Salud
Las 10 claves para prevenir el Alzheimer, una enfermedad que padecen casi 50 millones de personas
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En el Día Mundial del Alzheimer, expertos de la Clínica Mayo y el Hospital de Clínicas de Buenos Aires, brindaron consejos importantes para dilatar la aparición de la enfermedad o directamente, evitar que aparezca
La esperanza de vida en el mundo sigue aumentando, como también se incrementa la cantidad de personas que viven con Alzheimer, la forma más común de demencia en personas mayores de 65 años.
A nivel global, más de 55 millones de personas (el 8,1% de las mujeres y el 5,4% de los hombres mayores de 65 años) viven con enfermedades mentales, según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Además, se estima que esta cifra aumentará a 78 millones para 2030 y a 139 millones para 2050.
La enfermedad de Alzheimer es un trastorno neurológico que provoca la atrofia cerebral, genera la muerte progresiva de las neuronas, lo que promueve el deterioro continuo en el pensamiento, el comportamiento y las habilidades sociales que afecta la capacidad de una persona para vivir de forma independiente.

“El aumento de la expectativa de vida en los últimos 100 años estuvo de la mano de mejoras en los cuidados médicos (antibióticos, prevención en enfermedades cardiovasculares, detección precoz del cáncer), la nutrición, la educación y la prevención (vacunas, higiene de manos, y de alimentos, etc.), aunque también de un aumento de la aparición de afecciones relacionadas al deterioro cognitivo, entre ellas la demencia. Es bien conocido que no tenemos terapias modificadoras para este tipo de enfermedades, pero hay un creciente énfasis para adoptar hábitos de vida que están asociados a una menor incidencia de la demencia”, explicó a Infobae el doctor Ricardo Maiola, médico neurólogo del Hospital de Clínicas.
“En el caso de la Enfermedad de Alzheimer (EA), es la principal causa de demencia en el mundo (casi 3/4 partes de los pacientes con demencia la tienen) y el porcentaje de muertes por EA aumentó casi un 90% entre el año 2000 y el 2015. Lamentablemente, no existen tratamientos que la prevengan ni tampoco que retrasen su aparición. ¿Cómo podemos actuar para prevenir la aparición de este tipo de enfermedades? Si bien existen factores de riesgo no modificables, como la edad y la genética, es posible actuar sobre los factores de riesgo que sí son modificables”, agregó el experto.
El doctor Ronald Petersen, neurólogo y director del Centro de Investigación para la Enfermedad de Alzheimer en Mayo Clinic, de la Clínica Mayo brindó a Infobae algunos consejos para prevenir la aparición del Alzheimer.

1-Participe en actividades que estimulen el cerebro: considere hacer rompecabezas y juegos en la computadora, pero conviértalos en un hábito con el transcurso del tiempo, puesto que los estudios dicen que el valor de las actividades de estimulación cognitiva se va acumulando durante la vida. Eso significa que adquirir una buena educación, trabajar en labores mentalmente estimulantes, tener pasatiempos o hobbies y participar en actividades sociales que requieran enfocar la mente son cosas importantes para reducir el riesgo de desarrollar demencia.
2-Concéntrese en la educación y en aprender nuevas habilidades: los estudios demuestran que mientras más años de estudios tenga una persona, menor es el riesgo de demencia. Parece que esto se debe a que las personas que pasan mucho tiempo involucradas en aprender algo tienden a desarrollar en el cerebro redes neuronales más robustas y conexiones entre esas células nerviosas. Esas redes están mejor equipadas para manejar el daño celular producido por un trastorno cerebral que puede llevar a la demencia.
3-Mantenga un estilo de vida saludable: similar a lo que ocurre con otros problemas de salud, llevar un estilo de vida saludable es igualmente importante para mantener sano el cerebro. Comer bien, mantener un peso saludable, hacer ejercicio con regularidad y evitar las situaciones que aumentan el riesgo para ataques cardíacos y accidentes cerebrovasculares también reduce el riesgo de demencia.
Se ha comprobado asimismo que encargarse de controlar eficazmente el colesterol y la presión arterial, no fumar y limitar el consumo de alcohol mejora la salud cognitiva más adelante en la vida. La razón es que todas estas medidas afectan la salud de los vasos sanguíneos en el cerebro, el cuello y el corazón. Es también importante dormir bien por la noche y tratar los trastornos del sueño, como la apnea del sueño. No hace falta tomar suplementos para dormir cuando uno ingiere una alimentación balanceada.

