Sociedad
Niño récord: Joaquín Fiorito, el ajedrecista más joven que disputará una final del campeonato argentino
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Con 15 años y cinco meses jugará junto a once de los mejores maestros del país la principal competencia de ajedrez que arranca en Bariloche. Batirá por 60 días la marca en poder del actual campeón, Federico Pérez Ponsa
Con la puesta en marcha de la serie final del 97° Campeonato Argentino Superior de Ajedrez que comenzará este jueves en la ciudad de Bariloche, con la participación de doce maestros y entre ellos, uno de 15 años y cinco meses, un nuevo hito se sumará al copioso historial y anecdotario doméstico de esta actividad; Joaquín Fiorito, representante del Círculo Torre Blanca, se convertirá en el más joven ajedrecista que disputará la tradicional competencia y más importante del calendario local. El nuevo registro del niño Fiorito batirá en 60 días la anterior marca que, desde 2009, estaba en poder del zarateño Federico Pérez Ponsa (con 15 años y 7 meses), el actual campeón argentino de ajedrez.
“No sabía nada que lo conseguido era un récord. Por un lado me pone contento porque esto es fruto del esfuerzo personal y también de los que me apoyaron, especialmente mi familia, para llegar a una final en el campeonato mayor”, le contó a Infobae Joaquín (Joaco como lo llaman sus amigos y familiares) reflexivo y con voz serena sin necesidad de ademanes. Y completó: “No sé si a este logro corresponde darle tanta trascendencia, los tiempos ahora son vertiginosos y cada vez son más chicos los que se atreven a batir marcas en el ajedrez. Mi récord no creo que dure demasiado, afortunadamente, en Argentina hay muchas jóvenes promesas que se perfilan para superar esta nueva marca”
La 97ª edición del campeonato argentino que organiza la Federación Argentina de Ajedrez (FADA) en el año de su centenario, junto al gobierno de la Provincia de Río Negro, se llevará a cabo entre el 1 y 10 de diciembre, en el hotel Monte Claro, en Bariloche; se trata de una competencia por sistema round robin (todos contra todos) y con una tentadora recompensa: $1.000.000, en premios.
Entre los maestros participantes estará el defensor del título de campeón argentino, Federico Pérez Ponsa (N°7 del ranking local y con 2538 puntos de Elo), al que se agregarán: Alan Pichot (N°1 y 2637), Sandro Mareco (N°2 y 2619), Fernando Peralta (N°3 y 2587), Diego Flores (N°5 y 2547), Leandro Krysa (N°9 y 2524), Mario Villanueva (N°11 y 2470), Pablo Acosta (N°13 y 2461), Diego Valerga (N°15 y 2438), Kevin Paveto (N°18 y 2431), Juan Manuel Gaitán (N°41 y 2347), y el último preclasificado, Joaquín Fiorito (N°44 y 2344).
“Sé que soy el último en la preclasificación aunque espero no salir último en la tabla final. Soy consciente de lo difícil que será el torneo, pero mis expectativas es estar enfocado y disfrutarlo. Generalmente me ponen más nervioso esas competencias en las que estoy obligado a ganar para no bajar puntos en el ranking”, contó el joven y soñador maestro, hincha del club Boca Juniors y vecino del barrio de Caballito. Luego, sin pragmatismo, resumió su expectativa para la gran cita del ajedrez local: “Mi objetivo, obviamente, será muy diferente al de muchos de lo que irán en busca del título. Mi expectativa es otra: la de sumar puntos, porque sería muy importante para mí tener una actuación que me permita alcanzar otra norma de maestro internacional”, dijo el maestro FIDE, Joaquín Fiorito, poseedor de una norma de maestro internacional pero que necesita sumar otras dos para que le sea homologado el título.
En el ascenso de categorías (Maestro Candidato, Maestro FIDE, Maestro Internacional y Gran Maestro), el ajedrecista actúa en cada competencia con una expectativa de puntaje que, superada o no esa marca, le dará más o menos puntos en el Ranking (ELO), además, el promedio de la suma de los rankings de los participantes permitirá determinar la fuerza de cada torneo, y qué cantidad de puntos deberán sumarse como requisito para la obtención de una norma de MI o de GM. De esta manera, y para esta competencia en particular, el árbitro principal del torneo, Leandro Plotinsky, confirmó que Joaquín Fiorito necesitaría sumar: 5 puntos entre las once ruedas que tendrá el certamen o 4,5 puntos sobre 10, para obtener una norma de maestro internacional. Si con la actuación cosechara 7 puntos, el premio sería la conquista de una norma de gran maestro. Por cierto, ambas marcas parecen una exigencia difícil de cumplir.
