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Sociedad

Quién es el economista que se graduó en 22 meses y entrena a chicos en inversiones

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Daniel Ricart se recibió en Económicas de la UBA en tiempo récord y creó una escuela en la que enseña a alumnos de primaria a invertir en acciones, bonos y criptomonedas.

“La verdad no me pareció una cosa de otro mundo, sinceramente te lo digo”, dice ahora Daniel Ricart, cuando cuenta cómo fue que hizo la carrera de contador público en la Facultad de Ciencias Económicas de la UBA en apenas un año y diez meses, lo que sigue siendo -por lejos- un récord histórico en esa universidad.

Y agrega más: “Cualquier pibe que no labure y se dedique doce horas por día a estudiar como hacía yo, lo puede hacer. Las materias que di libre no lo hice porque soy un Messi. Iba a la clase como si la cursara, le explicaba la situación al profesor y después daba el examen”.

El paso súper veloz por la Universidad de Buenos Aires es apenas una de las múltiples facetas que hace de este bonaerense nacido hace 54 años en Villa Ballester, en una familia de clase media, un personaje muy peculiar, digno de una serie de streaming.

Anote guionista: en séptimo grado, y por problemas de adaptación que tenía en la escuela, a Daniel Ricart le hicieron un test de coeficiente intelectual que le dio 175 (100 es la norma para cada edad); en los noventa fue uno de los nueve “jóvenes sobresalientes” que promocionaba Bernardo Neustadt en su programa de tevé; a partir de sus múltiples apariciones mediáticas, el entonces gobernador de Mendoza Juan Octavio “Pilo” Bordón lo convocó para que pusiera en esa provincia una escuela donde se implementara un nuevo proyecto educativo de vanguardia (tenía apenas 24 años).

Hay más: fascinado con él, Favaloro organizó una colecta para pagarle una beca para que vaya a perfeccionarse a Harvard; iba a estudiar economía, pero terminó especializándose en educación y en ese contexto conoció al muy reconocido psicólogo Howard Gardner -el creador de la teoría de de las inteligencias múltiples- con quien trabajó un tiempo y que a su vez lo conectó con el especialista en enseñanza a chicos con altas capacidades Joseph Renzulli, que por entonces armaba un sistema de escuelas públicas para alumnos con esa condición.

Daniel Ricart, en una clase sobre el comportamiento de las acciones en el tiempo, con alumnos de 6° grado. Foto: Andres D'EliaDaniel Ricart, en una clase sobre el comportamiento de las acciones en el tiempo, con alumnos de 6° grado. Foto: Andres D’Elia

Sigue la historia: En los Estados Unidos, Ricart desarrolló la teoría del creativismo cognitivo (publicó ocho libros al respecto), volvió a la Argentina y abrió la escuela Norbridge con este enfoque, es decir, especialmente dedicado a alumnos con altas capacidades intelectuales, como lo era él cuando sufría la escuela primaria, que habitualmente no está preparada para este perfil de estudiantes.

Un respiro. Hasta acá puede ser que algún lector haya reconocido la historia de Ricart, quizás parte de esto lo haya leído en algún medio con anterioridad. Pero ahora llega el nuevo capítulo de la serie, quizás el que conecte al resto de los episodios anteriores.

Economista y graduado en tiempo récord, a Ricart ahora se le dio por enseñarles a los estudiantes de sexto grado de su escuela a invertir dinero en distintos activos, como acciones, bonos o criptomonedas. Un poco para que sepan cómo manejar a futuro su dinero, y otro tanto para que no caigan en estafas o falsas promesas. Él mismo da las clases.

Daniel Ricart, de chico, junto a su padre.Daniel Ricart, de chico, junto a su padre.