4-Mantenga las interacciones sociales: los estudios muestran que la interacción social a toda edad aporta beneficios cognitivos. Interactuar regularmente con otros, como familiares, amigos, vecinos, compañeros de trabajo y miembros de la comunidad, levanta el ánimo, aporta una perspectiva mejor de la vida y ejercita el cerebro. Esa interacción regular afecta de manera positiva sobre las capacidades cognitivas y se ha demostrado que alivia los síntomas de la demencia.
5-Buenos hábitos desde temprano: en cuanto a sus hijos, en particular, los buenos hábitos empiezan temprano. Mientras antes empiecen a poner en práctica hábitos saludables, más probabilidad tendrán de mantenerlos y eso los beneficiará en los años venideros. Asegúrese también que lleven el estilo de vida más sano posible. Si sus hijos mantienen en buenas condiciones los vasos sanguíneos del cerebro y del corazón durante la juventud y la mediana edad, tendrán más probabilidad de gozar de buena salud a medida que envejezcan.
6-Señales del cerebro: cuando la salud de esos vasos sanguíneos se deteriora en la juventud, es difícil remediarlo más adelante y el daño a los vasos sanguíneos del cerebro es un factor para la demencia. Esto no significa que incorporar hábitos sanos en el estilo de vida más adelante no haga ninguna diferencia, puesto que esos cambios todavía afectan de forma positiva sobre la salud cognitiva y física.

7-Estudiar, leer y estar activo: estudios demuestran que un alto nivel educativo (personas con escuela secundaria completa o más) se asocia a un bajo riesgo de demencia. Los profesionales suelen usar un término denominado “Reserva Cognitiva”: Existen casos de pacientes fallecidos sin demencia que en el examen de los cerebros post-mortem se encontraron signos de Alzheimer, demostrando una mayor estructura neuronal, o una mejor utilización de las conexiones entre grupos neuronales, que no se tradujo en deterioro cognitivo.
8-Dejar los malos hábitos: en la edad más avanzada es clave quitar el hábito de fumar, tratar la depresión, el aislamiento social, la inactividad física y la diabetes. A estos factores podemos añadir también el consumo de alcohol, la dieta, varios medicamentos, déficit de vitaminas, las apneas de sueño (detención transitoria de la actividad respiratoria durante el sueño) e incluso una mala higiene dental. En cuanto al consumo de alcohol, Maiola indica que “impacta negativamente en el desarrollo cerebral. El consumo leve a moderado de alcohol se asoció a bajo riesgo de demencia, mientras que el consumo crónico de altas cantidades se asocia a cuadros neurológicos bien establecidos como el síndrome de Korsakoff, que es un trastorno expresado por desorientación, amnesia para hechos recientes. Con respecto a las presuntas propiedades ‘protectoras’ del consumo de alcohol sobre las funciones cognitivas, un seguimiento de 30 años demostró que eso es falso”.
9- No abusar de los medicamentos: respecto de los medicamentos, Maiola advierte acerca de los llamados anticolinérgicos, que se usan para el tratamiento de problemas urinarios como la incontinencia urinaria. “Todos estos medicamentos anticolinérgicos traen aparejados un alto riesgo de deterioro cognitivo, alucinaciones, delirio y agitación. Síntomas que son preocupantes, pero transitorios. Mucho más en los pacientes añosos. Los medicamentos anticolinérgicos son un factor de riesgo para el desarrollo de demencia”, puntualiza.