“Llevo casi un mes de preparación desde que logré la clasificación en septiembre pasado. A mis rivales los conozco a todos y vi sus partidas cuando juegan con blancas o negras. Mi papá (el maestro internacional Fabián Fiorito) y mi hermano (Francisco, de 12 años) me ayudaron en la preparación casera para el torneo, y con mi entrenador, el maestro Marcelo Tempone revisamos y ajustamos algunos detalles”, detalló con satisfacción, Joaquín Fiorito, uno de los príncipes herederos del ajedrez vernáculo.
-La fuerza de juego de tus rivales será una gran dificultad. ¿Te preparaste para asumir tus derrotas e incluso si salieras último?
-Estoy convencido de que no saldré último (se le escapó una media sonrisa), no sé por qué pero siento que no pasará. ¿Las derrotas?, bueno eso es un tema que estoy manejando porque no soy buen perdedor, me pasaba antes cuando jugaba al fútbol y eso se trasladó al ajedrez. Porque una cosa es perder jugando mal y otra cuando tenés todo para ganar y se te escapa la partida. No me aferro a la frase “se aprende de los errores”, particularmente aprendo de todo, de las victorias y de las derrotas. Siempre hay que revisar las decisiones que uno toma y ser responsable de eso.

Cómo lo ven sus rivales
Federico Pérez Ponsa: Le veo un gran futuro en el ajedrez; el campeonato argentino será una gran experiencia pero también una competencia muy dura. Yo intentaré hacer lo mejor, pero hay varios candidatos entre los que sobresalen, Alan (Pichot) y Sandro (Mareco).
Diego Valerga: Se trata de un chico estudioso, y que mostró un gran progreso en el último año. En lo personal espero jugar lo mejor posible, y será muy importante tener un buen comienzo.
Diego Flores: En los dos últimos años vimos sus progresos y hoy está capacitado puede ganarle a cualquiera. Sin dudas viene haciendo un gran trabajo. En cuanto a mí, en los Argentinos me predispongo muy bien y en esta ocasión el lugar y las condiciones acompañan. Lucharé por mi 8ª conquista (igualaría el récord de Najdorf, el que más torneos ganó) pero soy consciente que hay otros jugadores como Pichot, Mareco o Peralta que son fuertes candidatos.
Fernando Peralta: Joaquín al igual que otros chicos de su generación tiene asegurado un lugar entre los mejores del país, y podemos ilusionarnos incluso con metas más grandes para él en el futuro. Yo espero, en principio, jugar bien porque sólo así voy a poder pelear por los puestos de arriba.
El perfil de una familia ajedrecista
Los Fiorito son vecinos del barrio de Caballito; Joaquín, nacido el 27 de junio de 2007, y Francisco, el 14 de agosto de 2010, son frutos del amor de mamá Roxana y papá Fabián. Ella, profesora de psicología y ciencias de la educación e investigadora educativa, trabaja en el Instituto Superior del Profesorado Joaquín V. González. Él, posee el título de maestro internacional de ajedrez, fue subcampeón argentino e integró el equipo nacional que ganó el Mundial Sub26 (en Brasil, en 1993). Trabaja como profesor y director de la escuela de talentos del Círculo de Ajedrez Torre Blanca.
“Yo no les inculqué el ajedrez a mis hijos; sólo les enseñé los movimientos y después el tablero se cerró y las piezas volvieron a su caja. Cuando empezaron ir al colegio, Joaquín optó por el fútbol y Francisco comenzó a destacarse en los torneos escolares de ajedrez. El hermano abandonó el fútbol y se enganchó fuertemente con el ajedrez. La verdad es que los tres estamos todo el día, hablando, jugando y estudiando ajedrez” dijo con felicidad, papá Fabián que acompañó a Pablo Zarnicki en la conquista del Mundial Juvenil sucedida hace 30 años en Buenos Aires.
