con los materiales locales. Una forma de ensayo para poder instalar una colonia en Marte. Por ejemplo, llevar combustible a Marte es muy caro, y va a ser necesario utilizar los recursos que están ahí para hacer combustible”, acota San Martín, que reconoce que la llegada humana al planeta rojo todavía es un objetivo lejano.
Lo que sí está al alcance de la mano es el análisis de las muestras que el Perseverance está tomando actualmente en Marte, y que volverán a la Tierra en 2032 a bordo de una misión en la que participa San Martín.
Condiciones similares a las de la Tierra
Gracias a las misiones previas a Marte, ya quedó demostrado que alguna vez hubo condiciones similares a las que hubo en la Tierra y que son condiciones necesarias para la existencia de vida: agua líquida, fuente de energía, elementos orgánicos, ríos y lagos.
“La idea ahora es buscar fósiles a nivel microbio, pero estamos hablando de un suceso que podría haber ocurrido hace miles de millones de años. Detectar vida es muy difícil, pero obviamente es el objetivo máximo”, explica San Martín, que agrega un pequeño dato que tiene la capacidad de ser revolucionario.
“Hay teorías que postulan que cuando se disolvió la atmósfera y Marte pasó de ser un lugar húmedo y cálido a un lugar seco y frío, parte del agua se fue abajo de la superficie y se congeló. Algunos hipotetizan que, en esas profundidades donde el agua queda mezclada con sales, podría haber rastros de vida aún”, completa.
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Revolución en el cosmos: encuentran evidencia de que existe un noveno planeta en el Sistema Solar
Publicado
11 meses atráson
26 abril, 2024Por
Admin
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Los datos de los científicos indican que hay un 85% de posibilidades de que el planeta exista.
Astrónomos han encontrado posible nueva evidencia de que existe un Planeta 9 en los confines del Sistema Solar, basada en el estudio de la inclinación de una población de objetos (TNO) más allá de Neptuno.

Una pista temprana clave sobre el Planeta 9 surgió hace casi una década: los objetos del gran perihelio del Cinturón de Kuiper se agrupan. La dispersión gravitacional de Neptuno altera este patrón, por lo que la atención se mantiene en los TNO dinámicamente estables (tipo Sedna), ignorando los inestables.
En el nuevo estudio, publicado en arXiv, el equipo liderado por Konstantin Batygin, del Instituto de Tecnología de California, rastreó los movimientos de objetos de período largo que cruzan la órbita de Neptuno y exhiben movimientos irregulares durante su trayectoria.
El dato que indicaría que hay un nuevo planeta
Dada su inestabilidad dinámica, sólo dos escenarios pueden mantener esta población de TNO en un estado estable: o son impulsados hacia adentro por la interacción entre la marea galáctica y la dispersión de Neptuno, o son el resultado de una dinámica inducida por el Planeta 9.
El equipo llevó a cabo cálculos detallados y simulaciones astrofísicas tanto para el escenario del Planeta 9 como para el modelo de marea galáctica. Los resultados muestran que si bien el Planeta 9 produce una distribución de perihelio plana de los que cruzan Neptuno, el modelo sin Planeta 9 da como resultado una distribución que alcanzó su punto máximo alrededor de 30 UA (Unidades Astronómicas).

Después de ajustar el sesgo observacional los datos favorecen al modelo Planeta 9 en un nivel 5 sigma de confianza en una escala de 6. Sorprendentemente, este grupo “poco exótico” de TNO proporciona la evidencia estadística más sólida hasta el momento de que el Planeta 9 está realmente ahí fuera, concluye Batygin en su cuenta en X.
Desafortunadamente la ubicación en el cielo no se puede derivar de la nueva investigación, admite Batygin, quien también confía en que futuros observatorios como el Vera Rubin ayuden en una localización, aunque no está claro que lo vaya a detectar. “Ya veremos”, dijo.
Europa Press
Ciencia
Ciencia argentina en jaque: cinco proyectos clave frenados por la falta de recursos para investigar
Publicado
11 meses atráson
25 abril, 2024Por
Admin
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También aparecen el diseño de ratones y peces transgénicos para investigación, y monitoreo de glaciares.
