Un instructor de snowboard apasionado por la nieve y una organización barilochense organizaron una actividad para visibilizar una problemática ambiental: el vertedero de Bariloche que tiene treinta metros de alto y está escondido al aire libre entre el paisaje natural de la ciudad. La historia del equipo que logró surfear una montaña de basura
Esteban Cossy es un joven nacido en Paraná, Entre Ríos, experimentado en un aclamado deporte de nieve: el snowboard. Como instructor, pasa las temporadas de invierno entre el hemisferio sur y el hemisferio norte persiguiendo los inviernos particularmente en dos lugares: Bariloche y Lake Tahoe (California). Sin embargo, esto no fue siempre así. En 2007, conoció un centro de esquí en Yosemite, un Parque Nacional ubicado en California conocido por sus más de 3000 kilómetros cuadrados de montañas, cascadas, bosques y senderos, y sus icónicas secuoyas, árboles que alcanzan los 115 metros de altura y viven hasta 1800 años.
La experiencia en ese trabajo y en ese pequeño centro de esquí iba a cambiarle la vida: “La montaña me fue capturando cada vez más. Yo estaba estudiando Ingeniería Química. Dejé la carrera y cambié de rumbo. Empecé a mandarme por toda la Argentina viendo dónde pegaba laburo”. Envió mails en todas las direcciones, hasta que una escuela de Bariloche le respondió ofreciéndole una oportunidad de trabajar en una de las ciudades emblemas de la Patagonia Argentina. Seducido por el Parque Nacional Nahuel Huapi, sus cerros y paisajes, encontró su hogar en el país.
Allí, conoció a muchas personas y dio con una organización que se define como “un grupo de personas que ama Bariloche activamente”: Somos B. Es uno de los cuatro miembros originales de la comunidad y cuenta: “Cuando me mudé a Bariloche, por curiosidad de conocer lo lindo y lo feo, fui a ver el basural a cielo abierto, y esa primera imagen prendió la chispita de querer hacer algo al respecto. Ahí empezamos a investigar, estuvimos meses leyendo sobre el tema, conversando sobre las personas involucradas, porque entendíamos que si íbamos a comunicar había una responsabilidad y debíamos aportar datos ciertos, para no generar más confusión de la que ya hay. En el camino se fueron sumando diferentes personas que sumaron sus perspectivas”.
De esta manera la agrupación barilochense se propuso filmar un documental como proyecto para concientizar sobre su vertedero, que encabeza el top 50 de los basurales a cielo abierto más contaminantes del mundo según la Asociación Internacional de Residuos Sólidos, que recomienda su clausura inmediata. Pero profundizando en la idea, desde Somos B comprendieron: “Al documental lo vería la persona que ya está convencida de que tiene que hacer algo, el que no está en tema no le dedicaría 45 minutos”.
Así, durante una típica tarde entre mates compartidos, surgió la necesaria reinvención de quienes buscaban un resultado distinto al status quo: “Che, esto hay que esquiarlo”. Se pusieron en contacto con Esteban y le preguntaron si conocía a alguien que tuviera las ganas y valentía de subir una montaña de residuos para deslizarse con su tabla, y no dudó: “Yo, vamos”. Las emociones oscilaban entre la ansiedad de surfear una montaña de residuos, y racionalizar que lo que tenían enfrente era lo que la sociedad “oculta bajo la alfombra”. Pero Esteban y Somos B tenían muy en claro su objetivo: “La concientización, porque implica un cambio mental y de hábito sobre el consumo, y a partir de ahí se empiezan a prender alarmas de cuestionar por qué hacemos lo que hacemos, por qué consumimos lo que consumimos, qué pasa con lo que tiro en mi casa… un montón de preguntas que van llevando a un cambio necesario. Es como un barco que se hunde, primero tenemos que hacer que no se hunda, y después lo llevamos a la costa a repararlo”.