Finanzas desde la primaria

Estamos ahora con Ricart frente a los alumnos de sexto grado en la escuela Norbridge, ubicada en el barrio porteño de Saavedra. Está por arrancar la clase sobre inversión. Se apagan las luces y en la pantalla aparece la cotización de Apple Inc. del último mes en TradingView (una herramienta digital que sigue la evolución de las acciones en el tiempo). Silencio absoluto y los alumnos dispuestos a escuchar la lección sobre velas japonesas, un indicador que muestra cómo se fue comportando la acción -en este caso de Apple- en cada una de las jornadas bursátiles anteriores.

Ricart luego le explicará a Clarín que la idea de dar clases de inversión en la primaria surgió a partir del cambio que hicieron en el programa de la materia Economía Política de la secundaria (un bachillerato con orientación comercial), a partir de la demanda de los mismos alumnos que querían aprender cómo invertir en criptomonedas.

Las criptomonedas son hoy el activo más atractivos que buscan los jóvenes para proteger sus escasos ahorros de los efectos de la inflación. 

“Entonces, cambiamos la materia y le pusimos énfasis en las actividades prácticas o métodos de casos reales. En vez de explicarles qué es el PBI, que es la suma de los productos y servicios de un país, etcétera, pasamos a hablar, por ejemplo, de la Argentina y del problema que tiene con sus déficits, y cómo se miden, en relación a qué. Eso deriva en otros temas vinculados como el Banco Central, la administración de las cajas de las jubilaciones, y así”, dice Ricart.

Ricart, uno de los "jóvenes sobresalientes" en la década del noventa.Ricart, uno de los “jóvenes sobresalientes” en la década del noventa.

– ¿Esto lo ven en sexto grado?

– Con ellos vemos inversiones, acciones, bonos, y otros activos hasta llegar a la criptomoneda, que hoy es una moneda más. Aprenden todas las herramientas que hay para invertir. Pero empezamos al revés, les digo: ustedes van a ser adolescentes, van a empezar a juntar plata porque acá hacen pasantías o les da algún familiar, ¿cómo la piensan a invertir?

La clase, desde adentro

Ricart cuenta entonces cómo es la dinámica de las clases de inversiones para alumnos de la primaria, que surge a partir de la motivación que genera aquella primera pregunta inicial.

  • “Por ejemplo, les digo que tienen un dinero que le prestaron y que lo tienen que administrar. ¿Qué hacen? ¿Compran dólares? Y vamos a un plano más imaginario. Ponele que les dieron 5 millones de dólares, ¿los ponen debajo de la cama?, ¿en un cajón?, ¿en un banco?, ¿en que banco?, ¿y si el banco quiebra?, ¿que vas a hacer?, les pregunto”.
Ricart, en una clase de velas japonesas (cómo se comporta una acción en el tiempo) con alumnos de 6° grado. Foto: Andres D'EliaRicart, en una clase de velas japonesas (cómo se comporta una acción en el tiempo) con alumnos de 6° grado. Foto: Andres D’Elia