A la dura situación de las universidades nacionales hay que sumar otra crisis causada por los mismos fenómenos: un presupuesto que repite el de 2023. Igual que en la educación superior, el reclamo ahora sale de un sector estratégico: la ciencia argentina. En una selección ilustrativa, compartimos cinco proyectos científicos que hoy están varados como consecuencia de los recortes en distintas áreas del Estado.
Las más de diez voces que hablaron con este medio vienen de las ciencias duras. Un par de los que están en la máxima categoría del Conicet pintaron, como introducción, la radiografía general de lo que pasa hoy.
Jorge Geffner, reconocido inmunólogo e investigador Superior del INBIRS-Conicet, explicó que “los becarios doctorales, el primer eslabón en la formación en ciencias, pasaron de 1.300 a 600. La Secretaría de Innovación, Ciencia y Tecnología había ejecutado, a fines de marzo, menos del 5% de su presupuesto, cuando correspondería cerca de un 25%. Esto sin contar que se prorrogó el presupuesto 2023, cuestión que no contempla la inflación del 270%”.
Fernando Pitossi, jefe del laboratorio de “Terapias regenerativas y protectoras del sistema nervioso central” en la Fundación Instituto Leloir-IIBBA (un hombre que, literalmente, es capaz de generar neuronas con células de la piel), explicó: “Al no haber una gestión clara, no se pueden programar los proyectos de investigación, que requieren planificación a largo plazo. La devaluación licuó los subsidios en pesos, ya que los gastos de los insumos son en dólares. Los subsidios PICT (la sigla de Proyectos de Investigación Científica y Tecnológica) de la Agencia (Nacional de Promoción de la Investigación, el Desarrollo Tecnológico y la Innovación), que es la base del financiamiento nuestro, ya fueron evaluados. Está la lista de los otorgados y los fondos disponibles, pero hace largas semanas no hay ninguna transferencia de dinero”.
Antes de ir a las cinco investigaciones destacadas, Pitossi agregó algo más: “Como las becas de doctorado bajaron a menos de la mitad, el desperdicio de talento humano es inmenso. Toda la formación que pagamos con nuestros impuestos para los estudiantes que tuvieron educación pública, termina siendo útil fuera de la Argentina“.
“En mi laboratorio se presentaron a beca una bioquímica y un biólogo”, contó, antes de cerrar: “No le salió beca a ninguno. A la bioquímica le pude conseguir una beca privada. El biólogo está sin trabajo”.
1. Análisis de calidad del agua en la región de Cuyo
Al mando del Instituto de Nanosistemas de la Universidad Nacional de San Martín (UNSAM), el investigador del Conicet Galo Soler Illia compartió uno de sus proyectos en la categoría Redes Federales. Es “muy lindo y competitivo internacionalmente”, definió. Tema principal: el agua.

“Nos preguntamos por las necesidades de las regiones y vimos que la de Cuyo es preservar el agua. El proyecto nos exigía evaluar cuán pura es el agua de montaña, cuántas toxinas tiene, si se puede usar para riego o si es agua potable”, introdujo.
El trabajo se puso en marcha en forma interdisciplinaria: “La evaluación la hacemos químicos analíticos de Cuyo y San Luis, junto con fisicoquímicos de Córdoba, más nosotros, diseñadores de materiales. Todo esto va al desarrollo de nuevos sensores que permiten saber ‘en campo’ si el agua se puede usar, si está contaminada o si los cultivos tienen toxinas, algo central para la región y para el cuidado de una reserva estratégica como el agua”.
Suena bien. Sin embargo, “el proyecto está frenado. No se firman los papeles y nadie sabe si va a haber continuidad”.
Mientras con otros proyectos el problema es que “no se entregan las partidas de subsidios, en este caso ocurre lo contrario”, contó el científico, y resumió “Tenemos la plata pero no podemos usarla”.
“El dinero para el proyecto lo recibimos justo antes del cambio de Gobierno. Lo primero que teníamos que hacer era comprar equipamiento, cosa que de inmediato no se pudo hacer por la burocracia habitual. Sin embargo, hoy no hay nadie que firme la autorización para esas compras. Hay un montón de equipos varados para grupos de alto nivel y originalidad cuya investigación innovadora está frenada. Hay mucha plata tirada”, protestó.