“El municipio es tan responsable como el vecino, este es un problema de toda la gente de Bariloche”, dicen desde el organismo ambiental de la ciudad
Bariloche y el vertedero
La montaña de basura está ubicada a la vera de la ruta 40, poco después del “el Alto” de la ciudad en la dirección hacia El Bolsón, y sólo acopia los residuos de Bariloche. Entre el Cerro Ventana y el comienzo del Lago Gutiérrez, una columna de árboles logra tapar un cúmulo de efectos nocivos para el ambiente y las personas: “La gente que va a Bariloche no sabe dónde está, muchas veces ni siquiera quienes viven en Bariloche lo saben. Lo más loco es que está escondido al aire libre, es un juego óptico”. Desde Somos B agregaron: “Hay que recuperar la tierra de ese vertedero, hoy no hay relleno sanitario y eso implica hacer una remediación de la zona, impermeabilizar para que los lixiviados no filtren, solucionar el tema de los gases, cubrir con tierra y pedirle a la naturaleza que remedie la cagada que nos mandamos. Son todos trenes que tienen que abordarse al mismo tiempo”.
Los basurales a cielo abierto, por el propio efecto de la descomposición de millones de toneladas de residuos no controlados, provocan la emisión de líquidos tóxicos, gases inflamables que provocan incendios, y la contaminación de suelo, aire y agua. Además de la situación de vulnerabilidad ambiental que provoca este vertedero, hay una íntima conexión con lo social: personas marginadas del sistema cuyo contexto socioeconómico las lleva a buscar comida o residuos recuperables para luego venderlos, sin ningún tipo de protección, visibilidad o asistencia social.
“El municipio es tan responsable como el vecino, este es un problema de toda la gente de Bariloche”, respondió Esteban sobre el criterio de responsabilidad. “Ojalá lo podamos solucionar -expresaron desde la comunidad Somos B-. Es ridículo hacer lo mismo y esperar un resultado diferente. Ponerse solamente a reclamar al Municipio de que haga algo es ridículo, no hay fondos, por algo se repite en la mayoría de la Argentina. Impacta acá porque es Bariloche, es un Parque Nacional, pero es algo a nivel nacional en todos los municipios. Salir a apuntar el dedo es un poco hipócrita porque el cambio es muchísimo más holístico, integral”. En la actualidad, se estima que alrededor del 40% del presupuesto municipal se deriva a la gestión de los residuos generados por la ciudadanía. Asimismo, esbozaron un punto potenciador de la problemática barilochense: “Todo lo que está creciendo Bariloche en infraestructura, cloacas… Se sabe que se tiran aguas cloacales negras al lago que, además, es Parque Nacional. ¿Dónde está el reclamo de la gente? Es nuestra caca, es nuestro lago, no es una película de ciencia ficción, no está pasando en otra ciudad, está pasando en nuestro lugar, nuestro hogar”.
Según la organización ambientalista ISWA (International Solid Waste Association, por sus siglas en inglés), el basural de Bariloche está entre los 50 más contaminantes del mundo
La basura
Según informes publicados por el Banco Mundial, alrededor del 40% de los residuos generados en cada hogar son reciclables, otro 40% sería orgánico y compostable, por lo que podría reducirse en un 80% el total generado en cada casa. Esto implicaría no sólo reducir las 250 toneladas de residuos generadas por día -en promedio- en Bariloche, sino también ventajas hogareñas, como cuenta Esteban: “Saco un bolsa de basura por temporada. Hago compost, ecoladrillos, y separo residuos. Cuando vienen amigos y familia a visitar, trato de concientizar y que se reduzca la cantidad de basura que generamos”.
Somos B y Esteban hacen un constante énfasis en la responsabilidad ciudadana y la importancia de acercar la información y educación para transformar los malos hábitos. Tal es así que, sin desmerecer el país donde vive, Esteban hizo una comparación con algunas conductas que observó en sus más de diez años esquiando en el exterior: “Allá, por ejemplo, el CEO camina por la plaza del centro de esquí y si ve basura la levanta, ve una bandeja sucia y la lleva al restaurante. Por más que tenga el puesto más importante sigue siendo uno más, no pasa por encima a nadie. Es educación. Esos contrastes son fuertes”.
