Alfredo C. Elena es ginecólogo, tiene 58 años y vive en Mar del Plata. Acompañado por su esposa, una bióloga marina y buzo profesional, se sumergió en las aguas heladas y cristalinas del lago Pingvallavatn, donde la división de las placas tectónicas de Europa y América no solo se hace visible sino también palpable
Situada entre las placas tectónicas norteamericana y euroasiática, en la encrucijada de dos continentes, la falla de Silfra, en Islandia, figura entre los 10 mejores lugares del mundo para bucear. Se caracteriza por sus aguas heladas y cristalinas, que proceden del deshielo del glaciar Langjökull; y por su increíble visibilidad, que posibilita llegar hasta las profundidades de esta maravilla geológica.
Hasta este lugar, situado en el corazón del Parque Nacional de Thingvellir, llegó el marplatense Alfredo C. Elena, un médico ginecólogo (58), con su mujer Gabriela Pujol (56), bióloga marina y buzo profesional, para sumergirse entre las cavidades de la falla y recorrer los túneles acuíferos subterráneos que se formaron por un terremoto hace dos siglos.
Una de las particularidades de este destino es el clima. Los islandeses se rigen por un calendario nórdico que comprende solos dos estaciones: invierno y verano. Este último se extiende de abril a octubre (con mínimas de 10°C y máximas de 14°C) y el resto del año es un largo y duro invierno en el que el sol asoma sólo unas tres horas al día. Por eso, Alfredo y Gabriela optaron por hacer su viaje en agosto.
Alfredo se sumergió en la falla de Silfra, en Islandia, y pudo tocar dos continentes al mismo tiempo
“Tuvimos la suerte de que el día que hicimos la actividad nos tocó un día soleado y casi sin viento. Hacían 13 grados en la superficie y el cielo estaba despejado, pero dentro del agua la temperatura bajaba a 2 grados”, recordó Alfredo a Infobae, quien para esta ocasión tuvo ponerse un traje de neopreno seco, guantes, gafas y aletas. Las únicas partes del cuerpo que le quedaron al descubierto fueron las manos y una parte de la cara.
“La que me hace visitar estos destinos poco comunes y realizar buceos en escenarios exóticos es mi mujer. Ella es la experta, la que me convence de hacer estas locuras”, bromeó Alfredo al recordar su extenso historial de viajes.
La temperatura del agua en verano es de 2 grados
“Buceamos con tortugas en las Islas Galápagos, con tiburones en Fidji, entre arrecifes de corales en Nueva Guinea y entre barcos hundidos de la Segunda Guerra Mundial en Palau. También nos animamos al Gran Agujero Azul, en Belice, que es un cenote que se abrió en el medio del mar azul y parece un portal a otra dimensión”, recordó el médico.
El tipo de buceo que se practica en la falla de Silfra es corto, técnico y no tan profundo. Tiene media hora de duración, se realiza en grupo y en compañía de un guía. “Es uno de los lugares que todo buzo científico debe conocer. Es la meca a la todos quieren acceder después de haber buceado años”, sintetiza Gabriela, quien bucea desde los 15 y gracias a su formación ahora puede combinar los conocimientos y el placer.
El tipo de buceo que se practica en la falla de Silfra es corto, técnico y no tan profundo para poder contemplar los rayos de sol sobre las cuevas volcánicas
“Poder bucear en una falla en donde de un lado tenes la placa norteamericana y del otro lado la euroasiática es icónico ya que no es un buceo complicado sino muy frío que requiere un entrenamiento específico y la utilización de un equipo adecuado”, explicó la experta.
Y agregó: “El hecho de pensar que estás buceando en un lugar maravilloso desde el punto de vista geográfico y de la historia de la tierra es increíble porque Islandia es lo que sale a la superficie de la Dorsal Mesoatlántica. Es un continente de agua y fuego permanente por eso tiene contrastes maravillosos”.