Soler Illia se refiere a trabas concretas para importar insumos y equipamiento a través del llamado formulario de Registro de Organismos y Entidades Científicas y Tecnológicas, o ROECyT. El 100% de los consultados para esta nota reclamaron tener problemas, en este sentido.
Como el viejo Ministerio de Ciencia quedó bajo la órbita de Jefatura de Gabinete, cada pedido de importación debería contar con la autorización de esa dependencia. En concreto, del Jefe de Gabinete Nicolás Posse. La estimación de los investigadores es que hasta mediados de abril había más de 500 trámites trabados.
Para los científicos, el ROECyT es clave, ya que les permite importar insumos y equipo sin pagar impuestos aduaneros. Consultados por este tema, desde la Secretaría de Innovación, Ciencia y Tecnología dijeron que (hasta el viernes pasado) se habían emitido 67 certificados (34 eran donaciones, que también precisan pasar por la vía ROECyT, y 30 eran compras). Reconocieron tener 345 expedientes pendientes de evaluación, por una “reorganización administrativa”.
Si bien, desde el Gobierno estimaron que la situación se regularizará a fines de mayo, Soller-Illia fue enfático: “Uno tenía el año planificado de cierta manera. No es que vengamos de un lecho de rosas, pero esta gestión empezó con el pie izquierdo. Otra vez, un Gobierno que pierde la oportunidad de aliarse a una comunidad que le podría dar muchas satisfacciones a la sociedad, generando conocimiento, empleo de calidad y patentes a empresas“.
2. Capacitación en el manejo de datos para el personal del Estado
Una de las dependencias de la facultad de Exactas de la UBA es el Instituto de Cálculo. Su vicedirector, el doctor en Física e investigador del Conicet Guillermo Solovey, explicó que en 2023 crearon una diplomatura dedicada al uso de datos en la gestión del Estado.

“El objetivo de la diplomatura es que los trabajadores de la Administración Pública Nacional adquieran habilidades de alfabetización estadística, hoy tan esenciales como leer y escribir. No es solo enseñar a hacer cálculos, sino que la diplomatura se propone transmitir habilidades de interpretación, análisis crítico y toma de decisiones a partir de datos”, explicó..
Si bien aclaró que “a veces se sobrevaloran los datos (es común escuchar que ‘dato mata relato‘), el dato no va a matar a nadie y si no se interpreta, no dice mucho. Para hacerlo, se requieren algunas habilidades”. Si no las conoce, “es fácil confiar en datos engañosos o información sesgada”.
Solovey contó que para la diplomatura pusieron a “los mejores recursos del Instituto de Cálculo”. En 2023 lograron dictar dos cursos, en el marco del Instituto Nacional de la Administración Pública (INAP). “Generaron tanto interés, que se nos propuso sumar dos cursos más y crear la diplomatura. Son cuatro cursos que se dictan a lo largo de 18 semanas”, compartió
Pero, aunque el curso tiene validez institucional y “la inscripción debía abrirse en febrero, para comenzar en abril, todo está paralizado. El Gobierno no designó al director del INAP, de modo que todo el circuito administrativo de firmas no avanza y la diplomatura naufraga.
“Lo curioso”, cerró Solovey, es que “el INAP, dependiente de la Secretaría de Transformación del Estado y Función Pública de la Jefatura de Gabinete, tiene entre sus objetivos el fortalecimiento de los recursos humanos. Esto incluye la implementación de políticas de capacitación de la Administración Pública Nacional.
3. Una vacuna superadora contra la tos convulsa
Cada día, Daniela Hozbor va al Instituto de Biotecnología y Biología Molecular de la facultad de Exactas de la Universidad Nacional de la Plata y trabaja en vacunas.