En este sentido, no dudaron en exigir campañas de concientización que requieren poco esfuerzo y pueden tener un alto impacto, especialmente aprovechando el caudaloso volumen de turistas que viajan al Cerro Catedral cada invierno: “Tenes pantallas gigantes LED en las sillas, y te promocionan marcas y empresas, pero no hay una que diga ‘llevate tus residuos’, al contrario de los senderos de trekking que hay en verano, donde por lo menos un cartel por sendero hay”. Y agregó otro grave problema respecto de los residuos en la montaña: “Los tachos de separación de residuos no tienen ni bolsa, están abandonados. Te das cuenta por día la cantidad de bolsas de basura, las bajan por aerosillas, de todos los restaurantes y bares que hay. El otro día había una bolsa toda desparramada por la nieve porque se había caído de la silla”.
Esteban relató qué vio mientras derrapaba sobre su tabla de snowboard sobre la montaña de basura: “Se me atravesaron emociones como el miedo. Iba subiendo, caminando, trepando, y me hundía y no sabía hasta dónde llegaba el pozo de basura, veía vidrios, fierros plásticos, hornos. Y decía ‘¿yo me voy a tirar por acá?’. Llegué abajo y dije ‘voy de vuelta’. Leí mucho de Osho y decía que siempre hay que buscarle el lado irónico a la vida, encontrarle ese aspecto, para levantarlo, disfrutarlo y buscarle una perspectiva que te cause alegría”. Tanto Esteban como Somos B esperan que este activismo sirva como algo más que una anécdota, para que sus conciudadanos se interpelen y ayuden como comunidad a darle una solución a un basural oculto en un paisaje que es hogar de humanos y cóndores.
Nuestro satélite natural brindará un espectáculo único. Además, será la fase llena más baja en el horizonte en 18 años. Cómo observarla en su plenitud.
Observar laLunapuede parecer un ejercicio rutinario, un pequeño ritual de curiosidad repetido millones de veces a lo largo de la historia de la humanidad. Sin embargo, cada tanto, nuestro satélite se muestra de una forma tan particular que despierta análisis científicos profundos, impulsa leyendas antiguas y deja a miles de personas en todo el mundo pendientes del cielo.
En ese sentido, desde anoche se desarrolla un evento astronómico destacado: la Luna llena de junio, también llamadaLuna de Fresa.
Se podrá apreciar el habitual espectáculo de la fase llena y habrá condiciones especialmente singulares en los cielos del hemisferio norte y sur. Desde la perspectiva técnica, la plenitud lunar de este mes debe su particularidad a una combinación de ritmos astronómicos precisos y a la herencia de relatos y nombres que atraviesan comunidades distintas.
En el hemisferio sur la Luna de Fresa de 2025 se elevará inusualmente alta ofreciendo una vista única para observadores y astrónomos (Europa Press)
“La Luna llena del 11 de junio será particularmente especial, ya que presentará la plenitud de su luz más cerca del horizonte, un fenómeno poco común en el hemisferio norte, mientras que en el sur se elevará inusualmente alta”, describen desde la NASA.
Detrás de lo que parece una simple coincidencia estética –una Luna que se muestra un poco más baja o más alta de lo habitual según el lugar del planeta en el que uno mire– existe una coreografía determinada por inclinaciones orbitales y efectos gravitacionales de enorme escala.
¿Por qué la Luna se verá tan baja en el horizonte?
La mecánica celeste, a menudo invisible para el ojo no entrenado, se revela en noches como la del 11 de junio, cuando la Luna llena ocupará la posición más baja en casi dos décadas, un fenómeno que se manifestará de forma contraria en el hemisferio Sur, donde el satélite se elevará inusualmente alto.
La Luna recorre su órbita alrededor de la Tierra con una inclinación de 5,15 grados influyendo en sus posiciones extremas cada 18,6 años (NASA)
La explicación comienza por el sencillo hecho de que la Luna recorre su órbita alrededor de la Tierra con una inclinación de 5,15 grados respecto a la eclíptica, es decir, en relación al plano de la órbita terrestre alrededor del Sol. Esta inclinación fue relevante durante miles de años para todo tipo de observadores porque, lejos de ser una rareza matemática, permite que la Luna alterne sus posiciones aparentes, evitando eclipses constantes y regalando movimientos notables de norte a sur de un mes al otro.