  • “Ahí les explico que si pusieron 5 millones en un banco de los EE.UU. y el banco quiebra, la Reserva Federal de ese país te da 150.000. Perdiste 4 millones 850 mil. Para no perderlo hay que invertir, porque una cosa es que el banco tenga 5 millones tuyos y otra que tenga el equivalente a 5 millones en acciones de una empresa, que son tuyas. Porque en ese caso el banco las está custodiando y si el banco quiebra te las tiene que entregar”.
  • “Aparece entonces la idea de la diversificación. Ahora, ¿qué acciones vamos a comprar?. Bueno, puede ser una empresa cualquiera, por ejemplo la de la bebida más importante. Pensemos de nuevo, les digo. ¿Qué pasa si cambia una tendencia, por ejemplo que ahora el público busca consumir menos azucar y la gente busca menos las bebidas azucaradas? Bueno, compramos acciones de una empresa de agua, por ejemplo. Ahora, estas son todas empresas alimenticias. Si invierto todo ahí, ¿realmente estoy diversificando?”.
  • Entonces entienden que hay otros sectores en los que invertir, como energía, bancos, entre otros. Ok. ¿Cuánto compro de cada uno? Si elijo 8 sectores, ¿compraré 5 millones dividido 8?, ¿todas de golpe?. Ahí les enseño los gráficos y que la cotización varía -a veces sube a veces baja-, que es volátil”.
  • “Luego les digo hay que ver qué hacen los inversores grandes. La FED les pide que cada tres meses presenten un balance de lo que hicieron. Así que me puedo enterar, para machetearme, qué hizo Warren Buffett que es el principal accionista de muchas empresas. Porque no voy a comprar cuando veo que Buffett está empezando a vender. Ahora ¿en qué página web me fijo? ¿Cómo se busca?, les explico esto también”.
  • “También les explico que puedo invertir en vez de 20 acciones en 19 acciones y una criptomoneda. Si, porque es un activo más. Y ahí entramos a qué es la cripto. Acá sale temas del riesgo. Les explico cuánto gana una empresa promedio. Por ejemplo, una empresa de las más grandes de autos tiene 250.000 empleados en plantas de 40 paises, es la que más autos vende y factura en el mundo. ¿Saben cuánto gana en un año?. les digo. Siete por ciento. Ahora, ¿todo ese lío por 7%?, les pregunto y les digo: si quieren ganar 3.600% vayan a la ruleta y ponen los 5 millones en el número 14 y si ganan, se llevan el 3.600%. Pero claro, tiene un riesgo altísimo de que lo pierdan todo”.
  • “Ahí les explico que cuanto mayor es el riesgo mayor debe ser el incentivo para la inversión. Por eso los bonos argentinos tienen que pagar una tasa fabulosa, porque si no acá difícilmente vengan a invertir. Les digo: imagínense que si acá pongo un bono a la misma tasa que EE.UU., ¿dónde van a ir a invertir?”
Ricart sufrió de chico por tener altas capacidades. Foto: Andres D'EliaRicart sufrió de chico por tener altas capacidades. Foto: Andres D’Elia

– ¿Cómo es la evaluación de esta materia?

– Les presento un proyecto y me tienen que decir si lo van a comprar o no. Y en ambos casos, por qué. Y además les pregunto si detectan algo en lo que los están queriendo engañar.

Integrar a los chicos con altas capacidades

Ricart hoy está apasionado por la idea de crear una educación distinta, con un enfoque mucho más práctico, siempre ligado a casos reales, como los de las clases de educación financiera.

Cuenta que, por su condición de alumno con altas capacidades, sufrió mucho en su paso como alumno por la escuela primaria (“era una tortura”, dice), porque él venía de ayudar a su padre en el negocio (una pollería), donde cobraba, daba vueltos, hacía todos los cálculos mentales, y después en la escuela lo obligaban a memorizarse la tabla de multiplicar. Se rebelaba, no lo hacía, y terminaba fallando.

Todavía no sabía que era lo que hoy se conoce como un chico con altas capacidades. Ricart ahora pelea para que haya suficientes escuelas que los tengan en cuenta y los incluyan, así como se hace con los alumnos que tienen problemas de aprendizajes.

Hoy su obsesión es cambiar este aspecto de la enseñanza. Espera poder inspirar a muchos más.

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¿La búsqueda de la felicidad es una trampa? La historia de una mujer que enloqueció a dos hombres

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En una visita a un hospital psiquiátrico, un médico notó que dos pacientes gritaban tristes por la memoria María. Ambos estaban enamorados, pero uno había sido su pareja y el otro no. El espejismo de vivir una buena vida cuando se alcanza un objetivo

El médico sanitarista estaba supervisando distintos establecimientos asistenciales. Un día le tocó el turno a un hospital psiquiátrico. Conversó un rato con el director y salieron juntos a recorrer la institución.