Es doctora en Ciencias Bioquímicas, investigadora del Conicet y profesora de Vacunología en esa casa de estudios. Con su equipo, buscan comprender “una patología resurgente que afecta a toda la población, pero sobre todo a los chicos más chiquitos”. La causa la bacteria Bordetella pertussi y es tan contagiosa como nombres distintos tiene: pertusis, tos ferina, coqueluche o tos convulsa. Buscan crear una vacuna que supere las existentes.
“Por concurso tenemos dos subsidios de la Agencia (ahora dependiente de Jefatura de Gabinete) y nos van transfiriendo partidas. Desde fin de año estamos en rojo. Gastamos todo lo que teníamos y desde entonces no se ha transferido ninguna partida más”, contó.
Uno de los subsidios era por 4 millones de pesos. “Es poco”, definió Hozbor, tomando en cuenta que “la mayoría de los insumos son importados”. “Pero, bueno”, evaluó, “ahora es cero”.
¿Por qué se focalizaron en la tos convulsa? “Si bien existen vacunas y son buenas, la resurgencia de la patología marcó la necesidad de, en el mediano o largo plazo, superar las debilidades de las vacunas actuales”, resumió.
Por cierto, su investigación no está “en cero”: “Llegamos a un prototipo vacunal que caracterizamos en modelos en etapa preclínica. Funciona muy bien y mostró ser un buen inmunógeno que podría funcionar como adyuvante”. Es decir que “la partícula desarrollada podría incluirse en otras vacunas para potenciar la respuesta inmunológica”.
Hozbor se siente desmotivada: “El desfinanciamiento impacta directamente en la continuidad de estos proyectos y en la formación de recursos humanos. Sin embargo, estos conocimientos no solo sirven para generar un insumo sino también para mejorar distintas situaciones de salud pública. Humana y veterinaria”.
4. De papas, ratones y peces transgénicos
El único laboratorio argentino que diseña tanto ratones como peces transgénicos para investigación está en la esquina de Vuelta de Obligado y Monroe, en un edificio donde funcionan el Instituto de Biología y Medicina Experimental (IBYME) y el Instituto de Investigaciones en Ingeniería Genética y Biología Molecular (INGEBI).

Marcelo Rubinstein (investigador del Conicet y profesor de la UBA) no solo dirige el segundo de estos institutos sino también el laboratorio que modifica genéticamente esos animales, luego aprovechados por científicos de todo el mundo, ya que la tecnología que produce es líder internacional.
En estos días, Rubinstein está angustiado. Le fue complejo puntualizar una sola investigación amenazada por la crisis del sector. Subrayó varias veces que ni el edificio en el que trabaja ni los institutos que ahí funcionan cuentan con los recursos mínimos para funcionar: “Hay que destacar que en este edificio histórico de Belgrano realizaron sus investigaciones los doctores Bernardo Houssay y Federico Leloir, dos premios Nobel que hicieron algunos de los descubrimientos más rutilantes del país”.
Destacó que “no están llegando desde la Agencia, fondos para el financiamiento de proyectos científicos. Están prácticamente paralizados”.
Aunque “el diseño y producción de ratones y peces genéticamente modificados se utiliza para investigaciones biomédicas (en enfermedades neurodegenerativas, obesidad, hipoacusia o cáncer, entre otros)”, lo más básico, como tener problemas para pagar la luz o que se le haya cortado el contrato al único técnico en redes digitales que tenía el INGEBI está imponiendo obstáculos en el día a día.
“Para que las investigaciones funcionen de manera competitiva y eficiente, es necesario que se mantengan los presupuestos históricos que permiten pagar servicios, comprar reactivos, alimentar a los animales y comprar kits de diagnóstico, por mencionar los básicos”, explicó.
Y no todo implica animales: “Después del gran desarrollo de la investigadora Raquel Chan con el trigo resistente a la sequía, el segundo gran desarrollo de biotecnología vegetal que está en fase comercial son las papas resistentes a virus desarrolladas en nuestro instituto por el laboratorio de Fernando Bravo Almonacid. Fue una colaboración con una empresa privada y es impresionante porque las semillas se están por exportar a Brasil y demostraron un rendimiento comercial”.