El fenómeno adquiere otra dimensión cada 18,6 años, cuando el sistema Tierra-Luna atraviesa lo que se denomina la precesión nodal. Se trata de un lento cambio en la orientación de la órbita lunar, dictado por la influencia gravitacional del Sol, que modifica la máxima declinación posible del satélite observado desde nuestro planeta.
Este ciclo genera las llamadas grandes paradas lunares, momentos en que la Luna se presenta en sus posiciones más extremas en el cielo.
La última gran parada tuvo lugar en 2006, mientras que la próxima está proyectada para 2025. Así, la Luna llena de junio de 2025 se presenta como una manifestación anticipada de este proceso, vinculando la mecánica celeste con la experiencia cotidiana del cielo nocturno.
El fenómeno de la gran parada lunar ocurre cada dieciocho años cuando la Luna alcanza sus posiciones más extremas en el firmamento
La posición baja de la Luna llena resulta más evidente para el hemisferio norte debido a la coincidencia con el solsticio de junio, cuando el Sol alcanza su máxima altura mientras la Luna llena, al encontrarse en oposición solar, permanece cerca del horizonte. El fenómeno no solo modifica la altura a la que percibimos a este satélite natural sino que también le otorga, en algunos casos, un tono rojizo evidente.
El color no surge de una transformación física, sino de la refracción que provoca la atmósfera terrestre al obligar al haz de luz lunar a atravesar una mayor porción de aire, dispersando las longitudes de onda azul y dejando que predominen los matices rojizos y anaranjados.
Luna de Fresa y el contexto cultural
Pero la Luna de Fresa no se trata sólo de posiciones aparentes y cálculos orbitales. El fenómeno cobra una dimensión mucho más próxima a la cultura al recibir ese nombre que evoca a los relatos indígenas y campesinos. El término “Luna de Fresa” nació como una forma de señalizar el inicio de la cosecha de fresas silvestres en diversas comunidades del norte de América, un momento de máxima abundancia que marcaba no solo el calendario agrícola sino también otros ciclos biológicos y sociales.
Cráteres lunares en la Cuenca de Nectaris. Imagen captada por el Orbitador de Reconocimiento Lunar. (NASA)
“Contrario a lo que muchos creen, la Luna de Fresa no adquiere un tono rojizo ni rosado. Su nombre proviene de las antiguas tribus algonquinas del norte de América, quienes la bautizaron así porque coincidía con la temporada de cosecha de fresas silvestres”, explican desde la NASA.
La difusión de este nombre en el resto del mundo comenzó en la década de 1930, cuando el Maine Farmer’s Almanac, una publicación agrícola de Estados Unidos, empezó a reunir y difundir los nombres que las comunidades indígenas asignaban a cada plenilunio. De esta manera, la tradición oral encontró un eco en los registros impresos y, más recientemente, en los portales de divulgación científica más consultados.
El simbolismo de la Luna de Fresa no es exclusivo de América del Norte. En Europa, la luna llena de junio recibe nombres como “luna de hidromiel”, asociada a la producción de esta bebida tradicional; “luna rosa”, por la presencia de ciertas flores; o “luna de flores” y “luna de plantación”, en otras regiones de Estados Unidos, referencias que ponen en primer plano la relación entre las fases lunares y el tiempo de la siembra, la floración o la recolección. Estos apelativos refuerzan la idea de que la Luna funciona desde siempre como calendario natural y fuente de orientación productiva en cada sociedad.
Las dos caras de la Luna (NASA)
“El nombre de cada luna llena refuerza la conexión poética entre el cielo y la tierra, perpetuando la memoria de los vínculos entre los astros y las actividades humanas”, sintetizan los especialistas. Así, niños, astrónomos y agricultores encuentran en el cielo nocturno las marcas de un tiempo cíclico, donde la modernidad y la tradición se entrelazan en la contemplación de una misma luna.
Las fases de la Luna en junio
Más allá de la noche del 11 de junio, la Luna hará su recorrido habitual por el calendario, atravesando el cuarto menguante el 18 de junio y llegando a la luna nueva el 25 de ese mes. Desde la perspectiva de los observadores y los aficionados a la astronomía, cada fase representa una oportunidad singular. El cuarto creciente y la luna llena favorecen la iluminación de la superficie lunar, perfectas para tomar fotografías y realizar estudios sin requerir instrumentos avanzados. El cuarto menguante y la luna nueva, en cambio, convierten al cielo en un escenario especialmente oscuro, ideal para distinguir estrellas, planetas y objetos de cielo profundo.