Pasaron por distintos lugares hasta que llegaron a un lugar en donde estaban los pacientes más enfermos. Cada uno se encontraba solo en un cuarto, el cual tenía las paredes acolchadas por si se querían golpear o autolesionar. Varios, adicionalmente, tenían un chaleco de fuerza, el cual restringía mucho los movimientos, especialmente los brazos, con el mismo fin de intentar protegerlos de sí mismos. Tanto el director como el supervisor observaban por la pequeña ventana que tenía cada habitación para poder ver a los pacientes.

-¡María! ¡María! ¡Maríaaaa!

Ambos médicos observaron al paciente por la ventanilla, y cuando siguieron caminando, el supervisor le preguntó al director:

-¿Qué le pasó a este paciente?

Se enamoró de María, pero lamentablemente fue un amor no correspondido. Y quedó totalmente trastornado, fuera de sí.

El supervisor escuchó y los dos siguieron visitando a otros pacientes.

Más adelante, nuevamente se fueron escuchando otros gritos. En la medida que se acercaron, pudieron entender qué decían:

-¡María! ¡María! ¡Maríaaaa!

Al llegar frente a la habitación acolchada, y ver al paciente con chaleco de fuerza, como todos los de ese sector, el supervisor miró al director, buscando un diagnóstico.

-¿Este también fue un amor no correspondido?, preguntó entre risas.

-No. Este hombre también se enamoró de María, solo que en este caso, ella se enamoró de él, así que fue un amor correspondido. Y así quedó…

Dos problemas tiene la vida: no conseguir lo que queremos y conseguir lo que queremos.

Nos pasamos la vida persiguiendo objetivos. Convencidos de que si los logramos, nuestra vida cambiará para siempre. De una vez por todas será buena, como nosotros nos merecemos.

Sin embargo, la realidad nos enseña que al igual que estos dos pacientes, esa mirada es una trampa. Pensar que la vida será buena cuando logremos tal o cual cosa es solo un espejismo.

Si no logramos nuestro objetivo, nos sentimos frustrados. Y si lo logramos, descubrimos que no ofrece la plenitud y felicidad que buscábamos.

¿Entonces? ¿Para qué seguir persiguiendo la línea del horizonte, que se mueve cada vez que nos acercamos?

En EE. UU. habían estudiado cuál era el sueldo que hacía más felices a las personas. Eran 4.200 dólares. O sea que solo servía para satisfacer las necesidades básicas de tener casa, comida, un seguro de salud, una educación. No es poco.

Lo curioso es que de todas las variables que analizaban para medir la felicidad de esas personas (centralmente qué tan tranquilos y contentos vivían), cuanto más ganaban, peor era. O sea que una persona que ganaba 6.000 dólares vivía peor que la que tenía ingresos por 4.000. Y si ganaba 10.000, peor aún.

Pensar que cuando pase este problema o logremos aquel objetivo, finalmente seremos felices, nunca resulta. O somos capaces de ser felices con nuestra vida tal como es, o no lo seremos nunca.

¿Y vos? ¿Cuál es esa trampa inaccesible que te impide ser feliz?

* Juan Tonelli es speaker y escritor. El texto es parte del libro “Un elefante en el living, historias sobre lo que sentimos y no nos animamos a hablar”. www.youtube.com/juantonelli

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Es abogada y la inundación destruyó su estudio en Bahía Blanca: “Los expedientes y mi escritorio con 10 mil dólares se fueron flotando”

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La madrugada del temporal, la casa y el lugar de trabajo de Evangelina Benítez quedaron bajo casi dos metros de agua. Su hijo menor, que estaba solo en la vivienda, logró salvarse trepando a la terraza con su gato en brazos

La noche del jueves 6 de marzo, Evangelina Benítez cenó con sus dos hijos en su casa de Bahía Blanca. Antes de despedirse, le propuso al menor, Luca, que se quedara a dormir, pero él prefirió volver a su hogar, ubicado en la calle Sarmiento 824, donde vive junto a su padre, Luis Alberto “Titi” Chiaradía, y su hermano mayor, Marco. “Sabíamos que iba a llover porque estaba pronosticado, pero estábamos más pendientes de la posibilidad de que cayera granizo, como había pasado a principios de febrero”, cuenta Evangelina a Infobae.