Aunque “esos proyectos deben seguir adelante porque se van sumando avances en la resistencia a otros patógenos, el déficit presupuestario genera problemas para cubrir lo más básico: desde pagar la luz hasta realizar las reparaciones cotidianas elementales. Las consecuencias del desfinanciamiento son muy graves”.
5. Monitoreo de glaciares, hielo y nieve
Hay quienes como Lucas Ruiz hacen investigación científica en montañas y glaciares. Buscan entender la dinámica y los cambios en la formación de nieve y hielo, datos que recaban para trabajos vinculados a un par de temas gigantes: el cambio climático y las consecuentes modificaciones en las costas por el alza del nivel del mar, un tema que tiene a la comunidad científica internacional en alerta.

Doctor en Ciencias Geológicas e investigador del Conicet en el Instituto Argentino de Nivología Glaciología y Ciencias Ambientales, de Mendoza, a Ruiz también le costó cumplir la consigna de Clarín. Los problemas, al ser dificultades para concretar los monitoreos que suelen hacer, superan la idea de “un proyecto”.
Su trabajo busca comprender la dinámica de las reservas de agua, desde un enfoque complementario al de Soler-Illia: “En Patagonia, el tema de la sequía no es tan importante como en Cuyo, pero si hay más deshielo por retroceso de los glaciares, aumenta el caudal de los ríos y se generan otros problemas. Son zonas con mucho turismo y las montañas y laderas dejan de ser seguras”.
Ahora bien, “desde diciembre, no hay presupuesto para monitorear los glaciares, algo que se hace en el marco de la Ley de Glaciares. Están interrumpidas series de mediciones cruciales para conocer el estado de esas masas de hielo. En este caso, no nos llegan los fondos del ex Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible”.
En síntesis, resumió: “No podemos ir a los glaciares porque no hay plata para combustible y viáticos”.
Aunque Ruiz se quejó también de otros déficits nada menores (no tienen quien limpie los laboratorios ni personal de soporte de redes y computadoras), compartió otro importante monitoreo con el que no están pudiendo cumplir: “Desde diciembre está frenado el convenio entre ENARSA y el Conicet en el que participábamos como parte del Plan de Gestión Ambiental de las Represas. Hay un montón de monitoreos frenados. Entre ellos, el del Glaciar Perito Moreno”.
Otros proyectos frenados por falta de fondos
Sylvia Fischer, investigadora especializada en mosquitos, del Instituto de Ecología, Genética y Evolución de Buenos Aires (IEGEBA-Exactas-UBA-Conicet), contó: “Nuestro grupo de investigación mantuvo por dos años un convenio con (la Autoridad de Cuenca Matanza Riachuelo) ACUMAR, para hacer actividades de capacitación en mosquitos, tanto en escuelas como en distintos ámbitos de la gestión, además de evaluar factores ambientales asociados a altas abundancias de mosquitos y elaborar estrategias de prevención y diagnósticos ambientales asociados a la salud”.
Para ir al grano, explicó que “nunca se pagó la segunda etapa del proyecto. Quedó desfinanciado, no se hicieron las actividades y las personas contratadas -que habían sido capacitadas especialmente- tuvieron que ser desvinculadas”.
Fischer tampoco está recibiendo partidas de los PICT, “financiados con préstamos del BID, cuyo otorgamiento se da tras un proceso de evaluación muy estricto”. Aunque es usual que los investigadores adelanten dinero de su bolsillo para gastos corrientes, Fischer contó que, por esas partidas demoradas, “a partir de enero, no hubo más reintegros”.
Asegura que lleva adelantados de su bolsillo un millón de pesos con los que compró “un freezer, insumos menores del proyecto y el viaje de campaña de una becaria para recolectar muestras”.
Diego Golombek es famoso por estudiar la calidad del sueño de los argentinos. Es doctor en Ciencias Biológicas e investigador del Conicet, especialista en cronobiología y salud humana. Calificó de “desesperante” la situación de incertidumbre, en especial para los becarios: “Pensaban que arrancarían a cobrar en marzo-abril, pero se acaban de enterar de que hasta agosto no van a ver un peso“.