El matrimonio coincidió en que la falla de Silfra es un lugar azul por definición. “Nos sumergimos 15 metros pero teníamos una visibilidad infinita. La gracia está en no alejarse demasiado de la superficie para que entre la luz del sol y se refleje de las paredes de las cuevas volcánicas”, señalaron en alusión a los tonos anaranjados de las rocas que se mezclan con los azulados del lago. La arena beige y el verde fosforescente de las algas, en tanto, completan la paleta de colores.
Gabriela también se sacó la típica foto en la Grieta de Silfra
La hazaña de Alfredo dejó bien en claro que no es necesario tener una experiencia amplia de buceo para nadar en este lugar, declarado Patrimonio de la Humanidad de la Unesco. Allí, cada espacio submarino es testigo de millones de años de evolución geológica, que todavía no termina. De hecho, ambos continentes se alejan el uno del otro unos dos centímetros cada año.
Si bien a Gabriela su profesión de bióloga marina la moviliza a descubrir los secretos que hay debajo del mar, Alfredo aclara que ambos les encanta adentrarse en la naturaleza en general.
“Hicimos varios safaris fotográficos. Avistamos tigres en la India y gorilas en Kenya, Tanzania y Zimbawe. Recorrimos en areneros el desierto de Ica, en Perú, que muy famoso por su dunas altísimas; y también sobrevolamos en avioneta la inmensidad de los glaciares en Alaska”.
El día que bucearon en Silfra, a Alfredo y Gabriela les tocó un cielo despejado y a puro sol
Al momento de pensar en la próxima aventura, contaron que aún tienen pendiente un destino que la pandemia les truncó. “Teníamos todo programado para ir a bucear entre ballenas y manta rayas gigantes a Mozambique y una semana antes cerraron las fronteras”, se lamentaron.
Sin embargo, Alfredo aprovechó la cuarentena estricta para estar en contacto con otros viajeros y hacer turismo virtual de su canal de Youtube llamado Pay Elena Viajero. “Me dediqué a hacer entrevistas en vivo a viajeros y profesionales del sector. A ese programa le puse ‘Viajamos mientras no podemos’ pero ahora lo renombré ‘Modo Avión’ y sale una vez al mes”, se enorgulleció de su proyecto, que aún no está monetizado y lo hace como hobby.
Como las ganas de reactivar nuevas travesías y seguir acumulando anécdotas siempre están a flor de piel, ahora el matrimonio está planificando un nuevo destino: Ilha Grande, en Brasil, que es la zona que posee las más alta densidad de hundimientos del mundo debido a los enfrentamientos entre galeones europeos y piratas entre los siglos XVI y XIX.
Era oriundo de la provincia de Río Negro, trabajador de Andreani y padre de dos hijos menores de edad. Su fallecimiento fue confirmado la tarde del domingo.
A tres días del trágico temporal que azotó a Bahía Blanca, el saldo de víctimas fatales asciende a 16 personas. Entre ellas se encuentra Rubén Zalazar, el hombre que intentó rescatar a Delfina y Pilar, dos niñas que aún permanecen desaparecidas.
Su cuerpo fue hallado este domingo por la tarde, según informó el ministro de Seguridad bonaerense, Javier Alonso.
Zalazar era rionegrino, trabajador de la empresa de correos Andreani. Había viajado desde Viedma a Bahía Blanca. En su intento por regresar, quedó varado debido al temporal y fue arrastrado por el agua en la zona de El Cholo, Cerri. Uno de los epicentros de las mayores inundaciones, al igual que Ingeniero White.
Durante la catástrofe, según relata La Nueva, logró sostener en brazos a Pilar Hecker, una de las dos niñas desaparecidas.
Las menores viajaban junto a sus padres hacia la casa de unos parientes en Mayor Buratovich para refugiarse de la tormenta. Sin embargo, en plena Ruta 3, el auto en el que se trasladaban, conducido por Andrés Hecker, quedó atrapado en el agua y fue arrastrado por la corriente.