10- Elevar el consumo de vitaminas: algunos déficits vitamínicos están asociados al deterioro cognitivo, como la Vitamina B, C, D y E: “Todavía está en discusión cuál es el nivel de Vitamina C normal. Igualmente, el déficit de vitamina D se ha asociado a mayor riesgo de demencia. Con respecto a la Vitamina E, los altos niveles en sangre se asociaron a menor riesgo de EA y si bien tiene propiedades antioxidantes, su administración sólo debería indicarse cuando existe déficit de esa vitamina, y no con criterios preventivos, ya que hay publicaciones en las que se demuestra que altas dosis de Vitamina E se asoció a mayor índice de mortalidad por todas las causas.
Finalmente, los niveles de Homocisteína, que refleja el estado de tres vitaminas del grupo B, y se vio que altos niveles de Homocisteína se asoció a mayor desarrollo de Demencia, lesiones de sustancia blanca del cerebro, atrofia del cerebro y cambios patológicos propios de la EA”, agregó el experto.
¿Y qué sucede con los problemas de higiene dental? “Este tipo de problemas, como las periodontitis, son más prevalentes con la edad y se asocian al deterioro cognitivo. Los gérmenes de la microbiota dental o gingival están más frecuentemente asociados a los pacientes con demencia”.

Cuidados de una persona con Alzheimer en casa
Mientras avanzan en el mundo estudios sobre diversos tratamientos farmacológicos, los enfoques actuales para tratar el Alzheimer se centran en ayudar a las personas a mantener la función mental, tratar el proceso de la enfermedad subyacente y controlar los síntomas conductuales. Y durante este proceso, se hace de gran relevancia la figura de los cuidadores, que pueden ser uno o varios familiares, o bien personas ajenas al círculo íntimo.
Con el paso del tiempo, las personas con este tipo de demencia necesitarán cada vez más ayuda con tareas sencillas y cotidianas, como bañarse, asearse y vestirse. Recibir ayuda para este tipo de actividades puede ser molesto para el paciente. A su vez, para muchas familias, cuidar a una persona con demencia no es el trabajo de una sola persona, sino que es la función de muchos que comparten tareas y responsabilidades.
“Cuidar de una persona con Alzheimer puede tener costos físicos, emocionales y financieros significativos. Las demandas del cuidado diario, los cambios en los roles familiares y las decisiones sobre la ayuda al paciente pueden ser difíciles. Informarse bien sobre la enfermedad y aprender sobre sus diversas etapas, sus desafíos y acerca de cómo lidiar con ciertos comportamientos es de gran utilidad. Buenas habilidades de afrontamiento, una sólida red de apoyo y cuidado de relevo también ayudan a los cuidadores a manejar el estrés de cuidar a un ser querido con Alzheimer”, explica el doctor Simón Fernández Nievas, médico especialista en clínica médica (MN 103576) y Director Médico de En Casa, organización con más de 30 años de experiencia en soluciones de salud en el hogar e internaciones domiciliarias.

Entre los consejos para los cuidadores a cargo, se pueden enumerar:
-Intentar mantener una rutina establecida, como bañarse, vestirse y comer a la misma hora todos los días.
-Ayudar a la persona a hacer listas de las cosas que debe hacer, y anotar las citas y las actividades a las que debe asistir en un cuaderno o calendario.
-Planificar las actividades que la persona disfruta e intentar hacerlas a la misma hora todos los días.
-Considerar el uso de un sistema o de recordatorios que ayuden a la persona si deben tomar medicamentos con regularidad.
-Cuando se esté vistiendo o bañando, permitir que la persona haga todo lo que pueda por sí misma.
-Conseguir ropa holgada y cómoda que le sea fácil de usar, como prendas de vestir con elástico, en la cintura, sujetadores de tela o cierres, evitando cordones, botones o hebillas.
-Ser amable y respetuoso. Informar a la persona qué es lo que va a hacer, paso a paso, mientras le ayuda en una tarea.
-Servir los alimentos en un lugar familiar y constante, y dar a la persona suficiente tiempo para que coma.
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Salud
Un cardiólogo que estudia a los “superancianos” identifica el único hábito que garantiza vivir muchos años y con buena salud: “Es lo único que reduce nuestro reloj biológico”
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4 días atráson
4 junio, 2025Por
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Tras analizar los factores que comparten los “superancianos”, el reconocido cardiólogo Eric Topol concluye que la longevidad depende, sobre todo, de una costumbre cotidiana
El doctor Eric Topol, cardiólogo y genetista estadounidense, lleva décadas investigando los secretos de la longevidad. Su reciente libro, Super Agers: An Evidence-based Approach to Longevity (Superancianos: una aproximación a la longevidad basada en pruebas), recopila los resultados de años de análisis sobre personas que superan los 80 años manteniendo la salud y la vitalidad. La publicación aún no ha salido en español, pero ya ha generado debate en foros especializados y en medios de comunicación de todo el mundo.
Pocas son las personas que consiguen cruzar la barrera de los 90 manteniéndose activos y en buena forma. Lejos de secretos inalcanzables o fórmulas mágicas, Topol defiende que la clave se encuentra “más cerca de lo que creemos” y apuesta por rutinas sencillas. En su recorrido profesional – es reconocido como uno de los diez principales expertos mundiales en longevidad -, el médico afirma que pequeños cambios diarios pueden prevenir enfermedades que encabezan la mortalidad global: cáncer, cardiopatías y trastornos neurodegenerativos.