“Se nos adjudicó un programa del Ministerio de Salud (‘Salud investiga’), en el cual empezamos a trabajar en noviembre. Hay cinco becarios que deberían recibir un monto mínimo. Es más un incentivo que otra cosa. Estamos trabajando en el proyecto. Se nos iba a pagar una primera cuota en marzo, pero no se pagó y no sabemos qué va a pasar (N. de la R.: se abonó cerrada esta nota, a fines de abril). Mucho menos, si se va a actualizar el monto por inflación”, describió.
Diego Rayes, doctor en Bioquímica del Instituto de Investigaciones Bioquímicas de Bahía Blanca-Conicet, completó esta radiografía de la ciencia argentina. Contó que su trabajo diario está completamente desfinanciado por los subsidios devaluados, lo que impacta en sus dos líneas de investigación.
Una es “la identificación de mecanismos moleculares y circuitos neuronales que median la coordinación nerviosa de la respuesta a estresantes”. La otra persigue “el establecimiento de modelos para estudiar, de manera sencilla, bases moleculares de enfermedades neurodegenerativas y del neurodesarrollo. Y, así, evaluar posibles estrategias terapéuticas”.
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11 meses atráson
15 abril, 2024Por
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Fue una explosión de rayos gamma que produjo un brillo nunca antes visto.
En octubre de 2022, un equipo internacional de investigadores observó el estallido de rayos gamma (GRB) más brillante jamás registrado, GRB 221009A.
Ahora, un equipo liderado por la Universidad de Northwestern ha confirmado con el telescopio espacial James Webb (JWST) que el fenómeno responsable del histórico estallido, denominado BOAT (brightest of all time) es el colapso y posterior explosión de una estrella masiva.

Si bien este descubrimiento resuelve un misterio, otro misterio se profundiza. Los investigadores especularon que dentro de la supernova recién descubierta podría haber evidencia de elementos pesados, como platino y oro. La extensa búsqueda, sin embargo, no encontró la firma que acompaña a dichos elementos. El origen de los elementos pesados en el universo sigue siendo una de las mayores cuestiones abiertas de la astronomía. La investigación se publica en la revista Nature Astronomy.
“Cuando confirmamos que el GRB fue generado por el colapso de una estrella masiva, eso nos dio la oportunidad de probar una hipótesis sobre cómo se forman algunos de los elementos más pesados del universo”, dijo Peter Blanchard de Northwestern, quien dirigió el estudio.
“No vimos firmas de estos elementos pesados, lo que sugiere que los GRB extremadamente energéticos como el BOAT no producen estos elementos. Eso no significa que todos los GRB no los produzcan, pero es una pieza de información clave a medida que continuamos entendiendo de dónde provienen estos elementos pesados. Las observaciones futuras con Webb determinarán si los primos ‘normales’ del BOAT producen estos elementos”.
El 9 de octubre de 2022 se iluminó el universo
Cuando su luz cubrió la Tierra el 9 de octubre de 2022, BOAT era tan brillante que saturó la mayoría de los detectores de rayos gamma del mundo. La potente explosión se produjo a unos 2.400 millones de años luz de la Tierra, en dirección a la constelación de Sagitario, y duró unos cientos de segundos. Mientras los astrónomos se apresuraban a observar el origen de este fenómeno increíblemente brillante, inmediatamente se sintieron asombrados.
“El evento produjo algunos de los fotones de mayor energía jamás registrados por satélites diseñados para detectar rayos gamma”, dijo Blanchard. “Este fue un evento que la Tierra ve sólo una vez cada 10.000 años. Tenemos la suerte de vivir en una época en la que poseemos la tecnología para detectar estas explosiones que ocurren en todo el universo. Es muy emocionante observar un fenómeno astronómico tan raro como el BOAT y trabajar para comprender la física detrás de este evento excepcional”.

“El GRB era tan brillante que oscureció cualquier firma potencial de supernova en las primeras semanas y meses después de la explosión”, dijo Blanchard. “En esos momentos, el llamado resplandor del GRB era como los faros de un automóvil que se acercan directamente a ti, impidiendo que veas el automóvil en sí. Por lo tanto, tuvimos que esperar a que se desvaneciera significativamente para darnos la oportunidad de ver la supernova”.
Europa Press


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