El valor de Zalazar
Al intentar auxiliarlos, Zalazar y la familia fueron llevados por la fuerza del agua. La madre de las niñas logró ser rescatada con vida, pero la búsqueda de las pequeñas continúa.
«La camioneta se quedó, se detuvo, se empezó a llenar de agua, ellos subieron a los techos para tratar de estar lejos del agua, a resguardo, y estaban arriba del techo y vino más agua y en cuestión de segundos se fueron arrastrados», relató el ministro Alonso a la prensa.
Zalazar era oriundo de la provincia de Río Negro y padre de dos hijos menores de edad. Tras la confirmación de su fallecimiento, el vicegobernador rionegrino, Pedro Pessatti, expresó sus condolencias: «con profunda tristeza recibimos la noticia del hallazgo sin vida de Rubén Zalazar, el chofer rionegrino, hijo de Viedma, que perdió la vida intentando ayudar en medio de esta tragedia».
Asimismo, destacó su valentía y sacrificio: «su gesto de grandeza y heroicidad nos conmueve y nos recuerda la grandeza de quienes arriesgan todo por los demás. Expresamos nuestras condolencias a su familia y seres queridos, y seguimos con esperanza la búsqueda de Delfina y Pilar».
El hallazgo del cuerpo de Zalazar se logró luego de identificar su camioneta, un elemento clave en la investigación. Alejandro Marengo, hermano de la mediática Rocío Marengo, aportó información crucial tras rastrear la zona con su avioneta.
«Nosotros tenemos campo en Mayor Buratovich. Cuando se empezó a hablar de esta camioneta que faltaba, que no la encontraban y que las nenas estaban en el techo, mi hermano fue porque conoce muy bien la zona. El campo nuestro da a la costa y conoce muy bien de marea, de agua y de todo. Salió con su avioneta a rastrillar la zona. Automáticamente, sacó las fotos y las envió al municipio que pudo localizar la camioneta. Como mi hermano, todo el mundo está haciendo lo que está a su alcance», explicó Rocío.
Por su parte, el intendente, Federico Susbielles, advirtió sobre la situación de las niñas, en conferencia de prensa: «hay una denuncia realizada y un registro visual de la situación que nos hace presumir, lamentablemente, un mal desenlace. En un vuelo vimos la camioneta a la izquierda, saliendo de la ruta».
Así lo confirmó el intendente Federico Susbielles. Destacó que en materia de seguridad “no hubo ningún tipo de incidente ni situaciones vinculadas a la violencia”.
En conferencia de prensa, el intendente de Bahía Blanca Federico Susbielles detalló que el agua cede “paulatinamente” en las zonas afectadas, pero que “más del 70 % de los bahienses han tenido daños graves o lo han perdido todo”, lo cual, según la cantidad de habitantes detallada por el propio jefe comunal, daría una cifra de más de 238.000 personas afectadas.
“La situación del agua ha ido cediendo paulatinamente, Ingeniero White, Boulevard y Saladero empiezan a retomar la normalidad, del mismo modo que el casco histórico. Queda la calle final antes del ingreso a puerto, que tiene aproximadamente 30 centímetros de agua. Estamos trabajando con gente de hidráulica para ver de qué manera la vamos a desagotar”, explicó el jefe comunal.
Susbielles también sostuvo que en el caso de General Daniel Cerri todavía hay agua en una zona de quintas, “sin riesgo para la gente que está en el lugar”, mientras que el Ejército trabaja con camiones especiales para asistir a las familias afectadas.
En cuanto a los barrios 17 de Agosto, Viajantes del Sur y Villa Hipódromo, el alcalde bahiense explicó que “son ollas, hondonadas”, por lo que se trabaja con tres bombas para drenar el agua de manera progresiva.