“Tengo asumido que el ajedrez es el hobby de mi familia. Forma parte de nuestros viajes y vacaciones; nunca falta un tablero y un reloj en una valija. Al principio me resistí un poco pero luego vi cómo mis hijos encontraron un terreno donde profundizar la inteligencia emocional y lógica; les despierta la curiosidad. Aprendieron a transpolar sus conflictos y a resolverlos como un problema de ajedrez. Se plantan y saben dar sus razones” contó Roxana.
El más chico, Francisco (Panchito como lo llaman con afecto) se consagró campeón argentino Sub12, en 2021, y campeón Panamericano de esa categoría en Uruguay, en julio último. Antes, en mayo, en el Open de Cipolletti le arrancó un empate a Alan Pichot (N°1 de Argentina). Hace algunas horas, en la Fiesta Anual de la Federación Argentina de Ajedrez (FADA) realizada en el Centro Universitario de Vicente López fue reconocido como el ajedrecista argentino que mayor cantidad de puntos subió en el ranking de la FIDE. Francisco es el 54° mejor ajedrecista argentino con 2320 puntos de Elo.

“A mí me gustaba el fútbol, jugaba en el Club Oeste y también en la liga de futsal. A los 10 años más o menos me puse celoso porque mi hermano (Francisco) llegó a casa con un gran trofeo que había ganado en la escuela. A partir de ahí empecé a jugar ajedrez en la escuela y no paré hasta hoy” recordó Joaquín, el nuevo niño récord del ajedrez argentino. Y agregó, “además de los torneos escolares, también jugaba en los clubes. Al principio sólo hacia un punto sobre once, pero en 2019, a los 12 años gané mi primer torneo en el Club Argentino entre varios ajedrecistas experimentados. La pandemia me impidió seguir compitiendo pero gané horas de estudio; se puede decir que después del aislamiento salió mi mejor ajedrez: le gané por primera vez a un gran maestro (el uruguayo Andrés Rodríguez) y empaté con uno de los mejores de argentina (Sandro Mareco)”.
-¿Y con la escuela, las materias, tus profesores y compañeros cómo te llevas?
-Nunca fui un fanático del colegio; hasta 6° grado creo que fui un buen alumno, después cuando empecé con el ajedrez sólo me esforzaba por cumplir. Soy muy sociable y habló tanto con chicos como adultos; mis compañeros nunca me miraron como un “bicho raro” porque me gustara el ajedrez. ¿si el juego me ayudó con los estudios?, la verdad que no lo sé, en mi vida personal suelo ser bastante desordenado, la rutina de entrenamiento, la concentración y planificación los aplicó mejor con el ajedrez.
Los éxitos deportivos de Joaquín le permitieron contar con una Beca de la Secretaría de Deportes para completar el ciclo Secundario bajo el Sistema de Educación a Distancia del Ejército Argentino (SEADEA).
-¿Y cómo te preparas para el campeonato argentino?
-Le dedico más o menos seis horas por día; a la mañana a veces, incluso, antes de desayunar, suelo entrenar una hora de problemas y táctica. Después hago algunos descansos, el Mundial de Fútbol en Catar me permite distraerme un rato y luego vuelvo al estudio. Algunas cosas las practico con papá y otras con los otros profesores. ¿La escuela?, poco, sólo me preparo para dar los exámenes libres a fin de año.
-¿Tenés algunos sueños con el ajedrez?
-Obvio, mi meta sería llegar a ser un Top Ten mundial. Eso sería fabuloso, pero hay que empeñarse mucho. Me gustaría por comenzar con una gira por España, jugar el Circuito Catalán, con dos o tres torneos por mes. Así es cómo se preparan los chicos de India y de otras potencias del ajedrez. Eso sería fabuloso y mucho más, si pudiéramos viajar los cuatro, porque mamá es muy necesaria para contenernos a todos.
-¿Y a Bariloche van los cuatro?
Y sí porque es lo mejor; nos acostumbramos a estar en familia, aunque a mamá ya no le quedan más días de vacaciones.