El deporte es “lo único que sabemos que reduce nuestro reloj biológico”
“Sabemos que estas enfermedades tardan al menos 20 años en desarrollarse, así que estamos en condiciones de prevenirlas, sobre todo en personas con mayor riesgo”, afirma. “Tenemos una oportunidad de evitar esas patologías que surgen con la edad”. Para el especialista, modificar ciertos hábitos no supone un esfuerzo desmedido: “No se trata de pastillas ni de trucos mágicos. Podemos trabajar con lo que ya está en nuestras manos”.
El ejercicio – según Topol – destaca por encima del resto de recomendaciones. Basta con observar cómo se estructura la rutina diaria y plantear cambios sencillos en movimiento, dieta y ocio para encarrilar la salud a largo plazo. El cardiólogo recomienda especialmente aquellas actividades dirigidas a trabajar la musculatura en resistencia y los ejercicios de fuerza de prensión (la capacidad que tiene una persona para apretar o suspender objetos en el aire con las manos), dos prácticas que han mostrado una eficacia notable frente al deterioro físico vinculado al paso de los años.
“Resulta que el ejercicio es lo único que sabemos que reduce nuestro reloj biológico. El espacio entre tu verdadera edad y la edad biológica puede ampliarse”, destaca Topol. La recomendación estándar es realizar 30 minutos de ejercicio, cinco días a la semana, aunque el propio cardiólogo reconoce que incluso con dos sesiones semanales ya se obtienen beneficios. “No es sobre volverte más fuerte, es también sobre mejorar tu equilibrio”, insiste. “Nada de lo que podamos hablar supera al ejercicio si hablamos de reducir nuestro proceso de envejecimiento. No lo sabríamos si no hubiese toda esa ciencia detrás”.
Topol subraya que el ejercicio se ha revelado como el hábito más eficaz para mejorar la salud y prolongar la vida. Para quienes buscan una clave en la longevidad de los llamados “superancianos”, el mensaje queda claro: moverse no solo alarga los años, sino que también los llena de salud y vitalidad.
Salud
Qué es el síndrome del “hombro congelado”, la dolencia que afecta principalmente a las mujeres mayores de 40
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5 días atráson
3 junio, 2025Por
Admin
Durante la mediana edad, esta condición asociada a cambios hormonales interfiere con rutinas básicas y deteriora el bienestar general, advierten desde National Geographic. Cuáles son los síntomas y por qué es esencial el diagnóstico oportuno
Alcanzar el estante de la cocina, atarse el pelo o solo levantar los brazos pueden ser acciones que, aunque simples, se vuelven un desafío inesperado para muchas mujeres en la mediana edad, especialmente después de los 40 años.
Actualmente, esta condición ganó relevancia debido a su impacto prolongado y a la necesidad de repensar su diagnóstico y tratamiento desde una perspectiva informada y equitativa. Es que el dolor persistente y la rigidez en el hombro afectan de manera desproporcionada a mujeres de mediana edad, con una alta prevalencia e impacto en la calidad de vida.