Seguridad en Bahía Blanca
“En materia de seguridad, ayer no hubo ningún tipo de incidente ni situaciones vinculadas a la violencia. Quiero resaltar el grado de civismo de nuestra comunidad, que estuvo en su casa y con ese aporte logró mantener la paz” ponderó Susbielles al agradecer al Ministerio de Seguridad bonaerense, que mantiene más de 700 efectivos en la ciudad.
Asimismo, el jefe comunal destacó el trabajo “articulado con las fuerzas federales” y mencionó la presencia de la ministra de Seguridad nacional Patricia Bullrich, además de Prefectura, Gendarmería y la Policía Federal Argentina, las cuales operan en conjunto.
El intendente recordó que Bahía Blanca es una ciudad de 340.000 habitantes y que “desde muchos rincones de la Argentina están preparando ayuda para la ciudad, que está en proceso de llegada”.
“Hemos logrado distribuir 100 toneladas de alimentos, más de 18.000 litros de lavandina y estamos en proceso de distribuir 1.300 colchones, de los cuales nos quedan 300 en stock», explicó.
“Hubo que conformar los centros de evacuados, tenemos 500. Entendemos el dolor y la angustia de nuestros vecinos, estamos tratando de llegar a todos los rincones de la ciudad. Más del 70% de los bahienses han tenido daños graves y muchas familias lo han perdido todo”, reconoció.
En cuanto a los servicios públicos, sostuvo que en materia de energía se recuperó el 70% del servicio eléctrico de la ciudad, a través de la empresa EDES, encargada del suministro.
Advertencias de especialistas desoídas. Recortes presupuestarios del Gobierno nacional en áreas claves como Emergencias e Infraestructura Hidráulica. Obras que son necesarias, en un momento donde se rechaza la obra pública. Y el cambio climático que demanda acciones urgentes para mitigar y adaptar a las ciudades para eventos cada vez más extremos.
Que lluevan casi 350 milímetros en 4 horas suena imposible de contrarrestar para cualquier distrito en cualquier circunstancia, sin embargo el temporal trágico de Bahía Blanca demostró algunas certezas: que ya sea para prevenir, mitigar o reconstruir, se necesita más Estado y más ciencia. Dos entes denostado por la actual gestión nacional embanderada en el mote de La Libertad Avanza.
Paula Zapperi es Doctora en Geografía, investigadora del CONICET y trabaja en la UNS de Bahía Blanca. Se especializa en Hidrografía Urbana y estudia las inundaciones en esa ciudad. Ya en su tesis doctoral de 2012 anticipaba lo que pasó en Bahía Blanca, describía su ubicación y la importancia de cauces de agua de la zona, resaltando que la localidad se encuentra emplazada en la cuenca inferior del arroyo Napostá cuyo curso la atraviesa en su interior: «En el sector norte se erigen áreas parquizadas en torno a su cauce y aguas abajo se han efectuado obras de entubado», especialmente en lo que respecta al Canal Maldonado.
Y advertía: «el aumento de ocurrencia de tormentas de verano de los últimos años expone a la ciudad a precipitaciones intensas por lo que el mantenimiento y mejoramiento del sistema de desagües pluviales es fundamental para evitar los inconvenientes generados por los anegamientos».
El ataque a las ciencias y las universidades
Eventos como el del viernes pasado demuestra la importancia de escuchar más a los trabajos científicos que los estudian y los alertan. Sin embargo, a comienzos de este año, el Gobierno nacional emitió la Resolución 10/2025, avanzando (una vez más) sobre el sector científico y universitario. Apoyado en los medios afines de siempre, vendió la medida como un ajuste hacia «piqueteros» aludiendo a la disolución de supuestos convenios con ese tipo de asociaciones, que en realidad son ínfimos, casi inexistentes, en el mapa científico nacional. Lo que sí existen son numerosos fondos y alianzas con organizaciones nacionales e internacionales, instituciones del sector y otras jurisdicciones, que se van a perder a causa de la flamante decisión del Ejecutivo: cortan las investigaciones que no estén «al servicio del crecimiento económico y desarrollo estratégico del país».