Joaquín Fiorito, un niño con edad de no mentir cariño y un prodigio al que sólo le llevó cinco años explorar su mayor talento: el dominio de los secretos del ajedrez. Una estrella en ciernes con luz propia; habrá que acompañarlo para que no se apague.
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Once días atado, racismo y un dedo amputado: el brutal secuestro que reveló un nuevo perfil criminal en la Argentina
Publicado
8 horas atráson
16 octubre, 2025Por
Admin
Ariel Strajman tenía 27 años cuando fue raptado mientras entraba al garaje de su edificio en Villa Urquiza. Su caso marcó un cambio del mapa delictivo: bandas sin prontuario, de jóvenes de barrios acomodados con una crueldad metódica. A más de veinte años, su historia sigue siendo un espejo incómodo de la violencia de aquellos años. El encuentro a solas con él a la distancia
“Si a Maradona le cortaron las piernas en el Mundial de Estados Unidos, a mí me arrancaron el corazón, la mente, todo”, me confió en la única entrevista que dio Ariel Strajman, sentado en el living del departamento de su familia en Villa Urquiza, casi un par de años después de que una banda improvisada pero feroz lo secuestrara y le amputara el dedo meñique de su mano derecha para cobrar el rescate.
Estaba triste, pero firme y con mucha bronca acumulada: “Pedí pena de muerte y al cabecilla le dieron 22 años. ¿Qué diferencia, no? Estas cosas incentivan para irse del país. Después de saber el veredicto quedé arruinado. Me cortaron un dedo y me anunciaron que después venía la mano. Y que me despedazarían lentamente, mientras me llamaban ‘judío de mierda’ y se reían. Después me quemaron el pecho y los labios con encendedores y me colocaban jamón en la boca y me daban alcohol para emborracharme. Estaba atado de pies y manos, me dieron pastillas de Lexotanil para dormir. En el juicio aseguraron que no hicieron nada de eso. Y Adrián Sommaruga se solidarizó con mi familia en el debate oral. Ahí me paré y me fui a la mierda, para no armar un quilombo y terminar preso yo. Sentí que en ese fallo se me fue la vida y el futuro”.

Las frases no fueron en caliente, sino en una charla en la que intentó poner en palabras el hueco que dejó aquel rapto que lo convirtió, sin quererlo, en símbolo de una época de violencia social contenida. Su historia, como la de tantos otros secuestros exprés de comienzos de los 2000, mezcló juventud, impunidad y un nivel de planificación que asombró incluso a los investigadores más experimentados, más allá de los errores garrafales que los delincuentes cometieron.
Ocurrió el 16 de octubre de ese año. Strajman, de 27 años, empresario, hijo de joyero, llegaba a su departamento. Fue interceptado por un grupo armado que lo subió a un auto y lo trasladó hasta una casa cercana ubicada en la calle Holmberg, que luego se comprobó era de la familia Sommaruga, de donde provenían la mayoría de los componentes de la banda. A patadas y empujones le hicieron bajar una escalera resbalando en cada peldaño hasta un sótano donde lo ataron tan fuerte que apenas podía respirar.
Lo encadenaron de pies y manos. Después lo llevaron a otra vivienda en el Complejo La Josefina, en la esquina de Tulipanes y Las Glicinas en la ciudad de Pilar, lugar donde lo mantuvieron encerrado y lograron cobrar un primer rescate, algo así como mil dólares, seiscientos pesos y alhajas. Y como les salió bien intentaron pedir más dinero.

Durante los días siguientes, lo golpearon, lo humillaron y, para demostrarle a su familia que hablaban en serio, le cortaron el dedo meñique de la mano derecha. Esa imagen dentro de una bolsa la recibió su familia exigiendo un rescate de 30 mil dólares, y luego recorrió oficinas policiales, redacciones y despachos judiciales. Era el símbolo de una crueldad que ya no tenía fronteras de clase. “Esto que vas a sufrir no se compara ni con el Holocausto”, lo torturaban.
Las llamadas eran constantes, con tono burlón y precisión militar. Algunos trabajaban como patovicas en boliches de la zona norte, otros estudiaban carreras universitarias. Su presunto líder, Pablo Sommaruga, había sido custodio en locales nocturnos y mantenía contactos con el ambiente del fisicoculturismo. Los investigadores descubrieron que no se trataba de una banda común: no había delincuentes históricos, sino una mezcla de soberbia y amateurismo que, en conjunto, resultó devastadora.