Horas después, la peor tormenta en la historia de la ciudad dejó la casa familiar, donde también funcionaba su estudio jurídico, sumergida bajo 1,85 metros de agua. “Perdí todo. Desde la terraza, mi hijo vio cómo los expedientes y mis libros flotaban junto a un escritorio donde tenía 10 mil dólares guardados bajo llave en un cajón”, detalla, a una semana del temporal que dejó un saldo de 16 fallecidos y 200 evacuados, según el último parte que emitió el Municipio.

Adelante de la casa funcionabaAdelante de la casa funcionaba el estudio jurídico de Evangelina, que es abogada y escribana (Foto/Gustavo Gavotti)

“Mamá, entró agua a casa”

Evangelina tiene 54 años, dos hijos de 19 y 25, y es abogada y escribana. Según recuerda, el viernes pasado se despertó a las 4 de la madrugada con el sonido de la lluvia. Dos horas después, su teléfono sonó. Era Luca. “Mamá, entró agua a casa y ya me llega a los tobillos. ¿Qué hago?”, le dijo el joven, que estaba solo en el domicilio. Desde su casa, en una zona alta de la ciudad, ella intentó tranquilizarlo. “Subí lo que puedas a la mesa, poné todo a resguardo”, le dijo.

Hasta ese momento, lo que más le preocupaba a Luca era su auto: un Ford fiesta azul que había dejado estacionado enfrente de su casa. “Tengo que correrlo porque me lo va a llevar el agua”, pensó. Cuando quiso salir, se dio cuenta de que si abría la puerta el agua entraría de golpe. “Lo que hice fue abrir la ventana del estudio de mi vieja, que daba a la calle, y salí por ahí”, le cuenta Luca a este medio.

Al auto entró por el baúl. Descalzo y en cuero lo llevó hasta una estación de servicio cercana y volvió corriendo. Al regresar, el agua ya le llegaba a las rodillas. “Agarré un balde y empecé a sacar, pero por cada uno que llenaba, entraban cinco más”, detalla. “El agua entraba por todos lados, de a chorros”, dice, todavía incrédulo.

Antes del temporal, Evangelina conAntes del temporal, Evangelina con sus dos hijos: Luca (19) y Marco (25) (Foto/Gentileza de la entrevistada)

Desde su domicilio, a unas 25 cuadras, Evangelina intentaba comunicarse con su hijo, pero Luca no contestaba. “Me desesperé: llamaba al padre, que estaba en Monte Hermoso; a mi otro hijo, que estaba en la casa de su novia”, recuerda.

“No le contestaba el teléfono porque estaba hablando con mi viejo”, explica ahora Luca. Según cuenta, su papá intentó calmarlo y le indicó que subiera a la terraza. Cuando se dispuso a hacerlo, el vidrio de la puerta de entrada se rompió y el agua ingresó a la casa con la misma fuerza que cuando se abre una compuerta. “Perdimos todo, perdimos todo”, alcanzó a decirle antes de que la llamada se cortara.

Desesperado y con el agua a la cintura, Luca siguió el consejo de su padre e intentó subir a la terraza. “En el camino me chocaba con la mesa, las sillas, los colchones, todo…”, cuenta. Cuando finalmente llegó a la ventana de la cocina, trató de abrirla, pero estaba trabada. “Ya está, me muero acá”, dice que pensó. Después de forcejear un rato, logró destrabarla, trepó al techo y se metió debajo del tanque de agua. Desde ahí, dice, vio a sus vecinos con sus perros y entonces recordó a su gato, Rocky. Sin pensarlo, volvió a bajar.

“El agua seguía entrando de a chorros”, cuenta. Llegó hasta la cocina y lo vio: estaba subido a la heladera, que flotaba a pocos centímetros del techo. Trató de agarrarlo, pero el animal, aterrorizado, se resistió. Tomó una canasta de mimbre, lo metió adentro y volvió a subir.