«Resulta imperioso que la evaluación de los programas se realice verificando su correlato con el Plan Estratégico definido para el 2024-2025, el cual tiene su eje en la redefinición y reorientación de las estructuras institucionales y sistemas de evaluación relacionados con la gestión del conocimiento y la promoción de la ciencia y la tecnología, con una política orientada a la generación de conocimiento y el desarrollo de tecnologías al servicio del crecimiento económico y desarrollo estratégico del país, con asiento en las temáticas de agroindustria, energía y minería, economía del conocimiento y la innovación y salud», plantea la Resolución 10 de la Jefatura de Ministros, liderada por Guillermo Francos, a cargo de la Secretaría de Ciencia.
Y continúa: «Que, en este sentido, corresponderá dar por finalizados aquellos programas cuyos objetos no encuentren asidero en el citado Plan Estratégico. Que las medidas que se adopten deberán realizarse procurando soluciones que reduzcan las contingencias presentes y futuras para el ESTADO NACIONAL y en definitiva de todos los argentinos, minimizando los riesgos y costos a su mínima expresión«.
En ese marco, aceptarán solo las que estén desarrolladas en un valor mayor al 30% de ejecución. El resto entrará «en revisión» o directamente se cerrará. Siempre y cuando no sean los temas de interés del gobierno. El cambio climático y las ciencias sociales, son de los temas considerados «no estratégicos».
Según el gobierno, ajustarán $ 1867 millones destinados a investigación en 70 programas sociales. Desde el organismo explicaron a medios amigos que esos programas «no cumplen con el grado de pertinencia y aporte efectivo al desarrollo» del área. En algunos casos hasta se exigirá ladevolución del dinero destinado.
La Federación de Docentes Universitarios (FEDUN), la de Sindicatos Universitarios de América del Sur (FESIDUAS) y la Federación Latinoamericana de Trabajadores Científicos (FEDLATCI) expresaron que la resolución «plantea la eliminación de las investigaciones científicas relacionadas con las ciencias sociales, el medio ambiente y el calentamiento global entre otras, lo que representa un ataque directo al avance del conocimiento y un grave retroceso en las políticas públicas orientadas al desarrollo sostenible y la soberanía científica nacional. Esta medida refleja una postura negacionista que desconoce la importancia estratégica de la ciencia y la tecnología para abordar los desafíos globales y locales».
A raíz de esta Resolución, el bloque de Unión por la Patria denunció penalmente a Francos por «abuso de autoridad e incumplimiento de los deberes de funcionario público». Incluye un pedido de “no innovar” con la medida del Gobierno.
Advertencias y obras necesarias en Bahía
El periodista de La Nueva, Juan Florín, publicó en las últimas horas que el ingeniero hidráulico Luis Ferraz advertía mucho tiempo atrás que Bahía Blanca era una ciudad vulnerable y que ya en las enormes lluvias de abril de 1980 que afectaron a Azul y Olavarría, Bahía se había salvado por apenas 50 kilómetros porque esa lluvia no cayó sobre la vertiente sur de las sierras.
Mencionó las terribles inundaciones de 1933 y 1944 en el sudoeste bonaerense, con varios muertos: «junto a la de 1884, las últimas grandes en Bahía, pero en ese caso, con 160 milímetros de lluvia, el Napostá alcanzó un caudal de al menos 500 m3 de agua por segundo, obligando a la construcción del canal Maldonado. Y más acá en el tiempo, el 28 de febrero de 2001, 200 milímetros se descargaron sobre la cuenca alta del río Sauce Grande, generando un impresionante torrente de agua que fue a parar al dique Paso de las Piedras».