La Luna de Fresa de 2025 marca el inicio del verano en el hemisferio norte guiando a comunidades en cosechas y tareas tradicionales (NASA)
Como recuerdan desde la NASA, el ángulo y la apariencia de la Luna varían notablemente según el hemisferio, una advertencia útil para quienes planean sus actividades astronómicas o simplemente disfrutan del placer de contemplar el firmamento. Las recomendaciones van más allá de lo estético: muchas culturas vinculan la observación lunar con tradiciones de jardinería y agricultura, organizando siembras y cosechas de acuerdo con las fases de la Luna. Según la experiencia de los expertos, el cuarto creciente es ideal para comenzar nuevos proyectos, en consonancia con la idea de crecimiento y renovación.
En julio de 2025, la agenda de fenómenos celestes estará marcada por una nueva luna llena, la “Luna del Ciervo”. Este nombre, heredado también de las observaciones indígenas norteamericanas, alude al ciclo natural de los ciervos, que desarrollan nuevas astas durante el verano boreal. De esa manera, los nombres y relatos asociados a cada plenilunio invitan no sólo a mirar el cielo, sino a comprender cómo los movimientos de la Luna se integran en la vida cotidiana de las personas.
Se trata de una investigación internacional publicada en la revista Nature. Una científica argentina que participó, contó a Infobae cómo hay actividades humanas que generan pérdidas invisibles. Cuáles son sus recomendaciones y qué es el concepto de “diversidad oscura”
Las poblaciones del árbol del caldén se usaron en el siglo pasado para la elaboración desde adoquines hasta leña. También fueron afectadas por los incendios, las especies invasoras y la expansión de la frontera agropecuaria, entre otras razones.
Todo hizo que el caldén, un vegetal nativo de la Argentina, ya casi no esté en muchos lugares aunque la especie persista regionalmente.
Es parte de la llamada “diversidad oscura”, el conjunto de especies que podrían estar presentes en un determinado sitio pero que, por algún motivo, no lo están.
El caldén, un árbol nativo de Argentina, ha sido afectado por incendios y actividades humanas. Anibal Prina /ArgentiNat FVSA
Hoy es el Día Internacional de la Diversidad Biológica, una fecha designada por las Naciones Unidas para fomentar la conciencia y el conocimiento sobre la importancia de la biodiversidad.
Este año se resaltó el lema de que los humanos vivan en “armonía con la naturaleza y el desarrollo sostenible”, y más de doscientos científicos de diferentes países han publicado recientemente resultados que consideran “alarmantes”.
Demostraron que las perturbaciones por las actividades humanas ejercen un impacto mucho mayor de lo que se pensaba inicialmente. Incluso llegan a zonas protegidas alejadas de la fuente del impacto de las personas.
La ‘diversidad oscura’ se refiere a especies potenciales ausentes pese a condiciones favorables para estar en determinados sitios (Imagen Ilustrativa Infobae)
La contaminación, la deforestación, el sobrepastoreo y los incendios pueden afectar a las especies vegetales en sus hábitats naturales e impiden su recolonización, expresaron a través de un estudio publicado en la revista Nature.
En diálogo con Infobae, una de las autoras, Melisa Giorgis, del Instituto Multidisciplinario de Biología Vegetal (IMBIV), que depende del Conicet y la Universidad Nacional de Córdoba, explicó cómo hicieron la investigación y cuáles son las implicancias de los resultados.
El sitio de Córdoba (Chaco Serrano) que formó parte del estudio internacional (Lucas Enrico)
Los investigadores pertenecen a la red de colaboración DarkDivNet y registraron las plantas presentes en alrededor de 5.500 sitios, repartidos en 119 regiones de todo el mundo. Consiguieron identificar la diversidad oscura en cada uno de ellos.
La Argentina estuvo representada en la muestra con dos sitios, localizados en las provincias de Córdoba y Santa Cruz.