El secuestro duró once días. Ariel fue liberado tras el pago de un rescate parcial y un operativo encubierto de la Policía Federal. Llegó al hospital deshidratado, con el cuerpo lleno de hematomas y la mano. “No sé cómo voy a volver a dormir”, reflexionó mirando al piso. Los médicos le explicaron que el dedo no se podía reimplantar, tampoco la vida anterior.
La investigación fue un rompecabezas. Los secuestradores habían dejado rastros en los teléfonos, en las cabinas y hasta en los billetes del rescate. Cayeron uno a uno. Cuando se conocieron sus identidades, la sorpresa fue general: jóvenes de entre 25 y 35 años, sin antecedentes, con buen aspecto y vínculos sociales. Los medios los bautizaron como “La banda de los patovicas”, aunque en el expediente figuran como una “asociación ilícita dedicada al secuestro extorsivo”.
Venían cometiendo delitos en la zona aledaña de Saavedra y Villa Urquiza. Pero la sensación de impunidad con que se movían los llevó a cometer errores, algunos garrafales, como utilizar el mismo teléfono para hacer las llamadas para pedir las sumas de los rescates, por lo que rápidamente se identificó el número de un celular, a través del cual se obtuvieron los datos del titular de la línea.

De esa forma sencilla la policía llegó a la casa de la calle Holmberg donde al principio tuvieron a Strajman. Atendió María Esther Gottig, esposa de Alberto Juan Sommaruga, propietarios de la vivienda y reconoció que el teléfono le pertenecía. Pero la embarró más aún cuando intentó aclarar y mencionó que su hijo lo utilizaba para “trabajar”. Terminó detenida junto a su marido y sus hijos, Adrián y Pablo, y el resto de los sospechosos, uno de ellos llamado Diego Sibio –hijo solo de Gottig- y otros que no pertenecían a la familia.
La policía ordenó cuidadosos allanamientos. Uno fue clave para llegar a la vivienda de Pilar y poder liberar a Ariel Strajman. En otros pudieron secuestrar dos pistolas calibre nueve milímetros, otra 11.25, un revólver Magnum 357, un 32 con numeración adulterada y una ametralladora Mini Uzi automática de fabricación israelí.
Todos fueron imputados desde el comienzo por los delitos de “secuestro extorsivo, asociación ilícita, tormentos, con el agravante de odio racial, lesiones gravísimas, uso de documento de identidad falsificado y tenencia ilegal de armas de guerra”. María Esther Gottig fue alojada en la cárcel de mujeres de Ezeiza y los hombres en el penal de Villa Devoto. Dos años más tarde, la última semana de setiembre de 2004, el Tribunal Oral Federal Nº 1 que por entonces estaba integrado por Mario Gustavo Costa, Martín Federico y Jorge Gettas dictó sentencia: 22 años de prisión para Adrián Sommaruga; 16 para su hermano Pablo; 14 para Osvaldo Keroa; seis para María Esther Gottig; cinco para Alberto Sommaruga y Diego Sibio; y tres para Nicolás Barlaro.
Durante el juicio, el contraste entre la víctima y los acusados fue brutal. Ariel, de traje oscuro y voz temblorosa, describía las noches sin luz, los insultos, el dolor. Del otro lado, los imputados se mostraban serenos, casi altivos. En sus declaraciones, ninguno mostró arrepentimiento real.
La justicia los calificó como una organización “que actuó con extrema frialdad y desprecio por la vida humana”. El caso fue emblemático porque marcó un cambio en el mapa criminal argentino. Ya no eran bandas marginales las que secuestraban, sino grupos con educación, contactos y ambición económica. Los investigadores compararon su estructura y su método con aquellos secuestros familiares de los ochenta que habían conmocionado a la sociedad, aunque esta vez sin la solemnidad de un clan ni la mística de un apellido como el de los Puccio, por ejemplo. Era el reflejo de un tiempo en el que todo parecía posible, incluso lo impensado.