Es decir, había antecedentes. Y la UNS y la UTN hace tiempo vienen alertando sobre esto: «ya en los 80 el ingeniero Ferraz tenía evaluadas las zonas que se iban a inundar con una lluvia de 200 milímetros. Otros especialistas, como el ingeniero Jorge Luque, señalaron que en una lluvia de 300 milímetros, como la que sacudió a La Plata en 2013, iba a generar inundaciones en toda la ciudad, salvo en la zona alta, es decir, algo muy similar a lo que pasó ahora».
¿Los efectos de una catástrofe de este tipo se podrían haber morigerado? «Se trata de obras muy grandes que son para concretar ante eventos excepcionales, obras que ningún gobierno quiere encarar. Además de mantener en impecable estado el canal Maldonado, el cauce del arroyo Napostá y el entubado, una medida muy necesaria sería reemplazar el antiguo puente ferroviario que está (si es que aún quedó en pie) sobre el canal Maldonado, a la altura de calle Don Bosco, porque eso reduce mucho la capacidad de evacuación del agua hacia el mar. Pero también hay obras más importantes. Principalmente una: la construcción de un dique a la altura del Puente Canessa, que sirva para embalsar el agua del arroyo Napostá, regulando sus crecidas y, al mismo tiempo, generando un lago para uso turístico y agua destinada a la industria».
Apuntó que de las tres obras que históricamente se recomendaron para evitar inundaciones: canal Maldonado, profundización del Napostá y dique en Canessa, sólo esta última no se concretó: «repasemos, el canal puede absorber 260 m3 por segundo, el entubado 40 m3/s como máximo y una lluvia de 200 mm aporta 500 m/s, es decir, las defensas no alcanzan ni por asomo. Imaginate con una lluvia como esta última, que fue bastante mayor».
Capital Humano
Más allá de que en las últimas horas salió en sus redes a intentar proclamar una ayuda para Bahía Blanca (¿habrán destinado a esta ciudad los alimentos a punto de vencerse y las frazadas que tenían amontonadas en los depósitos y que debían haber entregado a los comedores y movimientos sociales?), hay un Ministerio nacional que no se está destacando por su presencia: el de Capital Humano, de Sandra Pettovello.
El 5 de marzo, hace tan solo 72 horas, la ministra y su par de Justicia, Mariano Cuneo Libarona, firmaron el decreto 151/2025 en el que avanzaron con el despido de 2.000 trabajadores de la extinta cartera de Desarrollo Social.
Entre las áreas derogadas (Artículo 14. Anexo 8), se encontraba la Dirección Nacional de Asistencia en Situaciones de Emergencia Social, dependencia que se encontraba bajo la órbita de la Subsecretaría de Políticas Sociales y que podría haber colaborado en la asistencia a los damnificados por el temporal.
Allí también se enmarcaba la Dirección de Emergencias, que tenía a su cargo las coordinaciones de Asistencia Crítica, la de Asistencia Institucional y la de Asistencia Social Directa.
En su decisión de disolver la Dirección Nacional de Emergencias, Capital Humano echó o puso a disponibilidad a sus 485 empleados. Esta Dirección tenía como objetivo brindar asistencia frente a catástrofes con el envío de insumos y profesionales para la contención de las personas damnificadas.
Sin infraestructura hidráulica a nivel nacional
Desde la Fundación Ambiente y Recursos Naturales (FARN) enfatizan que a la falta de previsión climática en el desarrollo de políticas públicas se le suman decisiones gubernamentales orientadas a la subejecución presupuestaria y la reducción de áreas del Estado claves para el abordaje de emergencias.
Por ejemplo, con la ejecución del proyecto “Apoyo para la Expansión de Obras de Adaptación a Extremos Climáticos” —enmarcado, en el Presupuesto nacional, dentro del programa de «Desarrollo de la Infraestructura Hidráulica», dependiente de la Secretaría de Obras Públicas— cayó de $37.155 millones en 2023 a apenas $46,6 millones en 2024: una reducción del 99,96% en términos reales.