La científica Melisa Giorgis durante la investigación en Córdoba (Lucas Enrico)
Además de la bióloga Giorgis, también colaboraron Lucas Enrico, del IMBIV, y Pablo Peri del Centro de Investigación y Transferencia de Santa Cruz, que depende del Conicet, la Universidad Nacional de la Patagonia Austral y la Universidad Tecnológica Nacional.
La metodología permitió estimar la diversidad vegetal potencial en cada lugar de estudio y compararla con las plantas realmente presentes.
¿Por qué la “diversidad oscura” es clave?
Investigadores del País Vasco también participaron en el estudio de 5.500 sitios en 119 regiones del mundo. (UPV/EHU)
El concepto de “diversidad oscura” se refiere a las especies vegetales que, aunque son ecológicamente adecuadas para ciertos ecosistemas, están ausentes a nivel local por factores como la fragmentación del hábitat o la actividad humana.
Los resultados del estudio global mostraron que en áreas con bajo impacto humano aproximadamente el 35% de las especies potenciales sí están presentes en un sitio determinado.
Sin embargo, en regiones con alta actividad humana, este porcentaje desciende a menos del 20%.
El Índice de Huella Humana evalúa cómo disturbios humanos afectan diversidad vegetal local (Imagen Ilustrativa Infobae)
Según los investigadores, la diversidad oscura aporta una medida crítica que se conoce como “completitud comunitaria”, que evalúa qué tan cerca está un ecosistema de albergar todas las especies potenciales que debería tener.
Esta métrica es crucial porque permite revelar impactos ocultos en la biodiversidad, incluso cuando otros indicadores estándar, como el número de especies presentes, no muestran cambios significativos.
El equipo utilizó el índice de la “huella humana”, que incluye la densidad de población, el uso de suelos agrícolas y la infraestructura y contaminación, entre otros factores.
Este índice fue aplicado en radios de hasta 400 kilómetros alrededor de cada sitio de estudio, y la correlación fue clara: a mayor huella humana, menor es la oportunidad de que especies vegetales adecuadas ocupen su hábitat natural.
Ecosistemas globales muestran pérdida de diversidad proporcional al impacto de actividades humanas. (Imagen Ilustrativa Infobae)
La idea del estudio fue de Meelis Pärtel, investigador de la Universidad de Tartu, Estonia, quien fue el primer autor.
“Habíamos introducido la teoría de la diversidad oscura y desarrollado métodos para estudiarla, pero para realizar comparaciones globales necesitábamos un muestreo consistente en muchas regiones. Parecía una misión imposible, pero muchos colegas de diferentes continentes se unieron a nosotros”, comentó Pärtel en un comunicado.
Finalmente la investigación se puso en marcha en 2018. Duró cinco años y los investigadores tuvieron que lidiar con las limitaciones impuestas por la emergencia sanitaria causada por la pandemia del coronavirus.
El empobrecimiento de la diversidad ocurre cuando la influencia de las actividades de los seres humanos, como la fragmentación de hábitats, la pérdida de conectividad, la contaminación, entre otros factores, reduce la capacidad de un sitio de albergar las especies potencialmente adecuadas.
Disturbios humanos como tala, basura y urbanización dificultan recolonización de plantas/ REUTERS/Todd Korol
La descentralización del estudio, que incluyó datos de ecosistemas en Europa, Asia, África, América y Oceanía, posibilitó detectar que el empobrecimiento es un fenómeno global y no solo un problema localizado.
Por ejemplo, regiones con alta “completitud comunitaria” incluyen hábitats semi-naturales como pastizales moderadamente manejados. Estos ecosistemas, donde prácticas humanas históricas como el pastoreo y la quema controlada han coexistido de manera equilibrada, parecen resistir mejor al impacto negativo.
Sin embargo, el panorama general deja mucho por reflexionar: incluso regiones dentro de áreas protegidas muestran pérdidas significativas de biodiversidad oculta, lo que implica que las estrategias de conservación actuales pueden estar pasando por alto este problema.
Qué aconsejaron
Restaurar ecosistemas puede implicar reconectar vegetaciones naturales y reducir contaminación y fragmentación. REUTERS/Yves Herman
En diciembre de 2022, el mundo había acordado el Marco Mundial Kumming-Montreal, (también conocido como El Plan de Biodiversidad), con 23 metas para 2030 y 4 objetivos mundiales para 2050 con el fin de detener y revertir la pérdida de la naturaleza en 25 años.