Rocky, el gato de LucaRocky, el gato de Luca (Foto/Gentileza de la entrevistada)

“Volver a casa fue horroroso”

Mientras Luca estaba en el techo con Rocky, su hermano mayor, Marco, logró contactarse con unos vecinos, que juegan con ellos al rugby en el Club Sportiva Bahía Blanca, para que rescataran al joven. “Cuando me enteré de que estaba a salvo, me calmé un poco, pero hasta que no lo vi con mis propios ojos no estuve tranquila”, cuenta Evangelina.

Acerca del reencuentro con el menor de sus hijos, describe: “Pude reunirme con él cerca de las 17 horas. Yo estaba esperándolo mientras colaboraba con los vecinos que rescataban gente con la moto de agua. Estuve con ellos hasta las 20″.

Al día siguiente, cuando el agua bajó, regresó a la casa. “La sensación fue espantosa. Horrorosa. Estaba todo destruido. De los 16 muertos que reportaron, diez fueron de esa zona. Es que estamos a 40 metros del arroyo Napostá“, indica.

Lo primero hizo apenas ingresó fue sacar sus títulos universitarios y algunos cerificados que se salvaron porque estaban colgados bien altos. “De las carpetas con los expedientes no quedó nada”, lamenta.

“La respuesta de los amigos“La respuesta de los amigos de mis hijos me emocionó”, aseguró Evangelina (Foto/Gustavo Gavotti)
Así quedó el auto deAsí quedó el auto de Luca (Foto/Gentileza de la entrevistada)

Todos somos uno

Además de perder la casa familiar y su estudio jurídico, también se esfumó el dinero que guardaba en su escritorio: 10.000 dólares. “Yo los tenía bajo llave en un cajón y el mueble se fue flotando. Lo peor fue que en el momento que mi hijo me llamó, cuando recién arrancó la tormenta, no se lo comenté porque no se me cruzó por la cabeza. Jamás imaginé que podía pasar algo así. Creo que nadie en Bahía Blanca lo pensó”, dice.

Y sigue: “Es como que uno no termina de caer. El lunes recién me aflojé y me vine a llorar a mi casa para que no me vieran mis hijos. Igual lo mío son todas cosas materiales. El resto, mientras tengamos salud, de alguna manera lo vamos a solucionar”.

Al día siguiente, los amigosAl día siguiente, los amigos de Luca y Marco, del Club Sportiva de Bahía Blanca, fueron a ayudar a limpiar la casa (Foto/Gustavo Gavotti)
Al día siguiente, Evangelina regresóAl día siguiente, Evangelina regresó a la casa. Las marcas del agua se ven en la pared y en la tulipa de vidrio de la lámpara (Foto/Gentileza de la entrevistada)

Entre la angustia por pérdida material, Evangelina dice que sintió una sensación “plancentera y feliz” al saber que sus hijos eran queridos. “La respuesta de sus amigos me emocionó. Al día siguiente, cuando íbamos a empezar a limpiar, comenzaron a llegar de a poco. Eran como 20. En un momento me quedé parada mirando cómo entraban y salían, sacaban, ponían. Me dejó una sensación tan linda”, cuenta y comparte un video de ese día.

En la secuencia, que figura a continuación, se ve cómo los jóvenes acomodan muebles en la vereda, sacan barro con el secador y basura.

“Yo les decía a Luca y Marco: ‘A pesar de todo, ustedes hoy tienen dónde dormir o dónde darse una ducha de agua caliente; pero hay gente a la que no le quedó nada’. Lo importante es poder brindar ayuda a esas personas a las que no les quedó nada”, se despide.

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Video del día después de la inundación

¿Cómo ayudar?

En medio de la emergencia, las campañas solidarias se extendieron a nivel nacional para asistir a las miles de familias que han perdido sus pertenencias, enfrentando ahora condiciones de extrema vulnerabilidad.