“Esta caída responde a dos factores principales: por un lado, el recorte en el presupuesto vigente del proyecto, que pasó de $37.307 millones a $24.989 millones; y por otro, a la decisión política de ejecutar solo el 0,2% de su presupuesto”, denuncian.
“Las inundaciones en Bahía Blanca constituyen una tragedia que nos obliga a abordar con urgencia la necesidad de adaptarnos al cambio climático para evitar nuevas pérdidas y daños. Esta situación subraya la importancia de que Argentina implemente políticas integrales de acción climática, que contemplen una estrategia nacional de alerta temprana y protocolos que contemplen la salud y el cambio climático; y sostenga un presupuesto adecuado para paliar los daños y las pérdidas que sufre la población con este tipo de eventos, especialmente los grupos más vulnerables”, indican desde la organización ambiental.
Hacerle frente (y adaptarse) al cambio climático
Desde FARN subrayan que actualmente convivimos con impactos del cambio climático que ya son irreversibles, como los cambios en los patrones de precipitaciones o los cambios extremos de temperaturas: «cuando hablamos de pérdidas y daños ya llegamos tarde. El objetivo para prevenir y reducir los impactos de estos fenómenos debe ser la adaptación».
Entre las amenazas climáticas identificadas y reportadas por Argentina en su Primer Reporte Bienal ante la Convención de Naciones Unidas sobre Cambio Climático, se espera un incremento en la frecuencia e intensidad de lluvias torrenciales así como un aumento en el nivel del mar que afectará tanto a la costa argentina como al Río de la Plata: «de acuerdo al reporte, esto podría generar inundaciones permanentes en algunas zonas de nuestro país, sobre todo en la costa sur de la provincia de Buenos Aires».
Foto: NA
Remarcan que lo sucedido en Bahía Blanca es una muestra más de cómo el cambio climático está alterando el patrón de los fenómenos climáticos: «la infraestructura de la ciudad no estuvo preparada para manejar los niveles de agua que cayeron en un corto período de tiempo, desbordando la capacidad de drenaje. Esto puso en evidencia la falta de una planificación urbana adecuada, así como de planes de respuesta rápida ante eventos climáticos extremos».
Negar la existencia del cambio climático y sus impactos impide llevar adelante políticas públicas orientadas a prevenir y reducir los daños que vimos durante este fin de semana. Y las advertencias desde la ciencia climática vienen incrementándose hace décadas: «la planificación urbana debe adaptarse a las nuevas realidades climáticas, mejorando los sistemas de drenaje y rediseñando las infraestructuras para resistir eventos climáticos extremos. Además, se debe avanzar en políticas de prevención y en la construcción de una conciencia colectiva sobre la necesidad de un desarrollo más sostenible y resiliente ante los cambios que ya estamos experimentando».
Más obra pública, más Estado
Ante el reclamo de la intendencia y la gobernación, el Gobierno nacional anunció el envío de 10.000 millones de pesos para tareas de «reconstrucción». La pregunta es: si hay plata, ¿no debería el Ejecutivo tomar nota de tragedias como la de Bahía e invertir en obra pública en todo el país en lugar de ufanarse de no hacerlas? Es necesario reconstruir rutas, pero mientras el Estado nacional sigue cobrando el impuesto al combustible, del cual casi un tercio debe ir a Vialidad Nacional para obras viales, en 2024 apenas transfirió menos de la mitad de lo que corresponde. No invertir en infraestructura es sinónimo de perder vidas.
Por las dudas, desde Nación ya advirtieron que «el plan de para reconstruir la ciudad (en referencia a Bahía Blanca) es un tema que tiene que ver con el municipio y con la provincia».
En FARN completan: “la reconstrucción de las comunidades afectadas es solo el primer paso. Es necesario, para reducir la vulnerabilidad del territorio ante las amenazas climáticas ya identificadas y evitar futuros desastres, implementar en su totalidad el Plan Nacional de Adaptación y construir resiliencia en las ciudades”.