El hombro congelado se caracteriza por una restricción progresiva y dolorosa del movimiento en la articulación, tanto en acciones activas como pasivas.
- Congelación: dolor y rigidez aumentan de forma progresiva.
- Congelada: disminuye el dolor, pero persiste la rigidez, lo que dificulta las actividades cotidianas.
- Descongelación: el rango de movimiento mejora de manera gradual.
Este proceso puede extenderse entre uno y tres años. En algunos casos, la recuperación total no se alcanza.
Vale destacar que, en la fase inicial, el dolor suele ser intenso por la noche y la movilidad del hombro se reduce. En la etapa intermedia, la rigidez se acentúa y puede producirse atrofia muscular. Finalmente, durante la recuperación, disminuye el dolor y mejora la movilidad, aunque no siempre se restablece por completo.
Desde Mayo Clinic advierten que, aunque en la mayoría de los casos se resuelven con el tiempo, la afección puede resultar incapacitante durante su evolución.
Cuáles son los factores de riesgo

Diversos reportes indican que entre el 2% y el 5% de la población desarrolla capsulitis adhesiva. Su frecuencia aumenta significativamente en mujeres de entre 40 y 60 años, especialmente en la transición menopáusica, profundiza National Geographic.
El mismo medio señala que cerca del 75% de los casos se presentan en mujeres, y más del 70% de quienes atraviesan la menopausia padecen síntomas musculoesqueléticos. Es más, una de cada cuatro desarrolla alguna forma de discapacidad funcional.
Aunque sus causas exactas no están completamente establecidas, se estima que el hombro congelado se origina por un proceso inflamatorio que provoca el engrosamiento y la contracción de la cápsula articular. Sobre este punto, el estudio de Climacteric vincula este mecanismo con la disminución de estrógenos durante la menopausia, lo que contribuye a la aparición de síntomas musculoesqueléticos como el dolor articular y la rigidez.
En cuanto a los factores de riesgo, Mayo Clinic identifica a los antecedentes de diabetes, trastornos tiroideos, enfermedades neurológicas o cardiovasculares, así como la inmovilización prolongada del hombro.
Vale destacar que la afección presenta mayor prevalencia entre personas de origen asiático, donde se la conoce como “hombro de los cincuenta años”, según relata National Geographic.

Por otro lado, un estudio publicado en Climacteric propuso el término “síndrome musculoesquelético de la menopausia” para describir síntomas asociados al descenso de estrógenos, como capsulitis adhesiva, artralgia y pérdida de masa muscular.
Al tiempo que una investigación publicada en Journal of Clinical Medicine documentó la alta frecuencia de dolor de hombro en mujeres menopáusicas y las barreras diagnósticas que enfrentan.
Contexto histórico y falta de investigación
Durante décadas, el hombro congelado fue una enfermedad poco comprendida y subestimada por la comunidad médica. National Geographic destaca que hasta hace poco existían escasos estudios sobre sus causas y tratamientos, en parte por un sesgo de género en la investigación.
La cirujana ortopédica Jocelyn Wittstein, citada por el medio, afirmó que “el solo hecho de ser mujer es un factor de riesgo para el hombro congelado” y señaló que la mayoría de los cirujanos ortopédicos no experimentan la menopausia, lo que contribuye a la falta de urgencia en el abordaje de esta afección.

En 2024, Wittstein y su equipo introdujeron el concepto de síndrome musculoesquelético de la menopausia, para describir síntomas como dolor articular, pérdida de masa muscular, disminución de densidad ósea y progresión de la osteoartritis. La revista Climacteric, en ese tono, subrayó la relevancia de esta terminología para aumentar la conciencia médica y social sobre los efectos musculoesqueléticos del climaterio.
Diagnóstico: criterios y relevancia de la detección temprana
Durante años, el hombro congelado fue poco atendido en la práctica clínica. National Geographic vincula esta omisión con un sesgo de género. En ese marco, Jocelyn Wittstein insistió en que el factor de riesgo de ser mujer fue históricamente desestimado y atribuyó esa omisión al desconocimiento clínico de la experiencia menopáusica.
Estas afirmaciones sobre el síndrome musculoesquelético en la menopausia adquirieron respaldo desde la revista Climacteric, ya que se documentó la frecuencia y el impacto de estos síntomas en mujeres en transición hormonal.
El estudio en Journal of Clinical Medicine reforzó esta perspectiva al mostrar la elevada prevalencia de dolor de hombro y la falta de estrategias diagnósticas eficaces, lo que prolonga el sufrimiento y retrasa el tratamiento adecuado.