Para Ariel las noches seguían siendo un campo minado. En 2020, el apellido Sommaruga volvió a escena: Pablo, con la condena ya cumplida por el secuestro de Strajman, vivió un acto de agresión mientras gozaba de salidas transitorias de la Unidad 14 de Esquel en una causa por portación de armas. Sucedió en las inmediaciones del barrio Vepam cuando vecinos lo increparon y lo golpearon.
En ámbitos judiciales los fiscales aún recuerdan la causa como una de las más complejas de la década. No por su extensión, sino por su impacto emocional. “Ariel fue un testigo de excepción —dijo uno de ellos años después—. No solo narró su cautiverio, también nos obligó a mirar de frente una forma nueva de criminalidad”. El secuestro de Strajman se convirtió en un espejo difícil de mirar donde podía verse el sadismo más cruel.
Él mismo aceptó que no busca revancha, sino olvido. “No odio, pero no quiero ni recordarles la cara”. Y aunque los nombres de sus captores ya forman parte de un archivo judicial, el trauma persiste en él como una sombra imposible de soslayar.
Sociedad
Indignación y repudio por el disfraz de un alumno en Bariloche: se vistió de “mujer violada” en su viaje de egresados
Publicado
10 horas atráson
16 octubre, 2025Por
Admin
El grupo de jóvenes de Bell Ville difundió el video a través de la cuenta de Instagram de la promoción. Allí, uno de ellos aparece con un vestido estampado roto y el cuerpo pintado con manchas rojas
Un grupo de estudiantes del Instituto Provincial de Educación Técnica (IPET) N.º 267 de la localidad de Bell Ville, en la provincia de Córdoba, protagonizó un repudiable hecho durante su viaje de egresados, cuando uno de ellos fue grabado usando un disfraz en el que simulaba ser una víctima de abuso sexual. El video, difundido inicialmente en la cuenta de Instagram de la promoción, se viralizó y provocó un fuerte rechazo social por trivializar el tema.
Según informó el medio local El Doce, la rápida difusión del video motivó pedidos de sanción y un fuerte repudio por parte de la comunidad educativa y de la sociedad en general.
En el mensaje, los alumnos reconocieron: “Somos conscientes de la gravedad de lo sucedido. Queremos aclarar que este hecho está desligado de nuestra institución, acompañantes y no representa los valores enseñados. Somos adolescentes y entendemos que es un tema delicado y que no debemos fomentarlo. Pedimos disculpas”.

En sus palabras, los estudiantes afirmaron: “Queremos expresar nuestro más absoluto repudio por las recientes publicaciones. Nos sentimos totalmente conmocionados por la violencia de las imágenes y consideramos que el comunicado posterior resulta insuficiente para justificar lo sucedido”.
El texto de este segundo comunicado profundizó en la reflexión sobre el contexto social y la responsabilidad individual, al señalar: “La mayor parte de nosotros somos mayores de edad. Esto forma parte de una manera de mirar el mundo, de naturalizar las violencias contra nuestros cuerpos, de creer que algunos pocos tienen la licencia de reírse de cualquier cosa. Nos sentimos abrumados, tristes”.
Por último, solicitaron la intervención de las autoridades escolares para que se tomen medidas concretas. “Pedimos que se revisen y sancionen a los responsables, nos despegamos de ellos y abrazamos a nuestra escuela y docentes que nos están conteniendo en tan tremenda situación”, concluyeron.
Esta no es la primera vez en el año que un grupo de alumnos de una escuela que estaba en medio de su viaje de egresados en Bariloche queda envuelto en un hecho polémico. A finales de septiembre, unos estudiantes de una escuela de Canning fueron filmados mientras realizaban cánticos antisemitas.
“Hoy quemamos judíos”, era la frase que se repetía en el micro y que se puede escuchar en el video que se viralizó en las últimas horas. En las imágenes difundidas, se puede ver cómo un hombre, que sería el encargado del grupo, se sumó a los cánticos que generaron rechazo en las redes sociales.
De acuerdo con lo que se conoció hasta el momento, las imágenes datan del pasado 10 de septiembre, cuando en Bariloche estaban los alumnos de la Escuela Humanos de Canning.
En ese marco, la propia institución educativa sacó un comunicado haciendo alusión a lo ocurrido. Allí señalaron que “la Escuela Humanos repudia enérgicamente el accionar de un grupo de alumnos durante su viaje de egresados”.