Se propuso restaurar el 30% de los ecosistemas, reducir a la mitad los desechos de alimentos e invertir al menos 200.000 millones anuales en estrategias que beneficien a la biodiversidad.
Los investigadores del estudio publicado en Nature alertaron que “proteger un 30% del territorio global, como lo propone la Convención sobre la Diversidad Biológica, “podría ser insuficiente si no se considera la preservación de especies ausentes que aún están presentes en la región”.
Cómo se podrían usar los resultados del estudio
Proteger el 30% del planeta debería incluir conservar la diversidad oscura. REUTERS/Gustavo Graf/
Uno de los mensajes más importantes del estudio es que el concepto de “diversidad oscura”. “No solo es una herramienta para evaluar el daño, sino también una oportunidad para la restauración”, consideró el doctor Enrico al ser entrevistado por Infobae.
Las poblaciones de especies ausentes en los ecosistemas locales aún podrían recolonizar sus hábitats si se implementan medidas como reconectar fragmentos de vegetación natural y reducir presiones como la contaminación y la pérdida de conectividad en los ecosistemas.
“Nuestra investigación sobre la diversidad oscura establece una base sólida para debates sobre políticas públicas ambientales y brinda una nueva manera de medir los impactos humanos que son invisibles a simple vista”, comentó.
Tal vez en esa “oscuridad” se encuentren claves para proteger el futuro de los ecosistemas.
El humo de los incendios en el Parque Nacional Nahuel Huapi, que comenzaron hace dos meses, llegó a la ciudad de Bariloche y los vecinos informaron a la Agencia Noticias Argentinas que también hay “fuerte olor”.
En medio de un clima de incertidumbre por la falta de recursos en medio de la exhaustiva labor de bomberos y brigadistas, los residentes y turistas de Bariloche se despertaron este miércoles con el humo de los incendios.
“Hay mucho humo y olor. Se deberían ver las montañas, pero hoy no existen”, expresó con dolor un vecino a la agencia NA.
Los expertos informaron que la densa masa de humo continuará durante toda la jornada por la dirección del viento del oeste.
El Comité de Emergencia comunicó que sigue activo el incendio en Los Manzanos, sobre todo en dos sectores, uno es Lago Roca – Hess y El Manso.
A su vez, quienes están en plena labor manifiestan que los focos están en zonas poca accesibles, así como tampoco tienen los para combatir las llamas.
Aunque no se esperan días con calor extremo, con temperaturas máximas de tan solo 23 grados, las lluvias aisladas recién llegarían en la tarde-noche del sábado.
Accidente de trabajadores
Una camioneta que transportaba trabajadores del Ministerio de Seguridad de Neuquén que iban a combatir el incendio en el Parque Nacional Lanín volcó y el conductor está internado en grave estado.
El siniestro sucedió en la noche del lunes cuando cuatro empleados estatales se dirigían a continuar con los trabajos para mitigar las llamas y en la Ruta Provincial 23, a unos 30 kilómetros de Junín de los Andes, volcaron en una curva peligrosa.
Por el accidente, dos de los ocupantes resultaron heridos y horas después comunicaron que el conductor fue derivado a terapia intensiva tras sufrir un trauma cerebral.
Tras las primeras pericias se determinó que el conductor, de 44 años, perdió el control del vehículo en una curva pronunciada y el rodado quedó dado vuelta.
Los trabajadores de la Secretaría de Emergencia y Gestión del Riesgo tenían como destino el sector de la Cuesta del Rahue donde hay un campamento de brigadistas donde se asiste a las tareas para combatir el incendio forestal.
A fines de enero comenzó el fuego arrasador y en pocas semanas ya consumió más de 22 mil hectáreas.
En los trabajos de combate trabajan en conjunto equipos del Parque Nacional Lanín, el Sistema Provincial y Nacional de Manejo del Fuego, y bomberos voluntarios de distintas provincias.
Como ocurre en gran parte de la Patagonia, el factor climático más grave es el viento. Para los próximos días se esperan ráfagas de entre 50 y 70 kilómetros por hora.