Lo cierto es que el diagnóstico del hombro congelado es clínico. Se basa en la historia de dolor y rigidez progresiva, y en la limitación del rango de movimiento activo y pasivo. La Cleveland Clinic explica que el examen físico incluye la evaluación comparativa con el otro hombro.
Las radiografías permiten descartar patologías como artritis o lesiones óseas, y técnicas como la resonancia magnética o la ecografía ayudan a confirmar el diagnóstico.
Su identificación oportuna es clave. Intervenir en las primeras fases mejora el pronóstico y acorta la duración de los síntomas. Sobre este punto, y a modo de ejemplo, el estudio publicado en Journal of Ultrasound demostró que la hidrodilatación guiada por ecografía, combinada con fisioterapia, resulta más eficaz si se aplica antes de alcanzar la rigidez completa.
Tratamientos actuales y evidencia disponible
El tratamiento del hombro congelado evolucionó, aunque aún no hay un protocolo unificado. Las estrategias incluyen fisioterapia, analgésicos, antiinflamatorios no esteroideos, corticoides (orales o inyectables), hidrodilatación y, en casos refractarios (resistes a los tratamientos tradicionales), cirugía.
La fisioterapia es el pilar del abordaje conservador. Mayo Clinic y Cleveland Clinic coinciden en que los ejercicios de amplitud de movimiento, acompañados de un compromiso sostenido con la rehabilitación, son fundamentales para la recuperación.
Las infiltraciones con corticoides alivian los síntomas en las etapas iniciales, aunque su efecto es transitorio. La hidrodilatación —inyección intraarticular de solución salina y corticoides guiada por ecografía— mostró buenos resultados, especialmente al combinarse con fisioterapia personalizada.

El trabajo publicado en Climacteric cita estudios clínicos que muestran que estos tratamientos logran buenos resultados si se inician a tiempo, reduciendo la necesidad de intervenciones más invasivas.
Respecto a la terapia hormonal, National Geographic y la revista Climacteric señalaron que la terapia de reemplazo hormonal (TRH) podría prevenir o aliviar los síntomas musculoesqueléticos, incluido el hombro congelado.
La Dra. Kathleen Jordan, directora médica de Midi Health, afirmó a National Geographic que la TRH es una de las intervenciones más eficaces para el dolor articular vinculado al hipoestrogenismo, aunque debe evaluarse caso por caso.
Las opciones quirúrgicas quedan reservadas, entonces, a cuadros en los que el tratamiento conservador falla. El estudio de Journal of Clinical Medicine advirtió que muchas mujeres menopáusicas no acceden de forma temprana a tratamientos adecuados debido a la subestimación de su dolor, lo que retrasa intervenciones efectivas.

El reconocimiento del hombro congelado como parte del síndrome musculoesquelético amplió la investigación clínica y mejoró el enfoque terapéutico. National Geographic destacó, en ese sentido, que una nueva generación de especialistas en salud femenina favoreció el acceso a tratamientos basados en evidencia.
En paralelo, Climacteric resaltó el rol de intervenciones complementarias como el ejercicio de resistencia y la suplementación con vitamina D, magnesio y vitamina K2 para preservar la masa ósea y muscular en mujeres posmenopáusicas. La hidrodilatación guiada y la fisioterapia personalizada continúan como intervenciones de primera línea, sobre todo si se aplican en fases tempranas.
Salud
Andar en bicicleta o caminar, ¿qué es mejor para la salud cardiovascular?
Publicado
5 días atráson
3 junio, 2025Por
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Ambas prácticas tienen múltiples beneficios para el organismo. En el Día Mundial de la Bicicleta, un repaso por sus efectos en la prevención de enfermedades cardíacas, control metabólico y fortalecimiento muscular
Cada 3 de junio se conmemora el Día Mundial de la Bicicleta, una iniciativa de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) que busca fomentar su uso por sus múltiples beneficios sociales, ambientales y de salud.
En 2025, la Organización Mundial de la Salud (OMS) publicó un análisis al respecto de su director general, Tedros Adhanom Ghebreyesus, quien apuntó: “Caminar y andar en bicicleta mejora la salud y hace que las ciudades sean más sostenibles. Cada paso que damos y cada paseo ayudan a reducir la congestión, la contaminación atmosférica y las enfermedades. No obstante, debemos hacer que los desplazamientos a pie y en bicicleta sean seguros, para que más personas opten por estas opciones más saludables y ecológicas”.