“De igual manera, repudiamos la actitud de la empresa organizadora y del coordinador a cargo, aclarando que nuestra institución no tiene vínculo alguno con sus prácticas ni mensajes”, continúa el escrito.
Y cierra: “Los cánticos difundidos no representan en absoluto los valores de nuestra escuela, basada en el respeto, la inclusión y la convivencia democrática. Se adoptarán las medidas correspondientes y reafirmamos nuestro compromiso de seguir construyendo una comunidad más humana e inclusiva”.
En sus redes sociales, la escuela destaca que desde 2019 lleva el título de Embajadores Mundiales de la Paz. Esta distinción fue entregada por la agrupación Mil Milenios de Paz en un acto que se realizó en el Senado de la Nación.
Sociedad
Aerolíneas Argentinas retiró preventivamente ocho aviones tras la falla en el vuelo con destino a Córdoba
Publicado
10 horas atráson
16 octubre, 2025Por
Admin
La compañía investiga, junto al fabricante CFM y a otras aerolíneas de la región, el origen del desperfecto en uno de los motores del Boeing 737-800 que debió aterrizar en Ezeiza de emergencia
Aerolíneas Argentinas anunció este jueves la suspensión preventiva de las operaciones de ocho aeronaves Boeing 737-800 equipadas con motores fabricados por CFM, tras la falla registrada en el vuelo AR1526 que partió ayer desde Aeroparque con destino a Córdoba. “El foco de la medida está puesto en los propulsores, y no en otro elemento de las aeronaves”, informaron.
Como informó este medio, el vuelo AR1526 presentó una falla técnica en uno de sus motores poco después de iniciar el despegue. La tripulación siguió los procedimientos de seguridad y dirigió la aeronave al Aeropuerto Internacional de Ezeiza, donde aterrizó sin inconvenientes. “Los pasajeros desembarcaron con total normalidad”, señaló la línea aérea.

La compañía informó que el mantenimiento de todos sus motores “tiene un cumplimiento absoluto en términos de las verificaciones indicadas por los fabricantes”. Sin embargo, reconoció que “este es el cuarto suceso registrado en el último año con un mismo tipo de motor”.
También pidió la evaluación de otras aerolíneas de la región que operan con la misma motorización y “tuvieron sucesos similares”. Además, notificó a las autoridades regulatorias locales, con las que trabaja “para fijar un criterio de resolución”.
“Esta suspensión preventiva es consecuencia de la aplicación de criterios de altísima exigencia”, subrayó la empresa. “El foco de la medida está puesto en los propulsores, y no en otro elemento de las aeronaves”, aclaró el texto oficial.
El incidente del miércoles afectó a más de 160 pasajeros del vuelo AR1526 de Aerolíneas Argentinas, que habían despegado ayer por la mañana del Aeroparque Jorge Newbery, en CABA, con destino a la ciudad de Córdoba. Allí, un motor del avión sufrió una falla y debió modificar su ruta inicial hacia el Aeropuerto Internacional Ministro Pistarini, en Ezeiza, donde aterrizó sin inconvenientes.

Como consecuencia del hecho, la terminal aérea metropolitana permaneció cerrada durante algunas horas, hasta que, pasadas las 11.30, reabrió sus puertas y reanudó sus actividades habituales. No obstante, algunos vuelos programados para esta jornada registraron demoras y reprogramaciones menores.
Fuentes de la aerolínea señalaron que “el motor estaba en condiciones normales y correctamente mantenido”. Tras la inspección de pista, el fabricante fue informado sobre la incidencia con el objetivo de determinar el origen de la falla.
El Boeing 737-800 fue liberado luego de que los operarios completaron las tareas de revisión y limpieza en la pista. La empresa precisó que la medida preventiva no implica la cancelación de rutas, pero sí “una reorganización temporal de la programación de vuelos mientras duren las verificaciones técnicas”.
Aerolíneas indicó que continúa en contacto con el equipo técnico del fabricante CFM y con las autoridades aeronáuticas locales e internacionales “para definir los pasos a seguir antes de reincorporar las aeronaves al servicio”.


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