  • Para sumarse como voluntario y colaborar con limpieza, logística (vehículo), salud o clasificación de recursos, carga y descarga hacer click en este link.
  • Para enviar de dinero, tanto desde Argentina como el exterior del país, siguen habilitados los alias BAHIAXBAHIA y BAHIAXBAHIA.USD. También se habilitó una caja de ahorro en dólares CA U$D 6229-516687/0 CBU: 0140305104622951668702
  • Más información, acá.

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Un turista de 21 años se metió al Río Paraná para buscar una pelota y murió ahogado

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Ocurrió en el balneario municipal de Santa Elena. El joven habría cruzado la zona habilitada, que estaba delimitada por boyas

Un joven de 21 años murió ahogado este martes por la tarde tras adentrarse en las aguas profundas del río Paraná para recuperar una pelota. El trágico accidente ocurrió en el balneario Santa Elena, situado en la ciudad homónima, en Entre Ríos.

El cuerpo no ha sidoEl cuerpo no ha sido encontrado y la búsqueda continúa.

Si bien un compañero intentó ayudarlo, tuvo que soltarlo debido a que la víctima comenzó a arrastrarlo mientras se ahogaba. El joven fue identificado como Logan Daniel Videla, oriundo de La Matanza, provincia de Buenos Aires. En el caso intervinieron agentes de la Comisaría de Santa Elena, del Departamento La Paz, junto con personal de Prefectura Naval.

El trágico accidente ocurrió enEl trágico accidente ocurrió en Río Ceballos (Foto: Prensa Policía)

Alarmante cifra de ahogamientos durante el verano

Según se pudo reconstruir, al notar que no podía mantenerse a flote, comenzó a pedir auxilio. A pesar de los esfuerzos de una persona que logró sacarlo del agua, ya no presentaba signos vitales, según informó El Doce TV.

En lo que va del verano, las víctimas fatales sufrieron accidentes en las localidades cordobesas de La Calera (Sierras Chicas), Nono (Traslasierra), Villa Rumipal (Valle de Calamuchita), Villa Carlos Paz (Valle de Punilla), el dique Piedras Moras (Calamuchita), Mina Clavero (Traslasierra) y Río Tercero (Tercero Arriba).

Las autoridades locales y los organismos de emergencia suelen emitir recomendaciones para evitar accidentes en los cursos de agua. Entre las medidas más comunes se encuentran evitar ingresar a zonas profundas, prestar atención a las corrientes y no nadar en áreas no habilitadas. Sin embargo, los incidentes registrados este verano reflejan que, en muchos casos, estas advertencias no son suficientes para prevenir tragedias.
Un turista de 65 añosUn turista de 65 años falleció en La Toma.

Solo dos días antes de la muerte de Lucas Iván Paz, falleció otro hombre identificado como Horacio Quiroga en la ciudad de Río Tercero. La víctima, de 37 años, disfrutaba de una jornada familiar cerca del balneario municipal; cuando ingresó al agua en la zona del predio del Centro Tradicionalista alrededor de las 19 horas. Testigos relataron que, tras lanzarse al río, Quiroga no volvió a salir a la superficie, lo que generó alarma entre los presentes.

Ante la emergencia, las autoridades locales y los Bomberos Voluntarios acudieron rápidamente al lugar. Según detalló Telefe Córdoba, lograron rescatar al hombre y trasladarlo de inmediato al hospital de la localidad. Sin embargo, pese a los esfuerzos médicos, se confirmó su fallecimiento horas después. Habría sufrido un paro cardiorrespiratorio tras ingresar al agua.

Días atrás, un hombre de 65 años, identificado como Norberto Jorge Amadeo, falleció en el balneario La Toma, ubicado en la localidad de Mina Clavero. El turista, oriundo de la provincia de Buenos Aires, resbaló mientras intentaba cruzar el río a nado, golpeó su cabeza contra una piedra y fue arrastrado por la corriente, lo que resultó en su trágico deceso.

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