Caminar o andar en bici: sus beneficios para la salud cardiovascular
Tras analizar a 82.297 personas durante 18 años, el trabajo concluyó que “en comparación con los desplazamientos no activos, el uso de la bicicleta se asoció con un menor riesgo de mortalidad por todas las causas, un riesgo un 24% menor de hospitalización por enfermedades cardiovasculares, prescripción de medicación cardiovascular y prescripción por problemas de salud mental”. En cuanto a la caminata, el mismo estudio señaló que las personas “que caminaban al trabajo tenían un riesgo 10% menor de hospitalización por enfermedad cardiovascular y de recibir medicación para tratarla”.
Sin embargo, el trabajo también advirtió sobre un riesgo mayor de lesiones entre ciclistas: “Quienes se desplazaban en bicicleta tenían casi el doble de riesgo de hospitalización por colisiones de tráfico en comparación con los no activos, aunque este fue un evento relativamente infrecuente (83 hospitalizaciones en 18 años)”. Estos eventos reflejan la necesidad de infraestructuras seguras para garantizar los beneficios del ciclismo sin aumentar riesgos viales.

En 2022, la OMS publicó un informe en el que apuntó: “Andar en bicicleta y caminar puede ayudar a combatir el sobrepeso y reducir la inactividad física. Los desplazamientos activos se asocian con una disminución de aproximadamente el 10% del riesgo de enfermedad cardiovascular y una disminución del 30% del riesgo de diabetes tipo 2″.
Fortalecimiento muscular, según la intensidad que se busca
Tanto caminar como andar en bicicleta activan los músculos de las piernas. Según una revisión de Public Health England, “el ciclismo se asocia con mejoras en la composición corporal” y permite reducir el porcentaje de grasa corporal cuando se lo realiza con frecuencia.
El mismo informe destacó que andar en bicicleta “beneficia la capacidad cardiorrespiratoria en adultos”, lo que implica también un refuerzo de la musculatura involucrada en la resistencia aeróbica. Por su parte, caminar actúa sobre músculos estabilizadores, fortalece los tobillos y las caderas, y mejora el equilibrio, especialmente en personas mayores o con movilidad reducida. Además, se asocia con mejoras en la salud musculoesquelética de mujeres posmenopáusicas y personas con dolor lumbar crónico, según precisó el análisis.
Si bien el ciclismo podría promover un fortalecimiento más marcado debido a la carga mecánica del pedaleo, caminar también ofrece beneficios relevantes, particularmente en términos de mantenimiento de la masa muscular con bajo impacto en las articulaciones, de acuerdo a los expertos.
Bajar de peso: ambas son buenas alternativas
Ambas actividades son aliadas eficaces en estrategias de control del peso. La OMS ha indicado que caminar “durante 30 minutos o andar en bicicleta durante 20 minutos la mayoría de los días reduce el riesgo de mortalidad en al menos un 10%”.

En el informe de Public Health England detallaron que caminar con regularidad genera descensos en el índice de masa corporal, el perímetro de cintura y el peso, particularmente en personas inactivas o con sobrepeso. El ciclismo, por su parte, está significativamente asociado con una menor grasa corporal en estudios de cohorte y ensayos clínicos, lo que lo posiciona como una herramienta útil para reducir el exceso de peso.


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